“novela” para designar a las narrac

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Comienzos de la Novela Española
La lengua española carecía del término “novela” para designar a las narraciones ficticias largas. Los
primeros libros aparecieron bajo el nombre de “historia” o “crónica.” Hubo una confusión entre el
relato de cosas y hechos fingidos (en los libros de caballería, obras de imaginación donde tienen gran
importancia los elementos maravillosos, como dragones, enanos, e imágenes) y el relato de cosas y
hechos reales (por ejemplo, en las novelas caballerescas).
La novela picaresca es un género que se preocupa por perspectivas morales y psicoloógicas, narrada en
primera persona. Las características de la novela picaresca son:
El protagonista es el pícaro, “una persona de baja condición, astuta, ingeniosa y de mal vivir”
(RAE). Es “un tipo astuto, travieso, descarado y bufón que sale de su casa – ya sea por razones
económicas, ya sea por otros motivos – para buscar su camino en el mundo” (Mujica 105). Es el
antihéroe, en contraste con los héroes nobles que aparecen en géneros anteriores.
Formalmente es la autobiografía de un desventurado contada como una sucesión de aventuras:
se cuenta desde la niñez, posiblemente por el doble sentido de vida de santos y de valor
folklórico.
La autobiografía se articula mediante la narración de los servicios que hace el protagonista a
varios amos, lo cual sirve para la crítica de estas clases sociales de la época.
El relato se refiere a una realidad cotidiana. El protagonista vive en una geografía concreta y
vive hechos concretos. Unos críticos dicen que este género es el primer ejemplo de la novela
realista, pero mejor dicho es una novela verosímil (realidad cotidiana y humanística).
Narra la vida del protagonista de una forma retrospectiva para justificar o explicar la situación
en la que vive (su pasado, su mala educación, etc.).
La novela implica la contemplación del mundo desde el punto de vista del protagonista
(elemento arraigado en la autobiografía), lo que Mujica denomina “retrospectivo: el narrador
[de Lazarillo de Tormes]… ya es un hombre maduro que recuerda, analiza y juzga su pasado
desde su perspectiva actual” (107).
En la narración se cuentan alternativamente fortunas y adversidades del protagonista (suerte
buena y mala) en el mundo que le rodea: las clases más pobre, “indigentes, mendigos,
delincuentes, estudiantes, toreros, hidalgos pobres pero presuntuosos, curas mezquinos y
oficiales corruptos” (Mujica 105). “Tendrá que aprender las reglas de la sociedad” (Mujica 106)
para poder superar el hambre y sobrevivir de cualquier modo que pueda.
Todas estas características se hallan en Lazarillo de Tormes, Guzmán de Alfarache y La Vida del Buscón
Llamado don Pablos. El éxito de estos tres provoca dos docenas de imitaciones a lo largo del siglo XVII.
Lazarillo de Tormes fue editada en 1554, “aunque los expertos creen que pudo haberse escrito entre
1525 y 1550” (Mujica 106), ya que aparece en tres ediciones. Otro problema es del autor: a pesar del
éxito no se encuentra referencia al autor, sino alusiones a posibles autores (mencionado en una edición
de Guzmán). “Probablemente, su anónimo autor recibió influencias erasmistas – aunque también se ha
especulado la posibilidad de que se tratara de un judío converso – por su visión sarcástica del
materialmismo e ignorancia del clero” (Pereira-Muro 115).
Técnica narrativa y construcción de la obra:
Autobiografía, cuyo protagonista, hijo de dos personajes de bajo nivel social, cuenta su vida de
manera retrospectiva, desde un presente hasta un punto de tiempo fijo. Narra el Lázaro adulto;
se siente muy contento porque al final de su vida, ha conseguido un cargo, el de pregonero, a
pesar de que este oficio lo ha conseguido por la recomendación de un canónigo que, como
condición, reparte con su mujer. Lázaro trata de justificarlo mediante el cuento de su vida, que
ha sido peor de lo que está sufriendo al momento. Narra su vida a una persona que no aparece
en la obra, a la cual le refiere como “Vuestra Merced” (>Vd. > Ud.); se especula que es su
benefactor. El pretexto del relato que no se aclarará hasta el último capítulo, mientras que
Lázaro habla de los rumores que circulan por Toledo y trata de justificar la situación por decir
que ha alcanzado la cumbre de su vida. Hasta llegar a este momento, la obra cuenta los
servicios que el protagonista ha hecho a varios amos para vivir: lazarillo (guía) para un ciego,
ayudante a un cura, a un escudero, a un capellán, y a un alguacil.
Elemento autobiográfico: apareció anteriormente en el cual el autor se finge protagionista
(Libro de Buen Amor) o en autobiografías reales (El Cid; otros soldados). Habrá además
memoriales (notas sobre sí mismo) y cartas de narración (esta forma permitía combinar la
tradición retórica o moral con la tendencia a la historicidad o verosimilitud para llegar a una
impresión de realismo). El autor de Lázaro siguió esta forma de cartas con las cartas de coloquio
(con un tono conversacional y chistes en lo cual se relata un caso personal).
Presenta un tono realista que sirve de marco verosímil a la narración: la acción se realizaba en
un tiempo concreto de España, el reino de Carlos V, en una geografía concreta, Salamanca. En
contraste, las novelas anteriores carecían de tales rasgos y referencias realistas mientras
pretendían ser idealistas.
Se dan detalles específicos: costumbres, monedas y comidas, por ejemplo. Los personajes
están sacados de la realidad: pobres, sacerdotes de vida indigna, limosna... (ambiente realista)
pero no se trata de una realidad total, sino parcial, desde un punto de vista que es un rasgo
renacentista.
Aparecen episodios arraigados en lo folklórico: para alcanzar la verosimilitud.
Hace protagonista a un personaje de baja calidad, un hecho sin antecedente. Comienza en La
Celestina en los criados, pero en este caso no aparecen como protagonistas integrales.
Interés del autor por mantenerel decoro de los personajes: quiere contar un pretexto para
formar una autobiografía para que parezca o paralele autobiografías reales, por su propia visión
del mundo aunque la autobiografía es ficticia; es contada desde el punto de vista de primera
persona, de la clase humilde. El autor tiene que mantener este ritmo para evitar moralizar en
tercera persona, sino mantener el ritmo autobiográfico.
En lo que denomina Rico “entre burlas y veras” (78), hay alternancia de toques humorísticos y
trágicos, frecuentemente uno tras otro. Hay además lenguaje irónico (un “golpecillo” que el
ciego le dio a Lazarillo le dolió tres días), pero sin entrar en comentario amargo o pesimista del
estado del narrador.
Interpretación de Lazarillo de Tormes:
Honra: se burla de la nobleza en que se narra desde el comienzo y incluye tales personajes
como el escudero hasta finalizar la obra: el canónigo comparte su mujer. La honra se basa en la
opinión de los demás.
Religión (anticlericalismo): se burla de todos los amos -- menos el ciego y el escudero – que son
clérigos que explotan al protagonista motivados por avaricio o por lujuría. Se citan por la obra
frases y escrituras irónicas. Unos mantienen que esta obra es de un converso o de un erasmista
dado a la crítica paródica; consta que la burla es siempre cómica más que crítica. El propósito
es divertir y satirizar más de criticar: los hombres de la época la entendieron así dado al
pensamiento del día.
La tesis de la obra es mostrar “cuánta virtud necesitan los hombres para subir, siendo bajos, y
cuánto vicio se precisa para dejarse bajar, siendo altos”; es decir, los hombres suben por virtud y
bajan por vicio porque consideran los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe,
pues la fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que siendo lo contrario, con
fuerza y maña, remando, salieron a buen puerto. La sociedad es un reflejo del orden cósmico y
de Dios. Las clases son inmóviles dado a su herencia y su fortuna, y la doctrina fue criticada por
los humanistas y por el autor mismo, criticando con burla irónica en vez de moralidad.
Rico, Francisco (ed.). Lazarillo de Tormes, 20 ed. Madrid: Ediciones Cátedra, 2008.
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