Tihuanacu

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Tihuanacu
CAPITULO I
SUMARIO .-El valle de Tihuanacu.-Aspecto físico.-Su
clima y sus condiciones fisiográficas antes y ahora.Los pacajis.-Su antigua -cultura.-Pacaji bajo las dominaciones kheshua y española.-El actual pacaji Apariencia generál de las ruínas .-Principales grupos
El Tihuanacu subterráneo.-Destrucción implacable de
Tihuanacu desde el arribo de los españoles.-E1 hombre civilizado, agente terrible de destrucción.-Impresión de los incas y los primeros españoles a la vista de
la ruíuas l o--historla~s-anti„ues Los-estudios
modernos.
El valle de Tihuanacu (1) comienza en el nudo de Amukala o harahuillki, y
se extiende entre las cerranías de Quinsacha* Del tomo 1, ya impreso, pero aún no dado a la
circulación, de la HISTORIA de BOLIVIA de don José María Camacho, reproducimos, con permiso del
autor, los capítulos pertinentes a la gran metrópoli
andina.
[11 Tihuanacu, así, como usamos, siguiendo al
nativo aymara que es a este respecto la mayor autor¡-
Para la dirección de los trabajos prelíminares de un mapa provisorio , lo mismo que
para la definitiva Guía arqueológica de Bolivia, cuenta la Sociedad Geográfica con honYbres capaces y entusiastas , quienes no lo
dudamos , se prestarían a ello.
Entre otros nos place señalar al profesor Arturo Posnansky, cuya preparación y
laboriosidad ofrecen , la mejor garantía de
éxito, como ya sus importantes trabajos tienen comprometida la gratitud y la admiración, de todos los cultores de la ciencia.
- 12 ta y Llocolloco, las cuales , siguiendo líneas
divergentes y ensanchando cada vez el valle,
corren desde aquel punto al norte hasta rematar en el Titicaca, en su parte meridional llamada Huiñamarc.a. Una de las serranías, la oriental o de Llocolloco, penetra todavía algún espacio en el lago, y forma la
punta o península de Taraco. La otra, la
occidental, se tuerce hacia la izquierda antes de llegar a las aguas, y continúa por sus
orillas, circunvalándolas y haciendo oficio de
represa, hasta romperse en el Desaguadero.
En esta serranía se destacan las elevadas
cumbres del Chilla y del Quinsachata, cerros corpulentos, constantemente azotados
por las tempestades y.no escasos en vetas de
dad, y nó Tiarhuauc eu , como siempre e impropiamente ha sido llamado. No deja de tener su importancia este esclarecimiento , principalmente para los etimologistas , quienes pueden orientarse mejor en la discusiós-filológica que ts.l nombre ha suscitado. Entre
los historiadores de Indias sólo el P . Coba, en su Historia del Nuevo Mundo , escribe alguna:- . -eres Tihuanacu , acaso sin intencion, y entre los ardores modernos son todavía muy contados los que, tomando nota de nuestras inquisiciones (aunque sin referirse a
ellas ) hubiesen adoptado la verdadera denominación
de este pueblo . - Squier le llama Tialaucaüuco! - Por
descuido o porque el oído no estaba acostumbrado a
los idiomas americanos, los escritores españoles desfiguraron desastrosamente los nombres indígenas ; y el
no habérseles rectificado a tiempo ha sido causa de
que estas alteraciones prevalezcan, ocasionando no
pocos errores y confusiones en la historia y la geografía de estos países.
13 cobre, plata y cinabrio, que fueron explotadas con algún suceso en los últimos tiempos
coloniales.
Está el valle a 3900 metros sobre el nivel del mar, y mide unos 45 kilómetros de
largo, por más de 25 en su mayor ancho.
Suavemente inclinado el suelo de sud a norte
y ligeramente sinuoso, con ondulaciones y
oteros cuyas cimas no exceden de treinta
metros de altura, preséntase a. la vista del
viajero sin ostentar particularidad notable ni
predisponer el ánimo en su favor. El clima
es frío, el terreno es arcilloso, compacto y
medianamente fértil, sobre todo en las Hartes
beneficiadas por el riego, y su flora partici-,
pa de los mismos caracteres que la del resto del altiplano, baja, rala, descolorida y
desmnedrada, dominando entre sus pocas variedades el huicho, la tola y algunas valerianas. Por el medio corre perezosamente sobre un blando lecho de limo, el ríó Huaquira, muy escaso de agua en el invierno. Nada deja sospechar su pasada grandeza ni la
justa admiración que hoy mismo provoca. Al
igual de los demás sitios de la gran meseta,
con el cielo diáfano y el aire sutil y cortante, sus campos parduzcos y aparentemente
yermos, son de una monotonía abrumadora.
No está aún averitiaado Basta donde se
extendía el lago en le tiempos en que Tihuanacu florecía. Si, como fundadamente
se presume, las aguas de este gran depósito
- 14 besaban entonces sus muros, habría que consentir en que una atmósfera húmeda, al servirle de abrigo disminuyendo la irradiación
solar, bonificaba su clima y le permitía, como se observa ahora en las islas, lucir una
Vegetación más franca y vigorosa. Ni. correspondía a uii pueblo de tan altas facultades, escoger por sede un sitio cuyas condiciones climatológicas friesen inferiores a otros
puntos de la misma región (.1). Pero, con carecer al presente de las influencias benéficas del lago, no ha perdido las cualidades y
ventajas que le hicieran aparente parada vida sedentaria. Es. un país normal, sano y
socorrido, eminentemente agrícola y pastoril. Fuélo con mayor razón antes, d.- tal
,modo que el hombre primitivo, a despecho
de sus tendencias nómades, tenía que estarse
allí, pegado a la tierra, para que la tierra le
provea de los ganados y cereales que asegu[1] Util hubiera sido saber, qué (1.' rancia había
de las orillas del lago a Tilluanacu cuando arribaron
los españoles. Pero sobre este punto la disparidad de
las noticias que hemos alcanzado es completa. Mientras que en la Descrip. de la Prov. de los Pacates se dice que una legua, y el P. Cobo afirma que
cuatro, el clérigo Alcobaza, paisano y corresponsal
del inca Garcilaso, le escribía ases>ur.índole, que Tihuanacu "estaba pegado a la. laguna", y que en cierto edificio —la laguna batía en un lienzo de los del patio". Com. . Real., parte I, lib. III. cap. I.. Deberenmos advertir, desde luego, que la descripción de
Alcobaza es muy fantústica, lo que Hace suponer que
este buen clérigo no conocía Tihuanacu sino de oídas.
- 15 -
iI
ren su conservación y sustert.o. La papa, la
quínua y la cañahuia le daban copiosas cosechas, y en sus prados medraba la llama, hermosa y muy útil bestia, carguera, de carne
nutritiva y abundante vellón (1).
Aunque apenas hay constituídas en él
tres reducidas aldeas, Huaqui, Tihuanacu y
'1'araco, ahora cabezas de cantón, contiene
sin embargo, numerosos caseríos desparramados en todas direcciones y habitados densamente por indios aymaras (2). Estos ¡tidios pertenecen a la gran familia de los pacajis que parten términos con los uuiasuyus
por el norte, con los quillacas y los carankas
por el sud y con los lupacas por el oeste (3).
(1) —Es provincia riquísima de ganado de la tierra, y es el mejor., los carneros más bien hechos y que
llevan más carga y valen más que los de otras partes."
Ob. Lizárraga, Descrip. del Perú, Cap. xci.
(2) La población rural y 'urbana de estos tres cantones, que ocupan aproximadamente una extensión
territorial de 540 k. c., alcanza a las siguientes cifras
(censo de 1900) : Tihuanacu, 5410 hab. ; Huaqui, 4460
hab. ; Taraco, 3486 hall. Total 13,386 , o sean 25 habitantes por k. e. -En 1583 tenía Tihuanacu más de 800
indios tributarios distribuídos en diez estancias o caseríos.
[31 Relac. Geogr . de Indias, Descrip . de la Prov.
de los Pacaxes.-1,Desde el Desaguadero hasta los Quillacas, todo comunmente se nombra Pacajes". Ob.
Lizárraga, Descrip. del Perú, cap. xei.-No sería difícil determinar con alguna exactitud, los límites primitivos de la nación pacaji. va que el aborigen, endógamo como es, ha tenido mi '-,'vos para conservarlos
sin alteración a través de los tt^tnpos y de las dominaciones que en ella se ha n sucedido. Chuquialit<, ahora
la ciudad de La Paz, es pacaji.
-- 16 Son 'pastores y. labradores, y su c-ondición actual, desde que el rasero de la Espacia colonial igualó a todos, tampoco les distingue de
las demás familias , aymaras . Antes, en los
tiempos incáicos, eran tenidos con respecto a
los-otros pueblos por más ordenados y cultos,
hablaban su lengua con más pureza y elegancia (1 ), disponían de mucha hacienda y
alguna industria, como que entendían en el
laboreo de minas y sabían fundir y batir me;tales; pero, sobre todo, gozaba¡¡ de los prestigios de una tradición que se confundía con
los mitos geuésieos del mundo.
El dominarles y asimilarles a su suerte.
no había sido empresa llana para los incas.
Estos tenaces guerreros que por todas partes
extendían la invencible mano conquistadora
[11 Así lo asienta también, el P. Bertonio en el
Prólogo de su Arte y Gramática de la lengua Aymara,
y agrega, que él se propone enseriar el armara de los
lupacas, aunque el de los pacajis —entre todas las lenguas ainlaraicas tiene el primer lugar, y es mucho
más elegante que todas las demás".-Y a propósito de
este nombre de Pacaji, que Bertonio. Garcilaso y
otros escriben pacassa, contra el uso :x ral de los
mismos pacajis, permítasenos decir algo sobre su etimología La voz paca, en armara, significa águila,
y entra en la composición de los nombres con que se
conacían otras naciones fronterizas o próximas a Pacaji, como Lup^crea ((p( paca, águila sol), Tsrapuea
[tara paca, aguila doble o águilas pares], cte. ¿ Procedían estos pueblos de Pacaji, y conservaban por eso,
a nodo de apelativo, el nombre que les recordaba su
común origen? La suprema deidad lila Ticsi Huirajocha se llamaba también Taapaca.
r
rindiendo pueblos y ganando tierras, trape- .
zarona con la denodada resistencia de los bravos pacajis, quienes, al defenderse, les hicieron saborear no pocos reveees.. Sin duda que
en aquellos días se en<nbttraban ya los pacajis en un período de: plena decadencia; pero
sería éste un motivo más para admirar en su
coraje y su amor a la independencia los dlti¿nos destellos de su antigua grandeza. Los
mismos paca jis contaban a iors - primeros espafioles los episodios dei - aquella lucha, largo tiempo sostenida por sus abuelos al abrigo de una de sus llallahuas (1);...y el escritor
de la estirpe de los incas que más al menudo
refiere las campañas del pueblo cuzqueño,
nos habla también de los combates en Ajha_ iu.iri, que él escribe Cae-yaviri (ahora Caquiaviri), donde al final de cuentas, pudieron znús eigtraUgtmbz que la fn rza (s). .
Desde entonces quedó reducido Pacaji a provincia cuzquetia, y dividido su vasto territorio en dos distritos: Hatuu Pacaji al levante
del río Desaguadero, y Urin Pacaji al poniente de este río hasta las altas cumbres de
la cordillera occidental de los Andes (3).
( 1) Relac . Geogr. de Indias, Descrip. de la Prov.
de los mes.
[2] Gu cilaeo, Cona . Real, pasa I. lib. M, oaps, 11
['] Garcilaso,; Com. Rea], parle I, lib. II, cap,
XX,y lib. III, cap. II.-Son comendables los conocimientos georáficos
de este autor, y con sólo loa dan,
3
- 18.
Más*tarde, uno de los principales pueblos de
Hatu n Pacaji, Tihuanacu, ale anz6 en.el sud,
el rango que cupo támbión a Jauja en el
norte, y fue el asiento 'del Euyúyo1 Apu, o
sea de una segunda ántoridad del imperio,
instituída, al parecer, por Túpaj Yupanqui,
para compartir con ella las complicadas fúuciones del gobierno [1].. Supieron todavía
los pacajis, cuando la co' uista eapalola,
substraerse al p hico de que se hallaban poseídas las masas peruanas y ejecutar un postrer esfuerzo de resistencia, primero, deteniendo en el Desaguadero, cuyo. puente cortaron, a los soldados de Iiernando y Gonzálo Pizarro, y después, encabezando aquella
corta, -pero valiente campaba, que terminó
con tan poca ventura para ellos en los valles
e Pócm-a Y l Chareala (2).
Al advenimiento de esta nueva dominación perdió Pacaji su importancia social y
sus preeminencias políticas; y aunque por la
calidad de sus campos y-el . número de sus
pobladores fué muy codiciado de los vecinos
de La Paz, quienes obtuvieron ali - sus niejotos que su libro contiene podría formarse una mediana carta etnográfica y política del vasto imperio de los
:.e.
(1) "Tuvo el tnc :, dos gobernadores generales en
el imperio llamados Suyuyoo Apu : uno residía en
Xauxa, y otro en Tiahuanacu en el Collasuyu." Sarmiento de ~boa, Hist. Indica, parte II, párr. LII.
(2) Herrera , Hist. Gen. dec . VI. lib . VI, caes, VII
y VIII.
-19 res encomiendas (1), lao llegó a despertar
mayor interés sino muy tarde, casi, un Y-1g1o
de consumada la conquista, y sólo cuando yo
reconocieron sus minas. Y es singuiar.lo
que pasó con ellas. Pacaji había; sido en los
tiempos incáicos un centro minero en plena
explotación. Cada pueblo poseía su mina,
y todos, conforme a las - leyes del Cuzco, concurrian con Ja prestación-de sus. productos
al esplendor de los templos y a las necesidades de la industria y de la guerra. La cuenca de Chuquiahu proveía el oro, y los cerros
de Choque piña, Pacokhahua, Tihuanacu,.
Uilotua y Kakenkora proveían la plata y el
cobre. Pues, tal mañana se dieron los paca- .
jis para burlarla codicia castellana. ocultando sus latinas, que por, todo aquel tiempo y
sin embargo de se-guir
supo dar con ellas (u).
No conocemos ningún estudio sobre el
(1) —Dejarnos la ruano derecha la provincia llamada de los Pacajes, donde los más de los vecinos de La
Paz tienen sus repartimientos". Ob. Lizárrega, Descrip. del Perú, lib. I; cap. XCL-El capitán Juan de
Vargas, uno dedos fundadores de La Paz y su primer
alcalde, fué también el primer encomendero de?lhuaainacu . Y. Cieza de León. Cron. del Perú, parte I, capCV-P. Cobo, Hist. del Nuevo Mundo lib ..XIII, cap.
[2] Hasta 1583 en que según Jiménez de la E`spada, no fué aún escrita la Descrip. dic ^,It y,Prov. de
los Pacaxes de que es editor y que venimos citando,
eran todavía desconocidas las minas de Tihuanacu.
"No tiene minas ni salinas" dice la relación aludida.
Pero en 1637 el líe. Barba, la más - alta autoridad en
- 20 actual pacají,ni creemos que haya diferencías
étnicas substanciales entre ésie y los demás
aymaras que pueblan el altiplano. El tipo
es el mismo, las costumbres no difieren, y su
-índole, sus aficiones y preocupaciones son
igualmente idénticas. Es fuerte, belicoso y
bravo, pero el palo y las trapacerías de sus
amos, en especial del, mestizo, .quien le tiraniza de más cerca y lo explota, lo han . hecho
huraho y cauteloso. Sobre su pasado se
muestra aún más ignorante de lo que su
propia ignorancia le permite. Como todos
los avsnaras!
Casi en el promedio del valle de Tihuanacu, al costado izquierdo del río Huaquira,
sobre el ancho llano que oe extiende al pié
del'r Quinsachata, yacen las ruinas de
la materia y el más exporto cateador de su siglo, hace
yamención de las que hemos nombrado en el texto.
Dice además : " En las punas o páramos de Yulloma, en los Pacages, se tiene también noticia hay minas muy ricas, trabajadas de los Indios, y. no descubiertas hasta ahora. Ha sido muchísima la cantidad
de pedazos de plata que llaman corriente , c. e en esto
pueblo se ha rescatado, y aún yo alcancé algunas reliquias de ella. Más cierta es aún la noticia de que tiene mina rica el pueblo de Caquingora, de la misma
provincia de Pacages , pues se hallan en sus calles y
paredes de las casas metales de mucha ley, de que soy
testigo de vista . De otros muchos pueblos corre la
misma fama como también la hay constante de que en
tiempo de los Lucas cada una de las parcialidades o
Ayllos tenía su particular mina ". Arte de los Metales, lib. I, cap. XXVIII. Según este autor , sólo las
minas de Berenguela fueron primitivamente laboreadas por los españoles.-
—Yr
unas extraordinarias construccion s. Están
esparcidas en el espacio de algunos kí
lómetros, y presentan al primer golpe de
vista, el aspecto imponente de un vasto depósito de materiales que el esfuerzo humano hubiera acumulado por siglos para la más
gigantesca de sus edificaciones. Son columnas, jambas, umbrales, cornisas, estátuas, pórticos, receptáculos de agua, canales, losas, si.llares, todo de arenisca roja o de traquita
muy compacta, y que por sus enormes dimensiones, por el esmero de su labrado, por
su pulimento, sus cortes, sus rebajos y esculturas, figuran como las más perfectas de
toda la América, superando su perfección artística y geométrica, según-la apreciación de
hombres expertos, a cuantos trabajos de piedra salieran de mtnos de los artífices antiguos, así del nuevo como del viejo continente (1). De- pronto parece imposible a la imaginación, reconstituir las obras monumentales que esas piedras representan, pues se hallan tan revueltas o entreveradas como si el
campo hubiese sido sacudido por un espantoso cataclismo. Pero a'poco que se las ob(1) "Puedo decirlo, una vez por todas, y ponderando cuidadosamente mis palabras : en ninguna otra
parte del mundo he visto piedras cortadas con una
precisión tan matemática y una Labilidad tan admirable como en el Perú : y en to<}. el Perú, en ninguna
otra parte las he encontrado comparables con las que
se ven esparcidas en las llanuras de Tihuanacu". 0.
E. Squier, Perú, Incidents. etc. chap. XV.
2
2
serva. y que se penetra en el dédalo, siguiendo las líneas marcadas por los bloquea que
han quedado en pié, se descubre la planta
de grandes y extrañas fábricas, preparadas
con arte y ejecutadas con arreglo a un plan
superior. Es Tihuanacu, la ciudad misteriosa e incomprensible del altiplano andino,
la Baalbek del Nuevo Mundo, como se le ha
llamado.
Las principales ruinas, o sean las ruinas
reconocidas por ser las más ostensibles, corresponden a cuatro grupos. Están más o
menos juntos doy de estos y separados de
ellos, teniéndoles casi al medio, los restantes.
Aquellos se conocen con los nombres de halasasayi y Akapana. Los últimos con los
do Cauatatalcita y Pumapuncu. Los cuatro
miran al oriente, y podrían representarse sus
respectivas posiciones así:
Kalasasava
Can ta tall ita
Akapana
Yumapuncu
Cantata] lita, como se ve, es el cupo más
oriental. El lugar puntuado ocupa la iglesia del pu3blo. Y aquí nos asalta una sospecha. ¿No habrá sido también esta iglesia,
en su orígen, algún otro grupo, supuesto que
los españoles acostumbraban aprovecharse
de las construcciones del antiguo Perú para
levantar sus edilicios, y así se aprovecharon
- 33
los dominicos de los muros de Koricancha en
el Cuizco para su templo, y loss agustinos los
de las korpas en Copacabana para su convento? [ 1] Por lo demas, cada grupo o edificio parece haber tenido su destino especial;
pero todos obedecen a una misma arquitectu
ra. Su disposición, los cortes y molduras de
las piedras, el sistema de mampostería, los
bajorrelieves, las esculturas , se reproducen
invariablemente , como si una sola idea, un
solo artífice y un solo compás hubiesen intervenido en tan vastas y complicadas construcciones . Para trabajo de una generación
es demasiada obra; para obra de algunas generaciones es demasiad? a uniformidad.
Aparte de los grupos nombrados, el
campo se halla sembrado de piedras, con la
particularidad , especialísima de Tihuanacu,
de que todas ellas, hasta diríamos que absolutamente todas, están primorosamente labradas y alizadas. No hay una sola que
no hubiera pasado por las manos del hábilcantero, y aún los dos o tres raros bloques
que yacen tendidos por ahí y que parecen
salir de la regia y singularizarse, acusan en
sus caras los desbastes del cincel. Para explicar esta característica , que representa una
[1] Corrobora esta sospecha la existencia de ciertas bóvedas subterráneas en los dominios de la iglesia.
Más de una vez se lial pretendida penetrar en ellas,
aunque sin lograrlo, a causa de =tirada oposición de
los indios.
-24-.labor imposible con relación a las pobrísiinas herramientas de aquAllos tiempos, se
ha supuesto que los obreros poseían el arte
maravilloso de ablandar. y amasar tau . duro
material. Ahora mismo, los pobladores de la
comarca están llenos de esta pueril e inconsistente conjetura. Pero tal es la profusión
de piedras, tal era sobre todo en los primeros
ajaos coloniales, que por dondequiera que se
dirigía la mirada se las hallaba, g en cualquier punto que se excavaba se las descubría. Esto. lo refieren con asombro los escritores que acertaron a pasar por allí. en
aquella sacón (1), y agregan, que era corriente entonces la creencia de que debajo de las
ruínas que se veían a flor de tierra, había sepultadas otras no menos admirables que eo'rrespondían a una gran ciudad (2). Qretan
(1) —Ultra de las [piedras] que se han caído de
los edificios como otras muy grandes que están apartadas de ellos,pone admiración ver las que se sacan de
debajo de la tierra y el modo como se hallan ; porque
estando como está el suelo de todo aquel campo, llano,
parejo y cubierto de yerba, sin señal ielguna de barrancas ni derrumbaderos, en cualquier parte que caven la tierra por más de media legua en torno de las
ruinas sobredichas, a uno y, a dos estados de hondo
se. halla el suelo lleno destas piedras labradas".
P. Cobo, Hist. del. Nuevo Mundo, loc. cit.
[2] P. Oliva, Hist. del ucino y Prov. del Perú, lib.
I, cap. II, párr. III.-P. Cobo, Hist. del Nuevo Mundo, loc. cit.-Ob. Lizárraga, Descrip.. del Perú, etc. ;
lib. 1, cap. LXXXVIII,-Estos autores visitaron Tihuanacu entre los años de 1600 a 1620, que eran justamente los tiempos en que el cura del lugar, don Pedro del Castillo, andaba ocupado en la construcción de
bien los que así pensaban, porqúe parte de
las construcciones de Tihuanacu han debido
ser realmente subterráneas, ya que no pocaa
de las que se han hallado tienen esa disposición, y porque otras,. sin haberlo sido, han debidci no obstante quedar cubiertas, en el
transcurso dejos siglos, por las capas soimentarias que los vientos , y las lluvias, lenta
pero constantemente, desprenden de las alturas y acumulan en los valles.
Acaso por esto mismo el suelo de Tíhuanaeu sea desigual. Se notan en distintas direcciones ciertos rebordes que no corresponden a la uniformidad de la planicie que le.
rodea . Parece que marcaran escalonamíenla iglesia, una obra de mucho cuerpo, maciza, pesada
y tosca áebde el punto de- vista arquitectónico, pero
notable., como se la puede ver al presente, por cuanto
todo el material en ella empleado son las piedras de
las ruinas 1 Y aunque uno de aquellos autores, el P.
Cóbo, abona al cura Castillo por su diligencia en la
conservación del Tihuanacu monumental, el sólo hecho del trabajo que tenía entre manos, es un motivo
para señalarle como a su más terrible destructor. Para probar el cura cóalo todo el subsuelo de Tihuanacu era tanto o más rico en piedras que la superficie,
contaba que un día mandó al maestro de obras que esculpiese las dos estátuas de piedra de San Pedro y
San Pablo que ahora adornan el frontis del templo.Fero de qué piedras se han de esculpir ? observó peresosamente el maestro.-Que no hay piedras en Tihunnacu? repuso amostarndo el cura ; pues aquí mismo
donde estarnos las hay. Llamó obreros, hizo cavar el
sitio, y antes de mucho, aparecieron unas hermosas
traquitas, grandes y finamente lab adas, de que fueron hechas las dos estátuas
A
tes sístetaticos y sucesivos,- una a síón ca.
i impercplible, pero constante, de los estre¡nos al centro, como si ee hubiera suspendido
el. piso de intento. El actual pueblo se halla
dentro de esta zona . Entie&-toy-lasruínae
se levantan pequeños oteros, sin apariencias
arqueológicas, pero qué posiblemente forman tambióñ parte de las ruinas . La fantasía, que n€cuca te det€eue een su% vnelosa, ha
hecho ver en estas desigualdades del terreno,
principalmente en sus relieves y depresiones más lejanas, las sefialee evidente del Tihnanaeu industár al : puertos, muelles, fondeaderos, carrales, fosos: el lago golpeando con
sus olas las calzadas: los pescados tendiendo sus redes : las balsas descargañdo los enormes bloques -para la fabrica de la gran cicad d; y una mul itud de esclavos o de vencidos dando formas artísticas a la dura piedra
y purgando con estos trabajos forzados su
angustioso ..cautiverio ...... Algo* de esto ha
debido haber quizá; pero haremos bien en
guardarnos de incurrir en tales inducciones,
que no han pasado todavía l r las pruebas
de una seria al mediana investigación..
Supuesto qüe buena parte dé estas rufuna se encuentra baso de .*a, -hese i dificil formar un concepto cabal dé Tihuanacu
por la sola observación de los grupos que se
hallan a la-vista ; y 'como estos mismos grupos -han sufrido una verdadera demolición,
t dificultad de entender a ueilas .ruinas se
.torna insuperable.
Comenzó la obra devastadora al arribo
de los primeros colonos españoles que se aveciudaron en aquel lugar, ctuie:a en su irrevereecia por las reliquias indfgenai , emplearon sin reparo las mejores piedras en la edificación de sus templos, sus casas y corrales.
agel^€ir ot atar,
atraídos por la majestad de tan imponentes
restos y con la esperanza de encontrar en ellos
los tesoros que- la fama pregonaba,,istruyeron muchas tate ivcag nouutne les que
asir se hallaban en pie (l) Mero para estos la empresa se les hizo difícil, dispendiosa y, finalménte, estéril. El la agnifico Tihuauacu fué una decepción : no guardaba más tesoros que sus propias ruinas (•L) Así principió el desmantelamiento de. la gracc ciudad
[ i] "Y a la verdad, esta codicia de haber los
tesoros que la fama publica estar aquí escondsdos, ha
sido quien más ha desbaratado y arruinado esta fábrica". P. Coto.,Hist. del Nuevo Mundo. loc. cit.
[2] Malísima impresión dejó en los españoles esta 4 nelica2;le pobreza de Tihuan acu, y ello se advierte en el modo azás irónico y desmayado con que
del asunto se expresan los escritores de esa ípoea.
Así el ob, Li rragu dice : ' l ,fas lamber allí grasa
s~ de te=,oro e t sao ; háse busto con dts eneta. ; naás, como andan ae-ie ;aas loss lnazc: o€es, no han
dado con ello, sólo dan con la mata que sacan .de la
bolsa para el gasto Deser` n. del" Perú, loc. cit.Parece taahbién que la super; ;ición traía un tanto enfrenúda la codicia de los buscadores, por lo que fe
contaba del capitán Juan de Vargas, primer encomen-
28 milenaria, sin haber cesado un momento
desde entonces. El mal ejemplo cundió hasta entre los indios, antes medrosos (1). Van
ihtaan^acu e; s
cerca de cuatro centurias que
una cantera; pero una cantera sin dueiio, in_verisámil e` inagotable, que provée en abundancia para los trabajos de mampostería que
se hacen en el pueblo y las haciendas del con_torno, piedras ertraordina'l ss, de todos tamnaaor- y calidades, y tai.as cortadas a"éscuadra y artísticamente labradas y pulidas.
Ya algunos hombres de claro espíritu, a
principios del siglo a vri, mostraban su dolor por .la suerte de estas preciosas reliquias,
aunque se consolaban al reflexionar, que estando feliz mente Tihuanacu apartado de los
grandes otros poblados, la destrucción estarialimitada por las' pocas necesidades de las
dero de Tihuanacu. Este capitán , siguiendo las instrucciones de un desconocido, a quien el P. Cobo supoate el.demonio, excavó cierto sitio, y con gran satisfacción 'fué descubriendo algunas curiosas prendas :
primero telas y cacharros, luego > •i esqueleto de un
gigante , después una-cabeza humana de oro de gran
tamaño. En esto vino la noche ojalá no viniera!;
vióse'forzado el capitán a suspender el trabajo ; se
acoatb, i y amaneció muerto Y "Caso que atemorizar
mucho, a5s e el P . Coleo, y -qu%ó la. aedicia u los que
la tenfaan °de proseguir clavando ". H st. del huevo
Muado loc. ett. .
[1] ""fasta los indios del dicho pueblo de Tiagua=
-naco hacen sus sepulturas de muy lindas losas que sacan deseas ruinas '. P. Lobo, Hist. del Nuevo Mundo,
loc. eit.
29
reducidas aldeas circunvecinas (1). Nunca
suptsieron que había de venir un día en que
en nombre del progreso sufriesen el más
desapiadado- ataque que no vieran los Dores
tiempos de barbarie. tia cabido pr eciar
tau insigne vergüenza a estos primeros afos
del siglo, xx. Un. ferrocarril se ha construido que pasa por en medio de las ruinas,
y todas sus obras de cantería, puentes, canales, calzadas, estaciones, etc., etc., han sido
hechas con sus piedras. El zapapico desenterró estátuas y. descubrió grandes muros
subterráneos, como aquellos que sostenían la
Akkapana : los sillares de los muros y las estátuas, convertidas también en silláres por
los picapedreros del ferrocarril (y eran eur:#p os!) están ahora en los calicantos de la
vía (•2).
Con todo, y apesar de que esta última
devastación ha hecho mucho más daizo en pocos meses, que no lo hicieran los buscadores de tesoros y les constructores' de ca
en los cuatrocientos anos anteriores, esta otra
(1) 4.Y yo tengo por sin duda q€ e si. estuvieran
cerca de a tguu:} de las ciudades principales leste reino, hubieran sido de inuy gran utilidad y no hubieran
ya dejado -tobre la tie a ni una sola piedra. Mas. í or
ruiuo.laja& de las poblaoioestar , v amcaes , ca aa
nes de espa€iotes, hay todavía tantas que fto la acabarsín en mucxos años °'. P. (;oigo, fist. del Nuevo Mundo, loc. cit.
(2] Imposible contera . r a aquellos bárbaros. Contaban con el consentimiento ofici al; pues, los altos f uncionarios que interven en la,obra, no se llevaban de
30 <Itálica fama, pero irás fuerte que la llorada pnr el poeta, sigue viviendo y vencieh.do e hnponiéndose en el inundo arqueológico por su inextingible superioridad y gran-.
deza.- Nada hay todavía, como Tihuanacu,
que despierte --tanto interés, nada que atraiga tanto a viajeros y sabios, ni que se deje
admirar más en utas tierras de *tuérica, tan
espíe ida^^ entc dotadas de objetos dignas de
admiración. Rasta dhlaumos, aunque de pronto ello parezca urea paradoja, que Tihuanacu está todavía por descubrirse. El . subsuelo, en efecto, no se liálla reconocido. -Como
en los tiempos españoles, sobre él sólo flotan
conjeturas, y tamr bién, como en esos tiempos,
habría que . repetir que la tierra sigue 8scoudiendo la mayor parte,de los restos de-aquel
pueblo s regular (i).
No han dejado sius constructores más
memoria de sí que estas magníficas ruínas,
y tanto su origen o procedencia, si es que se
ha de porfiar todavía en que no fueron auachaques arqueológicos y eran irreducil,.Ees. "Pero,
si no son más que piedras !" argüía ano. Y otro, más
cínico, agregaba esta atrocidad : "Tanto mejor para
ellas; así se dirá con el tiempo que sirvieron a dos cívi
li acíones"....De esta época 41901-1503] data la desaparición de muchas piedras escu€Pidaz y iúegatí os. algunos de los cuales figuraban en las ilustraciones de no
pocos libros de viajes del pasado siglo:
[1]. "Porque lo más del edificio esta debaxo de tierra no se puede ahora juzgar la grandeza del pueblo".
P. Oliva, Hist. del Reino y Prov. del Perú, lib. I, cap.
II, párr, 3.
VIq
31
tóctonos, como el secreto de su admirable arte, se hallan obsc crecidos por ¡u sombras
que envuelven los misterio del pasado. No
obstante esta obscuridad, o_ mejor dicho, a
causa de esta misma obscuridad , es fuerza recónocer, que aquellos hábiles obreros fuercu
de los mas antiguos del _ mundo (1)._.
Cuando los kheshuas invadieron Pacaji,
encontraron ya. Tibuanacu en ruinas, ruin
que los nativos pudieran dar,idea de su historia [ 2]. Sea cual fuere el tiempo de esta
invasión, aunque h abría siem pre que referirse a unn a,él.^oca anterior por lo plenos en uno
o dos siglos a la del descubrimiento . de .América, la gran litópolis era entonc s, corno ahora, un mito, y las leyendas confundían su
origen con los orígenes del hundo.. Fácil es
de e eu der ta. s i ue -sctttirían
los invasores a la vista de Tihuanacu : ref re[11 Todos .os cronistas desde Cieaa'de Levan, que
es el primero que se expresa admirado cía las ?uínas de
Tihuanaca , están conformes en asignarles una grande antigüedad . " Yo para mí tengo esta antigualla
por la más antigua de todo el Perú .: y así, se Vene que
antes que los ingas reinasen, con muchos tiempos, estaban hechos algunos edificios destos, porque he oído
afirmar a indios que los ingas hicieron los edificios
„reu d s del Cuy por la forma que ct^rün tener la ranurau s. 0 pared que"
. ve en ese r 4o". fin. de ii erú, parte 1, Cap. ,ov.
[31 'Pas só ff3iuchi Pwsc
cal a las hartes de Tyyay
Vanacu por ver sus edificios q ne antiguamente llamaban Chucava , cuya antigüed:. nadie supo cleteruxinalia". P. Oliva, Hist, del Reino, y Prov . del Perú, lib. 1,
cap. II, párr. 3. .
fiaron su carrera triunfal, y queriendo admirar mejor la majestad y lserfeccióu de aquellas obras, plantaron sus tiendas por unos
días al pie cte la Al pana (t). Hasta pensaron, pues así se cuenta, en la conveniencia
de trasladar allí la sede de su ya ensoberbecida 'corte (1). Con el tiempo, como hemos
visto, se estableció en Tihuanacu el Suyúyoj
Apu.
De utas. impresiones participaron tanibién, a despecho .de su despreocupación, lo
españoles de la conquista. Ellos, que
habían encontrado el imperio de los incas en
todo su esplendor y <¡tic sin dolerse le redujeron a escombros en poco tiempo, sintieron
asombro ante Tihuanacu, y al igual del
ca que arribó el primero delante de sus deTru a ros, a ar<uz por ~ 13á tr. .
Nadie la pudo referir. Pero, entonces, Tihuanacu conservaba un aspecto distinto del
presente. Las piedras no habían sido removidas. Un temor supersticioso, el temor a la
,Ñankha, el genio que mora en las huacas y
que se irrita cuando lo turban, 'as había
mantenido intocadas. Apenas si se habla de
[1] —Cuando el inca Eln* chi llegó a verle se holgo
Jo ~ < raatests, g~&~ ' .atazi se ~yo w r
algunos días en aquel pueblo m ~o las piedrts con
intento de reedificalle". P. Oliva, Hist. del Reino y
Prov. del Perú, lib. I, cap. 11, párr. 3.
[2] —Y aun dicen mas, que los primeros ingas platic:roñ de hacer su corte y asiento della en este Tiaguanaco". Cieza de León, Cron. del Perú loe. cit.
S3 que otra tentativa de r ec n eciót or- donada por el inca y abandonada luego [1].
- ,pesar de esto, y de la afluencia de espaiiioles a las tierras andinas desde los primnerm días de la conquista y de que Tihuauacu se encontraba sobre el camino princípal de los i ncas en la vereda del (`ollasuyo,
siendo por consiguiente un punto obligado
de y~, es es bkS al respecto de las rulnas sino muy tarde, un cuarto de siglo despczés de conocidas. Esta extraiga omisión se
explica, por cuanto otros asuntos de interés
palpitante atraían por aquellos tiempos la
atención de las nuevas gentes del Perú. Así,
las rivalidades entre los conquistador , to
esfuersis libertarios de los últimos incas, las
,entradas, y sobre todo, las guerras civiles y
la explotación de las minas de Potosí y Porco, eran otros tantos motivos que les preocupaban de preferencia, y cada uno, por sí solo, sobre tenerlos alborotados, - valía más,
ciertamente, que las contemplaciones arqueológicas, de las que no sacaban ni hacienda ní
fama. Se contentaban coir, ver las ruinas y
admirarlas.
Deducimos esta conclusión después de
escrutar lo poco que conocemos del caudal
bíbliográfieo de esa época. Entonces ni la
llana noticia de las ruinas se -dignaron enviar a España los vencedo_res del Perú: tan
cit.
(1) P. Oliver, Hist. del Reino y Prov. del Perú, loe.
.Y.
94
-
to les iinportahai Nada supo, por ejeiup o
piara _1552], cuya historia basada: únicaliiente en documentos e informaciones, re=
vela una labor inquisitiva extraordinaria;
porque Gómara ni sicquiera nombra. a T.pihuanacu. Fué Cieza de 'León.(1553), el primero
en descorrer el velo que aquella indole.ue&a
había tendido sobre ?as rtiíuas; y las breves,
pero substanciosas líneas que a ellas dedica,
presentándolas como <la antigualla más antigua de todo el Perú», muestra las altas dotes de observación de este célebre cronista:
Siguieron sus pasos Polo de Ondegardo
(15,61), el P. Acosta (1590). Gutiérrez de.
Saeta, Clara (1603), el -Obispo Lizárraga
(165), etc: Sólo el libro del segundo tuvo
la suerte de salir en su tiempo en letras de
-solde. Ahora que, fuera á+el de Oadegardo,
los demás están publicados y es posible su
!cotejó, se ve que estos autores en sus des
cripcioiies no llegaron a la altura de Cieza.
Este inéritó corresponde solamente al P. Cobo, escritor fidedigno. y de mucho eutendimiento; a quien debemos las ir;ejores noticias sobre Tihiianacu. El P. Cubo paseó las
ruinas por vez prin eta, medio siglo después
'quc Cieza (1610), justá:mente en circunstancias en 4ue ei' cura del lugar, que edificaba
un templo, hacía con ellas gran desbarate.
Cóetúáueos de aquellos y no menos esti.inables, 'otros escritores como Betanzos
'(1552), Molina (15702), Sarmiento de (Zamboa
11
3
(1572,) el P.- Oliva [1631,] etc., trataron
también sobre Tihuanacu, pero desde un distinto punto de vista, el legendario o fabuloso, porque tampoco hay pueblo coi-no éste de
donde Irás copiosamente hubieran, brotado
los mitos v las leyendas (1).
La impresión general que se recoge de
estos escritos, es que entonces mismo se conceptuaban las ruínas de Tihuanacu como
las upas notables del Perú por su antigiie
dad y grandeza: Nadie las mentaba sin emplear la bipérbole, ni pasaba -por _ ellas
sin detenerse, y había muchas gentes quecon el sólo fin de conocerlas emprendían largos -y penosos viajes (2). , Su fama se había.
[1] Es sensible que no pueda figurar en el mismo
azivel de les autores no nhrcidcas, el inca Oa rcílaaso de la
Vega. Su temprana ausencia del Perú le impidió interiorizarse suficientemente de todas las curiosidades de
la tierra cuyo historiador había de ser. No sabía de
Tihuanacu sino lo que leyó en Cieza, el P. Acorta y algún otro, y cuando pidio nuevos y más completos inforines, su corresponsal,elclérigo Alcobaza, sólo le con
tó los cuentos que allá en el Cuzco andaban en boca del
vulgo. Acaso sin esta circunstancia, hubiéramos tenido sobre Tihuanacu, una fuente de información mucho
más interesante que las proporcionadas por los escritores españoles, .o por lo menos, una versión más indígena. v animada con aquel colorido y sabor-local que ha
hoc o deleitosos los `,Comentarios Reales".
{2j "Casi no pasa por aquel pueblo hombre curio
so que no las vaya a ver". Ob Lizárraga. Descrip.
del Pero, cap. .I XXXVIII.-"V'solanientea verla grandeza del edificio vienen muchas 1p,_rsonas a verlas ale
zcuchas tierras". Rel. Geogr.- etc.1>escrip. de lu Prov.:
.de los Pacayes.
imito, despertandr, invariablemente en
ti os, una grand+4 admiración y una gran
euric.idad: la curiosidad, cono hasta ahora,
de saber quienes ftceron sus artífices. Aunque ya no se . podían apreciar, por lo ruinado de los edificios, las- formas y bellezas de
su arquitectura, los hombree de aquel tiempo suplían este vacío supembundaatomente
con la imaginación y el entusiasmo, calificando en consecuencia a Tihuanacu como
una de las. maravillas, del mundo (1).
Si hubieran de hacerse comparaciones
entre lo que escribieron los antiguos, que a la
vedad resulta bien poso, y lo mucho que
tienen publicado los modernos, llegaríamos,
e a éstos, _a una couelcasión inesperada
kz). Es, en efecto, desconsolador lo que
ahora pasa, y esta amarga impresión viene
dejándosenos sentir muc ho más desde que
estamos ocupados en el presente capítulo:
los escritores modernos, salvas unas poquísimas excepciones, lejos de comenzar sus estudios arqueológicos por un réonocimieu-
rsz6n-fié y aw.oralals este pncr.t1) i°Por
blo de ` iaguazíaco, por haberse hecho en él un ctMicio
tan sumptuoso y grande, que;puede ser contado por una
de las maravillas del mundo'. Rel. Geogr. Descrip.
de la Prov. de los Pacases.
(2) En homenaje al LVII Congreso de Americanistas, cuyo personal vino desde Buenos Aires sólo a visitar las celebrédas ruinas, recorriendo por tierra un tra-
to de Tittuanacu, de e. famifiarítama con él,,.'
de empaparse corno sea posible en- el espíritu
de avis t radiciones y ilu teogonía, de conocer
los caracteres étnicos y antropológicos de la
raza o las razas, su idióma , las peculiaridades locales, la: extensión de la zona de inttuenciá de ese gran pueblo, condiciones previas e iti^I€€= g al , ent' otras swiiicitas,
que les habilitarían para tratar con alguna
suficiencia materia tan obscura y . complega,
cual es la expiicaa;ión del origen de.aquellos
monumentos y los enignias - que contienen,
se nos vienen de improviso, derechamente, a
i € tituiricrr a su modo o su ca pricho, y a
teorizar y contarnos como cosa cierta y averiguada, sus propias adivín iones e invenc i ues Y ina m U, extra'agaut es prejuicios.
recto de 2,;28 kilómetros ( 1910), la Oficina Nac. de Est.
y Prop. Geogr . compuso un libro con el cat í logo do las
publicaciones referentes a Tihuanacu o relacionadas
con él. Sorprendió la list't por lo larga , y eso que el
paciente bibliógrafo, había omitido muchas piezas
que, o no las conocía o se le quedaron en el tintero.
Según dicho catalogo, en la bibloteca tiheunaqu€na
huy trabajos de toda cuenta , de ulg(an a.nto o de ninguno, en distínt s €d.ionraats Fv c diveng aa tendenc s,
y no escasean 1as^i aea mee gran lujo, llagadas con
excelentes croquis, estampas policronaas_etc. etc. Para abreviar , y. como un seto de justicia, permítasenos
decir, que entre tanto autor y t, nto libro no hay muchoBeque escoger, y que las lságiiii,s magistrales escritas
por U., E. Squier, el ilustre arqueólogo americano, no
han sido igualadas hasta ahora por ningún otro viaja,ro.
Así no se descubre la verdad; así se la em-
[i) í ritores ds este linaje cundieron en tos (alti.
u?os tiempo cuino tuna plus. y llevaron su sudat.ria all n (le poner Zutanos profanes en leas ruinas para eje..
cntar empíricas y desatentadas excavaciones. Aun
etaa.ndo siempre con éxito, que Tíhuanacu da, peona todo, estas e. cavaacioae infirieron, por lo lná±mo s las
ruinas un t;;caio evidente, porque antes que una moj=a.
ti6u al t nieto, 3 €das las coxa tic nes en que fueron
lhechhaas, r e-s ul aron tina, pu-ov~Mm al robo. 3e esta
manera han ase aq a^.recido r ipií^aatue sie ú tus os enteros y so han perdido religttas irier:iutt taurrless, de
inestimable valor. Natturaaltatente, el comercio elandestino en aantigiiedades hizo su agito.
CA PI ru
11
11O ..-Sumaria d <i .95n- e los i ,sal inennmentos de Tél+tean u
l g^m¡ o de i +, z a lisa.-l
tatio d, que se en4uentea.¡ t st::ctta di tir^fiva de al
de sus piedra? .-- as
c :rc e
:t c z+:ac s fe
llaman el `Santuario'" .-qué 2rsera este ++ssrnucnenta.Sus comunicaciones con las ctiras taína c.--í 2 extral o
edificio de las cabezas. -La + crac tcs á t ica de .esta orz amerttaciG:i aparece en otras f:.art s ¿el P,crú i ic._n.
"'.-- cris d d:.
-l a;asaHaca,. -24aniado el "`F ens
aw"
tste upo; .a gran escalinata. -SS e 1,0 y,~?te; uin crotulech.--afa , n6 et- la cx s_--:lí e:rssa
le edificación de - w jñt^uxxc ax_ -f?iá aue i de I{a1z..
s.r y+ fs * do °CF3€aeicr`°. -t" ztias n z v ^ seta La t\kapana.-Si es o no un collado attifi al -- ccé forma tendría. --La piatafor+ na.-El autep; fo-y la gran
E
:portada.-tltié
edificio se le". ataba en la, ln?sta s
stado completo de destrucción en que se La'la.-Conts- trucciones interíores .-Obscuro si r i - o dcc son bre
de Akapana - Pu+:^apcznce .-^t í uo le enconte& unúi de
los historiad tres de prineipibs del siglo xv u.-El nombre de Pumapuncu y sus relaciones con la teogonía
peruana.-,-Su planta y su es4tuctnra.-l.lá,na..elc "Palacio de Justicia".-La caga de lví¿ía._a Ki+ápaj: & ;
-estuvo situada.-Las casas de ta p<^fraa +at es ana.
Al contemplar T luanacu desde el lado
oriental, que es el que krr € e a f°`únte, lo jiri:Mero que se presenta entre £r s -goa- .
pos nombrados atrás y q ; ; e eo nstituyen hasta ahora sus :rloll tllne111 visibles y de 2tcás
realce, es el grupo de Ca.utatailita. Está Lo¿ro un --relieve F -ei . llano aras pey c i bie
--- 40 y ocupa una área de bien reducida extensión.
Sus reinas, de las qne sólo se ven algunas
piedras tendidas y la parte superior de otras
clavadas en el suelo, aparentan , desde luego,
:in pequeño recinto en cuadro (irás o menos
25 metros de largo _por 15 de ancho), des
pués y delante un muro, y aquí y acullá
""tros restos, que tal como están son de relativa significación.
Pasó antes inadvertido este monumento,
acaso porque no se supo estimar su importancia o por que no llegaron hasta él los exploradores; y sólo vino a ser observado a mediados del siglo xix, figurando desde entonces entre los grupos de Tihuanacu que diríainos clásicos, aunque sin alcanzar todavía a
la falsa de los otros. Su primer descriptor
le llamó el abatatuari4^+ ( A), y (ijcí la atención, preferentemente, en fina gran losa, que
es allí lit pieza más notable y de cuya estructura y dimensiones nos ha dado muy
prolijios detalles. Esta losa, de que liemos de
hablar cuando tratemos de las piedras monumentales, fué entonces bautizada por
(1) "En el centro de este campo que parece haber
escapado a la atención de los viajeros, ya que no lo
mencionan , se ven los rectos de un edificio de mIs o
menos cincuenta pies .cua.drados [ 7], construido de bloques de piedra mur grandes, al cual he denominado
el '-Santuario". Squier, Períi, Incidents etc. chap.
xv. La extensión que da Squier' al edificio está evidentemente equivocada, pues una sola de las piedras
tiene más ele 160 pies cuadrados de superficie.
- 41,
aquel con el nombre de la cpiedra . simbólica», y lxotariormente, por otros, con el. de
la <piedra de los sacrificios» (1).
Las. piedras allí tendidas son bastante
grandes, y hay - entre ellas algunas cuyo paramento exterior se distingue por su ernamenteción, en' que figuran unos rombos -esculpidos en . hueco y graciosamente orlados
de dent:.adca. Este. adorno, 0 .10 q sea,
gustó mucho a - los. arquitectos ^lleslluas
cuando le conocieron, y fué pronto imitado
con bastante suerte, aunque empleándose
como material la piedra bruta , eíi _ la mampostería de algunas obras públicas . de las islas de Iticaca y Koata. '; Indudablemente, la
arquitectura de Tihuanácu debió de influir
nó poco en los maestros de obras del imperio,
y esi-examen de los nnonumentos fncáicos más
modernos sabría orientarnos, entre otras cosas, para formar da concepto aproximado de
las trazas que tendrían los edificios de cuyas ruinas venirnos Hablando [2].
[1] Chalon, Los Edif. del Ant. Perú, parte m,
párr. tc.
(2) ..Ile oído afirmar a indios que los incas hicieron los edificios grandes del Cuzco por la forma que
rieran tener ha muralla © pare que se o en ~e vaeblo". Ciega de León, Cróu. del Pera, parte i, cap. ev.Esto mismo repite el P. Cobo,. y ug ega, que no sólo las
grandes fábricas del Cuzco fueron Hechas conforme
ni modelo de Tihuanacu , sino taml: *.'n las de otras
partas del reino. Hist. del Nuevo Mundo, lib. xiii,.
cap. xix.-Sobre este particular Garcilaso incurre en
Mía re puta
esta er amentación cOi Io :exclusiva. de 11!Fiuanacu-, pes ~e que
si no exactamente la misma, la hay muy parecida en ciertos - inegalitós de Olláutaita.m.. La dí esencia ln coste en que los
rombos denticuladcs ` que en Tihuanacu se
hallan escu lpidos e-n hueco, . en Ollautaitampu lo están en bulto o alto relieve (1).
Al considerar esta : diferen cia„ que es Ene
propiamen te un contrate, no puede menos
que surgir espontánea en el espíritu del t-servador, la sa5 ha de una posible relación
entre los constructores de ' éstos "y Lgcluellos
vetustos monumentos.
El 'destino que líbese tenido Casta.tallita.-ca todavía un' enigma . P e-10 debemos
sismar que la denominación de cSanítuario,
es t& g . naos le «). U ar
para la imposición de este nombre proviene,
una flzigrante inexactitud . Al hablar de los maestros
mayores que dirigieron la' construciva de la fortaleza
rie Sajsahaaman , cuya fábrica conenz5, según el mismo, bajo el reinado de Inca Yupanqui, décimo de 1o's
incas, dice : —El tercero [maestro ir .. vor] fué Acahuana Inca, a este atribuyen mucha parte de los grandes edificios de Tiahtianacu , de los cuales hemos dicho
x. - Pero
aíras". Com. Real. parí. E lib. va, cap.
etd dijo, que Tihuanacu €u i cotaguistado por Mesita
qu ~
i. Cuarto i . ^ -Lo r.. ?^`. • .15e
3 bs~Va que ene seo. "c
atr6n los itc ndsr de ^í fi+1<ztn€x y Al al na.
(11 i uier, Perú , Incidents etc. cap. XXIV.
() %i no fuera por el temor de incurrir en etimologgsaoiones forzadas , diríamos que en aynaara este nombre de `Cantatallita podía signi&ar "Al{mabra-
coi is duda, segó.-,, Lo
. h. ' .: • t ho nortir, , I
de que las, ru a de' #rihuanacu , han sido
contem*ílad s nó de su frente , sino del lado
Opuesto o sea lel, oc ldental . o del pue . ,
tounando 'afmo punto de partidá lo que —pu—.
diera.
Más bien el punto o los . unto de
remate. El aiittiario>,. supuesto que predomina lá iiiiay astil ada . opln de que
` uaua..:,a fuémeté todo w;ih e t
da, est ría ál ya o i posiblemente en ¡a Akapaua ; deihimguna , m anera en.
aut ahíta, cotiio ^eud ai^cir; o alón -de ver.
No sabetú que se hubieran hecho en
este grupo traban de. icocilento. 7l
Iterar ha tenid ^ Ia^a ak -a la t. rte de .peavacar poc o int . Y deberemos felici rnos de ello, aun enano el ie r se asom e,
.por manto po beta circunstancia se ttlantieneu toczavía intactas sus reinas. Pueda
ser que lo poco que se' halla visible.no sea'
sino una pegueh€sinta parte de algüu :edit.i= .
tía que los sediineiitos ni ienarios le tienen
cubierto. Está' sospecha torna cuerpo, . al
observar que allí el 'suélo se levanta formando un relieve que abarca aluna extensión,
principal re hacía la Akapaua y Kalasasaya. - N fuera l a . sorp a ontrar
bajo la tierra, la huella € ; las vías qzo
me" o bien ` 'Coin esaw o de obra" ; peros en ci , pritmér
caso sería l han1a& yita o Iici c tu r^ • : , yen el segúndo Kallccrntccl..tita. Aunque parezca anís aceptable esta
última etimolugia, nos abstenemos de recomendara..
44 -
duefau de Cautatallita a estos gT s* porque t , ; s n ub%iuui ento aWWW.wló.
lnds ndia nte, é Ja co e:io , en a las
vainas en su conjunto están ,a lan o que
ecen aun plan c osaineu calculado y : fielmente ejecutado.
Y quo de Cantatllita a la Akapana,
lomismo que a Kala as=ay&, había un camino,-lo die clara~te la gran portada que
se a r•íaa en el aut eel o 1u la p ° a y la
soberbia escalinata que ahora n sw se observa ea la segunda, ami contruccionw
situadas en dirección , al pretendido cSautuarío». - Aunque por el momento no sea
posible determinar la estructura de esta avenida, haay que suponer, sin embargo que coería a la magnificencia de la litópoPero Izara forinárnos una idea, no de lo
que pudo ser esta vía " sino de que delante
de Cantatallita, se sucedían las construccionea, tenemos el extraño edificio que se desenterró no hace mucho en un lugar ya próximo a Kalasasaya, casi frente a - la escalinata. Era un -cuadro cerrado por una doble
fila_de altas paredes , que dejaban 'libre ea-tre pared y pared una calle por todo el conto . P r el medio c la calle . correa un
canal. Podía considerársele un claustro e
galería. Las paredes se encontraban en
buen estado, y se hallaban revestidas a trechos de una extrañísima ornamentación, unas
-- 45 ,rebaba$ s ed eta ca u a e
ied . que salían de la . línea, ya aseas o
formando grupos de dos y de tres, algo comno si fueran autefixas. Las cabezas, aunque gastadas por la corrosión, estaban bien
esculpidas y se distinguían por cierta naturalidad de expresión de que carecen generalmente ^ las estátuas de ihuanacu. Para expilear ta particular.l y que tes
en cuenta, que las est t as no son copla de
personas reales sino €epresentaciones antropomnórficas de sím bolos. La excavación fué
torpemente hecha, pero puco en descubierto
uno de los edificios tamos enteros y mejor conservados de Tihuanacu. Su hallazgo podía
reputarse como un verdadero acacatiangert'
to arqueológico, era un libró tanto tieupo
'M - que te alea L, 'al , par una de `sus
roas curiosas páginas, convidando su lectu. ra al mundo.. llesgraciadasueate , ni sus descubridores ni los pretendidos. anticuarios que
frecuentaban Tihuanac u, sabían leer.. Mala
suerte de edifició, desapareció luego (1).
Muros ornamentados con este modo de
ra las no han debido ser raro's en * Tiliuaa,ac , porque con recaen a se encuentran
[11 e as e : , a esta L_rUqe~, t£si na
obra, cayó sobre ella la ra p acidad de íos oosaCructores de un puente eeroauo que se> trabajaba por el estado, y dió cuenta con todas su--* piedras, no dejando sino una zanja que las aguas 11oFedizxis la han vuelto
charca 1 Así va todo.
- 46 entro hs ~nibma, pra $iipidl' en
aquella forma, representando c.:bazas hucmaanas y aun de animales; ni hala debido ser
exelrisiios de éste lugar, porque aeorrieadp
otro pv.tntes halláinosies, por o einpilo, entre
iau ruinas preincaicas de Pajcha y Cabana
(Perá) a una distancia mayor de ocho gracios geográficos al norte, de i uan weu (i).
.:` u íOS }$r i 1^1 :rwd 1 L '' i nt a,
que
€rnsiderada con alguna ateuciYa io carece
de importancia. Acaso no se reduzca a un
simple adorno coma aparenta, porque de estás píe.,d ras voladi7aas, aunque 1sinesculturas,
se ven también en otras paredes de Pg ls aj,
de Ollautaitaammmpu y el Cuzco. Las hay. aún
en la misma Ahapana, en el, muro que constituye su bassmeota. A Yc como en Plpisal, no son sino unas protuberancias•dejad-as
adrede én el paramento exterior de algunos
megalitos y que imitan a aquellas hasta simu laudo con rayas las junturas de u n su
puesto engaste. Se las ha querido explicar
tomándolas por signos de consagración, -al
(1) '-También se- ven, en ('ibas., unas esculturas en forma de cabezas de hombres y animuales; hacen cuerpo con piedras que entraban en, la constioce0n de m es, de
modo que las i ', por lo ene del t+t maiáa natural, descolgaban s- ,~ C&.era de" paramentos". Chalón, Losa - Edif. del Ant.
Perú, parte tu, párr . Iit.-El libro de Ch. Wiener, Péroa et Bolivie , notable por sus numerosos y eKesientrs grabados, trae también en sus páginas 168 a 170,
unos interesantes dibujos de estas esculturas, tomados en Pajcha. -
o de las- cruces con que los ocia*cianos
inarcan ciertos puntos de ..las paredes' o piiares de sus templos, o bien -por sei ales io dicafivas del sexo' o de la vitalidad de las
piedras o'del edificio de que forman parte,
ya que según las ..ideas ontológicas de .los
antiguos pueblos americanos, las cosas inanist ad&B son seres vivientes (i). Cual lera. que sea el couceptp que fuere an utas
interpretaciones, a las qüe desde luego, Podemos darlas de mano, lo notable aquí es esa'.
relación que se descubre entre las obras de
Tiiiuanaco y la de los lejanos si tios arriba,
nombrados. Tal. relación parece corno que,
viniera denunciando los vínculos étnicos que
' hubie r an ligado en el tiempo y el espacio,.
a los
t 40, ceis
viejos y admirables ' monumentos que. todavía se alzan con majestad sobre sus propias
ruinas en unas y. otras regiones. A los pocos pisos de este edificio, cuyos
últimos rastros han desaparecido para sieúipre sin dejar. otra cosa que tan confuso recuerdo, está el grupo de Kalasasaya,. llamado el <Templo» por cuantos de 6l hat escrito en los tiempos modemos [2). Los, nati(1) P. Marabini, Antigüedades Perú-bolivianas,
1912. - Las observaciones de éste escritor prolijo he
circunscriben en esta materia a Ir- -que Pió en
OlIantaitampu y el Cuzco.
[2] En concepto de Cieza de León, el t apio es
Pumapuncu.
- 48 vos le d . ella. denc- ih> eióa ay n de
Kal aya, que no es la origin.nria, por el
aspecto que ofrece al presente, de modo que
tal nombre sobre cu yo sentido hemos dtclio
aritexa lo bastante, caree aquí de- significa.ción arqueológica y vale . tanto como cualquiera otro.
Comprende Kalrwagayal en primer tér
mino, un vasto paralel ramo ei$iplaszado €3obre un terrado pesca promineen e, nó más que
tres o cuatro metros de alto, pero bien espacioso, pues mide una áTea cuadrangular de
145 metros de-largo por 120 de ancho. No
quedan de él sino los muros de contecisión
de la terraza y u pilares labrados, hasta de seis metros de altura, coloca" ala taaac1a
s x^por i . aún
con una exactitud casi matemática.
Se llega a la plataforma por una ancha y
hermosa escalinata de piedra arenisca, forinada por seis tramos megalíticós, en los que
se pueden observar los desgastes 'ocasionados por el trajín. Esta escalinata <.onstituye por sí sola uno de los monunmentos más
representativos de la pujanza _arqueitectóníca de los tihuaziacus. Cierran sus costados y
le€a zoaúeaeu altas pil,ar«s (1). De ellos parten -otras falladas de pt ra; y a lo tav y_ at
através del gran cuadrilátero, se destacan
[1] La escalinata fné desenterrada en 1903, al
ejecub rse € na de esas excavaciones de aventura que
i,.r ,.quella época hicieron retozo en las ruinas
- 49 -Fueros ali amient , afectando el conjunto
la plan de un mo Cerio con sus ela stros,
pasadiaos y patios claramente marcados. Todavia en la parte opuesta a la. -escalinata y
en los frentes laterales, se suceden otras ll.
reas, siguiendo distintas - direcciones y abar.
cardo una superficie de no pocas lhecfiáreas.
Con sólo rastrear las líneas de piedra
que en iza mayor parte hund as, saliono apenas su extremo superior a flor - de
tierra, podría levantarse con alguna. `%delidad ua piano c i pleto de este . edificio, de
sus anexos y aposentos complementarios;
pero fuera de una - que otra tentativa, los explorados se , han contgtado únicamente
con echar una ojeada: al conjunto, para luego perderse en conjetura sobre el origen posible de t&(
€1,°1 . p indio es para
la arqueología, que por el momento no pide
opiniones sino descripciones exactas (1).
De las llamadas columnas, algunas se
conservan en c cuy buen estado, gracias a la
calidad de la piedra, y son precisamente las
que se yerguen en la parte opuesta a la escalinata, enfrentando al anexo llameado cPalacio» ; mientras que las demás, por aer -eniscas, . se hallan tuso 'ear, m ae que han perdidó su labrado y su for€un. ob-.
{1) Dos ensayos bastantes reg .'?tres, el uno debido a Squier y el otro a Postansky , Jata una idea bien
aproximada, de la planta de las ruinas.
-- 50 -servar tal deterioro, obra dei tiempo, tos primeros españoles ce pas tan encontrando
en mas una prueba ír fragabie de su grande autigitedad (1). Prueba es, -en efecto,
,que no ha pasado inadvertida en ninguna
ocas=ión y que ha servido, ahora como antes,
para ponderar su anV€sinmo oraigen. .Pero
ci en este respecto el acuerdo es unánime,
no ocurre lo.mismo en cuanto a la apreciación de las mismas colum s. Los escritores modernos, llevados por aquella propensión a los estudios comparativos ya encontrar en el nuevo mundo las mismas cosas que
en el viejo, han tomado los pilares de Kalasasaya por un cronilech, extendiéndose luego en comparaciones con el SStouehenge de
Wiltshire, Inglaterra (2); mientras, que los
antiguos, con menos erudición pero con más
-buen ane o: pemmronq<i-.-- tes llamadas columnas, que nada tienen que ver con las
-piedras erguidas o menhires célticos, no obstante su aparente semejanza, desempeñaban sencillamente el oficio de rafas, de que
(1) Cieza de León, Crón. del Perti, loc, cit -Si
conjeturas valen, saco por las qué aquí bailo .(y no
son tan livianas que no tengan harto peso) que es
obra de notable antigüedad ;y , la ¡roer Fa que
piedras del edificio s n.,. que nolas m
-den -adib labor pasado i ("s, es flan
{ xetaado aa lluvias a ~trías y consumirlas en gran
.parte ". P. Cobo, Hist. del Nuevo Mundo, loo. cit.
f2] Squier, Perú, Incidents etc.. loc. cit.-Chalón, Los Edíf. del Ant. Perú, parte m, párr. a.
-5ila albaMieria de ' huan u solía cetvL se
para reforzar la estabilidad de los mú
ros (i).- Este s era de construcción, muy
generalizado en-el Perú y adaptado a la piedra bruta como • a la labrada, puede observara todavía en las obras de re ampo ría
de distintas épocas o.. periodos, y así le hallamos, fuera de otros ejemplos, en el distiríta
de lsacab a, principalmente 5k las c 'reas de Colkapata y del camino a Vunguyu. Tienen, además, todo el' aire de muros
pelágicos.
Se ve, pues, que el vasto recinto de Ka
lasasaya no estaba formado por simples eo1 uninatas sino por nzuros'continuos., Era un
recinto cerrado. Entre pitar y pilar, o si se quiere , .ablar con l p t d, et €fa
y rafa, tos espacios cactos estaban rellenados con filas de piedras más - pequefias. Sobre este particular, es decir, sobre el sieteina de construcción de estas paredes y el artificio con que los tihuanacus las afirmaban,
se han hecho observaciones exactas y bien
minuciosas, gracias a (a casual circunstancia de haber algunos exploradores expertos,
descubierto uno que otro fragmento de mt-(1) "Lass-pie
,s de a gr~leza y p>aesstas a t -echos otras muy x -:e a modo de- rafas : de
suerte que como en nuestros edificios de tapias o adobes
se suele entremeter rafas,de ladrillos r'• alto a bajo, así
esta p red o muralla tiene e. trechos en lugar de rafas,
unas piedras a manera de eol armas cuadradas". P.
Cobo, Hist. del Nuevo Mundo, loc. cít.
^-VY
--
ro todavia en pie, que se pintaba a un eabal estudio (1). A juicio -de estos mislnos',
no hay Hacia .en otras partes que se te parezca, y ésta es- una de las muchas originalidades que hacen de la civilización de Tihuanacu
un caso eminentemente excepcional.
Preparaban las piedras des^.hnadae ala
erección de anua, e dos formas: ea grandes bloques labrados euadrangularmente para que sirvan de raías, y e1. sillares para
-que cierren el 'espacio comprendido entre
aquellos. Las rafas , aunque de - dinlensionos desiguales , pero.easi uuiforLueé en su espesos, llevaban en los atados, para la. firmeza y el trabado de las paredes, una ranura literal , y en la parte superior ciertos re<ír :i trnig Ec , den la iiuu's111a .
za que
los planos de asiento destinados a recibir umbrales. A su vez, loa sillares tenían en las
caras horizontales unos -agujeros, y en las
verticales otro sistema de ranuras o lengiietas.
Como los tilluanacus no usa` fan de ninguna suerte de morteros , bien porque no los
~
fié "De -un lp--=.'laz-o'de m ^raita q'zó
.Vía
"
Vaa en príi^.....se puede sacar sa labor y-(rasa.".
P. Coto Efist. del Nuevo Vio, loc. eit,-En idé ticos términos se expresa SSquier : - "Algunos lienzos de
la pared exterior o más baja , se conservan por fortuna
casi intactos, de manera que nos es permitido darnos
cuente, de cómo fue construfda.....cosa que también se
observa en ca.. nas. partes del templo". Perú, acidents etc. ic c. ctt.
- 5 on c e a o qu rc ue en eu flra
to at ,uitectórn o querían pre.sein ir e^ios
j:iará dar una prueba dú s grade 1tabi#ii, aquel material a£i - reparado, les. bas- .
taba a su objeto; y como, ademé, tai poco
usaban de ci mientos, e a que parece inconcb
en tales obreros, se limitaban, para
sus wure a agpisnar con cuidado
el neio. i' antadas las rasas a distancias
c l orcianadas y cota sana ligera inclinación
dentro amando so . temía cjue el empuje
de la.s tierras Vudi Y- - sobre ellas, al»
y:ae a auz m auras laterales las le
tac de las caras e al s de he siliav. con
que eran rellenados -los vanos, y asa se ca tiiwa u := a ya he w ,r eF x al
ie mid a sillar para encajar esas de metal
o ile piedra que lo afirmaban sólidamente
cara su reno, ruiert :e que l otras ten- `
g Kas vertí-ales, Puestas en -contacto y ajost . as, 4ni^3eúsau cualquier movimiento horizontal. Levantado el anuro hasta la parte
-superior' de Las rasas, los silla-res
eu.sus t es i
ag £ta
, quedando.de
e a mazara, trabada la pared - y enactitud
de 3 btr uc ae
e a, .tares en tela zcc
El r °cinto gasto de, Kalasasaya debió
{IT pr€o =ir en este plinto a
Y
e=c € .1 : °: ' wt»i!ZW han entendido)
54
.
de tener algunas entradas, por lo mi#
una en cada frente. Actualnseot:e se mallan
visibles dos: la del oriente, que es iá principal, a la que se llega por la gran escalinata,
y la del occidente, que -se abre entre la quinta
y sexta columna y que- comunica con otro
edificio anexo, el llamado Palacio» (1). Líga a ambas entradas una calle o gateri a -que
corre del uno al otro extremo. Interiormente, en la Katasasaya., subsisten todavía
bien marcados, aparte de las líneas que acusau div,¿5r co.3partianients, los rastros do
otros muros próximos a su frente oriental,
que cierran un campo cuadrado, patio o sala, cortado también por la calle central.
El anexo de Kalasaaaya, que algunos lo
llaman ^cf ^ fzc , au que pod tmmtsvs sa el
por qué, era otro cuerpo de edificio emplazado al occidente. Ocupaba una planta inferior al cuerpo principal, y_para llegar a él
se pasaba primeramente por un vestíbulo, y
luego se descendía por uua pequeña escalera de sólo --tres peldaños, pero riiuy vi• tosa y
:ceca con piedras de diversos colores. Excavaciones malaventuradas, practicadas en la
t: i tua +poca que la elel reces€o de las caras,
le pusieron en descubierto por breve tiempo.
[1] Al detern-inar la posíción de los grupos de
Tihueinacu, &luier se desorienta no pocas veces , c;onno
en este caso en que sil al este el edificio que llama
" Pulacio" y que se lag . al oeste.
Era un gran patio lisien enlosado, y contenía
g pos de piedras aeeonne dadas en formas ex-,
-• trañas,- cuyo destino no alcanzaron a reconocer los excavadores.' Todo ha desaparecido!
Pero se puede inferir por lo que de este
edificio ha recogido la fotografía, lo que sería la plataforma de Kala sasay-a, cuyo piso
dinai ena part>, revela diversas eees,
que ocupaban, ,inrniío, distintos niveles, a
los que ce subía o se bajaba tanibien por graderías (2). Con este dato, ya entrevisto desde antes, el recoastitnirle no sería trabajo
imposible para observadores pacientes y entendidos. Tal vez resultaría que, no obstante el carácter religioso de Kalasasaya, estaba lejos de ser el templo y menos asíu de
ceztecrr la mella, de arjlat Zantuario.
[13 La descripción que del "Palacio " hace bquier,
es como sigue : — Se compone (le. bloques de traquita
admirablemente tallados, de 8 a 10 pies de largo por 5
de ancho, con vestigios de algo que asemeja . haber sido un corredor de treinta pies de anchura, que se extiende al contorno . Los estribos que sostenían el palacio todavía subsisten enterrados profundamente
en el suelo y descansando , al parecer, sobre un piw4imetrto piano de piedras labradas ". Perú, , Lucid.-, ts
etc., loc. cit.
121 - —En el centro y h" a su c ado cacoident l
[otra. vez la desorientación de € qu4erl hay un úrea
hundida en el nivel general. de 280 pies de largo por
190 de ancho, '. Perú' Eneídent etc. 'loe. cit. Esta
urea hundida se halla, como dec. u unos en el texto, hacia el costado oriental, muy próximo a la escalinata.
- 56 Hacia el norte, fuera ya del muro prin.
cipat de asa ya, sufre éste y fas c nurallas extertores, la casua lidad descubrió últitimainelite— -Una cáanara subterránea de muy
reducidas dimensiones, pero de una construcción correctisimtma Y el, forma escuadrada
[i]. Una gran losa cor una aber^ura cudu
lar al medio, le cubre a modo de techo. " Se
desciende al plano por una escalera de chico
í G nat ^ de esta afana no son
raras allí, y base encontrado después otra,
pero de piedras bien grandes, a más de un kilómetro rJe distancia, en tino cale los corrales
del actual pueblo. En los primeros tiempos
espaf,oles estaban más visibles, y nos hablan
de ellas los más antiguos cronistas [2]. Por
de contado que no serían vic-ie3das, dada su
estrechez; pero se prestan para suponerlas
lugares de retiro o de penitenciado los peregrínos, o del sacerdocio bajo cuya guarda
estaría aquel santuario, y quizá las celdillas
donde se recógían momentáneamente los augures de aquella raza misteriosa para recibir las inspiraciones del Cielo y leer el porvenir.
Es la Akapana el grupo -más ominante,
í i C aa ade oras yEa.4 1'? ajar ,.lega. a l e.
fas s^ Osa rtsd , {tSCiuyc oe^E s teeto pido
u altura es de 1,€ i auts.
por la escalera.
(21 ..Junto a la muralla kay muchos huecos y
concavidades debajo de tierra''. Cieza de León, Cróú.
del Perú, loo, cit.
-- 57 y consiste en un collado artificial de tierra arcillosa colorada. Mide 9-66 nietros de
largo, 1.50 de ancho y 15 de alto. Su figura
aparenta los n isino€s cortes o rebajos dentados, en zigzag o escalera, que se ven constantemente esculpidos en los marcos de los ttokos (nichos) y de las portadas monolíticas.
. { ,ta nex fií de ser descrita sin el
auxilio del dibujante, e& enteramente característica de Tihuanacu, es su ornamentación
típica y más generalizada, y reune a la severidad y sencillez de sus líneas una rara ele
gancia (1).
Htáse sostenido que lió todo este colladosea producto de la industria, y que se aprovechó de uti terroruontera para darle 4a 55cma .y las proporciones que alcanzó. No faltaban allí, en efecto, colinas- naturales de
qué echar mano. Pero la tradición y las
apariencias, algunas exploraciones o reconocimieutos, que se han practicado, y el muro que le rodea por toda la base y que se halla visible, vienen defendiendo hasta este
[1] Esta figura. niurea la en el croquis enes que
,zier amnipteaja tlescril vaz, ha sido ~dnmda
por ul rac;aseeS p)sterioFes, c^ausanclo no I aa novedad su dese abrinuento ; pero mucho antes de 1620,,
cuando la Alkupanaestaba _menos ale a. ° <la, se hallaban visibles sus ángulos entrantes y sal 1 jutes, por lo
que el P. Cobo decía : "su forma es cuadrada y tic=
no a trechos copio traveses o cubos de fortaleza".
UUist. del Nuevo Mundo , loc. cite.
- 58 momento la primera asee ieraa (1), Y si, efe; tiva.aneute, fué levantado ett su totalidad
por el brazo del hombre, habrá, que pensar
en que, -.parte de las cc trucciones que le
cubrieron, hay en el interior otras distintas
y no menos extraordinarias, siquiera un sistema de apuros y contrafuertes para sostener aquellas, a la ver que para contener el
empujes de tant a tierra. eei err . esta conjetura, el hecho de ha ce encontrado soterradas ciertas paredes de piedra, y también - unas galerías, a las que su descubridor llamó cavernas . (2). Para el nativo,
[1] "Cerca pelos al ertos principales está un
collado hecho a mano, armado sobre grandes cimientos de piedra". C iez de León, Crón. del Perú, loc.
t^ I Rlme fevrr. e t~&>" bc z,i4n da
los viajeros modernos. "Hacía tiempo que una gran
colina de forma cónica, destacándose entre las eminenc_ías de los alrededores, había herido puesta vista ;
al aproximarnos a ella, pudimos cerciorarnos que era
artificial y construida por la mano del hombre". Conde de Castelneu,. Viajes cte. parte M.
[2] Tschudy habla de estas cavernas, que las ha; i pudo pene11ó al pié de la Akapana, pero ti las que
trar por haberle faltado aire. i gaier, al acordar este
antecedente, las buscó, mas en vano. —El no - haberlas hallado, observ a, no quiere decir que yo las nie=
gue". Perú, Incidents, etc. loc. cit.-Hay que acivertir qno nc3 a n propiamente -cav ernas sino ga saep
eme , y anza de ellas é puesta en co en 1903,
atínq ae con tanta c"•esdi a, que " constructores del
puente a que hemos hecho referencia en otra nota,
dió cuenta con todas sus piedras en menos de una semana. Posiblemente la galería a que se refiero Tschudy, o alguna otra muy análoga, fei la que exploraron
de modo casual, en 1877, dos vecinos nombrados Bus-
er&itilo y superaticioo, es punto de fe quede
allí parte un camino ;nbterrá o al CuuuoL.
Si no fueran los datos quedebemos a uno
que otro autor digno de crédito que felizmente
visitó Tihuanacu en tiempos pa.dos, sería
bien difícil, casi imposible, ateniéndose duicaniente a las saínas que se ven en el día,
formarse una idea _siquiera. aproximada
del plan . e la Akapana; .p s, el n
mentoo eta que mayores tragos ha causado,
seg gin acerba espresi6n de los tihuanófilos, el. tcvandalism» de las últimas épocas.
Gracias a aquellos, a sus . croquis y noticias,
aún. podemos hacer mención de muchas preciosas construc iota y piedras monutrentales que ya no existen, y cuyo desapareci-.
aliento hace al presente ininteligibles la
3La-reta y la ruca -a de tau e fra^a áb ca. Apenas si hoy pueden advertirse parte
de sus cimientos, algunas gruesas piedras
rectangulares, restos de tres o más muros
tillos y Guachalla. La entrada ¿staba al pie de la
Aliapana, en su frente norte, y la tapaban cuatro lo-'
sas ensambladas, La galería, estreehísima, pt son
dificultad pasaba por ella un hombre, corría en derechura al sud. El piso, las paredes la ,cubierta, todo
ate de ladra muy la?arada,, es*ssbmtaa-e a€^sble
her los, De pu de Imbor e a rimas
largo rho, los dos el orado lle rsa.-,EL
- a un puazto en que lu galerí« se cruzaba otras. Las velaaa
cura- llevaban se ion, g una fuerte corriente de
aire pesado y mefítico p»-- ecia —chup. , les". Asustáronse, y dieron media vue ;a.--hnform. verbal de Gua
challa,
--- 60 -que envolvían gus flancos. y en la cima, espaarcidos en total cle_sorden, trozos de columnas, de r ic , de jaimbas, de arquítraves,
también restos, con toda evidencia, de un
edificio de muy. esmerada labor,-dadas la calidad de la piedra y la delicadeza del labrado. Pero, repetimos, que no le encontraron
en tal estado de devastación los españoles,
y todavía, durante los dos primeros tercies
del siglo xtx, hubo viajeros que tuvieron la
si e de observar en aquella obra, agora
tan descabalada, tal cual curioso detalle que
le hacía más comprensible (1).
La creencia casi' utniforme y de todos los
tiempos, do que la Akal ^ana era utia fortaleza, ha hecho suponerlue su. forma fuese
la de una pucara; y para distinguirla de éstas,-por reclamarlo así la er.elencia de su
construcción, alguien la ha calificado de pucara artística. Sea como fuere, y sin entrar
todavía en apreciaciones a este respecto, hareinos notar solamente, que su estructura se
presenta irás complicada y que sale del plan
común de las pararas.
El cuerpo de la Akapana ' formaban
terrazas que se sucedían a alturas diferentes,
.y entre unas y otras se levantaban grandes y
macizos tuuros, que, pudiereis haber sido tres
o quí tn.U,• En Iba áug uioe calfem
estos muros estarían los cubos o `torreones
[I.], P. sobo, llist. del Nuevo Mundo, loc. Cit.
de que filos habla un historiador que los viti
(l ). Su frente estaba orien da, y detatite
de é! se ex tendía hasta unos sesenta metros,
a manera cío antepecho, una plataforma muy
poco elevada, cuyo trago queda todavía perfilado por algu nas piedras que se dejan ver
hincadas en el suelo (2). En este antepecho ee abría -una 1-portada megalítica, d e la
cual no queda ningún vestigio,. pero, que ada
exis tía eia las l ri ser d* cada« del siglo
vni. - Ooimponfase la pifiarla de sólo tres
piedras, cuya magn itud y fino labrado se coll. e, al considerar C`1114, 9 atraía entonces la
atención a igual de los adanii al ^lrr. pórtí-.
cos .iiouolíticos. - Este hermoso trilito, acaso
uno de l íilcsc.€tiiletitels laias' tlotabies por su
apariencia y proporciones, fué de los - primeros en caer bajo h acción devastadora,
de . el:tfes^j; peró, rd 1111, 1-106 queda la contancia de su existencia, ya la vez
que nos permite saber de qué lado se entraba en la Akapana, nos da una idea de la
naturaleza de esta entrada, y nos autoriza
(1) P. Como, Ibidem.
[21 Squier que fué el primero en reconneer esta
platatfornua, le tia 120 pies ele frente lw*r 180 ele fondo..
Perla, Incidenis etc. loo. cit.
(3): ` flix a r ^ a^ a8 « n c l zla^ ra a^aaa 1
Tia gnedwalo en pie unen ás t acizt gis:.nde - e a r^ t:r^*
piedras bien labradas a, cada lado la suya, y otra- encimat de atuibas ". P. Cobo, Hist. =1»1 Nuero Mundo, loc.
cit.
para desestimar algunas erradas interpretaciones (1).
De los edificios que coronaban la espaciosa ciniá, y que serían como hemos vid,
los m á s _ artísticamente ec^nstruíd.
*os y con material seleccionado, no se puede formar juicio. Es allí, y por esta misma circunstancia. por revelar su planta el sitio de mayor
distinción cie 1 huanaeu, donde la piqueta
chal buceador de tesoros se ejercitó u:us desapíadada desde los primeros días coloniales.
ifl estado de destrucción en que se hallan,
las grandes excavaciones que han dejado un
hoyo de cerca de cien metros de . diámetro,
que se cubre de aguas- pluviales buena parte
.del afio y que lo! pastores utilizan ahora co mo abrevadero, están probando el inaudito
coraje con quue la c cupisceucia les arremetió (2). Además, toda las piedras transportables , de las que ni uña sola queda, debieron haber sido por razón (le su . cálidad,
las que se emplearon de preferencia en la
[I] Supone Squier que la entrada podía. 1-'.ciarse
en el costado sudeste de la Akapana, a cuyn cima se
llegaría por escalones, rodeando los muros ; pero esta
suposición, que parece sugerida por lo que se ve en las
fortalezas inc;Eicas, carece de valor. Squier no...conac;a la deseripeiaín del P.. Cuto, o quizá, mino en otras
ocasiones, se desorientó.
(2) Bien pudo haber sido éste é1 lugar de las.malogradas excavaciones del desdichado capitán Juan de
de Vargas. Pero las de más consideración fueron
ejecutadas a fines del siglo xviii, por un minero vasco
construcción de la iglesia y las casas del actual pueblo. De este modo,. la plataforma
de la Akapanaa ha quedado absolutamente
desmantelada, y apenas si se ven al prea:t$te,
los bellos trozos de que ya hemos hablado y
ciertas hiladas de piad ras que marcan las direccióa dé antiguas paredes. En suma, nada claro ni definido. Y es precisamente por
lo rmstat,^, que €.c=tta a una mayor curiosidad. glllttttvo allí el árac arn de los tiltuaii ac us?
Descubrióse en los últimos arios, en el
flanco oriental de la Akapaua, una galería
subterránea Hábilmente construída, que descendía el rampa y con planos de descanso
a trechos, digamos como una escalera, desde
este punto de la cima al ¿seo. Era rajír
nma y estrecha (90 cul. de alto por. 60 de ancho) y sus rec.uestos y inesctas seguían un
orden paralelo al perfil de los inurós exteriores, sus terrazas y escarpas. Como por
su estructura y otras razones parece haber
sido la Akapana, en realidad, una fortaleza,
aunque no levantada precisamente con fines
de apellido Oyalcle : .* u, quien, sin te al ver el poco rendimiento de las minas que poseía en QuBtaachata, quito arrancarle a la, Ak?¡patna los tesoros que
aquellas no le daban , Esta huzv i brutal, verdadero
aten`>aalo arqueológico, no tuvo i- u lt^dta; y la Akepana se vengó, haciéndole perder al vasco, juntamente
con su tiempo y sus dineros, toda esperanza.
_U mil t aa s, Qa que stt posición no le fperanitiría defender las edificaciones que se extendían a sus .131antas, sino coro fiiaee reli i ,
simnboliraaudo sus defensas la irviolabidad
del lugar sagrado, no sería aiNsurdo tomar esta galería loor auca puerta de seguridat o
de escape. Por otra parte, si se acepta que
en la plataforma estuvo el'. sáaactuaai, hay
que convenir en que ét se hallaría servido o
vigilado por un numeroso cuerpo de criados
o guardianes, y entonces, era imprescindible que tuvieran uu callejón. particular de
acceso para substraer a la servidumbre de
las incóiuodas ceremonias impuestas al tragía por la entrada o las entradas oficiales
(1). Pero ya con estas suposiciones estaalcas resbalaudo inadvertidamente por las eugafiosas pendientes de la fantasía.
Dijimos que se .lía creído que la forma
de la Akapana fuese la de una pucara,.o sea
de un cono rodeado de muros. Parece, sin
embargo, que ello no es absolutamente cierto, y que su periferia tuvo más bien la . .pa-
(1] Esta es la galería descubierta éh 1943 y destraf13a entes nni5a'no, de slue hicimos r : to nu tee t . ( auzciea
-la i i :i ;u , £1" aí> ca axciten u:» o guía sobre una de las Viedc .s de la enl iertaa, próxima a la plataform a, la cual tenía un agu=
jero que al soplarle sonaba cono un pito. He ahí un
pequeño detalle con el que la imaginación puede, sin
embargo, ir hasta muy lejos y penetrar hasta muy hondo....
- 65 -rienda de .nua pi_rámi e poli aal . t€ arcada.
As¡ la presentaba por lo menos la información popular al absolver las pre'tuitas i quisitivas de primer historiadores. Según ella, era un templo dedicado a ifuira.joclha, la . suprema deidad- de Tihuauae
(1). Este dato de bastante significación y
el único qu%- sol el particular ha llegado
latan tt , neo p rm te Vislumbrar la naturaleza y los fines de aquel monumento, ma
si recordamos que se ha reconoci--yorment
do, que la planta o base de la pirá mide describe la figura de lo que se ha llatuado la
moldura. característica de Ti auanacui aquellos rebajos dentados que se ven en los marcos de las ttokos y las puertas monolíticas.
Por lo demás, hasta rae l aaer . et + e€ at de
este nombre de Akapana , a pesar dei cm pefío puesto por los etimoiogizadores - para descifrarlo (2).
(1) —Cuentan que a Viracocha fué erigido en Tia
granaco un templo con base de muchos ángulos y en
forma de pirámide truncada, rodeado de piedras". P.
Cobo Hist del Nuevo Mundo, loc. cit,
(21 Algunos viajeros ~an que el nombre de
Ak-UíAana es de reciente íncención , —Así las per^sonias
más aut radas que p s ron por ese Va raja -entes de
1S O, c sm un cuarto
-s g3^s éanta c , °ae os„ g
?,^ nte, M . Leonc t-+a eF .e t =
+^ s c
cio Ang&snd, deciaarnu que en uees el lugar ?..e que se
trata no era conocido bajo -la de. o ninación de Akapana sino de Castillo" Wiener, Pirou e`- lolivie, laart.
i, párr. xx1i .- La afirmación es eompletaunente inexacta, y es fácil probar , con la autoridad del P. Cabo,
quien escribía a principios del siglo xvt1 : "A la. par9
^M'
^^
^"YtR.+SM,7^Y<' Mt,.v Ar á±74^!^k=4±eáG^..
- 66 En can capitulo anterior, al ueucionarel
llamado t+ámulus-pecara de Encona, que es
como vimos, un monumento mucho mú a1._-
tigwo que . los de Tihuataaca, adelan tábatuos
la sdia de que a .caso tus itra al zua analogía con la Akapana. Volvemos sobre ello,
pero sin ánimo de presentar las probanzas
que afaneeu tal ¿lh lár la
°de nuestras noticias sobre el tütnulus, y-c:ia
tasa "o con el fin de g^r po esta ~0 un
tema para futuras investigaciones. Si se
considera que el litoral del lago de Titicaca
ha sido h ab ad desde Íos t iempos primitivos por
adu iti.r.c ue cada una, habi-eu€do llevado vida
—ole
ist, siglos, se hubiese desenvuelto dentro del
hn -dio de su distrito, en interdieciSn
og
y
AS
n].Uiiierwbw
^
y, /^
ac iones, no es
te oriental deste eiái€icio, como cuatrocientos pasos, se
ven unas ruinas de otro no menos girando y suntuoso :
no se ~e averiguar si era distinto del primero o
ambos er
ran. uno, y su fábrica se continúa sor alguna
parte de que ya no queda rastro ; a lomenos tos indios lo
llaman con distinto nombre, que es de -;^. -apana".
Hist. del Nuevo Mundo, loo.* cit.-Los etiuzu ogizadores se han estrellado ante la obscuridad de esto nombre, y apenas conocemos la interpretación del 1-.3neshuó,.
logo argentino V. F. L p , en su . Les laces Arwues-. .•5 u o, Á.3:al a. q - decir. — las untes ocslox Idas l~ cl sol".-E n ey aera, hay-el -rombo
a l ct , que es ''arder con R4ama viva".. Si de él procedier el nombre en en ,tí6n, podría pensarse, en que
acaso le vino por cuanto allí, a consecuencia de- haber
sido el. s:ánétum, ardía, lanera`ente el fuego sagrado. Pero esta nueva interpret ón vale tanto cotao la anterior.. .
E cen La-z. d
El
itn )strae
a can d esoridreiiraie to .
tic
d e ni i a e l ón.
te, y—es c,}ir
Y si 4a eep R e r
u ti^bel 0
coaata to . ya v antario , ya aa ráada
niás l tt no e qg,"- pomar en que,
da€ esr
r^ cou or io de t1aeerttes
cúw_,
me
qra P., :al a los
las MUP, €es
ella:. tu 3ar ta r;:4 v ^# T triunfant : laxa el 31d9 del pi: i v eso. se conocen - « a a ra, en lo q es pílale conocer, l romos estires del támalus y
la Aka €ra; el ojo twu rllñador del ar ueÓ
lego -&ta no l pea~* e van sas entra;
5 bien pudiera o,urgir que, J ar te, allí
tr al las ; v.r
de aquel indio de identidad e se entrevén apenas en la saap r ie. ¡Uab sido el .grosero túnui la estructura ru i_
aaaea qa a la pn ea la arti.stica l,^a a a
. - El cuarto grupo <le Tih anacaa se teva^ta al s adoeste -de la Akapar a, y es. Pu.
puncu. fea -sida- admirado en todo tie~pv, aun más que las otras runas, por la
granda ate e y TA or'a<l< da
su L de ¡as pie dras principales, sus cortes y :a tt figurando tar°t€caas _3 asieat . y saa vi nto t nade, oie u 1 ;: as, que a, a no
diaadarizq; tv gra
pieza liticas fina-
mente canteadas que se coitoceli -del ert
precolombino, h ac~ suponer. ¿ prhi era inpresión, que fueran riada menos que un re-
o estrado. Parece que i espai%les no
vieron cosa de mayor asotnbt como Pumapuncn cutre los escombros del mundo que
venían conquistando, . y así, 'tantos esscri%ron a este propósito. tttiae en dar
1a. «w1ida -des pi v s y en eriertori:zar su admi ración [1].
^ trnraF,trrrc^^t tarm.bién, rno Kata'sa ya, un paralel ramo, ara -.gne lió de sus dimensiones. Sólo tiene 2.20 metros de largo,
que corren de este a oeste, y 60 de ' atacguo.
4m,-rende dos partes: uu plano cerrado por
muros cuyos lados rnldeu algo más de 60 metros y que forman un exacto cuadrilátero, y
runa terraza de 4 metros de alto, de l a misma extensión y figura. Está cimentada la
terraza sobre grandes piedras que rematan
en dos pretiles puestos en retirada, y tiene
su frente Hacia el oeste, o sea sobre el plano, en dirección a las otras ruinas. Ni medio de esta línea y a la misma alt,,.ra de la
terraza, se adeia:uta cosa do ocho metros,
otro edificio a modo de pabellón o de vestíbulo, coa 20 metros de frente, y en el iate(1) Cieza de -leían. Eón. del Pet `i,. p Irte r, cap.
ev. P, Acosté., Hist. Mor. y Nat. de las Indias, lib.
. -( é de ganta Clexxa, Hist. de las
vi, csap.
Guer s mmuis que Civ. del Perú, lib. m, cap. rLt.-P.
Cobo. i{ist. del Nuevo Mundo lib. anm, clip. itz. etc. ete.
tor d pla~, , ewl7,10
se Ikallan e pIa ad:a^ do
rexa- principal , iie d a nk e, está cor
Por no casal o acueducto.
Así le VIOJ un r:€ríaiol , cien ayos
raquis . Rr c,tró todavía
de l,s ^ de la
eL; F.- b la mayor, una Puerta 3110ú lea ;o frente daba al este, y cerca de
z4
la -iu r,a y sc^
a^ aá_ sud, una ventana
€; s .l.steocsea. Los cmient del
..^ °o del plano sst-ist-mau, y los de d_. de
pieza3 l c : eüas +eccadratr Guiare=,s se levantar:n . v4a G`f%co a n tactra del suelo.. El
carca¡ x) acud cto cataba blen conservado: lo
for atan p(e rae gis: moradas tan p rsio
t^ .a° a, .3 tre ei, 'j-I X33
nr E sal n cija ftlrrgtana u~ la o mortero
para su ucul5u, y i m tap , p« un si te a
er ial de espigas y re a os, e nea atan en
l ranuras del Canal d :; ,.e s` ridad y
sa os dos siglos, en 1833, aún. P odía
reconocerse gran parte de estas -o aras.. (ka
de las ^ :ziouolítác , la que ahora se
ene tra a lit entrada del aneo -cern,ea(11 P. Oju n, st. dei v evo mundo, k c.. cii.-e tira t uo r?ry ¡oo- grnix5s de i ''s:tn tc*a ha hacho el
P. fxi fn 3 w3 C€d á;8 ^3 w" .. -_<. ¡1 y c tnp'ieU c"av a aeea:. _ a w x= <a ^ pe ira de vista Io
¿e Ixe m¡-¡Atas, qs^J re raer uen buen
e ,o~
~
¿errvtero para estudiarlaá; epa &Z :;u
r^.
ferio o panteón de varioi como se lllamCl.a,
hallábase allí todavía en aquella sazón (1).
Ahora eatá Purnapuucu de distinto modo, u'^cucho m, ruinoso y descabalado si cabe; pero la descripción que acabamos de reproducir es- -un auxiliar de innegable importancia para reconstituir sus informes restos.
En todo tiempo, ha sido e' riocido este
-grupo con el s c^^s bre Viste .^ i aci:b este Ile ;
sí éste fuese el originario, ceno que por
muchas razones parece serlo, ello . nos suministrar a un dato nada despreciable, .ya que
tal nombre se repite en la isla de Iticaca, -sefía€ando un sitio de eran significación - reli .
giiosá, muy cerca de la Poca Sagrada, y también en el °Cn co, una calle o barrio', correspondiente a la más aut ua estructura de
esa ciudad. Por lo menos, habría motivos
suficientes para notar esta curiosa' coincidencia de nombres en tres 'puntos tan dis-.
,tintos, pero ala vez tan- famosos en la teugonía del Perú. Es. una rara homonimia,
que bien puede revelar, o que aquellos tres
lugares tuvieron un mismo origen o que re1
Allí la encontró O' Oriiig Y en lm fecha notuisr s. y . ] . textiisic?nic de ello con estas palabras:
—Entre fos g-r-os ::1 metro y del lado, e en,; ntran
t: r €a€3ay ticas3 ales en algunos respectos ala
graande, aunque más sencillas; la que este al oeste tie
ne un friso esculpida igual al de la gran portaida'.'.
Agro a Squier, que para él es incuestionable que esta
pueet es la que se encuentra ahora en el . cementerio
de variolosos. Perú , Incidents etc. loc. cit.
clbieroa la iri
flucueiá de un mismo ,i {ato..re&igie o-•(i).
'uinapuncu ha.-.sido considerado entre
.idos de Tíh- nacos corito t plo y
también como palacio. Palacio de Justicia
le llatuan . No se: requiere mucho esfuerzo
imaginativo . -para encontrarle trazas de lo
uno copio de lo ótro. Las grandes -mol
tallada sl^ tda d€r r al , así l ían ir•
de asientas como c .:! altares, ' 9 del _ Inopio
iodo que uno puede figurarse contada -en
esas raras cavidades a los magistrados de
rilLuauacu, tari)ióal se puede ver allí mismo
emplazados a los gleba de su culto. Su disposición se presta ,para ambos rficics, copio
p=udiera ser que en realidad no . corresponda
a rniriguoo.- Son eu tattsnero de catorce. estos
"p"to%, tT= , 1cro Cuatro rio entre Aloa
del inedió están apenas bosquejados. Para
muchos es esto una indicación-vehemente de
que Pumapuncu nunca fué concluido; pequ.efto indicio a nuestro parecer para toasarle cono prueba, no conociéndose exactamente la aplicación o destino de esta' obra,
[11 "Lo princi;aat de la fábrica se llama Pumapuncu, que es tanto corno P ~U do Colio, Hist,
del Naevo € sl a. dac. - €t pa~o'con -t o
a a a l e l a ca_
nombre algo pate o
ra. lit .da a xeiós el :. oür_r, oca vean faitu-
do escritores ~dos que ~tengan cue estaa , denominación es ente -amente moderna, no - z ts -que de -mediados del siglo- agá, y que el grupo de que se trata
debió llamarse U~turnru o 7'K^ ^^l^uueu.
ni sabi&ndts e e--,t&l pudo ser en verdad el
plan general a que obedeció su estructura.
leo más note ble que queda es el paviinení:o. Entendemos que no hay en parte
alguna cosa que se le parezca, y en el inisaino 'fihuanacu es el último resto que se
mantiene en su enmplazamiento, deshechas
c smo Pan quedsdo cua ntas obras de pavimentación pudo haber en aquellos misteriosis i imonumentos. Se deja admirar especialmente, porque revela el estilo característico
de los tihuanacus, una ostentación de liabi lidad y fuerza, una demostración de la manera como entendían manejar la piedra y
aplicarla a sus fines arquitecturales. Diríase que la dura roca, blanda a la herramienr
ta, 1,.^aba .t^ietia a <tvd-vm los cáprichos de aquellos diestros artesanos. Copó en los trabajos sobre madera, así- tableaban, molduraban, alisaban y acomodaban
los megalitos con absoluta presición. Los juntaban tan exactamente «como, dos maderos
acepillados», según se expresa un es(.:-itor
antiguo (1). Esto hacían en todas sus conotrucciones, pero esto se ve más claramente
en la -paviumetitaeióu de Pumapuncu. Ya
gtie no disponían de piedras de 'tailm ilo suficiente para establecer el piso con losas de
una pieza como era su tendencia, echaban
mano de las más grandes [y, en efecto, no
[i] P. Cobo, Hist. del Nuevo Mundo, loc. cit.
t..s hay mayores en todo Tihuanacuj y des-pués de enrectar los bordes de juntura, aunque sin cuidarse de darles formas rectangulares, las unían haciendo coincidir matemáticamente los ángulos entrantes de las unas
con los salientes de las otras. Este raro sistema de unión, difícil y complicado, pero
n el qu e ee obtenía ron solado de grandiosa
apariencia, estaba asegurado por un juego
de llares o empalmaduras metálicas en forma de roble T, que se incrustaban en . ciertas canaletas o cavidades ejecutadas en dis tintos "sitios de las junturas. Con haber pasado tantos siglos, aún se puede admirar hoy
mismo-la excelencia de éstas obras.
Sería arbitrario afirmar que. ellas hayan
sido exeiusivas de `"lhuanacu. Las mismas
canaletas do incrustación doble T en piedras
muy bien labradas, hánse encontrado también en otras partes. Las hay justamente
en Ollantaitampu, cuyas ruinas tan antiguas congo las de Tihuanacu, no dejan -de
ofrecer extrañas y sorprendentes analogías
(1). No han reparado en ello los admiradores de la metrópoli andina, al decir que
sus ruinas no tienen nada de común con las
de otros lugares del Perú. Lo contrario es
la verdad. La todas partes hay siem pr e algo como en Tihuanacu. Pero Lj- que no se
sabrá decir todavía es, si Tihuanacu. resumió
- 74 --el arte peruano, o Ld e*da rogar del Perú tomó para sí algún trozo del arte de lina.nacu.
Los primeros e critores espa! :ales hablan insistentemente de que por allí se encontraban lag reales casas de Manco Khápaj.
No hay que pensar, por cierto, en la mansión del mítico fundador del Cm w, ni es a
éste & quien aquellos se rete: . Se trata
de una morada que habitó uno de los sobP,ranos del inmperio, cuando aún no había cefiSa"
do la m aaseapaieha o sea la insignia real.
bemos que Huaina. Khápa j, a quien su padre,
el gran Ttrpaj, le ejercitó desde temprano en
las funciones del gobierno, fué un tiempo
gobernador de Copacabana y las las .sagra-asas. Bucea parte de i s tuosos psi
los -monasterios y jardines que aún perduran, se deben a este príncipe magnífico. Acaso, su verdadero cargo fuó el. de Suyúyoj
Apu, que tenía su asiento principal en Tihuanacu. Por lo menos, es evidente que residió en este lugar, pues más , de ?in autor
recogió la versión de que en él le nació su hijo Manco o Manco K ~i ir, el célebre caudillo que promovió la primera incontra ee 1<es. í. se ezplica también cómo Tihuanacu una
fuerte influencia entre los arquitectos de
Huaina Khápaj , cual puede verse en la ornamentación de los edificios de las islas sagradas, particularmente de los de más mo
cierna &ta, que seim el palacio y *u o de
Pilcocaina en Iticaca, y el palacio de Iba.khuyu o Ajllahaui su Cuata.
De esa c asa de Mauro Kiaápaj no ceda nimguna huella, y hasta se . ignora su
ubicación; pues, al deter;cánarla, se contradicen los mismos que alca€ron a conocerla.
Afirman unos que encontraba apartada
de las rlna, cenen o trae se isalla:ba junto a umapuancu, a €ar de e desconcierto, todos estan aformes en da l,.rar la grandeza del edífi o, eo .nte de
muchas piezas y de.pai-tamentos (1).
Cerca a este palacio c .ico había des
elevadas torres cuadrangulares, que se su{11 l.A' a~ 43awxcuw yn ss apcssentos de los ingas y la casa donde nació Mango ingaa,
hijo de Guainacapa". C`iez. de León, Crón. del Perú,
loc, cit.-"Y edificaron junto a :l (Pumapancu] palacios Reales en que dicen nació Manco Capac, hijo de
Huaina Capac, cuyas ruinas se ven hoy; y era edificio muy grande y de nauelias piezas y apare tmientos".
P. Cobo, Hist. del N> o Mundo, loo. cit.--Quieren algunos qne la casa de Manco Kh ípaj sea la lktmada hoy
casa de Calsi€sa.. l este Calsina (ES-te' nn) un mes
tizo de nuestros tiempos, de oficio cantero con ínfulas
de albañil. Decía haberla trabajado, aunque otros
afirman que la con,-A hecha. G, casa es - ,€z+esfuePa,
de jecca, mpariancia, yen &a ,&y<)r 3 -i .a
zp on. _, efe, u u <:rs
g -'as c: o
rasgos de-la estructarra ~gua, P antelo se advierte'."águe es una cor struocióu r aliaacim con menos
habilidad que paciencia. Conserva, . sí se quiero,
pretende reproducir las formas de la arquitectura tihuanaquina. -Muchas de las p(e k'as pan n. haber
venido a ocupar aquí la misma cg'leactlcu que 4 r*-
ponía fueran tumbas de magnates (i). Iota es la única indicaic ón q l :ailani tx aspecto. a la existencia de monumentos . funerarios
en Tihuanacu, y aun ella r isma parece que
se refiere a estructuras- corle ndientes al
período de la dominación khesiiua. El no
haberse encontrado antes ni ahora rastro al-.
guno de las edificaciones sepulcrales que probara kei r ° o , t de las ruinas,
podía hacernos presumir, o que los tihuanacus habían perdido el sentimiento reverenc:ia, a sus muertos, caso enverisímil, o que
tenían su panteón en. otro paraje. Enasta
qué punto sería aceptable esta segunda conjeturul Quizá lo vea s deept .
Al contemplar la magnitud de los rnonumentos de que acabamos de tornare conocimiento, Be infier re áe ifit es %u" - -ele no
pudieron haberse erigido sino en una gran
ciudad, y que esta ciudad , que tan brillantes
muestras diera de su actividad e inteligenron en las ruinas. Pero; como ' evidentemente es una
reconstitución moderna, antes que tomarle.- or un edi
ficio incáico y atribuirle mérito por este motivo, hay
que aplaudir la intención del aUnJLil, que se propuso
ejecutar una restauración y que hasta cierto punto
adió ó elestilo de-aquellas c oast:uooiones. El antino
s ameno <í c-a - -: er o e, ...es que le
s
ha re
c =ad<> . s o
[I] "Yes o junto a ellos (las aposentos de los
incas ) dos sepult ras de los seis desie pueblo, tan
alías como torres, anchas y ésquinat , Las puertas al
nascimiento del sol". Cieza de La 6u, fkó a.. del Perú,
loc. cit.
-
cía, no podía menos que -ser el 3entro de-alu- laoder nación.. Pero ocurre ' que si
se dirige la mirada por los campos de Tihua-.
nacu, no se descubre ningún vestigio de antiguas habitaciones. El F=celo se presenta
llano, liso y parejo. Por lo menos esa es su
apariencia. * ,e han fundado en este aspecto
y en la supuesta pobreza agrícola de la región, para atener que Tihuanacu no p-a .á
de ser un simple santuario, nunca el asiento
de un imperio, y que su localización, ya que
el Migar por sí nada tiene de extraordiuario,
la habría • determinado algún accidente, algún augurio, tal vez un sueño, como suele
contarse dei origen de otro sitios análogos
(1). Sobre estas observaciones; que se han
hecho un nudo, viene rodando vehemente e
in t al ge da di U5i it 40 . tllncsene logos. A fe que hay en ellas mucho para
meditar Y que su dilucidación coiitribiiiría a
desenmarañar tanto enredo como se ha formado al rededor de . estas misteriosas ruinas.
Por regla gen«+ral, las casas particulares
en el Perú, carecían absolutamente de la inniportancia de los edificios públicos. Fu
una sorpresa para tos españoles este extrafio
contraste: no encontraban sino chozas miserables, iedondas o cuadradas,. de l ueñas
c unen sioanes; de un al , crea po, fabricadas
de adobes o de . piedras partidas, la puerta
[ 1.1 Squier, Perú, tucidents etc. loe. cit.
78
baja y e res', a, sín ve taras o cuando raes
con claaravoyas, y el piso apenas nivelado.
Tampoco se di ti guían las de los paca; is,
segtia ve de las descripciones que entonces se hicieron (1). Y si las casas de Tiihuanacu , contemporáneas de sus iuuonunaentos,
participaron igualmente de aquel carácter,
no habría por qué asombrarse de que en el
curso de ros siglos hubieran desaparecido
hasta sus t ltituos escombros.
Pero hay un consenso uniforme, apoyado por la tradición y que se nos ha trasniitido por los primeros historiadores, de que la
c€h€dad de - Tihuanacu sul sste soterrada ea
esa llanura que tan perfectamente aparento.
no contener nada. Hasta se señala su exde ~¡a 2 aaa por fa ra y en torno
de todo el pet íñietro de las ruina `tJna prueba de esta afirmación, que no se escapó a
aquellos, consiste en el hecho de hallarse
en el subsuelo, aun en sitios los más insospechados, tanta piedra labrada, que también
hace pensar en que las casas particul.res,
aunque naturalmente de reducidas prul)orcíones, estaban edificadas en Tihuanacu con
este precioso material (2). Ademnás, canales.
(1) % 'La forma y mear--*rai de las asa son ~udas, de quince pies de, redondo, pequeñas.......y una
puerta pequeña hacia ala parte de donde sale el sol,
sin tener ninguna casa con a posento doblado"-. - Rel.
de la .Prov. de las Pecases.
[2] "En cualquiera piarte que caven la tierra por
mías de mes . legua en torno de las ruinas sobredic"%,
- 9coreo el de Pu17 üpa, tan i`rrair^e^tc
dispuestos, y otros más sencillos, pero siem-pre notablespor la jjeteza de las piedras,
se encuentran por todais estas partes, den-tando tia sistema completo de acductes y
desagües de que no hay otros ejemplos en el
Perú prehistórico. Obras hidráulica s de esta naturaleza no podían haberse establecido
para el sarvieio de aclue1l lug .r , 1no en
el concepto de fue --allí moraba una poblar
ePSu densa y de bien avanzada cultura. Y
esta poblacidi, si se atiende al número y dirección de los canales y a la mayor densidad
de los yacimientos de piedras, parece haberse extendido principalmente hacia el norte
y el noroeste de Kalas lsaya. Por allí también los cs de alfarería son más abundantes, y es más fructuosa l a busca de <antig üedades> (utensilios de-metal y piedra, chaquíras, puntas de flecha, idolillos etc. etc.),
,que ha venido a constituir una industria especial y no poco lucrativa de las gentes del
actual pueblo.
a uno y a dos estados de hondo, se halla el suelo lleno J
destas piedras ¡abrasas , y entre ellas muy grandes y
lwr-~a: cosas, q me par -c r r e~«,lza ttlgz a
gr n eg~ ". P. o, Lt:. del N yao Mundo, goa;.
atta
CAPITULO I i
St ario.-L era revista (le aiggavas ~ras nn eutafes -La Piedra Simbólica o Pedra de los SSacri€icios.El scritorio.-La Lápida.--Consideradlo=_ues sobre la
estatuaria de Tihuanacu -El Fraile.-Los m eahuis.La cabeza colosal o el Monolito.-El Cosaco.- Estatuas
obeliscoides.- Escoturas con representaciones antropomorfas a.nticéfalas.-ioomorfos alegóricos.-Las
Portadas monolíticas.-La gran portada o Puerta del
Sol.-Descripción de este monolito.-Los bajorrelieves
alegóricos de su frontispicio.-Rápida reseña de algunos ensayos interpretativos.-Las pretendidas anaio-
ías con el simbolismo mFacicano.-El Ambolisu o de
'It 7 anaiu y stt cono¿lmleatto so . lar.---Y1 it estarla
emplazada originariamente la gran portada..-Procedencia de las piedras que han servido para las edificaciones y las esculturas.
A nuestro pesar tenemos que detenernos algún tiempo más en esta sucinta descripción de Tihuanacu, para hablar d ciertas piedras que entre las muchas y bien notables como allí hay, han alcanzado fama y
sois llamadas por esto mismo las piedras menumcntales. Aunque no kenres pie dar noticia de todas , para vio salir del mareo de estos estudios, no es posible prescindir de las
muy principales, algunas de ellas bastante
conocidas hasta por el vulgo. Han tenido el
raro privilegio de provocas seriamente la
atencia n de las gentes., y no sal - de
otras que en América -hubiesen . despertado"
enás interés nni :suscitado mayores dudas.
Quizá dando peso a esta mltitnna cireustancia.,
fuera más propio llamarlas, en vez de . pies•dras monumentales, piedras enigmáticas.
A tal rango pertenece, por ejemplo, aun
cuando su celebridad no sea mucha tódag .,
la Perra v°&sz&óliea o Piee ra de tos b ccrí; cies del grupo de Caiitatailita. Es, como
liemos visto atrás, lo más notable que este lugar contiene en sus ruinas. Consiste (1) en
una gran ¡~ 'cuadrada de tu. 4.07 por lado y
de 0.50 de espesor. Una parte de su cara o superficie superior esta excavada a -una profundidad de 0.15, haciendo un cuadro que tiene
W de dar y 1.50 bt o. be erro
se abre por su lado oriental hasta el larde
de la losa con un ancho d.e 0.56. A cada costo de esta abertura hay tina escalita cavada,
con tres tramos que suben a la superficie, y
en el fondo del cuadro, guardando equidistancia, otras en numero de tres, de la misma forma y tamaño que las anteriores, pero salidas o destacadas. El resto de la losa es llano;
mas, en una espacio de - 1.10 par lado contiene
dos filas de a t l as irisad cna
drangZlares o umnescas (0.2° por lado) que pe.
cnetran en la piedra hasta 0.15. Las esquinas
de la losa están ligeramente : sondeadas en.
un radio de 0.3O,pero sólo en su parte superior.
(1) Squier, Perú,'incidents cte. cap. xxvtu.-Chalon, Los
f. drel AuL Perú, parte mí, píír. U.
u
- 82 :imposible atinar por ahora con el sígníficado de esta hermosa piedra . En él empeflo de explicarla, se ha pensado , o que, sirvió de modelo de algún edificio sagrado, como por ejemplo Kalasasaya y su anexo occidental, o que fué el ara de los sacrificios
que los tihuauacus ofrendaban a su divinidad. Conforme al primer supuesto se ha
'intentado reconstituirla, y hay que reconocer que esta reconstitución no carece de in-,
genio. Figúrasela sostenida por macizas
pilastras de casi cinco metros de altura, que
serían las grandes piedras que aún se ven
por ahí, sosteniendo a su vez, mediante unos
pilotes dsa metal o de piedra ensamblados
en las muescas, alguna clase de cobertizo,
elebajo del cual, como en una urna, estaría
alojado el ídolo o símbolo sagrado ( 1). Loe
partidarios del segundo supuesto han ido
Basta ver en la cavidad que presenta la
losa, el receptáculo de la sangre de las víctimas, y en los tramos de las escalerillas,
la medida para apreciar las porciones de esta terrible ofrenda 12].
No pasaremos el tiempo en discutir estas hipótesis . Quizá antes que el modelo
de algún otro monumento, haya sido parte del monumento mismo en el grupo de
Cantatallita. Hemos vista que este grupo
[1! &fuier, Perú, Incidents etc. Loc. cit. `
[2] Clialon, Los Edif. del Ant. Pera, lic, cit.
- 83 =constituye en Tihuanacu el más delantero
.de las ruina,-. Podría considerársele por
este motivo, corno el frontispicio del. gran
santuario o su punto de entrada. Si hubiéramos de conformar las prácticas religiosas
de Tihuanacn a los ritus aymaras,. diríamos que Cantatallita fué un puncu, esto es,
un lugar' de purificación, una etapa, para
penetrar lustrado al sáncturn. Y la Piedra
Simbólica, pues en realidad parece serlo y
deberemos en consecuencia reconocerle la
propiedad de este nombre, sería un altar.
Pero ¿quien podrá afirmar todavía con pruebas irrefragables el pretendido origen ayma—a de Tihuanacu?
Otra piedra no menos notable, pero de
un sentido mucho más obscuro que la Sinnliólica, si cabe, es la que se ve tirada en
un lugar apartado, en las inmediaciones de
Escritorio.
Pumapuncu. La llaman el
Tiene, en efecto, la apariencia de este mueble, por los diversos ttokos esculpidos en ella
y que pueden tornarse por casilleros o alacenas. También, como a la Simbólica; a falta de otras nociones para una mejor interpretación, se la lra considerado modelo de
un edificio, y si bien se repara, tuvo poco
que hacer la imaginación de los intérpretes
para llegar a este resultado. Sería el frente de una casa de altos. la planta baja con
dos puertas laterales y una ventana central,
y al pie de ésta, otra puerta umida como pa-
r
84 ra comunicar a la cueva: la planta alta, determinada por la correspondiente importa,
corrida en toda la longitud del frente, tendría cuatro ventanas. Una perfecta fachada de casa moderna, sin que le falten los resaltos que la decoren. Todavía no se les ha
antojado a los intépretes, tomarla por un
retablo, al que también se le parece aún
más claramente. Menos mal si no le toman,
porque en estas cosas de Tihuv nacu el empirismo ha campeado a su guisa.. El Escritorio es una mole de roca traquítica, y ha
debido ser parte de alguna "construcción,
pues así lo revelan ciertas labores incompletas que se ven al extremo de uno de sus
costados, las que probablemente se continuaban en otra piedra ala que estaría unido. Pero mientras no sepamos qué oficio
tenían en la arquitectura de Tihuanacu estos ttokos o nichos, la incógnita que guarda
para nosotros el Escritorio será siempre
impenetrable.
No lejos de esta pieza se desenterró una
losa extrañísima, porque su traza y esculturas salen del estilo corriente y no po,, ) monótono del arte de Tihuanacu. Es el único
ejemplar entre tanta multitud, que no se
aserneja por ningún motivo a los demás.
Su corte es el de un tablero, pero el. extremo inferior remata en un cabo para ser fijado
en el suelo y mantenerle en posición vertical. Los grabados cubren las dos caras, y
Nult-`i^i^
- 85 aunque muy parecidos, no son estrictamente iguales. La especialidad de ellos, consiste en el dibujo. En vez de las líneas .o
figuras que tan repetidas se ven en los bajorrelieves de aquellas ruinas, aquí son elegantes zigzags y simétricas curvas parabólicas o en espira, que a modo de labores de
capricho o de simple ornamentación, hacen
enarco a un batracio que se destaca en el
fondo. La piedra es de un asperón rosado
con venas blanquecinas, y esta particularidad aumenta su mérito, porque resultan los
tallados corno taraceados. Podía considerársela - un rara avis; lo es hasta ahora en Tihuanacu; pero en llatuncolla;,.habí¿. hasta
hace poco unas columnas monolíticas que
ostentaban dibujos de este jaez, y también
en Chavín, lugar del departamento de Ancachs (Perú), se han visto otras piedras más
o menos semejantes (1).
He aquí corno vienen de nuevo a disputar la exclusiva de la originalidad a Tihuanacu, las ruinas de otras regiones del Perú.
Tanto mejor para los que procuran con in[1] Chalon, Los Edif. del Ant. Perú, parte ni,
párr. iv. Encuentra este autor en las ruínas de Chavin, que tienen una antigüedad muy remota, cierta
analogía con. las de Tihuanacu, principalmente en sus
obras alegóricas, aunque sus piedras no estén labradas con el mismo esmero y perpeceifin.-WTener, Pérou et Bolivie, $g. 574 y sig. trae unos buenos grabados de los bajorrelieves encor.'rados en Chavin y
que rófuer an lo dicho anteriorni4:nte. '
- so_
dependencia de crite , el cono huiento del
pasado prehistórico; pues, estas inesperadas
analogías son verdaderas revelaciones, y de
ellas se necesita justamente para plantear
con un raciocinio unís as: ertado los graves
problemas que nos proponen las enigmáticas ruinas'de la gran metrópoli andina. Aun
es posible que a este paso, quede pronto y
defnitivamente, proscrito de los estudios sobre Tíhuanacu, el viejo y tenaz prejuicio, de
que srt civilización fué forastera y que se implantó de súbito en la reducida llanura que
domina el Quinsachata.
La losa en cuestión, a la que para distinguirla llamaremos la Lápida, trae al
recuerdo las atelas de los pueblos de Oriente. Si no encerraba alguna idea o la forma
de algún principio mítico, seria por lo menos conmemorativa de algún acontecimiento;
de todos modos, sería una piedra tan simbólica y con un fin G sentido tan determinado como la que lleva este nombre. Sin
forzar la imaginación ni correr el rie.z=o de
formular interpretaciones ala aventui 4t, podría decirse de ella, que simbolizaba la lluvia, la tempestad, el agua, o que estaba consagrada al culto de este elemento, que e~p a rte con el sol el poder renovador y fecundante de la tierra (1).
[2] L}xma piano pir sk a la Salvó del barreno de los
picapiedras que en F 'a`s€b , eaanddo fu+-' de& ubterte., se
Fuera tarea de no acabar si nos lrrtalpcusieramos pasar en revista todas las piedras
notables que se han encontrado en Tiltua,naen, muchas de las cuales han ido a enriquecer los museos extranjeros. Bu ninguna
parte de las Ansóricas, y aquí rstá la carácterística y la superioridad de este sitio. en
ngngona parte hubo mayor copia de escu€turus. Los artífices de Tihuanaen habían llegado a in a alto grado de destreza; sus abras
revelan una larga práctica y demuestran a
la vez que tia, estaban fijadw en aya tiempo
la religión y sus ritus. Se adivina en cada
línea marcada por el cincel en la dura piedra, que está obedeciendo a un motivo.
No fueron los peruanos ríe en ellas
sobre todo los de los tiempos iucáicos. El
mismo Cuzco, con ser en los días colombinos la Roma de este in peirí o, no las tenía.
Apenas
hablan los cronista españoles,
de muy contados lugares en que las hubiese,
y estos gozaban entonces de la reputación
de haber sido sitios privilegiados, de la más
antigua,; civilización. Tales eran, según
aquellos, Pecara, Xauxa, Paeháeámaj, Caxaaprontaban a trozarla para las obras del ferrocarril :
pero abandonada ahora en el patio de la casa de posta, va desempefiando el oficio de : _'adero y sufriendo consiguientemente considerables deterioros, tanto
que una de sus caras , la que presentaba aquellas fajas
blanquecinas que decimos en el texto, está irreu>edia,blemeante descantillada.
marca, (1). Pero en estos mismos lugaresel tiempo había. borrado. todo recuerdo, y
la fábula, para explicar la procedencia de
las esculturas, las presentaba aun más mnisteriosas, contando que eran "=-ltuaris, trocados en piedras . en los primeros días del
mundo, por efecto de los castigos que la omnipotente ira de Dios quiso infligirles. Algunos ídolos que en tal cual población aymara eran objeto de un culto especial, no.
pasaban de ser representaciones alegóricas
bien confusas, y como obras de arte, si hemos de prestar fe a sus sañudos destructores, eran una atrocidad [2].
Pero de ninguno de aquellos puntos
nombrados se contaba con mayores espasmos
cle admiración cono Ide Tihuan . Un
hombre de-letras que recogía las itnprmiones populares en el -Cuzco, ]para trasnútiiias
a su conterráneo el célebre Garcila(1) P. Molina Relac. de las Fáb. y Rit. de ?£_^ Ingas.--Cieza de León con su buen criterio no da :.tenso a la creencia que había en suss tiempos entre los naturales, de que el inca manda espeaipir las estátuas de
Pucara en memoria de su victoria. " Si es así, observa. yo no lo se más que lo dicen". Crón. del perú,
parte 1, cala. v11.
(2) "Llamíbanlas en el Perú Guacas, y árdina.
rianiente eran de gebtos feos y disformes, a lo menos
las que yo he visto todas eran así. Creo, sin duda
que el demonio, en cuya veneración las ían, gustaba de hacerse adorar en figuras mal aseadas". P.
Acosta , Hist. Mor. y ikat. de las Indias, lib. Y cap. IIr.
-- 89 so, que a la sazón escribía la historia del
Meró en España, habla de sus, estatuas y re
produce fielmente lo que de ellas. oía al vulo. Aparece de este pintoresco relato, una
población stíhitaraent , petrificada: hc bes;
mujeres, nulos, hech piedras, de repente, por ensalmo, en todas las actitudes en
que..les sorprendiera el terrible conjuro:
los madres amamantando a sus pequeñuelos,
los hombres en sus habituales menesteres,
ya de fiesta, ya platiea.ndo-a, ya en marcha
(1). Si no exactamente c omo esta pintura
que lis tradiciones de Tihuanacu con
van todavía, el conjunto de las ruinas y sus
numerosas estatuas no podían menos que
presentar entonces un aire sobrenatural y
fantástico. Ahora mismo, cuando el viajero en las serenas tardes de otoño, fatigado
por las - impresiones de la excursión, se detiene en Cantatallita y dirige desde allí
una mirada contemplativa a las, ruinas, imaginanseíe las piedras columnarias, apenas
bañadas en esos momentos por la indecisa
luz del sol moribundo, extrañas gentes que
{1] "Tamnbién ay allí • cerca otra gran sama de
piedras labradas en . Fgueas de !reabres, y ases ,
tan al natural que parecen que estan vinos, beulendo
con los vasos en las manos, otros sentados, otros en
pie parados, otros que van paseando un. arroyo, que
por entre aquellos edificios pasan : ottra:• estatuas estan con sus criaturas en las faldas y r"eg sco, ces 3as
llenan a sisen as, y otras de mil .a ". ~o
Alcob ara la U ~L Cesa. Real . parte i, lib. ni, cap. L.
fueran brotando de la tierra y subido a
Juntarse en la Akapana, lenta y cautelosauida-s de sus larte sotubras .....Tal
mente,
es su apariencia.
Por lo demás, ni bellas ni perfectas las
estatuas de' Tihuanacu ; al contrario, rudas,
rígidas, de€ortames. No le importaba al artista modelar la :ra humana corno es ella,
ni eran retratos los que hacía. Si se contemplan sus obras ,, no se encuentran sino
troncos casi paralelepipedos con los miembros apenas destacados por un superficial
diseño. Del -torso arranca inmediatamente
1. cabeza: ancha la cara, las narices gruesas.
cuadrangular la boca, los ojos * huecos o tan
sólo esbosados, quedando entonces como lentes: _una absoluta libertad de ejecución. Se
creería ver en ello la infancia del arte. Pero cuando se observa lo acabado de la talla,
que no podfav ejecutarla sino manos de. una
habilidad exquisita , y cuando se advierte en.
esos rostros, no obstante su pesadez y las
incorrecciones del modelado, una v=ierte expresión hierática que parece animarles, no
queda otra cosa sino pensar en que est as,
deformidades, este egexones son que
el artista hace resaltar -€oe puntos característicos de la verdad real, son convencionales y consultan algún sentido mítico, Birlase que representaban símbolos y no persona a his Y así ha de ser, porque
aparte la tenacidad y energía con que
estan m areados los ra
° generales, toda la
auperi :ie se halla cubierta de una porción
de dibujos complicados , esculpidos con gracia y es ero, que por su disposición paresea arabescos, pero que evidente mente em
atributos o inscripciones.
Sin embargo, las estatuas de Tihuanacu no fueron ídolos. Por lo menos nunca
se dijo que 1. as tuviesen por tales los nativos. Y de esto se convencieron más que nadie, ea los primeros afios coloniales, los sacerdotes a cuyo cargo corrió en el Perú la
célebre tarea de extirpar la idolatría aniquilaudo huacas. Loe indios del lugar les declaraban invariablemente, que aquellas esculturas habían sido gentes pecador y no
doses, y este dato, que era la mejor prueba
de que por ahí -no andaba
el de nonio, calmó la fiereza icouocí ica de los extirpadores. Parece que una estatua solamente no pudo substraerse a su saña. llallábase dentro de una pequeña cámara, en un sitio apartado de los grupos que conocemos.
Era la única que en aquellos tiempos recibía de los naturales los honores del culto:
Su sacra prerrogativa la perdió (1).
(11 • Estaba algo ¿esviado un retrete pequeño,
donde s puesta un gran ídolo de piedra en que de.
bían de & ¿orar, y aun es fama que junto a este ídolo
se halló alguna cantidad de oro-,- Cieza de León,
Crón. del Percá, parte I, c ap. rv---i\íngCia otro autor
posterior a Cieza le meuoioaa*, la que nos hace pensar
92 -el ute rn - a entre las estatslas ea
J3 iile, de la que hallamos una buena
descrípeíón en un autor antiguo. llene
hasta e punto las apariencias de un
monje.. Viste larga túnica, abierta por delante y ceñida en la cintura por una gruesa faja. Está tocado con un gorro, calza
sandalias, y lleva en las manos, aunque las
dos son izquierdas, un cetro como el sunturptucar o el ehiampi de los incas y ' otro objeto que puede ser un vaso, una zampoña o
un libro (t). Del ni-smo tipo del, ^raíte, si
bien no de sus proporciones, son lao más de
las estatuas. Aún aquellas minúsculas figurillas de metal o piedra (a -muletos o idoli¡los) que por .allí suelen re e, llevan
-igual traza y vestimenta. No fu era arriesgado colegir por estas muestras la indunientar a del hombre de Tihuanacu.
Los Ined i8 son hombre y mujer. Son
que fué destrozado muy poco después que aquel le viera.
{1] "Allí ~,tus zona estatua des piedra muy lisa,
de altor-de vn estado, el <qual temía vua ropa larga
hasta los pies, y vn bulto e'.mo libro, que tenia en la
a aa s i i , y a la.laarec un bordon. tia .
cuca suelas por capat, atochados can dos correas
Por encima del empeyne y vn medio capirote como de
trayle, todo lo quai estaua hecho de bulto, de vna piedra muy lisa, que parescía al xasturel, y •deste dizen
que hizo en estas p.ouincias mu.olas easffiuy buenas". -Gutiérrez de Sa n ta ataca, HistL de las Guetras mal que Q ~s del ~u, lib. tu, cha. L 2n.
- 93 los bultos que por su accti , y la t a€i
vaa corrección de -sus - fa ,-dones, . pueden coneeptuarre como los más artísticamente esculpidos. Rasta se advierte elerU- p:astíct
dad en las formas , lo que es una ezcepeióu
en la estatuaria de Tihuanacu, siempre dura, siempre pesada, siempre fuerte. Están
sentados, casi en cuclillas. Parece _que representaran en el mudo andino, la pareja.
e biernática. del principio creador y conservador de la naturaleza, el -eterno misterio de la reproduccid a y la vida, que la fantasía de los hombres ha . personificado en todas partes- y- hecho objeto de su _ religión y
su culto. Eeto se eme adivin'r después de
una atenta observación. - La mujer, o- el
principio pasivo, aparece cubriéndose con
una mano pudorosamente el pecho; el hombre, o el principio activo y vivificador, empuila con energía su atributo, voluminoso
y enhiesto. (1).
La cabeza colosal o el Monolito, corno
se le llama antononiá.sicalnente, no es más
que el fragmento de una est,.,tua trabajada
[1) llállanse ahora en el cementerio de Le. Iglesia, Y
a u y otro lado de la entrada. Su á~ pos~
cla €^ ta ix ale _ car° str amená.: t>
sitio análogo en las M ~S, o sea elan áe la
pea a, ceo dicen a as ~es del o Decir i .'ndose a las ifilfiS'iaat➢ t ene &, sus antes. 1asta hace algunos años se halla:. junto el la c€ al mujer, una pequeña estatua de criatura envuelta en pañales. Con este ~'más. el concepto atribulo a los
. 2í di is adqu tnaymes vísas de ' M .
94
en un hermoso pórfido azulado, raya eltnra
ha debido alcanza r hasta unos ocho metros.
pues aquel solo trozo, la cabeza, mide. 1.37.
Los grabados que se extienden mino en las
dem :s escultoras por toda la superficie, soa
evid"iitemente alegóricos, pero corno en todas, de tan obscura significación, que por el
momento nadie ha pensado ea explicarlos
{i)•
Estas y las demás estatuas cuya enu¡ireración se haría fatigosa para el lector,.
eetán desplazadas. También ' las que de
ti ;ropo en tiempo suelen descubrir las -excavaciones o el arado del labrador, presentan indicios'`ehlernentes de haber cambiado
de sitio, porque se las encuentra en lugares
irpensados, lejos de las construcciones donde era natural que llubi estarlo erigidas.
Tal ocurrió con aquella muy notable, el
Cosaco, así llamada por un diIi ente anticuario que hizo de ella una minuciosa descrípeióu, a causa del extraño Corro que lleva. La forma de este gorro, sobre todo sus
dibujos, el rostro mismo, su gesto, sus - ran- encuentra en La
(1) Este megalito, que hoy se
Paz, estuvo por arnacho t empo abandonado en I loco
lloco, sobre el camino, donde le dejaron los conduetores cuando le transportaban.a esta ciudad , ya en los
días de la república. A:ili fu<' estudiado por la mayor
parte de los viajeros ce de él hacen mención. Una
reproduccion en yeso, hecha pcw Wíemr, existe, en
Paris, en el museo del .:. rocadero, según Chalon afirWatt.
des ajo redondos y alados, su gruesa deja-..
tadura, las seis cabezas de aves de rapiña
que cuelgan del labio inferior, inspiran un
orden de reflexiones que ponen muy en alto
el valor arqueológico de esta rara pieza (i).
La estatuaria de Tihuanacu se presenta
varia, abundante y siempre incomprensible,
y ,inri ce por lo mismo un estudio detenido.
Hay las estatuas obeliscoides, una de las
cuales tiene de longitud m. 5.70 [ 2]; las an[1] P. Marabiui, Autig. Perú Bolivinnás.-La
estatua, apenas de iterraado, €né hecha cuartos para
servir al macizo de un puente del fía rrocarril. Medía
finés de cinco metros . ficto pudieron saly la cabeza y un trozo de la extremidad inferior . Es de la
cabeza, en especial de las extraiaaa ornamentaciones
del gorro , que aquel autor nos hace una buena pintura, caueluycndo por declarar que encuentra en ellas
ciertas alusiones al aarte egipcio. -El tronco, cuyas
partes pudimos ver casualmente en momentos en que
los albañiles echaban la mezcla para asentarlas, estaba exornado de los mismos genios alados que figuran
en la portada monolítica , es decir, de aquellos que en
los extremos del admirable frontispicio es cn solamente bosquejados. '
121 Esta, y dos más pequeíias fueron desenterradas a pocos pasos de la línea del ferrocarril , y las hio eron. levantar sobre el mismo sitio, en 190+3, unos
señores que andaban por ahí de excursión. La erección se hacía as fuerza de brazos con unos cabestros.
No opusieron gran resistencia las ~tuas peque as.
Aun la misma grande iba irgiéndose lenta y <majestussamente ; cuando en cierto momento dió°nd vuelco
con tal violencia que se hizo irremediable, pues resultó con el rostro en sentido (—,cesto al de las otras.
Algún tiempo después, con ni; • poca sorpresa, tuvimos a;ast=3n de leer en un autor extranjero, cuyo
nombre no podemos recordar , unas sutilísimas obser-
- 96 -tifalas, no .blee por la rree°cdn del roetro y la posición extrafulsi~ de la-- figuras;
las zoomorfae, que ordinariamente reproducen cuadril edr s, en particular la maeranchenia, el punza y el t ^ti, con el Imprescindible adorno simbólico de una bola sobre el.
hocico y otra pendiente del cuello. 'Duda
tarea ha de ser, pero de resultados inapreciables, la que emprendan los icat&6lugos
para descifrar los enigmas que aq uellas eucierran , porque, no solamente hay que entender la significación del modelado y las actitudes, sitio también la de los grabados de
que están cubiertas.
Estos grabados, de una extrema delicti=
deza aunque falto de perspectiva, son _calificados generalmente como bajorrelieves, y
están dispuestos al modo egipcio ; esto es, de
un. fondo cavado, plano y parejo , se destaca.
el relieve igualmente plano, con los detalles determinados por líneas . La finura de
estas lineas es sorprendente . Al considerar
la seguridad y firmeza con que el-buril pa-
vaciones acerca de la notable particularidad que ofrecen estas tres estatuas, que las dos pequeñas de los
, que est i al me
eXLi os miran al norte y. la grt.
dio, mira al sud. Creyendo haber penetrado en la
mente de los tihuanacus , el autor aludido asienta,
que tal disposición correspondía a un alto sentido
alegbrioo : las tres estataas ersaa 19s genios vigilantes
de la urbe, atentos a todo, siempre mirando al porvenir y sin perder de vista al pasado......
--- 97 só sobre la piedra, uno no puede explicarse cómo hubo tantos hábiles obreros pcira
ejecutar con tal maestría tanta bella obra.
Pero no hay que buscar en Tihuanacu la
mano del artista, sirio el genio del. pueblo
que imprimió allí su propia fisonomía.
Los tiiiuanacus ponían especial esmero en las portadas de sus edificios. En este
orden nc tuvieron avales, ni siquiera imitadores. Fueron únicos. Las tallaban en
piedras de. una pieza, obteniendo así obras
de mucha apariencia. Hacíanlas llanas, o.
apenas inolduradas, o cubiertas de bajorrelieves. No sólo puertas, sino también ventanas monolíticas salían de manos de aquellos insignes obreros. En Pumapuucu, plantadas todavía en su sitio, alcanzaron a verlas los españoles casi un siglo después de
la eouqu a (t). Que- suma de esfuerzos
podía requerir cada portada, es cosa digna
de considerarse para tener una idea de la
pujanza de aquella raza (2).
[1] P. Cobo, Rist. del Nuevo Mundo, loo. cit.
[2] P. y Margal, que con tanta sindéresis juzga
las cosas de América, no alcanza a entender el móvil
que influía en los tih uanacus para ejecutar obras de
esta naturaleza: '-Estas portadas, dice, únicas en su
género, c- tituyen, a no dudsrio, una de lag más um,,,
portantos ph finas de la prunitíva hía5or a del ArW.
¿Qué objeto podían tener cuando no servían de paso a
monumento alguno y Cr an por. sí solas taonumentos9
fe-rían, corno los arcos de triunfo , mera conmemoración de acontecimientos milita.res'. • .-Serí an tal vez la
consagración de dogmas re igioso En muchos k¡13
-98Pero. entre todas ellas, y con ser cada,
una monumental, no hay otra que despierte
mayor admiración e ¡interés, por lo acabado
del trabajo, por su perfección artística y geométrica y por la pureza y singularidad de sus
dibujos, como la conocida por la Ptcerf
del. Sol. Esta sola obra bastaría para ejecutoriarla .fama de'Tihuanacu, colocándole
por encima de todos los centros culturales
de la América - precolombiana. - Insuperada
e insuperable la Puerta del Sol en el nuevo mundo, no tiene igual en el viejo; y
es justo que se envanezca con ella el país
en cuyo suelo se yergue, pues ningún otro
monumento puede testimoniar con más elocuencia la pericia escultórica de sus antepasados. Crecerá todavía su importancia
cuando se alcance a penetrar en las miste$t as c cu° íour que ecierran nz grabados (1).
lómotros a la redonda no hay canteras de que extraer
tan enormes piedras: ¿q -,é razón pudo haber en lora
constructores para empeñarse en que sean de una, pieza tamañas obras"_ Hist. General de América, Epil.
.párr. CLXxiv.
(1) —La misma piedra es una truquita obscura
sumamente fuerte, pero se halla labrada con tanta
preaisi n, que no habría mano par hábil que fuese, capaz de hacerlo con uiás ventaja. Sus líneas estan perfectazx eR}te =r dise. y sus ángaloe rectos tienen tal
exactitud, (que el m diligente geómetra no las trazaría mejores. Prescindiendo de algunas melladuras
y otros pequeños daños causados por las injurias del
tiempo, no creo que haya en ésta ni en el otro continente, dado el material, un trozo de piedra mejor ea-
-- 99 Ocupa la` Puerca del Sol en la actualidad, uno de los .ngialos de Ka.lasasaya, y
mide 4 ni. de largo. por 2.15 de alto, con usa
espesor de 0.35. El vano, cuyo ángulo superior está roto, tiene 1.35 de alto y 0.75 de
ancho. El arquitrabe o coronamiento, en
el frente principal, está adornado con cuatro- líneas de bajorrelieves. Las tres primeras representan genios alados, - unos con.
cabezas de hombre y otros con cabezas de
ave, la rodilla doblada, el cetro o báculo en
la mano, corno si estuviesen en actitud de
oración o de marcha, y mirando todos a una
figura humana circundada de alegorías, que
se destaca en el centro, en altorrelieve, por
encima del -vano. Están genios , son cuarenta y ocho, pero de ellos dieciocho, que ocupan los extremos, se hallan solamente bosquejados. En la cuarta línea, que corre sin
interrupción de un extremo a otro, hay en
los entrepaños de una greca continua, cabezas.aureoladas como la figura principal, aparentemente uniformes, pero distintas entre
sí. El frente posterior de la portada es
llano: apenas le ornan, formando frisos o
cornisas, aquellas molduras que ya hemos
caracterizado como la ornamentación típica
culpíci.o. Su frente , en especial " la pa cubierta por
las esculturas, presente un tallado y, pulimento tan
fino y niagistral, que es lo misa acabado que se puede
obtener en Ira dura tr atquita ".
etc. IQO. cit.
Squier, Perú, Incidente
-- loo -de Tihuanacu,' y unos ttokos o nichos, notables d grandes, lacar Cu anto u oficio de
alacenas es rn€ uit e io. aún qued an loe agujeros o huecos que servían de quicial a sus
portezueia& Los paramentos de la portada . la portada misma, see continuaban y compl t ban en
lr,s paredes laterales del edificio de que forinaba parte, haciendo con ellas un iisolo cuerpo, en una misma línea (1). El vano, eh
efecto, no se abre exacta te en el punto
medio del nmonolito; los genios alados de los
extremos 110 están enteros, como tampoco lo
está el primer nicho ó ttoko' superior de la
izquierda; y la superficie, en el espesor de
^usdos, presenta aquellos cortes o rebajoe que servían para adoptar y estabilizar
unas piedras con otras, según, el. sisteína de
edificación de los tihuauacus. No soportaba pared ni obra alguna. Tono su corte
superior ligeramente pisoneado, por lo que
no ha faltado quienes piensen en qut:' fuste
monumento quedó inconcluso, describe un
arco de líneas desperfiladas, indecisas u ondulantes, como sí el artífice hubiera querido representar el horizonte, las nubes o el
(1) "lita puerta era de una casa muy grande que
e.uí .hecho para ;ltie se aposeutusse el discipulo Viracocll &,•,Ía cl n l es a cayda y arruina , con la diuslr x ts G xra, st.
tai d del tMr t pt^". ,^-r1
de las Guet zumos que Civ.del Perú, lC. cit.
cielo. L eabeza deja figsara central esls> el
el c€eio.
Se Dais iid er^i i~ r Lauy pral3iJas de esta ~fica piedra, y también se
ha esc: tro arc T rara e^íplicar el sentido de
sus al gfixa l: ro * hasta a or € sin resa lt;a^
do satl-4 :torro. El -trabajo i-n4türpretativo,
aaasiga e reali do las arias de las teces cota la
mejor 1--stduc
t ói1, ha adoiec fio siempre de
aquel i ritr de re i r a ,ras cMiitaciones , con runa desenteude ciar o d conocíanjiento absoluto de lo que pudo, r la genuina civiiifiac vii andi :ia. Por pereza a por íng,uiicieiicia, -t :'t3 han }°`+ferido comii arir
al tris q ue
explora r, y todos
kan
frat- r ü.
.IXIU .°iiúz que se
Ytiéo vsveilur
atuvieron a las solas inspiraciones de sil
imaginación y fantasía.
..eia cl.
Para poner en evki.
cíe la ligero coz que frecuentemente ha sido tratado
este orden de -asuntos hasta por . los verdaderos hombres de cienca, tenernos a la mano
la siguiente curiosa interpr taici n , q ue por
cierto reo cuadra a los iodg cutis l r t€gios del Ilustre anericarnista que la suJ €cdbe. Supone que lafi-gura central rep.sernta al eobe ^:€ o e ` ^iT+i áúi3áíeu , quien, lar ha-
ber instituido el culto del-gol. era a la vez
cabeza de la reL gi áu y del y .; hallaba ir:atúo de atribut divinos y huatan€ss; que los e€cicas al sss a^.3t a lo s
lrc^ara.r^.cinorzírr
1efeede tos
-- 102 ..+
P. rendirle tlmne$raje; pero que como
este gran dominador de naciones había uncido al yugo, índietliiztamente,, pueblos civili
piad y no cicilinados, quiso distinguirles,
presentando a los primeros con cabezas de
hombre y a los segundos cona cabezas de cóndor (i).
Otra explicación del tuisino linaje, suL me que se quiso perpetuar en la traquita
una de las más salientes escenas de aquellas
grandes romerías al santuario del dios Sol
de Tihuanacu, que los soberanos de todas las
naciones del antiguo Perú, realizabau de
tiempo en tiem*1,o: la adoración; y que por
eso, los regios romeros, est íu figurados en
los genios alados, puestos de hinojos y con
el {orón del } o'regrí o en las manos. 'Y ya
que a esta clase de comentarios vamos dónde cabida en las presentes páginas, no está
demás que también consignemos el juicio actual del indio nativo. L'ara 61 la actitud de
los genios alados, no es la reverencia) mie a
[11 D'tlrh€,ny cit. por Squier. No, e<r.: eemos el
texto de DOriaigny, y nos referimos a sa comentaador..
Este. orlinarianiente tan circunspecto, nopuede menos que ffzgarae de tan "antojadizas ii?c+sofiai.". Dio &
que siguiendo t manera ¿te inter:retar , habría que
convenir en-que skw dieciocho f nrus inconclusas de los
genios alados , serían otros tantos jefes de tribu que
el monarca de 'r'iiinanascu se prometía conquistar, pero que, doce de entre ellos, habían tenido la suerte de _
ser clasii cad- s entre los civilizados, ya que en el
bosquejo aaparecia:n eiuufeiadas ron perfiles humar_-o s......Perú. lnc uts cte. lec:. cit.
-- 103 -toc
parece, sino otra muy distinta: un . actitud decidida.inente agresiva ; en cc^€isec zencia., los geciio s son los „eft s e naciones confederadas haciendo irrupción en Tilinanacu,
y la figura central, es el monarca invencible repartiendo golpes a diestro y siniestro
con las mazas que tiene en cada mano.
Quizá porque estas pueriles , interpreta
cioiies dejaban un gran vacío en el espíritu,
y tasnhión porque éste sentía sed de otros
enunciados que revelasen siquiera alguna
novedad , mereció no pocos aplausos en su
tiempo la formulada por otro notable americanista, quien, después de largos afios de
estudios, de exploraciones , de comparacioiies, declaró haber encontrado la más estrecha anaoía. - en los bajorrelieves de la
Puerta del Sol con los simbólicos monusnent c rrescl tía -t u la era , exícana de
los toltecas-iialhuas _ ( L). Conformando sus
interpretacione=s a lo que se ha podido adivinar respecto del simbolismo mexicano, creyó
ver tu la figura rontral, cuyo rostro rodeado-,
de signos míticos se le antoja una máscara .
(y tal parece ), la representación de la poten[1] L. Andrand, Lettre sur les Anviquités de Tiagm3nsco. 1586 F,,rts declaraciones de Aiigrand repo:wan en largos es.4tudi. acometidos ci n tesón durante
una residencia de veinte edos en el Perú y Bolivia.
Ore que ic,3 e astro tesis de Tihuanacu provenían
d i los toltecas occidentales o enlif nrnienos, y que los
icheshuas descendían de las maya. o fioridanos, unos
y otros ramas de la raza madre u.e los nahues. „ .
l04-cía iiiiévers 1, ael alma y la esencia del i9t^ián-
do, el dios Sol. generador y pr xi actor. l
figuras lateral:-í.3 leas el s i fines o
personificaciones accidentales o depeudientes de et;te poder supremo, y tomadas en con¡-iiuto, serían, por sus forinas millo p1.ei ala
vez que semejantes entre sí, la expresión geroglifica de la triple potencia generadora.,
fecundant*+ y vivificante del sol. Las escultnras del friso reir ntarían la misma fórmula simbólica de la cosmog^^€>ía mexicana,
el siclo eterno, la cadena sin principio. tú fin
de los siglos y las generaciones.- Para reforzar esta interpretación, su autor examina las
alegorías que recuW\-n todas estas figuras, y
con. el auxilio de las explicaciones que se
han dado a las formas ideográficas empleadas en otras teogoon.ías, sobre todo en las de
la luílla antigua, -i^etouoce en ellas lob signos
que simbolizan los rayos generadores, las
potencias fecundas, el soplo de Dios o rayo
divino, la vida física, el rocío fecundante, el
germen de la vida, el calor, el fuego, la cadena de las generaciones, el Pone, e) Língam, el Andrógino o doble germen, la .'iipremacia, la autoridad soberana... Pero egtanios perdiendo el tiempo y la paciencia, con
esta fatigosa errumeración, que sólo podríat
ser comprensible y apreciable para quienes
tuviesen el objeto o s¿..s dib€il.ea a la vista (1).
[11 La siguiente descrípeión interpretativa de la
figura central pertenece a Wiener, quien se' dice dis-
105 Que tales grabados, según hemos afirmavio otras veces, no sean simples figu de
t;slulo de Angrand, Y la extractarnos de va libro Pé= 'u
'et Bolivtie, parte ira : "Ocupe. U t el"a casí tina mitad de la figura, y se halla contorneada por una serie
de líneas que lsareten u e&udros, pero que `t .six disposacitínt ht,s e a sir que s,, xw el símbolo de la geztc?ra ci , :. De aild pata n 24 r .Y ser, de les Tae 6 terr4 4inrarn eta vale as de e, signo de la fuerza, 17 son
fi iraciones de la i Awwitt masculina, y- el central.
representa tina calesa.. tarda con un casco' real indígena. De los ojos, faro st de alas para indicar la
rapidez de l.a mirada y Yu f ilidad piara recorrer les
espacios, caen bígrimas como aludiendo a la lluvia fecundante i or efecto del 'l místate. Solare el p. cho
están dibujados nn pez y cabezas de cóndor, representando a los habitantes del tara, y loa: mires. Entre estos se ve el signo característico del principio f^aenuti fo la tia Zn c kx<a x .^ at r-a uas «?C
i
r a-a,
que inittresuu wu'vigor. Las manos , que no tienen sino
tres .dedos y el pulgar, llevan ceta, cuya ertrerniclad
inferior está ornada con grandes cabezas de sudor : la
estremidetd superior del cetro de la derecha termina
en una finura que parece un castillo y en el perfil do
una cabeza ituniana ; el cetro de la izquierda se bifurca, y sus extremos terminan en cabezas de cóndor.
Los brrtzttletes, que cuelgan hasta por debajo de los
codos, vet2ttrtttan también en cabezas de cóndor encuadrando etal.e humanas. El c :; tapón, que Lacia las
vadeas están ornado con ea'~~ de púma, se llalla sostenido por fiadores o atas 3sc;ra w, ent los csua ocho
caliente. de elz ier etc er ra 441 I. abolo de la fecundidad. l?l wiar:aio o ntur4a t-e llalla decorado por ~s cabezas h manas. ala -,-,--Z sirven de a xatrt a s aaa
parte baja de la túnica real. El dios— —1 está en pie sobre un p€xiestal que tiene tres gradas . r-tiro relieve es
niásg:uesoque ancho. En el oetttr4,; ci pedestal se
observa un pes, pareecido por el dibujo Viene zcl, Mero
lffea;. por l detalles, al que .magra el p ho del
dt s. > i e r i€s icr, xt ?jz>„retes «racóndor de r c :a05, Y- cetro
yos, seis cabezas
14
-- 106 cap dici destítufcias de sentido, es Iuuato a
todas luz evide. ite. No sólo han debido
reprentar ciertos principios míeos reseerva ala prri ví 'das ckoprenói de un
limitado nÚnaera de tetes, ya fuera eacer
dotara o magna s, sino ideas populares, al
alcance de todos, porque ee reproducen en
considerable numero de ob etoá rásnícos y
de piedras. Les venas en simples losas, en
-no lomos sillares, eat laa estatuas, en el friso de la preciosa portada del cementerio de
var € osos, en los rey barros de fábrica esmerada. Creeríase que el hombre de Tihuánaen, por alguna razón de estado, ponía todo
su i.nterÑ en la difusión de aquellas alego.
tías, para que, vivieran encarnadas en el espíritu del pueblo. Tan vulgari ado *estarla entonces so sentido, como obscurisimo se
nos presenta -ahora. Yero ¿hasta qué grado
podrían referise estas alegorías y- símbolos
al orden ¡e interpretaciones e ideas de otras
religiones antiguas, si cuanto más se ahondan los estudios- prehistóricos del Yr?'ú ancabezas de ptznvz. Sobree los dos leso-ue están
reo - os al pedestal central por letones horiz tat.les,
resanas en ~fflo celíeve las ca~
, coronadas de
Puma, con loso Provistos de calas, sobremontadas
de Los címbaMa de la €ni r a quíen
haya tenido el coraje de leer hasta aquí la presente
nota, Ir<-no será advertirle que el deascriptor ha dejado de niéncionar por lo nien una tira parto de
los misteriosos signos ideo,,. áficos que recubren aquehm enig n t-iea ~0,,.
-107 -.¡listo, _ m par e p racíarse la linea de
separación entre éste y los demás países del
globo
No se prop , sin duda, esta re te k n el
autor que nos ocupa, y por una de esas frecuentes desviaciones de la óptica mental,
a¡ciar a^e que a todos aqueja, sohmeate él
ha podido descubrir en la hupenetrable teogonta de Tihuanacu,'la uaisma trama con
que se supone fué tejida la confusa e infor¡ne teogonía mexicana. eta mistara. ohservación corresponde hacer a Ja comunidad aarqueoló„ica que ha cremo encontrar ent€
las obras plásticas de e ta y aquellas partes
del mundo americano. Así entre el Pachac- arad iyte¡ara, <-,w ato Lau= ala « -o€ fin
cipal de la Pus r€a del. Sol, y el llat.locateuiitli, que es una de fas repre1> utas io aes
d©l dios ¡raya Tezcatlipoca, se hace itn.posible dar con taz analogías que. te par en
tau evidentes. Atin se pudiera aceptar que
ellas existiesen en tal cual rasgo o detalle de
los dibujos alegóricos, pero por ser tan singulares, no -nos autos loarían a declarar el paren tosco que pretende; serían, euaz. do mucho, eoincidea¡ctas cas ales, o-r p:opl ente naturazes, Porque al. fin, hales fueron
los artífi.zes en una y otra comarca, y la hu=
manidad, cualquiera que se.:.- la divergencia
de razas y por muy disttes que se hallen
respectiva¡ ente s
o en el d
ti
a
-- 108 -culi.ctsal,' una ríe ta- (1). A este pasó,
viene a tomar cada día más fuertes, aquella
d lameióu he<vi a por ot ros con el l reí' ia+^,io
de su larga experiencia, de que ninguna relacióu <-,.contacto ha haWiiti eii io tiempos
remotos catre las eivili atci n del norte y
del sud de este continente (2).
.Pero, así como flaquea la interpretación
por este lado, merece que se tema enn atenta
el valor que :mol intérprete ha abido dar a
las líneas y sigilos Ic eogrzíflcos. 001110 ensayo es lo mejor que se conoce, y cuando se
examina desapasionadamente este trabajo inductivo, le es propicia la impresión que deSa en el esp ritti. Por este camino, es posible
[1) Cree Angmnd, con el atlas de tt3cteek en la
nano, que las escu tu de Palenque reproducidas
en io lilxt^arx^ r, x]c, a:aeaac, r e o[, rxZ ', IW Z ^!r LIV coitienen repre enthcio iguales a lees de Tihuanacu.
Aparte de una calera que se dice del Sol (plano xicx)
y que con no poco esfuerzo podría prestarse, a algún
cotejo, lo demás no sdmíte comparación. Y aún trat<'stlds)se de aquella cabeza ¿acaso no es ni ha sido un¡-versal esta nuera de figurar al sol:'-El precioso
ejemplar del atlas-de Waldeck , osea las ^•TIrY.
ches sur les Ruines de Palenque par 4'abW Br t
de BonrLourg, ares d€*sins de M. \valdecl.", P:aris,
I85G, cine hemos consultado en la Biblioteca €úhlic:i,
lleva e n sa portada esta c: icaúoria ant Sgrafa : ',«ffert tina M-usw_'e de Va Paz luir Leouce Aug rand. .aneicn .
Consul gé neral et Ch rgé d' ffair. ou - ivic"_ Uns-
eo e3t tnjero «error entre tantos gneatlgres de
los,archivos lliviana .'.....
) P. .I$src.iss, Catálogo de las Lenguas , Introd.
art. x .-kLuubold, Sitios de las C dilleras, Introd.
pi g. Sl.
qee en ato iejaaío din se rasgue tu-ir fin el velo q,ae cu br et s aa.tido cle st miste it sos
earible aa, como ocurrió con. laos inserí io
ates de les antiguos pueblos de Uricate pero aquí la em presa se presenta raís- á. ua,
ya que, bien o oral, (le egipcios y asir¡- ,5e se
conocía su historia, y el trabajo era más de
confrontación o cotejo. Pero ¡dónde estará la
clave de las ideo rafías de Tilh€uact. acu, esta
tablilla de ta que nos ; ermita péuetrar
con pavo seguro en sus inste zds??. Poiuue, y
; ^ermitasenos repetir: los bajorrelieves de
Tihuanacu son para ser leídos. No coa concebibie que un pueblo que bahía llegado a tala
alto grado de civitrración. según se ve de
sus obras, careciese de medios -gráficos para
fijar y trasmitir su pensamiento. En el viejo idioma: at ríirt uy ium-u, i y el verbo
que expresa la acción y el efecto de escribir:
es I,elkaizr.
Los animales que juegan papel. principal en el simbolismo de Tihuanacu, son el
puma, la macrauchenia. la serpiente (rarísima), el per y el cóndor. N'ó rigurosamente
el cóndor, porque el pico grueso representado en los grabados, así ¡puede ser de este sarcoranfo como tambióu del águila, del loro y
sobro -todo del al t ari, que algún autor
afirma que es el antiguo I•c,.k, el ave sagrada de 1<m incas [i]. Lo propia debe de12J M tr%ham, Po c, -o r., san cíndo€e erróne amente en el P. Dertonio, V<caeb. da ¡u erag. Ayuara.
circe del puma, cuyas representaciones se
colifundeu con las de otros felinos, congo el
titi (gato nmont:és), y con las de otros cuadrúpedos, corno el zorro, el perro etc., habitadores de aquellas partes (1).
. La célebre portada se encuentra ahora
ocupando uu sitio que no le coriespopde.
Allí también la encontró, en el primer cuarto del siglo pasado, uno de los nuis preclaros
varones del nuevo mundo, el gran mariscal
de Ayacucho, cuyo nombre acababa de ganar
la inmortalidad. La encontró derribada y
rota; y después de un momento de muda contemplación, en que acaso el espíritu del prócer americano se puso en 'contacto con la
Ña- nkha de la huasa andina, juntándose así,
en- un rato de supremo éxtasis, las glorias
iun rtas del pasado s, las vívidas del presente, salió en amparo de esta reliquia ancestral, ordenando que lalevatntaran y la preservaran de toda ac -ióu destructora (9). Cutnpliise en parte «el encargo del gran mariscal,
y desde entonces la portada se encuentra er[1] Por mucho tiempo tuvimos en nuestro poder
un vaso. sagrado de madera [pero], donde entre otros
dibujos en colo°es , aparecían estos representantes del
mundo animal, refundidos en tina figura simbólica, algo como el dragón chino o la hidra tebana , con la cabeza de puma, la cola de serpiente , el cuerpo escamado
corno el pes: y los pies y alas de cóndor . Este vaso fué
obtenido en Juli , pero nunca pudimos saber dó .de Labía sido encontrado.
[2] Rey de Castro , Roe, del Tiempo Heroico,
págs. l3y91.
guida donde la dejó. Pero ese no debió ser
el lugar de su primitivo emplazamiento. Observando-la hilada de raf<s que de allá sigue
al sud, nótase entre la sexta y la séptima - olummna, nornuy.distante por consiguiente de
su actual posición, un claro espacioso (tn.
9.75) que coincide con la calle o avenida in'terior de IKalasasaya y el vestíbulo o paso al.
llamado Palacio. CNTo habrá estado originariarrmente en este punto la Puerta del Sol?
Antes de pasar a*otro asunto, deberemos
hacer mención de los pocos bloques, no más
de tres o cuatro, únicos trozos de piedra sin
labrar que se encuentran esparcidos entró
las ruinas, pero eri sitios que hacen entender que nunca hicieron parte de ellas. Algunos alcanzan hasta trece metros de longitud, y todos afectan la forr a de paralelelípedos. E'tán bien piconados, y muestran
sea'iales de haber sido transportados de lejos.
Han servido de tinotivo, para porfiar en que
los edificios de Tihuanacu quedaron. inconclusos, inducción que tiene en sí poca fuerza. Al observar el bloque que se encuentra al noroeste de Iialasasaja, se descubren
Hondas canaletas como si se hubiese intentado dividirle en cuatro, o más bien, coarto
si se hubiese comenzado a esculpir una estatua. Otra piedra, a la que alguno le encuentra la forma de un bote Í1], parece ser
(11 Squ4e:, Perú, Incidente etc. loe. cit.
112 el bosquejo de una figura zoomorfa, como
1im muchas, aunque de reducidas dimensiones, entre el número de esculturas que se
han hallado. Pero estos trabajos a medio
comenzar, podían indicar cuando más al 1iou1bre de Tihuanacu en la plenitud de su actividad artística, .entregado al embellecimiento de, la tn-be, agregando a sus extrañas esculturas otras y otras, acaso para la representación de nuevas ideas o el recuerde de
liueva.s hazañas.
Las piedras de Tilluanacti, por logene-ra1, son areniscas rojas o rocas traquíticas.
No hay por allí canteras. Las transportabao de grandes distancias: las primeras, con
tteia probabilidad, de Jaimilimm¡1Ilil, una abra
que separa el Guilla del Quítisachata, y las
segundas, del Khapía. Ahora Mismo, en
las faldas del Khapía, que se supone sea
un volcán apagado, se ven bloques tirados
en sitios que acusan haber sido aniig;uos caminos. En Jairihuilll.i estas muestras ^r, presentan inucho más claras, pues el ca., ¡ o parece un talles de picapedreros, donde hilos
bloques están solamente cortados y otros
a medio labrar (1.).
[1] Informs. tierbs .-`.Las ruinas de Tialmanacu
son de lo más interesantes desde el punto de vista (le
la procedencia de los enormes bloques de piedra que
encierran. Los grandes monolitos ele arenisca roja
de Tiahuanacu [como los de los antiguos templos de las
islas de Avgachi] son ciertamente, de la epoca perm(>-carbonífera, y todas las colinas (le los alrededo-
f,Cómo transportaban de tan largas distancias violes de tanto peso? O tenían en
tuso inedio^ mecánicos que nosotros ignoramos, o nada les importatían los más rucios esfuerzos y un gasto considerable de tiempo
con tal cie exhibir en sus obras el sello de
la grandeza. Una explicación satisfactoria
aún no se ha dado.
res ofrecen a la vista piedras idénticas, de tamaño menor, es verdad, pero de la misma constitución minera1„^giea. Otros grandes bloques visibles en aquellas
ruinas son negruscos y formados de tina roca eruptiva traquítica. A pesar de mis investigaciones, no he
podido encontrar ninguna erupción semejante en las
inmediaciones: esos bloques deben proceder probablemente del norte, y datos debidos al señor Bandelie r
me hacen pensar que los traerían del estrecho de Tiquina". A Dereinis, Informe Geológico etc. 1903.
CAPITULO IV
St I.iltto.-l<el ,sentido ctimulé[tico del nombre oc Tiliuanacu.-Esfuerzos infructuosos ele la filología para, crcoutr,u"le.-Las etiu,olot,,ías klteshuas -La,., etiuu,`>gía .,};ragua .-l)nd;: sobre la prirtitividatl de a;tr
nonibre.-Si el original sería Chucai,na --El nombre sic
Hm^:aiinitrc t.-Los huri,t+^as
los macbztInts.--La :intiguedad de ''ihuanaca.-Algunas investigaciones para
deterni Liar su edad probable.--La Chamajpacha y el,inito sobre el reparto del mundo.-El gran"señor Hiivust!,s.
Parten de Tihuaunen los fundadores de puehlos,llevando
consigo las ii;Eluencia de su civilización.-Ouiedes fueron cabeza de ?as nuevas nacionalidades.--Lo que a¡con las tradiciones acerca dei origen ¡le Tihurtacu.
-La pretendida inmigración de ]os hombres blane.,s
y barbados.-Algunas hipótesis._-Su falta de fuerza
probatoria.-;Pué Tihuanacu la capital de un imperio
o simplemente un santuario?-Encuéntranse restos de
la civilización de Tihuanacu en sus innted -aciones y (u
otras comarcas lejanas.-La laguna de U rnayu y la pcmínsula de Sillustani.-Sus torres funerarias. Posibilidad ele que Sillustani hubiese sido el pauten ele los se.
llores de 'Phuanacu --tic^cesu,ad de anee., . Tientaciores para est:ui,ar 1 ,lnrutacu.-I, u ensayo c:. reconstitución histórica.
(lile'
Coll la esperanza (le hallar al guna luz
contribuya a descifrar el misterioso orir
gen ele ihuaiiacu, se hall contraído fuerte lnente muchos escritores. filólogos o Via,jert,s a ils ar el sentido etimológico (te este
mc,lubre. Las opiniones, como era ae es})(-rrarse, discreparon desde la partida: quienes;
--- 11 5 ---
le asignaban un origen kheshua y quienes
le atribuían un origen aymara. Y cono en
uno *y otro idioma, hay voces iguales a las
que da la descomposición (le aquel nombre,
el debate no ha dejado de ser interesante y
sostenido, pero también deploratnente estéril.
Sin duda que es tentador, sobre todo
para imaginaciones vivaces, el campo de las
etimologías en que como en terreno propio
ejF rcita su acción la filología aplicada; pero
no siempre sus resultados son completos,
ni ofrecen seguro derrotero para la investi(;ación de la verdad. El buen sentido aconseja que se busquen las soluciones etimológicas con cautela, sin dejarse arrastrar' de
prejuicios, que ordinariamente precipitan
al error. Y a este respecto, los eti^ nologistas americanos están arreatados a proceder
con mayor tiento. por lo ^ nismo que las lenr,guas del continente sobres ser, como las demis, susceptibles de alteraciones fonéticas
y lu:sta de alteraciones de sentido, no han
contado con el auxilio (le la e,:tritura alfahéííca que. al hacer el análisis de, los sonidas, las tija y caracteriza a través (le los
tietn pees y las evoluciones sociales.
Dos son las principales opiniones entre
los que hacen derivar del l:hesliua el nombre (le ' 'ihuanacu. Según la primera y de
más antiguo discurrida, =t¿ palabra se
compone de dos voces, de segunda persona de imperatvro del verbo reflejo tiacui
llG que significa sentarse, y (le Tzuanacu, que es
el nombre de un ágil rumiante muy paresido a la vicuña, el ^uc%e^aia iiuanacu. Tiakuanacu querria decir literalmente «Siéntate lluanacu», palabras que se cuenta, fueron dirigidas por uno de los incas a un propici o chasqui, admirando la celeridad de su
carrera (l .).
La segunda supone que también se deriva de dos vocea, de tiia, corrupción de tiya o tilda, luz, y de - h-^^anuc, participio del
verbo htiaTau, morir. De modo que el propio
nombre sería Tíih.uanetc, que singifica «Luz
moribunda» (',^^.
[1] Esta, etimología y la leyenda que le da origen
han siclo invariablemente atribuidas a (.xarcilaso piir
los escritores contempor+neos. siendo así que, aquel
nunca dijo palabra al respecto congo tasanpoco dijeron nada sus predecesores Cieza, Acosta,. -Cxut.iirrez
de Santa Clara, Liz;írrarca etc. etc. Es el P. Codo el primero que nos hahla de tal . etimología en su
Hist. del Xuevo -N.luncio, lib. xii. cap. xix. asegurando
que Tihuanacu se llamaba antes i^a^^jú^ulcc. Otro autor de la misma época, el P. (Oliva, repite la misma
versiún etimolécrica, pero refiriéndose al mea Sinchi
Ruca, y né a í^ir.ita Kleípaj, como quieren a,li .!'"s que
citan falsamente la autoridad (le el
P.`Oliva, Tihuanacu, antes de la íaziposicí^'^n de este
nombre, se llamaba l'iieeoiu
hist. dei Reino del Pería lib. 1, cap. °, p:írr. Se nos, ocurre que tan pc
regrina etimología haya sido inventada, por los primeros espaaioles que se aavecindaaron en Tihuanacu, no teniendo nada°que ver con ella el calumniado Garcilaso.
[2] V. P. Laípez, Les Paces Aryennes du Pérou.
jparte ii, chap. u. Conté L'pez, para la traduceién al
francés y la impresién de este trabajo, con el auxilio
del célebre egiptólogo y orientalista G. Maspero, en-
—l"~
- 117 Las opiniones sobre las derivacidii s,
aymaras son igualmente dos. Una de
cree ver en ti la raiz aymara tan repetida en
el tien de la China , el teotl de Alé xico, el ticsi- pertiáno, el tlieos griego, el dcics latino y
el levan sánscrito . Tirvan sería «de Dios
es», .y aca , el pronombre «esto». Ti,^cana
ca, «De Dios es esto» [1
La otra etimología, que es la Inés reputada, consiste en que aquel hombre proviene de tliíe sustantivo que se traduce por
borde o ribera , y de ILUañako , O irtiei1 io pasailo del verbo d esecar,
Así, Tlt•l (CILUC1llal`O
serla «Bord e desecado» (2).
Los e c rit. Ores modernos , en vista de esta iiltiina interiretación , han dado por de s Cifrado el eli iguia, e ol ieret2í. lidose ya a Iil e iclonar siinia rianiiente las anteriores opinio-
nes por vía de enniición. ti a, copiarse. linos
tonces inny joven (18631, Pero éste nunca pudo convenir con las lucnbrapiones dcl erudito arjentino,las cnales, conuO observtu;í. el lector por las citas que Venimos
Haciendo, son de rnuy pocopesu.
11 Villainil de linda, La Len ria, de Alón, phg_
?1i, Añade este auto= que el nombre del templo 1)evapragaya. al que el sacerdote (le Bralrnra le atribuye
rola antigüedad de nGs de diez rail api)a es una simple tradaecimn o reiteración en (üalecto índico del nomel verbo u^^r^r(icn, p la
bre de Tivvanaco : Ti o
partícula causativa ida. /hri rr^,^ n ^^u o J) rup, al/(r_
yu derivado de Tin-anaca. o cap . lo y ti nido de cm
[2] J. It. (xutiürrez. cit. pu: —rr. N. Acosta.. Brearon, La Puente etc. etc.
r
a otros. La consideran en consonancia con
la rlaturalcra del terreno y el aspecto (le la
localidad. I.lio parecí+ así. El lago deTitic.aea, como hemos hecho notar, está eapterirneentado un constante decrecimiento y apartándose cada día (le sus auti `nas orillas, y
hasta se pi-tecle aceptar, aun cuando de ello
no haya vestigios. (1ie los obreros (le Ti.huallaeu ejecutaron en ftclltel punto un trabajo
(le desecación, 11reparatorio o c')mldenlental'lo (le la i^nnt1aC10ti (le la C'llií a^i. Pero sería ba Cante avente cado afirmar. q m, cualqliiera (le estas (tr('Ullstitn('lit^, y'ii SÍ-t está,
obra (le (l< ^st-ca(icili, ya la -m en g ua, natural.
las agitas, l,erceptib l solamente en un
largo decurso de tienlllo,^hubie e dado el
nonlt)re a aqueila iitetrt^11,11i.
drlnás. y estll es lira
(fue
no
111V) en cuenta e l etinlolooizad(^r ni lka lielien sus entusiítstas scc ¡are : al (lest'Oili1)o
11NI, la
palabra t'llt.%Ir'(92C1C1<' en Io5 vocablos
j//Í((
/))/(Iltcr lc'U. V 111t"^i), al col tulunarlos pa-
de
1 1 t^oi'niar
(.011
(í)tl
la
rlio
c- e lloltihrE', trlularoll.
v
cialtllellte su recta l)!'(1ll lluciaciuil.
r
%'o-thí({ sería y I)tl _j/Gí, ^Z.1CC(ü(U:'o.
io t 1-
puesto que
^ fl ayii1lia el cniilicativo se antepolie i;l
Nistalltl^o, regia i vnl'121b e de C'Oli;'trtlc_'1On
V c1e aplicación 1'.` llrUSa Cll la i01'lnaci(1ll de
palabras cotllpilt. las 1 ). Fan ant l,jadi?a
[i.j in^bn eliutoln (lzatlnr ha chocado tanto contra el t`oneC'^^tuc, ayma a como uilltíítrer al prrten-
-
1 1^
-
resalta. pues, esta etimología como las anteriores, y talnbit^n, como ellas, insuficiente para la desciración histórica que se busca. Mueno tienen que hacer todavía les filólogos
hasta dar con el verdadero significado de este
nombre, que se ha hecho no menos obscuro
que las riiismas rumias (1).
11-- qu e %;ría-¡rtta,^crí,r> suene loznisn?o que :''i-/nrtrtu!t tt
,) Í'i'e-htrcrneee. En /hía en vez de ti o lía, la t natural
;;a sialo trocada por la th aspirada. fuerte, y en lractfí,,, u can voz de httattactc In tt por la fi, la. cr por la /° exoiotiiV;r ylar u por la o. Wieuer, sin entender del ay—?araaran cosa ni mucho menos, critica juiciosamente estos cambios, y declara que para dar con aquella
eti?a ulogíaa, hubieron de hacer pasar a, las voces en
eueestia,n por una verdadera tortura. Pérou et Boli..
ie, prona pat'tie, párr. xXII.
(1) El astr,,nomo R. Faalh, que tanto clió ene 2aablan• hace medio sirio Cien su:+ teorías y laro^^hsticos
soi;Pe el tiempo> los feníme?nos que se refieren al
^uita_nisn?o, encuentra bajo la figura central de la
2 0? tarda ?nonnl tica, toda una inscripción. en la que
rtoe deacifrar con completar se uridaaei, las sílabas tia,
Dice qne estas silalbas, (10 cualquier
modo que sean tornadas, ya sea cada una por sí sola,
o lar primera o segunda juntas, o lar segunda o tercera
e, n?lan^utaas. o todas leídas en orden inverso, tienen
siou?pa•e el sentido de acli,it en aquel idioma descorro.
cirl+') que. -egnn U:arcilaso, se hablaba en la corte de los
u t que hall> )e Iiatra idümua preincaísicc^. Así
larprin?era partícula. /ia dice rucio; la se unda,ahttrr,
dice agmi; la tercera,rantt, dice agua: la cuarta, juii tt, dico (tyoa. . Las dos primeras junta,, tialma, dicen agita
aiiniti^a o leche; la segunda y la tercera .juntas, haao , dicen lluvia ; j a ítltimaa, en Mn. •jai u, leida in"wsaaztaente cu?,to sil tri, dice ,carta,;
nombre del rio l7•a,tl
ati, en el idio.na nrcina^:íic:a, ,
11),,a de las
_ lmaanaque l alb para el afilo 1' , 9. Laa Par;;.-.annn.ci5
Fa.2b, ct"u *. ueno nfa is, ilaher descubierto ese i,.lio-
- 1`10 Acaso '1' ihúauacu no se llamó así originariamente , sino en una é poca posterior a
la de su florecimiento , tal ver cuando aquel
vasto escenario , abandona.-lo y reducido a
escombros por consecuencia de algún terrible trastorno social o político , presentaba
ya el aspecto de desolación de los tiempos
prese1:tes. Nos iudnce a emitir ta. 1 sospecha, aparte de otras consideraciones, el umisino te; rnhino de tihuana con que en aymara
se designa las hiedras o cantos plantados
Tih,uancaca, es el
al borde (le los ca)niuos.
plural. .Y este nombre primitivo- no sería
Ch,ucahua cono asienta un autor bien informacio de principios del siglo x vrr [11, o bien
f^tü ieaiana^ ca , que así se Llama todavía la
parte del lago s obre. cuyas orillas se levaugin preinc^íico, y uña ofreció revelarlo desde Europa.
1'Ublic,) allí, en efecto, arios después, en cumplimiento
(le su promesa, dos libra:, —Das Land der Inca-in-'
.eincr i;edeutung fuer die Urgesclúclite der Sprache
iui(1 `elirift" i - 1. Y —Dio Ancles-^pi a-ches in ilir. i usan?u)ruihan^^e ni. (1, semit. ^rachstauuu".:i f: il)zi^ . t am1),)1 muy poco o —. . estimados hor ros aruericani-.ras. v tle nu.,y difícil lectura
a. juicio de ell<^s. De los toles se colige. que c<.ntienen demostru< iones pura probar que los idiomas undinos son ele procedencia semítica, eso es, el mismo
tropa con t uriantes, acariciados por V. F. López.-Por
lo dem:is, para Falte, el p^"ártico monolítico es un monuuniento connienioratie.i dei .111piter T m;wfe?
1] I'usso (e1 incal a las partes de Ty y ay \ annen or ver sus edificios que antiguantente llamaban
C:hueava, cuya ant.i,^uedud nadie supo determinalla''.
P. (tliva, llist. del Ucino. y Prov. del Perú, loc. cit.
- -1.21
taba la gran ciudad? Bien pudiera una investigación filológica de estos nombres dar
mejores resultados que los alcanzados hasta
ahora con el de 'Í'ihuanacu (1).
Desgraciadamente aún no se. ha hecho
nada sobre el particular. Este nombre de
Chucaluca, sin embargo de su fonetismo enteramente ayniara, es de un significado tan
obscuro, que apesar de nuestras diligencias,
porque por más (le un motivo seduce y atrae
fuertemente nuestra atención, no nos ha sido posible dar con él (.;). Al contrario, el
(1) La sospecha de que el nombre de Tihuanacu
es relativamente moderno, 4.ánla manifestado algunos
historiadores y cronistas antiguos, ul propio tiempo
-fue reconocían que esas ruinas eran en mucho antoriores al advenimiento de la dominación kheshua.—El nombre que tuvo esto pueblo antes que fuese señoreado de los incas, era Taypricala, tomado de la lengua avenara, que es la materna de sus naturales, y
quiere decir —la piedra de en inedio" ; porque tenían
por opinión los indios del C%ollao, que este pueblo estaba enmedio del mundo, y que dél salieron los que lo
tornaron a, poblar. P. Cobo, Hist. del Nuevo Mundo,
loc. cit.-Ya hemos visto en otra nota, cómo el P.
Oliva dice, que antiguamente se llamaba C'haacara ; esto es, Chucalrtia, ya que en los idomas indígenas del
Períi andino no existen la b ni la r, y era común error
en los escritores de aquella época trocar las sílabas
diptongales hua, hue etc. por las simples ra, re etc.
(2) En la edición Pazos-Varela de la Hist. del
Perú del P. Oliva, se ha puesto equivocadamente Chee ra por Chucara, que es como aparece en la correcta
edición francesa Ternaux Comparas : y tomando pie (le
este error algunos filólogos p" - ::unos contemporáneos, mas ingeniosos que ontend;cios, han etiniologiza.do, diciendo que esta voz Ch.ucara viene del kheshua
1a
- 122
de Huiñaizmtarca es bastante claro y signíficativo, y quiere decir en aquella. lengua
«ciudad antigua, eterna». ¿Habrá recibido
Tíhuanacu este nombre por las mismas circunstancias que Roma, es decir, como una
consagración reverencial de los tiempos a su
larga y gloriosa existencia? Pero hay algo
más, y esto puede sugerir consideraciones de
diverso orden. Al otro lado de la serranía
ds Quinsachata, como si dijéramos a espal
das de Tihuanacu, se extiende la dilatada
región de Hac/iaka o l^larhakamarca. El sentido etimológico de este nombre es de «pueblo nuevo». No desdeñen este dato los aficionados a extraer a expensas de las aplicaciones filológicas, revelaciones de la vida
pretérita de los pueblos; pues aquí tienen,
de pronto, a los huiitccz/as y los maclhakas, los
antiguos y los modernos, transparentando
c.on sus solo-4 nombres algunas de las fases
o situaciones por las que posiblemente pay que es una contradición de cirzci+r a rzr.^, o s - los
diez hombres" o confederación de las diez tribu
-Es notable la constante repetición de la partícula.
inicial Chue en la denominación de los más antiguos e
importantes centros de población del Pera : Clruc•uith,
Cirecllrrc*, Chur uura, C/.'uquhacurcu, Chuqu¡elri> arr, Chrerluichuccc, etc. etc. El nombre indígena de la ciudad
de,La Paz, que no es Chuquiabo o Chu.quiugo como decían los primeros espaiioles, ni Chcequillctpo, Chuquiapu o Chchol,eycrlrrr como divagan los etimologistas,
sino Chuquiahu, antiguamente pueblo de los pacajis a
la par de Tiahnanacu, no deja de tener cierta analogía Con Clturahtra-
Íw^^^s^R'G^*'r
- 123 só la vida andina: quizá una lucha de predominio en que se vieron empeñadas aquellas dos sociedades en estas tierras de Pacaji, o si se quiere, el advenimiento en Pacaji
de nuevos elementos étnicos, los que, si no
destruyeron o suplantaron a.los viejos, acabarían por emplazarse junto a ellos; de todos
modos, uno de los episodios más interesantes de la historia andina. Ahora mismo los
°?,iac/ta/cas, como si estuvieran cumpliendo
un mandato tradicional o dando lleno a
una ley atávica, son los agresores sempiternos, los más porfiados rivales, los más enconados enemigos de los tihuanacus o huiñayas.
Apuntamos estas observaciones sin otro fin
cine el de recomendarlas como un tema de
estudio, El asunto es nuevo, y promete (1).
Entre tanto y hasta los momentos presentes, sólo tenemos recogida la triste experiencia de que el trabajo de descifración del
nombre de Tihuanacu,ha sido un fracaso. Pero fracasos de este linaje vienen repitiéndosecasi en todas las ocasiones en que se tra
ta de etimologizar los nombres más autiguos de las tierras andinas. Para tranqui-
[l] El distrito de Machtlka, qne se extiende sobre las dos mírgenes del Desaguadero, comprende los
actuales cantones de San Andrés, Santiago y Jesús..
Son pueblos belicosos, ricos .-n ganados, y sostienen
bravas disputas territoriale> :,om sus vecinos. Objeto
y fin de su política, es el dominio de los dos flancos o
vertientes de la cordillera de Quinsachata.
9
- 1 24 liza,' a los etimologistas , qae no se conforman con las decepciones que la rebeldía de
aquellos nombres les hace saborear, habrá
que récordarles , que el sentido original de
los vocablos suele perderse o transmutarse
en el transcurso de las edades. Y también
¿porqué no pensar en la. posible preexistencia de alguna otra lengua, de la que las
vivientes sólo fueran sus derivaciones inmediatas? Pueblos prehistóricos , ; monumentos
prehistóricos , reliquias prehistóricas , mitos,
fábulas, leyendas, todo ello se va extrayendo de este mundo sumergido en la noche
(le los tiempos ; pero ;qué es de la lengua
coetánea , la lengua 1 ) rehistiírica?
Otros estudios y observaciones pueden
ser más fructuosos para el esclarecimiento
ellos
de los orígenes de 'L`ithuanacu , y si b
no han sido acometidos todavía con amplitud y suficiencia que el problema demanda, hay sobrados motivos que nos permiten
esperar, que futuros exploradores, arqueológos sobre todo, tomen a couciet ', — a esta
tarea de altísi m a sit nificacióu no solo para
nuestra historia sino también para la historia de la humanidad.
Se tiene, desde luego, como cosa evidenciada, que rfihuanacu ha sido una de las
mansiones humanas loas antiguas del mundo. Lo que aún no se sabe, es el núuuero de
años que han pasado por ella. Ciertos cálculos hechos a modo de ensayo , han dado
125
cifras inesperadas. Así, habiéndose - practicado unas excavaciones en distintos sitios,
se ha visto que sus primitivos habitantes
ocupaban un suelo inferior al actual. El
espesor de la capa sedimentaria, que ha venido acumulándose en siglos, es de más de
un metro. Comparando este espesor, dentro de las condiciones topográficas del lugar,
con el detritus depositado en ótras antiguas
ciudades cuya época de destrucción es evidentemente conocida, resulta, que siglo niás
o siglo menos, las ruinas de Tihuanacu cuentan cerca de cuatro mil años, esto es, que se
remontan a las primeras edades postdiluvianas y que son contemporáneas de Nínive
y Babilonia, los centras más antiguos (le la
primitiva civilización del hombre én el viejo mundo (t). Naturalmente este cálculo,
en cuya ejecución no ha habido prolijidad
ni cuidado, no es ni puede ser exacto: pero
el procedimiento es bueno, y siempre suelen
[1] J. C. Manó, Las ruinas de Tihuanacu etc. —La
Reforma de La Paz, núni. 712 [1877]. Es interesante
el examen comparativo que Manó hace de lis ruinas de Tihuanacu con las (le Astapa y Ventisponte,
en la antigua Bétiea, estudiadas por él largo t'empo,
según dice, desde el punto de vista arqueológico. Destruidas estas ciudades romanas algunos años antes del
principio (le la era cristiana y siendo casi idénticas a
Tihti:uanacu:sus condiciones orc, *r.ífiea y vegetativas,
se ha elevado el suecon excepción de la itltura,.aper
lo urbano a poco más de tres cuartas por tórinino
medio en.dieeinueve siglos , mientras que en Tihuanaca la elevación excede de seis cuartas.
inspirar confianza los cómputos cronológicos
realizados por su medio, sobre todo si los
resultados acaban °oncordando con los de
otra clase de experimentos. Fuéraio, por
ejemplo, para el caso que nos ocupa, la averiguación del tiempo en que las aguas del
Titicaca han podido retirarse desde Tihuanacu a la distancia en que actualmente se
encúentra, cosa no muy difícil, ya que es
posible observar hoy mismo el retraimiento
temporal de estas aguas. Por cierto que
tales operaciones demandan una consagra.
ción especial y un tino exquisito, que no hay
esperanza de verlos emplearse todavía, dada
la manera con que se ejecutan los estudios
que a esta ]:)arte de nuestra América atañen (1).
(1) Sobre el supuesto, poco seguro, de que los edificios de Tihuanacu hubiesen estado niate.m<íticamente orientados, un entusiasta tihuanacólogo ha observado la diferencia en la oblicuidad de la ec?fptica, al
23 de septiembre de 19079, y calculado la e(L, le aquellos en 10.000 arios ! A. Posnansl y, Guía ci ' i i^.uanacu. 1912.-En momentos de poner en prensa el presente pliego, llegs, a nuestras -manos otra obra (le este
mismo autor, titulada "Una, metrópoli Prehistórica
de la América del Sud", Berlín, 1914. Tomo i. Es
un grueso volumen, (le mucha apariencia, gran formato v esmerada impresión, escrito en dos idiomas,
alein:íu v castellano, y exornado de copiosas y nítidas
ilustraciones, cromos, grabados, fotograbados, que reproducen con exactitud irreprochable cuando hay en
Tihuanacn digno de observación y de estudio. L.ístima que ahora, por lo avanzado de nuestro trabajo,
1
2
7
-
T 'ra el andino la antigüedad de Tihuanacu se remonta a los principios del mundo. aunque las leyendas que a este propósito se cuentan no se hallan enteramente
conformes, las más coinciden en declarar,
gire de los hombres allí aparecidos arrancan
su origen las naciones, los pueblos y las razas de la tierra peruana.
Se saca (le ellas que Tihuanacu, centro
del mundo, existió desde las primeras edades,
o sean las de los tiempos obscu ros, la charruijpack, ct, en que la humanidad vivía en tinieblas. Llegó entonces, procedente de la
isla de Iticaca, el dios señor de la tierra, autor
del universo. Estaba descontento de su prilnera creación, y quería poner en orden al
mundo. Comenzó por alumbrarle, haciendo
el sol, *la luna y las estrellas; y luego de haber exterminado a la gente corrompida por
diversos medios y principalmente por un
gran diluvio, esculpió en piedra unas figuras humanas de gran tamaño y las despachó
a distintos lugares para que, cuando sus
mensajeros pasaran por ellos, se animaran a
su voz y fuesen cabeza de naciones. De esta manera se realizó la segunda creación, y
quedó hecho el repartimiento del mundo (1).
no podamos utilizar las cosas buenas que debe contener seguramente el texto de este libro, cuyas ilustraciones constituyen por sí solas tod, un tesoro para
la arqueología.
parte iu, cap.
[ 11 - Cieza de León, Crón.. del Pei
v.-Betanzos, Sutnma y Narr. de los Incas, caps. I y
Sobre el nombre de este dios de los
tiempos primitivos hay una aparente disparidad entre los autores que le mencionan;
pues, mientras para. unos es Cor^•-Illa-Ticsi,H?a.irajoclaa.- Pacluryacli-acltil;o solamente i GlcaTiesi.-Hui:rarjocli•a, uno más que licsi Hzrirajoclzca. para otros es IHiiirajoclaa.-Pachayacluícliij, o simplemente Paclaayacluiclaij; no
faltando tampoco quienes afirmen, que le
llamabas Taáépal, Tuapaca, Arnahua o Tlüauupa. Pero este es asunto que le trataremos después, declarando desde luego que
su nombre propio es .1ui.ra^oclaa. Por el momento tiene su importancia lo que otro historiador nos dice: que el gran señor de todo
el inundo. autor de aquel reparto y que vivía en Tilinanacu, fue fluyustus (1).
Ningún nombre como éste ha intrigado tanto a los tihuanacólogos. Hasta su es--
ii.-Sarmiento de Gamboa, Iiist. Indica parte ii, párr.
vi.-Garcilaso, Com. i-1eal. parte i, lib. i, cap. %riu. P. Cobo Hist. del 'Ni,,~ Mundo lib. tic, cal). xix. P,
C'alancha, Coron, Moral lila. ir, cap. Siv.-P. ^ e niel,
D:Is. lib. i, cap. 1.4. in Calancha, lib. ii, cap. x, •. L. etc,
1] —Luego cüuidio [Sinchi Ruca] el Rein(i en cuatro partes que son las mismas en que el gran Iquyusrus antes que c:)n.ensara a reinar su padre Manco Capas lo auia repártido que por no causar fastidio dejo
de referillas aquí". '.Paso a las partes de Tvyay Vanucu:......cuya antiguedad nadie supo dete.rminaila. Mas solo que allí vicia el gran señor I3uyustus
que decían era Señor de todo el mundo". P. Oliva
ITist. del reino y Prov. del Perí:, lis. cit.
S
- 129
tructura casi latina ha sido motivo de no
pocos comentarios. De otro lado, la calidad del escritor aludido que así le exhibe
sin más explicaciones, sus fuentes de información, y el caso de que nadie antes ni después de él nos hablase di, tan misterioso
personaje. son circunstancias que ponen en
conflicto y aguijonean fuertemente al espíritu investigador. En medio de la profunda
obscuridad que rodea a Tihuanacu, el nombre del gran seíior Hztyustus aparece como
el principio de una revelación, como un rayo de luz, como una promesa de futuros esclarecimientos. ^,IZesponderá algún día a las ✓
esperanzas que nos hace abrigar! (1). ,,,,; %• 2a ..
Los mensajeros celestes a quieués tocó
su lote en esta distribución, fueron tres o
[l1 P. Oliva, Hist. del Reino. y Prov. del Perú,
loe. cit.-El P. Oliva, de la Compañía de Jesús.v natural (le, N.ípoles, vino al Perú en 1590, y desde entonces hasta 1030, se ocup í en la, composición de este
libro, aprovechando de las informaciones que recibiera en los valles ,ie Cochabamba, del viejo cacique y
i1uipucamaFU Ca.tari, (le los papeles originales que le
<liú en Chuquisaca el canónigo Bartolomé Cervantes v
de cuanto pudo encontrar en los archivos de la Compaiñía (le La Paz, rica en tesoros bibliográficos ; de modo
que la mayor parte de sus fuentes de información procedieron de este lado del antiguo Perú,o sea de los pueblos que vivían bajo la influencia de las tradiciones
.tpniaras• - Tornando al misterioso f!«yustus ¿no será
que esté mal escrito este nombre? en aymara es
"casa grande, palacio- ; z^,r/zrsc t'f(r. luiere decir ''estoy
albañil arquitecto", Son
edificando" , ^^+/r!e/ i i,
voces que consuenan bastante con aquella.
^í'f'vW'" ^e.^r^^-, 4.^Tbh1c^+
'Jn rr?" !. _^^•' ^y...t_".
--13U -cuatro, o acaso más (1), según la versión
kheshua, que nos comunica un ingenuo historiador por cuyas venas corría la sangre
ilustre de aquella raza, correspondió la parte septentrional a Manco Kkápaf, la meridional a Colla, la del levante a Tócay, y la
del poniente a Pinakarua .(2). El Sol, prendado de Manco Khápaj, se fue tras él y le
tomó bato su protección [31.
Este mito de Tihuariacu sobre el reparto del mundo está intimamente ligado al
mito de Iticaca, o si se quiere, no es sino su
[1] Garcil ., Com. loc. cit .-P. Oliva, Hist del Reino y Prov. del Perú loe , cit.-Otros autores no determinan el nírmero (le estosmíticos mensajeros o le reducen de su cuenta y riesgo, para concordarle con sus
preocupaciones religiosas : " Los cine habían imblador
estas tierra s eran descendientes del que se iiln•o on
las aguas del diluvio que auaago al inundo, i que
aqueste repartio la tierra en tres i j:os, i los que aca
pasaron , les Cupo ensoiiearse cestas, que corno dejamos probado (le la Escritura , fue Iapltet tercer ijo de
Noe". P. Calancha , Coron. Moral, loc. cit.
[2] Garcil . Com. Real loe. cit.-Nadie, fuera de
Garcilaso , repite estos nomb res ; pero en la ueva
y a^
Crónica y Buen Gobierno " de lluan ar- Pomo
la (1613 :' x, muy interesante manuscrito recién encontrado en la Lihreríat Real cte Copenhague , del que conocemos un estracto hecho por Pietschmann. hay al
respecto una aigrittca.ti^a referencia. Dice aquel auter, que el reinado de lo soberanos del Cuzco fuó precedido por el de CrcJ,uc incfu; '1'!ieeij aupar Pinar( c• crj;ae'
(. rl. Huarnan Ponia , como Garcilaso y Yaachucúte^
Salcamayhua, era peruano , pero pertenecía at la dinastía de Allauca Hnnanuen que g<rbern() el Chinchaaysuyu.
[3] —El Soi se fué hiego rol Indio Mangocapuo, i le
P. Teruel, ols. lib. . lib. r, cap. 1 4 , in. P, Ca-proij,;"
lancha , Coron floral, lib. 11 , cap. x,
r
- 131complemento; y como el conjunto encierra
en substancia los misterios del génesis andino, volveremos sobre él con el detenimiento que merece, cuando hablemos de Itic.aca.
Pero lo someramente expuesto basta para
entenderle. Es una ficción alegórica que
viene significando, aparte de su sentido teogónico de que despees trataremos, cuán obsr^urecida por el tiempo se halla la historia
de, Tihuanacu, y cómo los recuerdos de la
vida peruana comienzan solamente cuando
aquella metrópoli había terminado el ciclo
de su existencia. Tihuanacu, según esto, se
extinguiría por dispersión, y sus partes, que
el vendaval diseminó y arrojó hasta bien
lejos, irían a constituir la cepa de nuevas
nacionalidades. Es entonces, al formarse
lccs diversos pueblos que más tarde recogió y
asimiló a sn cetro el grande y poderoso inlperio del Cuzco, que acabarían los tiempos
rle la cha ^ n,^ jpacha, y que empezaría para el
n ^^ nuío la nueva era, caracterizada por una
nueva, civilización y sobre todo por un nuevo concepto religioso, nacido y extendido a
les iuluJos ele l,a luz v el calor vivificante y
fecundadte fiel dio; Sol.
Concuerda la fá^nla con las revelado-.
^ies que nos ofrecen los restos arqueológicos u ^ ás antiguos que yacen en diversos lugares del Perü. Por ^ nuclio que se haya
querido sostener que el irte de Tihuanacu
le es peculiarísimo y que nada hay fuera
--- 13 3 -que se le parezca, ya hemos visto que otra;
comarcas contienen restos que acusan una
sorprendente, semejanza con aquel arte, y
que, si no fueron obra de las mismas manos,
pudieron serlo, por lo menos, de sus discíDe aquellos restos
pulos o des endientes .
hemos presentado atrás muestras notables
encontradas en Pajelia, en Cliavin , en Ollantaitalnpu etc. ( 1). `i, volviendo al terreno
poco firme , pero bastante revelador cle, la
fábula, hallaremos también que las tradiciones de estos lugares concuerdan igualmente
con las de 'I' iiluai ^ ac ^ l. En todas partes el
constante mito de una nueva existencia, post erior a - la chamajpacha o derivada de ella
?]: en todas parles las piedras tornándose
gentes o las gentes piedras: en todas partes
saliendo de las pellas, de los manantiales o
(1) Sobre la inth:encita de la cr itera de Ti1 nanaeo
en la región del noroeste argentino Juiny. Cata marCa, etc.; y en Chile [dep. de Vicuña}, se Len hecho
observaciones recientes, do que di('> prolijo-i ,,,.rata el
doctor Debeneditti, de Buenos Aires. en el ^? ^ reso
Americanista de Londres (19131. ' En el arto hrecolombiano del Noroeste Argentino, dice Debenedetti, ha
sido posible aislar los elen ^ entos propios de los adquiridos por influencia extrai`la, y una parte de éstos referirlos y vincularlos exclusivamente al período en que
dominaba en toda su plenitud el arte y la cultura de
Tihnanacu'', International Congress of Ameri{eanists,
Xvnl session. pan. 299.
[2) Los kheshuas hablan también de una edad, la
F'^n u>>parha, literalmente ',tiempo del desierto o despoblado", que equivale a la rhate(tJpUellU.
133 -de los cerro., los f.uuc^adoca.; de pueblos,
esos a quienes el autor del mundo despachó desde `1'ihu.auacll con tal destino. ¿Atri. buiremos a circctus tancias puramente casua- les tanta conformidad?
Pero ni estáis 1evetldas, ni 1,1 arqueología, ni ninguno de los medios de inv-estigación y dilucidación de que el esl>írítu hu
mano puede se1virse, nos pernliteil.todavía
vislumbrar la verdad sobre los orígenes (le
`1'ihuanaci.u. El misterio sigue inipelletrable. Las luislnas tradiciones locales que en
Tihuanacu refieren ¡os elativos aymaras
son vacías. Una cle las versiones que cuentan consiste, en que durante la chalnajl,acha, las hiedras descendían por sí solas
desde Quinsaéhata para entregare dóciles
a la labor de los hombres, y que luego de
haber tomado fi risa. continuaban su camino
hasta ocupar el sitio corrrspoudiente en las
estructuras de la urbe. Que en esto salió el
Sol, que cuando el gran luiniuar tendió su
;muto de luz sobre el ]Hundo. las piedras
viajeras gncdaron liara siempre inertes, y
los hombres, pasmados al ver la obra prodigiosa que venía ejecutanduse a obscuras,
se trocaron en p_riedras (1).
(11 "Yo hre;urt^^ a los iiutr,r^lo^ si estos edificios
se habían hecho en tiempo de lo, y riéronse de
la pregunta, afirmando lo ya¿dic•i:. que antes qucellos
reinasen estaban hechos, ..:.í>: que ellos no„ podian de-
131 Otra tradición, que ahora no la refieren
aquellos, ¡cero que la han trasmitido los primeros historiadores como recogida allí y en
otros lugares. nos habla de una inmigración
de hombres blancos y barbados. que sentaio ^ t sus reales en Tihuanacu y fueron largct tiempo con su poder y su industria, los
señores del suelo. Esta. es la menos válida
de las tradiciones. No tiene id el mérito de,
la sinceridad. Inventóla el aborigen en los
(lías de la conquista letra halagar la vanidad de sus nuevos alisos los castellanos, y
éstos, en efecto. no disimulaban su satisfacción. cuando el indio, con la socarronería
propia (le su casta, hacía intervenir al hombre blanco cono a ^ . ^ i ser sobrenatural y
omnipotenle en las vicisitudes (le la vida peruana. Iba esta manera aparecieron los fastos del nuevo 'iiitiu(lo, llenos de las cosas o
maravillas obradas por los blancos y barba-
cir ni afirmar quien los hizo. m:ís que oyeron a sus
pasados clue en una noche remancrió hect) lo quealli
se ía'' C'ieaa de Lel'.n, Cr1"1n. del Pez ír. „rte r, cap.
estas palabras rol ameri.' :..sta Alarpara probar su tesis -contra la lis in^udialidad
aynuu•a y por ende lit de Tihu¡utrtcn, excluina con ¡tire
de triunfo : —Esta íntima aserción vicia toda la informacián recibida por Lieza ' Los indios con quienes
convers; eran evidentemente ignorantes y sin iln.tracian. y no sabían nada respecto al asunto." Las Posiciones C-ieogr. etc. párr. 2.-A nuestro inodo (le entender no eran los indios los ignorantes ; ('ralo, en esta
vez, el gran cronista, que no supo penetrar el sentido
del término C';rm,rn¡¡urchrr, y le interpreta mal.
135 dos; pero conviene declarar, a fin de evitas
errores, que no eran sino supercherías de
los aborígenes, para .quedar bien con los
conquistadores a la vez que para disculpar
la vergüenza de su vencimiento. entes nunca habían tenido idea de tales gentes; n.ingilu dibujo ni escultura, así representaran
simplemente hombres o simbolizaran divinidades, reproducen en parte alguna del Perú
precolombino al hombre barbado. Hemos
de insistir todavía sobre este particular, porque no está bien que a despecho de la crítica histórica, prevalezca tal impostura, que
ha contado ¡cosa extraña! con la complicidad de los mismos hombres blancos y barbados de la conquista, y aún de nuestros
tiempos (1). _
Véase cómo aquellas dificultades que se
han opuesto para el conocimiento del origen de la población americana. se presentan
(E No todos los españoles daban pleno asenso a
esta invenci(ai cuando le informaban a Cieza, cjuce los
edificios de Tiliuanacu y los de Vinaque [Huinake) eran
debidos a unos mismos constructores, los hombres
blancos y barbudos, y que en la isla de Itieaea habían
sido también vistos hombres de esta clase, cieza oponía
sus dudas. diciendo. "Lo cual ni lo afirmo ni dejo de
tener para mi que en los tiempos pasados hubiese llegado aquí gente de tal juicio y raz¡,n''. ('rGn. del Yeríi,
parte 1. eaps. t.xxxvis, y ev. Y l)ie;ro Dlvalos de Figueroa, que por ser nativo de La Pa c„nocía mejor el
i ar.ícter indígena, se mostraba fran mente incrédulo: —Respondían los Indios, dice. al ' —t,) de los que
le preguntaban, y nó porque fuese veriiud" Misceliínda
.Austral, col. 33.
- 136 también. con pata cle los anticuarios, liara
el conocimiento de los orígenes (le TiiluanaT
en. I ello tiene sn razón, porque, al fin, en
aulbos problemas. 1 a incógnita que se busca es
una luislrla. Pero la. imposibilidad para los
tilluanacólogos de descubrir la m<<llo que
ejecutó los n;oiiIIinentos de sil admiración,
se les ha hecho extensiva aún para explicar
satisfactoriamente, con qué fuerzas se moVieron esas enorrnes masas de ¡sea y dial
artificio se había empleado liara modelarlas
y *esculpidas COU tanta exactitud y finura.
(JOlllo Casi todos estos trabajos de it1Ves'
ágación hall girado hasta ahora en torno de
aquel eterno prejuicio, de negar que las cosas del Perú sean esencialmente -indígenas o que su civilización sea debida a sus
L>rop-os. elelileutos, ¡¡o ha sido difícil para
1nu,lios arribar a la conclusión, que enr realidad liada resuelva de que el arte de Ti11uauacu fu' importado. Según unos, fué
debida a la influeneía de pueblos ashiticos
llegados del norte por la América "septentrioi^ al y de pueblos polinesios lleg ;? del
oeste por el mar (1): y según otros, ;fue tal
arte le trajo de las tierras del Anahuac
una rama cisnuitica de los toltecas-uahuas.
[1] ''Hay probabilidades que los artistas de Chatíny Tialiua.naco, Bacan tomado sus conocimientos
de alj(in pueblo de origen asiático y llegado tinos del
N„rte por la América septentrional, otros del Oeste
desde la Polincsia". Chalon, Los 1'sdif. del Ant. Pe1.(11 parte Y. Cúnel.
Ya tuvimos ocasión de hacer - mérito de esta
última opinión al hablar de los bajorrelieves de la portada monolítica. No sólo'-se
ha pretendido hallar una perfecta conformidad en los símbolos que contienen las esculturas de éste y aquel país, punto que ya
hemos contradicho, sino que todavía se ha
creído encontrar los reflejos de la civilización
mexicana, en la forma ole ciertos edificios correspondientes a los últimos tiempos preinc<íicos que afectan el estilo peculiar ole los
teócalis. y en la repetición del. nombre de
Auall_uac con que aún se distinguen distintos 1 ugares del Perú (1).
Como se advierte, estas teorías no son sino reiteraciones o derivaciones, para el caso
cuestionado, de las que se emitieron al tratarse de Los primeros pobladores americanos,
y no tenemos, por consiguen te, para qné entrar en nuevos aegatos a cerca de su inconsistencia. - i las urigraciones desde otros
continentes a América, si. las hubo, fueron
(1 ] La palabra mejicana Aí1u ,wre , que designaba antiguamente el gran llano en que está edificad i,
la capital de Méjico, se encuentra con frecuencia en
las regiones del lago Titie.aca. y en las inmediaciones
del Cuzco. Con efecto , allí se conocen todavía las aldeas ele, _ l iiulertuc -Ilrta^i, Asurh^rur - surí^oa^iurru, Auahunii, .1 icahrrutv^gtri - Ganrpi , etc". epulón, Los Edif.
del Ant. Perú . loc, cit..-Por lo hace a las re,;iones del Titicaca , no liemos p d . o ver confirmada esta aseveración.
14
- 13S tales que pudieran haber traído iiltf 1i
civilizadoras, ni existieron, que se sepa. relaciotieS O comunicaciones de nillbúu linaje entre el norte y el sud (le este continente (1).
Pero aún aceptando estas comunicaciones,
surgiría, por más de un inotico una vehementesospecha: si no serían ináe bien las gentes
(le, hnanacu, lag que llevaron su sangre y
su civilización a las nombrarlas tierras de
México ... A lo menos es evidente, que el
movimiento de expansión (le los an(linos obró
desde la hoya del '1'iticaca, su foco central.
co11 mucha niás fuerza hacia el norte que a
los otros contities. Por otra parte, siendo los
monumentos (le 'I'ihl_laiiac.u tan antiguos,
que iio se hall encontrado en el nuevo mundo
otros de la iiiisina categoría que en antigüedad les supet•en, fuera un aracronisino el
atribuirles a constructores de una época. re-
j Entre t(,das las naciones de la América xn ridionai descubro vestigios ,le su comnna^ aciún por
me(li., de las 1 aaabr•.as comunes que he h.: • arlo en sus
ienauas : y l r el mismo medio descubro ^t.igios de
couinnieaeiún entre las naciones de la Ano rica septentrienal; naaís ninguna descubro entre 1,,s naciones
(le las dos -1nu rice si se exceptúa la caribe, que ocupaba las islas elel golfo Mexicano y los países Vecinos de las dos Ao dr ras''. P. Hervds, Cat 'ego ele las
Len;-uns. Introtl. p,írr. X. —dio hay trtdicia ii alguna
que reVele lazos 'le nni(ín entre las naciones ele la
Ainoori(a iuctia1innai Y ias del norte del ItsIno de I'a.naua;í'•. U miholdt, Sitios de las Cordilleras, Introd.
p eg. 1 s
- 139 -lativanwnte moderna (1). El caso de Tihuanacu es, lenes, tinico en la historia ainericana. 1-le ahí una obra grandiosa y hasta estos
momentos anómina. Todo es aquí obscuro,
misterioso, enigmático. El observador vacila a cada. paso. Así, no se sabría afirmar rotundamente, si fué una capital o simplenlen-
1l No vacila llumbodlt en participar ole esta conjetura. Al hablar de las grandes emigraciones de
pueblos, y no obstante de haber declarado que no hastradición que revele ha existencia de lazos de unión
entre las naciones de ambas Américas, cree posible
que estos pueblos pasaron de norte a sud, couui los
íberos, celtas y pelasgos refluyeron del este al oeste
de Europa, "y es fácil, agrega, que los antiguos habitantes del Perít atravesaron en otro tiempo la Meseta de Méjico ; pues Ulloa, familiarizado con el estilo de le arquitectura peruana, nos dice que llamó su
atención la extraordinaria semejanza que presentaban. por la di-atribución ole puertas y nichos, algunos
c:dríiei^;s de la Luisiana Occidental, con los taniboE
niand<tdo.s construir por los Incas Servíanse los puebl s de Anahunc. antes de la introducci Sn de la
pintura tgeroglífica, ole esos nudos y esos hilos de colores que los peruanos llaman qu ipa..• y se encuentran
también en el Uanad.í''.-Tod avía más : aunque sincero admirador de la primitiva cultura mexicana, a lr
que le atribuye una antigüedad muy remota, su incertidumbre es grande cuando le parangona con la unt-igüedad de la cultura andina: "En el estado de
nuestros conocimientos, dice, dificílmente puede determinarse en qué comarca residir; el foco ole esta cui
tura' si al norte del río Gila, en la meseta de Méjico.
o en el hemisferio del sud. en esa: llanuras de Tiahuanaco, que ya los mismos Incas encontraron cubiertas de ruinas de ^ ranileza rosa()r nte, v que pueden
r(-untarse como el Himala v el ,et de la Am,"rica
Meridional''. Sitios de las Cord.ili^ raas ]?x s. 250 y 2 ri!'-
-41
- 14 0 ---te un santuario, porque para las opiniones
encontrad izas y excluventes, las ruinas ofrecen tantos decisivos argumentos e ^ i pro del
uno (anuo del otro extremo.
Los cuatro grupos que liemos descrito
antes, vienen indicando su destino eminentemente religioso: pero la dilatada extensión
(le las ruinas y cuanto se descubre en torno
de su perímetro, presentan señales inconfundibles de haber contenido largo tiempo una
.considerable población urbana. Así, los restos de cocina (los joel+onn,wndclinar/q., escai ^ dinavoS, o, adoptando el tc;rmiiio indígena, las
kl,ellcapat(-as) abarcan buenos espacios y son
de u ^ i espesor extraordinario.-De paso y
desviándonos un momento de nuestro objeto,
liaremos notar que en ellos la alfarería es
profusa, varia y esmerada. Hay ejemplares
modelados con -^^ n gusto exquisito, y sus dibujos e inscripciones reproducen las prismas
ideografías que se observan en las esculturas
de piedra. Ha de ser la cerá ^uica de Tihuanacu, siempre- que caiga a manos expertas,
uno do los hilos conductores más segn; :, para penetrar en los laberintos de su 1 ^ i.,oria.
Volviendo al asunto, y considerando que
la constitución (le, los imperios primitivos
era esencialmente teocrática, diríamos sin
riego de emitir upa afirmación destituida (le
fundamento, que Tihuauaeu, a la vez que
una ciudad, o más propiamente la u ^ etrópoli
and¡ua,o como era la creencia del aborigen,
- _ 141 el centro o la capital del mundo, fue tanlhién uit santtiarlo .
Participa de ambos caracteres, v como en todo tiempo los edificios
sagrados o destinados al culto han sidosiempre de fábrica monumental y suntuosa, haliaremos explicado el por qué, sólo éstos,
aunque ruinados , hubiesen prevalecido entre
Desde'
las cenizas de la extinguida capital .
luego, patentiza este j uicio, aquel raro monuIncnto que hemos descrito antes, la Akamana en cuya estructura están claramente
representados e intimamente asociados, la
fuerza militar y el poder re!il;ioso , revelando este consorcio el régimen que presidía
los destinos de ese pueblo.
Es comtín en cuantos han escrito sobre
'Fil111anacu , m a ni festar
su extrañeza porque
parecido a s u s ruinas se encu e ntr e en
las localidades circunvecinas. Para ellos la
civilización de Tillualiacit se presenta en los
campos del Perú, de modo repentino, sin
nada
anuncio, coleo 1111 a improvisación del
acaso.
La verdad llo es esa . Si no se ve fuera nada igual que la hubiese antecedido o se„uido, es porque no se ila buscado . Luis titiuauacólegos se han contentado siempre
con encerrarse cleutro (le Tiliuanacll, sin salir de él, limita ndo y esterilizando de esta
manera el éxito (le sus observaciones. No
flan querido arriesgarse a t^ ,ider la mirada
más ltjos. Nunca h an re .:.' zado, ultrapasaud o los términos de agncilas ruinas, un
í42 verdadero trabajo de exploración» arqueológica. Y es justamente en ese vasto anfiteatro que forma la hoya del Titicaca, especialmente en las costas nordestales del lago,
las menos reconocidas hasta este momento,
donde pudieron haberse, rastreado con el
mejor suceso, los caminos de avance o de
retirada, de aquella civilización.
Por lo poco que leernos alcanzado de
nuestras escasas inforniacione^, hay sitios
de una importancia arqueológica no sospecliarla, en que pueden verse patentes los reílejos de Tihuanacu. Así, existen en Lucurmata. sobre el cerro HHuilakoilo, al otro
lado do la cerraría de Llocolloco, hiedras
al estilo de las de Tilinanacu, y en un islote próximo a la orilla, estatuas del rnisuuo
estilo. Diríase una reproducción del arte
de la metrópoli andina, con todas sus peculiaridades y accidentes. Y como en Lucarmata, podrían verse también en otros sitios.
idénticas muestras dejadas por aquel puebla
anónimo, que supo esculpir para pasmo de
los anticuarios. el soberbio pórtici, ->,onolítico.
Una excursión por la hoya del Titicaca- en busca de los eslal^ ones de la cadena
étnica cuyo mejor broche fué rIihuanacr ^ .
nes pondría sin violencia delante de Uniayo. Es Urnay ') un depósito (le aguas de bella peuspectiva, plácido. diáfano y profundo, con ^ nenos (le veinte kilómetros (lN cir-
- 143 cuito, y está situado en el distrito de Hatuncolla, a cosa de veinticinco kilómetros
del '1'iticaca, del que en otros tiempos formara parte. Las desecaciones del gran lalago en el curso de las edades, le han separado de éste y dejado como una, balsa. 't'iene una isla, y así en ella como en ciertos
sitios de sus riberas, que son poco o nada
accidentadas, se ven algunas ruinas (le obras
antiguas de escasa significación, generalmente chuilpas o calzadas correspondientes ' a distintas épocas. Hacía sli extremo
oriental se adelanta un promontorio rocalloso, desigual y en partes abrupto, y es éste
la renombrada península de S'il1ustani, asiento de las misteriosas kalasasayas circulares
que liemos descrito en otro capítulo, y de
las célebres chullpas que llevan su nombre.
Tan acabadas como obra de irte y tan ¡niponentes por la grandeza de' sus piedras.
estas chullpas son las torres funerarias más
notables que hay en todo el Perú,y no se
las puede contemplar sin recordar '1'iliuauaen.
La tradición las conoce por las tumbas
de, los señores (le Hatuncolla. Pere ¿quiénes fueron estos señores y dónde tuvieron
u sede. si en aquella región no se descubren
rastros de antiguas edificaciones urbanas
;Y qué obreros fuercn aquellos que erigieron esas chullpas con. ta 1La maestría y gúr:e
110 Silpieron lplicar su arte admirable a
+!r^^^e*^asrr
1 44
otra suerte de construcciones? La tradición
queda, pues, prontamente objetada, y niás
razonable sería, en consecuencia, suponer
que estos obreros y aquellos señores no fuerongentes de Hatuncolla sino de Tiliuanacu.
Muchos indicios concurreu a reforzar
la evidencia de esta proposición, pero no
son menos decisivas las contrapruebas. Así.
el sistema de mampostería en los torreones de
Sillustani, no es exactamente igual al de los
muros de Tihuan.zcii. La dísl?os cíón de los
sillares para el ajuste (le las caras verticales. difiere substancialmente entre unas y
otras fábricas: en vez (le los resaltos y rebajos contrariados que en los sillares de Tiboanacu sirven para etisanablairlos, en Sillusteni son concavidades o cajas practicadas en
aml:)as caras de contacto y rellenadas con
hormigón. Las puertas son trapeciales al
modo incáíico. Y fuera le iin sillar de la
chullpa principal que ostenta un lagarto groseramente esculpido, todas las piedras son
llanas, y aun las misinas, ajorcas o faja-, único ornamento (le los torreones que c^" r-n la
parte superior in+nediata a la cúpula. apenas estaca graneladas, y uo contienen grabado alguno, ninguna cifra o inscripción,
nada de los bajorrelieves, los ttokos y molduras que tanto realzan. y especializan el
arte de Tihuauacu (1). Pero sí tales Bife(1'} He aquí como describe Chalón una de esta
clmlllms : 4a iunna es circular y mide 4 nw o ele
i
145 rencias hacen que las obras de Sillustani no
puedan. referirse a este arte de un modo absoluto, _ las opiniones han venido a armonizarse para aceptar que, por lo menos, fueron
sus coetáneas y que pertenecieron a un pueblo tan hábil, tan, emprendedor y civilüado como el de Tihuanacu. Acaso también
las mismas disparidades arquitectónicas que
hemos hecho notar, no importan una demostración de civilizaci<;'V distintas, sino
sim1)lernente variaciones 11e'.:modificaciones
técnicas para la adaptación del mismo arte
diámetro por cerca de 12 de altura.. No es exactamente cilíndrica, pues el diámetro por arriba es de o
nl. 00 superior al de la base. Además, ti 9 metros (le]
suelo sobresale de 7 a, 8 centímetros sobre el paramento un cordón o cornisa de 0 ni. '.)0 de -ancho. La fs+.brica toda, es de sillares bien cortados y dispuestos en hileras horizontales ; las junturas, aunque irregulares.
son angostas, y la yustaposicirín de las piedras es perfecta. La fundación de la torre es formada por la
primera hilada de sillares que penetran confin o m. 50
en el suelo ; la parte enterrada, ha quedado en bruto
y se remata con el paramento en un zócalo labrado de
25 a 30 centímetros de altura v 2 o 3 de saledizo :
es exactamente la misma disposición que se observa
en ciertas paredes de Tiahnanaco .....La entrada es recortada en una de las piedras doo la base y tiene sólo
las dimensiones suficientes para dejar pasar el cuerpo de un hombre agachado Por adentro hay una cámara abovedada que mide 3 metros de diámetro y 3,00
en altura ; la bóveda la forman piedras adelantadas
una sobre otra. pero sin arte ni labranza. En el centro de la' bóveda, una abertura (le in.. 05 conduce a
otra cavidad puesta encinta de la pr,! fiera, pero de diinen.,iones mas reducidas".-Les Eilif. del Ant. Perú.
parte n!, párr. vi.
19
- 146 a clases especiales (le co nstruc ción. De lo
dos `modos, estamos aquí al frente de un caso sin ular y anómalo que merece explicarse: Tihuanacu, la gran ciudad, carece de
monrunentos funerarios, y Sil1ustani, el gran
cementerio, carece' ( le un ce ntro ur bano in Med iato al cual ref eI'irse. ^l_^C`níie enterca
ban los ti h u h acas a si;s magnates, o bieil,
a qué m agnates se enterraban e n Siilllstalll^
muy dtescainiilnc{or4,
-No h all de
t( !lat ^11,i1idad (!P absolver
(lu nes, all:
de otl'ci lllallcr-.+, f'sta inter ro gación, Insistan
en considerar a Sillusta li como una u ependencia de r1illuanacu, Ni les faltarían pruehas .y ra zon es l)a?tante+ para ^'.:stJicar este
concepto (11.
[1; Los (1110 quierain ahondar esta cuestiún, qt,e
nosotros arenas ]lenx>s enunciado no obstaante su )-mportatncia, laaberian, entre otras cosas. lunar un estudioprez io (1e las k;ria(sas +cals, de sus relacion( con
TihuxT;atc l y S 11.zs#ani, Y del pape] que o. ros Iunnun;entos han la nido jn zlr en los antiguos zitlts l(nel os. Las ¡le tOllnstani hiele-ron va ^np^^Iler. p ir la
de conc^cinr?(>nt(,s práctico que ct;cilln
dernurulalla., eno las tratir(laríaan artistas de
en. La de Ilnl,ll,raid, er•^ ida en la Ltnín::ul i de'1'araco, a los 20 kiladm. (le Tilieanacu, en ur. punto que
parece cuidadosamente e#e^£í(lo para constituir un-t
etapa entre esa (iudud t ntjO, tiene tarmJla'n todas
las trazas de ser ole a lle a que llas mismas inatrnes. Alinra bien, restarla sallo pasa qué las constru y eron los
tihna(nacus. tio seríaul e as kalasasa3'as los caunp.'^aant+s o altares i'unerarios en que se c,elei,raa)an los
hrnt'(v.:• esss Inr,. -4. terrible-4 y r; pura tosas Ce(enloni:(a que el ptI?I)i<, azulino, ¿ti igral di los w'ia;ls pueblos <<ntia_i,ii liel'u)r:nala . ln:uticalut (•n la
lli11171?7ria'1ír4 y de los (ü1^n7:L(^^1
- 147 No so n Umayoo y Lucurmata los únicos
o n T ihuallaci.i. Como estos lugares, podrían eltare también otras regiones dignas de estudio. Así la de liallakai i, al oeste del
Desaguadero, y la de Malquianiaya, contienen restos de inestimable valor desde el
punto de mira el¡ que nos liemos colocado.
Si vamos a prestar fe al tn.4tiin')uio cle nuestro: +liorm tetes, aún subsisten en. hallakani. sl,bre, el llano de Sucuichuru, las ruinas de una extensa edificación urbana, pudiéndose observar todavía, el trazo de sus
calle:, avenidas y plazas (1). En todas parles, iie(d1(1 esconltlros, pero supervivien(lo y
en vatial espera de una mano piadosa que le
arca;'Ii) te de las soln1 ras del olvido, ha quedado el inundo viejo (le este nuevo munido (2),
las que se liluitell a pedir iluicamente a
las 1_riedras de Tilinanacu las revelaidones
que buscan, nunca obtendrán los resultados
an'tla'Ia lo , Si. no extiende¡¡ sus inq¡lisie iones
lelos (arre acusan antiguas relaciones c
por los campos cuyos derroteros hemos creí.
do conveniente señalarles. Tienen, pues.
+ 1', Informa, verba.
[zj "Do desear sería, exelauniba Humboldt hace
eis a dn un si gro, que un viajero instrnido pudiera,
visitatr T o ori1Las ilel lago tic Titieaea, la provincia (lo_
Collazo y Tiail^ranaco especialmente, que vienen a ser
el c•entr0 de unas antigua civilizW en la América
nierialic,üaal". Sitios de las Cordil: ,.s, parte ni, paí.rr.
tv.--:di anhelo del sabio riatnraii-oa aun no se li::
clrntplülo.
- 148 que ser las exploraciones y recon.ocimientos
de todas las comarcas que pertenecen étnica y geográficamente a la hoya del Titicaca,
los trabajos previos e inexcusables para entender aquellos mismos. Por ahí lia de encontrarse la clave de los enigmas que en los
momentos actuales intrincan la clara inteligencia del pasado andino; y quien se proponga la reconstitución de su historia con los
pocos datos acopiados hasta el presente, ten-drá forzosamente que realizar un trabajo
incompleto y de muy dudosa exactitud.
Así, todo lo que podría decirse a expensas de tan escaso material es, que Tiliuanacu floreció en los tiempos (lo la chamajpaclia, los cuales por su lejanía han quedado
borrados hasta (le los recuerdos de la tradici^íu. Que en la hoya del '1'iticaca, asiento el más antiguo de la humanidad en el
nuevo inundo, fué Tihuanacu el centro político y religioso de un gran pueblo, el más
fuerte, sin duda, de cuantos hasta entonces
hubo, y el más adelantado. pues que alcanzó un grado de cultura no sólo sup:,rior a
su época, sino, y esto es lo extraoru..nario.
manca igualado por todos los progresos que
después realizaron los aborígenes (le ambas
Américas. Que su prepotencia, obtenida
segura;neme desp=ués de largas y rudas
campañas, -hizo que se le considerase como
la capital o centro del mundo. Que esta misma prepotencia le permitió, vivir a cubiert=o
- 149 de toda asechanza o peligro exterior, dominar sobre un gran número de vasallos y una
vasta extensión territorial, y desplegar sus
energías con paciente esfuerzo y peregrina
inteligencia en las tranquilas labores de la
paz. Que por mucho tiempo tuvo en sus
manos el cetro de la hegemonía andina, como han tenido el suyo los pueblos primitivos que supieron tomar la delantera a
sus coetáneos en la marcha cultural, hasta
que por causa de ciertos trastornos, cuyos
caracteres aún se ignoran, pero que debieron serle irremediablemente desastrosos,
aquel cetro cayó roto en pedazos. Que con
este Hecho se consumó en 'L'ihuanacu, como
en la Babel bíblica, el mismo fenómeno de
dispersión y confusión, produciéndose un
desparrame étnico por todos los ámbitos,
principalmente por el norte, y dando origen
a nuevas nacionalidades eii los puntos en
que el recial humano pudo detenerse. La.
tradición al respecto es en el Perú una e invariable: pocos son los lugares en que no se
recuerde que sus antepasados salieron de las
tierras que las ondas del Titicaca barran, ya
como fundadores de pueblos o dinastías, ya
como misioneros, rodeados de prestigios divinos, agrupando a las gentes, enseñando y
predicando. Quedaría escueta la ciudad
metropolitana, y como una nave encallada
en mitad de su carrera, sin equipaje y sin
gobierno,- iría deshaciéndos, ' sacudida por
los embate; del tiempo. Los pueblos y provincias Sli,leto
a si in, luenela, caerían en el
abatiutiento. Un Huevo l'i'nero d e vida, indolente y miserab le. (l tltjiiría a Il agita1?i'Otiresi l a tale las b tteitas épocas, y des(la
de ee n tan es, aulturkios campos engrandecidos
u n (E a , p oi'sus j)I'ln clp", sus sacerdotes, s lt
sus, soldados, 11o sustentarían sino
i irtistas,
y)eCl-,lelias poblacio ne s, a páticas, h ,r afía, s:imida9 en una inevitable depresión, sin tr<<(liCioiles y sin hi stor ia . Cuando Siglos des ejé rcitos (le otros pueblos les depués, los
:: andaran pleito hotucuaje, el instinto de iadeltendencia se les despertaría vehemente
ante tala terribio .re<luerilniento; bajo su im1mu1s0 se lanzarían a la resistencia con elepero sin -Xito. V convencidos
id fin (le su lmiateie:ia y su á fortunio, acabarian por eh!leLtarse a la voluntad de sus
uueV Os anos. ¿Acaso no hau corrido esta
tuisi ta SI1Cr e tc(ios los pueblos antiguos de
la tierra;?
tina gola cosa. si bien se mira, quedó shi
inudal'.s.e ni extinguirse entre, tanta t'f ,a: la
raza: y aunque ya no deutostrará aquella
superiori(l i(i que la llevó a tanta altura durante la enaina j pun'iia, todav ía se dejara re—
conocer en el indio actual por su genio, si,
tenacidad y sus modalidades.
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