1. EL MENSAJE

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1. EL MENSAJE
Las tres palabras «Tenemos-que-irnos» cambiaron mi vida
de golpe una vez, pero no todo acabó ahí, la vida da muchas
vueltas, y todo lo que se separa, algún día, se vuelve a unir,
pero empezaré desde el principio de nuestra segunda gran
aventura…
Me llamo David y soy uno de los cinco elegidos que
heredaron los poderes de cinco caballeros que se rebelaron
contra un malvado rey llamado Moer. Un buen día, como
decía antes, mi vida cambió y todo dio un giro completamente inesperado. Sara, la chica de la que estaba perdidamente enamorado; Carolina, mi mejor amiga; Dig (Diego),
hasta aquel día un «enemigo», y Ana, una compañera con
la que no tenía demasiada relación, descubrimos lo que nos
hacía especiales. Éramos las reencarnaciones de cinco caballeros que siglos atrás se habían rebelado contra un oscuro
rey: Moer. Ana y Carol eran grandes amigas, las guerreras
del viento y la fauna respectivamente, guardianas del amor
y la amistad, y no tenían muy buena relación con Sara, la
guerrera de la naturaleza, guardiana de la nobleza del corazón. Dig, caballero del fuego y guardián del valor, y Carol
se querían de una forma muy peculiar, pero al final, más
o menos, terminamos siendo todos amigos, y digo más o
menos, porque no llegamos a tener una relación de amistad
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DAVID FERNÁNDEZ DE SANMAMED ROIG
normal y corriente, aunque un fuerte lazo nos unía y por
ello, sin conversar demasiado durante nuestra aventura,
comenzamos a querernos. Sara se marchó a un pueblo, en
el que vivía parte de su familia, con su hermana y sus primas, justo tras comenzar nuestra relación sentimental, un
mes después para ser exactos. Dig se fue a una isla volcánica a una expedición para practicar sus poderes. Carol, por
una «discusión» indirecta con Dig, se marchó a una selva,
y Ana y yo nos quedamos solos…
Cada uno de los cinco tenemos un «don» particular,
un «poder»; yo, David, caballero del agua y guardián del
optimismo, puedo manejar el agua a mi antojo; Sara controlaba la vida de las plantas y podía hacer cualquier cosa
con ellas; Dig tenía el poder de utilizar el fuego; Ana, con
ligeros movimientos, podía crear grandes vientos, y Carol
podía hablar con los animales y transformarse en cualquiera
de ellos. Pero no éramos los únicos con poderes. Jorge era
mi mejor amigo y tenía unos poderes asombrosos debido
a que en él se reencarnó un mago que había ayudado a los
caballeros; Jennifer, otra buena amiga mía, y Tomás eran
las reencarnaciones de dos juglares de la época de los caballeros. Yasmín y Sol, que también eran amigas mías, sacrificaron sus vidas porque las dos hijas de Moer se habían
reencarnado en ellas y Goyo, la reencarnación de un hijo
de Moer, se volvió contra nosotros y terminó desapareciendo, aunque no fue el único… Jorge y Tomás desaparecieron con él y todavía, dos meses después de la aventura,
no habían dado señales de vida, aunque… todo cambió un
caluroso día de verano…
Empezó a sonar el despertador, ya eran las nueve y media,
había pasado un mes desde que los cinco elegidos nos separamos, casi dos meses desde que vivimos nuestra gran aventura. En aquel momento tenía un cúmulo de emociones y
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Los cinco elegidos II. LA UNIÓN DEL RENACER
sentimientos apretados en el estómago, extrañaba realmente
a mis amigos, nos separamos demasiado rápido y no nos
dio tiempo a disfrutar de nuestra reciente amistad.
Me levanté y me acerqué hasta el baño para ducharme;
por poco acabo en el hospital pues con el sueño que tenía,
en apenas cinco pasos ya había tropezado tres veces. Estábamos a finales de junio y hacía mucho calor.
A punto de meterme en la ducha, mi móvil empezó a
sonar. Fuera quien fuera, no era muy oportuno, la verdad.
Contesté a la llamada tras varios segundos buscando el
botón acertado.
—David, no te olvides de que tienes que estar en el
colegio a las once —mi madre parecía algo cansada, supuse
que se debía a las obras que estaban haciendo al lado de
su oficina.
Hablé con ella algo menos de un minuto, quería saber
cómo me había organizado para aquel día.
Los planes, ciertamente, no eran para nada los que
deseaba un adolescente normal para una mañana de vacaciones, pero claro, yo no era un chico normal. Tenía que ir
al colegio porque lo estábamos reconstruyendo, al igual que
toda la ciudad, una tarea complicada. Era el primer verano
que pasaba en mi ciudad, normalmente me iba a pasar unos
días a mi pueblo.
Cuando salí de la ducha empezaron a llamar al timbre. Supuse quién era porque todos los días Jenny e Irene,
ambas amigas mías, venían a buscarme para ir juntos al
colegio, ellas siempre llegaban puntuales. Álvaro también
acudía, pero lo usual era que llegase con media hora de
retraso.
—¡Jaime, abre la puerta, que me estoy vistiendo! —escuché a mi hermano avanzar hasta la puerta y abrirla, luego
la casa se quedó en silencio, y antes de que me diese tiempo
a preocuparme, oí la voz de Irene.
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DAVID FERNÁNDEZ DE SANMAMED ROIG
Me vestí lo más rápido que pude, junto con ellas dos
solía venir Ana, pero… sin ninguna explicación, un día normal y corriente desapareció; fue como si se la hubiese tragado la tierra, nadie había tenido el valor de salir en su búsqueda, sobre todo porque nadie tenía ni una sola pista de
dónde se podía encontrar.
Terminé de vestirme y me acerqué hasta el salón, allí
estaban Irene y Jenny sentadas en el sofá. No tenían prisa
por irse, ambas estaban tranquilamente acomodadas viendo
la tele, solo les faltaba un cuenco con palomitas para que
diese la impresión de que estaban en su casa.
—¿Nos vamos? —se volvieron hacia mí con caras perezosas.
—Sí, claro —pero no hicieron, siquiera, ademán de
levantarse.
Me apoyé en la pared y pregunté que si había alguna
noticia sobre el paradero de Ana, pero no contestaron a esa
pregunta, en su lugar, me respondieron con otra.
—¿Qué tal está Antía? —Antía era mi prima y llevaba enferma bastante tiempo, el mismo que Ana llevaba
desaparecida.
Irene no podía soportar la desaparición de Ana y esquivaba toda clase de comentarios que pudiesen derivar en
una conversación sobre su mejor amiga. Así que cada vez
que no sabía cómo desviar el tema, preguntaba por Antía;
me preguntaba cómo cambiaría de tema cuando mi prima
estuviese recuperada…
—Mejor —contesté mientras abría la puerta para
salir—. ¡Jaime, nos vamos! ¡Díselo a la abuela cuando se
despierte! —le grité a mi hermano.
Cerré la puerta y lentamente bajamos a la calle, en la
cual había edificios completamente reconstruidos y otros
totalmente destrozados, mucha gente había tenido que abandonar su hogar y la ciudad.
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Los cinco elegidos II. LA UNIÓN DEL RENACER
—¿Viene tu madre a buscarnos en coche? —le preguntó Irene a Jenny.
—No, he hablado con Álvaro y va a venir él con su padre.
Nos sentamos a esperar, mientras ellas hablaban, yo
pensaba dónde estarían Carol, Ana, Sara y Dig. Sara no
hablaba conmigo desde que nos despedimos en el aeropuerto; Dig, la primera semana, mandó tres cartas, pero
también llegó un momento en que dejamos de recibir noticias; Carol no daba señales de vida desde que se fue; Ana,
como ya he dicho antes, había desaparecido… y con respecto a Sol, Yasmín, Jorge, Tomás, Goyo y Moer, no se sabía
nada de ellos, sus familias no estaban pasando por su mejor
momento. De pronto un coche paró frente a nosotros.
—¿Subís? —nos preguntó Álvaro mientras abría la
puerta.
Montamos en el coche y nos dirigíamos al colegio
cuando Álvaro preguntó:
—¿Hay noticias de Ana?
—No, ni una sola —contestó Jenny decaída.
Hasta que el coche paró ante el colegio nadie pronunció
una palabra, entonces Irene, para aparentar que no estaba
afectada y que no había estado todo el trayecto pensando
en Ana, hizo una pregunta cuya respuesta no le importaba.
—¿Hasta qué hora vamos a trabajar? —preguntó, yo
sabía que le daba igual pues ella siempre se iba sin depender de nadie cuando creía que había trabajado lo suficiente.
—A la una vendré a buscar a los que quieran irse en
coche —contestó el padre de Álvaro.
—Vale, muchas gracias por todo —respondí agradecido.
Bajamos del coche, yo vivía a diez minutos del colegio yendo a pie, pero claro, siempre que fuésemos por las
calles normales y no caminando por donde debíamos ir por
culpa de las obras de toda la ciudad.
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Entramos al patio, vimos a lo lejos a muchos alumnos
trabajando, Irene y Álvaro se fueron corriendo a saludar a
los demás. Jenny sacó del bolsillo de su cazadora un plano
en el que venían indicados los pasos que se habían de seguir
para la reconstrucción correcta. De pronto todos empezaron a meterse en el interior del colegio. De los dos edificios
en los que se dividía, uno estaba prácticamente reconstruido
y el otro estaba destrozado, solo había unos andamios
delante de millones de rocas y de escombros en general.
Jenny guardó el mapa y se fue corriendo al interior del
colegio sin pronunciar una sola palabra.
Salí corriendo tras ella, supuse a dónde iba, todos los
días teníamos una reunión con los profesores que nos avisaban de las novedades.
Estaba a punto de entrar cuando algo, una imagen temblorosa, me cortó el paso. No lo podía creer, justo delante
de mí tenía a Jorge, o por lo menos a alguien que se le parecía. Llevaba dos meses desaparecido y de repente, sin ton
ni son, ahí estaba, a dos pasos de mí.
—¿Jorge? —pregunté extrañado.
—David, no tengo mucho tiempo, debo transmitirte
un mensaje.
—No puede ser, ¡Jorge, eres tú!
—¡David, escúchame! Tienes que reunir a los cinco
elegidos.
Me detuve antes de responder, ¿qué ocurría? ¿Cómo
iba a hacer eso? La cara de Jorge adoptó una expresión
angustiosa.
—Hazme caso… Une a los elegidos… Encuentra el
sol, la luna y la estrella… —me dijo mientras su voz se
alejaba.
Intenté agarrar a Jorge, y me di cuenta de que fuera o
no fuera él, aquel ser con el que acababa de hablar no estaba
físicamente ante mí, sino que era un holograma. Cuando
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Los cinco elegidos II. LA UNIÓN DEL RENACER
logré reaccionar, me vi completamente solo en medio del
patio, Jorge había desaparecido y yo me sentía demasiado
confuso como para darle más vueltas a lo que había acontecido unos segundos antes. Cogí el móvil y marqué el
número de Jenny, cuando le terminé de contar lo que me
acababa de pasar, me dijo que enseguida volvía al colegio.
En ese momento salió Irene y me dijo:
—David, ¿qué haces? Te estamos esperando.
Nos metimos en el edificio y nos acercamos al polideportivo, allí estaban el director y una de mis profesoras,
Marta, hablando de lo que quedaba por arreglar y el tiempo
aproximado que íbamos a tardar. Mientras, yo le estaba contando en susurros a Irene lo que me acababa de pasar.
—Pero es imposible, Jorge cayó en la puerta junto con
Tomás y Moer —Irene parecía tan convencida de que lo
había imaginado todo, que me hizo dudar sobre lo que acababa de vivir, pero me mantuve firme.
—Lo sé, creo que lo que ha hecho es establecer una
conexión con el exterior para avisarnos de lo que teníamos
que hacer.
Irene me miró desconcertada. Marta y nuestro director ya habían terminado con la información que debían darnos. Todos empezaron a levantarse, Jenny se acercó a nosotros cuando nos estábamos acercando a la salida, había
salido corriendo porque recordó un recado que Marta le
había encargado.
Una vez fuera de nuevo, me sentía distante, todos se
habían puesto manos a la obra menos nosotros tres, que
estábamos reflexionando sobre la aparición de Jorge.
—¿Pero cómo lo vas a hacer? —me preguntó Jenny.
—No sé, ni siquiera sé todavía si lo voy a hacer. ¿Y si
es una trampa de Moer? Aunque en ese caso debería avisar a los demás para que tuviesen cuidado… Vayamos a mi
casa y lo decidimos tranquilamente.
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—Vale, voy a avisar a Álvaro. Tú, Jenny, vete a hablar
con Marta —Irene parecía ansiosa por llegar a una conclusión.
Me acerqué hasta la calle para esperar a mis amigas.
Tardaron unos cinco minutos, ambas hicieron un gesto para
indicar que todo estaba perfecto, que nos podíamos ir.
—¿Qué te ha dicho Marta? —le pregunté a Jenny.
—Que no había ningún problema, que además nos
vendría bien descansar un día.
Nosotros tres, junto con Álvaro y alguno de los alumnos mayores, éramos los que más nos esforzábamos, queríamos regresar lo antes posible a nuestras antiguas vidas,
por mucho que nos costase. Además, mi poder sobre el
agua facilitaba las cosas a todo el mundo, por eso muchas
veces recibía llamadas de otras partes de la ciudad para
resolver problemas que surgían con cañerías, tuberías, etc.
Comenzamos la marcha, yo personalmente estaba nervioso, alterado, angustiado… una pregunta recorría todo
mi cuerpo: «¿Estarán todos bien?».
Mi móvil comenzó a sonar y me devolvió los pies a la
tierra, se trataba de Antía, solo quería avisar de que se iba
a acercar a mi casa porque se encontraba mejor.
Aceleramos el paso. Cuando llegamos, me detuve ante
la puerta y miré a Irene y a Jenny, que me observaban impacientes. Algo me decía que esa sería una de las últimas veces
que abría esa puerta durante un tiempo, y que iba a volar
muy lejos de aquel lugar.
Mi hermano abrió la puerta y, sin darle tiempo a pronunciar una palabra, pregunté:
—¿Están mamá o papá en casa? Tengo algo importante que contaros.
Asintió con la cabeza, su cara adoptó una expresión
de incertidumbre. Se apartó y nos dejó pasar. Esperamos
un rato en el vestíbulo y en cuanto mi madre salió de la
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cocina, los cinco nos sentamos en el salón. Cada uno de
nosotros reflejaba un sentimiento: Irene, el miedo; Jenny,
la inquietud; mi madre, preocupación; mi hermano, asombro y yo… yo no recuerdo lo que sentía, un cúmulo de
cosas: alegría, desasosiego, nerviosismo, duda…
—Muy bien, ahora tú dirás —mi madre no solo parecía preocupada, sino inquieta por lo que pudiera decirle.
Decidí no pensármelo demasiado y no andarme con
rodeos a la hora de preguntar:
—¿Me das permiso para ir a buscar a los demás?
Tragué saliva y esperé impaciente una respuesta. Mi
madre se levantó y se acercó a la puerta de la habitación, iba
a irse sin responderme, pero entonces se volvió hacia mí y
pronunció las palabras contrarias a las que yo esperaba:
—Puedes irte, siempre que me prometas que no harás
tonterías y no te expondrás al peligro cuando puedas evitarlo. Y claro está, siempre que des señales de vida cada
cierto tiempo.
Después me pidió que le explicase el porqué de esa
repentina decisión. Les conté punto por punto todo lo que
Jorge me había dicho, que tampoco era mucho, y después
mi abuela entró en el salón.
—En ese caso no debes perder más tiempo, debes marcharte cuanto antes y no detenerte ni un segundo.
—Nosotras iremos contigo —lo que más ansiaba Irene
desde que Ana se marchó era volver a reunirse con ella allí
donde estuviese.
—No, de ninguna manera. Vosotras debéis quedaros
aquí para ayudar al resto de la ciudad, David debe buscar
a otra persona que le acompañe.
Mi madre, mi abuela y mi hermano nos dejaron solos
pensando en quién me podría acompañar en mi próxima
aventura, pero no se nos ocurría nadie idóneo. De pronto
el timbre de la puerta empezó a sonar y al poco tiempo
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DAVID FERNÁNDEZ DE SANMAMED ROIG
Antía entró en el salón. Irene y Jenny se levantaron a saludarla, yo no pude abandonar mis pensamientos. Mientras
mis amigas le pusieron al tanto de la situación, yo continué inmerso en… miento, no estaba pensando en la identidad de la persona que me podía acompañar, hacía rato
que pensaba solo en dónde se encontraría Sara y en qué
estaría haciendo, ella y los demás me habían distraído.
Entonces escuché la pregunta que me hizo Antía, que
me devolvió a la realidad:
—¿Y si te acompañan Marina o Iris?
Marina era la mejor amiga de Yasmín e Iris una amiga
de Sol. Yasmín y Sol, como ya he dicho antes, eran dos amigas que dieron su vida por el mundo. Yasmín nos entregó
su energía vital para que acabásemos con Goyo, y Sol se
convirtió en un amuleto indispensable para abrir la puerta
por donde introdujimos a Moer en un misterioso mundo.
Tanto Marina como Iris se llevaban bien conmigo.
Medité la idea de Antía, tenía sentido y había muchas
posibilidades de que aceptasen acompañarme.
De pronto mi abuela me mandó seguirla hasta su habitación, donde tras sentarse en la cama, me miro fijamente.
—¿Qué es lo que ocurre?
—David, verás… que Jorge haya comunicado contigo
no es algo bueno, es más, es algo realmente malo, y peor
es lo que significa que te haya hecho reunir a los cinco elegidos. Todo esto quiere decir que… Moer tiene posibilidades de volver a este mundo, posibilidades de escapar del
lugar donde le encerrasteis, y volverá mas fuerte que nunca
si no lo impedís. A estas alturas probablemente ya se haya
apoderado de todo… de todo su universo. Era algo completamente improbable, pero el hecho de que Goyo se encontrase con él le habrá reforzado, ambos tienen mucho poder…
—Pero nosotros vimos cómo la oscuridad salía del interior de Goyo, nosotros recuperamos la luz de su corazón,
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