ecos de rusia para la despedida “la gran cita musical del país”

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ANÁLISIS
ENCUENTRO DIGITAL
ECOS DE RUSIA
PARA LA
DESPEDIDA
“LA GRAN
CITA MUSICAL
DEL PAÍS”
El Festival se despide el
domingo con Shostakovich,
Mussorsky y Prokofiev 42 Y 43
Diego Martínez afronta con
ilusión los retos de futuro
de un festival creciente 45
Actual
VIERNES 6 DE JULIO DE 2012
61 FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA Y DANZA DE GRANADA
Coppélia vive
· LUIS ARRONTE
La primera cita del Birmingham Royal Ballet con el Generalife se salda con
una fresca representación de la historia de la muñeca del Dr. Coppelius
MIGUEL RODRÍGUEZ
/ GRANADA
El Festival Internacional de Música y Danza
se reservaba para la recta final dos grandes
citas de danza. El Birmingham Royal Ballet
hizo ayer la primera de sus dos actuaciones
en el Generalife, y marcó una diferencia notable con respecto a las compañías anteriores
de la programación (los Ballets de Roland
Petit y el Bayerisches Staatsballett München) por el hecho de estar acompañado de
música en directo, con la Orquesta Ciudad de
Granada y Paul Murphy a la batuta, en el foso.
La historia de Coppélia encierra la de uno
de los grandes sueños románticos y mitos de
la humanidad: insuflar vida a lo inanimado,
jugar a ser Dios. Es un instinto mágico y atávico que se alinea con la de personajes como
Pinocho, Frankenstein o Eduardo Manostijeras. En este caso, el Dr. Coppelius dota de vida a la muñeca Coppélia, con tal precisión
que un hombre, Franz, se enamora de la bailarina robótica locamente. Un proceso de
transformación titánico protagonizado por
la bailarina Reina Fuchigami que tuvo como
contrapunto el brillantísimo papel de la novia de Franz, Swanilda (encarnado por Näo
Sakuma), que se ve abandonada por culpa de
una misteriosa mujer mecánica que conquista a su prometido e incluso la llega a suplantar haciéndose pasar por autómata. Por su
parte, Michael O’Hare interpretó al científico anciano y loco con una viveza teatral incontestable.
A pesar de este planteamiento, no fue una
noche de danza trágica, ni mucho menos. La
Coppélia que ayer pasó por Granada es la
creada por el gran Sir Peter Wright (anterior
director de la compañía de Birmingham) en
1995 sobre el clásico de Petipa y Cechhetti,
originalmente estrenado en la última fase de
la etapa dorada de la Ópera de París, en
1870. Es por tanto un clásico de clásicos, pero recuperado por Wright y además adaptado a un escenario tan mágico como el Teatro
del Generalife. La compañía británica destiló magia, fabulismo, también humor (los pasos de baile mecánicos de Willis llegan a ser
tan graciosos como los de un B-boy callejero
de estos tiempos haciendo pasos de robot) y
familiaridad. Esto no quiere decir que sea
una obra infantil; al estar basada en un
cuento mucho más tenebroso de E.T.A.
Hoffmann, también sopló entre los cipreses
de la noche granadina ese trasfondo psicológico la humanidad, el progreso, el amor, el
desengaño...
El público también supo agradecer la presencia de música en directo, y no pregrabada. La Orquesta Ciudad de Granada, a las órdenes de Paul Murphy, estuvo dinámica y
atenta, real, para la partitura de Delibes.
Tanto la orquesta como los bailarines estuvieron ensayando estos días hasta altas horas
de la madrugada, para evitar el calor, precisamente para que todo fuera perfecto.
Fue inevitable acordarse de la Coppélia del
Ballet de Víctor Ullate que vino al Festival en
2007, y habiendo dejado aquella una huella
ensoñadora y onírica, la de Wright de ayer
resultó fresca, excitante, ilusionante. Las dos
horas de espectáculo se hicieron cortas.
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