El territorio de los pueblos originarios frente a la lógica del

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Revista Mexicana de Ciencias Agrícolas
ISSN: 2007-0934
[email protected]
Instituto Nacional de Investigaciones
Forestales, Agrícolas y Pecuarias
México
Gatica Polco, Daniel
El territorio de los pueblos originarios frente a la lógica del neoliberalismo
Revista Mexicana de Ciencias Agrícolas, vol. 1, 2015, pp. 191-197
Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias
Estado de México, México
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=263139243026
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Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
Acapulco, Guerrero, 19, 20 y 21 de febrero de 2015 p. 191-197
El territorio de los pueblos originarios frente a
la lógica del neoliberalismo
Daniel Gatica Polco
[email protected].
Resumen
En este trabajo se analiza el proceso de mercantilización
al que se pretende someter el territorio-comunidad de los
pueblos originaros de México por parte de las políticas
impuestas por los gobiernos neoliberales, se expone la
cosmovisión no capitalista que estas culturas autóctonas de
manera general asumen frente a la naturaleza y su entorno
socio comunitario, premiado de valores hacia un cuidado
de los recursos naturales y del medio ambiente, en la parte
casi final se exponen algunos ejemplos de movimientos de
resistencia que se han enfrentado de manera directa a los
proyectos neoliberales que se han intentado imponer es sus
regiones y comunidades y finalmente el trabajo muestra a
la autonomía indígena como una de las tantas alternativas
de resistencia frente al despojo que deben de construir los
pueblos originarios para enfrentar y frenar las políticas
neoliberales que se pretenden imponer para mercantilizar
la vida y la naturaleza.
Palabras claves: autonomía, autogestión y sujeto
emergente, despojo territorial, capitalismo, territorio,
explotación, matriz histórico- cultural, neoliberalismo,
opresión, pueblos originarios.
Introducción
El proceso de conquista y colonización desarrollado por
España en América Latina durante el siglo XVI significo
para las culturas originarias la destrucción del proyecto
civilizador de los pueblos originarios y la expansión del
proyecto colonizador euro centrista. El control territorial, e
imposición de formas político administrativas de gobierno
junto con la penetración cultural e ideológica por parte
de los conquistadores implico durante el periodo de la
colonia la integración gradual de los indios a la nueva
forma de organización y en algunos casos el abandono
de sus propios sistemas de representación, organización,
producción y justicia.
Los pueblos originarios que no se sometieron al gobierno
de la Nueva España durante los 3 siglos que duro la
colonia protagonizaron innumerables rebeliones en las
zonas rurales y montañosas del continente y del país
(como las rebeliones mayas en el sureste y los yaquis en el
norte). Así durante la conformación de los Estado nación
latinoamericanos la cuestión étnica represento un factor
a superar, la política y filosofía liberal asumió la razón, el
contrato y la unidad nacional como el fundamento universal
para la organización nacional muy por encima de la pluralidad
y multiculturalidad étnica.
Pero las elites conquistadoras de los Estado - nación no pudo
exterminar en su totalidad el proyecto civilizador indígena,
las prácticas, tradiciones, costumbres, valores e instituciones
de sistemas de cargo sobrevivieron en algunas regiones del
continente y del país, esas culturas originarias que vienen
de un periodo de más 500 años de lucha y de resistencia
contra la opresión y explotación ahora se enfrentan a nuevos
problemas del paradigma económico neoliberal.
192 Acapulco, Guerrero, 19, 20 y 21 de febrero de 2015
La crisis del sistema
Las crisis modernas que atraviesa actualmente el sistema
capitalista a nivel internacional demuestra que se encuentra
en una de sus múltiples fases terminales como señala
Emanuel Wallerstein, dando como resultado concreto en
el sistema-mundo múltiples crisis de valores, económicas,
políticas, ideológicas, religiosas, culturales y ambientales,
que se ven reflejadas en diversas geografías y calendarios del
planeta. El modo de producción capitalista que como dice
Marx “nació brotando chorros de lodo y sangre” en el siglo
XVI bajo la legitimidad liberal ideológica de la sociedad
burguesa, hoy en pleno siglo XXI con el modelo neoliberal
sigue reafirmando su esencia y carácter de opresión y despojo
de clase, generalmente contra todas las clases trabajadoras
del mundo y particularmente contra los pueblos originarios
de nuestra América Latina.
En la última década del siglo XX y en las primeras de este
siglo XXI la historia, luchas y prácticas colectivas de los
pueblos originarios de América Latina y particularmente
la de los “indios de México” se han visto influenciados por
la emergencia de nuevos sujetos políticos y movimientos
étnicos que luchan por la defensa y reconquista de los
territorios indios, en Brasil el Movimiento de los Sin Tierra
luchan por recuperar grandes extensiones de tierra que les
pertenecían a las culturas antiguas, en Chile el movimiento
Mapuche ha tenido que pagar con balas de sangre la
recuperación de su territorio y cultura, en Perú las Rondas
Campesinas por la vía de la autodefensa han proporcionado
seguridad comunitaria y se han enfrentado a los mega
proyectos mineros, en México los casos de Cheran, la Policía
Comunitaria, el CECOP, y el EZLN, por citar solo unos
ejemplos muestran la crisis terminal en la que se encuentra
el sistema capitalista y las nuevas resistencias colectivas que
se oponen al despojo territorial que ofrece el neoliberalismo
en su decadencia.
El territorio comunitario
Históricamente para los pueblos y culturas ancestrales
mesoamericanas el territorio ha significado parte integrante
de su modo de vida y relacionarse con la naturaleza, es
el lugar donde se construyen los mitos y ritos que le dan
sustento a sus prácticas y sistemas de creencias cotidianas,
los ríos, los manantiales, los árboles, los cerros ceremoniales
son elementos que forman parte de los valores colectivos de
los pueblos originarios. El territorio entendido como“ (…)
el resultado de la apropiación y valorización del espacio
Daniel Gatica Polco
mediante la representación y el trabajo, una “producción”
a partir del espacio inscrita en el campo del poder (…). En
resumen, serian tres los ingredientes primordiales de todo
territorio : la apropiación, el poder y la frontera”.
En este caso para los pueblos originarios no existe tanto
la fragmentación de la naturaleza como en la cosmovisión
eurocéntrica judeocristiana, se basan en un sistema cultural
de interrelación integral del hombre con su entorno natural.
La concepción que se tiene del territorio en cada sistema
cultural de los pueblos originarios es fruto del sistema de
valores ambientales e históricos que premia en cada uno,
pero que de manera general tienden asumir y concebir a la
naturaleza y el territorio como algo sagrado, como lo muestra
el siguiente ejemplo de la declaración de un indio Wirrárika:
“Entre la cultura indígena y la capitalista hay un gran
abismo y radica en la visión que de la naturaleza se tiene:
“Los pueblos indígenas o los pueblos originarios somos
guardianes de la madre tierra. En la madre tierra existen las
esencias de la vida, traducido en el mundo occidental de otra
manera: por su fuente económica recursos naturales, me
refiero al agua, al bosque y todo lo que está en la madre tierra”
La concepción que tiene esta cultura respecto al territorio y
la naturaleza es un patrón histórico- cultural que se presenta
de forma general en todas las culturas de origen históricocultural mesoamericano, y también desde los andes hasta
el amazonas, solo por citar unos ejemplos donde prevalece
esta cosmovisión de la naturaleza-territorio sagrado están
los siguientes grupos étnicos:
“(…) maya, yoreme, tenek, tlahuica, tehua, tojolabal,
totonaco, triqui, tzeltal, tzotzil, wixárika, yaqui, binizaa,
zoque, kumiai, mayo, mazahua, mazateco, mixe, amuzgo,
cora, cuicateco, chinanteco, chocholteco, chol, pericuri,
guaycuri, cochimi, chontal, guarijío, coca, paipai, kiliwa,
huasteco, huave, kikapu, cucapá, tepehuano, chichimeca,
mame, matlatzinca, ñuusavi, nahua, ñahñu, tohonoo’odham,
pame, popoluca, p’uréhpecha, concaá, rarámuri, achumi,
ahniyvwiya, lakota, ndee, kuma, naabeehódine’é, aqwesasne,
mohawk, salish, anisnawbe, cayuga, onondaga, ojibwa,
hopi, secwepme, tuscarora, ktnuxa, creek, gitxaan, guaraní,
kekchí, mapuche, tarapacá, maipú, aymar, kichwa, mam,
lenca, miskito, inka (…)”.
Cada una de estas culturas no concibe a la naturaleza de
manera fragmentada, la naturaleza y el territorio crean y
forman parte de la identidad cultural, de las estructuras
El territorio de los pueblos originarios frente a la lógica del neoliberalismo
étnicas, del desarrollo comunitario, y de la cosmogonía en
sí. Los conocimientos y saberes cotidianos que resultan
de esta relación continúa entre territorio, espiritualidad y
naturaleza hacen que las comunidades se empoderen de
sus recursos naturales.
Al respecto Guiteras Holmes señala que los mayas tzotziles
describen a la tierra como. “la madre de la vida universal.
Ella es el más compulsivo de todos los poderes del universo.
Ella es el poder supremo, todos los demás poderes parecen
formar parte de ella o haberse originado de sus profundidades
(…). La creencia de la naturaleza como una fuerza suprema
y sagrada es lo que determina el respeto y cuidado hacia
ella por parte de estas poblaciones culturales que conciben
al territorio integrado por símbolos, ritos y mitos que
dan justificación de una conciencia y existencia histórica
comunitaria ante puesta a la visión occidental del desarrollo
tecno científico racional del progreso individual.
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principalmente en zonas indígenas para echar andar las
cuatro ruedas del capitalismo: la explotación, el despojo, la
represión y el desprecio.
Las empresas multinacionales que monopolizan el poder
financiero global deciden en que regiones rurales de los
países débiles implantar sus mega proyectos de saqueo y
explotación capitalista. “esas compañías son claramente
parte integrante del desastre ecocida moderno. Las compañías
multinacionales definen de muchas maneras nuestro mundo
cada vez más ecocida y lo hacen silenciando, trivializando o
legitimando eficazmente sus prácticas sociales y ecológicas
tremendamente dañinas. La naturaleza organizativa de
las multinacionales, es profundamente antidemocrática,
desempeña un papel clave en la línea de conducta y en la
política del capitalismo global, que ha llevado a nuestro
planeta al borde del colapso social y ecológico”.
El “despojo territorial”
El ambientalismo liberal decimonónico asume los recursos
naturales de las culturas originarias como bienes comunes
que pueden y deben ser explotados en beneficio y uso de
las necesidades de la población mundial esto dentro de
la lógica de los patrones de producción y consumo de la
globalización y del mercado. Actualmente en México,
Latinoamérica y diversas regiones del mundo la explotación
del territorio de las culturas y pueblos originarios integrado
por recursos naturales, flora y fauna, minerales y capital
humano se justifica por medio del discurso moderno de
la sustentabilidad , que intenta mostrar el rostro verde y
humano del capitalismo al plantear que con el desarrollo
sustentable “el manejo del ambiente debe cumplir las
necesidades de las generaciones presentes, sin sacrificar las
de las generaciones futuras”.
Con la imposición y adopción del modelo económico
neoliberal por parte de los gobiernos latinoamericanos
desde la década de 1980 los territorios indígenas se han
convertido en objetivos estratégicos de explotación de
recursos naturales de manera global. El territorio indígena
como parte integrante de la cosmovisión y cultura indígena
frente a la globalización del capitalismo tiende a ser
reducido como un sistema de distribución de propiedades
comunales, potencialmente productivo para las empresas
transnacionales con la impulsión de proyectos y mega
proyectos tecno modernos como presas hidroeléctricas,
proyectos eco turísticos, carreteas, y centros mineros de
explotación a cielo abierto. La preminencia del fetiche del
capital por parte de los gobiernos permite la libre exploración
de recursos minerales, forestales y acuíferos ubicados
Sin embargo, este famoso desarrollo sustentable (dentro
de la lógica del capitalismo) y “ en el curso de la sombría
dialéctica sistémica en contra del medio ambiente son aún
más intensas las lógicas y las acciones depredadoras del
capitalismo corporativo, como el insostenible consumo de
combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) la agricultura
industrial de las transnacionales, la ruina de hábitats, el
extractivismo minero y petrolero, la tala de árboles y la
devastación de bosques, el uso masivo de plaguicidas,
la proliferación de los transgénicos, la sobre pesca, y la
anarquía proliferación urbana (…) son unos de los elementos
que se encuentran insertados dentro del desarrollo tecno
científico racional capitalista del desarrollo sustentable
“que trata simplemente de como presentar una imagen verde
convincente a los consumidores y al público (por ejemplo
En el mundo indígena la concepción de la naturaleza
y el territorio no se sintetiza en la noción positivista de
civilización por el grado de control y dominio de la naturaleza
que se tenga, muy por el contrario como describe Guillermo
Bonfil Batalla en la tradición étnico cultural “el hombre no se
confronta con la naturaleza, la naturaleza no es su enemiga,
tampoco el objeto de su dominación, sino que más bien es
una realidad inmediata con la cual la vida humana debe
armonizar” para lograr una estabilidad social y espiritual,
de modo que el territorio en el cual habitan estas culturas
los actos de cada hombre repercute de manera directa en el
entorno socio territorial más próximo.
Daniel Gatica Polco
194 Acapulco, Guerrero, 19, 20 y 21 de febrero de 2015
, la industria química norteamericana planeaba gastar 10
millones de dólares en 1992 para mostrarse ambientalmente
razonable y amistosa)” con el medio ambiente.
De modo que en los hechos la cultura, naturaleza y los
recursos territoriales siguen siendo sometidos a los
criterios fetichistas de utilidad económica, rentabilidad
y mercantilización inmediata por parte de los gobiernos
neoliberales e instituciones ambientales y financieras
supranacionales, por ejemplo.
“El Convenio de la Diversidad Biológica es un instrumento
vigente de derecho internacional. Fue firmado por los
Estados en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
el Medio Ambiente y el Desarrollo en 1992. Sus tres
objetivos principales son: la conservación de la diversidad
biológica, el uso sostenible de los componentes de la
diversidad biológica y la participación justa y equitativa
en los beneficios derivados de la utilización de los recursos
genéticos”.
Sin embargo este convenio solo ha servido como argumento
teórico que legítima por medio de las conceptualizaciones
neoliberales la explotación y saqueo de los recursos, esta
protección ambiental mundial se determina por medio
de un sistema teórico-práctico hecho a fin y a sus propios
términos del neoliberalismo que justifica la explotación
y el despojo territorial. La cosmovisión de los pueblos
originarios donde el territorio es interpretado como signo de
vida para el neoliberalismo representa el dinero y el poder.
El paradigma económico global justifica de este modo el
despojo y destrucción ambiental de los territorios indígenas
y no indígenas.
La soberanía del Estado nación con el neoliberalismo se
ha reducido a un simple promotor y gestor de territorios
indios para entregarlos a empresas transnacionales de
capital privado. Al respecto Magdalena Gómez Rivera
señala que “los pueblos indígenas están en el centro de las
políticas neoliberales dirigidas a la explotación de recursos
naturales por su ubicación territorial en las zonas boscosas
y en cerca de la mitad de la biodiversidad en el mundo,
así como en los lugares donde hay reservas minerales”.
Estas iniciativas de privatización y despojo territorial han
estado respaldadas por instituciones estatales y federales
(SEMARNAT, SEMAREN), así como por organismos
supranacionales como el Banco Mundial (BM), el Fondo
Monetario Internacional (FMI), el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID), y por organizaciones multilaterales como
la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura
y la Alimentación (FAO), el Programa de Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PLUMA) y la Organización
Mundial del Comercio.
El carácter globalizatorio del capitalismo salvaje ha tendido a
reducir todo a la simple vulgarización de la mercantilización
en la oferta y la demanda del mercado internacional junto a
la par de la neocolonización lingüística, cultural, política y
despojo territorial de las culturas originarias.
En la lógica del neoliberalismo el territorio indígena se
encuentra ubicado en la política de despojo, por medio de
creación de leyes y tratados internacionales los territorios
indígenas son valorizados por medio del fetiche del capital
para la realización de megaproyectos “sustentables” o de
explotación local para el mercado internacional sin la previa
consulta y consentimiento de las culturas étnicas porque en
el corazón del paradigma económico global está el ideal del
mundo como un mercado extenso, en el cual toda interacción
social entre seres humanos y naturaleza, así como la
interacción social, puede ser entendida perfectamente como
intercambio de tipo material y el efecto acumulativo de todo
sería la distribución y el uso más eficiente posible de todas
las mercancías, servicios, información y recursos naturales.
El neoliberalismo como paradigma económico global
rompe y trasgrede con los sistemas normativos históricos
comunitarios de las culturas étnicas que conciben al territorio
como un espacio geográfico histórico-cultural donde
los pueblos tienen el derecho legítimo a decidir sobre el
conjunto de recursos naturales que integran el territorio,
así como su uso y disfrute comunitario. Dicha consulta
sobre el manejo y uso del territorio y recursos naturales se
encuentra respaldada jurídicamente en el Convenio 169 de
la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que señala
que los pueblos tienen el derecho a la consulta y al derecho
de consentimiento sobre las iniciativas que se pretendan
hacer con respecto al uso de los territorios, así como la Ley
Agraria que respalda la consulta previa a las comunidades
frente a la imposición de los mega proyectos.
La defensa del territorio indio
Para defender el territorio algunas experiencias organizativas
de los pueblos originarios han tenido que enfrentarse al
Estado y a todos sus aparatos de contención institucional
y de represión policiaco militar. El problema étnico en los
Estado-nación modernos de América Latina es uno que
El territorio de los pueblos originarios frente a la lógica del neoliberalismo
ha estado presente desde sus orígenes, la filosofía liberal
decimonónica bajo la cual se formaron estos Estados
mestizocraticos premiaron la idea cultural homogénea para
consolidar una nación única culturalmente. Sin embargo el
carácter heterogéneo de las formaciones sociales y culturales
latinoamericanas ha hecho posible que emerjan formas
étnicas discontinuas, alternativas e hibridas que desafían la
hegemonía de la modernidad capitalista como en los casos
de Bolivia, Ecuador, Colombia, Perú, Nicaragua, Chile y
México donde algunos grupos étnicos se han trasformado
en nuevos sujetos emergentes de empoderamiento político
y de transformación social.
Para entender a los pueblos originarios en el rescate de
sus sistemas de justicia, valores, territorios y creencias
comunitarias nos es obligatorio situar sus luchas en el
contexto del sistema capitalista que lo definimos como “un
modo de producción que se basa en la valorización del valor
a través de la explotación incesante del trabajo humano y
la naturaleza”, y que ahora se expresa en su versión salvaje
con el modelo económico neoliberal desde la década de
1980. En medio de este contexto de explotación y despojo
territorial por parte del Estado burgués la resistencia de los
pueblos originarios no se ha hecho esperar, desde el norte y
el sur del país, los pueblos étnicos se han movilizado para
frenar esas políticas de saqueo y despojo territorial, en
México teniendo como experiencias claves las resistencia
creadas por el EZLN en Chiapas , el pueblo de Cheran en
Michoacán, la Policía Comunitaria y el CECOP en Guerrero,
los pueblos triquis autónomos de Oaxaca y Wirikuta en San
Luis Potosí, por citar sólo unos ejemplos de la combatividad
de los pueblos originarios por la defensa del territorio.
Específicamente la defensa asumida territorialmente en el
estado de Guerrero por la Policía Comunitaria (Coordinadora
Regional de Autoridades Comunitarias -Policía Comunitaria
)se ha volcado en la oposición directa de la construcción de
minas a cielo abierto y presas hidroeléctricas (impulsadas
en algunos casos por la CFC como el caso de la Parato),
obras financiadas principalmente por empresas extranjeras y
respaldadas por capitales monopolistas nacionales, así como
la cancelación de proyectos ecoturísticos que dañan el uso de
los suelos y de la medio ambiente. La población indígena y
sus comunidades han sabido preservar racionalmente el uso
y manejo adecuado de los recursos naturales regionales por
medio de la utilización de sistemas y técnicas ecológicamente
no tan dañinas con el entorno natural. Los talleres que se
imparten en la región de la Policía Comunitaria pretenden
impulsar el esquema de conservación, protección, control
195
de territorios y de recursos naturales, ante la vorágine
depredadora y saqueadora del neoliberalismo que impulsa
el gobierno estatal y federal.
Para entender esta defensa del territorio que hacen las
comunidades de los pueblos originarios en Guerrero
pertenecientes a la policía comunitaria es necesario tomar
en cuenta la historicidad de los pueblos originarios en
América Latina, su cosmovisión del mundo y su relación
con la naturaleza que ha permitido mostrar formas
alternativas de organización y de relacionarse con el
mundo físico y espiritual. Culturas que deben entenderse
en su particularidad histórica con nombres y sistemas de
valores filosóficos propios, porque como señala Miguel de
León Portilla “sus preocupaciones versaron sobre el origen
y naturaleza del mundo, del hombre, del más allá y de la
divinidad” reflejado en su organización y sustentabilidad
con el entorno,
Los pueblos originarios de matriz cultural-histórica
mesoamericana han mostrado que es posible otra forma de
ver y entender el mundo, así como la manera de relacionarse
con la naturaleza.La actitud político-moral asumida por los
pueblos originarios ha sido la de re dignificar al ser humano
frente a la miseria física y moral desarrollada por el neo
colonialismo burgués e imperialista mediante la enajenación
y alienación capitalista de una gran parte de la sociedad y
de los gobiernos mercantilistas. La economía de mercado
sustentada en esta visión del mundo burgués ha puesto a los
indígenas y a otros movimientos urbanos del siglo XXI a
pensar y repensar en otras alternativas de organización y
relación no burguesa y no capitalista.
La alternativa de la autonomía para defender el territorio
A raíz de las múltiples violencias concretas y epistémicas
generadas por el capitalismo-neoliberalismo los movimientos
indígenas de nuevo corte en México y en América Latina
desde 1992 han presentada en algunas partes una crítica
radical a las estructuras estatales y maquinaria del poder
capitalista. Una de las alternativas que las resistencias
indígenas han venido construyendo en torno a la explotación,
despojo, represión y el desprecio capitalista ha sido la
demanda política y construcción de la autonomía indígena
regional, insertada dentro de las nuevas configuraciones
sociopolíticas que los pueblos y comunidades indígenas
demandan en base a su historia y cosmovisión única de
pueblos originarios con derechos colectivos, entendidos
estos como “aquellos indispensables para que los pueblos
Daniel Gatica Polco
196 Acapulco, Guerrero, 19, 20 y 21 de febrero de 2015
subsistan por ejemplo: el derecho al territorio, al uso de la
lengua, a la cultura propia, al autogobierno o práctica de sus
normas propias de organización y control”. La autonomía
indígena incluye explícitamente la nueva relación entre
sociedad civil, pueblos originarios, naturaleza y el Estado,
poniendo como centro de debate para esta nueva relación
el autogobierno en materia de salud, educación, medio
ambiente, política autogestiva y desarrollo comunitario.
Los procesos dados en los últimos años de conformación de
autonomías indígenas regionales en países como el Salvador,
Bolivia, Ecuador y México han asumido nuevas formas de
representación comunitaria y poder colectivo frente a un
nuevo régimen jurídico político cada vez más pluriétnico. La
autonomía indígena significa entonces el derecho a la libre
autodeterminación en los procesos sociales, ambientales,
culturales, epistémicos, económicos, jurídicos, políticos,
educativos y religiosos determinados desde su perspectiva
de usos y costumbres (u filosofías del mundo).
La concepción errónea de asociar la autonomía indígena
con separatismo, balcanización o fundamentalismo solo
violenta o minimiza la historia, cultura, práctica y política de
la autonomía india, ya que esta junto con la “la autogestión
implica responsabilidad, sobre todo cuando existen en
muchos pueblos indios los elementos culturales necesarios
para que puedan alcanzar la autosuficiencia en un sistema
de articulación regional para tal fin”. La ruptura histórica
que presenta la autonomía indígena frente a la profunda
historia de opresión y explotación capitalista plantea un
nuevo desafío radical frente al estado y las estructuras de
dominio hegemónico del capital, en tanto desplaza el factor
neo indigenista hacia la cuestión fundamental del control
político-administrativo del territorio indígena, porque:
“(…) el derecho a la autonomía territorial implica el control
y legalización de los territorios en posesión ancestral
para gobernarse con autoridad propia de manera que
permita no sólo el fortalecimiento y consolidación de las
circunscripciones territoriales indígenas, sino también,
a un manejo armónico, autogestionario y equilibrado de
los recursos naturales para conservar el medio ambiente y
garantizar la permanencia integral de los ecosistemas, así
como el desarrollo socioeconómico”.
“Tal enfoque encuadra la autonomía en el proceso de
descentralización política para convertir el autogobierno en
una resistencia autónoma, que en la versión sustantiva, no
es sino democracia radical”. El modo de asumir funciones
autogestivas en un territorio jurídicamente reconocido
por diversos grupos étnicos “es un verdadero proyecto
de modernidad alternativa a la modernidad capitalista
dominante, el que estos mismos indígenas encarnan,
defienden y enarbolan, abierta y retadoramente, a partir
de esa ruptura fundamental de 1994”. La autonomía como
demanda estrategia por los pueblos originarios representa
un proyecto comunitario potente que permite proteger los
territorios y la cultura propia de cada grupo étnico desde el
lugar de origen y en correspondencia con las necesidades
inmediatas de la comunidad-pueblo, este derecho a la libre
autodeterminación es premisa sustancial a conquistar por
la vía de la organización y lucha política para preservar el
territorio ante las políticas y prácticas capitalistas.
Al respecto el étno marxista Gilberto López y Rivas define
a la autonomía como un proceso que “constituye formas
de reconocimiento de derechos a entidades socioculturales
en su carácter de pueblos”, a decir por su parte López
Bárcenas señala que “ cuando los pueblos indígenas deciden
construir autonomías toman una decisión que va contra
las políticas del Estado y obliga a quienes optan por ese
camino a iniciar procesos políticos de construcción de redes
de poder que les permitan afianzarse ellos mismos como
una fuerza con la que se debe negociar la gobernabilidad y
poderes alternativos que obliguen al Estado a tomarlos en
cuenta”. Un ejemplo práctico y concreto de esta efectividad
inmediata de la autonomía son los logros que ha logrado
la experiencia organizativa de la Policía Comunitaria en la
región de la Costa Chica- Montaña del estado de Guerrero
donde de más de 50 concesiones mineras otorgadas por
el gobierno estatal y federal a empresas transnacionales
de origen canadiense, holandesas y estadounidenses , la
Policía Comunitaria junto con los hombres y mujeres de las
comunidades donde tiene incidencia esta organización han
logrado detener y cancelar la mayoría de estas concesiones
mineras en la región, por la vía de los hechos la autonomía
de facto que han construido les ha permitido empoderarse
de su propio presente y futuro. De modo que como lo
demuestra la realidad la autonomía indígena puede ser una
de las tantas alternativas que deben construir los pueblos
originarios para enfrentar las lógicas del despojo y saqueo
territorial que ofrece el capitalismo.
Literatura citada
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