Autor: Elizabeth Heidrich Institución de referencia: Escuela 1-006 “Juan José Paso” “El rol, mi rol como docente en las experiencias de Filosofía con niños” Desde el año 2000 me encuentro conectada con la Filosofía con niños, primero desde una beca de Egresada en la Facultad de Educación Elemental y Especial, y es a través de ella misma que logro hacer contacto con docentes del Departamento de Maipú que ya estaban haciendo prácticas de Filosofía con niños. Desde mi lugar de docente en actividad es que me intereso por experienciar esto que antes había sido sólo teoría para mí y puedo descubrir y descubrirme en mi propia práctica, primero como una observadora, y luego como una investigadora de mejores fuentes – disparadores para generar preguntas dentro de las Comunidades de Indagación que pudimos formar en los años – grados de las escuelas donde he trabajado. Es a partir de estas vivencias que he intentado plasmar lo que siento como el rol del maestro dentro de las experiencias de Filosofía con niños. Miremos las experiencias desde varios ángulos, desde los adultos, desde los niños: desde los adultos como maestros, como profesores, como oyentes de una clase; desde los niños como alumnos, como hijos, como invitados a una clase. Y desde esta perspectiva cuán diferentes pueden ser las inter-experiencias personales. Hoy quiero detenerme en la mirada – experiencia del maestro. Sabiendo que se abre una suerte, en cada encuentro de Filosofía con niños de “trabajo espontáneo” y porqué... Por que no hay un programa anticipado que los maestros deban saber o un método que ellos deban aplicar. Lo que hay, ya lo dice Wallter Kohan: ...”es una invitación a jugar juntos el juego de la filosofía”...y qué es esto... Es dar lugar al filosofar, y filosofar tiene que ver con hacer preguntas a partir de plantearse “problemas”, problemas como cuestiones propias de a vida a los cuales mediante la indagación en grupo se intenta llegar para comprenderlo mejor, para reformular una nueva pregunta. Y cuál es el rol del maestro, el maestro es un mediador y a la vez un participante activo y atento en cada experiencia. Trabaja de manera espontánea aprovechando cada instante para enriquecer su propia experiencia, sus propios cuestionamientos, su práctica docente... Es darse una oportunidad para regresar al pensamiento del niño que se da permiso para acceder a lenguaje en forma libre y lo hace sin condicionamiento alguno. Como afirma , también, Walter Kohan para el docente puede ser la oportunidad de encontrar en la escuela esos espacios en los que la temporalidad no necesariamente sigue el ritmo de la temporalidad escolar, donde la pregunta puede tener otro sentido que el que tiene a veces en a escuela”... Se intenta recuperar esos espacios donde el interrogante tiene valor en sí mismo. Dice: Walter Kohan: “Es imposible hacer filosofía con niños si uno no hace filosofía con uno mismo” Hoy dar lugar a un espacio para el pensamiento puede ser trascendente en cuanto a establecer cambios en una sociedad. Y para que esto se dé como un proceso de vida, como un aprendizaje, qué mejor que sea dentro de la escuela como lugar de reunión entre niños y adultos. Empaparse de la experiencia de preguntar como lo hace un niño, es re-ubicarse en ese niño/a que alguna vez fuimos donde lo intuitivo, las imágenes, los sentidos son primordiales en nuestro diario vivir y a partir de ello problematizar, sin que esto nos angustie, sino que genere a través de la pregunta, una búsqueda de otras visiones, de otras opiniones, que puedan transformarme y a la vez transformarse en “algo nuevo” creado con otros. Autor: Liliana Cornejo Institución de referencia: Escuela N° 1-089 “La Superiora” ¿Es posible dar la oportunidad de preguntar si las preguntas no anidan en mí? Durante un largo tiempo me cuestioné acerca de si yo, profesora de enseñanza primaria, podía problematizar a mis alumnos. Varias cuestiones me inundaban... ¿Podía yo sin ser Filósofa, sin un saber académico que me avale, hacer que la pregunta circule en la ronda de filosofía con niños? ¿Dónde está el saber filosófico? ¿Sólo lo tienen los filósofos? ¿Lo puedo tener yo? O el saber filosófico está afuera ¿Lo tienen solo los eruditos?. En este transitar sentí que no me daba la oportunidad de problematizarme, de que surgieran mis propias preguntas, mis interrogantes esenciales. Pasó el tiempo y seguí transitando por la experiencia de pensar con otros, algo iba sucediendo, mis obstáculos eran problematizados y en la medida que desarticulaba mis prejuicios, algunas preguntas iban surgiendo. En un devenir de encuentros de experiencias de pensamiento con niños y adultos, me di la oportunidad que otras preguntas surgieran ¿Por qué yo no puedo tener preguntas? ¿Quién dice que yo no puedo filosofar? ¿Porqué la parte que adhiere a que el saber lo tienen los demás ,quiere ahogar mis preguntas? ¿Qué pasa con el lado que quiere darse la oportunidad de problematizar? ¿Podré dejar que ese lado fluya? ¿Me daré el espacio para preguntar y repreguntar acerca de lo que me preocupa, me da miedo, me intimida? Estas cuestiones presentes en este hacer de la filosofía con niños me posibilitaron pensarme en las rondas de indagación filosófica con niños ¿Qué pasa, en estos espacios? ¿Estaré trasladando en los chicos el sentir de que el saber lo tienen los demás, que el conocimiento está afuera, que estamos vacíos que es necesario llenarnos con el saber que sólo viene de afuera? ¿O posibilitaré que surja el filosofar entendido como el deseo intenso de que surjan las propias preguntas? .Estas son algunas de las cuestiones que me parece sería importante compartir en un encuentro donde interactuemos y pensemos con otros.