la huerta - jardín familiar

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I^ ^
MADRID
MARZO 1959
i
.I^^.
la huerta - jardín
familiar
N. ° 6 - 59 H
Gabriel Bornás y de Urcullu
Ingeniero Agrónomo.
MINISTERIO DE
AGRICULTURA
DIRECCION GENERAL DE COORDINACION, CREDITO
Y CAPACITACION AGRARIA • SECCION DE CAPACITACION
LA HUERTA-JARDIN FAMILIAR
Enfocamos hoy el tema hortícola hacia la consideración
de la huerta-jardín como complemento.
A un lado queda, pues, el huerto y las huertas, lo que en
nuestros regadíos, en nuestras cuencas hidrográficas, se entienda por cultivo hortícola que, intensivo considerado en sí
mismo, pudiéramos denominar también extensivo si ponemos la vista en las superficies, de apreciable extensión en la
mayoría de los casos, destinadas en las regiones típicas del
regadío español a la producción de hortalizas y f rutas. Un
fin exclusivamente comercial caracteriza esta importante rama
de nuestra economía.
Raro es, sin embargo, el tipo de huerta que pudiera denominarse de aprovechamiento doméstico o casero por la familia del labrador de regadío, pero también del de secano y
más aún la huerta-jardín que, rodeando la casa-vivienda deI
campesino o del ciudadano, le proporcione exclusivamente, en
un pequeño espacio libre, verduras y f rutas para su propi^
consumo, a la par que ornamento adecuado a la casa-habitación, qtte satisfaga las exigencias del espíritu sin pensar en
enviar a los mercados de la ciudad esas frutas, hortalizas y
flores de propio y ítnico disfrute.
Desecha^mos, pues, de estas líneas el cultivo hortícola en
mayor cuantía de la precisa para el abastecimiento de una
familia, y las dedicamos a un tipo de htterta que, precisamente por sus fines, tiene características diferentes en grado
sumo de las de la gran huerta comercial.
El tipo escogido es, sin embargo, de aplicación extensísima. Echemos una mirada a cualquier explotación agrícola.
a cualquier vivienda rural en pleno campo, a los modernos
barrios de trazado urbanístico basado en la conservación de
una gran proporción de espacios libres en relación con los
edificados, y en todos los casos la aplicación está indicada y
tiene su expresión concreta.
Y aquí aparece el carácter de complemento que inicial-
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mente hemos dado camo definición calificativa de este tipo
de huertas. Complemento son de cualquier sistema de vida :
la rural o la ciudadana. Punto de enlace preciso entre la campiña y la ciudad, cuya transición dulcifica no solamente de
modo externo, con una adaptación de paisajes progresiva,
sino lo que es aun más fundamental, realiza también una
transición de costumbres, haciendo más delicado y detallista el esfuerzo físico del labradcr cíel secano y haciendo conocer, incluso, al habitante de la ciudad los deleites del tra-
Fig. i.-La huerta jardín proporciona a la familia productos para la alimentación y para el ornato de la casa.
bajo agrícola en la forma más susceptible para su natural
temperamento, apartado de por sí y por ,el entrena^miento de
su vida cotidiana, de la agricultura y del campo.
Este complemento, además, hace posible atmar un fin utilitario : la obtención de frutas y verduras para la alimentación familiar con un fin espiritual: el ornamento vegetal de
la casa-vivienda v sus alrededores.
Su carácter de complemento las hace interesantísimas en
los perímetros de las grandes aglomeraciones urbanas y para
la mejora de la vicla rural.
I^Tumerosos son los ejemplos de núcleos hortícolas cíe este
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tipo característico en todo el mundo y, en muchos casos, precisamente para no hacerles perder sus fines, se les sujeta ineluso por medio de la legislación, con la exigencia, a los beneficiarios, de dedicar la parcela concedida, exclusivav^^ente, a
la obtención de hortalizas destinadas a su propio consumo,
estando prohibida la venta de productos.
I^^umerosos son los obreros industriales de dichas ciudades que tienen un pequeño huerto en las cercanías, doncle pasan las horas libres y los días de fiesta, teniendo solamente
un peqtteñísimc espacio, con una mesa y rodeado de algttnas
plantas de flor donde descansar con su familia hasta regresar
por la noche a su hog^ar. La legislación cuida de toclos los
detalles referentes a la protección de estas pequeñas huertas
y da facilidades extremas para su cesión.
Uno de los fines trascendentales de la propagación de
este tipo de huertas es contribuir a la ordenación del abastecimiento nacional con verduras y f rutas.
No se puede ni debe ya enfocar cuestión alguna que con
el campo se,refiera y alttda a alguna de sus manifestaciones
más características sin pensar en su utilidad nacional. ^1 len^a
de "utilidad comítn antes que propia utilidad" ha de presidir
todos nuestros pensamicntos, y la ordenación de la producción, transformación, distribuci^ón y consumo de productos
hortícolas, difícil en sí, es preciso, sin embargo, atacarla,
más tarde o más temprano.
E1 producto hortícola es fácilmente alterable; su transporte y almacenaje, peligroso en unos casos e impracticable
en otros. Podemos darnos idea, al tanto de esta cc^nsideración simple, de la importancia que en sí encierra el ir ampliando las huertas familiares, lograndc aumentar de modo
apreciable el consumo y aprovechamiento de f rutas y verduras en su lugar de prodttcción, disminuyendo, en conseeuencia, las cantidades a transportar de estos productos, de alteración tan fácil y cuya estabilización de precios presenta
también dificultades de importancia.
El propio abastecimiento de productos de huerta podrá
sólo ser un ideal, al que se aspire en los nítcleos urbanos en
los que tod^ivía el propio urbanismo no puede lograr en poco
ticn^ho aumentar l^^s espacios libres y con ellos variar el modo
de vida, pero algunos iltícleos industriales, algunas zonas del
secan^^ español, po^lian ali^-iar de c^^^iltinu^^s desplazamientos
dt: h^^rtalizas y fi-utas si atu^^entasen li^cra^i^ente su producCl(lil COri ^^I11i1C^1CS ])^)Cnti" v il^l C(^ll ^^l)t^C^)S 111i1C^1OS".
I^iñ. z.-La obtencióu de productos en la huerta íamiliar permite aumentar, con
pn-^, ^asto, el constuno de los mismos, contribuyendo a resolver el prc,^blema del
abastecimiento.
.^un dejando a un lad^^ la mejora soci^il que la huerta faiuiliar suhone, la acttial preoctihacibn hor el abastecimi^nto
y el mejor aprovechamientu de los bienes del suelo que el porvenir del mundo e^ige, basta ya sin m<ís para justificar la
adopción en gran escala de estas huertas. Existe, pues, una
conveniencia particular del individuo, de la familia, concordante con el fin nacional.
Condiciones esenciales ^de l,a huerta-jardín..
Tratándose de solucianar, con pequeños espacios, el abas-
tecimiento de ttna familia y de lograr un fin ornamental, las
condiciones de las huertas serán :
a) Máximo aprovechamiento del espacio.
b) Racional producción periódica de hortalizas y flores.
c) No exigir trabajcs ni gastos especiales.
d) Disposición armónica entre el fin utilitario y el ornamental.
El punto segundo exige una elección de especies adecuada
no sólo a los gustos del hortelano, sino también a la obtención de complementos alimenticios en f resco y susceptibles de
aprovecharse mediante preparaciones especiales en conserva
para la estación f ría, en que la producción tiene que ser mucho más reducida, ya que en este tipo de huerta no ptzede
pensarse, por regla general, en sufragar los gastos que lleva
consigo un forzado para obtención de productos fuera de estación.
El logro de las condiciones esenciales antes apuntadas
exige, a su vez, esencial cuidado sobre multitud de circunstancias que han de consiclerarse al querer implantar una huerta familiar, relativas al lugar de emplazainiento y su orientación, a reunir las condiciones precisas para la ^mejor producción, examinar el terreno y corregirlo en caso necesario, estudiar las posibilidades y conveniencias del abonado, modo de
regar y, sobre todos ellos, la elección de alternativas de producción adecuadas junto a un bello trazado de la huerta-jardín.
Con la generalidad que estas líneas precisan, vamos a ir
recorriendo todos estos puntos y concluir con la exposición
de ejemplos de huerta familiar que sirvan de base para deslizar su imaginación al aficionado y aplicar sus conocimientos logrando otros tipos análogos.
-^Emplazamiento.
Aun cuand^^, cn algun^^^s casos, ]a cuestión puede limitarse
a simple corrección del trazado y plantación de u17a huerta
ya existente, o bien tratarse de un peqtteño espaci^^ libre rodeando la casa-vivienda, casos en que no cabe elección ya,
si existe posibilidad de elección de emplazamiento de la pequeña huerta, cíebemos dirigir nuestra mirada especialmente a aquel trozo cle terreno que está situado junto al lado sur
de la casa, ya due éste es el emplazamiento ideal, y más aítn
en el caso de que la ^mayor dimensión de dicha huerta se extienda, a lo largo, frente a esa orientación. En las casas de la-
Fi^,r. 3.-La huerta debe de estar junto a la casa, pero de forma yue no estorbe,
en sus faenas, a los habitantes de la vivienda rural.
bor o simples viviendas de las explotaciones agrícolas, teniendo en cuenta esa preferencia de orientación, que en todos los
casos es de considerar, habrá de tomarse también en consideración la distribución de los servicios anejos de la explotación : almacenes, cuadras, gallineros, depósitos de maquinaria, etc., para ernplazar la huerta de tal forma que estando
cerca de la vivienda, ni estorbe las faenas consecutivas al laboreo, ni pierda su papel de ornamentación y lugar de reposo
al aire libre para las personas c^ue allí habiten.
-^1'éng-ase ei1 cuenta tanibién que la itl^plantación de estas
pequeñas huertas en e:^hlotaciones de secano, exige tener cerca las instalaciones de ^^aua : hozo, fiiente ^^ estandtte dtte en
casi tod^^s los cas^s e^isteii. El gast^^ <lue su^^o^1e la instalación de a^ua es mínim^; ^^ ttna sinihlc re^adcra hrohorci^ma
el medio tácil de sostene r un^^s cuantos nietr^^s cuadrados de
lluerta-jardín.
Aun<<ue reshecto al ta^mati^^ iw es lú^;ia^ dar consej^^, sí
creo c^^i^veniente dai- tin,^ li^era orie»t^^ci^"^n <_il at^ciona^l^.
I\^unca clcl^e c^mstituir l^l l^uerta-jardín tin pcsaclo lastre hara
stt pr^^l^ictari^^ ^^, hor ell^^, a^jtti^n nu dish^m^a de ttnas cuantas h^^ras cliarias o de taiiiiliai-^s dtte ^^ueclan coii cierta reáttlaridacl llevar el trauajc^ de la huerta, rea^mendamus cii^hezar, al ^iien^^s el hrim^r añ^^, c^^n un^^s ioo metros cua<lrados. 1.^^5 añ^^s si^tti^ntcs l^uclr^i ir calculancl^> la Ix^sibiliclad
de amhliaci^íii hasta un^^s ^;o a^oo n^etr^^s cuadradc^s, ^^ue
sttele ser la eatensi^n ahrc^piada, coin^^ iiiá^im^^, para ^^ttieii
n^^ huede <Iedicar a la littcrt^l tocías stl^ atenci^^nes.
Si la t^iiuili^l puede a^-ud<ir rcm cierta intctlsidad ^- cl ^^r^^1>ietari^^ está e^l condici^»les de l^^^der <leclicar liastantes huras cle atcnci^ín, pttede é-st^i Ileg-ar a lc^s _^oo-^ioo metr^^s cu^idi-ad^^s, ll^;;and^1 a los I.c^o n^etros cttaclra^l^^s s^^lamcntc ^Itticn
se dedica c^^i^ intensicla^l ^• de m^^d^^ {i^li^^^ al culti^-^^ de huerta.
Condiciones para lograr las mejores circunstancias
de producción,
"l'od^^ cl esiuerzu 11_t ^le ^^riei^tarse al l^^^r<i cle c<^serh^^s ^lc
rendin^icnt^^ }^ en é^x^cas adecuadas, e^i^ienclu, aclemás, ^1
n^á^i^mu ahr^>^^echamientv del esh_lcie }• ^lel tieinho; enlh^zar
cuarito antes la plantaci^^n cad^i añ^^ }- 1^^>derla conducir t^^d^^
él en la5 ^íhtiinas condici<»les de luz, teu^^^erattlra y ctiidad^^.
Las dos 1^^ inleras amdici^mes son natura?es ^^ tienen decisiva
influetlria, sienclo lor;-radas al n^á^in^^^ c^^n la ^irientaci^"m Sur
indicada y, en caso de in^^x,sibilidad, cleben esco^erse la P^^niente, c^ Saliente c^m n^ur<^s de res^-uard^^, blancitteadcs a ser
posible, hara un máxinx^ a^^r^wechamient^^ de ambati circunstancias naturales.
Sietilpi-e es a^n^l^letiicnt^^ indis^^ensable res^uardar bie,i
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de los vientos dominantes en Ia región el trozo de terreno
destinado a huerta. Esta protección se logra con setos arbttstivos pues Ios arbóreos c^uitan etcesiva luz. Las coníferas
(ttiya o teji^ especialmente), e1 e^^óni^mo, el laurel, el aligustre y tant^^s c^tros de hoja herenne pueden ser^^ir hara f^rmar
estas defensas 1-ecurtadas hasta Ia altura conveniente, constituyendo a1 propio tienipc^ un motivo ornamental de cierre
para este pe^^ueño espacio dedicado a huerta-jardín.
I?1 traz<ld^^ d^ las líneas de plantacióii, segíttl la tnay^or
dimensión d^ la; parcelas ^le Sur a N^^rte, hace aprovechar
^^L Ill<l?L11Il^1 11L1Ill111^1C1011 <L ^^LS j11^llli^lti.
La in^t^llacibn de un^^s rtjoneras destinadas a semilleru
a
^^ ser posible, si el espaci^^ ]c^ permite, también a l^lantación
pr^^tegida cle al^;^unas h^^rtalizas para cosecha tetnprana, juntí^ al mttr^ ^lc la vivienda, si éste está ^^rientad^^ al mediodía
^^ en el sitio m<is ^lbri^adc^ cl^ la huerta y nunc^l al N<^rte, co^i^i-^
hleta las líneas ^enerales del emplazru^^ient^^ en I^^ ^Iue a las
l^^^rtaliz.as se i-efiiere.
L,as hlant<^s de flor tieneil exi^encias especííicas, reshectc^
a la iluminaci^"m especialn^ente, lo c^ue rc<<uiere esPeci<il cttidrt<l^^ en la clis^x^sicibn de l^^s I^e^Iueñ^>s tr^,zos destinadr^s <^ recibirlas. C<m^o re^;l^l nitry ^enei-al, p^xlerlius decir ^jttc l^is r^^^alcs, las clalias, las benonias, Ias petunias, los aster, los phloz,
las caléndulas, e^i;;-en situaci^^nes bien s^^leadas ^^ las vi^^letas,
1leliotropos, miosotis, príinulas, resedas, aubretias y vincas
^^r^l^ici-en las s^^iiibrea<las. Las que riu se citan en estos gru^>^>^, ^^ue tiene^l nn marcado cai-^lcter de r;-eiler-alidad repetinu^s, y s^^tl ^^ul^;ariiiente conocidas, ^^an bien en todas las
c^^ndici^nes de insolación intermedia.
Utras amdici^mes a l^^^rar son el mantenimient^^ de la
htumedad inediante el lab^^rco constante de la tierra, clue aleje,
además, cual^Itlier mala ]iicrba, ambas circtmstancias imprescindibles para un buen rendimiento.
Las plantaciones intercaladas como, por ejen^plo, lechu^a c.^^n rábanos ; coles con lechugas o colinabos ; espinacas
coti cebolletas, producei^ un sombreado temprano del terreno
y con ello l^l c^^nservación de principios, que se perderían fá-
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cilmente por evaporación si estuviese descubierto y que son
aprovechados en el desarrollo de dichas hortalizas.
Las hortalizas tempranas que hayan cíe ir lo más pronto
posible al terreno, conviene llevarlas en cajonera protegida
para adelantar, en lo posible, su plantación y adelantar su
ccsecha. Dichas cajoneras, caso de ser posible su existencia.
pueden ser aprovechadas posteriormente para el forzado, en
pequeña escala, de otras hortalizas. Esta posibilidad de cultivo forzado, ya hemos dicho en un principio que está muy
limitada para el cultivador de la huerta-jardín.
La principal cualidad que debe dominar en una huerta es
el orden : la ^mala hierba en la parcela de cultivo; la hoja
caída en el césped, el pequeño camino sucio de hierbas, la
flor marchita en la platabanda floral, el mantillo esparcido
sin sitio adecuado, el semillero falto de ttniformidad, son las
peores señales y claro anuncio del desconocimiento y falta de afición al cultivo cuidadoso y son presagio de malos
rendimientos e incumplimiento de los dos fines : aprovechamiento y ornamentaci^ón, que se han perseguido al itnplantar
la huerta-jardín.
Terreno.
El terreno fértil, como en cualquier otro cultivo, es el
deseable, pero en la huerta, y más cuando ésta ocupa sóh extensiones redttcidas como en este caso, la ^modificación de las
condiciones adversas, o simplemente desfavorables, del terreno puecíe realizarse con facilidad que no es económicamente presumible en el cultivo extensivo. El intenso y continuo
laboreo de la tierra, los cambios frecuentes de cultivo son
circunstancias que contribuyen, ya en nuestro caso, de mod^
mtty apreciable a lograr ttn terreno de cultivo cuya uniformidad y constitución se obtiene en poco tiempo aun en los terrenos más inadecuados. Solamente en los casos extrem^s de
suelos excesivamente ácidos, calizos en extremo, fuertes en
demasía o de pobreza exageradísi^ma la transformación podría no resultar económica.
El estercolado de intensidad variable, la agregacic^n de
cal, el laboreo constante, transforman los suelos excesiva-
- II -
mente fuertes y arcillosos en terrenos hortícolas. La mezcla
de turbas, tierras de brezo, mantillos, estiércoles hechos, corrige tnuchos suelos e^cesivamente ligeros o pobres. Cuiclado especia.l hay clue tener en los rieg^os segítn la tendencia del
suel^, dosificándolos lentamente en terrenos fuertes y d^tn^lulos con mayor fi-ecuencia e intensidad en los ligeros.
F1 mantillo, la mezcla de tierra laborada de huerta con
estiércol hecho y con hojas y restos del jardín y la huerta
bien descompuestos por estratificación con arreglo a las normas generales que a este respectc después daremos, son siemP^-e Para, el hortelano y el jardinero el medio de aytida ^más
eficaz para mantener su huerta en perfecto estado de l^^roducción. De su adecuado manejo depende gran parte del éxito
ohtenido.
Abonos.
Altos rendimientos y hortalizas de calidad sólo son logrables cuando el terreno proporcione el óptimo de elementos nutritivos.
Si hemos proporcionado a éste estiércoles y mantillo en
proporción adecuada, si contiene cal suficiente, si las labores
de verano han sido perfectas v los efectos de las heladas invernales han procurado una aireación del terreno en combinación con las anteriores circunstancias, entonces es cuando
un abonado surte sus auténticos efectos.
E] estercolado, base de la implantación de una htterta en
condiciones normales de terreno, no debe ser menor de unos
io lcilogramos por metro cuadrado. Los años siguientes puede bajarse la dosis en cultivo normal a las dos terceras partes
de dicha cantidad. La preferencia en clase de estiércol es muy
variable segítn especies, y no es posible e^aendernos en estas
líneas sobre el detalle. Unicamente, co^mo regla general, diremos yue en suelos normales, _v una vez realizada stt corrección en los defectuosos, se deben emplear los estiércoles no
muy hechos en las parcelas de cultivo y reservar los pasados
para las camas calientes y templadas de las cajoneras y semilleros, en los que se puede graduar mejor así el calentamiento.
^1 abonado mineral, que ]as diversas exigencias de las hor-
_ T2 _
talizas hacen muy diverso cuando se trata del gran cultivo
de regadío, siendo preciso tener en cuenta las especies a cultivar para poder dar fórmulas siquiera aproximadas, podemos aquí, sin embargo, establecer una fórmula general apropiada para el caso de huerta-jardín de pequeña extensión ;
l^i;;.
^}.-1'ara cunseguir eleca^l^„ renrlimientos es preciso proporcionar a los
ctiltivus abun^lante^^ clementos nutriticos.
ésta puede ser por área ( i oo ^metros cuadrados) de : 3-4 kilogramos de sulfato ambnico, 4 kilogramos de superfosfato
y 5-6 kilogramos de sttlfato de potasa.
Este abonado se agregará con la primera siembra. Posteriormente, en casos en que alguna especie lo e^ija, se puede
añadir en primavera y verano algún ab^ono, que ayude al desarrollo de las liortalizas de hoja, especialmente, atiadido en
la mayor parte de los casos al regar, disuelto en el agua de
riego.
ftiegos.
Importante es, antc todo, la conservación de ia huinedac^
del terreno al máximo inediante un adecuado laboreo. Cuanto ma5or sea la cantidad de a^ua c^ue se pueda stui^inistrar
p^r asce^^sión, de las capas inferi^^,res clel terreno a la sttperficie, de aquella que haya al^macenado el suelo durante las
lluvias y en la estación invernal, menor ser^ cl ^asto cle a^ua
a aporYar artificialmente. Y esto es mtry de tenerse en cuenta
en mttchos casos en c^tte no abunda. Tén^ase, ade^nás, muy
presente citte, en al^iin caso, n^^ habrá p<^>sibilidad de rieg^
de pie e incluso el a^-ua elel°ada o tomada cle al^íin manantial habrá de a>>licarse hasta con re;^a^lera, y éste ha de
ser el exclusivo procedimiento para la parte dedicada a jardín en el caso de ciue no eYista una instalación de agua a
presión, pues el rie^o pc;r intlndación precisa siempre, en este
caso, un co^mplemento de rie^o en forma de lluvia, sin el cual
las plantas cle flor y los céspedes no lo^ran nunca stt mejor
aspecto.
Es preciso tener en ctienta, fttndamentahnente, dos condiciones en lo qtte se refiere al riego de la huerta-jardín :
^:.° El a^tta de rie^o no debe ser fría, sino adc^ttirir ttna
te^mperatura media por previo reposo en depósito.
^.° No se deben dar los rie^os con excesiva frecuenciae
Agtta fría, sobre toclo en el invierno, en qtte la temperatura del agua suele ser bastante baja, no sólo no realiza adeeuadamente stts fines, sino incluso es perjudicial y retardatriz frente a la acción de la flora bacteriana citie las sttstancias
orgánicas y composición ec^uilibrada del terreno han procurado para contribttir a la formacibn de sustancias nutritivas
de modo directo de las hortalizas, perjuicio ciue puede ser
de importancia por el escaso tiempo ciue éstas ocupan el terreno, lo cual e^ige r^ípidos aprovechamientos.
Etcepto en las parcelitas de plantas jóvenes y los semilleros, ha de procurarse c^ar los riegos espaciados y de bastante capacidad, mejor nue frecuentes y cortos.
Las horas mejores de re^ar son : por la mañana temprano
y a la caída de la tarde, esto ílltimo cuando el sol ha actuada
- 14 -
con intensidad durante la tarde y en las épocas en que las
heladas no son ya de temer.
El ag-ua de lluvia es la más aclecuada para el riego, pero
si, como sucede en la mayor parte de nuestras regiones, no
es su ^ ciente en cantidad ni con mucho^ para los riegos que
esta pequeña huerta precise, lo que se suele hacer es rellenar
los depósitos en que se acumule con agua corriente de las
conducciones de la casa, o del pozo, procurando que la temperatura a la hora del riego no sea baja. Un depósito de tres
a cuatro hectolitros de capacidad suele ser suficiente para una
pequeña huerta.
El mantillo.
Fundamental para tcdo cultivo de huerta es la preparación del mantillo, mezcla de estiércoles descompuestos con los
productos de descomposición de los despojos de la huerta y
parte de tierra. Entre estos despojos podremos citar : hojas
de árboles, tallos de plantas herbáceas, arbustivas y arbóreas,
hierbas de prados y céspedes, residuos de carbón, plumas y
restos de aves de corral, restos de los heniles y pajares, mon^ias y otros residuos de verduras, legumbres y f rutas, residucs c);e cocina, f r,utas y verduras estrbpeadas, y bar^-ecluras.
Es esencial no arrojar nunca a la formación del mantillo:
cristal, papel, huesos, hierro viejo, ramas espinosas, plantas
o partes de vegetal que sufran alguna enfermedad, semillas,
piedras, objetos punzantes, restos de alambre, etc.
Para formar el mantillo y su conservación durante el
año, hay que escoger un lugar concreto en la huerta, y no
limitarse a un almacenamiento desordenado de todos los despojos, mezclándolos con estiércoles, sino llevar un método de
formación del mantillo que nos produzca uniformidad en los
resultados.
El mantillo debe formarse en depósitos análogos al dibujado en la figura 5 y su contenidc ha cle cuidarse cíurante
cl año, dándole una vuelta completa que coloque las capas superiores abajo y las inferiores encima, operación que debe
realizarse al menos una vez; pero mejor dos o tres veces, du-
rante el año, aprovechando esa inversión de capas para ^mezclar lo más tmiformemente posible su contenido por separado;
es decir, las capas superiores entre sí y las inferiores, pero
no las de ambas clases unas con otras. Durante el invierno,
ép^^c<i en la que más especialmente se realiza esta operación
por facilitarlo la abttndancia de tiempo que no se puede dedicar ^t otros trabajos más urgentes, el efecto de la helada
formancío grandes terrones facilita posteriormente esa labor de desmenuzamiento de las capas estratificadas.
Además de esa inversión de capas, son trabajos constantes del depósito de mantillo : mantener la humedad constante,
ntediante riegos con orines, aguas de lavado y de evacuación
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Fig. ^.-b4odelo de depósito para formación de mantillo, construído con tablones
^
de maciera encajados.
de riego, para lo cual se sttele rodear el depósito de una reguera en su perí^metro que facilite la evacuación del agua excedente de estas riegos periódicos. Las hierbas que se desarrallan deben arrancarse sistemáticamente.
La elección de lugar para emplazamiento del depósito
de mantillo es esencial también para la conservación y la for-
- 16 -
inación de una buena mezcla; el sitio ha de estar protegido del
sol y del viento, que desecarían excesivamente el montón y
además no dejarían actuar las ttterzas vitales qtte originan
la descomposición de los residuos almacenados.
Se rodeará el depósito de una barrera seto vegetal que,
aclemás cle proteg^erle del tiiento y el trío, evita sea visto
clesde el jardín e incluso impicle que el olor trascienda a
las demás partes de la huerta, aunque éste no suele ser intenso.
La ^ll^reciación de las cualidacles, mejor dicho, la calidad
clel mantillo obtenido, es cuestión de hábito en el hortelano,
hues, naturalnlente, la perfecta o imperfecta observancia de
las reglas antes citadas respecto a emplazamient^o y cuidado^s,
y más aíu1, incluso la clase de despojo que contribtryen a
formarlo, son base de la obtenci^ón de una u otra clase de
n^antillo. Un buen mantillo, que ha tenido un proceso norn^^ll de clescomh^,sición manifiesto por una completa disociación de sus materiales constituyentes, se caracteriza por tm
r,lor puro y hasta agradable. Emanación desagradable y falta
cle unitormidacl en la composición son consecuencia de insuficiente sombreado, desarrollo de hongos y mala circulación
clel aire ^^or falta cle labc>reo, o removido. M.ás freeuentes vueltas en todo tiempo y a^regación de algo de cal son remedios
a tales defectos y corrección de un mantillo defectuoso para
hacerlo utilizable.
F,n las huertas extensas suele haber varias clases de mantillos, de fuerza cliterente, y a los cuales se ha añadido, o no,
estiércol. No poclemos aquí más que dar normas l^ara el
caso de la peqtteña htterta y formación de un mantillo único a brise de: estiércol, residuos de letrinas, des}^ojos de la
explotación como los antes citados, regados con orines, que es
el caso más general. Para su utilización hay que cribarlo^
siempre.
Cajoneras.
La instalación de una o varias cajoneras es precisa en cualquier huerta, sea cualquiera su extensión. Los semilleros, en
terrina o en tierra, la obtención Prematura de cualquier lote^
- I] -
de h^^rtalizas, requiere, como cualduier trabajo cuidadc^s^^ ^^u^
cii l^i htierta se i-ealice, ttna protecci^^n. 1^ ésta, descontaclas
las cost^^sas instalaci^^nes de estuias de mttltiplicaci^^n ^^ iurzad^^, ^lue en nurstro caso no son dc a^^licación, no puede realizai-se ix^r el ^^e^jtteñ^^ h<^rtelanc-jar^liner^^ sino a^n ttna c^i_j^ ^ncr^l.
L;s si^iiij^le eshaci^^ hrotegidc^ niecliante tablunes torman^lu
caja, que se cierra ei1 su partc su^^ericn-, cuando la teml^cratur;^ 1^^ reyttiere, cun esteras o bastid^^res de cristal. Es, ^^u^s,
en ^1 niás siiuj^le de 1<^s cas<^s, de barata c<mstrucciúrl _^^ <<se^^^ttible a tc^dus lus meclic^s.
Los seinilleros, las hlantas en las cjtte se quiere prc^^-^ ^car
ttn rápidu creciniiento, precisan a^iidici^mes de tetnper,^tura.
luz, aire y htuuedacl ^lue no sienihre n^^s ^^r^^^^orciona, en las
cuantías ^^ relaci^me^ l^r^cisa,, la IV'aturaleza. "henem^^s ^^uc
l^r^xlucirl^ts ai-tificialn^ente. 1' de tn^xl<^ nlti^• t^ícil. 13asta r<i^^<ir
hasta un inetr^^ de profundi<lad am1^^ u^rí^iiuo cl eshaciu ^lc
tierra li^^uita^l^^ Ixn- la caj^nera rellenar el hueco con cal^a^ ^ucesi^-as ^le esti^rcr^l l^a^ado }- mantill^^, ^^ tierra, ^^ capa cle areila superi^^rn^entc, en cl cas^^ cle sien^bras ^lirectas, hara tener
t^^^l^^ l^rc^^aracl^^ a 1^1s tines inclicacl^^s.
I,as <li»>ensi^mes a^rrientes dc las caj^meras suelen ;cr.
^^^Lr^i la ^>e^^ueña l^ucrta: ^^uetr^^s ^l^ lar;;^^^. I.^o metr<^s cl^^
anchc ; alttu^a anteri^^r, 3o ce^ltítnetr^» ; altttra ^x^steri^^r, ^^^
ceutíiuetr^^s, stisce^^tihles cle cubri.r c^^il cuatr^^ bastidr^res ^^,
Fl V'^CE'S, C(^ll ]lll'11Uti. ^',^ tllllllf'I"O CIC C^ljOll^i'^iti Cl^ ^StL i1^)(1 V'l'llclrrí determinacl^^ ^^^^r las necesidacles.
Es hrecis^^ vi^ilar la tem^^cratura de l^i tierra cn el intcri^^r }^ n^antener l^t aireaci^n v hume^l<id ^^recisas en la ^r<irí^_^
clc atin^>sfera lin^ita^la baj^^ cl basti<l^^r ^lc nx^d^^ qttc sca l^^
uiás constanYe ^x^sible, s^^bre t^^do en cl cas^^ dc lc^s semillt^r^^s,
t^ttc sc^n ^^r^^te^;icl^^^s ^le la ilun^inaci^ín Ixn- hersianas o estera^
^lue, pr^^r;-t-esi^•a^ucnte, ^-an le^-ailt^ind^^se c^mf^^rtne se van ^les<^rrulland^> l^i; ^^lantitas, del i»is^^u^ m^xl^^ ^^ue se ^-radúa la
^lbertura del bastid^^r hara ]oñrar un lentc^ tránsito a las c^mdicio^les del at»biente e^terior antes del trasplante.
La re^ulaci^ín, en c^l ca,^^ de f^^rzad^^s, ha de hacerse de
acuerdo a^n la ^^x^ca en ^^ue ^^uieran ^^lantarse al aire librc y
- I$ -
sólo pueden ser determinadas por la experiencia local, ya que
varían con las circttnstancias climáticas naturales existentes
en el lugar de que se trate.
La instalación de cajoneras lo mismo es válida para las
hortalizas que para las plantas de flor cuando éstas sean anuales o bisanuales y requieran, por ello, ser obtenidas cada año
o dos años por siembra o estaquillado.
Entre el bastidor y la tierra debe existir una capa de aire
de, aproximadamente, Io centímetros de altura; la capa de
tierra donde se realice plantación o siembra ha de tener al menos i 5 centí^metros de profundidací y bajo ella estar situadas las de mantille, o tierra mezclada con mantillo. _v mrís
abajo el estiércol, en el caso de camas calientes.
'Traz,ado y plantación de la huerta-jardín.
Dos ejemplos.
Hemos reunido los elementos de trabajo esenciales para
la producción y marcado cuál ha de ser su empleo más adecuado. F^lltanos tan sólo el material vegetal: las semillas o
plantas de utilidad y ornamentos due, jtmto a dichos elementos, han de co^mponer el conjunto.
Con todo ello ha de constituirse un todo armónico, fin
perseguido en el te^ma que estamos desarrollando, y esto puede únicamente expresarse ya con ^ejemplos. Los casos ptteden
ser míiltiples, como lo son las circunstancias que a cada af icionado y a cada hortelano ^profesional se le presentan frente
a sus deseos. La aplicación extensísima que este tipo de explotaciones complementarias tienen no permite ^-eneralizar
más que en la reunión de los elementos esenciales ya expuestos. Todo lo demás se vislumbra mejor ante ejemplos, que
si en alg^unos, en muchós casos, no son realizables íntegramente, bien por no ser de aplicación los cultivos o por no prestarse el emplazamiento a tales disposiciones, sí pueden en
todo caso servir de punto de arranqtte para discurrir lo que
conviene.
Partiremos de dos tipos algo opuestos de huerta-jardín :
a) Aquella en que domina el fin utilitario : las hortalizas,
la huerta sobre el jardín.
- 19 -
b) La que tiene como fin primordial la ornamentación.
predominando la plantación floral, el jardín sobre la huerta.
ETEMPLO PRIMLRO.
Viene desarrollado en el plano y comprende un espacio
rectangular de apro^imadamente, q.oo metros cuadrados, que
lleva una parte central dividida en i 2 parcelas de cultivo de
hortalizas, una pequeña extensión dedicada a algunos f rutales en forma libre : manzanos y ciruelos, una pequeña em-
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I^ig. 6.-Huerta jardín con predominio de tin utilitario.
palizada de perales en el muro orientado al Sur (F) y una
parcela de borde con judías y tomates (J y T) como producción tttilitaria.
La parte orna^mental está desarrollada en un macizo de
- 20-
^-ivaces ( ^) mezcladas en masas y coloridos, lo que requierc
solainente una preha>-aci^^n norinal de1 terreno, rastrilladr^,
traz.adu de líneas a distaucias de ?o centímetros y col^^c^tci^^n
cle ^;rup^^s co>nbinados de hlantas Vivaces de flor, sentm Ix^rte,
col^n-ido de l^t flor, ép^ca de fl^ración y su duración, de torma ^Iue se logre el ináXinx^ etecto con el ir>ínimo de cttidados;
te^^íendu en cuelita ^Iue el tin ornamental es secunclari^^ al utilitario y ^xn- ell^; ele^imos las vivaces ^lue nu nos eXigen I^lantacioncs anuales a cada estación ni cttidado^ especiales en caj^^nera, semiller^^s, etr.
l; na cotl^binacibn de Vivaces adecuada a este b^>rclc es :
Dc:l^z^ite: Aubretia, l^^^uile^ia, Piretr^^. C^erastittm, I'hl^^x
i-ojo, rlue nos da una l7lezcla de. colores >norado, blancu, a^m^lrill^^ y r^^jo en In-ii>>a^-era y verano.
Detr^ís: Aster ^le Vari^^s c^^l^n-es. _^t^tirrinuu^ (cumu ^^iVaz), I'hluX. I)elfil^i^^ de Vari^^; c^^l^^r^s. l,u; ^;cll^es de I^lantas
^e a>l^^can a tresb^^lill^ y cada ^olpe tendrá din^ensiones de5i;;-uales en el terren^^, combinánd^^se l^^s col^^ridos y teniend^,
en curnta, al distt-ibttirlas, las é^x^cas de fl<^raci^^i1, ^^ara 1^^^rar <<ttc e^té en flc^r el maciz^^ el niayor ntín^er^, de mescs
Ix^siblc.
Yara las d^^ce ^^arcelas de h<^rtalizas ^ntede utilizarse la
ciístrihuci^^n si^ui^^nte:
L
II.
11I.
IV-.
V.
VI.
Guisantes y rabanillos (priu^era cosccha).
Berza o escarola (seguuda cosecha).
Patíita o tomate.
Coles de Ilruselas o repollos.
.^jos.
Espinacas.
Afedia acelgas y media zanahorias tcmprana^.
ColiAor tardía y lechuga.
Cebolletas.
Perejil, puerro, }^ pastinaca.
Pemolacha roja.
V I L Lechuga y rábanos.
Coliflor y Icchuga romana.
VIII.
IX.
Alcachofas y berenjenas.
Escarola y rábanos.
Coliflor y colinabos.
Espinaca de invierno.
- 2I -
X.
\I.
XII.
Apio.
Lechuga.
Repollo y berza tempranos.
Cebolla y lechuga tempranas.
Zanahorias tempranas.
ColiHor y achicoria.
El encaje de cosechas puede lograrse perfectamente teniendo preparada la planta de primera colocación en las cajoneras para que pase al terreno lo antes ,posible. En los casos en que no existe segunda cosecha está calculado un pequeño descanso a la parcela cle modo que, al cabo de unos años,
todas las parcelas han tenido unos meses de descanso.
El aprovechamiento total de las hortalizas ha de lograrse
a base de consumo familiar en fresco y de preparación de
conservas caseras para el invierno, sobre cuya técnica no cabe
hagamos aquí un estudio.
EJEMPLO SEGUNDO.
Domina el fin ornamental sobre el utilitario, o sea, el caso
de huerta-jarclín encajada en pleno casco urbano; o bien pequeño espacio ornamental reservado en las cercanías de la
casa vivienda en fincas doncle el regadío procure ya la mayor parte de las hortalizas y frutas.
Las seis parcelitas de cultivo hortícola se ordenarán con
arreglo a una alternativa análoga a la siguiente :
I.
2.
3•
4•
5•
6.
Patatas.
Toziza.tes.
Hortalizas de semilla (guisazates, judías, habas).
Hortalizas de hoja y fruto (lechuga, bere^ajen^a, coles).
Hortalizas de fruto (^^zelós2, sa^idía,, calaba.za).
Hortalizas de raíces (tia7ialiorias, ^ia-bos, rába.^^os).
La parte ornamental está integrada por un césped rectangular, C, rodeado por un camino enlosado que conduce a
la huerta desde la pequeña eYplanada que forma la entrada
de la casa vivienda. Dos pequeños trozos de rosaleda, R, están situaclos en ese frente, crn^ orientación mediodía. Cuatro
motivos arbóreos principales, ^, qtte pueden ser coníferas :
abetos, tejo y ci^^rés, marcan puntos de vista destacados del
conjunto, y una masa desigual de arbustos y árboles limitados en su perí^metro interno por el rectángulo del césped y
exteriormente por la valla o verja que circunda la finca.
En esta masa se harán entrar, sobre todo, las especies de
hoja perenne: I_aurus, Evánimus, Aucubas, Acebos entre los
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4
6
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Fig'. i.-Huerta jardín con fin ornamental predominante•
arbustos, sin olvidar el Boj, si hay posibilidad. Entre los árboles : Arbol de Jticpiter, Fresnos, Pru^2us, Negundos, Só f oras y alguna conífera de pequeña,talla de los géneros Taxus,
.runi,^erus, Thu_va y Cupresus.
Téngase en cuenta para este arbolado de fondo que no
deberán llegar a la talla de las cuatro coníferas indicadas
como motivos principales, para que éstas conserven su papel de puntos de ?^eferenci<i del conjunto.
Delante de la masa arbustiva, por bajo, en el perímetro
que limita el césped, se coloca un borde de flor a base de especies de pequeño tamaño.
Este ^clpe floral, segítn la afición y los medios de que
dispong;t el propietario, y segíui prefiera o pueda disponer
c^e más o menos tiempo para las labores del jardín, puede
-23-
realizacse a. base de plantas anuales y bisanuales o únicament.e de plantas vivaces, como en el ejemplo primero,
Si se cscogen las primeras, para lo cual se precisa tener
tma cajonera donde realizar los scmilleros dos veces en el
año para la plantación de primavera y la de verano, son especies reromendabie^ las siguientes :
Prisruera fila o anterior: Begonia semperflorens, Ageratos
blancos y azules, Linaria azul, Godetia roja, Antirrino de
colores variados (variedades enanas), Verbenas rojas, blancas y moradas; Violeta y Pensamiento (considerada como
anual la primera, o sea arrancándola cada año), Geranios.
Segu^ia'a fila o fondo posterior: Salvia, Antirrino corriente de varios colores, Caléndula, Petunia de varios colores y
de flor sencilla y doble, Phlox anual, Aster anuales, Silene,
VIimulos atigrados y, Dalias de pequeña talla en flor sencilla
y dobl_e y dos o tres colores a lo sumo.
Caso de elegir la solución de las plantas vivaces de flor,
F.odemos sele^ cionar por coloridos :
Prin2era f ila: Color blanco : Narcisos, Jacintos enanos,
Sedum, Cerastium, Phlox enano, Verbena vivaz.
Color amarillo : Adonis, Narcisos, Alyssum, Aquilegia,
Achillea.
.Segu^ida f ila : Color blanco : Linum, Aster en diversas especie, ^Campanula, Lupinus, Delfinio.
Color amarillo : Aster, Coreopsis, Chrisantemun.
Color rojo: Delfinio y Aster,,Phlox.
Color azul: Aster, Miosotis, Linum, Anchusa y Campanula.
En uno y otro caso, en el de las anuales o en el de las vivaces, la plantación se hará a golpes de iguales dimensiones,
combinando coloridos y teniendo en cuenta las épocas de floración y porte de las especies elegidas.
Para el rectángulo de césped conviene emplear una mezcla en que domine el Ray-grass, completándola con F'estuca.^
y Ca-ñuelas en los climas ^medios de nuestra Península. En
-24-
los excesivamente calurosos en el verano, habrá que añadir
a la mezcla un Io por Ieo de Trébol o Loto, y dismimair la
proporción de ballico (Ray-grass), sin pasar de un 5o por roo.
En los climas más fríos y húmedos se puede aumentar hasta
cerca del 8o por Ioo la cantidad de Ray-grass, suprimir las
leguminosas y mezclar Poa y Dactylis.
En el caso de que se quiera intercalar en este ejemplo
algún frutal, se deberá dar preferencia a los arbustos: Grosellero, Frambueso, Majuelo, y pequeños árboles, como el
Níspero y Mor^TS albcr, o^rr^^^^^n, en talla baja, entreinezclados
en el fondo arbustivo del jardín.
PUBLICACIONES llE INTERES
Por su relación con ^el asunto tratado en esta HO^JA DIVULGADORA, reconiendamos al lector las dos publicaciones
siguientes, editadas por el Ministerio de Agricultura:
El huerto frutal familiar, por ll. .Ios^ de P'icaza. Folleta con
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ta y 24 lám.inas en color y en negro. Sólo cuesta 20 pesetas.
La huerta, por varios autores. Puhlicación del "Servicio
de Extensión A^r•icola" sobre temas prácticos de Horticultura.
Precio, 25 pesetas.
Sobre jardines y plantas de adorno recomendamos el excelente libro sobre Jardinerí,a, de D. Gabriel Bornás, magníficamente ilustrado, que forma p arte de la "Colección A^rícola
Salvat".-NOTA DEL DEPARTAMENTO DE PUBLI(SACIONES AGRICOLAS.
^
DEPOSITO LEGAL M. 3.109-1958.
GRÁF'ICAS UGUINA - MADRID
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