L EXISTE EL LEPOP^ID^O ? He aquí un tema que ha apas'onado no sólo a los cunicultores, sino a los estudiosos. Hace algunos años, la posibilidad de obtener lepóridos tenía sus partidarios. En el día de hoy desputs del concienzudo trabajo del Dr. Naclits•he^m, el lepórido ha pasado a ^ la categoría de mitó. Para los estudiosos la obtención del lepárido signif:caba la solución a un apásionante problema; para Ios cunicultores el lepórido representaba la ob^tención de un animal intermedio entre la liebre y el oonejo, y con él un problema económico. El lepórid^o no es más que el produ^to del cruzamiento entre la liebre y el conejo; sería, por lo tanto, ,un verdadero híbr;do. Y lo in^teresante no'sóIo era llegar a la creación de este an=mal, sino estudiar sus características y determinar si la unión de es^os baatardos era fecunda. Sabido es que la liebre y el conejo son dos especies animales que pertenecen a géneros ^ 2riu distintos, y que se dífeí•encian por un ^ran nt'rmero de características. Y a fin de recordar las c^iracterísticas diferenciales entre ambos. vamos a enumerarlas en la siguiente taula, c,uyas diferencias son fáciles de compulsar : TABLA DE CARACTERISTICAS DIFERENCIALES ENTRE LA LIEBRE Y EL CONEJO SELVATICO CONEJO LIEBRE Cost oc mbres. Vive en et campo. Ea sociabie; vive forman. do colonías. (3uata de tos refugios aubterrS n eoe. S'e esoonde en au refugio, caso de peligro. Corre mNs que la liebre, en el primer momento; pe= ro se cansa rápidamente. En caso de peligro, bate :ei suelo con su pata pasterioi•, dando ei clfiAleo golpe ^ de talón. ParE tierra. en un nido, bajo Víve ea et canlpo ( bosquea o pradoa). Víve aolitaria, por parejas. Preflere los 1 u g a r e,; abíertos. En el misma c;aao, ^al^ corriendo. Poaee la ihiYma velocida^i durante^ toda la carrere. No produc^e el go(pe ti^^ talón. Pare en un nido Hebre el auelo. Reproducc4bm. - DUraCibYt de ia geatacíón, treinta y un dias. T,.oqy,gaz&po^ nacon dea- ;n^dae' t^g pé1P Y ciegoa. Duración de la geatación, cuarenta dlas. Loe gazapos, al nacer, tienen pelo y aalen con ]os ujoy apiertoa. CONEJO LIEBRE El n ^ meru de gxzapu:+ por parto ea muy variablf^: ^ntre cuatro ^• 1B. Generalmente, la liebre yólo produce de uno a cuatro hijos; por excepción, un número mayur. Huye del nidu. ^^• retUgiau en i•I nidu- L'nrucrere.^ corporale.4. Peao del machu adultu, de dos a trea kilos. Longitud del cuerpo, de 40 a 45 centímetroa. Longitud de la cabeza, ocho centfinetros. Longitud de la cola, yeis c en tímetroa. . Longitud de la oreja, de siete a ocho centimetroa. Oreja más corta que la cabeza; aí a la oreja .se la nbliga a deacender sobre la cabeza, no llega a la punta de la nariz. Conatitución del cuerpu : recoglda y maciza. Coloración : :^elvática, wu abundancia ^iP l^elnK griGP.9. Subpelo ^ir c^olorac i ó n azulada. Punta de la oreja orlada de negro. Pelo adosa.do al cuerpo y euave al tacto. Ningún pelo con síntomaa de rizamiento. Peloa de jarre, de dos a trea centfmPtroS de longitu^), Peao de la liebre adulta, de cinco a seis kiloa. Longitud del cuerpo, de BO a 70 centimetros. Longitud de la cabeza, 1'l centimetror,. Longitud de la cola, de. nueve a dlez ceatímetros. Longitud de Ia oreja, de 1'l a 14 cent[metros. Oreja más larga que la cabeza; la extremidad de la oreja sobrepasa al extremo de la nariz. Conatitución del cuerpo: alargada. Coloración : 5elvática, cou abundancia. dN pelos °.o.;o^. ^ubpelo cun culoraA;ión blanca. Punta de ^a oreja c o n grandea eatrias nagras. Pelo un poco erecto y po_ co auave al tacto. Pelos con síntomas de rizamiento. Pelos de jarre, de aeia a slete c^ntfinetros de loni;itUd. - 282 CONETO LIEBRffi Pelos de borra, menoe longítud que la líebre. Coloración de la carne, bianca. Presentación del hueso zigomático, larga y ancha. Peloe de borra, más largoe que los del conejo. Coloración de la carne, roja. Preaentación del hueso z i g o m átíco, eatrecha y corta. Hueso interparfetal unido a ios dos parietalea. Hueso interparietal, bien díatínto de toa doa parletalea. Húmero, mf.s largo que ol radío. Cúbito robuato, máa grueao que el radio. Cúbito dispuesto próai^o al radio. Falangea terminalea de loa dedoa eoldadaa ea acanaladura. Iría, moreno oacuro. De tres a sefe ptacas de Peyer en el inteatino delgado. Húmero má,s corto que el radío. Cúbito máe largo y sutil, máa débíl que el radio. Cúbito diepueato detr8.e dçl radio. Falangea termínalea aín acalanaduraa. Iris, amarillo oacuro. De ocho a díez placas de Peyer en el intestino delgado. He aquí las diferencias esenciales en^tre el conejo selvático (Oryctolagus cuniculus L.) y la liebre del campo (L^epz^s ewropeu^s Pui;), difer^encias bien características. Si examinamos un conejo doméstico, observaremos algunas diferencias con el selvát:co, sobre todo en lo referente a su peso, a su longi^tud y anchura del cuerpo, al color ^de su pelo, etc.,pero siguen en todo su valor en cuanto se las compara con los mismos caracteres de la liebre. Han existido algunos cunicultores que afir- - 283 - maban poseer animales nacidos de la unión de la liebre y el conejo, pero ningun^o presentaba las condiciones precisas para un exper^mento científico de absoluta precisión. Podemos asegurar que cuantas veces hemos tratado de conseguir la unión natural de liebres y conejos, hemos fracasado, ni aun haciendo convivir los d^os sexos desde su más temprana edad, y que la mayor parte de las liebres que se experimentaban no )legaron a la edad apropiada para la reproducción, por muerte prematura en cautividad. Y lo mismo sucedió a algunos ^de nu^estros alumnos, a los que sugerirnos la idea de experimentar hasta tratar de conseguir la suspirada unión de ambos animales. Hemos pues, de confesar que jamás pudi,mos exa,minar un bastardo de liebre y conejo. El Profesor Hans Nachtsheim, Direc^tor del Instituto de experiencias sobre la herPncia y explotacíón de los animales, en la Universida,d de Berlín, con el que tuvimos la oca,sión de conversar sobre esta materia, en Roma, afirmó categór?camente que el lepórido pasaba a la categoría de mito. Que el lepórido ni tenía ni habfa tenido jamás exiskencia. Y su afirmación la abonaban los intensos trabajos lleva^dos personalmente por el doctor Nachstheim sobre esta materia y en el ci^tado Instituto de Genética aplicada, El Dr. Nachstheim ha examinado, a ha -- 284 - tenido en su mano. los materiales precisos para el estudio de 90 casos considerados oomo lepóridos vivos y otros 30 casos más de supuestos bastardos de liebre y conejo, rnue rt.os. Se han examinado, a,demás, tados los datos sobre esta materia, recogidos en los sesenta años úlimos, especialmente en cuanto se rqf^ere a afírmaciones sobre la exisíencia del lepórido, y se ha ]legado a la conclusión de que ni, uno sólo de los casos examinados podía ser considerado como Iepórído, síno que todos ellos q•uedaban inclutdos en los casos siguientes: 1:' Cor^ejas domés^t^icas ^rttmos: La mayor pai•te de los conejos examinados pertenecían a este grupo. Eran animales que tenían alguna semejanza con la liebre del campo, pero pos^eían todos los caracteres diterenciates que separan a la liebre deI conejo. Ha ^existi^d^O el conejo-liebre, el que aparecíó hacía Ia mitad deI pasado siglo, con apariencia de liebre, que recibió el nombre de liebre doméstica, y que era un verdadero conejo. Asimismo, en el mamento actual tenemos las variedades liebre belga y liebre alemana; no obstante ciertas apar^encias externas, ambas variedades s^n, auténtica, e indu?dablemente, conejos, 2tti^ `L ^ Cruza^nicantos e'rct^'e el can.ejo ^lomé^tico y el selvático: Otros anirnales examinados no eran más que que cruzamientos entre el conejo doméstico y el selvático. No se puede d^udar de la posibilidad de estos cruzamientos, sobre todo en el campo, en el que los conejos ^domésticos pueden goza^ de libertad y exis'b:r con^tacto entre el conejo domestica,do y el que goza de liberta.d. Por otra parte, oonejos damésticos pueden huir al campo y unirse a sus hermanos salvaj es, I^a unión no sólo es poaible, sino fecunda, ya que no podemoa olvidar que el conejo selv^tioo no e^ más que el ascendiente ancest.ral de ^todos nuestros conejos de granja. Y no existen .diferencias tan protundas entre unos y a4ros sino las lógicas que pueden existir, y de hecho existen, debidos al género de vida, distinto en uno y en atro caso. 3 ° A^n^males selvááicas p^uros: Y, por último, otros de los casos examinados no eran más que verda^deros conejos selváticos en t^oda su pureza. Existían, sí, aparentemente, algunas diferencias en el color y longitud de pelo, que los aproxi^maban más a las liebres que al conejo, pero no eran rnás que mu^taciones en aquellos faciores, que aparecían en el estado selvático sin máa consecuencias, En suma : todos los casos exáminados pu; dieron incluirse en los tres apartados anh^e- - 286 - riores, sin que ni uno sólo permitiera entrever la posibilidad de admitir como una realidad la tan debatida cuestión del lepórido en Cunicultura. Y esta opinión del Dr. Nachtsheim la com= parten casi tod^os los escrif'4ores que proceden con rigor científico en sus estud:os hasta el punto de que ha permitido al Dr. W. E. Castle afirmar, que "el lepórido debe ser co; locado en reposo junto a los restantes^ mitos zoológicos, como el unicornio y la serpiente de mar". Terminaremos estoa apuntes afirmando que en el momento actual el lepórido no existe; que la liebre y el conejo no se unen, y que no se ha conseguido, por lo tanto, deacendencia. Y no sólo n,o se ha conseguido la unión natural entre los dos géneros, que pudiera ser dificultada por el carácter excesivamente selvático y agresivo de la liebre, sino que tampoco lia sido posible aplicando la fecundación artificial. La unión natural no ha podido efectuarse ni aun haciendo convivir ambas especies des,de sus primer^os meses. Se ha experirnentado con ellos la fecundación artificial, y ni uno sólo de los casos ha sido positivo. De donde podemos asegurar que la un:ón entxe la liebre y el conejo no es posible y que, aun siéndolo, no ha sid^o fecunda. Y si aun queremos cubrir un poco nueatra a^irmación, asegurar tan sólo que hasta el - 287 - momento actual no ha podido conseguirse la reproducción de liebres y conejos. Y para terminar este punto conviene hacer resaltar las diferencias que pueden existir entre el conejo domést_co y el selvático. Estas diferencias no sólo se refieren a su peso y a su color, sino a sus costumbres. Sabido es que el hombre ha conseguido, aprovechando únicamente las mutaciones aparecidas por la na^uraleza o ayudando a ésta. mediante al.mentación, higiene, alojamiento, se,ección y cruzamientas, ^dist_ntas, innumerables casi, variedades de conejos, admitidas hoy casi to^das como verdaderas razas. Muchas de ellas se separan camp^etamen,te, ^en su aspeeto externo, de la raza selvática. Y como ejemplo bien patente tenemos la Angora. El Ang^ora es característico de la domesticaçión, ya que no se concibe a un animal de pelo largo que se oculte entre el bosque y la maraña o en abrigos y galerías sub^terráneas con esa ca.ntidad de pelo, q^ue di,ficultaría todos sus movimientos. Por otra parte, en estado selvático, el Angora perdería la muda estacional que posee su pelo, y la ^trocaría por otra anual y de distintas caraoterísticas, ya qué no es posible admitir en pleno invierno y a la intemperie la vida del Angora sin la protección que presta a su cuerpo su cubierta de pelo. El mismo Rex se encontraría en la vida salvaje en condiciones difíciles de exiatencia, precisamente por la pequeña longitud de su pebo, y lo mismo podríamos afirmar respecto a los coloras de las capas de los actuales conejos de Granja, camparándolos con Ios grises salvajes q^ue se adaptan al color r}el te rreno en que viven. Si comparamos el carácter de muchas var•iedades de conejos que admiten la presencia del hombre, que se dejan acariciar, que adivinan su presencia y que aun la esperan, con el carácter arisoo y rebelde del conejo de campo, observaremos también enormes diferencias en su aspecto psíquico, Vemos, pues, que existen grandes diferencias, sobre todo externas, entre el conejo se^vático y el conejo doméstlco, Por el contrario, vemos que Ia liebre y el conejo selvático tienen un punto de coincidencia, que es el campo libre. Poseen ambos una mísma área geográfica; están. sometidos a los mismos accidentes; euentan oon los mismos enemigos; han de poseer, por ello, semejantes resis^t^encias y^defensas, Y estas circunstancias hacen lógicamente suponer qu^e sus carae^eres ex'tern^os se aproximen, no por fusionarse ambos o parecerse el uno al otro, sino poz^que ambos tenderán a aproximars^e a un ideal que reúna las mayores defensas y pre,sente las máximas resistencias ante los ataques de que son objeto por parte del clima, de 1a ,tierra, de los animales y aun de la Humani^dad. He aquí porqué creemos que cuantos han presentado animales bajo el nombre de lepó- 2xs ___ ridas lo han {l^cho de buena fe, ya que exis,tían características externas que los deseme,jahan del género conejo y que, por el coi^.t^•ario l^e <^,proximaban 17acia el género liebre. Pero estas difer.eneias, más b'ren externas y circunstanciales no h^^^n pottido resistir un estudio sereno del problema y se han clasificado como pretenecientes al género Or^^cto]np^^s cunículas, sin nin^ún géner^o ^de duda. CUNICULTUYA ^ ^ I^