MI BASURA Por primera vez, al escucharlo, lo entendí. Eduardo, como casi todas las noches, me había preguntado amablemente: Cari ¿te saco la basura? Y no sé bien que pasó, me encendí y perdí los papeles. Arranqué como una vaca brava, y desde toriles entré a grito pelado en el salón: ¿que si me sacas la basura? ¡Hasta aquí hemos llegado! ¡Pero tú te crees que la basura es mía y sólo mía! ¡Estoy harta y ni siquiera sé de qué estoy harta! Seguro que Eduardo creerá que es sólo un sueño. Mañana entenderá que nos hemos ido: mi basura y yo.