Número de registro: 17061 Novena Época Instancia: Tribunales

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AMPARO DIRECTO 229/2002.
Número de registro: 17061
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XV, Mayo de 2002
Página: 1044
AMPARO DIRECTO 229/2002. CARLOS HOYOS RAMÍREZ.
CONSIDERANDO:
SEXTO.-Los conceptos de violación acabados de transcribir son ineficaces.
En ellos argumenta el quejoso que la Juez de apelación vulnera en su perjuicio lo dispuesto
por los artículos 27 y 37 de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito y 1391 del
Código de Comercio porque, adversamente a lo sostenido en la sentencia combatida, al haber
sido endosado el pagaré base de la acción después de su vencimiento pierde su ejecutividad;
por tanto, en términos del invocado numeral 37 de la citada ley procede la vía ordinaria y no
la ejecutiva mercantil, toda vez que no se cumple con los requisitos necesarios para que traiga
aparejada ejecución; que el juzgador está obligado a acatar esa disposición, máxime que él
hizo valer en vía de excepción dicho precepto legal de acuerdo con su significado en la
materia; que, por ende, debe estarse a su sentido.
Resulta infundado lo anterior, dado que, en la especie, el endoso del título de crédito base de
la acción (pagaré) se hizo en procuración por Gonzalo Morales Domínguez, beneficiario del
documento, a favor del licenciado Alfonso Ramírez Sánchez, por lo que el artículo 37 de la
Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito no es aplicable al caso, ya que en éste no
hay transmisión de la propiedad; de ahí que no puede haber cesión del crédito a que se refiere
el título, sin que sea óbice que el citado numeral no distinga los tipos de endoso, ya que tal
distinción la hace el diverso 33 de la invocada ley, en tanto que el artículo 35 del propio
cuerpo legal establece expresamente que el endoso en procuración no transfiere la propiedad.
Resulta aplicable la tesis sustentada por la Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, publicada en la página ciento treinta y uno, Volumen V, Cuarta Parte, del Semanario
Judicial de la Federación, Sexta Época, que a la letra dice: "TÍTULOS DE CRÉDITO,
CESIÓN DE. ENDOSOS EN PROPIEDAD Y EN PROCURACIÓN.-El artículo 37 de la
Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito es aplicable al endoso en propiedad de los
títulos de crédito nominativos, pero no lo es al endoso en procuración de los mismos, pues en
este caso no hay transmisión de la propiedad y, por ende, no puede haber cesión del crédito a
que se refiere el título. No es óbice que el precepto citado no distinga una clase de endoso de
la otra, ya que tal distinción la hace el artículo 33 de la mencionada ley, y el artículo 35 del
propio cuerpo legal establece expresamente que el endoso en procuración ‘no transfiere la
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propiedad’.".
También alega el amparista que la resolutora de segundo grado vulnera en su perjuicio los
artículos 1194, 1197, 1205 y 1215 del Código de Comercio reformado, así como el principio
de congruencia e igualdad procesal que debe regir en el procedimiento, al establecer que la
dilación probatoria se abre para que las partes aporten el material probatorio con el que
justifiquen tanto sus acciones como sus excepciones y que no debe pasar inadvertido para el
recurrente que no existe ninguna incongruencia con lo dictado por el a quo, porque el actor sí
cumplió plenamente con esa carga procesal, pues exhibió un documento mercantil
denominado pagaré; lo que dice no es acertado, porque ese documento mercantil fue objetado
por él en cuanto a su alcance y valor probatorio, que las demás pruebas ofrecidas por la parte
actora fueron desechadas, como lo son el pagaré base de la acción que no se tuvo por bien
recibido; la prueba confesional fue desechada por no haberse ofrecido conforme a derecho, al
infringir lo dispuesto por el artículo 1222 del Código de Comercio; la pericial grafoscópica
quedó sin materia y que, por tanto, el actor no cumplió debidamente con la carga procesal
para probar la acción ejercida; que, por tanto, el Juez de alzada al momento de resolver hizo
una indebida valoración de las pruebas, al darle pleno valor probatorio al documento base de
la acción, no obstante encontrarse objetado, pues la valoración que hizo de tales probanzas
debió haberla hecho en perjuicio de la parte actora y a favor del demandado.
Resulta infundado el argumento que antecede, porque el Juez ad quem, al dictar el fallo
reclamado, sí observó los principios de congruencia e igualdad en el proceso, pues de su
lectura se desprende que resolvió con acierto la controversia sometida a su potestad, tomando
en cuenta todos y cada uno de los argumentos aducidos en el ocurso apelatorio, en función de
los puntos litigiosos que fueron materia del debate; de tal manera que al estimar correcto el
proceder del a quo confirmó la sentencia de primer grado donde fue condenado el demandado
a pagar la suerte principal reclamada a favor del demandante, lo cual es acertado, pues se
apoyó en las pruebas rendidas en autos.
Por otro lado, es de concluirse que con independencia de que no se hubieren recibido las
pruebas por la parte actora, aquí tercera perjudicada, como son la pericial grafoscópica, por
carecer de materia, al no haber impugnado el demandado la autenticidad del pagaré base de la
acción; la confesional a cargo del demandado, por haberse desechado todas las posiciones
formuladas y carecer de firma el pliego respectivo; sin embargo, se tuvo por ofrecido por
ambos contendientes y recibido de plano, según acuerdo del cinco de octubre del año dos mil,
el documento fundatorio de la acción; y en tratándose de documentos base de la acción, basta
que se presenten con el escrito de demanda para que se tengan como pruebas, aun cuando no
se reiteren expresamente con el carácter de tales en dicho escrito o en la dilación respectiva,
máxime que en el caso a estudio el documento base de la acción es título ejecutivo (pagaré)
y, por ende, tiene el carácter de prueba preconstituida, pues existe antes del litigio y se
presenta sin necesidad de promoción para que el Juez lo tome en cuenta. Tienen aplicación
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las tesis sustentadas por la Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
consultables en las páginas mil novecientos ochenta y cinco, y seiscientos ochenta y cinco de
los Tomos XXXI y CXXVII, respectivamente, del Semanario Judicial de la Federación,
Quinta Época, que dicen: "PRUEBA DOCUMENTAL.-Los documentos que se acompañan a
la demanda, como base de la acción, no es necesario ofrecerlos como prueba para que se
tengan como tal, puesto que la ley procesal indica cuándo deben presentarse y establece la
sanción respectiva a la falta de su oportuna presentación." y "TÍTULOS DE CRÉDITO,
CARÁCTER DE PRUEBA PRECONSTITUIDA DE LOS.-Es verdad que, conforme al
artículo 1201 del Código de Comercio, las pruebas sólo pueden practicarse durante el término
probatorio; pero evidentemente el precepto no puede referirse sino a las pruebas por
constituir, esto es, a las que se elaboran durante el proceso, con oposición del colitigante; mas
no a las preconstituidas, que, como es sabido, son aquellas que existen ya antes del litigio y
que sólo deben presentarse para que el Juez las tome en cuenta sin necesidad de promoción
alguna en que sean ofrecidas. De suerte que, no sólo por la naturaleza especial de los títulos
ejecutivos, que son documentos preconstituidos, sino también por existir la facultad legal del
Juez de tomar oficiosamente en consideración, es decir, aunque no hubiesen sido ofrecidos,
todos los documentos presentados por las partes con anterioridad al periodo probatorio, es
obvio que no existe razón cuando se afirma que no deben tomarse en consideración los títulos
de crédito base de la demanda entablada, por el hecho de no haber sido ofrecidos durante el
término de pruebas."; así como la tesis sustentada por este Tribunal Colegiado, de rubro y
texto: "JUICIO EJECUTIVO MERCANTIL, PRUEBAS EN EL (ALCANCE E
INTERPRETACIÓN DE LOS ARTÍCULOS 1201, 1401 Y 1061, FRACCIÓN III, DEL
CÓDIGO DE COMERCIO).-De conformidad con los artículos 1201 y 1401 del Código de
Comercio, en los escritos de demanda, contestación y desahogo de vista de ésta, en tratándose
de juicios ejecutivos mercantiles, las partes deberán ofrecer sus pruebas para que se admitan
y desahoguen dentro del término probatorio respectivo, pero tales preceptos legales se
refieren a las probanzas por constituir, es decir, a las que se elaboran o reciben durante la
dilación probatoria, en donde la contraparte tiene la oportunidad y el derecho para objetarlas;
pero desde luego ello no atañe a las pruebas preconstituidas, como es el caso de los
documentos base de la acción ejercitada o de las excepciones opuestas, pues éstas, con apoyo
en el numeral 1061, fracción III, de dicha codificación mercantil, sólo deben presentarse y
constar en el juicio para que sean tomadas en consideración por el juzgador, sin necesidad de
su ofrecimiento.".
Por otra parte, no puede afirmarse válidamente que se deje al demandado, aquí peticionario
de garantías, en estado de indefensión pues, en el caso, mediante acuerdo de fecha veinte de
junio de dos mil, se tuvo por presentada a la parte actora demandándolo con el título de
crédito; de ahí que aquél tuvo la oportunidad de controvertir su eficacia.
Ante esas circunstancias, es de concluirse que tratándose de documentos base de la acción
basta con que se presenten con los escritos de demanda para que se tengan como pruebas, aun
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cuando no se reiteren expresamente con el carácter de tales en la dilación respectiva.
Asimismo, argumenta el impetrante de amparo que la Juez de apelación inobservó los
artículos 1122, 1294 y 1305 del Código de Comercio, al afirmar en la sentencia de alzada que
no le asiste razón al apelante, aquí quejoso, ya que aun valorándose las pruebas que se le
recibieron, éstas no resultan eficaces para justificar sus excepciones; por lo que sostiene, hizo
una inexacta aplicación e incorrecto estudio de las excepciones planteadas en su escrito de
contestación a la demanda, ya que tanto la instrumental pública de actuaciones como la
presuncional legal y humana por él ofrecidas tienen pleno valor probatorio, en términos del
Código de Comercio, las cuales no fueron tomadas en consideración ni valoradas conforme a
la ley al momento de resolver.
En primer término, antes de analizar el anterior concepto de violación planteado por el
promovente, es menester señalar que el artículo 8o. de la Ley General de Títulos y
Operaciones de Crédito, establece: "Contra las acciones derivadas de un título de crédito,
sólo pueden oponerse las siguientes excepciones y defensas: ... XI. Las personales que tenga
el demandado contra el actor.".
A su vez, el diverso 1403, fracción II, del Código de Comercio, prevé: "Contra cualquier otro
documento mercantil que traiga aparejada ejecución, son admisibles las siguientes
excepciones: ... II. Fuerza o miedo.".
Por razón de método, en principio debe ponerse de relieve que la acción ejercitada por el
actor, ahora tercero perjudicado Gonzalo Morales Domínguez, en el juicio natural, por
conducto de su endosatario en procuración licenciado Alfonso Ramírez Sánchez, en contra de
Carlos Hoyos Ramírez, aquí quejoso, es la cambiaria directa fundada en un pagaré suscrito
por este último con fecha ocho de diciembre de mil novecientos noventa y nueve por la suma
de nueve mil pesos, con fecha de vencimiento al día quince de enero siguiente, en el que se
pactó el pago de intereses moratorios a razón del diez por ciento mensual.
A su vez, el demandado al dar contestación a la demanda opuso, entre otras, la excepción de
fuerza o miedo prevista por el numeral 1403, fracción II, del Código de Comercio, y alegó
fundamentalmente que la suscripción del título de crédito base de la acción fue hecha bajo la
insistencia y presión por parte de Gonzalo Morales Domínguez, sin que se le hubiere
entregado o depositado el dinero y que con quien en realidad hizo tratos fue con un señor de
nombre Tello, sin recordar los apellidos.
Ahora bien, contrariamente a lo argumentado por el peticionario del amparo, el tribunal ad
quem al realizar el examen de los agravios expuestos en el escrito apelatorio, sí hizo un
correcto análisis de las pruebas aportadas por los contendientes al controvertido natural,
siendo fundado lo que sostuvo en cuanto a que era obligación del demandado, dentro de la
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dilación probatoria, demostrar con las pruebas suficientes e idóneas sus excepciones, lo que
no hizo, porque sólo se le recibieron el pagaré sustento de la acción cambiaria ejercitada por
su contraparte y las pruebas instrumental de actuaciones y presuncional legal y humana, y
acertadamente concluyó que el deudor no demostró las excepciones, en especial la de fuerza
o miedo, lo que significa que no cumplió con la carga procesal impuesta por el numeral 1194
del código en consulta, que dispone: "El que afirma está obligado a probar. En consecuencia,
el actor debe probar su acción y el reo sus excepciones.".
En efecto, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 1391, primer párrafo y fracción IV, del
Código de Comercio, los títulos de crédito (como el pagaré) tienen el carácter de ejecutivos,
esto es, traen aparejada ejecución, por ende, constituyen una prueba preconstituida de la
acción ejercitada en el juicio; lo que jurídicamente significa que el documento ejecutivo
exhibido por la actora es un elemento demostrativo que en sí mismo hace prueba plena y, por
ello, si la parte demandada opone una excepción tendiente a destruir la eficacia del título, es a
ella y no a la actora a quien corresponde la carga del hecho en que fundamente su excepción,
precisamente en aplicación del principio contenido en el artículo 1194 de la legislación
mercantil en consulta, consistente en que de la misma manera que corresponde al actor la
demostración de los hechos constitutivos de su acción, toca a su contraria la justificación de
los integradores de sus excepciones o defensas, y con apoyo en el artículo 1196 de esa
codificación, es el demandado, que emitió la negativa, el obligado a probar, ya que este
último precepto establece que también lo está el que niega, cuando al hacerlo desconoce la
presunción legal que tiene a su favor su colitigante; en ese orden de ideas, la dilación
probatoria que se concede en los juicios ejecutivos mercantiles es para que la parte
demandada acredite sus excepciones o defensas, además, para que el actor destruya las
excepciones o defensas opuestas, o la acción no quede destruida con aquella prueba ofrecida
por su contrario. De modo que le correspondía a la parte demandada desvirtuar la eficacia
probatoria del aludido pagaré, lo que no hizo; consideración habida que, por lo que se refiere
a la prueba testimonial del beneficiario del documento crediticio, Gonzalo Morales
Domínguez, fue desechada por no haber comparecido el oferente a la audiencia celebrada el
diecinueve de octubre de dos mil; y el demandado en el conflicto natural omitió aportar
mayores datos, porque el miedo grave, de acuerdo a su naturaleza eminentemente subjetiva,
por tratarse de un estado psicofisiológico, requiere de un análisis de carácter médicopsiquiátrico, es decir, es indispensable la opinión de peritos en psicología, quienes apreciarán
ese estado emocional en vista de los vestigios que aquellos efectos producen, los cuales
nunca dejan de presentarse aunque tengan variedad infinita en los diversos sujetos como
porciones peculiares típicas del temor, mas no aportó dicha prueba idónea. Con base en lo
precedente, es inconcuso que la ad quem estuvo en lo correcto al negarle eficacia a las
probanzas señaladas, pues, se insiste, el impetrante del juicio de garantías omitió rendir los
medios de convicción necesarios para justificar que la firma del aludido título de crédito se
obtuvo mediante presión o miedo de Gonzalo Morales Domínguez y que el trato fue con una
persona de nombre Tello; por lo que no justificó la excepción de fuerza o miedo, dado que no
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basta asegurar que se hizo uso de la misma para suscribir un documento crediticio, sino que
deben allegarse las pruebas idóneas al juzgador para que esté en aptitud de apreciar si
efectivamente se empleó la fuerza física o moral, que importó peligro de perder la libertad
personal y, además, que fue de tal manera grave que afectara su estado anímico al grado de
obligar al quejoso a firmar el pagaré de que se trata. Es aplicable al caso, por similitud
jurídica, el criterio sustentado por el Segundo Tribunal Colegiado del Segundo Circuito,
visible en la página doscientos ochenta y seis del Tomo X, diciembre de mil novecientos
noventa y dos, del Semanario Judicial de la Federación, Octava Época, de rubro y contenido:
"CONVENIO, NULIDAD DEL. VICIOS EN EL CONSENTIMIENTO POR VIOLACIÓN
FÍSICA O MORAL, DEBE ACREDITARSE PLENAMENTE (LEGISLACIÓN DEL
ESTADO DE MÉXICO).-Cuando se demanda la nulidad de un convenio por existir un vicio
en el consentimiento como es la violencia física o moral de que fue objeto el demandante
para firmarlo, ésta debe quedar plenamente demostrada durante el juicio natural, con pruebas
idóneas que acrediten que en términos del artículo 1648 del Código Civil vigente,
efectivamente se empleó la fuerza física o amenazas, que importaron peligro de perder la
vida, la honra, la libertad o la salud, obligando al demandante a firmar el convenio materia de
la controversia.".
Finalmente, arguye el promovente que en relación con el pago de los gastos y costas de
segunda instancia, no está acreditado en autos que el abogado Alfonso Ramírez Sánchez
hubiere adjuntado copia de su cédula profesional al escrito inicial de demanda, y eso hace
que se infrinja lo dispuesto por el artículo 1069 del Código de Comercio reformado.
Resulta inatendible lo anterior, puesto que lo relativo a la regulación de los gastos y costas
del juicio, donde también deberá ventilarse si se encuentra comprobada o no la calidad de
abogado patrono titulado del licenciado Alfonso Ramírez Sánchez, quien funge como
endosatario en procuración de Gonzalo Morales Domínguez, será materia del incidente
respectivo en ejecución de sentencia, conforme al artículo 1081 y demás aplicables del
Código de Comercio.
En consecuencia, al ser ineficaces los conceptos de violación hechos valer, y al no haber
motivo para hacer uso de la suplencia de la queja deficiente, en términos del numeral 76 bis,
fracción VI, de la ley de la materia, lo que procede es negar al quejoso la protección
constitucional solicitada.
Por lo expuesto, fundado y con apoyo además en los artículos 103, fracción I y 107, fracción
V, de la Constitución General de la República; 44, 46, 76, 77, 78, 158, 188 y 190 de la Ley de
Amparo; y 33 a 35, 37, fracción I, inciso c) y 41, fracción V, de la Ley Orgánica del Poder
Judicial de la Federación, se resuelve:
ÚNICO.-La Justicia de la Unión no ampara ni protege a Carlos Hoyos Ramírez contra el acto
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que reclama de la Juez Segundo de primera instancia de este distrito judicial, consistente en
la sentencia de fecha veintitrés de marzo de dos mil uno, dictada en el toca de apelación
número 5/2001/V de su índice.
Notifíquese; con testimonio de la presente ejecutoria vuelvan los autos a su lugar de origen y,
en su oportunidad, archívese el expediente.
Así lo resolvió el Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Séptimo Circuito, por
unanimidad de votos de los Magistrados Clemente Gerardo Ochoa Cantú, Enrique R. García
Vasco y Amado Guerrero Alvarado. Fue ponente el último de los nombrados.
Nota: La tesis aislada relativa a la presente jurisprudencia, citada en esta ejecutoria, aparece
publicada con el número VII.1o.C.63 C, en el Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, Novena Época, Tomo XII, noviembre de 2000, página 873.
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