Reflexiones sobre la histeria

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• Reflexiones
sobre la histeria
** Marta Nidia Hojvat
1. La histeria
Frente a los ojos abiertos del neurólogo joven, la histérica despliega
el gran espectáculo.
Contorsiones, espasmos, posturas extremas como las de un payaso
rígido.
El ballet es respuesta a la convocatoria de un mago. Solamente
palabras causan la eclosión.
El final, el cuerpo exhausto y una extraña inconsciencia. Trágico
final, pertenece a la miseria humana.
"El logro de Berheim (y de su colega de Nancy) consiste justamente en despojar las manifestaciones del hipnotismo de su rareza,
anudándolas a consabidos fenómenos de la vida psicológica normal y del dormir. En la comprobación de los nexos que unen los
fenómenos hipnóticos con procesos habituales de la vigilia y del
dormir, en el descubrimiento de las leyes psicológicas válidas para
las dos series de fenómenos ... " (1: 1 ***) .
~,Monografía presentada en el seminario del Dr. Hugo Mayer, en 1985.
,',,',Dirección: 33 Orientales 79, (1182) Capital Federal, R. Argentina.
~"b,Indican volumen y página de las Obras completas de Sigmund Freud, en la
edición Amorrortu.
Marta Nidia Hojvat
1184
Ha sido probado
monio.
todo; no sirven ni la cruz, ni el fuego, ni el de-
Aunque la impresión, de la histérica misma y del espectador fascinado, es la del cuerpo dominado por una enorme fuerza del más
allá. Por eso más allá de la minuciosa y microscópica vivisección
anatómica, no hay fuerza humana que dé razón de la impresionante
explosión de energía puesta en juego entre la histérica y el espectador.
En ese momento de la historia científica, en ese encuentro, se
vuelven a articular mente y cuerpo. Es un desafío. Es también el
momento justo para un médico que no quiere ser médico, pero que
quiere curar, para un neurólogo que intentó investigar en el cerebro
la razón de la conducta, para un humanista a quien le interesa sobre
todo la naturaleza del hombre y que ha seguido su hilo en los clásicos
de la literatura universal, a un universalista que encuentra a la enferma que no tiene lugar en la taxonomía médica. Resonancias mágicas en un judío a quien no le son ajenas las historias jasídicas de
posesas por amor, un pensamiento casi animista. Resonancias místicas en un hombre educado en el ascetismo, en la presencia firme de
la ley de la historia sagrada.
Es, en fin, el momento justo para un hombre fascinado por el
poder, nacido en el presagio, destinado a ser el héroe admirado por
su joven madre.
y el poder está ahí, en ese encuentro
bra del hipnotizador,
justo, en el poder de la palael poder ansiado por la histérica.
"La personalidad misma del médico se rodeaba de un halo de prestigio que provenía directamente del poder divino". (1: 123).
Muchas sufrientes atestan los consultorios buscando la ilusión de
una cura inexistente. No quedará atrapado en este encuentro. Dos
impulsos llevarán a Freud más allá de la fascinación del poder: la
pasión por el saber y la búsqueda rigurosa e insaciable por la causa.
También en Freud, investigador, se ha condensado el pensamiento
nuevo y científico de su época. No se trata ni de la cura mágica,
de la omnipotencia del pensamiento, ni de la linealidad mecánica;
aunque no las ha negado.
El humanista reconoce la profunda complejidad de la conducta
humana. Está habituado a saber de las miserias y de las grandezas y
no puede escindir simplemente lo normal de lo patológico y lo animal de lo humano, del lecho biológico y social del pensamiento.
Sccciáu
monograjias
1185
A un científico que investiga procesos neuronales complejos ni la
degeneración ni la rotulación anatómica explican fenómenos tan
multiformes como los de las histéricas, que además son claramente
efecto de una idea.
Es la semilla del humanismo, del investigador, del héroe que hay
en Freud la que lo hace crecer hasta el salto de lo biológico al pensamiento. Son el escepticismo, el universalismo, la necesidad de amor
de él mismo, el deseo de curar y de ayudar, los que le permiten
sostener y tolerar no sólo la fascinación y el sadomasoquisrno del
espectador de la histérica, sino penetrar más allá; en lo latente, en lo
abstracto, en lo simbólico.
"Me movía una suerte de apetito de saber, pero dirigida más a
la condición humana que a los objetos naturales.
Existe un gran número de enfermos cuyas perturbaciones y quejas plantean un gran desafío al arte de los médicos, pero en los
cuales, a pesar de los progresos que ha hecho la medicina científica
en sus métodos de indagación, ni en vida ni tras su muerte pueden
hallarse los signos visibles y palpables del proceso patológico."
(1: 116)
También tolerar y comprender el descubrimiento.
Los fantasmas,
la sexualidad desnuda y sobre todo la escena traumática, la real, la
de la violación por el padre.
De esperar casi pasivamente, sin las viejas armas de la medicina,
en un nuevo lugar, el del analista, palabras que se anudan a palabras,
a otras palabras, en una serie casi infinita, sumergido en el afecto
innombrable.
"La relación entre lo corporal y lo arurrnco (en el animal tanto
como en el hombre) es de acción recíproca, pero en el pasado el
otro costado de esta relación, la acción de lo anímico sobre el cuerpo, halló poco favor a los ojos de los médicos. Parecieron temer
que si concedían cierta autonomía a la vida anímica, dejarían de
pisar el seguro camino de la ciencia." (1: 116)
Freud supo por primera vez.
¿Qué en el alma de la histérica lo convocó? Quizás el gusto por el
desafío, la fijeza de un recuerdo, la larga espera de una vida que
es reminiscencia de un trauma. ¿ La curiosidad? Quizás el amor por la
madre y el amor y la rivalidad por un padre que marcó en la carne
y en el alma la fascinación de una ilusión de amor romántico e
inalcanzable, el sexo vedado, tal como lo fue entre Breuer y su pa-
1186
Marta Nidia Hojvat
ciente, tal como lo es entre analista
termina.
y paciente,
no se sabe cómo
"En ciencias naturales la decisión última sobre aceptación y desestimación corresponde siempre a la experiencia y nunca a la autoridad sin una experiencia mediadora." (1: 82)
2. Caracterización
psicológica de la histeria
1. El estudio sistemático de la histeria llevó al descubrimiento del
psicoanálisis y por ende al estudio científico del modo de funcionamiento del psiquismo en general. (Tales la escena traumática, la
fantasía, la sexualidad, la defensa, etc.)
2. Se puede hablar de rasgos y núcleos histéricos y a veces de personas histéricas. A lo largo del análisis de una persona aparecen
siempre rasgos histéricos.
3. Estos rasgos, fenoménicamente,
son:
- Tendencia exagerada a ensoñar, como si a veces estuviera posesa. Una parte de la mente está en contacto con los objetos y la
acción, y otra se refugia en el fantaseo.
- La atracción o la belleza física. La armonía corporal.
- El pensamiento en imágenes; la capacidad de asociar, aunque
en imágenes. La frecuencia de sueños.
- La asociación con actitudes fóbicas.
- Los síntomas físicos (somáticos).
- En la contra transferencia
especial atracción y fascinación. Al
mismo tiempo distancia, sensación de inaprehensibilidad,
incredulidad. Agresividad, impulsos de dominio. Frustración.
- La "belle indiférence".
- La leve manía.
- La sutil agresividad, rebeldía.
- La sugestionabilidad.
- La homosexualidad latente.
- La particularidad
de la historia edípica.
- Las fijaciones oral y fálica.
- Finalmente y en especial la incapacidad de responder adecuadamente a los estímulos sexuales.
Scccián
1187
monografías
Correspondencia
teórica de los rasgos fenoménicos
Metapsicológicamente
predomina el proceso primario por bloqueo
del pensamiento preconsciente e inhibición de la acción motora del
yo, por represión patológica.
Está unido a la presencia del pensamiento mágico y al refugio
en el polo alucinatorio. En el extremo de esta línea se evidencian
rasgos psicóticos.
La capacidad para fantasear, ligada a la imposibilidad de la palabra y la acción se usa para construir una imagen representada de sí
y de los objetos y acontecimientos. Todo está simbolizado acorde a
una novela.
En realidad la dificultad para la palabra y la acción bloquea el
acceso a la fuente de la pulsión y no se logra la sexualidad genital.
Esta imagen ficticia de sí misma constituye una representación de
una seudosexualidad.
La fijación y la regresión hacia la oralidad dan la medida de la
verdadera sexualidad, infantil, oral y en la mujer homosexual fememina. No obstante la fijación fálica determina ciertos modos de
encubrimiento y acentúa la inhibición y la pasividad. Es también
resultado de la inhibición neurótica al fin de la pubertad (descrita
por Freud en la tercera fase de la femineidad).
La "belle indiférence", no tan claramente frecuente, depende del
relativo éxito de la represión y de la construcción del síntoma. La
simbólica del síntoma logra cumplir parcialmente el deseo edípico
y en último caso eludir la prohibición.
La sugestionabilidad, ligada a la sensibilidad hipnótica se liga también a la unión fantaseada con un padre edípico, idealizado, poderoso
y terrible, cuya voz actúa directamente sobre las inervaciones motoras, sin juicio crítico, relicto de la escena traumática.
La leve agresividad y rebeldía pasiva corresponden a la fijación
fálica y a la identificación masculina.
Todo esto explica la contratransferencia.
La fascinación se relaciona con la atracción y belleza del cuerpo y
con la armonía de los movimientos. Responden a la representación
plástica de sí y de la escena -contexto
de los objetos y fenómenos
del afuera del yo.
Todo se liga por fin a quizás uno de los elementos centrales de
la histeria: la capacidad para la conversión.
Ajarla lVidia l/ojvat
1188
3. La conversión
La conversion es el mecanismo de formación de síntoma específico
de la histeria. Traspone energía psíquica al cuerpo; es un proceso
complejo que sigue leyes.
Produce una transformación
autoplástica. Cambia una acción exterior por una adaptación del propio cuerpo.
Las vías que sigue la energía psíquica (inervaciones motrices o
sensoriales) son facilitaciones. Es la "complacencia somática". Sus
determinaciones son:
1'! La expresión arcaica de las emociones. Es una reactivación
ontogenética de caminos filogenéticamente
determinados. Por eso
afecta a estructuras de la vida de relación (y no a órganos internos). Y también por eso son inervaciones que corresponden a la
idea que la gente tiene de la anatomía y no a la configuración
neurológica. Corresponden a formas típicas de expresión y comunicación humanas, ligadas a los orígenes del lenguaje, cuando el
acto era el símbolo. Son típicas, responden como los sueños y los
síntomas típicos a deseos generales de todos los hombres y mujeres
y son por lo tanto universales, pero pueden ser utilizadas por una
persona en particular.
2'.' Descargas motrices inespecíficas, por déficit de la función inhibidora del yo. A diferencia de la motilidad dirigida por el yo, que en
la acción específica modifica el mundo exterior para lograr una
descarga tensional exitosa.
3'.' Modalidades
de descarga
(y satisfacción)
autoeróticas.
4'.' Huellas de vías excitadas y recorridas en la realidad material
en el momento de la escena traumática. Pueden ser actos motrices
inespecíficos, o un dolor, o una imagen, o un acontecimiento, o un
estímulo en la contigüidad témporo-espacial. Todo anudado constituye un recuerdo o un símbolo mnémico.
Símbolo mnémico por ser la huella de una imagen o representación
ligada a una carga afectiva que no ha sido descargada por las vías
normales (palabra, acción específica), al contener un significado, es
decir un sentido históricamente determinado por las vivencias y experiencias de cada persona.
El bloqueo de la derivación normal se produjo por incapacidad del
aparato para procesar los estímulos (trauma sexual eficaz), traumá-
1189
Sección monografías
ticos, y posteriormente
por la prohibición exterior (edípica). Queda
así ligado indisolublemente al dolor psíquico y al deseo; es decir, a
la sexualidad.
La prohibición edípica y por ende la instauración más completa
de la represión complejiza el mecanismo. La conversión es el resultado de la trasposición de una energía que retorna luego de ser
reprimida.
El símbolo mnémico forma parte de una estructura compleja que
une varios recuerdos y que expresa (simboliza) varios deseos sexuales
deformados, semejante al sueño; la fantasía. En virtud de la represión
se vuelve inconsciente y por lo tanto patógena. La soldadura une la
fantasía y la modalidad de descarga del placer autoerótico.
La aparición de la prohibición edípica y el refuerzo de la represión
reactivan la cualidad de dolor psíquico, expresado paradójicamente
como dolor o impotencia física.
En razón de la represión el síntoma histérico expresa tanto el deseo
como la defensa.
4. Particularidades
del mecanismo de formación
de síntoma en la histeria
El sentido de los síntomas se inserta en el contexto del viven ciar
histórico de la persona.
Es en el origen del sentido donde se produce el ocultamiento del
nexo en la histeria. La amnesia histérica logra su efecto en las primeras impresiones externas, que fueron conscientes, y no sólo en
estas vivencias sino también en sus repeticiones a lo largo de la vida
y aun alcanza el recuerdo del ataque mismo.
En la histeria la represión es particularmente
exitosa; desaparecen
los representantes
instintivos de la conciencia. Salvo en las inervaciones dolorosas no hay casi displacer ni tampoco desprendimiento
de angustia ni de afecto. El yo queda alienado en el síntoma; la histérica acepta "estoicamente" el sufrimiento que le depara el síntoma.
Casi no se descubre la lucha del yo contra el síntoma. Entonces la
histérica se refugia en el síntoma, que cobra el valor del mundo
exterior. La histérica vive bajo la impresión mágica de que el propio
cuerpo representa el mundo exterior y en él se juegan con violencia
los procesos psíquicos, las ideas y los sentimientos. La magia actúa
en forma positiva; existe una descarga parcial de la energía desplazada en un órgano del sistema de relación (vinculado con la expresión
de las emociones) que simboliza un órgano genital.
1190
AJarta JVidia llojvat
Al perderse la concentración y especificidad de la descarga genital,
la significación genital se irradia incluso por analogía; todo el cuerpo
adquiere así una significación sexual y por ende prohibida. A veces
todo acto y movimiento quedan inhibidos.
Como la función unificadora y sintética del yo se conserva, no aparece una verdadera disociación (de tipo esquizoide).
En realidad la histeria incorpora el mundo exterior a su mundo
de la fantasía, estación última, previa a la conversión. Es el estado
hipnoide.
La incompletud de la descarga es causa de la estrangulación del
afecto. La sobrestasis libidinal provoca la erotización y proliferación
de la fantasía.
La ausencia de representaciones
instintivas en el preconsciente
hace difícil la sublimación. Queda entonces una única posibilidad,
concreta y repetitiva, de intento de satisfacción del deseo.
Si por condiciones de la vida aparece una frustración externa que
se suma a la antigua fijación traumática (frustración interna) que retiene la libido, se configura la condición para la producción del
síntoma.
Los impulsos instintivos conservan su significación genital. Son
por eso menos rechazables por la censura y obtienen una relativa
satisfacción, aunque inconsciente y aislada de las genitales.
La satisfacción (inconsciente), al permanecer el síntoma alejado
. del yo, queda también lejos del aparato perceptivo del yo. Se atenúa
así la necesidad de castigo. El mecanismo de formación de síntoma
histérico depende más de la amenaza de castración que de la necesidad de castigo. Cuando la necesidad de castigo se denuncia, aparece
en la particular pasividad de la histérica y/o en relaciones objetales
actuadas que provocan la punición.
El odio y el afán de venganza que se develan durante la investigación analítica tienen su raíz en la ambivalencia ligada a la fijación
oral, a objetos edípicos, al temor al rechazo del objeto edípico.
El masoquismo, en relación con la dependencia y el miedo a la
pérdida de objeto, se cumple en el sufrimiento físico del síntoma
mismo y en la incapacidad neurótica para vivir.
La defusión instintiva existe, aunque en menor grado que en otras
neurosis; no se desexualiza tanto la libido porque permanece adherida
al síntoma.
Pese a la amenaza de castración y de pérdida de objeto, si bien
el yo renuncia en lo consciente, el objeto edípico queda relegado al
inconsciente. La satisfacción sustitutiva cobra un sesgo incestuoso.
La regresión conduce a la libido y al yo a formas primitivas de funcionamiento y a antiguas fijaciones traumáticas.
Sección monografías
1191
El yo cae bajo el dominio de la compulsión repetitiva y se aliena
del espacio-tiempo.
El síntoma reproduce el pasado, sin pensar ni recordar, enajenado
de la realidad exterior.
En la histeria esta reedición transcurre en el cuerpo erotizado; es
un yo puramente corporal.
La simbolización del síntoma histérico se produce más por condensación que por desplazamiento.
Como todos los síntomas, el histérico es una transacción entre el
deseo y la defensa, entre el ello y el yo; en la construcción misma,
sutil y compleja, ya está presente la defensa.
5. Histeria y fantasía
La investigación de los síntomas histéricos condujo a Freud al descubrimiento de las fantasías; un sistema de formaciones psíquicas,
imaginarias, análogas en su contenido pero específicamente distintas
en su tópica de las formaciones delirantes de los paranoicos y de los
delirios actuados de los perversos.
Siempre presentes y fundamentales para la vida psíquica humana,
la creatividad y el amor.
En las histéricas, debido a la éstasis libidinal, las fantasías proliferan, se cargan intensamente y se vuelven eficaces; es decir provocan síntomas (conversiones), y afectan parcialmente el juicio de
realidad. Determinan fenómenos de creencia y aun intervienen en la
concepción del ideal que la persona tiene de sí misma, puesto que
en ellas el sujeto está siempre presente, y tiene, por ende, de su
conducta (actuación histérica).
El que la patogenia de la histeria se produzca en el arribo a los
niveles genitales de la sexualidad da un carácter complejo a estas
fantasías. Por eso se describen como escenas; la triangularidad edípica permite un despliegue espacial, aunque sólo intrapsíquico.
Se puede pensar que es sólo un escalón previo al logro de la tridimensionalidad humana, en su conquista del espacio exterior y social;
la producción estética o científica, el lenguaje y el amor objetal
cumplido.
Son también, y Freud así las describe, ese espacio intermedio que
se ha interpolado entre el principio de placer y el principio de
realidad.
El síntoma se entiende entonces como la realización de una o
varias fantasías que se han vuelto inconscientes. A su vez las fantasías son expresión y realización de un deseo inconsciente. Expresan
1192
Marta Nidia Hojvat
toda la complejidad estructural de la formación del deseo; son la
soldadura entre una vivencia erógena infantil, cumplida en el autoerotismo arcaico y recreada a posteriori en la fantasía.
Se suelda el acto-autoerótico masturba torio infantil a una fantasía
de deseo de un objeto infantil y por lo tanto incestuoso.
El deseo, que deviene inconsciente, se realiza transitoriamente en
la fantasía, pero como el ansia amorosa no se sofoca, se realiza
primero en la masturbación y después, a consecuencia de la prohibición, en el síntoma.
Conservan y continúan el rasgo arquetípico de la masturbación;
la transformación del mundo interno por la imposibilidad de transformar el mundo exterior.
La fantasía histérica es siempre de naturaleza erótica directa; los
rasgos que delimitan la particularidad histérica son la preeminencia
de las imágenes, la relativa ausencia de sadismo activo de parte del
sujeto y en cambio pasividad masoquista, el dramatismo, la riqueza,
la belleza plástica de las escenas, la proliferación, la versatilidad, el
carácter infantil del modo de relación de objeto (sobrestimación
del objeto; aparentemente primero el padre terrible, o desvalorizado
y en el rol de niño o sirviente; siempre la madre fálica e idealizada),
estigmas orales, pasividad y dependencia del sujeto (como si en la
representación fantástica el sujeto se hallara a merced del objeto)
y la teatralidad dramática que encubre el sadomasoquismo.
El síntoma histérico es el símbolo mnémico de vivencias traumáticas eficaces.
El símbolo mnémico se registra y se repite una y mil veces en la
fantasía.
El símbolo es el resultado de la selección que el psiquismo hace
de la escena traumática real, marcada en el cuerpo (solicitación
somática). Este material seleccionado es revestido por la fantasía y
constituye el núcleo psíquico y somático del síntoma. La fantasía
otorga la significación a posteriori.
Este proceso, cumplido en la fantasía, es tan importante para la
construcción de la neurosis y aun del psiquismo que Freud pensó
que sustituye a la escena traumática misma que pudiera entonces ser
real (realidad material) o fantaseada (realidad psíquica).
La eficacia patógena está asegurada por la escena fantaseada; la
histérica sufre de reminiscencias.
La imposibilidad de descarga real de la tensión, por el infantilismo psíquico y físico y sobre todo por la prohibición, funda primero el modo alucinatorio de cumplimiento del deseo y la fantasía
después. La fantasía incorpora la prohibición.
Así el síntoma es el resultado de un compromiso entre un impulso
de deseo y un intento de sofocación. La fantasía histérica sub ya-
Scccián
monografías
1193
cente escenifica en una imagen psíquica lo que el síntoma convirtió
en plasticidad motora y dolor corporal.
La fantasía histérica es un producto mixto, consciente e inconsciente. Sobre todo la carga libidinal es de origen inconsciente; por
eso no sólo son eficaces para el síntoma, invaden la conciencia,
capturan la atención y el interés y aun se delatan en actos y emociones manifiestamente
incomprensibles para los otros. Son responsables del aislamiento personal y por eso se tiñen de modalidades
narcisistas.
Las fantasías histéricas representan impulsos masculinos y femeninos. Expresan la disposición bisexual humana.
Pero no sólo la disposición. Como despliegan la mayor producción
del drama edípico, la diferencia de los roles sexuales se define no
sólo por los impulsos (activo y agresivo el uno, y pasivo-receptivo
el otro). Interviene toda la complejísima significación y representación humana de la diferencia. Integran desde los símbolos primitivos hasta las imágenes (continente-contenido),
las concepciones
analógicas del psiquismo, índices, las posiciones (y oposiciones) en
la escena triangular y los atributos y las atribuciones.
En la escena histérica el núcleo biológico ha sido negado en un
proceso dialéctico por los ideales de la cultura. Es la cultura la que
irremediablemente
produjo la neurosis.
Así la fantasía, marcada y determinada
por el sistema edípico,
también determina la identidad; el sujeto debe ubicarse inevitablemente en una posición acorde a dos ejes, el generacional y el de la
diferencia de los sexos.
En este espacio específicamente humano se debate la histérica.
Descubrir la fantasía es comenzar a comprender su drama, resultado del trauma, de la privación y de la añoranza.
6_ La caracteropatía
Así como el síntoma histérico se define por la conversion, el rasgo
específico de la caracteropatía
(que no produce síntomas) es la
incapacidad de disfrutar de la sexualidad genital.
Paradójicamente,
la conducta manifiesta una actitud hipersexual
que se convierte en huida fóbica ante la proximidad de la consumación.
Una paciente se enamora
"como si sonaran campanas
de un hombre joven. Dice que siente
de ángeles", "que es hermoso, tan her-
1J94
Marta Nidia Hojvat
moso, divino". Ella misma es muy linda y suave, de movimientos
femeninos, y "se va a poner muy linda". Se compra un vestido "con
un tajo impresionante". Accidentalmente se le cae el cinturón, "el
cinturón de castidad", me dice. Pero ella y el enamorado se pasan
horas hablando, día tras día, y durante una semana no se consuma
un encuentro sexual.
Esta actitud es inconsciente; para la conciencia la situación es
semejante a la de la "belle indiférence". La persona que padece la
caracteropatía se sorprende ante la respuesta que provoca en el otro,
seducido y rechazado a la vez.
Este modo de funcionamiento no siempre se detiene aquí; a veces
provoca respuestas sádicas que satisfacen la necesidad de castigo y
sobre todo el masoquismo erógeno.
Incluso cuando aparece en la transferencia, la paciente se sorprende ante el intento de hacer consciente la intensa seducción de sus
movimientos, su mirada, su voz, su actitud toda.
Una analista en supervisión cuenta de su paciente: "tiene una voz
acariciante", siente una intensa atracción que la lleva a darle las
tres primeras entrevistas seguidas, nota que accidentalmente se le
desabrochan los botones de su blusa. Cuenta también: "adopta una posición blanda y relajada, como dulce", casi una inducción hipnótica.
El paciente, sin embargo, insiste en buscar un analista varón y
finalmente cuenta que interrumpió su anterior análisis porque se
"enamoró de la analista".
La sexualidad lo tiñe todo, movimientos, actitudes, pensamientos,
sentimientos; subyace la estasis pulsional.
Se trata incluso de una sexualidad genital, puesto que en la histeria la problemática es genital, aunque en la plenitud del drama
edípico.
Por eso los movimientos son armónicos, suaves, envolventes. Da
una impresión de blandura, de suavidad. El cuerpo es grácil y muestra las suaves curvas de la mujer. Aun en los hombres la actitud
general es blanda y poco agresiva, aunque siempre francamente insinuante.
Sin embargo, todo esto responde a una hiperactividad de todo el
sistema de relación específicamente catectizado para un fin sexual.
Por eso la actividad se liga a un fin receptivo. Pero como en la
histeria la receptividad está bloqueada, por la represión y por
la regresión, sucumbe en pasividad. Tal la extrema sensibilidad
y la docilidad obediente aunque versátil, no sólo dependiente de la
sugestión.
La versatilidad y la inconstancia de las emociones, los rápidos
cambios de humor y aun la facilidad y la rapidez y agilidad del
cuerpo y de los movimientos se deben a la descarga somática, serne-
Scccion monogmiias
11~15
jante a la conversiva, en las inervaciones correspondientes
y que
funcionan al modo del proceso primario, sometidas a la condensación
y al desplazamiento.
Falta la ligadura por el yo consciente y la capacidad de acción
específica acorde con el principio de realidad.
En verdad, está impedida la sublimación, aunque paradójicamente
se intensifica el fantaseo.
Sin embargo, como en el síntoma, el impulsu se alía siempre a la
defensa; desde la huida motriz hasta la inhibición de la sexualidad
genital y también pregenital.
Debido a que existe una descarga, aunque incompleta y sin placer
consciente, como en la conversión, esta caracteropatía
no recurre
tanto como otras a formaciones reactivas ni es tan importante la
rigidez caracterológica. Al contrario, da la impresión de flexibilidad
y movimiento.
De otra paciente: "Soy cíclica. De repente estoy triste, de repente
estoy contenta. Paso bruscamente de un estado de ánimo a otro, no
puedo saber por qué".
Así descrita, la patología histérica del carácter se diferencia del
carácter fálico-narcisista, arrogante, desafiante y de una corporeidad
tendiente a la rigidez y a la dureza, y a la violencia actuada (quizás
así fue el padre de la escena traumática).
La fijación fálica tiene, pues, en la histeria, modos específicos.
Primero en la hipervalorización e idealización del falo; denunciada
en la "envidia al pene" y en la hostilidad pasiva sutil y en la sensación de desvalorización e impotencia profundas aun del propio ejercicio fálico necesario para la actividad vital.
Una paciente dice, llorando: "lo odio, 10 detesto, 10 mordería, lo
cortaría. Lo odio porque siempre cae parado".
Segundo, por la significación fálica de todo, en cada momento.
Todo adquiere el simbolismo de unión falo-vagina, pero violenta, violatoria, prohibida e irremediablemente
presente.
Tercero, por la respuesta fálico-sádica, en acto, del utro, a la seducción insinuante. Quizás aquí se trate de un tanteo sexual que repite
compulsivamente
la escena traumática, la que, como lo descubrió
Freud una vez, se descubre siempre.
Cuarto, por el tipo de temor a la castración. Por un lado amenaza
de corte de un falo imaginario *; vivencia de impotencia por la
posesión de un instrumento romo o inútil H.
* Sueño de una paciente: "Me tenía que bajar del auto"; de otra: "Se me caían
los dientes"; de otra: "Se me quebraban las piernas".
",', Un sueño: "yo le hundía en el corazón un cuchillo, pero no tenía punta,
yo sabía que no lo iba a matar nunca", porque "mi cuchillo no servía". "Salía
mucha, muchísima sangre".
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Marta Nidia Hojvat
De otro lado la amenaza tiene una característica
más sutil; el
temor es al vaciamiento, queda un vacío, una especie de nada absoluta. Otro sueño: "No quedaba nada; pasaba por una serie de habitaciones vacías. Una sensación horrible, aterradora".
Como la teoría infantil a que responde es un sistema fálico-castrado, no existe concepción de vagina. Por ende, ni en la imaginación ni en la vida se supera esta etapa fálica para adquirir y poseer
el cuerpo erógeno, el cuerpo amante de la mujer.
Otros rasgos de carácter fálico son la rebeldía, la valentía, la actitud independiente
que atrajeron a Freud y que él describió en Dora,
en Isabel de R. Pero si se piensa bien son actitudes
más bien
intelectuales que físicas. La arrogancia corresponde mejor al carácter
fálico-narcisista.
Así esta falicidad tiene un sesgo importantísimo:
su ligazón con
la oralidad.
Quizá porque la irrupción
de la escena traumática
sucedió en
etapas tempranas de la vida.
Quizá porque denuncia la homosexualidad
latente y el anhelo siempre cierto de una madre fálica idealizada.
Quizá también por el "desplazamiento
de abajo arriba" que señaló
Freud.
Quizá porque la oralidad no se borra nunca y es muy importante
en todos los humanos. Pero la oralidad marca siempre al falo imaginado como un hueco. En las palabras de un paciente: "Un arquitecto así no puede juntar dos caños". En este sueño que figura la
relación analítica:
"Tomábamos
mate juntos".
La bombilla y los
caños son huecos.
Pero también, y esto es muy importante,
ambas significaciones,
la oral y la fálica, transcurren
siempre en una escena edípica; ambos
sexos, coito y amenaza de castración. Escena repetida en los sueños,
en las palabras, en la fantasía, en la caracteropatía, en el recuerdo
y en el acto.
Edipo maltrecho; madre fálica, padre terrible, incesto consumado
y posible, en el síntoma, en el acto y en la fantasía. Edipo vivo, no
resuelto ni sepultado, a veces sólo inhibido. Sin embargo la histeria
no regresa desgajándose
del drama, ni rompe del todo con la realidad. Más bien, a través de la introversión
conserva el drama dentro
de sí y lo vive sin poder sublimar o lo actúa en la vida a través de la
caracteropatía
y aun en la elección infantil y modo de relación también infantil con el objeto de amor.
Resultado es la insatisfacción
profunda
y en último término el
anhelo de un dominio de sí narcisista; el deseo de no desear. De una
paciente: "No hay nada que me venga bien, nunca estoy satisfecha,
nunca me quedo contenta".
•
Sección
1197
monografías
7. Sobre la histeria de angustia, su relación con la histeria
de conversión y la influencia de la compulsión a repetir
Así como la histeria sufre una inhibición para la vida, pero merced
a la producción de síntomas evita la angustia, en paralelo Freud
describe otra enfermedad psíquica cuya característica es la inhibición. Al contrario de la conversión, la histeria de angustia no logra
evitar el desprendimiento
de afecto, cada vez mayor. La angustia,
pues, es lo que resalta en la clínica casi monótonamente.
La monotonía está ligada a la fijeza del temor fóbico
tición sin significados de las neurosis actuales.
y a la repe-
Todas las neurosis tienen un núcleo actual neurótico. Este núcleo
es diferente; la neurastenia dará origen a la conversión, la neurosis
de angustia creará la fobia.
Es interesante pensar que en los orígenes de las dos formas de
histeria, la neurosis actual deja huellas específicas, que luego van
a ser estructurantes
y estructurales de y en el modo de funcionamiento psíquico. Tal la plasticidad del psiquismo; las huellas de lo
vivido, de lo visto y oído no se borran nunca.
En realidad ésta es una cualidad de la materia, específicamente de
la materia viva. El psiquismo, en la interpenetración
con lo somático, conserva en una progresión más compleja esta cualidad ligada a
la repetición y a la conservación de los estímulos.
La neurastenia crea una memoria somática. Quizá "facilitaciones",
huellas somáticas de descarga, marcas para la futura solicitación
somática.
Forma aprendida por el cuerpo erógeno mediante la masturbación
repetida y compulsiva, aprende también una solución de continuidad
insalvable; el objeto de la fantasía masturbatoria
se aleja cada vez
más del real-edípico, se aisla y configura un ideal inserto en un
contexto, germen de la futura novela familiar. Marca también el camino de la estasis de la fantasía, pero funda la insoslayable frustración
por la ausencia del objeto en la realidad y en la vida. Económicamente se profundiza la huella de la descarga incompleta.
Así, en la neurastenia, el sufrimiento
ambos polos, el somático y el psíquico.
La fantasía
tiguan.
masturbatoria,
la frustración
y la patología
complican
y la inhibición
lo ates-
1198
Marta Nidia Hojvat
En cambio, en la neurosis de angustia, se afecta la utilización
adecuada y placentera del polo somático, que queda excluido del
procesamiento psíquico. Se inhiben los caminos del devenir psíquico
y por ende se desvían y bloquean los caminos de la expresión de la
energía para la vida. Entonces se produce una explosión emocional
y afectiva, descontrolada e incoordinada, desarticulada de la mente.
Son los estados emocionales difusos y flotantes.
La histeria de angustia utiliza el psiquismo para perpetuar esta
inhibición. No logra sofocar el afecto. Lo central en la fobia es el
temor. El psiquismo recurre a la asociación del impulso afectivo con
un sustituto externo; se afecta la percepción; se vive el peligro como
proveniente de afuera; un peligro externo desplaza y sustituye un
peligro interno.
Aun recurre a otros mecanismos psíquicos: la regresión y la formación reactiva que refuerza la represión y que interviene más que en
la conversión en la formación del carácter.
Freud dice que esta clase de obsesiones "traumáticas" no son otra
cosa que imágenes alteradas de recuerdos traumáticos reales. Esa
alteración está dada por la significación psíquica, el sentido.
Desde el punto de vista de la teoría del trauma, la escena traumática real (o simplemente los estímulos intensos del ello y/o afectados
por la inhibición o por la masturbación edípica) se repite. Dónde y
cómo se repita, si en el espacio exterior o intrapsíquico, condicionarán la estructuración de distintas formas neuróticas.
Así, en la histeria de conversión, la escena traumática se repite
en la fantasía y en el síntoma. Cobra significación y el otro, el objeto
edípico, está representado plásticamente.
En la actualneurosis la repetición es automática; en la neurastenia,
en la compulsión masturbatoria; en la neurosis de angustia, en la descarga somática directa.
En la fobia, el rastro de la repetición debe buscarse en la adhesión
a la representación
sustitutiva; la compulsión ha sido proyectada
en el espacio exterior. Pero la monotonía denuncia la fijación al
trauma.
En ambas, histeria de angustia e histeria de conversión, el compromiso psíquico determinó una complejización más. Quizá la más
importante, puesto que es constitutiva del psiquismo. La escena
traumática, la representación sexual dolorosa e intolerable, merced a
la defensa se hizo inconsciente. Pero también, por la significación, se
integró al mecanismo de cumplimiento del deseo y también por eso
persiste en el inconsciente.
En la otra neurosis de transferencia, la neurosis obsesiva, la escena
traumática, unida al deseo, se representa en la fantasía con el sujeto
en posición activa; el afecto que predomina es el remordimiento por
Sección
monografías
1199
el acto prohibido cumplido en la fantasía y en el síntoma. El proceso es también intrapsíquico.
Cuando la producción psíquica vuelve a proyectarse en el espacio
exterior, como delirio (psicosis), o actuado en la realidad (psicopatías), aunque en un espacio más regresivo, y donde el deseo no
se estructura de una manera tan compleja, más cercano al narcisismo y con menos despliegue del Edipo, la repetición resulta aun
más absoluta.
La cuestión es pues, desde este punto de vista, el desprendimiento
de angustia; queda así ligada al trauma.
Sea por hiperestimulación exterior (escena de seducción), sea por
estímulo desencadenado por la fantasía (mecanismo del deseo), sea
por la activación pulsional en sí misma, sea por estasis libidinal, el
problema para el psiquismo, desde este punto de vista, es procesar
la sobrecarga del aparato. La angustia se produce así por sobrecarga.
Freud nunca abandonó la teoría tóxica de la angustia.
Pero la sobrecarga también se provoca por daño desde lo exterior.
Marca psíquica y somática, asociada a la irrupción emocional, descarga automática y a la vez mensaje a un otro asistente, biológicamente imprescindible, siempre se repite desde y se asocia a la primera
vez; el trauma de nacimiento.
Entonces, a lo largo de la vida humana, encuadrada en el Edipo,
el trauma de nacimiento da y cobra nuevas significaciones; la sexualidad se vuelve peligrosa y por ende humana; la amenaza de castración
configura al mismo tiempo el deseo y la neurosis.
La histeria de conversión, la histeria de angustia y la neurosis obsesiva son neurosis prototípicas, en ellas el Edipo alcanza su máximo
despliegue, previo a una resolución que conduciría a una normalidad
compleja, altamente individual y cuestionable.
8. La relación con el otro. El mensaje de la histérica
Todo síntoma, como todo acto humano, es un mensaje.
¿Cuál es el de la histérica? ¿Qué intenta transmitir, para qué? El
sentido de la forma histérica es doble; ilusión narcisista de un falo
en una cara y en la otra resalto de la castración misma, resalto de la
pérdida. La femineidad se significa como castración, acorde con
la fijación fálica que ubica la diferencia en fálico-castrado.
Dominada por la inhibición, la histérica se fantasea como castrada.
La paradoja es la oscilación en la fantasía de representar plástica-
1200
Marta Nidia Hojvat
mente la ilusión narcisista de la completud fálica. Esta es también
una manera de entender la presentación bisexual de la histeria.
Representación que utiliza el cuerpo y la dinámica del movimiento,
tiende al otro una trampa; uno de los dos, la histérica o el partenaire,
es el símbolo del poder, el falo. La primacía de serlo borra el deseo
de tenerlo. La oscilación entre el sujeto y el partenaire, rápida y
ágil como la representación misma, es confusionante.
Las descripciones clínicas refieren a esta confusión la sorpresa,
la sensación de impotencia y la frustración de ambos.
La carencia y la ilusión se juegan en el campo de las imágenes y la
mirada, sujetos al par ver-ser visto, sin dar tiempo al pensamiento;
la voz susurrante de la histérica es sólo un adorno más.
La ilusión de ser un falo, que capta la mirada del otro con la
fuerza de la fascinación y de la hipnosis, se logra con la sutileza
de los niveles más altos del goce estético.
No se requiere la arrogancia corporal para mostrar la rigidez del
falo ni la violencia directa. Esto se induce en el partenaire.
La trampa está en la capacidad metafórica, en la construcción
de un disfraz alusivo, no de un fetiche.
El disfraz, entonces, tiene dos caras, gira entre la representación
de la completud y el resalto de la ausencia, vivida y trasmitida como
abismo y muerte.
Subyacen el miedo a la vida, la parálisis, la escena traumática, el
incesto, el filicidio y la muerte. Se conecta al juego siniestro, a los
intentos de suicidio, muchas veces cumplidos.
Tras el adorno, la belleza, la armonía aparentes, la depresión y
el horror.
Para la histérica la femineidad es un disfraz. Las pacientes hablan
con naturalidad seductora de su vida erótica; el analista descubre la
inconsistencia y la impostura de la sexualidad.
Se instaura entonces la patología del amor. Del intercambio, del
dar y recibir, del desprendimiento y la capacidad de aceptar se regresa al sostenimiento del narcisismo del poder o a la caída en la parálisis vital (inhibición).
No se ama, se busca el ser amada para ser reconocida como
completa.
El otro anzuelo de la seducción es el desafío. No se trata, de
nuevo, de la arrogancia fálica sino de una inducción sutil y atrayente.
¿Quién no cae ante la ilusión de encarnar en sí mismo el poder,
precisamente el poder de completarse en sí mismo, de borrar la
dolorosa evidencia, instaurada desde el primer desprendimiento, el
nacimiento, de desear inexorablemente unirse a otro?
La histérica induce la unión, pero fracasa. La falla para la sublimación implica la búsqueda de una completud no simbólica, concreta,
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monografías
1201
quizá la incorporación definitiva y concreta de un pene. Alude a
una imagen de mujer devoradora, de mujer abismal.
La re significación fálica condensa pero no explica del todo este
vacío, esta oquedad del alma de la histérica que aparece cuando se
disipa el disfraz.
Relicto de la oralidad frustrada, lindante con el vacío esquizoide,
su origen debe buscarse en las identificaciones patológicas de su
historia edípica. Generalmente una madre ausente y un padre terrible,
impotente para el amor y para imponer la ley.
La fijación extrema de la histérica es la escena traumática, donde
el incesto es posible y se falsea la elaboración de la desilusión edípica. Se cumple no sólo la castración (a través de la inhibición de la
sexualidad en pleno), sino también la pérdida de objeto.
Así, la histérica, desde el desvalimiento y la pasividad demanda
por una madre que no tuvo y un padre al cual no pudo arribar.
Demanda sin palabras, actuada a través de la representación de un
personaje de relleno, mujer ideal e idealizada, modelo romántico
tomado de los ideales de la cultura. Esta es la demanda a la que
acudió Freud y tradujo en psicoanálisis.
Como toda creencia la ilusión histérica contiene un núcleo de
verdad. Más allá de la teoría infantil de la sexualidad, la pérdida
que llora la histérica es la del cuerpo instintivo, la de la satisfacción
directa. Su cuerpo erogenizado expresa la búsqueda del plano biológico de la sexualidad, el primitivo modo de expresión y comunicación
de la humanidad, expresión directa de las emociones, cuando las
palabras no eran libres del cuerpo y el movimiento.
Cuerpo y movimiento perdidos para siempre desde que la cultura
instaló el lenguaje y la abstracción. El deseo escindido de la necesidad se funda en el hiato entre mente y cuerpo, entre la ilusión edípica y la prohibición ineludible. La histeria es un intento de salvar
este hiato. Tal su historia médica.
La histeria alude siempre a lo femenino. Para Freud la neurosis es
la pervivencia de modelos adaptativos que en un momento de la
prehistoria fueron necesarios para la vida humana.
En ese sentido, la histeria no sólo es la expresión de las emociones,
sino también un símbolo de la sexualidad femenina.
A la manera de una construcción, se puede pensar que en la
prehistoria la hembra humana usaba como atracción erótica los productos directos del instinto, por ejemplo su olor sexual y la exposición
directamente visible de sus genitales.
Cuando la mujer y el hombre se elevaron sobre la tierra y se instaló la represión orgánica, y después, cuando se fundó la cultura y
la ley masculina de la represión de la sexualidad, la mujer, instrumento de Eros, de la unión sexual y de la capacidad de crear y
1202
Marta Nidia Hojvat
mantener la vida, fue forzada a desprenderse del cuerpo y del instinto y aun del hijo, dio un rodeo y recurrió a la plástica y al movimiento y del mismo modo que una vez inventó el tejido, urdió con
la gracilidad y la magia del cuerpo y los adornos, tomados de la
cultura, una trama erótica donde logró enredar y retener su objeto
sexual.
La belleza y la suavidad femeninas continúan y sustituyen en el
tejido etéreo del símbolo el primitivo atractivo biológico del instinto
desnudo.
Este símbolo de lo femenino, cuando está disociado y alienado de
la fuente vital que le dio origen, se hace disfraz de la histérica, que
oculta y devela al mismo tiempo el retorno del erotismo reprimido.
Por un momento la sutil estética de la histérica borra la prohibición. Trampa de una metáfora, sin embargo la sublimación y el
amor son imposibles. El camino que eligió la histérica no tiene
salida. Es una dolorosa protesta contra la sublimación marcada para
siempre en nosotros por la escisión cultura/naturaleza.
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