Foto: Archivo Siglo Nuevo Foto: Archivo Siglo Nuevo se va esculpiendo con la ayuda de perturbaciones del ánimo como la histeria mediática. Dicha histeria tiene, cuando menos, dos agentes que la desatan, a decir de la experiencias críticas sobre el tema: una es la comunicación que desinforma, el otro es el linchamiento mediático. En el primer caso, como ya se mencionó líneas arriba, el problema es que los consumidores ya no ven la diferencia entre una “noticia” y una publicación cualquiera en redes sociales. Los medios pretenden informar, las redes sociales, en cambio, se dedican a comunicar. El maestro de periodistas, Miguel Ángel Bastenier lo explica así: “Las redes vehiculan lo que, genéricamente, podemos llamar comunicación, mientras que los periódicos, digitales o impresos, aspiran a que lo suyo sea información, materia prima de actualidad procesada con arreglo a criterios profesionales para el consumo público”. Atender solamente a los titulares de 140 caracteres subidos a una cuenta, a los comentarios publicados en muros, significa desinformarse, entrar en un intercambio de datos insuficiente que impide moldear una opinión sustentada de los hechos, de las situaciones, apegada a los principios de verdad, precisión, independencia, imparcialidad y demás. Los linchamientos mediáticos son como las cuentas del rosario de la infofrenia. Cada bolita es un llamado a utilizar mayúsculas en los comentarios destinados a apalear al personaje caído en desgracia, sea este una autoridad de gobierno, un funcionario de la UNAM o una mujer que exhibe la agresión sufrida por un desconocido. Para sumarse a la masa linchadora no es requisito conocer a fondo la cuestión que originó el encono colectivo, basta con atender los destacados: la sospecha de corrupción que es sinónimo de culpabilidad, la ofensa infligida a un símbolo nacional, el deseo de una víctima de recibir justicia. Si bien muchos medios han dejado de lado aspectos esenciales del laburo en aras de la inmediatez, el manual para difundir no se ha modificado: la teoría del marciano (redactar la nota como si la escribieras para un extraterrestre que no sabe nada de la cuestión que estás abordando), hacer uso de un lenguaje claro y sin opiniones personales, contrastar versiones... El concepto de la locura informada es novedoso, y hablar de sus consecuencias en el largo plazo es imposible dada la escasa disponibilidad de estudios sobre el tema. La cuestión se dificulta si el debate se centra en elegir entre nutrir el sentido crítico y evadirse de lo que va mal en la colonia, el municipio, el estado... ¿Informarse o desconectar? Es una pregunta que, a la vista de la infofrenia, tiene efectos de momento insondables en la salud mental y por salud mental bien valdría que hubiera más evaluaciones al respecto, para responder a la interrogante de forma informada, sustentada, sabiendo lo que está en juego, dentro y fuera de cada mundo, es decir, dentro y fuera del mapa mental de cada individuo. Correo-e: [email protected] SIGLO NUE V O • 55