La problemática de acceso a los alimentos Susana Hintze* Resumen El trabajo revisa la ponencia sobre el mismo tema de Hintze, Chiara y Di Virgilio presentada en las “Jornadas de Discusión: Hacia el Plan Fénix. De la crisis actual al crecimiento con equidad” (abril 2002). A partir de ella discute los cambios ocurridos en nuestro país en estos tres años en lo que refiere a: I) II) III) El contexto de la problemática alimentaria argentina; Las políticas alimentarias que se están llevando a cabo Las acciones posibles para encarar la cuestión alimentaria en el marco del contexto político y social actual. Respecto de la ponencia anterior y en relación con la búsqueda de seguridad alimentaria, se mantiene la consideración de que el problema alimentario en el país no radica en la producción o la disponibilidad interna, sino que es básicamente un problema de acceso a los alimentos de amplios sectores sociales relacionado con los precios de los alimentos y los ingresos disponibles (y el trabajo de los que éstos provienen). Empleo, ingresos y precios siguen constituyendo los factores determinantes de la crisis de reproducción alimentaria de los sectores populares, que es reprocesada en determinados "modos de consumo" que expresan prácticas y representaciones con los cuales los sectores populares organizan la alimentación individual y familiar. En términos de pensar acciones posibles frente al problema alimentario se sigue utilizando el concepto de problemática alimentaria como ordenador de las intervenciones políticas. Concepto que refiere y articula cuestiones referidas a la producción (que abarca el procesamiento-transformación y también los insumos para la producción de alimentos); la distribución y comercialización; el consumo de alimentos y sus efectos sobre las condiciones históricas de reproducción de la población, de las cuales la situación nutricional deficiente de buena parte de la población de nuestro país es una de sus expresiones críticas. * Licenciada en Sociología, UBA. Master en Sociología, UNAM, México. Especialista en Metodología de la Investigación Social, Venezuela. Profesora Titular de la UBA y la Universidad Nacional de Quilmes. Investigadoradocente regular Titular, Instituto del Conurbano, Universidad Nacional de General Sarmiento. Investigadora categorizada Nivel I del sistema nacional de investigación, Programa de Incentivos a la Investigación, Ministerio de Cultura y Educación. Directora y codirectora de proyectos de investigación, UBA y UNGS. Docente de grado y posgrado en Argentina, México, Venezuela y Bolivia. Coordinadora Académica de la Maestría en Economía Social y Responsable del Área de Políticas Sociales, Instituto del Conurbano/UNGS. Introducción Este trabajo parte del realizado sobre el mismo tema para la Jornada anterior del Plan Fénix en abril del 20021, momento álgido de la crisis socioeconómica, política e institucional que había hecho explosión en diciembre del año anterior. Discute los cambios acaecidos en nuestro país en los tres años transcurridos en lo que refiere al contexto de la problemática alimentaria argentina; las políticas alimentarias que se están llevando a cabo y las acciones posibles para encarar la cuestión alimentaria en el marco de la situación política y social actual. En la ponencia anterior se hizo referencia al concepto de seguridad alimentaria2 como objetivo de políticas. Interesa en ésta ampliarlo con otros dos: el de seguridad alimentaria y nutricional y el de soberanía alimentaria. El primero hace explícita la cuestión a los derechos y su universalidad y plantea que “la sociedad organizada, por medio de políticas públicas, de la responsabilidad del Estado y de la sociedad como un todo, puede y debe garantizar el derecho a la alimentación de todos los ciudadanos y la seguridad alimentaria y nutricional. Así la alimentación es un derecho del ciudadano y la seguridad alimentaria y nutricional para todos es un deber del Estado y responsabilidad de la sociedad” (Valente, 2002. Citado por Sanches Frozi y Galeazzi, 2004). El de soberanía alimentaria fue propuesto por diversas organizaciones sociales (de campesinos, pescadores, ambientalistas, mujeres, pueblos indígenas, sindicatos y ONGs) como principio unificador bajo el cual “definir las acciones estratégicas necesarias para eliminar realmente el hambre” como alternativa a la declaración oficial Cumbre Mundial de la Alimentación (Roma, 2001). de la última La soberanía alimentaria es "el derecho de los países y los pueblos a definir sus propias políticas agrarias, de empleo, pesqueras, alimentarias y de tierra de forma que sean ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas para ellos y sus circunstancias únicas. Esto incluye el verdadero derecho a la alimentación y a producir los alimentos, lo que significa que todos los pueblos tienen el derecho a una alimentación sana, nutritiva y culturalmente apropiada, y a la capacidad para mantenerse a sí mismos y a sus sociedades [..] Soberanía Alimentaria significa la primacía de los derechos de los pueblos y las comunidades a la alimentación y la producción de alimentos, sobre los intereses del comercio. Esto conlleva 1 Hintze, S. Chiara, M. y Di Virgilio, M.: Políticas alimentarias. “Jornadas de Discusión: Hacia el Plan Fénix. De la crisis actual al crecimiento con equidad”, FCE-UBA, abril 2002. 2 El concepto de seguridad alimentaria propuesto por la FAO y difundido a través de la Conferencia Internacional sobre Nutrición (WHO/FAO, 1992), refiere al acceso de toda población, en todo momento, a los alimentos necesarios para llevar adelante una vida saludable. Para garantizar esta definición de seguridad 1 el fomento y la promoción de los mercados locales y de los productores más allá de la producción para la exportación y la importación de alimentos.” 3 Respecto de la ponencia del 2002 se mantienen las siguientes consideraciones: I) El problema alimentario en el país no radica en la producción o la disponibilidad interna4, sino que es básicamente un problema de acceso a los alimentos de amplios sectores sociales que se relaciona con los precios de los alimentos, los ingresos disponibles y el trabajo de los que éstos provienen. Empleo, ingresos y precios siguen constituyendo los factores determinantes de la crisis de reproducción alimentaria de los sectores populares, que es reprocesada en determinados "modos de consumo" que expresan prácticas y representaciones con los cuales se organiza la alimentación individual y familiar. Las condiciones de distribución del ingreso y la situación del mercado de trabajo, con sus efectos de pobreza y exclusión son los elementos centrales que subyacen en el problema de acceso a los alimentos y generan hambre y –en particular en nuestro país- malnutrición. En lo que hace al precio, una característica de la Argentina en tanto país agro-exportador es que los alimentos (bienes salario por excelencia en los sectores populares) constituyen a su vez uno de los principales bienes transables, existiendo una inmediata relación entre precios internos de los alimentos, tipo de cambio e incremento de la demanda externa, situación que la devaluación y la inflación han hecho más clara. Hay que señalar también la tendencia a la producción/procesamiento de alimentos orientada a un mercado segmentado que redunda en cada vez mayor diferenciación en el consumo de los distintos sectores de la sociedad. Un aspecto de importancia a agregar, a pesar de que no se desarrollará aquí por cuestiones de espacio, es el aumento de la producción de soja en detrimento de otros cultivos y sus efectos sobre el modelo agroalimentario nacional.5 alimentaria, deben ser satisfechas dos condiciones: i) asegurar una disponibilidad estable, en todo momento, de los alimentos, ii) asegurar que cada hogar acceda a los alimentos adecuados. 3 (Declaración política del Foro de las ONG/OSC para la Soberanía Alimentaria (www.ecoportal. net/ content). 4 Según las Hojas de Balance de alimentos de la FAO, Argentina históricamente presenta una disponibilidad alimentaria que exceden los requerimientos medios por persona. Para el periodo 1991-97 la disponibilidad calórica fue de 3.165 kcal. (30% superior al requerimiento medio) y el consumo aparente de proteínas también fue alto, de unos 100 gr. diarios por persona (ENNyS, 2004). 5 Acertadamente señala Miguel Teubal que el enorme potencial productivo en materia alimentaria de la Argentina es capaz de producir alimentos en cantidad y calidad suficiente como para alimentar varias veces su población. A lo largo de la década de los años ‘90 la producción agropecuaria (cerealera y oleaginosa fundamentalmente) siguió aumentando. Se estima que se producen unos 70 millones de toneladas de cereales y oleaginosas por año, casi dos millones de toneladas per cápita, y 90 millones de toneladas de productos agropecuarios de todo tipo, sin embargo casi la mitad de esta producción en volúmenes es soja, en su casi totalidad transgénica y de exportación. Concretamente la superficie destinada a la soja aumentó 81% en el período 1990-1999 mientras que su productividad por hectárea se mantuvo constante. A su vez a partir del año 1997 aumentó la proporción de soja transgénica en la producción de este rubro, alcanzando hacia el 2003 casi el 100% de la producción sojera total. Agrega este autor: “La otra tendencia que nos muestra el 2 II) En términos de pensar acciones posibles frente al problema alimentario se sigue considerando fértil el concepto de problemática alimentaria como ordenador de las intervenciones de políticas. Concepto que refiere y articula cuestiones referidas a la producción (que abarca el procesamiento-transformación y también los insumos para la producción de alimentos); la distribución y comercialización; el consumo de alimentos y sus efectos sobre las condiciones históricas de reproducción de la población, de las cuales la situación nutricional deficiente de buena parte de la población de nuestro país es una de sus expresiones críticas. III) Se mantiene la denominación de políticas alimentarias para todas aquellas intervenciones (necesariamente multisectoriales) que tienen que ver con los distintos componentes de la problemática. En relación con la ponencia anterior se sigue considerando que los programas de ayuda alimentaria son imprescindibles en la presente coyuntura, si bien deberían formar parte de una política alimentaria activa e integral, obrando coordinadamente con las intervenciones que de ella deriven. Tal política debe exceder la concepción de la emergencia y demanda la decisión estatal de realizar acciones de control y evaluación sobre sus propias intervenciones, las de las organizaciones de la sociedad civil a través de las cuales se llevan a cabo programas alimentarios con fondos públicos y sobre el sector privado. Entre otras, en este último caso, es importante el control sobre la calidad e inocuidad de los alimentos desde la producción hasta el comercio minorista así como para garantizar que la publicidad y el etiquetado no den indicaciones engañosas sobre las características de los alimentos. El contexto de la problemática alimentaria argentina: la historia reciente y la coyuntura 2002-2005 En la ponencia anterior se señaló que en la década del ´90 se implementaron en la Argentina cambios en la economía y el Estado de una densidad y magnitud tal que terminaron de configurar una nueva estructura social, resultado de una estrategia sostenida de desregulación y apertura de los mercados, privatización y modificaciones en las políticas sociales centradas en la focalización y la descentralización. El proceso, censo y que corrobora una serie de estudios parciales anteriores, lo denota la reducción de la producción de los tradicionales alimentos básicos de consumo popular en nuestro medio. La especialización de la soja crece y con ella la pérdida de la diversidad alimentaria, tan importante para proveer una adecuada alimentación variada y nutritiva a la población en su conjunto. La desaparición de una multiplicidad de explotaciones agropecuarias incide sobre el aumento de la desocupación. Se complementa con la desocupación estructural generada por la concentración y reestructuración en la industria alimentaria, y en la distribución final de alimentos (supermercadismo). Todos estos factores inciden sobre la desocupación, sobre los salarios reales y, por ende, sobre el acceso a una alimentación digna” (Teubal, 2003). 3 iniciado con la última dictadura militar en los ´70 ha dado por resultado que la desigualdad y la exclusión sean las notas centrales de la estructura social vigente. En este orden de cosas los bienes públicos como la salud, la educación y la seguridad social, cuya provisión y regulación habían estado históricamente a cargo del Estado, perdieron eficacia operativa, eficiencia y equidad distributiva y se redujo su cobertura y la calidad de sus prestaciones. “La contracción del rol del estado y el retiro de sus funciones redistributivas; el importante aumento de las tasas de desocupación ocurrido durante la década de los 90’ y los primeros años del 2000 y la ampliación de las desigualdades del ingreso han puesto a amplios sectores de la población en una particular desventaja, produciendo una drástica disminución de sus condiciones de reproducción” (Hintze, Chiara y Di Virgilio, 2002). En comparación con este proceso se observan en la actualidad intentos de recuperar la iniciativa del Estado y algunas limitadas medidas redistributivas –pero que de todas maneras implican un cambio de direccionalidad respecto de la década anterior- así como la disminución de los niveles de pobreza y desocupación respecto de tres años atrás. Se señaló más arriba que empleo, ingreso y precios de los alimentos son condicionantes de la alimentación en sectores urbanos para los cuales el autoabastecimiento no es una alternativa de alcance generalizado. El cuadro siguiente muestra la evolución entre el 2002 – en los peores momentos de la crisis- y la actualidad. Para contextuar su lectura conviene tener en cuenta lo que indica correctamente Lozano: después de dos años de tasas de crecimiento significativas (superiores al 8% anual), recién en el primer trimestre del año 2005 la Argentina recupera los niveles de actividad correspondientes al año 1998. Esto significa que demandó seis años volver al mismo nivel, pero esto ocurre con un cuadro social agravado en el cual el desempleo es un 30% más alto, el ingreso promedio es un 30% inferior y hay cinco millones de pobres más que en aquel momento. A su vez la brecha entre el 10% más rico y el 10% más pobre de la población, que era de 20 veces durante los noventa supera ya las 27 veces (Lozano, 2005). Mirado desde lo anterior, entre el 2002-2005, se observa mejoría respecto de varios de los indicadores relacionados con el problema alimentario: disminuye la tasa de desempleo y la de desocupación, también la proporción de población bajo las líneas de pobreza e indigencia de acuerdo con la medición del INDEC6. 6 Respecto de la valorización de la canasta por INDEC, a partir de la cual se construye la línea de pobreza, cabe mencionar que la Comisión de Productividad del Consejo del Empleo, la Productividad y el Salario, el 4 Junto con esto el índice del salario real mantiene niveles importantes de caída, en especial en lo que hace al ingreso de los asalariados privados no registrados y del sector público y simultáneamente los índices de precios al consumidor muestran un crecimiento significativo. Específicamente desde la cuestión alimentaria cabe señalar que son los precios de los alimentos y bebidas los que han tenido un crecimiento mayor: un 40%, lo cual afecta especialmente a los grupos más pobres que dedican casi la mitad del gasto a este rubro. La canasta básica de alimentos de una familia tipo es un 32% más cara ahora que hace tres años. La gravedad de la situación se hace más evidente comparando el valor de la CBA y la CBT con los siguientes valores del salario familiar: los trabajadores en blanco tienen sueldos promedios de $ 833, los cuentapropistas reciben ingresos por $ 579, el ingreso promedio del trabajador en negro es de $ 365 y el del desocupado con plan de $ 192 (Lozano, 2005). 29.11.04 fijó la Canasta Básica Familiar en $ 1.580 pesos. Actualizada a abril del 2005 su valor es de $ 1.665 (CTA: La CTA exige que se discuta a fondo y en serio en el Consejo del Salario. Por una real política de ingreso, www.cta.org.ar, 31.05.05). 5 Algunos indicadores relacionados a las condiciones reproducción alimentaria de la población. 2002-2005 Indicadores 2002 Actua- Variación lidad (*) 21,5 12,7 5,9 16,6 9,0 3,7 1) Empleo y desempleo total aglomerados urbanos (mayo 2002 y 1º trimestre 2005) Tasa de desempleo. Sin incluir Plan J/J Hogar Desocupados Subocupación demandante Subocupación no demandante 2) Indice de precios al consumidor (mayo 2002 y 2005) Nivel General Alimentos y bebidas 122.91 159.11 127.03 177.56 - 4,9 - 3,7 - 2,2 29,4% 39,8% Gasto en alimentos y bebidas del 1º quintil de ingresos: 46,60% 3) Indice de salario real según categoría de trabajador (Enero 2002 y 2005. Año base diciembre 2001=100) Nivel general Sector Privado Registrado Sector Privado No registrado Sector Público 4) Costo de la canasta para un hogar de 4 miembros GBA(**) (mayo 2002 y 2005) 97.38 97.43 96.95 97.57 Canasta Básica Total Canasta Básica Alimentaria 625,95 771,73 23,3% 266,36 352,38 32,3% 86,76 -10,62 100,65 3,22 74,63 - 22,32 71,53 - 26,04 5) Pobreza (octubre 2002 y segundo semestre 2004): Población bajo la Línea de Pobreza Población bajo la Línea de Indigencia 53,0 27,5 40,2 15,2 - 12,8 - 12,3 (*) Se construyen los indicadores considerando como la “actualidad” la última información disponible sobre cada indicador y se lo compara con la fecha aproximada para la cual se cuenta con información correspondiente al 2002. (**) Hogar 2 EPH/INDEC: cuatro miembros (varón de 35 años, su esposa de 31, un hijo de 5 y una hija de 8 años). El hogar suma 3,09 unidades consumidoras o adultos equivalente. Adulto equivalente: estima la necesidad energética (2.700 kcal.) del varón adulto (de 30 a 59 años, con actividad moderada). Fuente: Elaboración propia sobre la base de: 1) EPH: Evolución de las tasas de actividad, empleo, desocupación y subocupación. Total de aglomerados urbanos desde 1974 en adelante; INDEC: Mercado de Trabajo: principales indicadores. Información de Prensa 3.6.05. 2) INDEC: Serie histórica de precios al consumidor. Serie base 1999=100. 3) Lozano (2005) en base a datos del INDEC. 4) INDEC: Valorización mensual de la Canasta Básica Alimentaria y la Canasta Básica Total, Aglomerado Buenos Aires, mayo 2005. Información de Prensa 7.6.05. 5) EPH/INDEC: Incidencia de la pobreza y la indigencia en los aglomerados urbanos. 6 ¿Cómo repercute lo señalado en la situación alimentaria y nutricional de los argentinos? Si se acepta que el hambre es la expresión más aguda del problema alimentario no son muchos los estudios que registren este fenómeno en el país, que adolece también de falta de registros continuos y sistemáticos que monitoreen la desnutrición y la malnutrición.7 Una síntesis de la información disponible para el período indica lo siguiente: • El consumo alimentario medido por la Encuesta Nacional de Gasto e Ingresos de los Hogares de INDEC en 1996-97 mostró que los alimentos adquiridos (cercanos al consumo efectivo) del primer quintil de ingresos en el GBA eran un 25% inferior en calorías respecto de la encuesta anterior de 1985/86, en hogares que ya tenían ingestas inferiores a los requerimientos (ENNys, 2004). Para aproximar la información a la situación actual es necesario recordar que la población bajo la Línea de Indigencia (aquellos que no acceden a la canasta básica alimentaria) en este aglomerado creció en un 40% en el lapso considerado (pasó del 6,4 % en octubre del 97 al 15,2% en el segundo semestre 2004, INDEC, EPH). • El Banco Mundial relevó a fines del 2002 la cantidad de “hogares en los que se sufre hambre” en la Argentina. La encuesta los define como a aquellos donde la ingesta de alimentos de adultos y niños se reduce al extremo, al punto de experimentar sensación física de hambre.8 El estudio encuentra que en un 17,5% de hogares (1,38 millones en el país) algún miembro sufrió hambre al menos una vez durante algún momento de aquel año por no disponer de suficiente dinero para comprar alimentos. Esto se desagrega en un 11,8 % de hogares que sufrieron hambre moderada y un 5,6% hambre severa (reiterada a lo largo del año). En relación con la situación de ingreso, la mitad de los hogares que sufrió hambre en el momento de la 7 Cabe señalar que por fin –luego de años de reconocimiento de su necesidad e impotancia- se está llevando a cabo la primer Encuesta Nacional de Nutricional y Salud con cobertura nacional, regional y provincial en hogares de localidades de más de 5.000 habitantes (ENNyS, 2004). 8 El hambre es definido en el estudio como “una sensación desagradable o dolorosa causada por la falta de alimentos. Esta falta de alimentos viene provocada por la ingesta irregular e insuficiente de comidas dada la imposibilidad monetaria de adquirirla” (Life Sciences Research Office – LSRO, 1990).El documento señala que la metodología de la encuesta se basa en la que se ha venido utilizando desde 1995 en el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, desarrollada en respuesta a la Ley sobre el Monitoreo Nacional de Nutrición de 1990 (National Nutrition Monitoring and Related Research Act). Con los datos de la encuesta se construye un indicador en base a una serie de preguntas realizadas al jefe de hogar referidas a distintos grados de privación de alimentos. Identifica hogares donde “al menos” un adulto/ niño sufrió hambre en algún momento del año porque existían restricciones de recursos en el hogar (esto no implica que “todos” los miembros presentes en el hogar sufrieron hambre). Para el caso de Argentina la encuesta fue introducida como un módulo especial de la Encuesta de Hogares y realizada por OPSM para el Banco Mundial. Se administró a 2413 hogares urbanos durante los meses de noviembre/diciembre 2002, las preguntas cubrieron el período de 12 meses previo a la realización de la encuesta, coincidiendo con el año de mayor crisis (Fiszbein y Giovagnoli, 2003). 7 encuesta era indigente, un 33% pobre no indigente y un 18% era no pobre (el 84% se ubicaba en el 1º y 2º quintil de ingresos). Además del nivel de ingresos, la cantidad de hijos y el nivel educativo del jefe se asociaban a hogares con hambre. Para el 82,5 % de hogares que no habían sufrido hambre, un 24% (1,57 millones de hogares) fue clasificado como hogar “inseguro” en tanto manifestaron preocupación por la reducción y falta en la calidad de los alimentos (Fiszbein y Giovagnoli, 2003). 9 • Los estudios de epidemiología nutricional estiman que “entre un 12% y 15% de nuestros niños son desnutridos crónicos, no agudos ni hambrientos sino acortados. Probablemente más de un 25% tienen deficiencias de ingesta de nutrientes comprobables y comprobadas” por las encuestas alimentarias del CESNI (calcio, vitamina A, vitamina C, hierro) “y quizá entre un 10% y 15% de los niños tienen sobrepeso” (Britos, s/fecha) En el apartado siguiente se describirá brevemente las medidas con que se ha enfrentado el problema. Las políticas alimentarias Se señaló en la ponencia del 2002 que durante la década pasada se han desarrollado en el país, desde distintas jurisdicciones y con financiamientos, diversos programas de asistencia alimentaria orientados a paliar las consecuencias de la pobreza y el desempleo. La gestión de estos programas se ha organizado bajo un esquema desconcentrado a través de los niveles subnacionales (provincias y municipios), algunos han estado financiados con fondos externos, presupuesto nacional y/o provincial. Estos programas se caracterizaron por segmentar el problema y estuvieron en general orientados a paliar problemáticas específicas de determinados grupos poblacionales (madres embarazadas, menores de 2 años, menores entre 2-5 años, niños en edad escolar, ancianos, desnutridos) de población con NBI o incluida en otros criterios de focalización (Hintze, Chiara y Di Virgilio, 2002). Se coincide con Britos cuando señala que “desde el advenimiento de la democracia en 1983, la asistencia alimentaria se sostiene en programas que siempre nacen para cubrir 9 El estudio señala que, entre las características del hogar el nivel educativo del jefe del hogar es un factor que contribuye de manera significativa –más allá del nivel de ingreso familiar—a reducir el hambre y que esto presenta al menos dos implicancias desde el punto de vista de la política social: las simulaciones sugieren que una política de redistribución de ingresos que focaliza en hogares de muy bajos ingresos con niños, a través de un subsidio monetario de relativo bajo monto tendría impactos importantes sobre la reducción de la incidencia del hambre. Ese impacto se daría más allá del nivel educativo del jefe de hogar. Sin embargo, dada la importancia que esta última variable tiene en la determinación del hambre, destacan que apoyos especiales de carácter asistencial a dichos hogares podrían ser de importancia (Fiszbein y Giovagnoli, 2003). 8 una emergencia, que nunca parece acabar ya que con diferencia de nombres, el viejo programa PAN aún continúa. Se llamó PRANI en algún momento, UNIDOS más tarde, luego PEA y ahora El Hambre más urgente”. Agrega que, independientemente de las gestiones gubernamentales, la forma predominante en que los programas llegan a la gente siempre es por medio de cajas de alimentos secos o comedores comunitarios (Britos, s/fecha). A ello habría que agregarle algunas experiencias localizadas con vales o tickets como formas de transferencias monetarias directas.10 Frente lo que considera a una “lógica de la cantidad más que de la calidad” de estos programas alimentarios, para este autor los problemas nutricionales predonimantes (detallados en el final del apartado anterior) no tienen mayor posibilidad de reversión con intervenciones del tipo entrega de alimentos o comedores comunitarios, en tanto el principal problema alimentario de los niños pobres es la calidad de su dieta, más que la cantidad de comida (Britos, s/fecha). En el 2003 el nuevo gobierno puso en marcha el “Plan Nacional de Seguridad Alimentaria: el Hambre más urgente.” En sus fundamentos se propone como “una política de Estado en materia alimentaria, más allá de la emergencia, porque tiende a elevar la calidad de vida de toda la población y abarca el mejoramiento de la salud y la nutrición en el mediano y largo plazo”. El Plan integra un conjunto de programas sociales diferentes, siendo sus beneficiarios las familias con niños menores de 14 años, las mujeres embarazadas, desnutridos, discapacitados y los adultos mayores que viven en condiciones socialmente desfavorables y presentan una situación (www.desarrollosocial.gov.ar/site/Planes/PA). En el de vulnerabilidad nutricional 11 análisis de esta iniciativa Britos considera que “los rasgos salientes de su implementación en las provincias son más de lo mismo.” El presupuesto 2005 contempla algo más de 800 millones de pesos para asistencia alimentaria (solo contando el 10 Para una descripción histórica actualizada de los programas alimentarios en el país ver el trabajo de Britos et.al., 2004. 11 Son sus objetivos: “brindar asistencia alimentaria, adecuada y acorde a las particularidades y costumbres de cada región del país; facilitar la autoproducción de alimentos a las familias y redes prestacionales, fortalecer la gestión descentralizando fondos; impulsar la integración de recursos nacionales, provinciales y municipales; realizar acciones en materia de educación alimentaria y nutricional y desarrollar acciones dirigidas a grupos de riesgo focalizados.”. Para ello promueve: la asistencia alimentaria a familias en situación de vulnerabilidad social; el incentivo a la autoproducción de alimentos en las familias y redes prestacionales; la asistencia a comedores escolares, a huertas y granjas familiares; la atención a la embarazada y al niño sano y el fortalecimiento de la gestión descentralizada de fondos (www.desarrollosocial.gov.ar/site/ Planes/PA). El “Informe de ejecución 2004” del MDS presenta los siguientes datos de beneficiarios: 1,115 millones de familias asistidas desde el Plan de Seguridad Alimentaria; 1,985 millones de personas en comedores comunitarios y escolares; 3,133 millones de personas asistidas por el INTA en huertas familiares y comunitarias. Para el total del MDS, el devengado 2004, unos 2.335 millones de pesos, fue un 77% mayor que en el 2002 (www.desarrollosocial.gov.ar/ site/pdf/ INFORME_2004.pdf). 9 presupuesto del Gobierno Nacional), de ese total, el 70% está destinado a adquirir o transferir a las provincias unos 15 millones de cajas o módulos alimentarios y a seguir sosteniendo casi 3000 comedores comunitarios. Encuentra la excepción en los programas Materno-Infantil (leche fortificada) y Pro Huerta, cuyo presupuesto es cinco veces menos que el de cajas y comedores (Britos, s/fecha). Más allá de una mejoría en lo cuantitativo respecto del crecimiento presupuestario -y coincidiendo con Britos que la lógica básica de la política alimentaria no ha variado sustancialmente- hay que mencionar la reciente intención de atender el problema alimentario con acciones que excedan la asistencia a través de programas focalizados12. En esa línea debe inscribirse el hasta ahora limitado intento de promover una “canasta social” que incluye 10 alimentos básicos13. La Subsecretaría de Defensa del Consumidor y los gobiernos provinciales que la han implementado por el lapso inicial de tres meses consideran que tiene posibilidad de mejorar la capacidad de compra de los sectores de menos ingresos en tanto implica una disminución de alrededor del 15/20% en estos productos. Entienden que se está convirtiendo en un precio de referencia (porque más allá que haya comercios que lo han convenido) hay otras cadenas de supermercados que comenzaron a implementar estos precios con los mismos productos permitiendo una mayor masificación. Por su parte diversas organizaciones de defensa de los consumidores la critican por considerar que no está realmente disponible, por la calidad 12 Otra política activa que ha vuelto a implementarse en la Argentina con efectos en la seguridad alimentaria es la de retenciones a las exportaciones primarias de alimentos: “permiten que los argentinos paguen por los bienes de producción primaria -incluidos los derivados del petróleo y sus usos internos- precios inferiores a los que resultarían del tipo de cambio vigente (elevado en relación con el establecido durante la convertibilidad pero necesario para promover el desarrollo nacional). Se trata de una característica particular de nuestro país, habida cuenta de la vinculación que existe entre los precios de productos exportables agrícolas y energéticos, y la canasta de consumo popular” (Plan Fénix: Retenciones a las exportaciones primarias: reflexión y debate indispensables, marzo 2005). Se requeriría un estudio cuidadoso para saber en qué medida efectivamente esta medida está teniendo incidencia en el consumo popular. 13 Según Clarín “los productos se van a poder comprar en conjunto, o en forma individual, en los comercios donde figure el logo de la Subsecretaría de Defensa del Consumidor, el organismo que acordó con autoservicios, pequeños comerciantes y almacenes, la rebaja de los precios. En la Capital Federal, van a estar en los comercios que trabajen con los `vale Ciudad´, que hoy es utilizado por unas 25 mil familias. Se calcula que, con el correr de los días, la canasta se extenderá a mayor número de comercios e incluso al interior del país aunque algunas provincias ya hicieron sus propios acuerdos de precios como Tucumán, San Juan y La Pampa” (Clarín: “Acuerdo con 6.000 comercios. Almacenes y gobierno lanzan la `canasta social´ de alimentos”, 11.5.05). En la página web del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se indican 34 lugares en los que puede adquirirse la Canasta Social con el Vale Ciudad o en efectivo. La Canasta Social Porteña, se extenderá por el término de tres meses a partir del 19 de mayo, tiene un precio de $14.45 y está constituida por 10 alimentos ($ 9,95) y 5 de limpieza ($ 4,60). Los alimentos incluyen: Yerba 1/2 Kg. Azúcar 1 Kg., tomate o puré, Harina de Maíz 1kg. Fideos Semolados 1/2 Kg., Te 25 saquitos, Cacao 200 gr., Arroz 1k., Aceite Mezcla 900mm, Harina de Trigo. (www.buenosaires.gov.ar/areas/produccion/def_consumidor/vale_ciudad_canasta, 26.6.05). 10 nutricional de los alimentos (carece de proteínas) y por estar compuesta de productos de segundas marcas. Más allá de la asistencialización del problema alimentario: las acciones posibles en el corto y mediano plazo Se mantienen en este punto la mayor parte de las consideraciones planteadas hace tres años atrás, esto es así debido a que no ha variado de manera fundamental el contexto que motivaron aquellas recomendaciones. Como se muestra en las páginas anteriores se mantienen básicamente, si bien se observan algunas mejoras puntuales, las condiciones del mercado de trabajo y la distribución de la riqueza y el ingreso. En la línea de fundamentación del Proyecto Hambre Cero implementado en Brasil, en nuestros países la búsqueda de la seguridad alimentaria y nutricional requiere tanto de medidas estructurales como de emergencia en tren de preservar la alimentación como derecho para todos.14 A continuación se señalan algunas acciones cuya eficiencia sería potenciada si contaran con el soporte de políticas de trabajo, empleo y redistribución del ingreso, así como de políticas sociales de salud y educación, infraestructura, saneamiento y vivienda15 de buena cobertura y calidad. Son aspectos a considerar en el corto y mediano plazo en una política alimentaria nacional, que a la vez facilite el desarrollo de sinergias en las instancias barrial, local y regional: 14 No es objeto de esta ponencia detenerse (ni evaluar el funcionamiento) del Proyecto Hambre Cero. En su diseño fue resultado de un estudio hecho por un conjunto de personas independientes, ONG´s, institutos de investigación, movimientos sociales, expertos que trabajan con el tema de seguridad alimentaria en todo Brasil (Instituto Ciudadania, 2001). Las políticas propuestas son de distinto tipo: 1) Estructurales: Generación de empleo y políticas de aumento del ingreso, Reforma Agraria, Providencia social, Merienda escolar y Renta mínima, Incentivos a la Agricultura Familiar. 2) Específicas: Programa de cupones de alimentación (principal propuesta), ampliación del PAT (programa de alimentación del trabajador), donación de canastas básicas de emergencia, combate a la desnutrición materno – infantil, mantenimiento de stocks de seguridad, seguridad y calidad de los alimentos, Programas de educación sobre alimentos y su consumo. Desde la perspectiva territorial las políticas se orientan a: Areas metropolitanas: restaurantes populares, banco de alimentos, modernización del equipamiento público, nueva relación con supermercados y redes de distribución. Areas no metropolitanas: banco de alimentos, relaciones con minoristas, modernización del equipamiento público, agricultura urbana. Areas rurales: Apoyo al autoconsumo y a la agricultura familiar (www.fao.org/Regional/LAmerica/prior/segalim/ fomezero). Concretamente para garantizar la seguridad y calidad de los alimentos se propone acciones como control preventivo, implmentación de un sistema de información y seguridad de los alimentos, educación de los involucrados en la cadena productiva, promoción de estudios científicos y transferencia de tecnología y métodos para prevenir riesgos y mejorar la seguridad. Preconiza el derecho a la información al consumidor sobre lo que consume y sobre los riesgos de consumo de alimentos genéticamente modificados, en particular el control de la producción y comercialización de transgénicos (Pessanha, 2004). 15 Ha sido largamente demostrada la interacción de la desnutrición con enfermedades infecciosas y parasitarias que se relacionan a las carencias en saneamiento y vivienda. 11 • Abaratar el precio de los alimentos, para lo cual la canasta alimentaria es una de las herramientas posibles. Para que la canasta social alimentaria que se ha puesto en marcha de manera incipiente efectivamente incida en las condiciones alimentarias de la población de menores recursos debería tener mayor amplitud en varios sentidos: su composición, incluyendo productos frescos (carne, leche, huevos, frutas y verduras); la distribución, garantizando una efectiva disponibilidad en los lugares en que habita esta población; la duración, fijando un horizonte temporal que garantice la previsibilidad de este gasto respecto de los ingresos. En la ponencia anterior se sugirió y se mantiene aquí que la canasta debería ser desarrollada como política nacional en un proceso de concertación social, con control ciudadano y aporte de sectores técnico-profesionales (universidades, centros de investigación, etc.) para definir sus componentes, los precios y los circuitos de producción, distribución y comercialización. • Ampliar y mejorar la suplementación alimentaria en aquellos ámbitos institucionales que han estado ligados a políticas de carácter universalista como los comedores en escuelas públicas y dación de alimentos en centros de salud que atienden el problema nutricional en relación con la prevención de la salud. Se reitera la idea de promover intervenciones alimentarias que reconozcan como fuente de legitimación el derecho de ciudadanía (como la educación o la salud pública) a fin de contribuir a disminuir los contenidos discriminatorios y clientelares de las políticas asistenciales alimentarias más típicas de los últimos años (entrega de raciones, cajas, bolsones de alimentos, comedores comunitarios, etc.). A su vez escuelas y centros de salud con buena infraestructura y personal, con raciones de calidad, cantidad y disponibilidad adecuada ayudarían a recuperar el valor de estos espacios públicos, jerarquizándolos además como ámbitos de difusión de contenidos relacionados con la educación alimentaria y la salud. Con capacidad de mejorar los hábitos alimentarios y reorientar los modos de consumo hacia patrones de consumo saludable, responsable y solidario.16 • En la línea de promoción de derechos ciudadanos, redirigir los programas de distribución de alimentos hacia mecanismos de transferencia en dinero17 que 16 En contraposición con el consumo alineado practicado bajo la influencia de la publicidad, el consumo solidario es aquel orientado por la búsqueda del “bienvivir colectivo, favoreciendo a los trabajadores que produjeron dicho bien o servicio y el mantenimiento del equilibrio de los ecosistemas” (Mance, 2004). 17 El CESNI propone fortalecer el rol de las familias en la alimentación y volver a comer en casa, para lo cual considera requisito sostener los ingresos para permitirles que decidan qué comprar y qué comer y acompañarlas con educación alimentaria y con programas de estimulación infantil, acompañado de acceso 12 posibiliten mayor autonomía en las decisiones alimentarias de las familias de menores recursos, a la vez que su provisión en almacenes barriales y circuitos populares de comercialización permitiendo generar ingresos en sectores de pequeños y medianos productores y comerciantes. En relación con esto se sugiere estudiar bien los efectos de la transferencia monetaria vía tarjetas electrónicas, las que suelen direccionar el consumo hacia supermercados y grandes comercios.18 • Desarrollar políticas socioeconómicas que relacionen intervenciones públicas con las de la sociedad civil, fomentando emprendimientos asociativos económicamente viables, que aprovechen las capacidades potenciales de trabajo tanto para mejorar la disposición de los hogares para la producción de alimentos como para la generación de ingresos para acceder a bienes alimentarios mercantilizados. Para ello es necesario poner en juego la capacidad de intervención, regulación y control del Estado en lo referido al apoyo y promoción de los emprendimientos, incluyendo el crédito, la capacitación y asistencia técnica, contribuyendo a desarrollar capacidades para integrar circuitos o cadenas productivas. Volviendo la mirada a la historia argentina reciente –en tren de no desechar experiencias sociales innovativas y de alcance masivo- conviene recordar que los intercambios en el mercado social del trueque fueron durante varios años una herramienta a la que recurrieron sectores medios en descenso para aprovisionarse de los alimentos que no podían adquirir en el mercado. A título de ejemplo se puede señalar: • la promoción de formas asociativas de pequeños productores, comerciantes minoristas y grupos asociativos y organizaciones locales para la producción -y autoconsumo en zonas rurales y periurbanas-, distribución y abastecimiento alimentario en ámbitos territoriales (redes de producción y comercialización, cooperativas barriales de consumo, por ejemplo); • la promoción de emprendimientos destinados al abastecimiento de alimentos a los comedores escolares y comunitarios a fin de volcar la capacidad de compra del estado hacia el desarrollo de iniciativas productivas. Al respecto deberían estudiarse real y oportuno a servicios de salud y educación de calidad. Propugna “una profunda reformulación de los programas alimentarios, en el marco de una nueva Política Social, que privilegie los mecanismos de transferencia directa de ingresos a las familias y bajo el criterio de la universalidad.” Entienden al sistema de Asignaciones Familiares como el soporte de una política de este tipo (Britos, s/fecha). 13 experiencias como las de abastecimiento de los comedores comunitarios de Posadas por parte de las ferias francas de Misiones relacionadas al MAM, así como su potencialidad para atender el consumo popular (Carballo et.al., 2001); las referidas al comercio justo19 y las acciones de programas públicos a fin de intentar su difusión y extensión a conjuntos poblacionales amplios20. Finalmente se considera central la orientación de la política científico-tecnológica de las agencias públicas y en particular de las universidades hacia líneas prioritarias de investigación, formación, asistencia técnica y servicios a la comunidad tendientes a la resolución del problema alimentario en las distintas instancias que componen su problemática. Bibliografía Britos, S. (s/fecha): Política alimentaria en 2005. CESNI-Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (www.cesni.org.ar). 18 Dentro de los “Proyectos Innovadores” del Plan de Seguridad Alimentaria figura el de Tarjeta Social de la Provincia de Chubut, por el cual las familias beneficiarias pueden comprar alimentos secos y frescos por valor de $ 43 en comercios adheridos al sistema (www.desarrollosocial.gov.ar). 19 Se entiende por tal a “la red comercial de producción-distribución-consumo orientada hacia un desarrollo solidario y sustentable que beneficie principalmente a los productores excluidos o en situación de desventaja [..] se encamina a establecer relaciones entre productores y consumidores basados en la equidad, la asociación, la confianza, la solidaridad y el interés compartido” (Cotera Fretell y Otiz Roa, 2004) 20 Algunas de estas actividades forman parte del Pro-Huerta y del Plan de Desarrollo Local y Economía Social “Manos a la obra” (MDS). Otro de los “Proyectos Innovadores” del Plan de Seguridad Alimentaria es el de la Provincia de Río Negro: “Producir y comer en familia” en El Bolsón, destinado a recuperar prácticas de horticultura, ganadería menor y granja para complementar la alimentación de pobladores pobres. 14 Britos, S., O´Donnell, A., Ugalde, V. y Clacheo, R. (2004): Programas alimentarios en Argentina. CESNI (www.cesni.org.ar). Carballo, C., Pagliettini, L. y Aramendy, R. (2001): Demanda de tecnología y desarrollo local. Las Ferias Francas de Misiones, II. Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios y Agroindustriales Facultad de Cs.Económicas, UBA, noviembre 2001 Cotera Fretell, A. y Ortiz Roca, H. (2004): Comercio Justo. En A.D.Cattani (organizador): La otra economía. Universidad Nacional de General Sarmiento- Editorial Altamira, Buenos Aires. Encuesta Nacional de Nutrición y Salud-ENNyS (2004): Documento de Presentación, MSyAN; Buenos Aires. Fiszbein, A. y Giovagnoli, P.I. (2003): Hambre en Argentina. Oficina del Banco Mundial para Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay – Documento de Trabajo N. 4/03 Instituto Ciudadania (2001): Projeto Fome Zero: uma proposta de Política de Seguranca Alimentar para o Brasil. Sao Paulo. Lozano, C. (2005): Los problemas de la distribución del ingreso y el crecimiento en la Argentina actual. CTA, Instituto de Estudios y Formación, Buenos Aires, febrero 2005. Mance. E. (2004): Consumo solidario. En A.D.Cattani (organizador): La otra economía. Universidad Nacional de General Sarmiento- Editorial Altamira, Buenos Aires. Pessanha, L. (2004): A experiencia brasilera em políticas públicas para garantia do direito aoalimento-breve histórico. Cadenos de Debates, Campinas, SP, vol. XI. Sanches Fronzi, D. y Galeazzi, M.A.M. (2004): Politicas públicas de alimentacao no Brasil: uma revisao fundamentada nos conceitos de bem-estar ede seguranca alimentar e nutricional. Cadenos de Debates, Campinas, SP, vol. XI. Teubal, M. (2003): Soja transgénica y crisis del modelo agroalimentario argentino. Revista Realidad Económica nº 196, Buenos Aires. Valente, F.S.S. (2003): Direito humano a alimentacaio: Desafios e conquistas. Cortez, S.Paulo. 15