LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO (Análisis de la reforma al artículo 113 de la Constitución Federal de 14 de junio del 2002). Eduardo Delgado Durán A MANERA DE INTRODUCCIÓN Si tomamos en consideración la enorme importancia que ha adquirido el régimen de responsabilidad, tanto en el ámbito público como en el privado para el progreso económico y social del Estado, es fácil entender la responsabilidad como una de las instituciones capitales del Derecho Administrativo en el Plano de las garantías del ciudadano. En efecto, de manera paralela al crecimiento de la intervención estatal en la vida privada de los particulares, paulatinamente ha ido surgiendo un sistema a través del cual el Estado responda por los daños que su desmesurada intervención provoque en los bienes de sus súbditos. Con base en esta premisa general, las naciones han ido reconociendo, cada vez con mayor amplitud, la responsabilidad patrimonial de los órganos públicos. Nuestro país permaneció por muchos años a la zaga respecto de este movimiento, sobre todo porque, a pesar de que sí era posible 1 demandarle al Estado el cumplimiento de su responsabilidad patrimonial, la dispersión de la regulación en este tema, a más de las trabas que la legislación imponía a los particulares, lo hacía casi imposible, sobre todo, si se toma en cuenta que hasta hace cuatro años, el régimen de responsabilidad del Estado estaba recogida a través de normas de inspiración evidentemente civilistas cuyo sustento gira en torno del concepto de responsabilidad subjetiva y del criterio de culpa para la determinación de la existencia de la responsabilidad patrimonial de la Administración. Sin embargo, a mediados de 2002 se aprobó una importante reforma constitucional en esta materia, cuya finalidad se centró, precisamente en transformar de manera radical esa situación, con el objeto de resolver, en materia de responsabilidad patrimonial del Estado, la dicotomía responsabilidad objetiva — responsabilidad subjetiva en que se debatía la doctrina imperante sobre el tema. 2 LA REFORMA CONSTITUCIONAL 1.-INICIATIVAS DE REFORMA CONSTITUCIONAL AL ARTÍCULO 113, SEGUNDO PÁRRAFO, DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL) 1 Tanto la Iniciativa de reforma constitucional presentada por diputados del PRI (publicada en la Gaceta Parlamentaria del 22 de abril de 1999), como del PAN (publicada en la Gaceta Parlamentaria del 21 de junio de 1999), tuvieron por objeto proponer: la incorporación –en nuestra ley fundamental– de un sistema de responsabilidad patrimonial del Estado, de carácter objetiva y directa, que viniera a superar, por ineficiente e injusto, el hasta entonces vigente, de carácter subjetiva e indirecta, basado éste último en la teoría de la culpa, y regulado en el Capítulo V tanto del Código Civil Federal como del Código Civil para el Distrito Federal, correspondiente a la responsabilidad por los hechos ilícitos. En la terminología civilista se le conoce a dicho sistema como el concerniente a la responsabilidad extracontractual de naturaleza subsidiaria o solidaria, según se tratara de hechos ilícitos o dolosos, respectivamente, como generadores de tal responsabilidad resarcitoria. A partir de 1994, dicho sistema civilista se extendió al 1 Los datos y transcripciones relativos a la reforma constitucional estudiada fueron tomados del Memorandum preparado por el Dr. Álvaro Castro Estrada para los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en fecha 12 de julio de 2006. 3 campo administrativo, concretamente en materia de responsabilidad administrativa y económica de los servidores públicos. En efecto, dice la Exposición de Motivos de la Iniciativa presentada por el PRI: “A ochenta y dos años de la promulgación de la Constitución Política de 1917, no hemos logrado consolidar un mecanismo que permita resolver satisfactoriamente el problema que se presenta cuando, a consecuencia de la actividad que realiza el Estado –sea ésta regular o irregular, lícita o ilícita– se ocasionan daños y perjuicios a un particular o gobernado, sin que éste tenga la obligación jurídica de soportarlos; es decir, no se ha edificado un auténtico sistema de responsabilidad patrimonial de carácter objetiva y directa, que colme tal deficiencia.” Asimismo, en la Exposición de Motivos, se enumeran las principales razones por las cuales se volvió imperativo modificar el sistema de responsabilidad del Estado, entonces vigente; y además dejó claramente establecido la necesidad de regular legalmente la nueva responsabilidad directa y objetiva, una vez que fuese aprobada la reforma constitucional propuesta. “En efecto, entre las dificultades que la teoría de la culpa ha encontrado respecto de su pretendida aplicación a las acciones u omisiones ilícitas de la 4 Administración Pública, y más precisamente dicho de sus servidores públicos, son las siguientes: 1) La imposibilidad de identificar a los autores materiales tratándose de “daños impersonales o anónimos” –casos cada vez más frecuentes en una Administración Pública compleja y tecnificada– ha dado lugar a que dichas acciones u omisiones queden impunes; 2) La dificultad para los particulares lesionados, de probar el actuar ilícito de los servidores públicos del Estado, es decir, su culpabilidad, así como acreditar la insolvencia de éstos, lo cual propicia que a los particulares no les quede más remedio que sufrir injustas consecuencias, en lugar de promover las acciones jurídicas correspondientes –que por otra parte son largas y difíciles–, o bien ejercer presiones en “vías de hecho”; 3) La teoría de la culpa no comprende la responsabilidad por la producción de daños como consecuencia del actuar lícito o normal de la Administración Pública, a diferencia de la teoría de la lesión antijurídica que funda la responsabilidad sobre el concepto de patrimonio dañado y pone el acento sobre este término de la relación, y no sobre la 5 conducta dañosa del servidor público, como en la construcción tradicional; de tal suerte que esta nueva concepción permite imputar responsabilidad al Estado, incluso por el funcionamiento normal de la actividad administrativa, habida cuenta de que tal daño ha afectado negativamente el patrimonio del particular, y 4) La teoría de la culpa sólo puede predicarse de personas físicas con voluntad propia y no del Estado.” “Por ello, resulta impostergable incorporar a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, una garantía de integridad patrimonial en favor de los particulares contra la actividad lesiva que sea consecuencia del funcionamiento regular o irregular del Estado, toda vez que esta incorporación constituiría la base para establecer el deber del Estado de indemnizar al particular que haya sufrido una lesión en su patrimonio, lo cual sería a su vez el fundamento expreso para que en los ordenamientos legales secundarios se desarrollen y pormenoricen los mecanismos a partir de los cuales los particulares podrán reclamar la indemnización correspondiente, en contra de aquellas lesiones patrimoniales 6 causadas por la autoridad estatal que no tengan la obligación jurídica de soportar.” “Estas modificaciones constitucionales permitirían desarrollar más adelante, a través de una ley reglamentaria de la materia, un sistema de responsabilidad directa y objetiva del Estado, en mérito del cual se reconocería la obligación de éste, de resarcir los daños y perjuicios que cause a los particulares, cuando éstos no tengan la obligación jurídica de soportarlos y, al mismo tiempo, impulsar la eficiencia y el control de las actividades estatales en su conjunto.” (El subrayado es propio). Por su parte, con identidad de propósitos la Iniciativa del PAN, razonó: “Sea cual fuere la conducta del servidor público, normal o anormal, con culpa o sin culpa, lícita o ilícita, el Estado debe responder por los daños que ocasionen sus agentes, pues sólo debe tomarse en cuenta para ello el daño objetivo que lesione los derechos de los particulares, con motivo de la actividad del Estado.” (El subrayado es propio). “Nuestra propuesta es a favor, desde luego, de establecer un régimen de responsabilidad patrimonial 7 del Estado para que éste indemnice a toda persona que se vea afectada en sus bienes y derechos con motivo de la actividad del Estado, sin importar que ésta sea lícita o ilícita, regular o irregular (excepto cuando exista causa de fuerza mayor), y que tal responsabilidad sea directa en todos los casos.” 2.- DICTAMEN DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS En primer lugar, en la parte relativa a los Antecedentes, las comisiones dictaminadores reconocen que “no contamos con un auténtico sistema de responsabilidad patrimonial del Estado”, y, al propio tiempo, reconocen también que el sistema de responsabilidad del Estado con que se contaba al tiempo “se basa en los principios civiles de la culpa”, y que tal sistema “adolece de un procedimiento eficaz” (sic) de resarcimiento por el daño causado, “cuando no tenga la obligación jurídica de soportarlo”: Antecedentes: 1. A pesar de estos esfuerzos legislativos, hay que reconocer, tal como se señala en la fundamentación de las iniciativas en estudio, que no contamos con un auténtico sistema de responsabilidad patrimonial del Estado; lo anterior supone un rezago en el fortalecimiento del principio de seguridad jurídica y por ende del Estado de Derecho. 8 2. Nuestro actual sistema de responsabilidad del Estado se basa en los principios civiles de la culpa y establece una responsabilidad subsidiaria del Estado como regla general; la responsabilidad solidaria se establece únicamente para el caso de dolo en la actuación del servidor público. No obstante lo anterior, en este sistema se adolece de un procedimiento eficaz (sic) para que el particular obtenga un resarcimiento por el daño causado, cuando no tenga la obligación jurídica de soportarlo. Más adelante, en la parte relativa a las Consideraciones, con gran precisión y concreción, las comisiones dictaminadoras confirman que debe establecerse un régimen de “responsabilidad directa y objetiva, sin necesidad de demostrar la culpa del servidor público”. “Consideraciones A… II … Así pues, la doctrina moderna y los sistemas jurídicos de otros países nos han llevado a la conclusión de que la responsabilidad del Estado debe regirse por los principios propios del Derecho Público, en concreto del Derecho Administrativo, estableciendo una responsabilidad directa y objetiva, 9 sin necesidad de demostrar la culpa del servidor público, siendo, en cambio, indispensable la prueba del daño ocasionado y el nexo causal con la actividad del Estado. En opinión de estas Comisiones, las iniciativas en dictamen consiguen este propósito”. Como si aún no hubieran quedado satisfechas la comisiones dictaminadoras con sus reiteradas adhesión al régimen de responsabilidad directa y objetiva del Estado, en los términos como ellas mismas lo definieron, dan un paso más, de gran envergadura, consistente en proponer que, a diferencia de cómo se había propuesto el texto original de la reforma constitucional que dictaminaban, se hiciera expresa mención a la responsabilidad patrimonial del Estado, de carácter objetiva y directa. Lo anterior, para que no quedara duda sobre el cambio de régimen de la otrora responsabilidad indirecta y subjetiva, y para que las entidades federativas no se confundieran al momento de legislar sobre tal punto constitucional en lo sucesivo. B... Hechas estas consideraciones generales, los miembros de estas Comisiones advertimos necesario puntualizar las siguientes observaciones particulares: … VI. El objeto de la presente iniciativa, como se ha mencionado ya en este dictamen, es establecer la garantía de integridad patrimonial a favor de los particulares, y el correspondiente deber de la 10 autoridad de indemnizar por los daños causados. Con el fin de lograr este propósito, consideramos necesario, como se propone en una de las iniciativas en comento, que en el texto del artículo se señale que la responsabilidad patrimonial del Estado será directa y objetiva, de manera que el legislador quede obligado por el texto constitucional a establecer en ley la responsabilidad directa del Estado, no pudiendo establecer un régimen de responsabilidad patrimonial subsidiaria o indirecta, pues éste es precisamente el status quo que pretende modificarse. Los particulares no tienen la obligación jurídica de soportar el daño que sufran por la actividad administrativa del Estado, ya que tal daño es antijurídico por sí mismo, al quebrantar los principios de equidad, bien común e igualdad; por un imperativo de justicia se debe restablecer la igualdad que se vulnera, por lo que el Estado debe repararlo. (El subrayado es propio). Sin embargo, después de haber descrito y ponderado las virtudes de un sistema de responsabilidad directa y objetiva del Estado, en la parte relativa también a las Observaciones Particulares, las comisiones dictaminadoras, sorpresiva, vacilante e inconsistentemente con los términos del propio dictamen, pretenden “frenar” el verdadero alcance de la responsabilidad objetiva, que tan bien parecían conocer 11 y reconocer como la mejor fórmula para “restablecer la igualdad que se vulnera”, como consecuencia de los daños derivados de la actividad administrativa del Estado. VIII… Por otra parte, los miembros de estas Comisiones, después de haber deliberado sobre la pertinencia de establecer un régimen amplio y general de responsabilidad patrimonial del Estado, es decir, incluir como susceptible la responsabilidad del Estado, y respectivas, por a ende, toda de las indemnizaciones actividad lesiva de la Administración Pública que fuese consecuencia del funcionamiento ya sea regular o irregular de la actividad administrativa del Estado, se ha considerado conveniente restringir, cuando menos por algún tiempo, la responsabilidad del Estado exclusivamente a su actividad administrativa irregular; máxime que se encuentran resistencias a aceptar que el Estado pudiese ser responsable de los daños y perjuicios que con su actuar irrogue a los particulares en el caso de haber actuado de acuerdo a los estándares medios de los servicios públicos, es decir, que sean consecuencia de su actividad administrativa regular o normal. 12 En tal virtud, estas Comisiones han estimado que por el alcance nacional de esta iniciativa, es prudente evaluar transcurrido algún tiempo, la operatividad del instituto jurídico de la responsabilidad patrimonial del Estado, en los términos que más adelante se indican, para posibilidad posteriormente de ampliar la reexaminar cobertura la de la responsabilidad del Estado a su actividad lesiva de carácter regular, cuando se generen lesiones patrimoniales que los particulares no tuvieran la obligación jurídica de soportar y que, honrando el principio de solidaridad social, pudiesen también ser motivo de indemnización. Así pues, se precisa responsabilidad circunscribirse que patrimonial a la el alcance del lesividad de de Estado su la debe actividad irregular, con lo cual, además, se cubriría el mayor número de incidencias de afectación patrimonial del Estado. Como se podrá apreciar, las comisiones dictaminadoras, externaron una preocupación que atenta ad radice del régimen de responsabilidad objetiva, no obstante, haber ellas mismas propuesto su mención expresa en el texto constitucional, como se dijo antes. En efecto, resulta inexplicable la introducción de un término ajeno a la Iniciativa original, que, cuando menos, confunde con respecto a una 13 adecuada inteligencia del nuevo régimen que se busca incorporar en México. Me refiero a la noción de “actividad administrativa irregular”, cuya definición se debe buscar en fuentes distintas a las de la ilicitud, a fin de poder mantenerse dentro de un régimen de responsabilidad objetiva, que, como se ha explicado anteriormente prescinde inicialmente del elemento tradicional de la culpa o ilicitud de la actuación administrativa como principio o fundamento general y único del sistema. Veamos, pues, qué luces arroja el dictamen de la Cámara de Senadores para resolver esta paradoja terminológica, tomando como base la intención incuestionable que contienen las Iniciativas y el dictamen de la Cámara de Diputados para introducir a nuestro texto constitucional el principio de la responsabilidad patrimonial del Estado de carácter objetiva y directa. 3.- DICTAMEN DE LA CÁMARA DE SENADORES En primer lugar, este dictamen deja muy en claro que el sistema que se busca introducir a nuestro orden constitucional es el de responsabilidad directa y objetiva del Estado. “El sistema que se establecerá en México, permitirá que la responsabilidad a fincar cuente con dos importantes características: ser objetiva y directa.” 14 Empero, las Comisiones Unidas dictaminadoras van más allá, al definir en forma muy clara, qué debe entenderse por responsabilidad directa y objetiva, en los términos siguientes: “Será directa, en virtud de que la Administración no responderá subsidiariamente por el servidor público relacionado con el daño, sino que podrá exigirse al Estado, de manera inmediata, la reparación del mismo; por supuesto, dejando a salvo el derecho de repetición en contra del funcionario por parte de la autoridad. En cuanto a la responsabilidad objetiva, con ella nos referimos a que, ajena a la responsabilidad subjetiva, no dependerá de un actuar doloso o ilegal de un funcionario en particular.” (Las cursivas son propias). Esta definición es particularmente importante porque nos da claridad respecto de lo que debemos entender por responsabilidad objetiva, noción que, como se sabe, se lee hoy textualmente en el segundo párrafo del artículo 113 Constitucional. En este sentido, restringir la responsabilidad objetiva del Estado, como lo hace el artículo 389 del Código Financiero del Distrito Federal, sólo a “los daños que se causen a los bienes o derechos de los particulares, con motivo de su actividad administrativa que no cumpla con las disposiciones legales y administrativas que se deben observar”, es un 15 alejamiento del verdadero propósito constitucional, toda vez que, como se abundará más adelante, se está constriñendo a la ilicitud como única causa de generación de responsabilidad del Distrito Federal. En confirmación de esta adecuada interpretación, las comisiones dictaminadoras del Senado, ratifican que lo propio de la responsabilidad objetiva es la presencia del daño en sí mismo –que no se tenía el deber jurídico de soportar–, independientemente de si la conducta que lo haya directamente producido fuese legal o ilegal. En efecto, como bien lo señala: “…lo irregular, en materia de responsabilidad objetiva, es la producción del daño en sí mismo”, es decir, la lesividad antijurídica, en tanto no se tenga la obligación jurídica de soportarla. No pasa inadvertido a esta Comisión, el hecho de que en el dictamen elaborado por la Cámara de Diputados se haya precisado que “El alcance de la responsabilidad del Estado se circunscribe a la lesividad de su actividad administrativa irregular”. Dicha precisión es relevante, pues de esta manera se logra conjugar, en forma por demás atinada, la noción de “daños” y el concepto de “responsabilidad objetiva y directa.” Lo anterior supone que siempre que la actividad del Estado cause daño a los particulares, se estará en presencia de una actividad administrativa irregular; 16 porque lo irregular, en materia de responsabilidad objetiva, es la producción del daño en sí mismo. En este sentido, no puede calificarse como regular una actividad administrativa que como tal, cause daños a los particulares o gobernados.” (El subrayado es propio). En consecuencia, la responsabilidad objetiva derivada de la actividad administrativa irregular no consiste en cumplir o no cumplir con disposiciones legales y administrativas determinadas –lo que sería legal o ilícito–, sino en haber padecido un daño, que no se tenía obligación jurídica de soportar, y que, por tanto, al ser violatoria de una garantía a la integridad patrimonial de los individuos, genera una obligación reparatoria por parte del Estado. La licitud o ilicitud de la conducta individual del agente del Estado, tiene importancia para la responsabilidad administrativa –y la eventual repetición por parte de la Administración Pública–, pero es irrelevante para la configuración de la responsabilidad objetiva del Estado, frente a los particulares que gozan de la mencionada garantía. Por virtud de lo anterior es que el dictamen que se comenta, ratifica “la necesidad de dejar atrás la necesidad de demostrar la culpabilidad del servidor público”, y, por ende, el encuadramiento de la responsabilidad del Estado, únicamente se limita a presentar la prueba del daño y acreditar el nexo causal existente entre la actividad administrativa del Estado y el mismo daño sufrido. 17 “Como lo afirma certeramente la colegisladora, el marco jurídico con que contamos en la materia, actualmente, no es suficiente, exponiendo que: “Una de las razones que explican esta situación es, precisamente, que los principios en que se funda la actual responsabilidad del Estado, son los de la teoría de la culpa civil y los de la responsabilidad subsidiaria.” Tomando en cuenta esa situación, se plantea dejar atrás la necesidad de demostrar la culpabilidad del servidor público, para requerir de manera indispensable, la prueba del daño ocasionado, y el nexo causal con la actividad estatal.” (El subrayado es propio). Igualmente es de comentar que el dictamen que se examina, en repetidas ocasiones, refiere la necesidad de que la Federación y las entidades federativas expidan leyes secundarias en la materia, a fin de regular cuidadosamente todo el nuevo régimen de responsabilidad del Estado. “Por otro lado, modificación un dato relevante de esta constitucional consiste en que establece un verdadero sistema de responsabilidad, donde la misma se irradia a las autoridades estatales y municipales que, de acuerdo a los artículos transitorios disposiciones del y decreto, deberán mecanismos crear necesarios las para 18 responder sobre los daños que produzcan las actividades a su cargo.” “…Finalmente, corresponderá a la ley secundaria establecer los márgenes de estos montos [indemnizatorios] atendiendo a las circunstancias particulares del caso.” “Conclusiones: “6. Por último, consideramos apropiado no limitar estas disposiciones al ámbito de la Administración federal, sino irradiar esta obligación a todos los niveles de gobierno, mismos que se encargarán de establecer los mecanismos necesarios para la protección de los gobernados, en un esfuerzo nacional por afrontar esta problemática.” (El subrayado y el énfasis son propios). Como se sabe, por las mismas razones, el Único Artículo Transitorio de la reforma al artículo 113 Constitucional, insiste en este propósito reglamentario, toda vez que la debida y conveniente aplicación del nuevo régimen de responsabilidad patrimonial del Estado, entraña muy diversos aspectos, como: la precisión de cuándo un daño es resarcible, quiénes son los sujetos de la ley, cuáles son las excepciones de la obligación indemnizatoria, qué limites de responsabilidad son necesarios, en qué consiste la reparación, cómo 19 debe calcularse la indemnización debida y ante quién o quiénes debe reclamarse, cuál es el procedimiento de reclamación, cómo se prueba la responsabilidad por parte del reclamante, qué elementos debe contener la resolución respectiva, cuáles son las reglas de prescripción, ante quién se impugna una resolución que niegue la indemnización, o que, por su monto, no satisfaga al reclamante, cómo se resuelven los casos de concurrencia en la irrogación del daño resarcible, bajo qué circunstancia es posible iniciar un procedimiento de recuperación de lo pagado por el Estado contra un servidor público determinado, qué disposiciones normativas deben derogarse a partir de la entrada en vigor de la ley secundaria respectiva, entre otras. 4.- INTERPRETACIÓN LEGISLATIVA DE LA NOCIÓN “ACTIVIDAD ADMINISTRATIVA IRREGULAR”. a) Ámbito federal El 24 de septiembre de 2002, un Senador del PAN, presentó a la Cámara de Senadores la Iniciativa de Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, en la cual se incluye una adecuada y consistente interpretación de lo que debe entenderse por “actividad administrativa irregular”, acorde con la naturaleza objetiva de la responsabilidad patrimonial del Estado, que se establece a nivel constitucional. Esta interpretación es pertinente tomarla en cuenta, ya que ésta se establece meses antes de que la reforma constitucional al artículo 113 entrara en vigor. Es procedente también apuntar, que dicha interpretación se propuso antes de que se promoviera por un grupo de diputados de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, la 20 Acción de Inconstitucionalidad que da motivo a los presentes comentarios. Como se podrá apreciar de la lectura de las citas textuales que a continuación se extraen de la Exposición de Motivos de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, que entró en vigor el 1°. de enero de 2005, existe una serie de precisiones conceptuales que nos permiten refrendar las diferencias que hay entre la responsabilidad objetiva y la subjetiva, así como la más justificada interpretación sobre lo que debe entenderse por “actividad administrativa irregular” a la luz de una responsabilidad de carácter objetiva, que, como se ha indicado anteriormente, prescinde de la calificación como lícita o ilícita de la conducta del agente del Estado que irrogó los daños. La interpretación razonada, que se presenta a continuación, permite distinguir claramente el concepto de “actividad administrativa irregular” del de “actividad administrativa ilícita”; en la inteligencia de que como se comentará ulteriormente, también basados en la Exposición de Motivos que se comenta, la conducta ilícita de los servidores públicos, es sólo uno de los supuestos de responsabilidad del Estado –aunque sin duda el más frecuente–. Dice la Exposición de Motivos de la Iniciativa respectiva: “Además, ante la dificultad que se genera para los particulares lesionados –de acuerdo al actual sistema de responsabilidad de los servidores públicos– de probar el actuar ilícito de los mismos, es decir, su 21 culpabilidad, así como de acreditar la insolvencia de éstos, en el propio artículo 1º. de la presente iniciativa se deja a un lado la tradicional teoría de la culpa, toda vez que no comprende la responsabilidad por la producción de daños como consecuencia del actuar lícito o normal de la Administración Pública, a diferencia de la responsabilidad de carácter objetivo por la que se opta en este proyecto, que funda la responsabilidad sobre el concepto de patrimonio dañado, y pone el acento sobre este término de la relación obligacional y no sobre la conducta dañosa del servidor público, como en el sistema vigente. Este nuevo sistema es conocido bajo el nombre de teoría de la lesión antijurídica. Ahora bien, conviene subrayar que el texto constitucional aprobado, en su parte conducente señala que “La responsabilidad del Estado por los daños que, con motivo de su actividad administrativa irregular, cause en los bienes o derechos de los particulares será objetiva y directa”. Sobre los conceptos “actividad administrativa irregular” y “responsabilidad objetiva y directa”, resulta recomendable apuntar lo siguiente: Constituye un principio general de Derecho Público considerar que los actos administrativos se presuman válidos, legítimos y ejecutables, y que 22 tanto los servidores públicos, como los particulares, tienen la obligación jurídica de cumplirlos. Esta precisión es importante, pues resultaría incorrecto que un ordenamiento legal hiciera alusión a la “actividad administrativa irregular del Estado”, como si este concepto se tratara de la regla general y no de la excepción. Es cierto que eventualmente se presentan “actos administrativos irregulares”; este hecho debe ser considerado como un fenómeno aislado y no como una conducta global y sistemática del Estado. Sería absurdo aceptar que haya una “actividad administrativa del Estado” que esté causando regularmente daños a los particulares y que, por ser constante o normal ese accionar, el Estado esté relevado del deber de indemnizar a los particulares lesionados. Por otra parte, es evidente que cuando el texto constitucional hace referencia a la voz “actividad irregular”, no es con el propósito de vincularlo con el término “actividad ilícita”, sino con la obligación esencial de reparar los daños que el Estado haya causado a un particular que no tenga la obligación jurídica de soportar. En efecto, cuando se asocia la “ilicitud” con el “daño”, sobreviene o se actualiza la denominada “responsabilidad subjetiva”, noción que precisamente se ha superado con la reforma 23 constitucional al artículo 113. El nuevo estadio a que se ha arribado es la noción de la responsabilidad objetiva y directa del Estado, en la cual no es determinante, para los efectos de configurar la responsabilidad, que el daño causado sea consecuencia de la actividad regular o irregular de los órganos estatales –conducta– sino el deber y la obligación de resarcir el propio daño –consecuencia– “En consecuencia, se propone en el artículo 1º. que para los efectos de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, se entienda por “actividad administrativa irregular” aquella que cause daño a los bienes y derechos de los particulares que no tenga la obligación jurídica de soportar. Este requisito de procedencia es el que en sede doctrinal se denomina “antijuridicidad objetiva”, mismo que, a diferencia de la llamada “antijuridicidad subjetiva” que se relaciona con la conducta – contraria a Derecho– causante del daño, se predica del perjuicio económico que el particular debe tolerar, en tanto existan causas de justificación que legitimen tales afectaciones en el patrimonio de los particulares. Así, de no existir tales causas de justificación del daño, el perjuicio económico resentido en el patrimonio de los particulares se transformará en 24 lesión indemnizable por parte del Estado. Como ejemplos de causas de justificación que obligan a los particulares a soportar los daños ocasionados se encuentra el cumplimiento de una obligación impuesta por alguna ley o las provenientes de ejecuciones administrativas o judiciales, en cuyo caso, el daño o perjuicio causado sería jurídicamente válido y, por lo tanto, no susceptible de indemnización por parte del Estado.” (El subrayado es propio). Como supuestos doctrinales de responsabilidad objetiva del Estado, con mucha razón la Exposición de Motivos que se comenta, señala: “A manera de síntesis, quisiéramos puntualizar aquí las cuatro causas doctrinalmente identificables de imputación de responsabilidad patrimonial al Estado, de carácter objetiva y directa: a) la realización directa y legítima–sin falta– de daños incidentales resarcibles por parte de la Administración Pública (tomando en consideración, en éste y los demás supuestos, los acotamientos ya señalados respecto a los Poderes de la Unión), siempre y cuando no hubiese obligación jurídica de soportarlos –noción objetiva de perjuicio antijurídico–; b) la actuación ilícita de la Administración Pública, a través del actuar reprochable de sus agentes o servidores 25 públicos –incluidos los daños impersonales o anónimos–, siendo éste el supuesto más común de imputación (y el que genera indemnizaciones integrales como se comentará ulteriormente); c) los daños y perjuicios producidos a consecuencia de los llamados casos Administración de “riesgo Pública”. No creado contempla, por la pues, cualquier daño imaginable, lo que nos llevaría a otra posición por demás indeseable e insostenible económicamente, conocida como “socialización del riesgo”; y, por último, d) los daños derivados de “enriquecimiento sin causa” aplicables a la Administración Pública.” Así pues, quedará muy claro ahora que la actuación ilícita de la Administración Pública, “con motivo de su actividad administrativa que no cumpla con las disposiciones legales y administrativas que se deben observar”, como reza el artículo 389 del Código Financiero del Distrito Federal, es únicamente uno de los supuestos de imputabilidad de responsabilidad del Estado, por lo que reducir la responsabilidad patrimonial objetiva del Estado a un solo supuesto de imputabilidad, es desnaturalizar la institución jurídica que se analiza, y confundirla con la responsabilidad subjetiva, ante lo cual no hubiera sido necesaria una reforma constitucional como la que fue aprobada por unanimidad. Al igual que se ha dicho anteriormente, la Exposición de Motivos de la Ley Federal de Responsabilidad del Estado vuelve a insistir en la 26 necesidad de secundaria, legislarse para pormenorizadamente, regular legalmente el mediante nuevo régimen ley de responsabilidad del Estado, lo que permite inferir que cuatro disposiciones legales, como las que pretenden las reformas al Código Financiero del Distrito Federal, son notoriamente insuficientes para lograrlo. “La incorporación del instituto de la responsabilidad patrimonial extracontractual del Estado a nuestra Ley Suprema constituye la base para establecer la obligación del Estado de indemnizar al particular que haya sufrido una lesión en su patrimonio, que no tenga la obligación legal de soportar, que representa el fundamento expreso para que en los ordenamientos legales secundarios se desarrollen y pormenoricen los mecanismos a partir de los cuales los particulares podrán reclamar la indemnización correspondiente, respecto de aquellas lesiones patrimoniales causadas por la autoridad federal.” “Es por ello que resulta conducente e impostergable la expedición de una Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, como ordena el Constituyente Permanente, y propone la presente iniciativa, a fin de hacer eficaz resarcitorio la –ya instrumentación introducido del como instituto garantía constitucional en nuestra Ley Suprema mediante la 27 adición de un segundo párrafo al artículo 113–, lo cual permitirá responsabilidad desarrollar general, un sistema objetiva, directa de y ponderada del Estado, en mérito del cual se reconozca la obligación de éste, de resarcir los daños y perjuicios que cause a los particulares, cuando éstos no tengan la obligación jurídica de soportarlos y, al mismo tiempo, impulsar la eficiencia y el control de las actividades estatales en su conjunto.” “Por otra parte, si el artículo 40 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos expresa la voluntad del pueblo mexicano en el sentido de constituirse en una República representativa, democrática y federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, pero unidos en una Federación establecida según los principios de la misma Constitución, es consecuente que se haya optado porque sean la Federación, las entidades federativas y los municipios, dentro del ámbito de sus respectivas competencias, quienes deban expedir las conducentes leyes en materia de responsabilidad patrimonial del Estado o realizar las modificaciones necesarias, según sea el caso, para dar cumplimiento al mandato del artículo 113 Constitucional. Es por lo anterior que en el artículo 2º. de la Iniciativa se ha 28 establecido que sus disposiciones se aplicarán en toda la República en el ámbito federal. “(El subrayado es propio). En todo caso, es imprescindible citar ahora, la atinada y congruente interpretación que, basada en la Iniciativa de la ley en la materia, el Congreso de la Unión hizo sobre lo que, debe entenderse por actividad administrativa irregular, en el contexto de una verdadera responsabilidad objetiva, como la establecida en nuestra Constitución Federal. Dice, pues, el segundo párrafo del artículo 1°. de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, en vigor a partir del 1°.de enero de 2005: “Para los efectos de esta ley, se entenderá por actividad administrativa irregular, aquella que cause daño a los bienes y derechos de los particulares que no tengan la obligación jurídica de soportar, en virtud de no existir fundamento legal o causa jurídica de justificación para legitimar el daño de que se trate.” (El subrayado es propio). Tomando como base esta pertinente definición, es claro que el dato propio de la objetividad anhelada, es la existencia de un daño resarcible, independientemente de la causa o conducta que lo ocasione; lo importante es que sea antijurídico, en el sentido de que no exista fundamento legal que obligue al particular a soportarlo, como si fuera una carga pública de la cual éste no pueda sustraerse. 29 Desde el punto de vista doctrinal, es pertinente señalar que la interpretación legislativa arriba transcrita es calificada como muy clara por parte del Dr. Héctor Fix-Zamudio, en su reciente obra “Estudio de la Defensa de la Constitución del Ordenamiento Mexicano”: 2 “458. Como sería muy complicado realizar el estudio detallado de la referida Ley reglamentaria [Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado], nos limitaremos a comentar aquellos preceptos que consideramos de mayor significado. En primer término, debe destacarse que el artículo 1o. del citado ordenamiento señala que la Ley es reglamentaria del artículo 113 de la Constitución Federal. Dispone, de acuerdo con dicho precepto fundamental, que la responsabilidad extracontractual a cargo del Estado es objetiva y directa, y que la indemnización deberá ajustarse a los términos y condiciones que establece el propio ordenamiento y las disposiciones legales a que la misma hace referencia. En el párrafo segundo del artículo 1º. de dicho ordenamiento se establece un criterio muy claro de lo que debe entenderse como actividad administrativa irregular del Estado, al considerar como tal aquella que cause daños a los bienes y derechos de los particulares cuando los mismos no 2 FIX-ZAMUDIO, Héctor. Estudio de la Defensa de la Constitución en el Ordenamiento Mexicano, México: Porrúa/IIJ/UNAM 2005, p. 200. 30 tengan obligación jurídica de soportarlos, en virtud de no existir fundamento legal o causa jurídica que justifique como legitimo el daño de que se trate. (El énfasis y el subrayado es propio). Una vez concluido el proceso legislativo correspondiente, en torno de la iniciativa propuesta y discutida en los términos antes expuestos, el día 14 de junio del 2002 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la reforma constitucional que establece, prácticamente por vez primera 3 , la responsabilidad objetiva y directa del Estado derivada de los daños que cause con motivo de sus actividades. Esta reforma constitucional quedó consignada en el segundo párrafo del artículo 113, cuyo texto dice textualmente: “Artículo 113. … La responsabilidad del Estado por daños que, con motivo de su actividad administrativa irregular, cause en los bienes o derechos de los particulares, será objetiva y directa. Los particulares tendrán derecho a una indemnización conforme a las bases, límites y procedimientos que establezcan las leyes”. 3 Ciertamente el 31 de diciembre de 1941 el Gral. Ávila Camacho, a propuesta de su Ministro de Hacienda, Lic. Eduardo Suárez, promulgó la Ley de Depuración de Créditos a Cargo del Gobierno Federal, en la que se reconoció a los particulares la acción directa y no subsidiaria, para exigir que se les indemnizara cuando fuesen lesionados por actos u omisiones que implicaran una culpa en el funcionamiento de los servicios públicos. Sin embargo, hace ya mucho tiempo que esta ley no se encuentra en vigor. 31 La entrada en vigor de esta disposición fue postergada intencionadamente hasta el día 1º de enero de 2004, con la finalidad de permitir que los órganos legislativos federales y locales tuvieran tiempo suficiente para adecuar sus normas a la nueva disposición constitucional. Dicha medida fue estipulada de manera expresa en el artículo único transitorio de esta reforma constitucional, quedando redactado en los términos siguientes: “ÚNICO. El presente decreto entrará en vigor el 1 de enero del segundo año siguiente al de su publicación en el Diario Oficial de la Federación. La Federación, las entidades federativas y los municipios contarán con el período comprendido entre la publicación del presente decreto y su entrada en vigor, para expedir las leyes y realizar las modificaciones necesarias, según sea el caso, a fin de proveer el debido cumplimiento del mismo, así como para incluir en sus respectivos presupuestos, una partida para hacer frente a su responsabilidad patrimonial”. Ahora bien, con el objeto de advertir la gran importancia que esta reforma ha significado para la efectivización de la institución de la 32 responsabilidad patrimonial del Estado, es menester definir con toda claridad, en primer lugar, qué debe entenderse por responsabilidad directa del Estado; en segundo, qué quiere decir responsabilidad objetiva del mismo, y finalmente, qué se entiende por actividad administrativa irregular. A ello se procederá a continuación. RESPONSABILIDAD DIRECTA DEL ESTADO Como se dijo antes, uno de los objetivos de la reforma constitucional del 2002 al artículo 113 fue la de transformar la responsabilidad patrimonial del Estado en una responsabilidad directa. Pero ¿qué se entiende por responsabilidad directa? Esto puede entenderse claramente si se compara la actual disposición constitucional, con el artículo 1927 del Código Civil para el Distrito Federal 4 , mismo que todavía hoy establece lo siguiente: (REFORMADO, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994) “Artículo 1927.- El Estado tiene obligación de responder del pago de los daños y perjuicios causados por sus servidores públicos con motivo del ejercicio de las atribuciones que les estén encomendadas. Esta responsabilidad será solidaria tratándose de actos ilícitos dolosos, y subsidiaria en 4 No está por demás mencionar que el artículo 1927 del Código Civil Federal, similar en contenido al precepto del Código Civil del Distrito Federal que aquí se comenta, se derogó precisamente con motivo de la reforma constitucional al artículo 113, lo que fue publicado en el Diario Oficial de la Federación del 31 de Diciembre del 2004. 33 los demás casos, en los que sólo podrá hacerse efectiva en contra del Estado cuando el servidor público directamente responsable no tenga bienes o los que tenga no sean suficientes para responder de los daños y perjuicios causados por sus servidores públicos”. Tal como puede apreciarse, la regulación tradicional en esta materia consignaba la responsabilidad patrimonial del Estado como una responsabilidad de carácter subsidiario, y sólo por excepción, como una obligación solidaria. La subsidiariedad de la responsabilidad patrimonial del Estado, como bien es sabido, obligaba al particular afectado a demandar primero al servidor público causante del daño, y sólo en el caso de que demostrara que éste no tenía bienes o no al menos los suficientes para responder de los daños, podía entonces demandar al Estado. La solidaridad -que es una especie de la figura de la mancomunidad caracterizada por la circunstancia de que dos o más deudores queden obligados a responder, cada uno por sí, en su totalidad, de la prestación debida-, en términos de esta disposición civil sólo aplica para los casos en que el daño se haya generado por actos ilícitos dolosos, es decir, por excepción, lo que implicaba que la regla general era que la responsabilidad patrimonial del Estado era de carácter subsidiaria y sólo por excepción, solidaria. 34 Nótese lo complejo que resultaba para el particular demandar al Estado, pues antes que otra cosa tenía que demostrar que el acto que le generó el daño fue cometido de manera ilícita y además dolosa por un servidor público, o bien, seguir el juicio en contra del servidor en todas las instancias para, por último, acreditar que el funcionario demandado carecía de los bienes suficientes, y sólo hasta entonces podía demandar al Estado. La reforma constitucional al artículo 113, en este punto, tuvo por objeto dejar sentado con toda claridad que, a partir de su entrada en vigor, cuando en el ejercicio de sus funciones el Estado genere daños a los particulares en sus bienes o derechos, éstos podrán demandar directamente al Estado sin tener que demostrar la ilicitud o el dolo del servidor que causó el daño reclamado, y sobre todo, sin tener que demandar previamente a dicho servidor. RESPONSABILIDAD OBJETIVA DEL ESTADO Ahora, la segunda finalidad de la reforma que aquí se comenta, íntimamente vinculada con la noción antes explicada, fue transformar la responsabilidad patrimonial del Estado de subjetiva en objetiva. El concepto de responsabilidad objetiva se desprende del texto del artículo 1913 del Código Civil para el Distrito Federal, norma que establece lo siguiente: 35 “Artículo 1913.- Cuando una persona hace uso de mecanismos, instrumentos, aparatos o substancias peligrosos por sí mismos, por la velocidad que desarrollen, por su naturaleza explosiva o inflamable, por la energía de la corriente eléctrica que conduzcan o por otras causas análogas, está obligada a responder del daño que cause, aunque no obre ilícitamente, a no ser que demuestre que ese daño se produjo por culpa o negligencia inexcusable de la víctima”. Como se ve, la responsabilidad objetiva es aquélla que no se tiene el deber de soportar, por lo que, para tener derecho a una indemnización por su causa, no es necesario demostrar ni la culpa, ni el dolo, ni la falta de cuidado, ni tampoco la impericia del autor del daño, sino tan sólo el nexo de causalidad existente entre la acción administrativa y el daño sufrido. Además, como bien lo indica la disposición civil transcrita, puede provenir tanto de actos lícitos, como de ilícitos. La diferencia fundamental entre el sistema anterior y el establecido a raíz de la reforma al artículo 113 constitucional radica, medularmente, en que antiguamente para poder demandar al Estado era necesario, primero, determinar con toda certeza quién era el servidor público que -ya sea con dolo o sin él -, había generado el daño al particular. 36 A diferencia de ello, la objetividad en la responsabilidad patrimonial del Estado implica, sobre todo, que el particular no tenga que demostrar, y ni siquiera saber, qué funcionario concretamente le generó el daño. Esto, que a primera vista podría parece una nimiedad, constituía en uno de los obstáculos más importantes de la responsabilidad patrimonial del Estado, pues la complejidad que por su propia naturaleza presenta la organización gubernamental, provocaba que el particular en innumerables ocasiones, no pudiera demandar al Estado simple y sencillamente porque no le era posible determinar específicamente qué servidor público llevó a cabo la conducta generadora del daño en sus bienes o derechos. ¿Qué servidor público, por ejemplo, es el específicamente responsable de la existencia de un hoyo en el asfalto público? El nuevo texto del artículo 113 constitucional claramente establece que la responsabilidad del Estado, por los daños que cause en los bienes o derechos de los particulares, será objetiva, en ese sentido, es esencial que las normas dictadas con el objeto de armonizar las disposiciones secundarias a la nueva norma constitucional en materia de responsabilidad patrimonial del Estado, no impongan al particular la carga de tener que averiguar qué servidor público es el que desplegó el acto generador del daño en sus bienes o en sus derechos. 37 Gran parte del fundamento de la doctrina de la responsabilidad objetiva de la Administración se basa en la teoría de los riesgos, según lo demuestra la íntima relación existente entre el sistema de responsabilidad, el criterio que utiliza para determinarla y el funcionamiento de los servicios públicos. ACTIVIDAD ADMINISTRATIVA IRREGULAR La reforma al artículo 113 constitucional expresamente señaló que la responsabilidad por la que en adelante respondería el Estado sería aquélla generada “con motivo de su actividad administrativa irregular”. Esto pone en la palestra la discusión de qué se entiende, por un lado, por actividad administrativa, y por el otro, por actividad irregular. La noción de “actividad administrativa” puede interpretarse de dos maneras: a) En su acepción más restringida, es únicamente la desplegada por los órganos pertenecientes al Poder Ejecutivo. En ese sentido, se dejaría fuera toda responsabilidad producida por los otros dos Poderes, así como la generada por los órganos constitucionales autónomos. 38 b) En su acepción más amplia, consiste en la actividad materialmente administrativa. Con esta acepción sólo quedaría fuera la responsabilidad derivada del llamado “error judicial” y la que genera específicamente la actividad relacionada con el dictado de las leyes. Esta última parece ser la acepción aceptada por la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado 5 publicada en el Diario Oficial de la Federación del 31 de diciembre de 2004, cuyo artículo 2º, primer párrafo, está redactado en los términos siguientes: “Artículo 2.- Son sujeto de esta ley, los entes públicos federales. entenderá por Para efectos de la misma, se entes públicos federales, salvo mención expresa en contrario, a los Poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo de la Federación, organismos constitucionales autónomos, dependencias, entidades, de la Administración Pública Federal, la Procuraduría General de la República, los Tribunales Federales Administrativos y cualquier otro ente público de carácter federal”. Lo anterior permite concluir que la “actividad administrativa” a que se refiere el artículo 113 constitucional, es aquella que comprende toda la actividad materialmente administrativa, por lo que esta 5 Se ha traído a colación esta ley federal, sobre todo porque su anteproyecto fue redactado por el mismo jurista que se encargó de la redacción del anteproyecto de la reforma constitucional al artículo 113. 39 expresión incluye, además de las actividades administrativas del Poder Ejecutivo, las del Poder Judicial y las del Legislativo, así como aquellas que realicen los órganos constitucionales autónomos. Ahora bien, en relación con el tema relativo a qué se entiende por actividad irregular del Estado para efectos de su responsabilidad patrimonial, el punto medular consiste en determinar si “irregular” quiere decir “ilegal” o si se trata de conceptos diferentes. Si bien es fácil concluir a primera vista que la irregularidad consignada en una norma jurídica no puede entenderse de otra forma que como ilegalidad, a nuestro parecer, el término irregular a que alude el artículo 113, segundo párrafo, de la Constitución Federal, no se refiere a la actividad administrativa contraria a las leyes, o sea ilícita, sino a un concepto más amplio que se diferencia de la ilicitud en un grado de género a especie, siendo la irregularidad el género y la ilicitud una de sus especies. Las razones que se tiene para afirmar lo anterior son en esencia, las siguientes: a) Responsabilidad subjetiva: Sostener que la responsabilidad patrimonial del Estado sólo procede cuando se trate de daños generados con motivo de la actividad ilícita del Estado o de sus funcionarios, implicaría decir que dicha responsabilidad no es objetiva, pues la objetividad de la responsabilidad, definida por el artículo 1913 del Código Civil del Distrito Federal, quiere decir 40 entre otras cosas, que procede sin importar si quien generó el daño actuó de manera lícita o no. Aunado a ello, lo cierto es que para poder demandar al Estado previamente se tendría que demostrar la ilicitud de la conducta del servidor, lo que en muchos casos obligaría al particular a demandar primero al funcionario culpable, lo que igualmente provocaría que la responsabilidad patrimonial del Estado dejase de ser objetiva. b) Responsabilidad indirecta: Asimismo, de afirmarse que irregular e ilícito significan lo mismo, la responsabilidad patrimonial del Estado sería indirecta y no directa, pues como se expuso antes, para que la responsabilidad sea directa debe ser posible demandar directa e inmediatamente al Estado el pago de los daños generados por su actividad cotidiana, lo que no sucede cuando previamente, se obliga al particular a que demuestre que la actividad estatal que le generó el daño fue realizada de manera contraria a las leyes. Esto es, si el particular tiene que demostrar primeramente que la actividad que le generó el daño fue ilícita, en una gran cantidad de casos se le obligará a litigar largos juicios administrativos o de otra índole a fin de demostrar primero la ilicitud de la conducta, para después demandar nuevamente al Estado a fin de demostrar el vinculo o nexo causal entre la conducta ilícita y el daño causado, con lo cual se elimina por completo la característica de directa que le 41 confiere el nuevo artículo 113 constitucional a la responsabilidad patrimonial del Estado. c) Legislación española: Como bien es sabido la nueva regulación constitucional en está materia ha sido inspirada, tanto en sus bases doctrinarias como en su ordenación positiva, por el derecho español, el que al respecto establece: “Los particulares tendrán derecho a ser indemnizados por las administraciones públicas de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos” 6 . Como se ve, la regulación española, de donde proviene nuestra norma constitucional vigente, prevé con toda claridad la posibilidad de que el daño indemnizable provenga tanto de un funcionamiento normal, como de uno anormal del Estado. Sin embargo, es claro que la culpa no constituye un presupuesto de la responsabilidad de la Administración, que impide excluir del sistema los supuestos de normal funcionamiento de los servicios administrativos. 7 d) Ley Federal: La interpretación de que irregular significa ilegal, tampoco es acorde con la Ley Federal de Responsabilidad 6 7 Ley 30/1992, B.O.E. 27. Rivero Ortega, Ricardo, El Estado Vigilante, Tecnos, Pág. 227. 42 Patrimonial del Estado, en cuyo artículo 1º, párrafo segundo, se establece que por “actividad administrativa irregular” debe entenderse “aquella que cause daño a los bienes y derechos de los particulares que no tengan la obligación jurídica de soportar, en virtud de no existir fundamento legal o causa de justificación para legitimar el daño de que se trate”. e) Daños no indemnizables: De considerarse que el término irregular es igual a ilegal, el Estado no respondería, por ejemplo, por daños derivados por la construcción de obras públicas; o bien, daños causados por la represión de desórdenes públicos, o incluso, daños causados por actos tendientes a hacer frente a calamidades públicas, entre muchos otros, pues ciertamente, ninguno de estos casos se trata de daños generados por actos ilícitos, sino simplemente actos irregulares. f) Incongruencia: Finalmente, en caso de considerarse que el Estado sólo responde por daños generados por su actividad ilegal, habría que estimar entonces que el artículo 113, segundo párrafo, constitucional, es incongruente y totalmente contradictorio consigo mismo. En efecto, dicho precepto dispone claramente que la responsabilidad patrimonial del Estado “será objetiva y directa” y, asimismo, que el Estado responderá por los daños que cause “con motivo de su actividad administrativa irregular”, por tanto, sería imposible sostener que la irregularidad implica la ilicitud de 43 la actividad administrativa, pues como ha puesto de manifiesto, ello significaría que la responsabilidad patrimonial del Estado no es ni objetiva, ni tampoco directa, lo que tornaría a dicho precepto constitucional en absolutamente incongruente e ininteligible. De esta manera, es claro que la institución de la responsabilidad patrimonial extracontractual del Estado no es un sistema simple de cobertura de daños causados por actos ilícitos ocasionados por agentes de la Administración Pública, sino de una institución que entroniza una responsabilidad de carácter objetivo, al abandonar el criterio que la vinculaba con la culpa o la actuación ilícita del sujeto concreto realizador de la conducta que originó el daño. 8 Por tanto, a nuestro parecer la noción de “actividad administrativa irregular” consignada en el segundo párrafo del artículo 113 de la Constitución General de la República, no puede confundirse con la actividad ilícita del Estado, sino que debe considerarse que se trata de dos términos distintos o, en todo caso, que la ilegalidad es una especie del género irregularidad. 8 Castro Estrada, Álvaro; Responsabilidad patrimonial del Estado, Porrúa, pág. 327. 44 CONCLUSIONES: Del contenido del estudio hasta aquí expuesto es dado enumerar algunas conclusiones, desprendidas del análisis legislativo, doctrinario y jurisprudencial en torno del tema de la reforma constitucional al artículo 113 de la Constitución Federal, encaminada a modificar la regulación de la institución de la responsabilidad patrimonial del Estado. Las conclusiones más relevantes pueden ser sintetizadas de la siguiente manera: 1. Existe coincidencia en el convencimiento de que la responsabilidad extracontractual de naturaleza civil no cumplía con un imperativo de justicia. 2. Los daños y perjuicios que los particulares sufran como consecuencia de la actividad administrativa del Estado, sin que tengan la obligación de soportarlos, deben ser resarcidos directamente por el propio Estado, independientemente de la naturaleza de la conducta del servidor público que los ocasione. 3. Este principio general se elevó a rango constitucional, y se dejó para una posterior ley reglamentaria el desarrollo normativo del nuevo sistema de responsabilidad del Estado. 45 4. La naturaleza jurídica de la responsabilidad patrimonial propuesta, es directa y objetiva. Lo primero en cuanto a que quien deberá conocer el reclamo indemnizatorio de que se trate es el propio Estado, y lo segundo, en cuanto a que prescinde de la idea de culpa o hecho ilícito como único generador de responsabilidad del Estado. 5. De esta manera, la reforma analizada constituye un importante avance en el fortalecimiento de las garantías patrimoniales del ciudadano frente a la actuación del Estado, obligándolo a responder, de manera directa y objetiva, por sus actos que originen un daño patrimonial, con independencia de que su actuar se identifique con el tema de la culpa. 46 BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA • ANAYA HUERTAS, Alejandro; “La Responsabilidad Patrimonial del Estado”, México, febrero 2005, artículo inédito. • CARBONELL, Miguel; “Constitución, Reforma Constitucional y Fuentes del Derecho en México”, Porrúa, 5ª edición, México 2004. • CARRILLO FORES, Antonio; “La Defensa Jurídica de los Particulares frente a la Administración en México”, Porrúa, México 1939. • ---------- “La Responsabilidad del Estado en México”, Revista de Investigaciones Jurídicas de la E.L.D., México, num. 1, 1977. • CASTRO ESTRADA, Álvaro; “Responsabilidad Patrimonial del Estado” , Porrúa, México, 2006. • --------------- Memorandum elaborado para los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la nación, en fecha 12 de julio de 2006. • FRAGA, Gabino; “Derecho Administrativo”, Porrúa, 29ª edición, México 1990. 47 • FIX-ZAMUDIO, Héctor; “Aspectos comparativos de la Justicia Administrativa”, Obra colectiva editada por el Tribunal Fiscal de la Federación en su 45 aniversario, Tomo V, México 1982. • ---------------- “Estudio de la Defensa de la Constitución en el Ordenamiento Mexicano”, Porrúa/IIJ/UNAM, México, 2005. • GÓMEZ PÉREZ, Mara; “Responsabilidad Patrimonial de la Administración Pública”, en: Estudios Jurídicos E.L.D., México 1994. • GONZÁLEZ PÉREZ, Jesús; “Derecho Procesal Administrativo Mexicano”, Porrúa, México 1988. • RIVERO ORTEGA, Ricardo; “El Estado Vigilante” , Tecnos, Madrid, 200. • ROLDÁN XOPA, José; “¿Qué daños debe pagar el Estado?”, en: Este País No. 162, México, septiembre 2004. 48