¿Por qué no soportamos la soledad?

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Excusas
para no
pensar
los lectores preguntan
a eduardo punset
¿Por qué no
soportamos
la soledad?
L
os humanos necesitan
pertenecer a algo, a un
colectivo social, a una
manada, les da igual;
lo importante es pertenecer.
Y es muy difícil aquilatar
la importancia objetiva del
colectivo al que se decide
pertenecer; quiero decir que la
etnia puede ser mucho menos
importante que la camiseta
que le han puesto a uno. Se ha
comprobado que la ostentación
de las señas de un equipo, por
ejemplo, borra el sentimiento
racista que provocaba la imagen
de una persona de color.
Aunque cueste creerlo, resulta
que lo más importante para
los humanos es pertenecer a
alguien y, cuando esto falla,
cuando no se pertenece a
nadie porque a uno no le dejan,
cuando a uno lo encierran solo,
se asfixia. Lo que no soportamos
es la soledad. «Doctor, ¿me
puede dar un remedio para
la soledad?» es una pregunta
rara vez formulada y, sin
embargo, sentida por multitud
de jóvenes desamparados,
mayores sin casa, moradores
de hospicios y lugares de
asilo. «Doctor, ¿me puede dar
un remedio para la soledad?»
La gente no lo dice, no lo
piensa, pero lo siente. Ahora, la
xlSemanal 17 DE abril de 2011
ciencia acaba de descubrirnos
que este sentimiento de
soledad no es un subproducto
de la depresión, sino que
constituye un entramado
patológico por sí solo.
Saciar la demanda de
relaciones sociales es
imprescindible para mantener
una buena salud mental y
física. La soledad debiera ser
una de las bestias a abatir
del entramado sanitario, un
objetivo específico, en lugar
de ser un añadido de terapias
consideradas esenciales como
la lucha contra la depresión.
Tan importante o más que la
depresión es la soledad, que,
además, es distinta. Los médicos
y farmacéuticos solo se ocupan
de la depresión atiborrando a la
gente de fármacos que no están
debidamente comprobados
ni en la demora o plazo de su
efecto, ni en el tipo de daño
que, supuestamente, eliminan
ni, por supuesto, en sus efectos
secundarios; casi todos, malos.
Si de la depresión sabemos poco
y mal, a pesar de los esfuerzos
prolongados por profundizar
en su naturaleza, de la soledad
todavía sabemos menos.
Los psicólogos y neurólogos
tan solo están empezando a
desentrañar sus efectos.
La necesidad de pertenecer
comprende un deseo
avasallador de formar y
mantener, por lo menos,
marina cano
carlos garcía f. madrid
"Necesitamos
pertenecer a
un colectivo.
No podemos
aprender sin
el cerebro de
los demás. De
ahí, las redes
sociales"
una cantidad significativa de
relaciones interpersonales. Lo
absolutamente nuevo en la
medicina que está aflorando es
la inserción de la soledad en el
ámbito más amplio de las redes
sociales, así como la aceptación
de la necesidad universal de
pertenecer a un colectivo que
experimentan los humanos,
sobre todo, los jóvenes.
Resulta que toda la pasión,
el pensamiento y la acción
de muchísima gente son el
resultado del impulso para
evadir el aislamiento causado
por la disolución del clan
familiar, la pérdida de los
amigos del trabajo, el amor del
resto del mundo. Detrás de
todo lo que hacen, piensan o
dicen los ensimismados está
el pánico a la soledad. Pese
a la diversidad de culturas,
religión, sexo, idiomas o edad,
resulta que los humanos lucen
similitudes sorprendentes,
como la necesidad de amor
y, para recabarlo, el rechazo
tajante de la soledad.
Durante muchos años,
no solo no nos ocupamos
de la soledad, sino que la
enaltecíamos. Si salías adelante
solo, sin consultar con los
demás, profundizando en tu
propio universo, conociendo
como nadie tus propios
intestinos, eras merecedor de
todos los elogios. No sabíamos
casi nada del cerebro; no
teníamos ni idea de que no se
podía aprender sin el cerebro
de los demás, que solo los
perversos podían ignorar los
sentimientos de los otros, de
que estabas condenado si no
pertenecías a nada ni a nadie.
Que lo peor era la soledad. n
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no pensar'. Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 6. 28027 Madrid
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