El Antiguo Testamento en las catequesis marianas de Juan Pablo II

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EL ANTIGUO TESTAMENTO EN LAS
CATEQUESIS MARIANAS DE JUAN PABLO II
JUAN LUIS BASTERO
1. Introducción
Uno de los grandes dones concedidos por el Espíritu de Dios a la
Iglesia Católica de final del siglo XX ha sido la elección del cardenal
Wojtyla como Juan Pablo II, Romano Pontífice. Hombre de gran
humanidad, de acendrada fe, de vida ejemplar y de mente preclara.
Poseedor de una profunda formación filosófica y teológica el Papa, en su
extenso Pontificado, se planteó en las catequesis de sus Audiencias de
los miércoles tratar con orden y con detenimiento todos los artículos de
la fe.
La catequesis mariana del Papa se desarrolló inmediatamente después de
su comentario al Credo. Fue una decisión tomada directamente por el Papa
el que “después de haberme dedicado en las anteriores catequesis a
profundizar la identidad y la misión de la Iglesia, siento ahora la necesidad
de dirigir la mirada hacia la santísima Virgen, que vivió perfectamente la
santidad y constituye su modelo”1. La catequesis mariana del Romano
Pontífice se extendió a lo largo de setenta miércoles desde el 6 de
septiembre de 1995 al 12 de noviembre de 1997. La doctrina vertida en
esta catequesis puede agruparse en tres grandes secciones:
1. JUAN PABLO II, Audiencia del 6-IX-1995, n. 1, en La Virgen María, Madrid 1998, p. 19.
A partir de ahora las citas de pie de página que no tengan autor se refieren a Juan Pablo II.
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La primera sección, de carácter introductorio, se centra en la presencia
de María en la vida y en la fe de la Iglesia. Durante once audiencias seguidas
de los miércoles, el Papa desarrolla la misión de María en la vida cristiana
y en la vida de la Iglesia.
La segunda sección es la más extensa con diferencia y comprende
cuarenta y cinco audiencias. Se centra en la vida de María y puede subdividirse
en tres secciones: a) María la mujer predestinada para ser la Madre del Verbo
encarnado; b) María en la vida terrena de su hijo Jesús; c) la exaltación
escatológica de la Virgen. En esta sección el Papa acude insistentemente al dato
revelado para contemplar la entrega, sumisión y grandeza de la Madre de Dios.
En la tercera sección, que agrupa las catorce últimas audiencias
marianas, el Romano Pontífice se detiene a contemplar a María como
paradigma, modelo y madre de la Iglesia. Nos muestra a la Virgen como
mediadora y finaliza tratando del culto y devoción marianos.
En este amplio recorrido mariano, Juan Pablo II expone su pensamiento
de forma nítida y precisa. Con frases sencillas, pero justas y atinadas va
explicando a toda la cristiandad la dignidad y la misión que Dios ha
concedido a la que es la Madre del Verbo encarnado. No acude en su
discurso a eruditos planteamientos exegéticos o teológicos; sin embargo,
bajo la sencillez expositiva de sus palabras subyace la coherencia y el rigor
de una tradición patrística y doctrinal anclada en el patrimonio
multisecular de la Iglesia. A la vez asume los desarrollos y los avances
comprensivos de la más reciente investigación teológica.
El Papa es muy consciente de que “a primera vista, los evangelios
brindan escasa información sobre la persona y la vida de María”2.
Igualmente los demás escritos del Nuevo Testamento son muy parcos en los
datos aportados sobre la Virgen; sin embargo, la escasez de datos sobre la
vida terrena de María queda compensada por su calidad y riqueza teológica,
que la exégesis actual pone de relieve. “Por lo demás, debemos recordar que
la perspectiva de los evangelistas es totalmente cristológica y quiere
interesarse de la Madre sólo en relación con la buena nueva del Hijo”3.
2. Audiencia del 8-XI-1995, n. 2, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 30.
3. Ibidem, n. 3, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 32.
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Juan Pablo II en el inicio de su pontificado (Álbum del Papa Juan Pablo II,
ed. Punto Editorial, Madrid 1982, p. 6).
Fundándose en estas bases Juan Pablo II comenta y estudia las citas
marianas escriturísticas y extrae de ellas un rico caudal de doctrina sobre la
vida y misión de la que es Madre del Redentor. El objeto de este trabajo es
presentar de forma sistemática las enseñanzas magisteriales que el Papa
muestra al pueblo cristiano en su comentario a los textos marianos del
Antiguo Testamento.
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2. María en el protoevangelio
El Papa parte de la premisa recordada en el último Concilio de que los
textos del Antiguo Testamento “tal como se leen en la Iglesia y se interpretan
a la luz de la plena revelación ulterior, iluminan poco a poco con más
claridad de la figura de la mujer, Madre del Redentor”4. El Concilio
Vaticano II cita al Protoevangelio5 entre los textos viejotestamentarios que
han preanunciado a la Virgen:
Dijo el Señor a la serpiente: (...)
Enemistad pondré entre ti y la mujer
y entre tu linaje y su linaje:
él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar6.
Todo teólogo es consciente de la diversidad de interpretaciones que ha
tenido esta perícopa a lo largo del tiempo. De aquí que sea muy
conveniente conocer las primeras versiones de este texto. La traducción de
los LXX interpreta este versículo viendo en él un Mesías individual: “él
(autos) te pisará la cabeza”, en tanto que la Vulgata de san Jerónimo se
inclina por una interpretación mariológica: “ella (ipsa) te pisará la cabeza”.
El Papa afirma que “los exegetas concuerdan en reconocer que el texto del
Génesis, según el original hebreo, no atribuye directamente a la mujer la
acción contra la serpiente, sino a su linaje. De todos modos, el texto da gran
relieve al papel que ella desempeñará en la lucha contra el tentador: su linaje
será el vencedor de la serpiente”7. Como bien se aprecia, el Romano Pontífice
en este texto se inclina por la traducción de los LXX, más conforme a la
mente y a la literalidad del texto hebreo y, por otra parte, rechaza el
planteamiento aceptado por algunos exegetas recientes que, siguiendo una
interpretación protestante, ven en este versículo la lucha eterna entre los dos
linajes, donde a la postre no hay vencedor, sino sólo víctimas8.
4. Audiencia del 24-I-1996, n. 1, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 65. Lumen gentium, n. 55.
5. CONCILIO VATICANO II, Const. Lumen gentium, n. 55.
6. Gn 3, 15.
7. Audiencia del 24-I-1996, n. 2, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 66.
8. Puede verse esta interpretación y su crítica en J. L. BASTERO, María, Madre del Redentor,
Pamplona 2004, pp. 82-84.
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Ahora bien, si nos preguntamos a quién se refiere “su linaje”, se podría
decir que en esta lucha última en la que se consuma la enemistad radical
entre la serpiente y el “linaje de mujer”, al ser la “serpiente” un ser
individual “es correcto deducir que el linaje de la mujer se concreta en un
individuo en el final de esta lucha”9. Ésta es la interpretación que también
hace Juan Pablo II al comentar este versículo cuando sostiene que
“reconocemos en ‘su linaje’, a Jesús, triunfador en el misterio de la Pascua
sobre el poder de Satanás”10.
El Romano Pontífice sostiene que, desde una óptica neotestamentaria, la
mujer proclamada en este texto genesíaco, cabeza de “su linaje”, es María, la
Nueva Eva, cuya enemistad con la serpiente se realiza “de dos maneras. Ella,
aliada perfecta de Dios y enemiga del diablo, fue librada completamente del
dominio de Satanás en su concepción inmaculada, cuando fue modelada en
la gracia del Espíritu Santo y preservada de toda mancha de pecado. Además,
María, asociada a la obra salvífica de su Hijo, estuvo plenamente
comprometida en la lucha contra el espíritu del mal”11. Estos dos epítetos,
Inmaculada Concepción y Cooperadora del Redentor que la Iglesia proclama
de María, revelan la antítesis radical entre la mujer y la serpiente.
Finalmente el Papa proyecta esta perícopa sobre la historia de la
salvación fijándose en el nexo existente entre la Nueva Eva y la Iglesia y a
través de una generalización del término mujer (hâ issâ) “asocia, en especial,
con la Virgen de Nazaret y su tarea en la obra de la salvación a las mujeres,
llamadas, según el designio divino, a comprometerse en la lucha contra el
espíritu del mal”12.
De esta forma la Madre de Jesús de Nazaret se convierte en el paradigma y
modelo de la mujer de todos los tiempos, porque su vocación única y singular
“es inseparable de la vocación (...) de toda mujer, que se ilumina con la misión
de María proclamada primera aliada de Dios contra Satanás y el mal”13.
9. S. VIRGULIN, La madre dei viventi (Gn 3, 15. 20), en La madre del Signore, Bolonia 1982, pp.
20-21. Cfr. J. L. BASTERO, María, Madre del Redentor, o. c. en nota 8, pp. 84-85.
10. JUAN PABLO II, Audiencia del 24-I-1996, n. 4, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 67.
11. Ibidem.
12. Ibidem, n. 5, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 67.
13. Ibidem, p. 68.
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3. Anuncio de la maternidad mesiánica
Basándose en la doctrina conciliar el Papa trae a colación en su
catequesis la profecía de Isaías al rey Acaz. Este oráculo tiene su perfecta
comprensión en el contexto histórico de la guerra siro-efraimita (s. VIII a.
C.), cuando el rey de Judá “frente a la amenaza de una invasión de los
ejércitos de los reyes vecinos, buscaba la salvación y la de su reino en la
protección de Asiria”14. Yahvéh envía a Isaías para invitarle a confiar en la
salvación que sólo viene de Él. Ante la resistencia regia es Yahvéh quien
toma la iniciativa y le ofrece un signo:
He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo,
y le pondrá por nombre Emmanuel15.
Aunque muchos teólogos y exegetas católicos afirman que el término
hebreo almah (doncella) connota, al menos indirectamente, el estado
virginal de la mujer16, el Papa en su catequesis sostiene una interpretación
más literal, al afirmar que “esta profecía, en el texto hebreo, no anuncia
explícitamente el nacimiento virginal del Emmanuel. En efecto, el término
usado significa simplemente una mujer joven, no necesariamente virgen”17.
Refuerza esta tesis con dos argumentos complementarios, ya que “es bien
sabido que la tradición judaica no proponía el ideal de la virginidad
perpetua, ni había expresado nunca la idea de una maternidad virginal”18.
Sin embargo, constata el Romano Pontífice, que en la versión de los LXX,
“el vocablo hebreo se tradujo con el término párthenos, virgen. En este hecho,
que podría parecer simplemente una particularidad de la traducción, debemos
reconocer una misteriosa orientación dada por el Espíritu Santo a las palabras
de Isaías, para preparar la comprensión del nacimiento extraordinario del
14. Audiencia del 3-I-1996, n. 3, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 69.
15. Is 7, 14.
16. Cfr. C. F. CEUPPENS, De Theologia biblica, Torino-Roma 1948, pp. 26-27; C. POZO, María
en la obra de la salvación, Madrid 1990, p. 194; G. M. ROSCHINI, Diccionario mariano,
Barcelona 1964, p. 518.
17. Audiencia del 3-I-1996, n. 2, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 69. Esta tesis es mantenida,
por ejemplo, por A. SERRA, “Biblia”, Nuevo Diccionario de Mariología, Madrid 1988, p. 312 y
por S. DE FIORES, María Madre de Jesús. Síntesis histórico-salvífica, Salamanca 2003, p. 55.
18. Ibidem.
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Mesías. La traducción con el término virgen se explica basándose en el hecho de
que el texto de Isaías prepara con gran solemnidad el anuncio de la concepción
y lo presenta como un signo divino, suscitando la espera de una concepción
extraordinaria”19. La autenticidad de esta versión queda ratificada, según el
Papa, por la exclusión consciente y voluntaria del marido en el oráculo divino.
De aquí que la presencia de la doncella en la génesis y en el nacimiento
del Emmanuel connota la intención de vincular a la Madre en la misión del
hijo. Misión consistente en instaurar el reino mesiánico, en el que destaca
el papel de la almah. Por tanto, “el signo no es sólo el niño, sino también la
concepción extraordinaria, revelada después en el parto, acontecimiento
lleno de esperanza, que subraya el papel central de la madre”20.
Para ahondar en la dimensión mesiánica del oráculo, Juan Pablo II lo
relaciona, en primer lugar, con la promesa hecha a David relatada en el
segundo libro de Samuel. En este libro el profeta Natán, “promete al rey el
favor divino para su descendiente: Él constituirá una casa para mi Nombre y yo
consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre y él será para
mí hijo (2 Sam 7, 13-14)”21. Esta paternidad divina se realizará plenamente
con la Encarnación del Verbo en la familia de David. En segundo lugar
vincula el oráculo de la almah al anuncio del Príncipe de la paz22, en el que
el profeta Isaías muestra las cualidades del Emmanuel en su misión regia.
“Aquí ya no se nombra a la madre, pero la exaltación del hijo, que da al
pueblo todo lo que puede esperarse en el reino mesiánico, la comparte
también la mujer que lo ha concebido y dado a luz”23.
Esta proyección de la profecía de la almah hacia una dimensión
mesiánica es la que sanciona su uso en el Nuevo Testamento. De hecho,
“Mateo atribuye un significado cristológico y mariano al oráculo. En efecto,
añade: Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del
profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre
Emmanuel, que quiere decir: Dios con nosotros”24.
19. Ibidem.
20. Ibidem, n. 3, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 70.
21. Ibidem, n. 4, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 70.
22. Is 9, 5.
23. Audiencia del 3-I-1996, n. 5, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 71.
24. Ibidem, n. 1, en La Virgen María, o. c. en nota 1, pp. 68-69.
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En esta misma catequesis el Papa, siguiendo la orientación del Concilio
Vaticano II25 presenta la profecía de Miqueas. Treinta años después de Isaías
este profeta retoma la figura de la mujer, bajo la perspectiva de la yoledah
(la que ha de dar a luz):
Mas tú, Belén de Efratá, aunque eres la menor entre las aldeas
de Judá, de ti ha de salir aquel que ha de dominar en Israel, y
cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño.
Por eso él los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz lo
que ha de dar a luz26.
“En estas palabras resuena la espera de un parto rebosante de esperanza
mesiánica, en el que se resalta, una vez más, el papel de la madre, recordada
y exaltada explícitamente por el admirable acontecimiento que trae gozo y
salvación”27. Son los anawim, los pobres de Yahvéh, quienes gozan del
amparo divino, los que predicen, con su entrega, el profundo sentido de la
maternidad virginal de María “que, renunciando a la riqueza de la
maternidad humana, esperó de Dios la fecundidad de su propia vida”28.
Juan Pablo II resume la doctrina mariana de estos textos en los
siguientes términos: “Así, pues, el Antiguo Testamento no contiene un
anuncio formal de la maternidad virginal, que se reveló plenamente sólo en
el Nuevo Testamento. Sin embargo, el oráculo de Isaías prepara la
revelación de este misterio, y, en este sentido, se precisó en la traducción
griega del Antiguo Testamento”29.
4. Prefiguraciones de María en el Antiguo Testamento
En tres audiencias el Papa presenta a algunas mujeres excelsas que, de
alguna manera, encarnan algunos de los singulares privilegios de los que
está adornada la Madre de Dios. Debemos aclarar que todas esas mujeres
25. CONCILIO VATICANO II, Const. Lumen gentium, n. 55.
26. Mi 5, 1-2.
27. Audiencia del 3-I-1996, n. 6, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 71.
28. Ibidem, n. 7, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 71.
29. Ibidem, n. 7, en La Virgen María, o. c. en nota 1, pp. 71-72.
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(excepto Eva) no son verdaderos “tipos”, es decir personas que en la
intención divina prefiguraban a la Madre de Jesús, aunque de forma
acomodada en la Liturgia y en la literatura patrística, bajo algún aspecto
han sido consideradas como figuras de María.
4. 1. Colaboración divina en la maternidad
El Romano Pontífice muestra en primer lugar a Eva que por el favor
divino30 ha dado a luz a su hijo primogénito Caín. De esta forma “el libro
del Génesis presenta la primera maternidad de la historia de la humanidad
como gracia y alegría que brotan de la bondad del Creador”31. A
continuación recuerda a:
Sara, esposa bellísima de Abrahán, que siendo estéril ella misma
propuso a su esposo que concibiese de la esclava Agar. Yahvéh se
apareció a Abrahán en la ancianidad y le dijo: Yo bendeciré a Sara
y también ella te dará un hijo; la bendeciré, haré de ella pueblos y de
ella saldrán reyes de naciones32. Por eso su maternidad es “sobre
todo, fruto de la misericordia de Dios, que da la vida más allá de
toda previsión humana”33, pues el “efecto de la visita divina,
hace fecunda una unión conyugal, hasta ese momento estéril”34.
Raquel que, ante su esterilidad, suplicó a su esposo Jacob: Dame hijos o
si no moriré. Yahvéh se acordó de ella y la hizo fecunda y ella concibió y dio a
luz un hijo y exclamó: Dios ha quitado mi oprobio35. Ese hijo es José, que
“desempeñará un papel muy importante para Israel en el momento de la
emigración a Egipto”36.
Algo semejante encontramos en el relato de la concepción de Sansón.
Manóaj, de la estirpe de Dan, estaba desposado con una mujer estéril. Un
30. Gn 4, 1.
31. Audiencia del 6-III-1996, n. 1, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 72.
32. Gn 17, 16.
33. Ibidem, n. 2, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 71.
34. Ibidem, n. 3, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 72.
35. Gn 30, 23.
36. Audiencia del 6-III-1996, n. 4, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 74.
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ángel de Yahvéh se apareció a la mujer y le anunció: “Mira, eres estéril y no
has tenido hijos, pero concebirás y darás a luz un hijo”37. Dios se apiadó de
los esposos y concibieron un hijo a quien pusieron por nombre Sansón. Lo
mismo sucede con Ana, esposa de Elcaná38, que sobrelleva dignamente la
vergüenza de su esterilidad. De forma constante y con perseverancia eleva
su oración a Yahvéh rogándole: “Señor de los ejércitos, si te dignas mirar la
aflicción de tu sierva y te acuerdas de mí; si no te olvidas de la sierva y me
concedes un hijo varón, lo dedicaré al Señor por todos los días de su vida”39.
Dios escuchó su oración y le concedió un hijo, fruto no sólo de su seno, sino
también de su oración perseverante y de su fe. Samuel fue entregado al
servicio del Señor, de tal manera que “el niño Samuel se convierte en un
vínculo vivo de comunión entre Ana y Dios”40.
Juan Pablo II saca de estos relatos bíblicos en los que se muestran unas
maternidades extraordinarias las siguientes consecuencias:
a) “La particular alianza de Dios con la mujer y el vínculo
especial entre el destino de la madre y del hijo”41.
b) “La dimensión de gratuidad inherente a toda maternidad”42.
c) “La intervención de Dios que, en momentos importantes de
la historia de su pueblo, hace fecundas a algunas mujeres
estériles, prepara la fe en la intervención de Dios que, en la
plenitud de los tiempos, hará fecunda a una Virgen para la
encarnación de su Hijo”43.
4. 2. Heroínas del pueblo de Israel
El Papa sigue presentando a ciertas mujeres singulares que, movidas por
la acción del Espíritu, han desempeñado un papel principal en la historia
37. Jc 13, 3.
38. 1S 1, 1-2.
39. 1S 1, 11.
40. Audiencia del 6-III-1996, n. 5, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 74.
41. Ibidem, n. 6, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 75.
42. Ibidem, n. 4, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 74.
43. Ibidem, n. 6, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 75.
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de Israel y que por sus cualidades excepcionales prefiguran y de alguna
forma anticipan tipológicamente a María. Son mujeres que, de una forma u
otra, han participado activamente en la victoria de Israel frente a sus
enemigos y contribuyen a su salvación. Si cada una de ellas en particular no
puede decirse, con propiedad y certeza, que sea figura de María (excepto
Eva), la misión salvadora de todas ellas en conjunto y sus cualidades
personales anticipan la misión y la singular perfección de María. El Romano
Pontífice muestra cronológicamente a las siguientes heroínas:
A María la profetisa (neby’ah), hermana de Moisés, hija de Amram y de
Jocabel44, que después del paso del Mar Rojo, inspirada por el Espíritu de
Yahvéh “tomó en sus manos un tímpano y todas las mujeres la seguían con
tímpanos danzando en coro. Y María entonaba el estribillo: cantad al Señor
pues se cubrió de gloria arrojando en el mar caballo y carro”45.
La profetisa Débora, esposa de Lapidot, que impartía justicia a su pueblo,
con su presencia confortó a Barac, jefe del ejército e hijo de Abinoam46, y
“asegura el éxito del ejército de Israel, anunciando que otra mujer, Yael, matará
al jefe enemigo”47. Después del triunfo Débora entonó un himno de acción de
gracias a Yahvéh y alabó a Yael diciendo: “bendita entre todas las mujeres su
tienda”48, macarismo que Isabel proclamará de María en el día de la Visitación.
Juldá, esposa de Salum49, profetizó al sacerdote Jilquías y a sus
acompañantes que Yahvéh, por la compunción de su rey, iba a conceder el
perdón del pueblo, a pesar de su infidelidad a los preceptos divinos. De esta
forma Juldá se “convierte en mensajera de la misericordia y de la paz”50.
Bajo esta dimensión esta profetisa preludia a María que inaugura la
plenitud de los tiempos en los que se otorgará el perdón al género humano.
Alrededor del año 650 antes de Cristo, en tiempo de Nabucodonosor,
rey de Asiria, Ozías y los ancianos de la ciudad de Betulia están dispuestos
44. Cfr. Ex 6, 20.
45. Ex 15, 20-21. Audiencia del 27-III-1996, n. 1, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 76.
46. Cfr. Jc 4, 5.
47. Audiencia del 27-III-1996, n. 2, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 76.
48. Jc 5, 24.
49. 2R 22, 14.
50. Audiencia del 27-III-1996, n. 2, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 77.
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a rendirse ante el cerco de esa ciudad por parte de los ejércitos asirios
mandados por “Holofernes, el general enemigo, orgulloso, idólatra y
disoluto”, pero “Judit les reprocha su falta de fe, manifestando plena
confianza en la salvación que viene del Señor”51. Judit, hija de Merarí y viuda
de Manasés52, al enterarse de la decisión de Ozías le recriminó por su falta de
confianza en Yahvéh. Después de una oración confiada, humilde y penitente
Judit salió con su doncella al encuentro de Holofernes, vestida con todas sus
joyas. El general fue cautivado por su belleza y sabiduría. Permaneció tres días
en el campamento asirio y al cuarto día Holofernes organizó un festín
nocturno al que invitó a Judit. El general “bebió muchísimo vino, tanto como
no había bebido nunca un solo día desde que nació”53. Quedándose a solas
Judit con Holofernes después del banquete, antes de cortarle la cabeza con su
alfanje suplicó a Yahvéh diciendo: “Dame fuerza, Señor, Dios de Israel en el
día de hoy”54. Judit regresó a Betulia llevando la cabeza de Holofernes. Ozías
entonó un himno de alabanza en su honor: “Bendita seas tú, hija, de parte de
Dios altísimo por encima de todas las mujeres de la tierra”55 y después del
triunfo rotundo contra los asirios el sumo sacerdote Joaquim y el consejo de
ancianos la bendijeron diciendo: “Tú eres la exaltación de Jerusalén, la gran
gloria de Israel, el gran honor de nuestra gente. Hiciste todo esto por tu
mano, has otorgado grandes bienes a Israel y Dios se ha complacido en
ellos”56. De esta forma Judit antecede a María quien, con más motivo aún,
recibió esa alabanza ya que por su fiat fue el instrumento fiel en manos de
Dios para librarnos de la esclavitud del pecado.
En otra situación de gran contradicción para el pueblo de Israel aparece
otra heroína, Ester, a quien Mardoqueo había adoptado como hija57. Amán,
encargado de negocios del rey Asuero, había decretado el exterminio de los
judíos. Entonces Ester, a instancias de Mardoqueo, después de haber
suplicado a Yahvéh por su pueblo, se presenta ante su esposo el rey Asuero
51. Ibidem, n. 3, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 77.
52. Cfr. Jdt 8, 1-3.
53. Jdt 12, 20.
54. Jdt 13, 7.
55. Jdt 13, 18.
56. Jdt 15, 9-10.
57. Cfr. Est 2, 15.
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sin haber sido convocada por él, y logra del rey la cancelación del decreto y
la condena a muerte de Amán. Los judíos quedan libres de la persecución y
Mardoqueo ocupa el puesto de Amán. Ester con su mediación58 ante el rey
por el pueblo judío prefigura a María que igualmente fue la escogida por
Dios para salvar al género humano de la ruina maquinada por el demonio.
Finalmente Juan Pablo II también presenta la figura de otra mujer
Abigaíl, esposa de Nabal, que era calebita59. David envía sus criados ante
Nabal y éste los desprecia. Ante tal desaire David decide aniquilar a la
familia de Nabal. Enterada Abigaíl de la decisión de David, sale a su
encuentro “pidiéndole perdón por las culpas de su marido y así libra a su
casa de una desgracia segura”60. Así como Abigaíl con su prudencia y
humillación aplacó la ira de David, así María, la sierva de Yahvéh, con su
entrega y fe acalló la justicia divina, enojada por los pecados de los hombres.
El Papa de la actuación de estas heroínas saca la siguiente conclusión:
“La tradición veterotestamentaria pone de manifiesto en numerosas
ocasiones, sobre todo en los escritos más cercanos a la venida de Cristo, la
acción decisiva de la mujer para la salvación de Israel. De este modo, el
Espíritu Santo, a través de las vicisitudes de las mujeres del Antiguo
Testamento, iba delineando cada vez con mayor precisión las características
de la misión de María en la obra de la salvación de la humanidad entera”61.
4. 3. Los valores morales de la mujer
Juan Pablo II dedica toda una catequesis62 para mostrar el talante moral de
algunas mujeres del Antiguo Testamento que preludian la riqueza espiritual
de la Madre de Dios. El Papa es consciente también de patentes carencias y
miserias de algunas de ellas, porque “junto a los ejemplos luminosos de las
heroínas bíblicas, no faltan testimonios negativos de algunas mujeres”63. Tal
58. Cfr. JUAN PABLO II, Audiencia del 27-III-1996, n. 4, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 78.
59. Cfr. IS 25, 3.
60. JUAN PABLO II, Audiencia del 27-III-1996, n. 5, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 79.
61. Ibidem.
62. Audiencia del 10-IV-1996, en La Virgen María, o. c. en nota 1, pp. 79-82.
63. Ibidem, p. 79.
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JUAN LUIS BASTERO
es el caso de Dalila, que traicionó a Sansón y le entregó en manos de los
filisteos64, o las mujeres extranjeras –moabitas, amonitas, edomistas, sidonias
y jeteas– que “torcieron el corazón”65 de Salomón en su ancianidad
separándole de Yahvéh y le arrastraron hacia dioses ajenos.
Es paradigmático también el caso de Jezabel, hija de Etbal rey de
Sidón, que, no satisfecha con haber pervertido a Acab –su esposo y rey de
Israel– tras los pasos de Baal66, se dedica a exterminar a los profetas de
Yahvéh67 y manda asesinar a Nabot para robarle una viña y dársela a
Acab68. Igualmente la mujer de Job que le incita a renegar de Yahvéh en
el momento de la adversidad69. Juan Pablo II sostiene que “en estos casos
la actitud de la mujer recuerda la de Eva. Sin embargo, la perspectiva
dominante en la Biblia suele ser la que se inspira en el Protoevangelio, que
ve en la mujer a la aliada de Dios”70. A continuación presenta a un
conjunto de mujeres muy dispares pero que son modelo de nobleza.
Comienza haciendo mención de las cuatro mujeres que san Mateo incluye
en la genealogía de Jesús.
En contraste con las mujeres extranjeras que pervirtieron a Salomón está
Rut la moabita71, mujer virtuosa que movida por la compasión acompañó a
su suegra Noemí a la tierra de Judá. Allí aceptó la fe de Israel y por su
matrimonio con Booz se convirtió en bisabuela de David y ascendiente de
Jesús, el Mesías. La inclusión de Rut en la genealogía de Cristo es “un signo
de universalismo y un anuncio de la misericordia de Dios, que se extiende
a todos los hombres”72.
San Mateo incluye a otras tres mujeres en la genealogía: Tamar, Rajab
y la mujer de Urías –es decir, Betsabé–, que, a pesar de ser pecadoras, por
64. Cfr. Jc 16, 4-21.
65. Cfr. IR 11, 1-4.
66. Cfr. IR 16, 31.
67. Cfr. IR 18, 4.
68. Cfr. IR 21.
69. Cfr. Jb 2, 9.
70. JUAN PABLO II, Audiencia del 10-IV-1996, n. 1, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 80.
71. Rt 1.
72. JUAN PABLO II, Audiencia del 10-IV-1996, n. 2, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 80.
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EL ANTIGUO TESTAMENTO EN LAS CATEQUESIS MARIANAS DE JUAN PABLO II
su lealtad a Yahvéh fueron instrumentos de la misericordia divina en la
venida del Mesías. De esta forma queda proclamado que “la bondad
divina es más grande que el pecado”73. Tamar se casó primeramente con Er
y después con Onán, hijos de Judá. A la muerte de éste Judá prometió a ella
que se desposaría con su hijo menor Selá. Pasó el tiempo y no se cumplía la
promesa. Murió la mujer cananea de Judá y éste fue a Timná para trasquilar
su rebaño. Allí, Tamar, disfrazada de prostituta, sedujo a Judá, del que tuvo
dos hijos mellizos, Fares y Zara. Gracias a ella no se interrumpió la línea
generacional de los patriarcas y el mismo Judá confesó que “ella es más justa
que yo”74.
Rajab era cananea y prostituta en Jericó. Cuando unos exploradores
israelitas llegaron a esa ciudad ella les protegió al no delatarles; al contrario,
les dispensó una buena acogida. Confió en Yahvéh y desobedeció los
mandatos de su rey. Pidió a los israelitas que cuando conquistaran Jericó
trataran con bondad a la casa de su padre75. Rajab, a pesar de su condición,
es la primera mujer extranjera que cree en el Dios de Israel y aunque el
Antiguo Testamento no dice con quién se desposó, san Mateo afirma que
“Salmón engendró de Rajab, a Booz”76.
Betsabé fue hija de Eliam y mujer de Urías, el heteo77. Prendado el rey
David de su belleza adulteró con ella y mandó asesinar a su esposo78. David
se desposó con Betsabé y le dio cuatro hijos. El primero de ellos murió y el
segundo fue Salomón. Betsabé preparó con todo esmero a este hijo y fueron
sus ruegos los que consiguieron, que a la muerte de David, Salomón
ocupara el trono de su padre.
El Papa obtiene la siguiente enseñanza de la vida de estas tres mujeres:
“Dios, mediante su gracia, hace que su situación matrimonial irregular
contribuya a sus designios de salvación, preparando también, de este
modo, el futuro”79.
73. Ibidem.
74. Gn 38, 26.
75. Jos 2, 12.
76. Mt 1, 5. La exégesis midráshica la hizo progenitora de ocho sacerdotes y ocho profetas.
77. 2S 11, 3.
78. 2S 12, 9.
79. JUAN PABLO II, Audiencia del 10-IV-1996, n. 2, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 80.
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Hay otra mujer que se entrega humilde y resignadamente a la voluntad
divina: es la hija de Jefté el galadita. Éste había prometido entregar a
Yahvéh como holocausto al primer miembro de su familia que saliera a su
encuentro si vencía en la guerra contra los hijos de Ammón. Al volver Jefté
a Masfa salió a su encuentro su única hija. Al verla se rasgó las vestiduras y
exclamó: “¡Ah, hija mía, me has abatido del todo y tú misma te has abatido
al mismo tiempo! He abierto mi boca a Yahvéh sobre ti y no puedo
volverme atrás”80. La hija aceptó con resignación y llanto el destino81,
dispuesta a acatar el voto de su padre. María aceptó con alegría y gozo la
voluntad de Dios comunicada por la embajada angélica.
A continuación Juan Pablo II contempla en la literatura sapiencial
veterotestamentaria, junto a algunos defectos, la riqueza de virtudes
morales que presenta el alma femenina. En concreto alude a tres textos:
a) En el primero se afirma que la mujer es un tesoro escondido de
Yahvéh, porque “el que halla mujer encuentra la felicidad y ha recibido
favor del Señor”82.
b) En el segundo “se esboza el retrato de la mujer ideal que lejos de
representar un modelo inalcanzable, constituye una propuesta concreta,
nacida de la experiencia de mujeres de gran valor”83, porque “la mujer
fuerte, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas”84.
c) En el tercero se presenta la fidelidad de la mujer a la alianza divina
como la “cima de sus posibilidades y la fuente más grande de admiración”85,
ya que cuando la mujer es fiel y teme al Señor es digna de alabanza86.
80. Jc 11, 35. Cfr. JUAN PABLO II, Audiencia del 10-IV-1966, n. 2, en La Virgen María, o. c. en
nota 1, p. 80. Cfr. Audiencia del 24-VII-1996, n. 2, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 118.
81. Cfr. Jc 11, 37. En este texto dice la hija a Jefté: “Déjame que por dos meses vaya con mis
compañeras por los montes, llorando mi virginidad”. Sin embargo, María respondió a
Gabriel: “¿Cómo podrá ser esto pues no conozco varón?”, frase equivalente “pues yo soy
virgen”. Se advierte claramente la antítesis de las dos mujeres respecto a la virginidad. (Cfr.
I. DE POTTERIE, María en el Misterio de la Alianza, Madrid 1993, p. 39).
82. Pr 18, 22. JUAN PABLO II, Audiencia del 10-IV-1996, n. 3, en La Virgen María, o. c. en
nota 1, p. 81.
83. Ibidem.
84. Pr 31, 10.
85. JUAN PABLO II, Audiencia del 10-IV-1996, n. 3, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 81.
86. Cfr. Pr 31, 30.
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EL ANTIGUO TESTAMENTO EN LAS CATEQUESIS MARIANAS DE JUAN PABLO II
Finalmente y como broche de oro el Papa presenta la historia de la
madre de los siete hermanos martirizados en la persecución de Antíoco
Epifanes87. Después de alentar a cada uno de sus hijos a ser fiel al Dios de
Israel, el hagiógrafo comenta: “Admirable sobre toda ponderación y digna
de eterna memoria se mostró la madre que, viendo morir en un solo día a
sus siete hijos, lo soportaba animosa por la esperanza que tenía en Dios”88.
“Por último, también ella se encamina a la muerte, después de haber
sufrido siete veces el martirio del corazón, testimoniando una fe
inquebrantable, una esperanza sin límites y una valentía heroica”89.
Esta madre valerosa que prefiere la muerte de todos sus hijos a ofender
a Dios es un preanuncio de María que, al pie de la Cruz, entregó a su Hijo
y a la vez que Ella se inmolaba moralmente, en unión de corazones con
Jesús, para la redención de todo el género humano.
Juan Pablo II, como síntesis del ejemplo moral de todas estas heroínas,
sostiene que “en estas figuras de mujer, en las que se manifiestan las
maravillas de la gracia divina, se vislumbra a la que será la mujer más
grande: María, la Madre del Señor”90.
5. Hija de Sión
La historia del pueblo de Israel es la historia de las diversas alianzas que
Yahvéh hizo primero con la humanidad y posteriormente con el pueblo
elegido. En la literatura veterotestamentaria se describe esta alianza
mediante un acto esponsalicio. Dios es el esposo que pacta una unión
matrimonial con el pueblo de Israel, personificado por la esposa. “Esta
personalización en femenino hace más fácil la interpretación esponsal de
las relaciones de amor entre Dios e Israel, señalado a menudo con los
términos novia o esposa”91.
87. Cfr. 2 M 7.
88. 2 M 7, 20.
89. JUAN PABLO II, Audiencia del 10-IV-1996, n. 4, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 82.
90. Ibidem.
91. JUAN PABLO II, Audiencia del 24-IV-1996, n. 1, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 82.
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Este pueblo con frecuencia fue infiel a los requiebros de amor del
esposo. “La palabra del Señor reprocha a menudo a la esposa-pueblo el
hecho de haber violado la alianza nupcial establecida con Dios. Como
engaña una mujer a su compañero, así me ha engañado la casa de Israel (Ier
3, 20)”92.
Ha sido en la literatura profética del Antiguo Testamento donde comenzó
a expresarse la alianza entre Yahvéh y el Pueblo de Israel como una relación
esponsal. Oseas fue el primer profeta que desarrolló este tema. Se sabe que
ejerció su ministerio entre los años 750 y 725 a. C. en el reino de Israel.
Este reino estaba ubicado entre dos imperios poderosos: el asirio93 y el
egipcio. Ello suponía que para su supervivencia debía recurrir a pactos
políticos. Ahora bien, todo pacto político suponía un sincretismo religioso,
por el que el Dios de Israel se veneraba junto a las divinidades de los
pueblos aliados. El profeta –a la vez delicado poeta– pretende reconducir al
pueblo israelita al más puro monoteísmo y para ello recurre a esa imagen
amorosa en la que Dios se muestra como un esposo celoso que se lamenta
de la infidelidad de su pueblo-esposa.
Esas relaciones de infidelidad se ven plasmadas en su misma vida
personal. En los tres primeros capítulos del libro narra su matrimonio con
Gómer, hija de Dibliam94, que le fue infiel a pesar de su amor apasionado
por ella. Pero tan ardiente es el amor del profeta que le lleva al perdón y a
la posterior reconciliación del todo inmerecida por parte de su esposa. Hay
una clara correlación tipológica: “Del mismo modo que la esposa de Oseas
es infiel a su alianza esponsal, Israel es infiel a la Alianza que ha contraído
con el Señor. Y cuando Dios pide al profeta que con su fidelidad conquiste
de nuevo el amor de la mujer, enseña también que Dios no se cansa de
perdonar y que, con su fidelidad, está dispuesto a restaurar las relaciones
con el pueblo”95.
92. Ibidem, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 83.
93. Los emperadores de esta época del reino de Asiria fueron Teglatpalasar (745-727),
Salmanasar (727-722) y Sargón II (721-705) que conquistaron Samaría y aniquilaron para
siempre el reino de Israel.
94. Os 1, 3.
95. Sagrada Biblia. Antiguo Testamento. Libros Proféticos, tomo 4º, Pamplona 2002, p. 955.
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EL ANTIGUO TESTAMENTO EN LAS CATEQUESIS MARIANAS DE JUAN PABLO II
El profeta utiliza unas expresiones amorosas de gran dramatismo y
ternura cuando la esposa arrepentida de su desvarío vuelve hacia él: “por
eso, yo mismo la seduciré, la conduciré al desierto y le hablaré al corazón”96.
Debe tenerse en cuenta, como atinadamente sugiere el Papa, que es en el
desierto donde el Señor conoció a Israel y se realizó la Alianza entre Dios y
el pueblo elegido y le otorgó los mandamientos97. Pero esa Alianza no fue
un mero acto jurídico, sino una iniciativa de amor por parte de Yahvéh con
el pueblo elegido.
A la luz de su propia experiencia, Oseas muestra esa iniciativa de amor
mediante un compromiso nupcial, que conlleva un amor mutuo que debe
ser total y exclusivo. Por ello, la violación de ese compromiso –es decir, la
idolatría– por parte de la esposa-pueblo origina en el Señor el enojo y la ira.
Yahvéh, como esposo ultrajado, transforma su amor inflamado en dolor y
enfado. Sin embargo, el esposo, a pesar de su ira, sigue amando
afectuosamente y sus entrañas se enternecen ante el arrepentimiento de la
esposa. “Mediante estas imágenes de amor, que vuelven a proponer la difícil
relación entre Dios e Israel, el profeta ilustra el gran drama del pecado, la
infelicidad del camino de infidelidad y los esfuerzos del amor divino para
hablar al corazón de los hombres y llevarlos de nuevo a la alianza”98.
Un pensamiento recurrente del libro de Oseas es el amor misericordioso
del esposo. En efecto, así como en la tradición profética el proceso sigue un
orden lógico –a) infidelidad del pueblo-esposa; b) conversión del pecado; c)
perdón del esposo-Yahvéh–, en este libro se altera esa secuencia, ya que el
perdón precede a la conversión. Con ello el profeta se convierte en precursor
de los tiempos mesiánicos, en los que el perdón es un don gratuito de
Dios99. Por eso, a pesar de las patentes y reiteradas infidelidades de la esposa
a las muestras de amor del esposo, Dios promete, por el profeta, un pacto
futuro más íntimo y estable. Habrá una nueva Alianza donde “me llamarás
‘Marido mío’ y no me llamarás ‘Baal mío’... te desposaré conmigo para
siempre, te desposaré conmigo en justicia y derecho, en amor y
96. Os 2, 16.
97. Cfr. JUAN PABLO II, Audiencia del 24-IV-1996, n. 2, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 83.
98. Ibidem, en La Virgen María, o. c. en nota 1, pp. 83-84.
99. Cfr. Rm 5, 8; I Ioh 4, 10.
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JUAN LUIS BASTERO
misericordia. Te desposaré conmigo en fidelidad y conocerás al Señor”100.
Esa nueva Alianza –también de carácter esponsal– reclama una perpetua
exclusividad, donde Dios rechaza cualquier sincretismo religioso, porque el
Dios de Israel no es un baal más, sino el único.
Otros profetas también expresaron la nueva Alianza mediante la analogía de
la esposa infiel que es perdonada por su esposo. Jeremías101 en los oráculos de
Yahvéh al pueblo deportado en Babilonia muestra el amor esponsal y a la vez
paterno de Dios para su pueblo: “te amo con amor eterno, por eso te mantengo
mi gracia. De nuevo te edificaré, serás reconstruida, virgen de Israel… Yo soy
padre para Israel y Efraím es mi primogénito”102. Este texto destaca los cuidados
de Dios para con Israel: será el esposo fiel, será un padre que se complace en su
hijo, será el pastor que cuida a su rebaño103 y “a pesar de las infidelidades del
pueblo, el amor eterno de Dios siempre está dispuesto a restablecer el pacto de
amor y a dar una salvación que supera todas las expectativas”104.
Ezequiel105 emplea también la imagen de la esposa infiel para describir la
relación entre Yahvéh y el pueblo de Israel. En el extenso capítulo 16 de su
libro este profeta retoma la metáfora del matrimonio, para expresar la
Alianza divina con el pueblo –personificado por la esposa-Jerusalén–. Dios
recompone y engalana con espléndidas joyas a la esposa, pero ésta infiel,
cometió los adulterios más groseros con los pueblos vecinos. El Señor le
castiga y la entrega como víctima a las naciones que la adulaban. Pero, como
siempre, el amor esponsal estará dispuesto a perdonar y ayudar, y el final del
100. Os 2, 18. 21-22. Cfr. JUAN PABLO II, Audiencia del 24-IV-1996, n. 3, en La Virgen María,
o. c. en nota 1, p. 84.
101. Jeremías nació en Ananot, pequeña ciudad del reino de Judá, al norte de Jerusalén, en
territorio de la tribu de Benjamín. Pertenece al linaje sacerdotal. Su actividad profética
se inició el año trece del reinado de Josías (627 a. C.) y duró cuarenta años.
102. Jr 31, 1-14. Cfr. JUAN PABLO II, Audiencia del 24-IV-1996, n. 3, en La Virgen María, o. c.
en nota 1, p. 84.
103. Cfr. Jr 31, 10.
104. JUAN PABLO II, Audiencia del 24-IV-1996, n. 3, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 84.
105. Ezequiel hijo de Buzi sacerdote. En el año 597 a. C. fue deportado por Nabucodonosor a
Babilonia y cuatro años después tuvo una visión en el río Qabar. Este hecho marcó el
comienzo de su actividad profética que duró hasta el año 571 a. C.
106. Cfr. Ez 16, 60. Cfr. JUAN PABLO II, Audiencia del 24-IV-1996, n. 4, en La Virgen María,
o. c. en nota 1, p. 85.
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castigo no será la destrucción, sino el inicio de una nueva Alianza eterna106:
“Yo estableceré mi alianza contigo y sabrás que Yo soy el Señor, con el fin
de que te acuerdes y te avergüences, y no vuelvas a abrir la boca, a causa de
tu ignominia, cuando te haya perdonado todas las cosas que hiciste, oráculo
del Señor”107.
También en el libro de Isaías se recurre a la imagen esponsal para
mostrar las relaciones entre Yahvéh y su pueblo108. El Señor viendo el
abatimiento y el escarnio de su pueblo –simbolizado por la esposaJerusalén– se compadece de él y vuelve sus ojos misericordiosos llenos de
ternura: “No temas, que no quedarás avergonzada, ni te sonrojes, que no
serás deshonrada... Porque el Hacedor será tu esposo... Por un breve
instante te abandoné, pero con grandes ternuras te recogeré. En un
arrebato de ira te oculté mi rostro un momento, pero con amor eterno me
he apiadado de ti, dice el Señor, tu Redentor”109. Es todo un mensaje de
luz y de esperanza, porque, por encima de las tinieblas que sufre el
pueblo atribulado, está el amor y la compasión del esposo que se apiada
de la infiel Jerusalén.
En la tercera parte del libro de Isaías se profetiza la gloria de la nueva
Jerusalén porque será ensalzada y coronada: “el Señor se ha complacido en
ti... Como un joven se desposa con una virgen, contigo se desposará tu
constructor y como se alegra el novio con la novia se deleitará en ti el
107. Ez 16, 62-63.
108. Llama la atención que, en su catequesis, Juan Pablo II cite este libro después de los de
Jeremías y Ezequiel, cuando es de todos conocido que Isaías es contemporáneo de Oseas;
es decir, es un profeta del siglo VIII a. C. Pienso que lo ha hecho así porque, según la
tesis más verosímil para los exegetas, la redacción del libro de Isaías se realizó en varias
etapas, aunque siempre manteniendo el espíritu que había guiado al profeta en su tiempo. Hay una etapa originaria de formación que respondería a la época en la que vivió el
profeta (caps. 1-39); otro momento importante sería el de la cautividad de Babilonia,
(caps. 40-55) donde se detecta el anhelo de regreso a la tierra prometida por parte de los
israelitas deportados (primera mitad del siglo VI a. C.); finalmente los caps. 56 al 66
reflejan la situación vivida en Judá a la vuelta del destierro (finales del siglo VI a. C.).
Como en la catequesis Juan Pablo utiliza textos de los dos últimos momentos. Es lógico,
por tanto, que ésa sea la ordenación de su exposición.
109. Is 54, 4. 7-8. Cfr. JUAN PABLO II, Audiencia del 24-IV-1996, n. 4, en La Virgen María,
o. c. en nota 1, p. 85.
110. Is 62, 3. 5.
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Señor”110. El profeta juega poéticamente con los diversos nombres que
recibe en el marco de la imagen esponsal el nuevo pueblo: “Por amor de
Sión no callaré, por amor no descansaré... sino que te llamarán: ‘Mi delicia
está en ella’ y a tu tierra ‘Desposada’... Decid a la hija de Sión: Mira que
llega tu salvador, mira que trae tu recompensa y su premio va por delante.
Y los llamarán: ‘Pueblo Santo’, ‘Redimidos del Señor’. Y a ti te llamarán
‘Buscada’, ‘Ciudad-no-Abandonada’”111. Al igual que en Oseas, los
beneficios de esta alianza esponsal están significados por una cosecha
abundante112.
Esta alegoría esponsalicia pasa de forma natural a la literatura
sapiencial veterotestamentaria. El Cantar de los Cantares, redactado en la
época postexílica113, muestra alegóricamente la relación de Dios para con
su pueblo mediante el amor del esposo para con su esposa. En su sentido
literal este libro es un canto de amor esponsal. Pero la tradición judía ha
interpretado esta obra en sentido espiritual: el amado es Dios y la amada
es Israel. Este libro narra el desarrollo del proceso amatorio: su génesis y
su crecimiento, la unión y la separación de los amantes114, la búsqueda
anhelante y el encuentro jubiloso115, la fascinación y la decepción, la
donación y la entrega, etc. Como el libro muestra claramente que el amor
esponsal es monógamo y perenne, en él se presentan las purgaciones y
sucesivas ascensiones del Israel arrepentido. Todo ese proceso de
purificación conduce a una relación esponsal entre Dios y su pueblo cada
vez más perfecta. Así la esposa canta las excelencias del amado: “Mi amado
es puro y sonrosado..., su cabeza es oro fino; sus cabellos, racimos de
dátiles..., y todo él las delicias”116. Y concluye este canto de amor: “Yo soy
111. Is 62, 1. 4. 11-12. Cfr. JUAN PABLO II, Audiencia del 24-IV-1996, n. 4, en La Virgen
María, o. c. en nota 1, p. 85.
112. Is 62, 8-9.
113. Segunda mitad del siglo V a. C. Sus fuentes bíblicas son especialmente Os 2, Jr 31, Ez 16,
Is 44, 4-8; 61, 10-11; 62. 3-5.
114. Ct 2.
115. Ct 3.
116. Ct 5, 10-15.
117. Ct 6, 4. Cfr. JUAN PABLO II, Audiencia del 24-IV-1996, n. 4, en La Virgen María, o. c. en
nota 1, p. 85.
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EL ANTIGUO TESTAMENTO EN LAS CATEQUESIS MARIANAS DE JUAN PABLO II
de mi amado y mi amado es mío”117.
Según el Papa, cuando María meditaba esta alegoría esponsalicia, se
alimentaba “en su corazón la esperanza mesiánica. Los reproches dirigidos
al pueblo infiel debían suscitar en ella un compromiso más ardiente de
fidelidad a la alianza, abriendo su espíritu a la propuesta de una comunión
esponsal definitiva con el Señor en la gracia y en el amor”118.
Como se ha indicado en esta alegoría nupcial la esposa comenzó a tener
como nombre propio Jerusalén o Sión119. En los libros del Antiguo Testamento,
Jerusalén es nombrada unas 640 veces con mucha frecuencia como un lugar
geográfico, pero también en bastantes ocasiones como un locus theologicus; y
Sión aparece citada 152 veces, siempre vinculada a la intervención de Yahvéh
con su pueblo. Hay una predilección divina por esa ciudad, porque en ella en
tiempo de David se depositó el Arca de la Alianza y en el reinado de Salomón
se construyó el Templo. Con cierta frecuencia en los libros sapienciales y
proféticos se permutó el nombre de “Sión” por el de “hija de Sión”. Con esta
personificación femenina de carácter figurativo se quiso indicar o bien la
región –o la ciudad–, o bien sus habitantes. Además, dado el carácter central
de Jerusalén, con el Señor que desde el Templo mora en medio del pueblo, la
expresión “hija de Sión” pasó a designar a Israel entero120.
El título “hija de Sión”, como personificación de todo el pueblo de
Israel, aparece por primera vez en el libro de Miqueas121, donde el profeta
predice los castigos que sufrirá Judá por su infidelidad al Señor: “Retuércete
y chilla, hija de Sión, como mujer en parto, pues ahora vas a salir de la
ciudad, habitarás en descampado e irás a Babilonia”122. Este título hará
fortuna y será utilizado a menudo en la literatura profética.
118. JUAN PABLO II, Audiencia del 24-IV-1996, n. 5, en La Virgen María, o. c. en nota 1, pp. 85-86.
119. Cfr. Ez 16, 60. Según los historiadores Sión era la fortaleza de la Jerusalén jebusea, entre
el valle de Cedrón y el Tiropeón. “Cuando Salomón trasladó el Arca al Templo, se designó
con el nombre de Sión sobre todo el monte del Templo. Además pasó con frecuencia a
designar toda Jerusalén, o bien todo Israel”, E. G. MORI, Hija de Sión, en S. DE FIORES S. MEO, Nuevo Diccionario de Mariología, Madrid 1988, p. 825. Cfr. B. RIGAUX, “Fille de
Sion”, en AA.VV., Studia Mediaevalia et Mariologica, Roma 1971, p. 410.
120. Cfr. E. G. MORI, Hija de Sión, o. c. en nota 119, pp. 825-826.
121. Miqueas nació en Moréset, pequeña ciudad situada a unos 35 km. al sudoeste de
Jerusalén. Debió comenzar su actividad profética hacia el año 727 a. C. y se prolongó
hasta el 700 a. C.
122. Mi 4, 10. Cfr. Mi 1, 1, 13; 4, 13.
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153
JUAN LUIS BASTERO
Según Cazelles123, a partir de Miqueas la expresión “hija de Sión” hacía
referencia a un conjunto de personas ubicadas en un barrio nuevo situado al
norte de Jerusalén procedentes del reino de Israel. Habían llegado como
refugiados después del desastre de Samaría: eran el “resto de Israel” que por
ser fieles al Señor, habían huido de su patria ante la persecución babilónica.
El oráculo del arcángel san Gabriel a María en la Anunciación comienza
con la salutación chaire, –alégrate–, palabra que, a pesar de su aparente
sencillez, encierra unas resonancias veterotestamentarias que el Papa
desarrolla a lo largo de una audiencia124. En efecto, el saludo normal en el
mundo hebreo era shalom125, en griego eirene –paz–; el término chaire era la
fórmula de salutación coloquial en el mundo griego; “pero las
circunstancias extraordinarias en que es pronunciada no pertenecen al clima
de un encuentro habitual. En efecto, no conviene olvidar que el ángel es
consciente de que trae un anuncio único en la historia de la humanidad”126.
Los Padres griegos y posteriormente los exegetas han hecho notar que en la
versión de los LXX este término –chaire– se utiliza en algunos oráculos
proféticos para anunciar la exultación y gozo de los tiempos mesiánicos.
Sofonías127 coloca como núcleo central de su enseñanza “el día del
Señor”128, en el que se juzgará a Judá y a Jerusalén por su idolatría. Junto a
las advertencias de condena, abre las puertas de la esperanza por la presencia
del Señor en Sión, su ciudad. En ella existe un “resto de Israel” fiel, que
buscará a Yahvéh en justicia y humildad129 y en recompensa se le devolverá
su tierra130. El Señor Dios será su Rey131. “Exulta, hija de Sión, da voces de
júbilo Israel, alégrate y disfruta de todo corazón, hija de Jerusalén. El Señor
123. H. CAZELLES, “Fille de Sion et Théologie mariale dans la Bible”, Mariologie et Oecuménisme
III, Recherches catholiques. Théologie et Pastorale, Paris 1964, pp. 51-71.
124. JUAN PABLO II, Audiencia del 1-V-1996, en La Virgen María, o. c. en nota 1, pp. 86-89.
125. Esta expresión es utilizada de forma habitual por san Lucas en su evangelio. Cfr. Lc 10,
5; 24, 36.
126. Ibidem, n. 1, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 86.
127. Profeta de la segunda mitad del siglo VII a. C. que ejerció su ministerio en Jerusalén.
128. Cfr. So 1, 7-18.
129. Cfr. So 2, 3; 3, 8.
130. Cfr. So 2, 7-9.
131. Cfr. So 3, 15.
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EL ANTIGUO TESTAMENTO EN LAS CATEQUESIS MARIANAS DE JUAN PABLO II
revocó tu sentencia, echó afuera a tus enemigos; el Señor, Rey de Israel, está
en medio de ti; no temerás la desgracia. Aquel día se dirá a Jerusalén: ¡No
temas, Sión, no desfallezcan tus manos!”132. La semejanza con el relato de la
Anunciación es tan patente que surge de forma natural su comparación:
Soph 3, 14-16
Lc 1, 28-35
Chaire, hija de Sión
Chaire, llena de gracia
No temas
No temas
El Señor está en medio de ti
El Señor está contigo
El Señor, Rey de Israel
El Señor Dios le dará el trono
de David su padre
“Las semejanzas son tan numerosas y exactas que llevan a reconocer en
María a la nueva hija de Sión, que tiene pleno motivo para alegrarse porque
Dios ha decidido realizar su plan de salvación”133.
El Papa en su magisterio acude también a Joel134, que, como el anterior,
presenta como núcleo central de su enseñanza el “día del Señor”135; día que
será, a la vez, de juicio y castigo136, de salvación y bendición137. “No temas,
tierra; alégrate y regocíjate, porque el Señor actúa de modo grandioso... Y
sabréis que yo estoy en medio de Israel”138. También en esta perícopa hay un
cierto paralelismo con la Anunciación, aunque no tan estrecho como en el
anterior. En efecto, la invitación a la alegría y la presencia del Señor en el
pueblo anticipan el cumplimiento definitivo del oráculo de salvación
comunicado por el ángel a la Doncella de Nazaret.
132. So 3, 14-16.
133. JUAN PABLO II, Audiencia del 1-V-1996, n. 2, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 87.
134. Cfr. ibidem. El libro de Joel parece que fue compuesto alrededor del año 400 a. C. y
presenta una clara dependencia literaria y temática con las profecías de Amós, Oseas,
Isaías, Miqueas y Sofonías.
135. Jl 1, 15; 2, 1. 11; 3, 4; 4, 14.
136. Jl 4, 1-8.
137. Jl 4, 18-21.
138. Jl 2, 21-27.
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JUAN LUIS BASTERO
Primera visita del Papa Juan
Pablo II a Polonia. Al fondo, un
gran mural con la virgen de
Czestochowa, junio de 1979.
(Álbum del Papa Juan Pablo
II, ed. Punto Editorial, Madrid
1982, p. 93).
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EL ANTIGUO TESTAMENTO EN LAS CATEQUESIS MARIANAS DE JUAN PABLO II
Más cercana es la perícopa del libro de Zacarías139: “Regocíjate, hija de
Sión, grita de júbilo, hija de Jerusalén, mira tu rey viene hacia ti, es justo
y victorioso... Anunciará la paz a las naciones”140. Este texto está utilizado
por san Mateo, como una cita de cumplimiento, en la escena de la entrada
de Jesús en Jerusalén141. Zacarías invita a la alegría a la hija de Sión, para
celebrar la llegada de los tiempos del reino mesiánico. Esa alegría se verifica
en María, la excelsa hija de Sión, porque ella con su fiat hace que nazca en
esta tierra el Mesías Rey prometido.
Por último el Romano Pontífice acude a un texto de Isaías en el que el
profeta invita a la alegría a la nueva Sión: “Exulta, estéril, la que no diste a
luz, prorrumpe en cantos de júbilo y alégrate, la que no tuviste dolores de
parto, porque son más los hijos de la abandonada que los hijos de la casada,
dice el Señor142. La esposa estéril que se vuelve fecunda es una imagen
tradicional en el Antiguo Testamento143 y es una imagen paralela a la de la
esposa infiel y repudiada que de nuevo es perdonada, cortejada y recibida
por el esposo144. También con toda propiedad puede aplicarse a María este
oráculo divino, porque su entrega virginal al Señor ha sido premiada con
una fecunda maternidad espiritual.
El Papa saca la siguiente enseñanza mariana de estos tres textos
proféticos veterotestamentarios: “Los tres motivos de la invitación a la
alegría –la presencia salvífica de Dios en medio de su pueblo, la venida del
rey mesiánico y la fecundidad gratuita y superabundante– encuentran en
María su plena realización y legitiman el rico significado que la tradición
atribuye al saludo del ángel. Éste invitándola a dar su asentimiento a la
realización de la promesa mesiánica y anunciándole la altísima dignidad de
139. Zacarías nació en Babilonia y retornó a Judea el año 537 a. C. Era de estirpe sacerdotal y
sucedió como jefe de la familia a su abuelo Idó. Fue contemporáneo a Ageo, pero su
magisterio se extendió por más tiempo.
140. Za 9, 9-10. Cfr. JUAN PABLO II, Audiencia del 1-V-1996, n. 3, en La Virgen María, o. c. en
nota 1, p. 87.
141. Cfr. Mt 21, 5.
142. Is 54, 1
143. Cfr. Is 2, 5; Sal 113, 9.
144. Cfr. Is 54, 4; a Limal, 16-22.
145. JUAN PABLO II, Audiencia del 1-V-1996, n. 3, en La Virgen María, o. c. en nota 1, pp. 87-88.
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JUAN LUIS BASTERO
Madre del Señor, no podía menos de exhortarla a la alegría”145.
La salutación angélica chaire nos hace descubrir ya desde el comienzo de
la escena que María es la nueva y excelsa hija de Sión146. Es el paradigma que
con su fiat realiza la alianza esponsal definitiva con Dios. “La Virgen acoge
el mensaje en nombre del pueblo de David, pero podemos decir que lo
acoge en nombre de la humanidad entera, porque el Antiguo Testamento
extendía a todas las naciones el papel del Mesías davídico”147.
La personificación esponsalicia hija de Sión al ser asumida por María
deja de tener un sentido colectivo –personificación del pueblo de Israel–,
para significar una persona individual que representa a toda la humanidad.
Por eso “Ella acoge así, de modo muy particular, la alegría anunciada por
los oráculos proféticos, una alegría anunciada por los oráculos proféticos,
una alegría que aquí, en el cumplimiento del plan divino, alcanza su
cima”148.
Juan Luis BASTERO
Facultad de Teología
UNIVERSIDAD DE NAVARRA
146. Cfr. CONCILIO VATICANO II, Const. Lumen gentium, n. 55.
147. JUAN PABLO II, Audiencia del 1-V-1996, n. 4, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 88.
148. Ibidem, n. 5, en La Virgen María, o. c. en nota 1, p. 89.
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