La influencia del empleo sobre la evolución de la población regional

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La influencia del empleo sobre la evolución de la población regional
(Artículo publicado en el nº 8 del Boletín Económico de Caja España, pp. 112-121)
Julio López Díaz. Universidad de Valladolid
Además de la más que evidente influencia que el tipo de sistema de ordenación del territorio
ejerce sobre la distribución de la población entre el campo y la ciudad, los principales factores
que tradicionalmente explican el reparto espacial de la población son de naturaleza económica
(producción y empleo) y social (condiciones sanitarias de esperanza de vida, condiciones
socio-culturales que influyen en las tasas de natalidad, etc.). A este respecto, la razón de ser
de este artículo tiene que ver con las de tipo económico, y en concreto con la justificación de la
influencia que lo económico ejerce sobre lo demográfico, primero trazando a grandes rasgos
las vías de influencia para el caso concreto de Castilla y León (una de las comunidades
autónomas que más padece el problema de la despoblación), para a continuación intentar
ilustrar y cuantificar la influencia que la capacidad de creación de empleo de una región ejerce
sobre su evolución demográfica.
La influencia de la economía sobre la población: el caso de Castilla y León
Reconociendo de antemano tanto la complejidad del fenómeno como la existencia e
importancia de otros muchos factores (menor inmigración extranjera, dispersión territorial de los
núcleos de población, etc.), no puede dudarse que la estructura demográfica actual de la
comunidad autónoma castellano y leonesa es en buena parte consecuencia de la situación
económica existente en ella desde mediados del siglo XX. En este sentido, desde el censo
poblacional1 de 1950 se han registrado sucesivas reducciones en el número de habitantes de
nuestra comunidad autónoma, siendo la más importante la que se produjo entre 1961 y 1971,
cuando la población de Castilla y León disminuyó en 225.000 habitantes por razones
estrictamente migratorias. Para explicar dicho éxodo, debe recordarse que en esa época se
aceleró en toda España el ajuste de un sector agrario en un proceso que implicó una masiva
destrucción de puestos de trabajo en las actividades agrarias y ganaderas y la consiguiente
búsqueda de empleo en los restantes sectores de la actividad (industria, construcción y,
fundamentalmente, servicios) generando un acusado proceso migratorio campo – ciudad en
todo el territorio nacional. En este contexto, Castilla y León no fue capaz de absorber el
excedente de mano de obra proveniente del sector agrario, debido tanto al bajo nivel de
actividad económica relativa (en esa época nuestra comunidad autónoma generaba menos del
8 por ciento de la producción nacional) como a la descompensada estructura productiva
sectorial castellano leonesa, con un sector agrario sobredimensionado (suponía algo más del
13 por ciento del VAB agrario de España) y un sector servicios poco desarrollado en términos
1
Todos los datos utilizados en este apartado de los que no se cite expresamente su fuente pueden
consultarse en la página web del Instituto Nacional de Estadística (www.ine.es), los demográficos en el
apartado “Demografía y Población” y los económicos en el apartado de “Economía/Cuentas Económicas”.
1
relativos (la actividad de los servicios castellano leoneses representaba en aquella época poco
más del 6 por ciento del VAB de este sector a nivel nacional). El resultado fue que un alto
porcentaje de la población castellano leonesa que abandonaba los núcleos rurales de la región
emigró hacia ciudades situadas en otras regiones (excepto el caso de Valladolid) en búsqueda
de mayores probabilidades de encontrar empleo y de mayores salarios.
En términos demográficos, la consecuencia inmediata para Castilla y León de dicho éxodo fue
la ya aludida merma de población en términos absolutos, mientras que la secuela derivada ha
sido la pérdida de los potenciales descendientes de la población que emigró, lo que incide en la
estructura demográfica castellano y leonesa actual, caracterizada por la elevada edad media
de sus habitantes y por la escasez relativa de mujeres en edad de procrear. Así, Castilla y León
es (junto con Asturias) de las comunidades autónomas con un menor porcentaje de mujeres
con edades comprendidas entre los 15 y los 44 años, con un mayor porcentaje de mayores de
65 años, y con un menor peso de la población menor de 15 años. Todo ello explica que en la
actualidad Castilla y León presente bajas tasas de natalidad y altas tasas de mortalidad,
generándose en nuestra comunidad autónoma una dinámica en la que las muertes son
superiores a los nacimientos, lo que se traduce en la existencia de saldos vegetativos
negativos desde el año 1988.
La segunda consecuencia demográfica de la situación económica castellano-leonesa nos lleva
a explicar las decisiones de migración y de baja natalidad de los jóvenes de la región. A lo largo
de la segunda mitad del siglo XX, se han mantenido –cuando no acentuado- las deficiencias
productivas de nuestra comunidad autónoma. Así, el peso de Castilla y León en el escenario
económico nacional se ha ido reduciendo progresivamente, tanto en términos de producción
como de empleo, arrastrando en su caída a la población, tal y como descubre el cuadro 1. En
este sentido, si se compara la importancia que tenía nuestra comunidad autónoma hace 40 o
50 años con la que tiene en la actualidad en aspectos tan relevantes como producción, empleo
y población, se concluye que en los tres casos Castilla y León ha perdido relevancia
notoriamente, convergiendo hacia registros en torno al 5,5 por ciento.
Cuadro 1
Producción, empleo y población: ratio Castilla y León / España (en %)
1955
1965
1975
1986
1995
2005
Producción
7,49
6,71
5,84
6,23
6,10
5,40
Empleo
8,51
7,01
7,02
6,44
5,40
Población
9,85
8,76
7,39
6,72
6,37
5,69
Fuente: Renta Nacional España (FBBVA), Cont. Regional (INE), EPA (INE) y elaboración propia
Las causas de esta pérdida de importancia de la actividad productiva regional en el contexto
nacional son varias, destacando la descapitalización relativa de nuestra comunidad autónoma.
Así, según datos de la Fundación BBVA (1999)2, el stock de capital físico castellano leonés
2
Fundación BBVA (1999): Renta Nacional de España y su distribución provincial. Años 1955 a 1993.
Avances 1994 a 1998. Fundación BBVA. Madrid
2
suponía en 1965 el 8,4 por ciento del existente en España, un porcentaje que se ha reducido
hasta el 6,4 por ciento en 1998. Esta reducción relativa del capital físico regional puede
explicarse por dos factores. El primero, la existencia de tasas internas de rentabilidad del
capital privado en Castilla y León inferiores a las advertidas en España, lo que implica menores
ritmos de crecimiento de la inversión privada y, en consecuencia, una disminución del peso del
capital privado regional en el total nacional (en concreto, del 7,8 por ciento en 1965 al 6,0 en
1998). La segunda, el menor esfuerzo inversor de las administraciones públicas, lo que llevó
consigo un deterioro del nivel relativo de capital público existente en nuestra comunidad
autónoma, y así en 1965 suponía el 13,8 por ciento del total, mientras que en 1998 dicho
porcentaje se redujo hasta el 7,9 por ciento.
Por otro lado, a pesar del proceso de ajuste experimentado en los últimos 40 años, el sector
agrario sigue teniendo un peso en la actividad regional muy superior al advertido en el resto de
España. Así, en 2004 el VAB agrario regional suponía el 10,59 por ciento del nacional. Por su
parte, el sector servicios sigue teniendo un peso en la actividad regional inferior al advertido en
el resto de España, en especial los servicios de mercado, dentro de estos los destinados a
empresas, y dentro de estos, los servicios avanzados a empresas, los que necesitan
trabajadores más cualificados. Así, en 2004, el VAB del sector servicios regional suponía el
5,14 por ciento del nacional, y dentro de éste, el VAB de los servicios de mercado representaba
tan sólo el 4,71 por ciento del nacional. La consecuencia de esta evolución del escenario
macroeconómico regional es la existencia en la actualidad de tasas de desempleo superiores a
la media nacional para determinados colectivos, en especial el femenino y el juvenil, lo que
hacen que las probabilidades de encontrar un empleo adecuado a la formación de cada joven
sean inferiores en nuestra comunidad. Por otro lado, en Castilla y León existen menores
niveles salariales que en otras comunidades autónomas (en 2004, un 8,3 por ciento inferior al
nacional, y casi un 25 por ciento inferior al existente en la comunidad autónoma de Madrid).
Ambos factores provocan que en Castilla y León la renta laboral esperada sea notablemente
inferior a la advertida en el resto de España, siendo dos las posibles respuestas de los jóvenes
castellano-leoneses ante esta situación: la migración, y la anteposición de las decisiones
profesionales a las personales.
En cuanto a la migración, aunque es cierto que los incentivos a emigrar han disminuido en
comparación con los existentes en los años cincuenta y sesenta (población más vieja,
protección de desempleo, incentivos fiscales a la adquisición de la vivienda habitual... etc.),
existe un colectivo, el de los más jóvenes y cualificados, a los que les compensa salir de la
comunidad autónoma en búsqueda de una mayor renta laboral esperada, es decir, de más
probabilidades de encontrar empleo y de mayores salarios. En este sentido, entre 1998 y 2004
el saldo migratorio de Castilla y León con relación a otras comunidades autónomas se tradujo
en una pérdida de -23.505 personas con edades comprendidas entre 25 y 34 años, la mayor
merma (tanto en términos absolutos como en relativos) entre todas las comunidades
autónomas de España. En cuanto a la segunda respuesta, la anteposición de las decisiones
profesionales (búsqueda de empleo, mayor formación) a las personales-familiares (se pospone
3
o no se realiza el matrimonio, se retrasa la maternidad), debe decirse que entre 1981 y 2004
Castilla y León presentaba en términos promedio la tasa bruta de nupcialidad más baja de toda
España: 4,26 matrimonios por cada mil habitantes, lo que implica, dado que la mayoría de los
hijos se tienen dentro del matrimonio, que la menor nupcialidad conlleve una menor natalidad.
Igualmente, una menor tasa de nupcialidad implica tener el primer hijo más tarde, y en este
sentido, entre 1981 y 2004 la primera maternidad se alcanzaba en promedio a los 30 años en
Castilla y León (siendo la comunidad autónoma con la quinta edad más elevada de toda
España), y a los 31,6 años en el año 2004, una edad que desincentiva la posibilidad de tener
un segundo hijo.
El resultado final ha sido un quebranto demográfico cuya magnitud es cuantificable de la
siguiente forma: en el año 1900 de cada 1.000 españoles 120 residían en Castilla y León,
mientras que en 2005 sólo 54 de cada 1.000 residen en la comunidad autónoma castellano y
leonesa. La cuestión a dilucidar es si esta presumible influencia que sobre lo demográfico
ejerce la economía, en general, y el empleo, en particular, justificada para el caso de Castilla y
León, se advierte para la totalidad de comunidades autónomas, la cual se tratará de responder
en el siguiente apartado.
Población y empleo por comunidades autónomas
Comenzando por la situación actual (que podríamos calificar como escenario coyuntural), el
cuadro 2 recoge las tasas de crecimiento del empleo y de la población por comunidades
autónomas entre 1996 y 2005, un período de 10 años lo suficientemente largo como para que
se advierta la estrechez del vínculo entre ambas variables.
Cuadro 2
Evolución de la población y el empleo por CCAA (1996-2005)
Andalucía
Aragón
Asturias
Balears
Canarias
Cantabria
Castilla-La Mancha
Castilla y León
Cataluña
Comunidad Valenciana
Extremadura
Galicia
Madrid
Murcia
Navarra
País Vasco
Rioja
Población
1996
2005 Var.(%)
8,5
7.234.873 7.849.799
6,9
1.187.546 1.269.027
-1,0
1.087.885 1.076.635
29,3
760.379
983.131
22,5
1.606.534 1.968.280
6,6
527.437
562.309
10,6
1.712.529 1.894.667
0,1
2.508.496 2.510.849
14,9
6.090.040 6.995.206
17,0
4.009.329 4.692.449
1,3
1.070.244 1.083.879
0,7
2.742.622 2.762.198
18,8
5.022.289 5.964.143
21,7
1.097.249 1.335.792
14,0
520.574
593.472
1,3
2.098.055 2.124.846
13,6
264.941
301.084
1996
1.883.550
418.425
326.850
292.875
510.975
159.525
516.175
795.650
2.275.350
1.321.500
288.275
940.900
1.760.925
332.450
200.875
719.225
91.525
Empleo
2005
2.959.600
568.500
405.200
468.100
836.100
239.200
763.700
1.022.700
3.291.100
2.053.100
385.800
1.130.100
2.858.800
569.700
274.400
958.200
140.800
Var.(%)
57,1
35,9
24,0
59,8
63,6
49,9
48,0
28,5
44,6
55,4
33,8
20,1
62,3
71,4
36,6
33,2
53,8
Fuente: Padrón (INE): población 1996 y 2005; EPA (INE): empleo 1996 y 2005 (media anual)
De su observación parece entreverse la influencia que el empleo ejerce sobre la población, a la
vista de que son las comunidades autónomas con mayores crecimientos del empleo (Canarias,
4
Baleares, Murcia y Madrid) las que experimentan los incrementos poblacionales más elevados.
Por el contrario, Asturias (-1,0 por ciento, 24,0 por ciento), Castilla y León (0,1 por ciento, 28,5
por ciento) y Galicia (0,7 por ciento, 20,1 por ciento) son las comunidades autónomas que
presentan los menores ritmos de crecimiento de ambas variables.
Es más, no es sólo el hecho de que exista una cierta relación entre el crecimiento del empleo
experimentado por una comunidad autónoma y su evolución demográfica, lo realmente
sobresaliente es que dicho vínculo se ajusta en gran medida a una relación lineal como ilustra
la figura 1, a pesar de la brevedad del período considerado. La interpretación que puede
efectuarse es que las diferencias entre las tasas de crecimiento de la población de las
comunidades autónomas entre 1996 y 2005 se explican en un 51 por ciento por sus diferencias
entre los ritmos de crecimiento del empleo para ese mismo período, y dicha relación se
encuentra apuntalada por una escasa dispersión de los datos, lo que implica una elevada
3
bondad del ajuste .
Figura 1
Influencia de la variación del empleo sobre la evolución de la población por CCAA (1996-2005)
35
BAL
Población (Tasa de variación)
30
25
MUR
CAN
20
VAL
MAD
CAT
15
NAV
RIO
CLM
CANT
10
AND
ARA
5
y = 0,51x - 12,21
2
R = 0,72
PV
GAL
0
AST
CYL
EXT
-5
0
10
20
30
40
50
60
70
80
Empleo (Tasa de variación)
Similar lectura cabe efectuarse a partir de los datos de crecimiento de la población y el empleo
de las provincias castellano y leonesas (cuadro 3) para el período 1996-2005, en especial si se
representan conjuntamente con el resto de provincias de España (figura 2). En este sentido
vuelve a apreciarse la relación positiva entre creación de puestos de trabajo y crecimiento
demográfico provincial, de forma que las diferencias entre las tasas de crecimiento de la
población de las provincias en los 10 años objeto de estudio se explican en un 42 por ciento
3
El R2 que aparece en la figura representa una medida de la bondad del ajuste. Cuanto mayor sea su
valor (el cual oscila entre cero y uno) menor será la dispersión en torno a la regresión, y por tanto mayor
será la representatividad del ajuste. Un valor de 0,72 es representativo de un buen ajuste, en especial si
se tiene en cuenta la brevedad del período de tiempo objeto de análisis.
5
por sus discrepancias entre los ritmos de creación de puestos de trabajo para ese espacio de
tiempo, y dicha relación se encuentra refrendada por un R2 de 0,67.
Cuadro 3
Evolución de la población y el empleo en las provincias castellano y leonesas (1996-2005)
Población
1.996
2.005 Var.(%)
169.342 167.032
-1,4
350.074 361.021
3,1
517.191 495.902
-4,1
180.571 173.471
-3,9
353.020 352.414
-0,2
147.770 155.517
5,2
92.848
92.773
-0,1
490.205 514.674
5,0
207.475 198.045
-4,5
Ávila
Burgos
León
Palencia
Salamanca
Segovia
Soria
Valladolid
Zamora
Ocupados
1.996
2.005 Var.(%)
49.100
63.900
30,1
121.300 159.375
31,4
159.450 184.650
15,8
54.425
71.750
31,8
110.000 142.075
29,2
51.025
69.400
36,0
32.850
37.975
15,6
164.475 224.725
36,6
53.100
68.875
29,7
Fuente: Padrón (INE): población 1996 y 2005; EPA (INE): empleo 1996 y 2005 (media anual)
Figura 2
Influencia de la variación del empleo sobre la evolución de la población por provincias (1996-2005)
35
30
Población (Tasa de variación)
25
20
15
10
y = 0,42x - 9,13
R2 = 0,67
5
0
-10
-5
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
Provincias España
Provincias CyL
Lineal (Provincias España)
-10
-15
Empleo (Tasa de variación)
Detectada la influencia ejercida por la creación de puestos de trabajo sobre la evolución
demográfica, la intuición sería que la fortaleza del vínculo fuese tanto mayor cuanto más largo
fuera el período de tiempo considerado. En este sentido, el cuadro 4 recoge las tasas de
crecimiento de la población y el empleo por comunidades autónomas entre 1955 y 2005, un
período de 50 años lo suficientemente largo como para que se advierta el carácter estructural
de la conexión existente entre ambas variables. En este sentido se advierte que Madrid, que es
la comunidad autónoma que más ha crecido en términos de empleo (el 222 por ciento),
también es la primera en términos de población (el 170 por ciento); igualmente Canarias es la
segunda comunidad autónoma con mayores incrementos en sendas variables (129 por ciento
en empleo y 152 por ciento en población); Baleares es la tercera en ambas, Cataluña la cuarta,
etc. En el lado contrario, Extremadura es la comunidad autónoma que presenta el peor
6
comportamiento en el empleo (-22 por ciento) y la población (-21 por ciento), seguida por
Castilla y León (-10 por ciento y -12 por ciento), etc. Es más, no es sólo el que se advierta una
muy importante influencia del crecimiento del empleo sobre la evolución demográfica de las
comunidades autónomas. Lo realmente reseñable es que dicho vínculo mejora muy
notablemente si se compara con el obtenido para el escenario 1996-2005, al ajustarse
perfectamente a una relación lineal como ilustra la figura 3. En este caso, las diferencias
existentes entre las tasas de variación de la población de las comunidades autónomas que
constituyen el territorio nacional se explican en un 82 por ciento por las tasas de crecimiento
que experimenta el empleo en esas comunidades autónomas, y dicha relación se encuentra
respaldada por un ajuste casi perfecto, con un R2 de 0,97.
Cuadro 4
Evolución de la población y el empleo por CCAA (1955-2005)
Andalucía
Aragón
Asturias
Balears
Canarias
Cantabria
Castilla-La Mancha
Castilla y León
Cataluña
Comunidad Valenciana
Extremadura
Galicia
Madrid
Murcia
Navarra
País Vasco
Rioja
Población
1955
2005 Var.(%)
36,8
5.739.243 7.849.799
15,3
1.100.393 1.269.027
15,3
933.779 1.076.635
127,5
432.185
983.131
129,0
859.386 1.968.280
34,7
417.591
562.309
-5,7
2.008.225 1.894.667
-12,2
2.860.705 2.510.849
98,0
3.533.769 6.995.206
96,6
2.387.183 4.692.449
-21,1
1.373.181 1.083.879
5,9
2.607.202 2.762.198
169,8
2.210.435 5.964.143
71,9
777.301 1.335.792
51,4
392.022
593.472
78,1
1.192.772 2.124.846
30,8
230.174
301.084
1955
1.979.888
462.609
401.942
190.844
331.400
181.532
735.392
1.134.266
1.570.571
1.082.296
496.811
1.088.535
888.239
284.703
170.884
540.033
101.675
Empleo
2005
2.959.600
568.500
405.200
468.100
836.100
239.200
763.700
1.022.700
3.291.100
2.053.100
385.800
1.130.100
2.858.800
569.700
274.400
958.200
140.800
Var.(%)
49,5
22,9
0,8
145,3
152,3
31,8
3,8
-9,8
109,5
89,7
-22,3
3,8
221,9
100,1
60,6
77,4
38,5
Fuente: Renta nacional de España y su distribución provincial (FBBVA): población 1955 y empleo 1955; Padrón (INE):
población 2005; Encuesta de Población Activa (INE): empleo 2005 (media anual)
7
Figura 5
Influencia de la variación del empleo sobre la evolución de la población por CCAA (1955-2005)
200
MAD
Población (Tasa de variación)
150
BAL
CAN
CAT
VAL
100
PV
y = 0,82x + 2,47
R2 = 0,97
MUR
50
CANT
AST
GAL
CLM
0
NAV
AND
RIO
ARA
CYL
EXT
-50
-50
0
50
100
150
200
250
Empleo (Tasa de variación)
Similar interpretación podemos efectuar para las provincias castellano y leonesas a partir de los
datos de población y empleo entre 1955 y 2005. Tal y como revela el cuadro 4, Valladolid es la
única provincia que en estos 50 años ha ganado población (un 45 por ciento) al tiempo que es
la que experimenta un muy importante crecimiento del empleo (un 64 por ciento). Junto con la
vallisoletana, sólo Burgos ha visto crecer su ocupación (el 4 por ciento), siendo la provincia que
de las 8 restantes menos población ha perdido en este período (-7 por ciento). En el lado
contrario, se advierte una cierta correlación entre las provincias que más empleo han destruido
y las que más población han perdido, una correlación que para el conjunto de las provincias
españolas se traduce en una capacidad de explicación del 84 por ciento, siendo de nuevo el
ajuste prácticamente perfecto (el R2 es de 0,94), tal y como se advierte en la figura 6.
Cuadro 5
Evolución de la población y el empleo en las provincias castellano y leonesas (1955-2005)
Ávila
Burgos
León
Palencia
Salamanca
Segovia
Soria
Valladolid
Zamora
Población
1.955
2.005 Var.(%)
245.633
167.032
-32,0
390.249
361.021
-7,5
563.218
495.902
-12,0
233.059
173.471
-25,6
409.779
352.414
-14,0
199.095
155.517
-21,9
154.901
92.773
-40,1
355.135
514.674
44,9
309.636
198.045
-36,0
Ocupados
1.955
2.005 Var.(%)
101.957
63.900
-37,3
153.743
159.375
3,7
251.947
184.650
-26,7
90.593
71.750
-20,8
147.627
142.075
-3,8
71.546
69.400
-3,0
56.471
37.975
-32,8
136.808
224.725
64,3
123.574
68.875
-44,3
Fuente: Renta nacional de España y su distribución provincial (FBBVA): población 1955 y empleo 1955; Padrón (INE):
población 2005; Encuesta de Población Activa (INE): empleo 2005 (media anual)
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Figura 6
Influencia de la variación del empleo sobre la evolución de la población por provincias (1955-2005)
200
Población (Tasa de variación)
150
100
y = 0,84x - 1,27
R2 = 0,94
50
Provincias España
Provincias CyL
Lineal (Provincias España)
0
-50
0
50
100
150
200
250
-50
Empleo (Tasa de variación)
Conclusiones
La principal conclusión que se obtiene de este trabajo es la existencia, fuera de toda duda, de
una muy importante influencia de lo económico sobre lo demográfico (y no al revés), en el
sentido de que las diferencias advertidas entre los ritmos de variación poblacional de todo
espacio geográfico se explican en un muy elevado porcentaje por las discrepancias entre sus
tasas de incremento de la ocupación, apreciándose que los mayores crecimientos
demográficos los experimentan las comunidades autónomas, las provincias o los municipios
donde el empleo ha crecido a tasas más elevadas. Se confirma así la idea de que, junto con
otros aspectos relacionados con la calidad de vida, las condiciones de empleo se constituyen
en el principal factor de fijación de la población en un territorio determinado, sobre todo si se
tiene una visión temporal lo suficientemente amplia. En este sentido, el que cuanto más amplio
sea el horizonte temporal considerado mayor sea la capacidad explicativa de las variaciones
del empleo sobre la tasa de crecimiento demográfico (en el caso de las comunidades
autónomas 51 por ciento entre 1996 y 2005, 82 por ciento entre 1955 y 2005) y más elevada
sea la bondad del ajuste (R2 de 0,72 entre 1996 y 2005 y de 0,97 entre 1955 y 2005) no hace
sino confirmar que coyunturalmente es posible incidir sobre la población por medio de políticas
“demográficas” de apoyo a la fecundidad, a la familia, o de actuaciones de mejora de servicios
en el mundo rural, etc., pero que la tendencia poblacional de un determinado territorio, la de
largo plazo, no es sino el reflejo de su evolución económica, y es ahí donde debe hacerse
hincapié si de lo que se trata es de conseguir frenar el proceso de despoblación de buena parte
del territorio castellano y leonés.
En consecuencia, desde esta perspectiva económica, toda propuesta que surja con la finalidad
de frenar la sangría demográfica que viene experimentando Castilla y León en los últimos
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cincuenta años debe concretarse en un incremento del ritmo de generación de empleo en
nuestra comunidad autónoma. Puede servir de referencia lo sucedido en otras regiones como
Castilla-La Mancha, una comunidad autónoma que ha visto cómo sus continuas pérdidas
demográficas (entre 1900 y 1981 el perfil de su evolución demográfica es idéntico a la
experimentada por Castilla y León) se han tornado en ganancias desde que ha incrementado
sus ritmos de crecimiento de la ocupación, especialmente en el sector secundario de la
actividad.
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