Las controversias constitucionales y la competencia de la Suprema Corte Min. Juan José Gudiño Pelayo Inicio mi intervención expresando mi agradecimiento a la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación y al Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral por su amable invitación a este evento. Particularmente, quiero expresar mi agradecimiento al Dr. Eduardo Castellanos Hernández, Director General de Compilación y Consulta del Orden Jurídico Nacional de la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación. Es una distinción que mucho aprecio por la oportunidad para compartir con ustedes algunos de los criterios sustentados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en controversias constitucionales, en relación con su ámbito competencial. En ésta sesión me propongo exponer de manera suscinta, a través de algunos casos emblemátios, la evolución de los alcances que la Corte ha determinado de su propia competencia, la cual, tanto en el amparo como en la controversia constitucional, ha transitado de manera rápida y sin mayor trámite, de la autorrestricción, es decir, del reconocimiento de límites claros y precisos, a la posición que sostiene que cualquier violación a cualquier norma jurídica es reparable, si se cometió en perjuicio de un particular, a través del amparo, y si lo fue contra un órgano del Estado o un nivel del gobierno, por la controversia constitucional. En nuestra cultura judicial, que por supuesto incluye al foro y a los justiciables, la ampliación de la competencia de los órganos de control constitucional: Juzgados de Distrito, Tribunales Colegiados de Circuito y Suprema Corte de Justicia de la Nación, se considera y, en realidad lo es, que éstas medidas extienden la cobertura protectora que se brinda a los justiciables, sean estos particulares, órganos del Estado, o niveles de gobierno y en consecuencia, se valora de manera positiva, porque refleja, al decir de muchos, un espíritu liberal y progresistsa, hoy se diría además garantista. Ser liberal, progresista y garantista, son cualidades en sí mismas muy deseables, pues son calificativos que a todos halagan y que, además, confieren buen prestigio tanto personal como institucional. De ahí que la restricción de competencias se enfrente en primer lugar a un obstáculo de carácter cultural. Sin embargo, ésta manera de pensar y de sentir, ha traído entre sus consecuencias, cancelar la posiblidad de estructurar un sistema de justicia real y efectivamente federal, como intentaré demostrar a lo largo de ésta exposición. Además, claro está, de la saturación de los órganos judiciales federales, lo que ha producido un crecimiento desmedido de los mismos, con los problemas presupuestarios y de organización que esto conlleva, temas, éstos últimos, de los que no me habré de ocupar por ahora. 1 Las competencias de los tribunales constitucionales se encuentran de modo fundamental en la Constitución, sucede que los tribunales constitucionales son los interpretes últimos y definitivos de la Constitución, por lo que al final del día son ellos los que determinan su propia competencia, vía interpretación constituconal. Si alguna competencia residual quedara, en su Ley Orgánica, ésta también se encuentra bajo su control absoluto. En el caso de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se advierte, a lo largo de la historia, una tensión entre la autorrestricción y el activismo. Por razones muy loables de justicia, de resolver no solo los problemas de constitucionalidad sino también de legalidad, en los casos en que una interpretación federalista de la constitución podrá llevarla sólo con los asuntos constitucionales, como ya lo ha intentado en alguna epocas de su historia. Pero una pregunta que me parece que es fundamental: ¿A partir de que norma o principio constitucional puede estructurarse un sistema judicial federal?. La respuesta a mi entender, no representa dificultad alguna, recordarán ustedes que el artículo 40 de nuestra constitución, dispone que: “es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una república representativa, democrática y federal”, compuesta por estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interno, pero unidos en una federación establecida según los principios de ésta ley fundamental; y el artículo 41, establece que el pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión, en casos de la competencia de éstos y por los de los estados en los que toca a sus regímenes interiores, en los términos respectivamente establecidos por la presente Constitución Federal y las particulares de los estados, las que en ningún caso podrán contravenir las estipulaciones del pacto federal. No me ocuparé de los demás preceptos de la Constitución, que inciden en la configuración de nuestro régimen federal de gobierno, éstos nos alejarían de nuestro propósito, tampoco abordaré aquí la distinción que establece el tratadista Felipe Tena Ramírez, entre soberanía y autonomía para concluir que los estados son autónomos no soberanos porque dicha discusión, en buena medida de carácter académico, no afecta el análisis que pretendo compartir con ustedes. De la lectura de los artículos 40 y 41, se desprende: Primero, la Constitución reserva un espacio, al que denomina ‘régimen interior’, a los estados para que puedan actuar con plena autonomía. Segundo, los estados dentro de su régimen interior, ejercen soberanía, así lo dispone expresamente el artículo 41. Tercero, el límite para la actuación de los estados en su régimen interior es la Constitución Federal. Cuarto, en consecuencia, las decisiones de los estados en su régimen interior, que no vulneren de manera directa la Constitución, son intocables. A mi juicio, éstos aspectos pertenecen a la escencia del régimen federal. Hoy en día, la autonomía de los estados respecto a su régimen interno ha desaparecido en la 2 práctica, se ha desdibujado. Cualquier resolución que tomen dentro de éste marco, se revisará a través del amparo o de la controversia constitucional. Las consecuencias que se derivan de lo dispuesto por los artículos 40 y 41 de la Constitución, a que me he referido, sirvieron de base por lo menos a dos resoluciones de la Suprema Corte dictadas a más de 120 años de distancia una de otra. En ambas, se declara incompetente la Corte para conocer de violaciones de legalidad que corresponden, en exclusiva, al régimen interno de los estados. Éstas ejecutorias son la sentencia dictada el 11 de abril 1874 también conocida como Amparo Morelos, y la controversia constitucional 3/93, promovida por el Ayuntamiento de San Pedro Garza García, en contra del Congreso del Gobernador y el Secretario de la Contraloría General, todos del Estado de Nuevo León, resuelta el 6 de noviembre de 1995, es decir, 121 años después de la resolución del Amparo Morelos; sin embargo, vamos a ver la gran similitud que existe entre los criterios de ambas ejecutorias. El Amparo Morelos. Este amparo fue promovido por varios terratenientes del Estado de Morelos contra la Ley de Presupuesto expedida el 12 de octubre de 1873, que el director de rentas intentó aplicar. Alegaban los quejosos la incompetencia de origen, o incompetencia absoluta, como también se llamó, de la autoridad que expidió la ley y de la que la sancionó. Es preciso recordar, que en ésta época regía una interpretación del artículo 16, que autorizaba a los jueces federales, vía amparo, a examinar la legitimidad de los títulos de las autoridades, nombramiento, elecciones, duración del cargo, etc. A ésta facultad, que se atribuyó la Corte, se le denominó competencia de origen, incompetencia de origen o incompetencia absoluta. En el caso de éste amparo, en el caso del Amparo Morelos, se alegaba la incompetencia de origen del Gobernador del Estado, un General Leyva, por haber sido reelecto, en violación a lo dispuesto por la Constitución federal y la Constitución del Estado. También se alegaba la incompetencia de origen o incompetencia absoluta, de la Legislatura, por no estar debidamente integrada. Es importante, para nuestro análisis, leer los considerandos de la sentencia que por otra parte, no son muy extensos. Creo que la sentencia en conjunto no pasa de tres cuartillas; si las comparamos con las sentencias que ha dictado la Corte en ésta integración -que a veces tienen más de novecientas hojas- pues es una sentencia pequeña. Entonces, me voy a permitir leer, únicamente los considerandos de esa sentencia donde se refleja con claridad el criterio federalista en que se sustentó ésta resolución. “Considerando en cuanto a la manera en que se encontraba constituida la Legislatura de Morelos, al expedir la Ley de Presupuesto: Primero, que el único vicio que se objeta es el de haber integrado su quórum, el diputado Llamas, que había sido declarado tal, contraviniendo a lo dispuesto en la fracción novena del artículo 33 de la Constitución del Estado, que prohíbe a los jefes políticos el poder ser electos diputados en el distrito en el que mandan. 3 Segundo, que lo dispuesto en esa fracción y artículo, no es de la escencia del gobierno representativo popular, ni está prescrito en la Constitución Federal y lo único y lo mismo puede estar o faltar en la Constitución de Morelos, como está o falta en la de los otros estados, sin dejar por eso de ser conformes a la Ley Federal. Tercero, que por lo mismo, lo dispuesto en esta fracción y artículo es un derecho que el estado de Morelos a querido establecer para su régimen interior, en virtud de su propia autonomía, y es de su exclusiva responsabilidad el sostenerlo, derogarlo o reformarlo, sin que los Tribunales de la Federación tengan que ver en su aplicación y cumplimiento. Cuarto, que por otra parte, es de la escencia misma del sistema de gobierno, por interés de la libertad electoral, el que los colegios electorales superiores califiquen la elección de sus miembros; el que esas calificaciones sean irrevisables y el que lo así hecho, quede definitivamente legitimado”. Así es como hoy debe estimarse la declaración hecha con respecto al diputado Llamas, que en consecuencia ha sido legítima y competente la Legislatura de Morelos al expedir la Ley de Presupuestos, es decir, como se trata de una cuestión relativa al régimen interno, y aún cuando se detecta la aparente violación de la constitución local, la Corte se abstiene de pronunciarse. Considerando en cuanto a la manera en que fue electo el gobernador que sancionó la ley: Primero, que el vicio que se le objeta por haber obtenido los dos tercios de los votos del estado, no es de estimarse por la justicia federal por no ser ese derecho de la escencia del sistema, sino propio del estado y de su exclusiva responsabilidad. Segundo, que el segundo vicio que se le objeta de haber sido electo en contravención al artículo contitucional que prohíbe la reelección y sin que tal artículo se hubiera reformado, de la manera que la misma Constitución previene, sí es un vicio que afecta a la escencia misma del gobierno republicano representativo y al régimen constitucional que la Constitución federal garantiza a los estados en sus artículos 109 y 41. Tercero, que está probado bien y cumplidamente, que la reforma del artículo constitucional relativo, no se hizo de la manera que la misma Constitución previene. Cuarto, que en consecuencia el gobernador de Morelos, al sancionar la Ley del Presupuesto ha obrado como autoridad ilegítima y por lo mismo, incompetente, por tales razones y fundamentos y con apoyo en los artículos constitucionales, se decreta que es de confirmarse y se confirma la sentencia del inferior que declaró que la justicia de la unión ampara y protege a los señores Don Ramón Portillo y Gómez, etc., etc., contra la Ley de Hacienda del estado expedida el 12 de octubre de 1873, que el director de rentas trata de aplicarle. En ésta ejecutoria se advierte de manera nítida, el respeto al régimen interior de los estados. Se parte de una interpretación sistemática que armoniza las facultades de control de la Constitución federal otorgadas a la Suprema Corte con la autonomía que dicho ordenamiento otorga a los estados respecto a su régimen interior. En el amparo rápido, de manera rápida se perdió ésta armonía. 4 Bueno, la otra resolución muy similiar, dictada más de 120 años después es la controversia constitucional 3/93 del Ayuntamiento de San Pedro Garza García, Nuevo León;. En ésta controversia se reclama entre otras cuestiones, la exigencia de que los munícipes y servidores públicos del ayuntamiento presenten sus declaraciones patrimoniales ante la Contraloría del estado, lo cual estimaron invadía la esfera de acción del municipio. La Suprema Corte resolvió reconocer la validez de los actos impugnados, con base en las siguientes conclusiones en cuanto a la materia, fines y alcances de la controversia constitucional. Primero, dice la Corte; para determinar los planteamientos cuyo conocimiento corresponde a la Suprema Corte, propuestos mediante la acción de controversia constitucional suscitada entre un estado y uno de sus municipios, debe tomarse en consideración: que los artículos 105 fracción I inciso i de la Constitución General de la República y artículo 10 fracción I de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, dice: “limitan su competencia aquellas controversias que versen sobre constitucionalidad de los actos o disposiciones generales impugnados, desprendiéndose de ahí que se trata de violaciones a disposiciones constitucionales del orden federal, por lo tanto, carece de competencia para dirimir aquellos planteamientos contra actos de los que sólo se atribuyan violaciones a la Constitución del estado, o leyes locales cuyo remedio corresponde establecer al constituyente local o a la legislatura de los estados.” Hasta aquí la cita. Como podrá advertirse, existe gran similitud, casi identidad, con los razonamientos vertidos en la sentencia del llamado Amparo Morelos, resuelto más de 120 años antes; no obstante ésta controversia parece inspirada en áquel amparo. Segundo, sigue diciendo la Corte, tomando en cuenta las pretenciones del actor, se procedió a determinar cuales son propias de la competencia de la Corte, para concluir que es parcialmente fundada la excepción de incompetencia invocada por la demandada. Las demandadas invocaron ésta excepción de incompetencia que la Corte estimó parcialmente fundada, ya que muchos de los planteamientos formulados en el escrito inicial, iban encaminados a aducir violaciones a la Constitución del estado de Nuevo León o a las leyes locales, o bien a la interpretación de las mismas, lo cuál, como se dijo, es del conocimiento exclusivo de las autoridades locales. Para mayor ilustración, se menciona que los conceptos de invalidez que no fueron analizados por la Corte, fueron textualmente los siguientes: “el inciso b, porque la interpretación que se pidió sobre el alcance del artículo 105 de la Constitución del estado de Nuevo León, no trasciende al ámbito de la Constitución federal. Inciso c, porque se pretendía una interpretación del artículo 115 de la Constitución local en relación con la Ley de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos del estado de Nuevo León; se estimó que tampoco trascendía a la Constitución federal El inciso f, subinciso a. Y, segundo, porque aún cuando éstos últimos el actor alude la invasión de la esfera municipal por parte del Congreso estatal, esa invasión no se hace derivar de una trasgresión a alguna disposición constitucional de orden federal, sino de la pretención 5 de que el artículo 16 de la Ley Orgánica de la Administración Pública Municipal tiene carácter de ley constitucional, con poder para modificar el artículo 129 de la Constitución local. De esta ejecutoria, se publicó la tesis, cuyo rubro es el siguiente: “Controversias constitucionales entre un estado y uno de sus municipios. A la Suprema Corte sólo compete conocer de las que se planteen con motivo a violaciones constituconales del orden federal”. Rápidamente se abandonó este criterio. La controversia 6/96, dictada tan sólo unos meses después de la que he comentado, fue una controversia promovida por el Municipio de Asunción, de Cuyotepeji, Oaxaca, en contra del Ejecutivo y el Legislativo de dicho estado, aunque en la ejecutoria no se admite en realidad el abandono de criterio, aunque en realidad, ustedes van a advertirlo, sí se abandonó el criterio. Para mayor claridad, me voy a permitir leer la parte medular de la ejecutoria. Dice la ejecutoria: “Es cierto como se señala, -se refiere aquí- a algunas de las demandadas estimaron que no había legado violaciones a la Constitución general y en consecuencia, que no se surtía la competencia de la Corte”. En ésta controversia a diferencia de la anterior, se alegaron sólo cuestiones que correspondían al régimen interno del estado de Oxaca, no había una violación directa a la Const.itución. Dice, sin embargo, “es cierto como se señala, que la controversia constitucional sólo podrá plantearse conceptos de invalidez en los que se aleguen violaciones a los preceptos de la Carta fundamental”. Sin embargo, en el caso a estudio, no cabe tener por infringida esta regla, ya que del análisis integral del escrito de demanda se aprecia que sustancialmente se alegan violaciones no sólo a lo artículo 115 de la Constitución, sino también al artículo 16, cuya norma genérica de legalidad, que obliga a todo tipo de autoridades, se pone en relación con otras disposiciones, sea de la Constitución local o de las leyes secundarias. La Suprema Corte considera que no hay impedimiento para examinar tal tipo de violaciones indirectas a la Constitución federal, siempre que estén vinculadas de modo fundamental con el acto o ley reclamadas, como sucede en el caso a estudio, donde se alegan trasgresiones atribuidas a la legislatura estatal dentro del proceso legislativo, que culminó con el ordenamiento combatido, que de ser fundadas, lo invalidarían. Este acto tribunal, estima que esta apertura es acorde con la finalidad perseguida en los artículos 105 constitucional, de someter a la decisión judicial, el exámen integral de validez de los actos inpugnados”. Tan sólo un breve comentario: ¿Con base en qué criterio debe determinarse cuándo las violaciones indirectas a la Constitución están vinculadas de modo fundamental con la ley o el acto y cuando no? ¿Porqué en la controversia 3 del 93, la del Municipio de Garza García, las violaciones indirectas a la Constitución federal, como la intepretación y alcance de los artículos 105, 115 y 129 de la Constitución local, no se consideraron como vinculadas de modo fundamental con el acto o ley reclamado? 6 No hay razón, la verdad es que sí hubo un cambio radical de criterio. El tiempo de que disponemos, no nos permite analizar todos los casos en que la Suprema Corte ha sustentado algún criterio importante, respecto a su competencia como tribunal constitucional, como el caso Tabasco, el caso Valle de Bravo, el caso Jalisco, etc.; prefiero centrarme en el análisis del caso Temixco, que es, a mi juicio, el más trascendente porque abre la posibilidad de analizar cualquier violación que se reclame, con independencia de su contenido, basado en un supuesto bienestar de la persona. Es un caso que a mi parece que es sumamente trascendente, posiblemente el más trascendente que se haya dictado en materia de controversias constitucionales. Y cuando hablo de trascendencia, no me refiero a que sea bueno o malo el criterio, en lo personal yo me he manifestado en contra de este criterio, porque considero que termina de manera definitiva con el régimen federal. El Ayuntamiento de Temixco, estado de Morelos, promovió controversia en contra del Congreso del mismo estado, demandando la invalidez del decreto mediante el cual se reconocía jurisdicción al municipio de Cuernavaca, Morelos en las áreas geográficas que especificaban dicha resolución. La mayoría de los integrantes del Pleno resolvió declarar procedente la controversia constitucional e infundados los actos impugnados, para efecto de que dentro de un plazo de 30 días hábiles, la demandada emitiera una nueva resolución en la que fundada y motivadamente examinara de manera integral el material probatorio; es decir, declaró inválida la resolución. En éste asunto destaca que el Tribunal pleno reconoció que todo concepto de validez es examinable en controversia constitucional, con independencia de su contenido, ya sea que consistiera en violaciones directas o indirectas a la Constitución, con base en el bienestar de la persona como argumento medular, como argumento central. A continuación resumiré los principales argumentos de la sentencia y la razón de mi sentimiento. Según señala la sentencia, no existe razón jurídica para dejar de exigir las obligaciones que imponen las garantías individuales a las autoridades cuando el destinatario del acto en lugar de ser un gobernado es también es una autoridad. Recuerden que en este amparo se invocó el artículo 16 constitucional, y el artículo 16 constitucional es un precepto que contiene garantías individuales, garantías para el gobernado. Me pregunto, ¿acaso significa que las relaciones entre las autoridades deben seguir las mismas formalidades que las relaciones entre gobernados y gobernantes? ¿acaso entre autoridades también hay la supra y subordinación que caracteriza las relaciones entre gobernados y gobernantes, o será, que la mayoría entiende que la relación entre un estado y uno de sus municipios es similar a la que existe entre autoridades y particulares?. Esto en lo personal se me antoja inadmisible. Por otra parte, cabe señalar que la razón para no considerar a los órganos del estado como titulares de garantías individuales, se desprende la propia naturaleza y teología de las mismas, es decir, de las garantías individuales. Segundo, a partir del concepto totalitario de orden jurídico constitucional, se señala que como la Suprema Corte tiene el deber de salvaguardarlo, cuando se ejercen medios de control constitucional, como es la controversia constitucional, también 7 éstos deben ser integrales, sin importar si se trata de la parte orgánica o dogmática de la Constitución, sin que se pueda admitir ninguna limitación -esto lo dice la ejecutoria- sin que se pueda admitir ninguna limitación al exámen de los conceptos de invalidez. En mi entender, esta lógica nos llevaría a concluir que todos los medios de justicia constitucional, tienen por objeto salvaguardar toda la Constitución. Esto no tiene por que ser así, no existen limitantes ni inconveniente alguno para que el constituyente cree medios de justicia constitucional que tengan por objeto salvaguardar una parte específica de la Constitución; basta con que el medio en cuestión tenga por objeto reparar una violación constitucional para que pueda considerarse un instrumento de justicia constitucional. Este poder todopoderoso no es válido. En nuestro sistema constitucional, no hay poder que todo lo pueda, no hay poder que esté sobre todos los demás, no hay poder que se pueda pronunciar respecto de todo. Los poderes ilimitados quedaron enterrados mucho tiempo atrás en la historia y en la actualidad no podemos intepretar que la Corte ni ningún otro poder u órgano detente el poder sin límites, menos so pretexto de salvaguardarla de la supremacía del orden jurídico constitucional. Esto atenta incluso, contra los principios fundamentales que abraza la propia Constitución. Tercero, a partir de la concepción bienestarista -recuerden que uno de los argumentos fundamentales es que el bienestar de la persona es lo que legitima a resolver todo tipo de violación, todo tipo de infracción. Yo lo que no entiendo es que se trataba de un mero problema de límites entre Temixco y Cuernavaca, donde quedaba el bienestar de la persona. Bueno, pero eso nunca lo entenderé-.Tercero, a partir de la concepción bienestarista, que la mayoría tiene respecto a lo que implica tener encomendada la resolución de diversos mecanismos de justicia constitucional, y hay que notar no conoce de todos, ha concluido que ello no permite a ésta Suprema Corte, admitir limitación alguna respecto de su jurisdicción, pues eso, dice iría en contra del pueblo soberano. Entonces, pregunto, ¿la competencia de la Corte o de cualquier otro órgano deriva de que pretenda a través del acto a emitir la realización del bienestar? ¿el bienestar del pueblo según quién?, ¿según los ministros de la Suprema Corte? ¿acaso no se supone que el sistema jurídico abraza ya los valores escenciales en determinada nación?. Si finalmente, la competencia o el alcance de la competencia de un órgano se definirá en tanto se produzca o no un bienestar con el acto que se pretende emitir, ¿qué caso tendría la existencia de un régimen de distribución de competencias?, ¿qué caso tendría la existencia de diferentes órdenes jurídicos parciales?, ¿qué caso tendría la existencia de un derecho escrito que limite el poder de los poderes, si finalmente, éste se puede ensanchar so pretexto de lograr un bienestar, si finalmente tener o no competencia para algo, dependerá de que el órgano pretenda el bienestar del pueblo?. Uno de los ideales más preciados de nuestra tradición jurídica, es vivir en un gobierno de leyes y no de hombres, es vivir bajo un sistema en el que las normas jurídicas que rigen la conducta humana no queden al arbitrio de quien va aplicarlas al caso 8 concreto, sino que el proceder de quien aplica o interpreta la norma, en principio esté determinado por su autor, por el legislador, quien goza de legitimación democrática para la creación de las mismas. Cuarto, cuando la hipótesis normativa indica que se podrá resolver sobre la constitucionalidad del acto impugnado, dicho análisis sólo permite el estudio de las llamadas violaciones directas a la Cosntitución y no a las indirectas. La creación del concepto de violaciones indirectas, obedeció al establecimiento de la garantía individual de exacta aplicación de la ley y hasta la fecha no se ha demostrado como es o por qué resultan exigibles también dichas garantías de autoridad a autoridad, cuando ambas actúan en ejercicio de su potestad pública. El hecho de que se dé una interpretación menos permisiva que a la que ahora sostiene la mayoría, de ninguna manera torna ineficaz a la controversia constitucional, sino al contrario, el limitar la controversia constitucional en ésta hipótesis, a cuestiones de competencia y constitucionalidad, hace mayor la importancia de la acción y la reafirma en esta es, en su escencia de medio de control constitucional; el permitir la controversia constitucional para efectos, en mi muy personal opinión, desmerece el valor de la misma, que en gran parte se debe a la posibilidad de que a través de la misma, se pueda declarar la invalidez de la acción de la autoridad. Tampoco creo, que sucede lo que augura la mayoría, en el sentido de que mi criterio implicitamente autorizaría arbitrariedades que redundaría en la trasgresión del orden constitucional que se pretende salvaguardar; pues, primero, creo, que la arbitrariedad no redunda en la trasgresión del orden constitucional, sino que más bien hay arbitrariedad cuando el orden contitucional ha sido violentado, y segundo, las violaciones directas a la Constitución, por supuesto, que serán materia de estudio de la controversia constitucional, y en el caso de que éstas fueran violaciones indirectas, serían a la vez violaciones a otros ordenamientos respecto de los cuales no hay limitantes para que el legislador ordinario o local pueda preveer su solución. Quiero adicionalmente, manifestar que no comulgo con el criterio de la mayoría, por las consecuencias que considero que produce como son: Primero, el centralizar la toma de decisiones de los órganos estatales en la Suprema Corte so pretexto del control constitucional, pues la Corte se convierte en un órgano que tiene la posibilidad de examinar todo acto de autoridad estatal aún cuando se refiera a cuestiones de su régimen interno, respecto al cual, los estados son libres y soberanos, atento a lo dispuesto por el artículo 40 constitucional. Segundo, pone en entredicho la capacidad de autodeterminación de las autoridades federativas. Tercero, convierte a la Suprema Corte en un poder central, revisor de los actos de autoridad estatales, atentando así en contra del federalismo, valor que también tiene encomendado salvaguardar la Suprema Corte. Con ésta apretada síntesis, de algunos de los casos más relevantes, he querido dar un panorama general de la problemática que presenta la competencia de la Suprema Corte en materia de controversia contitucionales. 9 Como ustedes pueden observar, aún queda mucho por discutir. Ésta conferencia, ésta platica, la titulé: “Las controversias constitucionales y la competencia de la Suprema Corte”, un debate que apenas comienza y que por supuesto, todos ustedes serán parte de éste debate y pueden intervenir en él. Por su atención y por su paciencia. Muchas Gracias. 10