PRIMEROS AUXILIOS

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LOS PRIMEROS AUXILIOS
ANTE LESIONES Y/O ACCIDENTES
DEPORTIVOS.
SUMARIO
1. PRIMERAS ACTUACCIONES. P.A.S
2. VALORACIÓN DE UNA VÍCTIMA.
3. PRIMEROS AUXILIOS ANTE LESIONES Y/O ACCIDENTES
DEPORTIVOS.
3.1 CONTUSIONES.
3.2 LESIONES ÓSEAS Y ARTICULARES.
3.3 LESIONES MUSCULARES.
3.4 ACCIDENTES AMBIENTALES.
3.5 PÉRDIDA DE CONOCIMIENTO.
3.6 REALIZACIÓN DE VENDAJES FUNCIONALES.
3.7 INMOVILIZACIONES Y TRANSPORTES.
3.8 CURAS DE HERIDAS.
3.9 HEMORRAGIAS.
3.10
LOS PRIMEROS AUXILIOS EN EL MEDIO ACUÁTICO.
4. OTRAS SITUACIONES Y ACCIDENTES.
4.1 OBSTRUCCIÓN DE LAS VÍAS AÉREAS. LA MANIOBRA DE
HEIMLICH.
4.2 QUEMADURAS.
4.3 INTOXICACIONES.
4.4 PICADURAS Y MORDEDURAS.
5. EL BOTIQUÍN.
1.
PRIMERAS ACTUACIONES: P.A.S.
Definimos accidente como un acontecimiento fortuito, del que puede derivarse un daño
físico o mental. Los accidentes, uno de los principales problemas que afectan a la salud,
no son problema individual sino que afectan a toda la comunidad” (CRUZ ROJA,
2003).
El socorrismo comprende la prevención de accidentes, prevención primaria, los
primeros auxilios que hay que prestar la persona afectada y la prevención secundaria.
El socorrista es el primer eslabón de una cadena de supervivencia que se pone en
marcha cuando se produce una situación de emergencia, como es un accidente.
Los primeros auxilios varían según las necesidades de la víctima y según los
conocimientos del socorrista. Saber lo que no se puede hacer es tan importante como
saber qué hacer, porque una medida terapéutica mal aplicada puede producir
complicaciones graves
Los primeros auxilios son todas aquellas medidas o actuaciones que realiza la persona
que auxilia, en el mismo lugar donde ha ocurrido el accidente y con material
prácticamente improvisado, hasta la llegada de personal especializado. Los primeros
auxilios no son tratamientos médicos. Son acciones de emergencia para reducir los
efectos de las lesiones y estabilizar el estado del accidentado. Y esto último es lo que le
concede la importancia a los primeros auxilios, de esta primera actuación va a depender
en gran medida el estado general y posterior evolución del herido. (CRUZ ROJA,
2003).
Por ello, los primeros auxilios son un conjunto de técnicas, actuaciones o medidas que
se adoptan inicialmente con una víctima o enfermo repentino, en el lugar de los hechos
hasta que obtiene una asistencia especializada.
Por lo general no contaremos con un sofisticado equipo ni material. A lo sumo
contaremos con un botiquín.
De nuestra correcta actuación puede depender la posterior evolución del accidentado,
o incluso su vida. El objetivo principal consistirá en no empeorar las lesiones de la
víctima, para lo cual deberíamos hacer solo aquello de lo que estemos seguros.
(URKIA, 1995)
Ante todo debemos respetar dos premisas. Una es mantener la tranquilidad y a ser
posible transmitir esa serenidad a la víctima. Nunca debemos dejarnos llevar por el
pánico. La segunda es actuar de una manera correcta y eficaz, para lo cual siempre
debemos recordar unas pautas generales de actuación. Estas pautas generales se
resumen en orden de aparición en:
1º Proteger a la víctima del lugar del accidente.
Hay que adoptar las medidas necesarias para evitar que las consecuencias del accidente
se agraven. Para ello se hace necesario pensar en que riesgos potenciales pueden
amenazar nuestra integridad, la de los que nos rodean o agravar el estado de la víctima,
de tal forma que podamos actuar para evitar que tales situaciones se produzcan.
Un ejemplo sería el caso de un niño atropellado a la salida de la escuela. Primeramente
deberíamos tomar las precauciones para evitar que otro vehículo pudiera chocar o
atropellarnos. Para eso señalizaremos la zona correctamente para proteger el lugar y a la
víctima.
2º Alertar a los servicios de socorro
Nos pondremos en contacto con los servicios públicos de urgencias. Podemos recordar
el sencillo número de emergencias 112. Como norma general tendremos en cuenta que
debemos permanecer cerca del herido para emprender las medidas de urgencia
necesarias, así que a veces será una tercera persona la que avise.
La persona que da la alarma, tienen que indicar siempre:
• LUGAR Y DIRECCIÓN EXACTA.
• QUIEN Y DESDE QUE NUMERO SE LLAMA.
• DESCRIPCIÓN DE LO OCURRIDO.
• NUMERO DE VICTIMAS.
• LA GRAVEDAD APARENTE DE LAS VICTIMAS
• QUE ASISTENCIA ESTÁ RECIBIENDO.
3º Socorrer.
Esta intervención es una acción de responsabilidad e implica estar preparados para
hacerlo mientras se espera la llegada del personal sanitario. Esta es la finalidad principal
de los primeros auxilios, pero para hacerlo correctamente previamente hace falta
realizar la evaluación del herido Debemos actuar rápidamente pero manteniendo la
calma. Extremaremos las medidas de precaución en el manejo de las víctimas en esta
fase en la que todavía no sabemos con certeza la lesión que sufre, podríamos causar
daños mayores y empeorar su estado. Por ello según el tipo de accidente no moveremos
ni trasladaremos a la víctima. Solo debemos actuar cuando estemos seguros de lo que
hacemos. Sí no es así también podemos ser útiles evitando que la gente se aglomere,
solicitando iluminación, controlando el tráfico, etc.
Es importante recordar que un accidente despierta sensaciones de angustia y miedo en
quien lo sufre, debemos tranquilizar y dar confianza a las personas, explicarles que se ha
avisado a los servicios de socorro y que pronto, los auxiliarán, intentando no dejar a la
víctima sola y mantenerla con una temperatura confortable. Evitaremos darle de beber si
su estado es de inconsciencia.
Si nos encontrásemos ante un siniestro donde hubiese dos o más heridos, se atenderá en
primer lugar al herido que más riesgo o gravedad presente y/o el que más se beneficie
de nuestra intervención. Para ello haremos un examen rápido de la situación. En
muchos casos aquellos que no solicitan ayuda se encuentran en una situación de mayor
gravedad que aquellos que si la solicitan. Posteriormente se vigilara periódicamente el
estado de los heridos, atendiendo especialmente al nivel de conciencia, dificultades o
ausencia respiratoria, reactivación de hemorragias y shock. También es importante
recabar datos sobre los heridos para poder transmitirlos a los servicios sanitarios, de tal
forma que estos conozcan su evolución desde el momento del accidente.
Para recordar estas pautas aprenderemos esta fácil regla: P.A.S. (proteger, alertar y
socorrer).
ACTUACIÓN ANTE UNA EMERGENCIA
1
PROTEGER
2
AVISAR
RECONOCER 1. Conciencia
3
SOCORRER SIGNOS
2. Respiración
VITALES
3. Pulso
2.
VALORACIÓN DEL ESTADO DE UNA VÍCTIMA.
Cuando debamos socorrer a un herido primeramente valoraremos su estado inicial para
determinar el alcance de sus lesiones y definir las prioridades. Este proceso se llama
realizar una valoración, que puede ser primaria (identificar amenazas inminentes para la
vida de la víctima) o secundaria (búsqueda de otras lesiones, y especialmente lesiones
ocultas.)
En la valoración primaria controlaremos el estado de conciencia, la respiración y la
circulación sanguínea, así como la existencia de hemorragias graves.
La conciencia la valoraremos acercándonos a la victima y preguntándole como esta.
En la valoración de la respiración se valorara en número de veces que una persona
respira en un minuto. Se comprueba oyendo, sintiendo y observando la respiración. Las
cifras normales son de 12 a 20 por minuto. También debemos valorar si la respiración
es rítmica. Este signo nos sirve para detectar una parada respiratoria.
Respecto a la circulación sanguínea mediremos la frecuencia cardiaca, es decir, los
latidos del corazón en un minuto. Esta puede ser tomada en cualquier arteria pero se
suele usar la carótida o la radial. Nunca debe ser tomada con los dedos pulgares, ya que
podríamos tomarnos nuestro propio pulso. Las cifras normales en una persona en reposo
son de 60 a 100 pulsaciones por minuto, aunque en un niño puede ser más (100-120.) Se
entiende por taquicardia cuando hay mas de 100 pulsaciones por minuto en reposo. En
este caso el corazón esta trabajando demasiado. La bradicardia, por el contrario, es
cuando hay menos de 60 pulsaciones por minuto. En este caso el corazón trabaja
demasiado despacio. Este signo también nos sirve para detectar una parada cardiaca que
si no es tratada a tiempo puede derivar en una parada respiratoria y en la muerte.
En una valoración secundaria, realizaremos una exploración ordenada de la cabeza a
los pies buscando heridas, quemaduras, fracturas, etc...
En la cabeza buscaremos la presencia de heridas, contusiones, salida de sangre por la
nariz o los oídos, hematomas debajo de los ojos, observar el aspecto de la cara,....
En el cuello intentaremos descubrir indicios de dolor (que podrían denotar una lesión
cervical) y podemos valorar el pulso carotideo. Si la victima portará algún tipo de
identificación, como grupo sanguíneo o alergias, lo trasmitiríamos al equipo médico en
cuanto nos fuera posible.
En el tórax y abdomen buscaremos la existencia de heridas, deformaciones o si existe
dolor a nivel de las costillas o el esternón.
Para las extremidades dejamos la búsqueda de heridas y la exploración de la
sensibilidad, es decir si mediante un pellizco es capaz de detectarlo. Buscaremos si hay
deformaciones o signos de fracturas.
Si la persona esta consciente y estamos esperando a que lleguen los servicios de
urgencia podemos recabar otros datos como alergias, medicación, datos del suceso si lo
desconocemos, posibles hormigueos en las extremidades, etc,...
Estas serían las 9 reglas a seguir ante una situación de accidente:
•
•
Primera: Estar tranquilo, pero actuar rápidamente. Con tranquilidad se da
confianza a la víctima y a aquellos que se encuentren cerca. Los testigos suelen
tener miedo, con frecuencia pánico o están sobreexcitados. Debemos emplear a
alguien para que los retire de la inmediación del accidente.
Segunda: Hacer una composición de lugar. Cuando se llega al lugar del
accidente no se debe comenzar a actuar curando al primer herido que se
encuentre. Pueden haber otros heridos más graves y que, por tanto, necesiten
atenderse en primer lugar. Hacer, pues, un rápido examen del lugar. Debe
•
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•
•
intentarse saber si existen heridos ocultos. Hay que darse cuenta también de las
posibles fuentes de peligros que aún existan: amenaza de derrumbamiento,
ruptura de canalizaciones de gas o de agua, fuego, etc.
Tercera: Mover al herido con gran precaución. Jamás se cambiará de sitio al
accidentado antes de cerciorarse de su estado y haberle proporcionado los
primeros cuidados. Además, un herido grave, no debe ser movilizado excepto
por alguna de estas razones: para poderle aplicar los primeros auxilios; evitar el
agravamiento de sus heridas; y protegerle de un nuevo accidente.
Cuarta: Examinar bien al herido. Investigar si respira, si tiene pulso, si está
consciente, si sangra, si tiene una fractura, si presenta quemaduras, si ha perdido
el conocimiento. Estar bien seguros de no haber dejado escapar nada.
Quinta: No hacer más que lo indispensable. Si se intentan hacer demasiadas
cosas, se retrasará el traslado de la víctima. El papel del socorrista no es el de
reemplazar a los servicios sanitarios, sino que se ha de limitar a proporcionar
aquellas medidas estrictamente necesarias para un correcto transporte del herido.
Sexta: Mantener al herido caliente. Evitar, no obstante, un calor excesivo,
manteniéndole a una agradable temperatura. Si hace frío, todo el cuerpo debe ser
calentado; para ello lo mejor será envolverlo cubrirlo con una manta.
Séptima: No dar jamás de beber a una persona inconsciente. En este estado no
podrá tragar y existirá peligro de ahogarla al penetrar el líquido en las vías
aéreas. Si la víctima conserva la consciencia y no presenta una herida profunda
en el vientre, se le puede dar de beber, lentamente, y solo a pequeños sorbos. No
darle alcohol, es preferible café o té caliente, sobre todo si hace frío.
Octava: Tranquilizar a la victima. El accidentado tiene miedo. Hay que hablarle
ya que puede estar angustiado. Hay que decirle que hay gente cerca que se ocupa
de él, que los servicios de urgencias han sido avisados y que vendrán pronto. Es
preferible que no se vea su herida.
Novena: No dejar nunca solo al accidentado. El estado del mismo puede
gravarse en un corto espacio de tiempo.
3.
PRIMEROS AUXILIOS ANTE LESIONES Y/O ACCIDENTES
DEPORTIVOS
3.1 CONTUSIONES.
Una contusión es una lesión causada por la acción de un objeto que choca violentamente
contra el organismo sin producir una rotura en la piel. Puede variar desde una contusión
mínima hasta una de tercer grado.
En las contusiones mínimas y de primer grado (suele presentar un moratón) suele ser
suficiente con la aplicación de hielo en la zona en sesiones de 20-30 minutos. Nunca
aplicaremos el hielo directamente sobre la piel porque la podríamos quemar.
Emplearemos un paño fino o un trozo de papel para que la bolsa de hielo no toque la
piel.
El objeto de aplicar frío local es evitar que aumente la llegada de histamina (produce el
aumento del hematoma) y mitigar el dolor ya que la sensación de frío es más potente
que la del dolor y ambas sensaciones utilizan el mismo órgano receptor.
En las contusiones de 2º y 3º grado (se forma un hematoma y el grado de dolor es más
importante) será necesario colocar un vendaje compresivo inmovilizante para contener
la formación del hematoma y elevar la extremidad.
Acudiremos a un centro sanitario para una exploración más exhaustiva, ya que podría
enmascararse alguna fisura o rotura.
Colocación sobre un paño de una bolsa de hielo.
LESIONES ÓSEAS
Las lesiones óseas son agresiones de origen interno o externo con producción de rotura
parcial o total en el hueso.
Pueden ser producidas por fuerzas de compresión, tracción, flexión, torsión o por
sobrecargas. También son muchos los patrones de rotura que se pueden dar: conminuta
(en fragmentos pequeños), fisuras, en tallo verde (se da en niños). Otras veces se habla
de fracturas cerradas, cuando el hueso se rompe pero mantiene la continuidad de la piel
y abiertas cuando al romperse el hueso produce una herida, lo que podrá complicar la
lesión con infecciones y hemorragias.
Por lo general podemos encontrar uno o varios de estos síntomas: dolor (que aumenta
con la presión y la movilización), dificultad o imposibilidad de movimiento, deformidad
del miembro, herida (si es abierta la fractura), crepitación, inflamación,.... En fracturas
graves se puede producir falta de pulso, hormigueo, falta de sensibilidad o sensación de
frío.
Nunca debemos manipular una posible fractura porque podríamos causar lesiones a
nivel vascular o nervioso.
Para ello, deberemos impedir cualquier movimiento mediante una inmovilización y
nunca intentar reducirla (intentar poner el hueso o la articulación en su posición
normal).
Cuando la lesión se produce en la articulación normalmente se produce dolor,
dificultades en el movimiento, se inflama la articulación y en ocasiones se observa un
hematoma debido al derrame sanguíneo.
Colocaremos un vendaje en la zona para inmovilizarla y trasportaremos al paciente al
centro sanitario. Retiraremos con sumo cuidado los objetos que puedan dificultar la
circulación sanguínea tales como anillos, pulseras o relojes.
Esguince
Cuando la lesión hay una separación momentánea de las superficies articulares se
produce por una elongación de los ligamentos y entonces hablamos de un esguince.
Por lo general existirán entre los síntomas dolor, hinchazón, deformidad del miembro y
dificultad para realizar movimientos. Actuaremos de manera similar a las anteriores
lesiones, es decir, aplicaremos hielo, inmovilizaremos la zona con un vendaje
compresivo (es un vendaje colocado sobre una capa gruesa de algodón), mantendremos
la zona elevada y en reposo y llevaremos al accidentado al centro sanitario. De manera
general se prescribirá reposo y actuaremos aplicando hielo en la zona durante 25-30
minutos durante tres veces al día y que podemos repetir durante dos o tres días.
No forzaremos a mover la articulación del accidentado, ni pondremos cremas antes de
que el médico valore la lesión. Según la gravedad del esguince se hablará de esguince
de primer, segundo o tercer grado, siendo este último el más grave. La importancia de la
hinchazón y el derrame no siempre será proporcional a la gravedad del suceso.
Luxación
Una luxación es una lesión donde se produce una separación repentina, parcial o total
de los extremos articulares, es decir, la cabeza articular abandona la cavidad articular
donde se aloja. Esto supondrá lesiones en la cápsula articular y los ligamentos. Las
articulaciones mantienen dos o más huesos entre si, por medio de los ligamentos. En los
niños es frecuente la luxación del codo producida cuando se agarra de las manos a un
niño con excesiva firmeza y con fuerza, ya sea para levantarlo o para girarlo en el aire.
Las articulaciones más afectadas son: hombro, codo, cadera, rodilla, tobillo, dedo
pulgar, dedo mayor del pie y mandíbula.
Si la separación es parcial entonces se habla de subluxación.
Tanto en uno como en otro caso deberemos actuar como si de una fractura se tratase, es
decir reposo, aplicación de hielo e inmovilizarla. No intentaremos volver a encajar la
articulación luxada ya que en el intento podríamos producir otras lesiones.
Articulación de tobillo normal.
Esguince del ligamento lateral interno.
LESIONES MUSCULARES
Es un traumatismo que afecta al componente muscular (a la parte contráctil y/o a la
tendinosa.)
La clasificación es extensa por lo que hablaremos de aquellas más comunes.
Contusión: Es cuando la lesión es producida por una agresión externa que de forma
violenta impacta en el organismo. En estos casos se suele producir una leve
inflamación, dolor a la movilización y a veces hay presencia de hematoma.
La manera de actuar será aplicando frío y un vendaje compresivo que no hace falta que
inmovilice.
Calambres: se produce cuando por una acumulación de fatiga y cansancio se producen
contracciones espontáneas del músculo. Actuaremos parando la actividad que estamos
realizando y realizando un estiramiento forzado durante 30 segundos para luego
descansar durante 4 ó 5 minutos. Este es el caso de “la subida de un gemelo” de los
deportistas.
Contracción muscular: En este caso se produce un acortamiento del músculo en un
punto localizado del mismo. En las contracturas no se suele recordar cuando se ha
producido la lesión, pero al terminar la actividad física que se realizaba aparece dolor en
un punto. En este caso aplicaremos calor y realizaremos estiramientos de manera suave.
En los tirones y el los desgarros musculares se producen una ruptura de las
miofibrillas o de las fibras según sea su grado de importancia. En algunos casos el
deportista cree que le han dado una pedrada o siente un pinchazo en la zona lesionada.
En estos casos se actuará aplicando hielo, vendando la zona con un vendaje compresivo
y elástico y manteniendo reposo.
Siempre es aconsejable visitar al médico.
Cuando el dolor se produce en la parte elástica del componente muscular, es decir, en el
tendón hablamos de una tendinitis. Su origen suele estar en sobrecargas mecánicas que
se ejercen sobre el tendón de manera repetida, aunque también puede ser debido a una
sola e intensa agresión. Los síntomas son dolor intermitente después del ejercicio, dolor
continuo donde se inserta el tendón y dolor al palpar la zona. Primeramente habrá que
realizar reposo de la zona dolorida, actuaremos aplicando hielo y visitaremos al médico.
En ciertos casos una simple tira de esparadrapo colocada presionando ligeramente el
tendón es suficiente para que nos duela al realizar un nuevo ejercicio.
Esquema del músculo y su inserción
ACCIDENTES AMBIENTALES
A veces, cuado salimos del centro en alguna actividad pueden producirse diferentes
accidentes. Pero no siempre debemos pensar en traumatismos, puesto que los extremos
climáticos también pueden ser causa de lesiones.
INSOLACIÓN
Ante una exposición muy prolongada al sol, normalmente acompañado de una gran
deshidratación puede aparecer un trastorno denominado insolación. Los síntomas que
aparecen son: piel caliente, abundante sudoración, dolor de cabeza, visión borrosa o
nauseas. Deberemos trasladar a la persona que sufre la insolación a un lugar fresco y
sombreado y refrescar el cuerpo con paños mojados, especialmente en el pecho, cuello o
axilas. Si estuviera consciente podremos darle de beber agua y si es posible iremos
mirando la temperatura corporal con un termómetro.
HIPOTERMIA
A pesar de que nuestro cuerpo tiene la capacidad de termorregularse, es decir de
mantener constante la temperatura corporal independientemente de la temperatura del
exterior, a veces la temperatura disminuye tanto que nos produce una hipotermia. Esto
mismo puede suceder también cuando estamos un tiempo excesivo en el medio
acuático. Los síntomas con los que nos encontraremos son escalofríos, pequeñas
contracciones involuntarias (tiritonas),
palidez de la piel, cianosis ( color azulado de la piel, labios y manos), balbuceo,... la
temperatura desciende por debajo de los 35 º C. Ante estos síntomas trasladaremos a la
victima a un lugar seco y caliente, la abrigaremos o le cambiaremos la ropas si
estuvieran mojadas e intentaremos calentarle mediante un baño con agua tibia (entre 38
y 42º C ), pero siempre de manera gradual. Si estuviese consciente podemos hacerle
beber líquidos calientes y alimentos, en especial hidratos de carbono, pero en ningún
caso daremos de beber alcohol. Antes de comenzar con las medidas terapéuticas
deberemos recordar el movilizar al sujeto con sumo cuidado ya que podría
desencadenarse problemas vasculares.
Una situación más grave son las congelaciones, que es una lesión por frío a nivel local,
donde los tejidos se lesionan a consecuencia del cierre de los vasos sanguíneos
periféricos (vasoconstricción) y los tejidos se quedan sin aporte de sangre. Pueden
aparecer ampollas e inflamaciones. Los lugares del cuerpo más expuestos a las
congelaciones son las manos, los pies y la nariz.
Al igual que las quemaduras las podemos clasificar en tres grados: Primer grado: piel
pálida o moteada rojo-azulada y fría; hormigueo y entumecimiento; enrojecimiento y
dolor al recalentamiento. Segundo grado: piel rojo-violeta; edema frío (hinchazón);
vesículas o ampollas de contenido amarillento y a veces hemorrágico. Tercer grado:
intenso color azulado; costras en la piel; tejido muerto, gangrena, mutilación.
Actuaremos como el caso anterior, sin frotar las zonas congeladas y evitando calentar la
zona afectada para evitar el dolor. Podemos animar a la víctima a que movilice por sí
misma la zona afectada. Quitar con sumo cuidado todo lo que pueda comprimir la zona
afecta (zapatos, guantes, calcetines,. etc.). Por supuesto, no las ampollas, proteger la
zona con gasas estériles secas, administrar bebidas calientes (sopa, té, café) muy
azucaradas y asegurarnos que no vuelva a exponerse al frío, ya que una recongelación
de la zona puede ser muy grave. Secaremos con sumo cuidado. Ambiente cálido
CRISIS ASMÁTICAS POR SOBREESFUERZO
En nuestras clases, y en especial, las de educación física, podemos encontrar alumnos o
alumnas que sufren crisis asmáticas inducidas por el ejercicio físico. La causa
desencadenante de la crisis asmática es el enfriamiento rápido e intenso de los
conductos que lleven el aire a los pulmones. Para evitarlo es importante realizar un buen
calentamiento y realizar las actividades en ambientes cálidos y húmedos. Mientras que
las actividades de gran intensidad no son favorables, están indicadas las actividades de
baja intensidad como la carrera y la natación a ritmo lento o normal. También realizar
actividades a intervalos cortos (menos de 6 minutos.) Además el alumno o alumna
asmático debe protegerse farmacológicamente antes de realizar la actividad física.
Si la contaminación por humo o la polinización es intensa, o el alumno/a esta
acatarrada, será conveniente que no realice los ejercicios físicos.
Los síntomas más comunes de un episodio de asma son silbidos, presión en el pecho,
abundante tos, dificultad para respirar y hacerlo de manera lenta.
Pero si a pesar de tomar estas precauciones se inicia una crisis asmática deberemos
actuar procurando tener calma. Primeramente se suspenderá el ejercicio físico;
facilitaremos la respiración no permitiendo el agolpamiento de los curiosos o
trasladándolo a un sitio tranquilo. Si es posible tomar las medicinas broncodilatadoras
prescrita por el médico y acompañar la respiración de la víctima, juntando los labios
(como si silbásemos) y realizando espiraciones más largas.
Una vez superada la crisis debemos invitar a la persona a seguir realizando actividad
física de manera más suave, ya que esta protegida ante un nuevo ataque de asma, pues
existe una fase refractaria donde no se producirá otro episodio asmático. De esta manera
no asociara negativamente la realización de actividad física a sufrir una crisis asmática.
Muchos deportistas de alto nivel son asmáticos.
ELECTROCUCIÓN Y CAIDAS DE RAYOS.
El shock eléctrico, producido por una descarga eléctrica o contacto con una elemento
productor de electricidad puede causar la muerte inmediata debido a la fibrilación
ventricular, es decir, contracciones simultáneas irregulares e inefectivas del corazón, o
asistolia (ausencia de latidos cardíacos). La fibrilación ventricular ocurre generalmente
después del contacto con corriente alterna (corriente doméstica), mientras que la
asistolia es más común con corriente continua (por ejemplo en el caso de electrocución
por un rayo).
Antes de retirar a la persona del foco eléctrico, nos aseguraremos de que la corriente
esta cortada, desconectando el automático, prever la caída de un sujeto que estuviera
pegado a un cable la separaremos mediante un objeto no conductor de la corriente, e
iniciaremos rápidamente las maniobras de resucitación. Pondremos sobre las
quemaduras un apósito limpio o estéril .Recordar que en caso de accidente eléctrico no
se debe tocar a la víctima mientras esté en contacto con la fuente de electricidad, utilizar
materiales conductores o húmedos para apartar un cable e intentar apartar un cable de
mediana o alta tensión que haya caído cerca de una casa o cualquier lugar.
PERDIDA DE CONOCIMIENTO
Existen bastantes situaciones en las que podemos perder el conocimiento (esta situación
se caracteriza por la perdida de la capacidad de relacionarse con el exterior.) Además
los mecanismos protectores pueden no funcionar correctamente.
Hay situaciones que pueden provocar estos trastornos como por ejemplo traumatismos
en la cabeza, accidentes cardiovasculares, lipotimias, situaciones que dificulten o
impidan la entrada de oxígeno a los pulmones o enfermedades como la epilepsia y la
diabetes.
LIPOTIMIAS.
Ante una lipotimia o también denominado desmayo, podemos actuar antes de que la
persona se desvanezca ya que esta se suele marear, aturdir y a veces se produce una
perdida de color en su cara, sensación de pérdida de conocimiento, malestar, vértigo,
náuseas o vómitos, visión borrosa, zumbidos de oídos, palidez y sudoración fría. La
lipotimia esta producida por un descenso de la tensión arterial y no llega suficiente riego
al cerebro. Por ello podemos recogerla y sentarla antes de que caiga al suelo. Si
conseguimos sentarla le indicaremos que agache su cabeza entre las piernas o le
ayudaremos a tumbarse levantándole ligeramente las piernas para facilitar que la sangre
llegue al cerebro. Es adecuado aflojarle la ropa que le pueda comprimir. Procuraremos
que tenga suficiente aire y si así no recupera la conciencia, comprobaremos sus
constantes vitales (respiración y pulso) y avisaremos a los servicios de urgencia.
En todos los casos será recomendable visitar un centro sanitario y no dar de comer ni de
beber a la víctima.
Las personas diabéticas pueden presentar trastornos de la conciencia cuando no tienen
suficiente cantidad de azúcar en la sangre (hipoglucemia), o cuando tienen la glucemia
demasiado elevada (hiperglucemia). Las señales de una emergencia de tipo diabético
son las mismas que para cualquier otro tipo de emergencia y requieren la misma
atención. Es posible que un alumno es diabético con antelación por lo que si está
consciente y puede ingerir alimentos o líquidos, podemos darle azúcar. Si el problema
es que su nivel de azúcar en sangre es bajo, se restablecerá rápidamente. Si el problema
es el exceso, darle un poco más no le perjudicará.
ATAQUES EPILÉPTICOS.
Otra situación de perdida de conocimiento puede ser debida a la epilepsia. La epilepsia
se trata de una enfermedad de tipo crónico que afecta al sistema nervioso y que se
caracteriza porque la persona sufre ataques. Normalmente la víctima pierde el
conocimiento y se desploma permaneciendo rígido unos segundos. A continuación se
producen unas convulsiones a modo de sacudidas musculares; La víctima va
recuperando poco a poco el conocimiento aunque puede encontrarse confuso y
desorientado y en ocasiones puede aparecer espuma en la boca.
La actuación en estos casos es sobre todo de control de la situación. No debemos sujetar
a la víctima, apartar los objetos de alrededor de la víctima para evitar que se golpee,
colocar una prenda o un cojín debajo de la cabeza. En algunas situaciones se puede
colocar un objeto alargado y blando para que la persona no se muerda la lengua. Al
terminar la crisis se reconocerá a la víctima en busca de posibles lesiones debidas a la
caída
Si se produce en un centro escolar será positivo explicar en clase que tan solo se trata de
una enfermedad y la manera en la que podemos ayudar a las personas que lo sufren,
desdramatizando este tipo de situaciones por muy aparatosas que sean.
Lo que NO debemos hacer es rodear a la persona afectada. Podemos pedir a las
personas presentes que se despejen el lugar. No intente abrirle la boca porque puede
sacarle la mandíbula de su lugar (luxación del maxilar) o provocarle mordedura de la
lengua; también es posible que la persona afectada muerda los dedos de quien intenta
esa maniobra y no inmovilizar las extremidades, porque puede provocarle una fractura.
CONVULSIONES FEBRILES.
En niños pequeños una excesiva temperatura corporal (fiebre) puede producir
convulsiones que no debemos confundir con un ataque epiléptico. En estos casos
buscaremos un descenso de la temperatura aplicando por ejemplo una esponja
empapada en agua tibia sobre su cuerpo, o toallas empapadas de agua. La convulsión es
la contracción involuntaria y violenta de los músculos, que puede afectar uno o varios
grupos musculares y provoca movimientos irregulares. Se inicia con la pérdida brusca
de la conciencia y la caída de la persona al suelo
Por causa de un atragantamiento también puede producirse un desmayo en estos casos
utilizaremos la maniobra de Heimlich.
En niños de muy corta edad las convulsiones febriles son trastornos típicos, que no
siempre es indicativo de gravedad. Los síntomas serán fiebre elevada (alrededor de 40º
C) convulsiones y perdida de conciencia. Nuestra actuación se centrará en asegurar la
abertura de las vías aéreas, intentar disminuir la fiebre mediante toallas empapadas en
agua tibia (aconsejable que la temperatura del agua sea uno o dos grados inferiores a la
temperatura de la persona) y si es posible tranquilizarle. Por supuesto después de un
proceso de este tipo el niño o la niña debe ser visitado por su médico. En caso de que
sospechemos que un niño tiene fiebre, esta la evaluaremos mediante el termómetro,
avisaremos a los padres o a algún familiar y mantendremos al niño en un lugar fresco y
ventilado. Le daremos abundante agua fresca y sugeriremos a la familia que consulte al
médico para descubrir y tratar la causa.
No administraremos ningún medicamento, ni forzaremos la ingesta de medicamentos, y
por supuesto no lo dejaremos solo.
CRISIS DE ANSIEDAD
La ansiedad es una emoción que surge ante cualquier situación o sensación de amenaza
o agresión a la persona. Puede aparecer en gran variedad de circunstancias, desde la
normalidad a la patología. Los ataques de ansiedad o reacciones ansiosas agudas, son
reacciones de gran intensidad que surgen en relación con circunstancias inusuales y muy
traumáticas.
Los signos y síntomas que presenta el individuo que sufre el ataque son temblor
generalizado, sudoración, taquicardia o palpitaciones, disnea, mareo o sensación de
inestabilidad. Ante esta situación deberemos comunicarle a la persona no está sola y que
le vamos a ayudar, tranquilizándola. Cuando exista hiperventilación (respiración
superficial y rápida), es eficaz utilizar una bolsa de papel para que la persona respire en
su interior, animando a la persona a que respire lentamente y que cierre los ojos, durante
al menos 15 minutos. Si no cesara la crisis, convendría trasladarle a un centro médico.
Nunca abofetear a la persona, ya que esto seguramente agravaría más su estado.
VENDAJES
Los vendajes son una herramienta fundamental dentro de los primeros auxilios. Pueden
servir para cubrir y sujetar apósitos, presionar sobre una hemorragia, inmovilizar
articulaciones o cubrir quemaduras entre otras funciones.
Los vendajes los podemos clasificar en dos grupos para su enseñanza, según si
utilizamos vendas o pañuelos.
Los pañuelos son muy útiles dentro de las acciones de los primeros auxilios ya que son
fáciles de obtener en cualquier situación. Un mantel, foular o una tela puede doblarse
dejándolo en un trozo de tela triangular que nos ayudarán a cubrir una mano, un pie o la
cabeza. Para ello colocaremos el miembro herido en medio y anudaremos los extremos
en la parte posterior.
Vendaje de una mano con un pañuelo triangular
Otra técnica es el vendaje con vendas. La técnica más utilizada es el vendaje en espiral
cerrada. Primeramente situaremos la zona a vendar en posición funcional, que en las
articulaciones suele ser una semiflexión de unos 60 grados. Iniciaremos el vendaje en la
parte más distante del corazón, en dirección a la circulación venosa. Por ejemplo si el
vendaje es del brazo comenzaremos por la mano, si es posible sin cubrir los dedos y
llegar al codo
Como primera consideración tendremos en cuenta que el rollo de venda se deberá
desplegar dejando la venda abajo y no arriba ya que esto último nos entorpecería al
desplegar la venda, es decir, siempre dirigido hacia arriba el rollo. No desplegaremos
excesivamente la venda sino que la deslizaremos alrededor y tendremos cuidado de no
apretar excesivamente el vendaje, pero tampoco dejarlo suelto. Empezaremos el vendaje
colocando el extremo de la venda algo oblicuo para que el trozo que sobresalga en la
primera vuelta se doble sobre la venda y quede cubierto (y sujeto) en la segunda vuelta,
o bien dando dos vueltas, una sobre la otra. Las siguientes vueltas se desplegarán sobre
las anteriores pero cubriendo entre la mitad y dos tercios del ancho de la vuelta anterior.
Terminaremos partiendo el final de la venda por la mitad para dejar dos extremos que
se anudarán. También podemos rematar el final con un trozo de esparadrapo. Otra
forma de acabar el vendaje podría ser desenrollando un trozo de venda y situar nuestro
dedo en medio girando la venda formando una lazada que anudaremos con la formada
en el otro extremo.
Gasa protectora
Forma de coger la bobina de venda
En zonas como la pierna o el antebrazo es fácil que con el movimiento se aflojen y
terminen por agruparse las ondas de venda. Para estos casos es más adecuado utilizar el
vendaje en espiga. La forma de vendaje es similar solo que ahora pasaremos un trozo de
venda por arriba y a continuación por abajo, como si hiciéramos una equis (X). Las
siguientes se realizarán cubriendo una zona algo más superior. Cuando utilicemos
vendas elásticas cubriremos la zona primeramente con una venda de algodón para evitar
problemas dermatológicos y circulatorios.
Vendaje circular
Vendaje en espiga
El vendaje en forma de ocho lo emplearemos para las articulaciones. Se realiza
subiendo desde el lugar más estrecho al más ancho, cruzando la venda por donde dobla
la articulación. Cada vuelta en ocho debe bajar en el lado ancho y subir en el lado
estrecho, cruzándose.
Un tipo de vendaje muy usado entre deportistas es el llamado vendaje funcional o
taping. No es un vendaje utilizado en los primeros auxilios, pero teniendo en cuenta su
gran utilización entre los deportistas, y su gran posibilidad como contenido didáctico,
hemos decidido incluirlo en este apartado.
El vendaje funcional es un tipo de inmovilización parcial, que se caracteriza por
permitir una cierta movilidad frente a las inmovilizaciones totales. Su finalidad es
limitar un movimiento o inhibirlo. Se utiliza en patologías ligamentosas, tendinosas y
musculares, después de una lesión, para reforzarla y protegerla aunque también como
medida preventiva. En las lesiones ligamentosas el vendaje funcional busca ser un
refuerzo de los ligamentos lesionados, favoreciendo la estabilidad de la articulación. El
vendaje en estos casos debe evitar la laxitud articular máxima. En patologías tendinosas
el vendaje funcional debe evitar el movimiento que produce la inflamación o
degeneración del tendón y en lesiones musculares estos vendajes se emplean para evitar
que la musculatura lesionada se alargue, aunque es muy difícil conseguir este objetivo.
Este tipo de vendaje no debe utilizarse en lesiones que requieran una inmovilización
total, ni abusar de ellos, puesto que se pueden producir problemas dermatológicos.
Para realizar un taping, protegeremos la zona de la piel con un pre-tape (especie de gasa
muy fina.) A continuación sujetaremos los anclajes, que son dos anillas de esparadrapo
de tela una en cada extremo de la articulación (si el vendaje fuese en el tobillo, un
anclaje se situaría en el empeine y el otro en la parte inferior de la tibia.) Sobre estos
anclajes se asentaran tiras de esparadrapo que se pegaran a la piel paralelamente a la
anatomía de los ligamentos o de la estructura dañada. Por último se volverán a cerrar los
anclajes, sujetando las tiras de esparadrapo y se cubrirán todas las tiras con una venda
adhesiva.
Colocación de los anclajes
Colocación de las tiras de esparadrapo
Si la zona vendada se nos durmiera o se nos hinchara deberemos rasgarla o hacer
pequeños cortes, pues es posible que lo hayamos realizado demasiado fuerte.
Finalización del taping con una venda adhesiva
INMOVILIZACIONES Y TRANSPORTES
El objetivo de una inmovilización es impedir el movimiento de la zona para reducir las
posibilidades de lesiones contiguas a la zona lesionada (vasos sanguíneos, nervios),
agravar la zona ya lesionada, reducir el dolor y la posibilidad de un shock, y en el caso
de las fracturas reducir la posibilidad que pase de una fractura cerrada a una abierta. En
todo momento buscaremos la mayor comodidad del paciente por si hubiese que
trasladarlo. Hemos de pensar que algunas lesiones, por su gravedad, no recomendarán
su traslado y movilización y por tanto lo más adecuado será esperar al personal
especializado.
Nos servirá todo aquel material que presente cierta rigidez (que nos evite cualquier
movimiento de la zona lesionada) y de suficiente largura para inmovilizar la
articulación proximal y distal de la zona lesionada. Podremos usar material destinado a
ese fin como las férulas, el colchón de vacío, collarines cervicales,.... o materiales
improvisados como tablillas, pañuelos, vendas, periódicos, palos de escoba,
almohadas,.... también nuestro propio cuerpo cuando este nos sirve de soporte para la
inmovilización.
Cuando realicemos una inmovilización deberemos tener en cuenta algunas
consideraciones:
- El miembro lesionado deberá ser inmovilizado mediante dos superficies rígidas, es
decir, si usamos dos tablillas una ira por la parte interior y otra por la exterior.
- Sujetaremos los apoyos rígidos en la articulación superior e inferior a donde se
produjo la lesión. Si existe una fractura en el antebrazo, ataremos los elementos rígidos
a la altura del codo y de la muñeca, para evitar cualquier movimiento. Para sujetar estos
elementos podemos usar trozos de vendas, pañuelos o esparadrapo, teniendo la
precaución de anudarlos en el lado de la tablilla y no en el cuerpo.
- Acolchar adecuadamente la zona entre el material de inmovilización y la piel, para
corregir las deformidades o inflamaciones, así como los huecos anatómicos.
- Ante la posibilidad de que la zona se inflame podemos retirar anillos, pulseras o
elementos que dificulten el riego sanguíneo.
- Por último no intentaremos descubrir si existe una fractura ni le obligaremos a mover
la parte afectada.
Proceso de inmovilización de una
cadera
Entre las inmovilizaciones más comunes vamos a destacar la colocación de un
cabestrillo:
Pediremos a al víctima que coloque la mano algo más alta que el codo (normalmente
necesitará que le ayudemos, siempre con un movimiento no forzado). Deslizaremos un
pañuelo triangular por entre el hueco dejado entre el codo y el cuerpo. Y ataremos las
puntas del pañuelo a un lado del cuello (detrás de la nuca le podría producir dolor). La
tercera punta, que deberá quedar a la altura del codo, realizaremos un nudo o lo
sujetaremos al cabestrillo con un imperdible, con el objeto de que el brazo no se deslice
hacia detrás. Un jersey, una camisa o una chaqueta nos pueden servir para hacer un
cabestrillo en caso de no disponer de un pañuelo grande, si los doblamos sobre si
mismos hacia arriba y los sujetamos con un imperdible o lo abotonamos.
Colocación de cabestrillo
Otra inmovilización común es la de un dedo, en el que se inmovilizará uniéndolo al
dedo contiguo con esparadrapo.
Inmovilización de un dedo
Inmovilización de una muñeca
utilizando una revista
Inmovilización de tobillo con una toalla
En el caso de una clavícula se dirigirán los hombros hacia detrás y colocaremos un
vendaje en forma de ocho.
Si la fractura es de costillas no hace falta inmovilizar pero trasladaremos a la persona
sentada para reducir el dolor.
Ya hemos comentado que ante una lesión importante no trasladaremos a la víctima a no
ser que quedándonos en ese lugar corramos un grave riesgo. Las técnicas de trasporte
son muchas y dependerán de la constitución y fuerza de la víctima, del socorrista, del
número de socorristas, de la gravedad de las lesiones y de la zona en la que nos
encontremos.
Primeramente si tenemos que levantar a la víctima lo podemos hacer por delante (la
víctima nos abraza por el cuello) o por detrás, sujetándola por debajo de las axilas.
Para trasladarlo, si la víctima puede moverse, podremos hacerle de apoyo situándonos
al lado de ella. Otra técnica consiste en cogerlo en brazos (si su peso es reducido),
arrastrarlo por las axilas o utilizando el acarreo de bombero, consistente en cargar a la
víctima sobre nuestra espalda, pasando un brazo por entre las piernas de la víctima,
yendo a coger su brazo más alejado. De esta forma tenemos una mano libre para otras
actuaciones. También podemos trasladar a la víctima a caballo.
Trasporte por las axilas
Acarreo de bombero
Si los socorristas son varios podemos hacer un apoyo a cada lado, la silla de la reina
(sentándose en los brazos cruzados de los socorristas). Podemos sentar a la víctima
sobre una silla y moverlos en bloque o construir una camilla con una manta y dos
listones o también con uno o dos anoraks y dos palos.
Construcción de una camilla con dos chaquetas
Construcción de una camilla con una
manta
Cuando el traumatismo se localiza en la columna vertebral los síntomas que pueden
observarse son además de dolor localizado en el punto de la lesión, son la rigidez
muscular, hormigueo y la posibilidad de perdida de movilidad y/o sensibilidad de las
extremidades. En caso de duda debemos actuar siempre como si se tratara de una lesión
medular. En nuestra actuación debemos evitar cualquier movimiento
Para transportar a un herido con una lesión en el abdomen, debemos recordar que esta se
hará, manteniendo las piernas flexionadas de la victima siempre y cuando este
consciente.
Otra forma de recoger a un accidentado que requiera el máximo de cuidado, necesitaría
de tres personas que puestos sobre encima de ella con las piernas abiertas pasaran sus
brazos por debajo de la victima, de tal modo que una de ellas se encargara de sostener la
cabeza, otra la cintura y otra las piernas y pies. A una voz todos levantaran al mismo
tiempo, mientras que una cuarta persona deslizaría una camilla por debajo. Una vez
efectuada esta operación sólo restaría dejar suavemente a la víctima suavemente sobre la
camilla.
Para trabajar en clase dejaremos material a disposición de loa alumnos (picas, revistas,
cuerdas, colchonetas, sticks,... y repartiremos tarjetas a los grupos donde se indicará la
zona del cuerpo donde la víctima tiene una fractura (dedo, muñeca, clavícula, tibia,
tobillo, columna vertebral,...). Los grupos deberán inmovilizar correctamente a la
víctima con el material disponible y trasladarla unos metros.
CURAS DE HERIDAS
Hablamos de una herida cuando se rompe la capa protectora de nuestro cuerpo, esto es
la piel. Cuando esto se produce estamos expuestos a un gran riesgo de infección. El
propio cuerpo se encargará de reparar el daño mediante la cicatrización. Pueden ser
incisas (cortes lineales, generalmente producidos por un objeto afilado cortante),
contusas (irregulares, producidas por un golpe), punzantes (de pequeño tamaño pero
pueden se profundas, como por ejemplo al clavarse una punta) o inciso-contusas
(combinación de ambas).
Para realizar una cura correctamente deberemos seguir estos pasos.
1. Tener preparado el material que vamos a utilizar: gasas, tijeras, esparadrapo,
antiséptico,...
2. Nos limpiaremos las manos con agua y jabón y utilizaremos a poder ser guantes
desechables.
3. Colocaremos al paciente en una posición cómoda tanto para él como para
nosotros.
4. Si la herida estuviera muy sucia la limpiaremos con agua y jabón, o suero
fisiológico (también podemos utilizar agua oxigenada a chorro.)
5. Limpiaremos la herida con una gasa estéril humedecida con solución salina
(suero fisiológico.) Se limpiará con trazos rectos desde la parte superior a la
inferior, empezando en el centro y continuando hacia fuera. Como norma
general se limpiará de la zona menos contaminada a la más contaminada.
6. Secaremos la zona con gasas y se procederá a la limpieza con solución
antiséptica (betadine) siguiendo las mismas consignas que el punto anterior.
7. Según los casos taparíamos la zona fijando un apósito con esparadrapo o vendas.
8. Hay que recordar volverse a lavar las manos
Es muy recomendable indicar al paciente que acuda a su centro de salud por si fuera
necesario aplicarle alguna vacunación o puntos de sutura.
No debemos utilizar algodón ni alcohol para las curas, ni intentar sacar objetos que
estén incrustados en la herida.
Recomendaremos a la persona que en los próximos días deberá lavarse la herida con
agua y jabón seguido de un antiséptico y cambiar los apósitos de la cura una vez al día
hasta su cicatrización, siempre que el personal sanitario no aconseje lo contrario.
También deberá valorar la posibilidad de vacunarse contra el tétanos.
En caso de una abrasión como las producidas cuando nos caemos al suelo, podemos
dejar la herida al aire para que cicatrice antes, siempre que no este en contacto con la
ropa.
El ojo es uno de los órganos del cuerpo humano más vulnerable a las agresiones
externas. Al igual que el oído, ante una lesión en el ojo, nuestra actuación como norma
general será, limpiarlo abundantemente con agua desde el lagrimal hacia la parte
externa del ojo. Los síntomas pueden ser inflamación, enrojecimiento del ojo afectado,
sensación de ardor, dolor, lagrimeo y dificultad para mantener el ojo abierto Para la
observación colocaremos nuestra mano izquierda debajo del mentón y con los dedos
índice y pulgar, entreabriremos el ojo afectado para observar el tipo y la localización del
cuerpo extraño. Para esto, pediremos a la víctima que mueva el ojo hacia arriba, abajo y
los lados. Si las molestias persisten deberemos tapar los dos ojos para que su
movimiento no agrave posibles lesiones (al tapar solo uno, el movimiento del ojo que
no esta tapado podría inducir al movimiento al lesionado.) No utilizaremos ni colirios
ni pañuelos para limpiar el ojo y lo remitiremos a los servicios hospitalarios.
Ante la introducción de un cuerpo extraño en el oído, los síntomas pueden ser dolor por
inflamación, si es por insecto, puede sentir el movimiento de este en el oído, la audición
puede estar disminuida, zumbido y en ocasiones, marcha inestable. No intentaremos
extraerlo ya que esto es competencia del facultativo. Si el cuerpo extraño se tratase de
un insecto, podemos aplicar unas gotas de aceite para inmovilizarlo.
Si la lesión es en la boca y afecta a una pieza dental que se ha desprendido,
enrollaremos un apósito estéril y lo colocaremos en el espacio dejado por el diente para
que la persona lo muerda suavemente y se remitirá a un odontólogo.
Cuando el objeto esta alojado dentro de la nariz, los síntomas pueden ser
ocasionalmente inflamación de la nariz, presencia de secreción sanguinolenta y
dificultad para respirar. Si el objeto se trata de un botón u otro objeto apriete con uno de
sus dedos la fosa nasal libre y pídale al niño que se suene, esto podría hacer expulsar el
objeto por la corriente de aire que se forma. Si con la maniobra anterior no se logra
expulsar el objeto, se deberá derivar a un centro asistencial.
La presencia de cuerpos extraños, se puede evitar, en caso de niños de corta edad no
dando a los niños objetos como botones o semillas para jugar. No permitir que los niños
jueguen cuando están comiendo y no dando a los niños alimentos con cáscara o huesos.
LAS HEMORRAGIAS
Una hemorragia es la salida de la sangre por rotura más o menos extensa de los vasos
sanguíneos, ya sea hacia el interior o hacia el exterior del cuerpo. La gravedad de la
hemorragia dependerá principalmente de la velocidad con que se pierda la sangre, del
volumen sanguíneo perdido, del estado físico y de la edad de la persona. El mismo
organismo intenta reparar el vaso sanguíneo formando una rejilla por medio de las
plaquetas.
Las hemorragias las podemos dividir en arteriales, cuando la sangre sale a borbotones,
coincidiendo con cada pulsación, la sangre es de color rojo brillante; venosas,
caracterizadas porque la sangre es de color rojo oscuro y su salida es continua, de escasa
o de abundante cantidad y hemorragias capilares o superficiales, que generalmente es
escasa y se puede controlar fácilmente.
También se pueden dividir en hemorragias externas o internas, según el lugar a donde se
vierte la sangre. Estas últimas se producen en el interior del organismo y son difíciles de
detectar.
Los primeros auxilios que prestaremos ante una hemorragia externa serán los siguientes:
Primeramente aplicamos una gasa o pañuelo limpio sobre la herida.
Presionaremos sobre la herida con nuestras manos para disminuir la hemorragia.
Aplicaremos un vendaje compresivo sobre los apósitos para mantener la presión. Nunca
retirar los apósitos manchados de sangre, sino colocar otros encima, ya que ayudan a la
coagulación.
Técnica para detener una hemorragia: elevación y compresión
Esquema de la técnica de presión directa sobre la arteria
Si la hemorragia es importante podemos elevar la extremidad afectada, siempre que no
se sospeche una fractura o realizar una compresión sobre la arteria principal del
miembro si la presión directa sobre la herida y la elevación no funcionan. La
compresión sobre la arteria la podemos realizar con las yemas de los dedos o el talón de
la mano según el tamaño de la arteria, presionando contra el hueso subyacente. Si la
hemorragia cesa después de tres minutos de presión, puede soltarse lentamente el punto
de presión directa.
Dependiendo si la hemorragia se produce en el miembro superior o inferior actuaremos
de la siguiente manera.
Para controlar la hemorragia en miembros superiores:
La presión se hace sobre la arteria braquial, cara interna del tercio medio del brazo. Esta
presión disminuye la sangre en brazo, antebrazo y mano. Para aplicar la presión,
colocaremos la palma de la mano debajo del brazo de la víctima, palpando la arteria y
presionándola contra el hueso.
Para controlar la hemorragia en miembros inferiores:
La presión se hace en la ingle, sobre la arteria femoral. Esta presión disminuye la
hemorragia en muslo, pierna y pie. Colocaremos la base de la palma de una mano en la
parte media del pliegue de la ingle.
Como última opción y en casos muy extremos podemos barajar la posibilidad de aplicar
un torniquete. Este consiste en la aplicación de una banda de tela de aproximadamente 5
a 8 cm de anchura o un cinturón, que rodeando al miembro comprimirá la arteria
principal contra la dureza del hueso, por medio de un palo o bolígrafo al que giraremos
para conseguir mayor tensión, impidiendo que se siga produciendo la hemorragia.
Siempre indicaremos a que hora pusimos el torniquete y nunca lo aflojaremos pues se
puede producir un coagulo. Debemos valorar detenidamente el uso del torniquete pues
tiene muchas complicaciones como gangrena o perdida posterior por amputación, entre
otras.
Es aconsejable sentar o tumbar a la víctima y si se le traslada se le situará la cabeza
ligeramente mas baja que los pies.
Un caso muy común es la epistaxis o hemorragia nasal. Actuaremos presionando sobre
las alas de la nariz contra el tabique nasal (arriba de las ventanas nasales) con los dedos
índice y pulgar. Esto permite obstruir la arteria principal que irriga la nariz. Lo
realizaremos durante unos 10 minutos con la cabeza ligeramente inclinada hacia delante
para evitar ingerir sangre y ocasionar el vómito, estando desaconsejado echar la cabeza
hacia atrás. Sentando a la víctima reduciremos el riego sanguíneo para la cabeza y la
nariz. Si continua sangrando tapone con gasa humedecida en agua destilada o hervida.
Otro recurso puede ser aplicar sobre la frente y la nariz compresas de agua fría o hielo
(envuelto en una toalla gasa o compresa). Esta desaconsejado exponer a la víctima al sol
y no dejaremos que se suene, pues puede aumentar el sangrado.
Si la hemorragia es de tipo alveolar, es decir, en una encía, taponaremos el alvéolo o
hueco de la encía que sangra con una gasa empapada en agua oxigenada (diluida)
explicándole que muerda con fuerza y será remitido al odontólogo.
Cuando la hemorragia es de carácter interno a veces se puede detectar puesto que se
produce una salida de sangre por los oídos o la boca. Otras veces no se manifiesta de
esta manera, pero pueden darse otros síntomas como palidez de piel, nauseas, sed o
pulso débil. Deberemos mantener caliente a la víctima y elevarle las extremidades
inferiores, pidiendo su traslado a un centro sanitario lo antes posible. Colocaremos
sobre el oído que sangra una gasa para evitar la entrada de gérmenes, siendo esta la
última hemorragia que no debe detenerse.
En caso de que la hemorragia continúe en un caso severo podemos llegar a una
situación de shock (también conocido como choque o colapso), definido como la falta o
disminución del aporte sanguíneo a los tejidos. En este caso la víctima puede padecer
alteraciones de la conciencia nerviosismo, pulso rápido y débil y respiración rápida. En
estos casos actuaremos controlando los signos vitales por si se produjera una parada
cardiaca, aflojar las ropas que le puedan oprimir y si podemos elevar las extremidades
inferiores y trataremos de abrigar a la victima.
PRIMEROS AUXILIOS EN EL MEDIO ACUÁTICO
Cuando una persona estando en un medio acuático no puede mantener las vías aéreas
fuera del agua, puede tragar agua o no pude introducir aire en los pulmones (en este
último caso se produce un espasmo es la glotis), ya sea por no saber nadar,
traumatismos o por una hidrocución, que se trata de una perdida de conocimiento
(familiarmente conocido como corte de digestión). En esta situación hablamos de un
ahogamiento. En caso de un rescate, no actuaremos respecto a la regla inicial P.A.S.
(Proteger, Avisar, Socorrer), ya que en primer lugar, avisaremos (ya que la extracción
de la víctima no es inmediata al estar en el medio acuático), después protegeremos a la
víctima extrayéndola del agua, para finalmente aplicar las técnicas de socorro si las
necesitase, previa evaluación de su estado general.
Un ahogamiento por asfixia o por inmersión, se produce porque un medio líquido
obstruye el paso del aire al interior de las vías aéreas. Hay dos clases de ahogamientos:
ahogamiento seco donde se produce un espasmo de la glotis, por lo que el agua no llega
al interior de los bronquios y que también se denomina ahogamiento blanco, por el
aspecto pálido de la víctima. El segundo tipo de ahogamiento se denomina ahogamiento
húmedo por que hay aspiración de líquido a los pulmones.
Por otro lado, según el medio en que se produzca, la inmersión puede ser por agua de
mar, que es hipertónica, lo que provoca paso de líquido hacía los bronquios y los
alvéolos, dificultando el intercambio gaseoso, llegando a la muerte por asfixia, hipoxia,
acidosis y edema pulmonar. Inmersión por agua dulce, que es hipotónica y pasa
rápidamente desde el alvéolo al torrente circulatorio, produciendo hipervolemia y
hemólisis, lo que ocasiona la muerte por fibrilación ventricular, hipoxia y edema
pulmonar. Ahogamiento en piscinas, que es igual al del agua dulce, con el agravante del
cloro que produce acción tóxica en la pared alveolar y ahogamiento en aguas
contaminadas, que presenta dos problemas añadidos; la contaminación bacteriana y la
química.
Las fases en las que podríamos dividir un rescate, serían:
Primero, cuando veamos a una persona en peligro, deberemos hacer una composición de
lugar por si la víctima se sumergiese localizarla lo antes posible(buscaremos referencias
del lugar donde se encuentra). Al mismo tiempo tomaremos consideraciones relativas a
la ropa y calzado que llevemos, ya que pueden lastrarnos y dificultar nuestro nado pero
pueden protegernos del frío del agua y del suelo si fuere irregular. Tendremos
precaución con las condiciones del agua (turbiedad, profundidad, corrientes.) Al
introducirnos en el agua procuraremos no sumergir la cabeza para no perder el contacto
visual con la víctima, por si esta se sumergiese en ese momento. Utilizaremos el estilo
de nado más rápido, cómodo y a poder ser descansado para nosotros pero intentando
que la cabeza permanezca en todo momento fuera del agua para no perder el contacto
visual y cuando lleguemos hasta la persona a auxiliar, intentaremos rodearla para
sujetarla por detrás (de esta manera será más difícil que la víctima nos abrace y nos
hunda.) Será muy positivo hablar previamente al contacto con la víctima para
tranquilizarla, ya que es posible que se encuentre en un gran estado de nerviosismo.
Aprovecharemos para tomar un pequeño respiro, si la victima esta consciente y
nerviosa, para recuperar fuerzas por si tuviéramos que forcejear para soltarnos de ella.
Si la persona que se está ahogando nos empujase hacia el fondo para permanecer ella a
flote, cogeremos aire y nos sumergiremos con ella para que así nos suelte al intentar
permanecer ella a flote. También podemos utilizar zafaduras (técnicas para librarnos de
su agarre) consistentes en bloquear sus muñecas o codos, obligándole a girarlas en
extremo y así soltarnos.
Distintas técnicas de aplicación de las zafaduras
Existen diferentes técnicas de arrastre para remolcar a la víctima. Estas dos que
reproducimos a continuación pueden ser las más sencillas: podemos sujetar al
accidentado por las axilas nadando de espaldas o bien podemos pasar nuestro antebrazo
por debajo de su axila y con la mano sujetar su barbilla de manera que su cuerpo quede
apoyado en el nuestro. La otra mano nos puede servir de ayuda en el nado. Este será
lateral. Deberemos controlar regularmente que las vías respiratorias están libres.
Técnicas para remolcar una víctima: Brazo al pecho y por las axilas.
Si disponemos de algún tipo de material que flote (flotador, boyas,...) se lo ofreceremos
para que se agarre a él y así facilitar nuestros movimientos de nado. Una vez que nos
encontremos en la orilla valoraremos su estado por si tuviera lesiones o por si
tuviéramos que comenzar la reanimación cardiopulmonar. La duración de esta maniobra
dependerá de las condiciones del ahogamiento, ya que si se produce en aguas muy frías
(hipotermia), el tiempo de supervivencia se amplía notablemente (más de 30 minutos.)
Recordar que los vómitos pueden tener lugar en más del 50% de los ahogados durante la
R.C.P.
Estas técnicas y conocimientos podemos desvincularlos del trabajo de la unidad
didáctica de primeros auxilios que estemos llevando a cabo, para integrarlas en la
unidad didáctica de medio acuático (natación,...). Es una buena manera de poner en
práctica las técnicas aprendidas anteriormente, ya que además de arrastrar a la víctima
hasta la orilla, pediremos al rescatador que comience la valoración de los signos vitales
que ya conoce y la posterior reanimación cardiopulmonar.
4. OTRAS SITUACIONES Y ACCIDENTES.
OBSTRUCCIÓN DE LAS VÍAS AÉREAS. LA MANIOBRA DE
HEIMLICH.
La obstrucción de vías aéreas se produce debido a la introducción en tracto respiratorio,
de un objeto sólido (cualquiera que sea su naturaleza: vomito, sangre, comida u objetos
extraños) que no es posible expulsar al toser. La incidencia en niños pequeños y
lactantes es mayor ya que suelen introducirse en la boca gran variedad de objetos como
pequeñas piezas de juguetes, trozos de comida, botones, monedas,...
Recordando la anatomía de las vías respiratorias encontramos que estas se dividen en
dos partes: vías respiratorias altas y bajas. La boca, nariz, faringe y laringe constituyen
las vías respiratorias altas. La traquea, bronquios y bronquiolos las vías bajas.
Habitualmente las obstrucciones se localizan en las vías altas con lo que obstrucción es
total. Una vez que el objeto pasa de la traquea, la obstrucción es parcial pues el objeto
suele alojarse en un bronquio, permitiendo la ventilación por el otro.
La obstrucción puede ser incompleta y completa.
Cuando la obstrucción es incompleta la víctima puede toser y respirar. El organismo
tiende a producir tos para expulsar el objeto. Debemos animarle a toser, pero no darle
palmadas en la espalda, ya que podríamos introducir más el objeto.
En la obstrucción completa la resistencia al paso del aire es total. Una causa frecuente
suele ser los trozos de comida.
Una persona consciente que presente una obstrucción completa de forma brusca,
empieza a realizar ademanes violentos, se lleva la mano al cuello. Es incapaz de hablar,
toser o respirar. Nuestra actuación será intentar desobstruir la vía mediante la maniobra
de Heimlich.
El objetivo de la técnica es conseguir que el diafragma se contraiga violentamente
produciendo una compresión brusca de los pulmones y la salida de aire a gran
velocidad, que impactará sobre el objeto obstructor y podrá desplazarlo hacia afuera.
Para realizar esta técnica, nos pondremos detrás de la víctima, si esta de pie y le
rodearemos la cintura con ambos brazos y pondremos una mano con el puño cerrado en
la boca del estómago (por encima del ombligo) y la otra mano la pondremos encima.
Con fuerza presionaremos hacia atrás y arriba y esto lo repetiremos en series de 5
compresiones rápidas y enérgicas. Esto lo repetiremos las veces necesarias hasta la
expulsión del cuerpo extraño.
Si la víctima está sentada el socorrista se colocará detrás de ella con las rodillas
flexionadas para estar a la altura más correcta, y procederá como en el caso anterior.
Si la víctima esta inconsciente, la situaremos boca arriba, ladeándole la cabeza y
nosotros nos pondremos a horcajadas sobre sus muslos. Colocaremos sobre la boca del
estómago el talón de una mano y apoyaremos encima la otra y empujaremos hacia
arriba y atrás, al igual que el caso anterior, es decir mediante 5 compresiones rápidas y
enérgicas.
Maniobra de Heimlich
Esta técnica nos puede servir también cuando realizando el R.C.P. observamos que el
aire no entra en los pulmones de la víctima y sospechamos que hay una obstrucción de
las vías respiratorias.
La maniobra de Heimlich no esta recomendada en obesos y embarazadas. En estos
casos presionaremos sobre la mitad inferior del esternón. En niños menores de un año
podemos colocarlo boca abajo sobre nuestras piernas y darle palmadas entre los
omóplatos.
QUEMADURAS
Es una lesión local producida por el calor, en cualquiera de sus formas. La lesión
térmica afecta a los tejidos provocando su destrucción. Puede producir enrojecimiento,
ampollas, aspecto carbonizado, dolor.
Según la profundidad de la quemadura se denominan de primer grado cuando la piel
esta enrojecida, de segundo grado cuando aparecen ampollas y de tercer grado cuando la
piel esta carbonizada.
La gravedad de las quemaduras dependerá de su extensión, localización, suciedad o no
de la misma y la condición del quemado (niños, ancianos, etc...).
La extensión las quemaduras es el primer factor a considerar en la valoración de la
severidad de una quemadura. Para calcularla, se utiliza como método más sencillo la
regla de los nueve de Wallace, según la cual se divide la superficie corporal del adulto
en 11 áreas, cada una de las cuales supone el 9%, o un porcentaje múltiplo de nueve,
con relación a la superficie corporal total. De esta forma se estima que la cabeza y
cuello: son, aproximadamente, un 9%, cada extremidad superior otro 9%, la cara
anterior de tórax y abdomen el 18%, la espalda y nalgas el 18%, cada extremidad
inferior el 18% y los genitales el l%. También se puede utilizar la regla de la Palma de
la mano, sabiendo que la palma de la mano equivale al 1% de la superficie corporal. En
el niño la proporción es distinta y sé le otorga a la cabeza un 18% y a cada extremidad
inferior un 13%, siendo el resto igual.
Ante una quemadura debemos enfriar la zona inmediatamente con suero fisiológico o
solución jabonosa, aunque de no tener podríamos utilizar agua fría, pero no hielo. De
este modo aliviaremos el dolor y evitaremos que los tejidos sigan calentándose.
Cubriremos la zona con paños estériles o simplemente limpios. No aplicaremos ni
pomadas ni productos que dificulte ver la profundidad de la quemadura. No utilizar
mercurocromo ni betadine.
Si hubiese ropa adherida a la piel no la retiraremos y si estuviese ardiendo deberemos
indicarle que se tienda en el suelo y que ruede o cubrirle con alguna ropa grande como
un abrigo, manta o alfombra.
En caso de una quemadura química debemos eliminar el contacto del producto con la
piel lo antes posible. Lavaremos la zona con abundante agua, si puede ser a chorro
teniendo en cuenta que nosotros nos pondremos guantes para evitar que entre en
contacto con nuestra piel el producto químico. Una vez eliminado el producto corrosivo
se podrá secar las heridas sin friccionar y posteriormente recubrir con apósitos.
En caso de una quemadura eléctrica, desconectaremos la corriente antes de tocar a la
víctima. Si no es posible, nos aislaremos con un palo, cuerdas, etc,... y sin tocar a la
víctima directamente la separaremos del foco eléctrico. Las quemaduras por esta causa
podrán ser superficiales, producidas por calor y llamas; quemaduras por arco o
fogonazo y quemaduras llamadas propiamente eléctricas por la acción de la corriente a
través del organismo ya que lesionan planos más profundos y a menudo destruye
músculos y altera órganos internos, llegando incluso a producir paradas
cardiorespiratorias e incluso la muerte.
Después de una descarga eléctrica comprobaremos las constantes vitales actuando
conforme a esa valoración.
Un caso muy común en el ámbito escolar es una quemadura benigna producida por el
sol. Es aconsejable enfriar la zona con agua fría durante 5-10 minutos. Se puede aplicar
alguna crema hidratante y se evitará seguir con la exposición a los rayos solares.
Aconsejaremos la ingesta de líquidos y sales para mejorar la hidratación. Si se hubiese
formado una ampolla por la quemadura no la reventaremos ya que podría ser una
entrada de infecciones.
INTOXICACIONES
INTOXICACIONES
Las sustancias toxicas se pueden definir como aquellas que tomadas en cantidad
suficiente son capaz de producir un daño en el organismo. Son potencialmente tóxicos
los medicamentos, muchos productos de limpieza, insecticidas, gases, algunas plantas,
etc...
Las vías de entrada más habituales para las sustancias tóxicas son la vía digestiva y la
inhalatoria, aunque también puede producirse a través de la piel. Las sustancias tóxicas
pueden ser ácidas (ácido acético, clorhídrico, nítrico, etc,...), alcalinas (lejía, amoniaco,
sosa cáustica, etc...) o de otra naturaleza.
Los síntomas son muy variados pero podemos observar alteraciones digestivas como
las náuseas y los vómitos, diarreas y dolores de estómago. Alteraciones
cardiorrespiratorias como dificultades para respirar, incluso a veces una parada
respiratoria. Otros síntomas que pueden aparecer son la perdida de conocimiento o
convulsiones.
Dependiendo de la vía de entrada actuaremos de una manera u otra.
INTOXICACIONES POR VÍA DIGESTIVA.
Si los tóxicos han sido tomados por vía digestiva, primeramente realizaremos una
valoración primaria (signos vitales) y actuaremos según proceda. Si no existe un
problema vital intentaremos identificar el tóxico a través del envase, envoltorio o caja o
preguntándole directamente a la víctima si esta consciente. Pediremos ayuda lo más
rápidamente posible indicando la causa probable de la intoxicación (también podemos
llamar al numero del centro de información toxicología que viene en casi todas las
etiquetas de los productos potencialmente tóxicos).
Mientras llega la ayuda podemos realizar unas sencillas maniobras. Como regla
general no provocaremos el vómito (solo si lo ha indicado el servicio de urgencias.
Puede darse este caso en alguna intoxicación por medicamentos si la víctima esta
consciente.)
Intentaremos neutralizar el tóxico mediante una solución albuminosa (diluyendo 6
claras de huevo en un litro de agua) y dándosela a la víctima siempre que esté
consciente. En caso de no tener claras de huevo, tres cucharadas e aceite de oliva puede
ser también igualmente eficaz. Podemos también hidratar a la víctima dándole a beber
leche.
Cuando la ayuda llegue daremos una muestra del tóxico al personal de sanitario.
INTOXICACIONES INHALADAS.
Para los tóxicos inhalados, (por ejemplo gases, humos,...) primeramente deberemos
proteger a la víctima retirándola del ambiente tóxico, cerrando la fuente de emisión del
tóxico, ventilando la estancia, etc,... tener en cuenta siempre nuestra protección, no sea
que caigamos también bajo los efectos del tóxico. No encenderemos cerillas ni
manipularemos interruptores eléctricos si sospechamos presencia de gas butano o
similar. En caso de humo producido por un incendio podemos taparnos la boca y la
nariz con un pañuelo húmedo y movernos por la parte más baja de la estancia ya que allí
el aire está menos contaminado.
Después valoraremos el estado de la víctima actuando en consecuencia y pedir ayuda.
INTOXICACIONES POR DROGAS
La intoxicación de los diferentes tipos de drogas supone una gran dificultad de
actuación debido a la variedad de sustancias y síntomas que producen. Nuestra
actuación irá destinada a conocer que tipo de sustancia tomó la víctima, no dejar que se
duerma, iluminar el lugar donde se encuentre, controlar las constantes vitales y avisar
rápidamente a los servicios de urgencia.
PICADURAS Y MORDEDURAS
Por lo general se tratan de lesiones que no suelen revestir gravedad, pero en algunos
casos pueden llegar a ser graves si las picaduras son masivas o la persona es
especialmente sensible a la sustancia inyectada, lo que le producirá una reacción
alérgica.
Cuando se produzca una picadura observaremos si hay algún aguijón clavado en la piel.
Si fuese así lo extraeríamos con una pinza intentando no comprimir la parte superior del
aguijón, ya que podríamos vaciar el saco de veneno situado en la parte superior.
Una vez extraído el aguijón, si lo hubiese, lavaremos la herida con agua y jabón y para
evitar el dolor aplicaremos un paño empapado en agua fría o bien hielo (siempre
poniendo un paño fino para que no este en contacto con la piel.)
También se puede aplicar amoniaco mediante barritas vendidas a tal efecto. No
usaremos remedios como el barro, ya que si bien mitiga el dolor corremos el riesgo de
infectar la herida.
En caso de mordedura de un animal domestico o salvaje deberemos limpiar la herida
pero deberemos acudir a un centro sanitario ya que pueden trasmitirnos la enfermedad
de la rabia, cuyo virus se encuentra en la saliva del animal.
Otra situación de mordedura es la producida por las serpientes, y en particular por las
víboras. Es una situación poco común pero no por ello menos importante. La gravedad
de la picadura radica en la cantidad de veneno que penetre en el cuerpo y en la zona de
la mordedura (en las extremidades superiores o en el cuello es más grave.) Podemos
reconocer una mordedura de víbora porque deja dos puntos que sangran con una
distancia de un centímetro de distancia. La zona se hinchará y se amoratará.
En estos casos mantendremos la zona en reposo para evitar que se extienda el veneno
por el torrente sanguíneo e intentaremos tranquilizar al paciente. Haremos una atadura
por encima de la mordedura para dificultar la circulación. También podemos presionar
junto a la herida para hacerla sangrar un poco e intentar expulsar algo de veneno.
Llevaremos a la víctima lo antes posible a un centro sanitario para aplicar el antídoto.
Mientras tanto podemos aplicar hielo para que la zona no se inflame.
Pese a la extendida creencia popular, no realizaremos incisiones en la herida para
succionar el veneno ya que podemos infectar la herida y difundir el veneno. Incluso
podemos pasar el veneno a nuestro cuerpo por posibles heridas en la boca.
Otro grupo de picaduras son las producidas por animales marinos como la de las
medusas, erizos o la de peces como el pez araña. Si hubiesen dejado algún tipo de
aguijón o pincho lo extraeríamos. Generalmente el calor puede desactivar el veneno de
estos animales, con lo que sumergiendo la zona afectada en agua caliente
conseguiremos aliviar el dolor. Lavar la zona afectada con agua de mar, jamás con agua
dulce. Si hubiera oportunidad se recomienda irrigar la zona con vinagre (o amoníaco
rebajado en agua) o alcohol isopropílico al 60%. El agua dulce en caso de picadura de
medusa, puede producir la descarga de los nematocistos clavados en la piel, por
cambios en la osmolaridad. Sobre todo no frotar la zona con objetos ni tocarla con las
manos.
EL BOTIQUÍN
El botiquín es una herramienta muy útil en los primeros auxilios. Es allí donde
deberíamos guardar los medicamentos, vendas, instrumental, etc..
La primera premisa del botiquín es que debe ser un recipiente a poder ser hermético y
contar con un elemento sencillo de cierre para que los niños no puedan acceder a él.
Deberá estar bien señalizado y situarse en una estancia ni húmeda ni donde este
expuesto a los rayos directos del sol. El gimnasio o en la consejería son buenos lugares
para situar un botiquín.
Por supuesto siempre que realicemos alguna salida del centro escolar deberíamos llevar
el botiquín con nosotros.
El material que debe contener variará según las necesidades. Los elementos esenciales
de un botiquín de primeros auxilios se pueden clasificar en:
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Antisépticos: Los antisépticos son substancias cuyo objetivo es la prevención de
la infección evitando el crecimiento de los gérmenes que comúnmente están
presente en toda lesión (yodopovidona, clorhexidina, alcohol, suero fisiológico o
solución salina normal, jabón,...).
Material de curación: El material de curación es indispensable en botiquín de
primeros auxilios y se utiliza para controlar hemorragias, limpiar, cubrir heridas
o quemaduras y prevenir la contaminación e infección (gasas, apósitos,
compresas, vendas, vendas elásticas, esparadrapos, algodón,...)
Instrumental y elementos adicionales
Medicamentos: analgésicos, antihistamínicos, antiinflamatorios, suero oral,...)
Concretando, para completar un botiquín básico en un centro escolar debería contar con:
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Gasas estériles
Agua oxigenada.
Alcohol (no para las heridas, si no para desinfectar las manos y el material que
usemos.)
Suero fisiológico, para limpiar heridas
Tiritas.
Esparadrapo de papel y de tela
Antiséptico tipo betadine.
Vendas de varios anchos
Analgésicos (paracetamol)
Pomada para pequeñas quemaduras.
Pomada antiinflamatoria para golpes y otra antihistamínica para picaduras.
Bolsa de hielo para los golpes (sino se dispone de frigorífico se puede tener
bolsas que al romperse su interior producen frío)
Guantes de látex o vinilo.
Termómetro
Tijeras
Pinzas.
Pañuelos triangulares
Compresas.
Terrones de azúcar o caramelos para posibles hipoglucémias.
El botiquín debe ser revisado periódicamente y reponer aquellas cosas que se vayan
gastando. Dentro del botiquín debería haber una tarjeta con los teléfonos más
importantes de los centros de salud y las ambulancias.
Recuerda estas premisas respecto a tu botiquín:
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En el hogar o el colegio el botiquín deberá estar en sitio seguro, lejos del alcance
de los niños y donde no ofrezca riesgo alguno.
No situarlos a ser posible en el baño o la cocina, pues los medicamentos se
pueden alterar por la humedad y por el calor.
Haz una lista del contenido y pégalo a la tapa del botiquín. -Todos los elementos
deben estar debidamente embalados y marcados.
Periódicamente deberá revisar el botiquín y sustituir aquellos elementos que se
encuentren sucios, contaminados, dañados, vencidos (medicamentos) o que no
pueda verse claramente el nombre del medicamento.
Después de utilizar el instrumental de un botiquín deberá lavarse debidamente
desinfectarse, secarse y guardarse nuevamente.
Es muy importante que recordemos que como norma general no deberemos dar ningún
medicamento a un niño ya que es difícil asegurarse de que no es alérgico a la
composición de alguno de ellos.
Los teléfonos más importantes que deben figurar son los del teléfono único de
emergencias (112); Centro de Información Toxicológica de Madrid (915620420);
Guardia Civil (062); Policía Nacional (091); Urgencias sanitarias (061).
Botiquín de urgencia
Botiquín fijo
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