José Ramos-Horta

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José Ramos-Horta
(José ManuelRamos-Horta)
Timor-Leste, Presidente de la República; ex primer ministro
Duración del mandato: 20 de Mayo de 2007 - de de
Nacimiento: Dili, distrito de Dili, 26 de Diciembre de 1949
Partido político: sin filiación
Cargo: Periodista y diplomático
ResumenEl nombramiento en julio de 2006 por el presidente Xanana Gusmão del hasta entonces
ministro de Exteriores para reemplazar al asediado Mari Alkatiri en la jefatura del Gobierno de
Timor-Leste puso término a la más grave crisis política y de seguridad sufrida por la antigua
colonia portuguesa desde su independencia en 2002, tras 24 años de atroz ocupación militar
indonesia y dos años y medio de protectorado de la ONU. Personalidad reputada a nivel
internacional por el Nobel de la Paz recibido en 1996 en reconocimiento a su trayectoria de
luchador diplomático por la causa nacional de los timoreses desde el exilio, Ramos-Horta
asumió la tarea de arreglar la complicada madeja de problemas -sociales, económicos,
institucionales- que activó el violento caos de la primavera de 2006, cuando este país
subdesarrollado y dependiente de la ayuda internacional se asomó a una guerra civil. En mayo
de 2007 disputó y ganó las elecciones presidenciales.
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Biografía
1. Jefe de la diplomacia del movimiento independentista timorés
2. Reconocimiento con el Nobel de la Paz y coartífice de la independencia nacional
3. Nombramiento como primer ministro a raíz de la crisis nacional de 2006
4. Ganador de la elección presidencial de 2007
1. Jefe de la diplomacia del movimiento independentista timorés
La raigambre portuguesa de este mestizo de madre aborigen queda patente en sus rasgos
físicos, más europeos que melanesios o malayo-polinesios, y en su peripecia vital de exiliado:
su padre y su abuelo fueron portugueses obligados a marchar a las colonias lusas de África y
Timor Oriental por motivos políticos. El padre, artillero de la Armada portuguesa, se quedó a
vivir en Timor a mediados de los años treinta para evitar represalias por su oposición a la
dictadura republicana instaurada en la metrópoli por António de Oliveira Salazar. Uno entre doce
hermanos y hermanas, el niño recibió la educación escolar primaria en una misión católica en
Soibada, población prácticamente aislada del montañoso interior del país, en la zona central
perteneciente al actual distrito de Manatuto, y la secundaria, desde 1964, en el Liceo Doctor
Machado sito en la capital, Dili, su lugar de nacimiento.
En 1969, con 19 años, se puso a trabajar como reportero y locutor en radio y televisión, pero ya
entonces estaba implicado en el movimiento nacionalista que desde la clandestinidad exigía el
fin del estatus de Timor Oriental como provincia portuguesa de ultramar y el acceso a la
independencia sin dilación. Sus actividades militantes le acarrearon en 1970 un período de
exilio en Mozambique que se prolongó hasta 1971. En 1973 se sacó por correspondencia un
diploma en Relaciones Públicas reglado por el Centro Internacional de Marketing
La Revolución de los Claveles de abril de 1974 en Portugal fue el catalizador que el movimiento
de liberación timorés, hasta entonces débil y desorganizado, estaba necesitando. El joven
abandonó el periodismo y se unió a Francisco Xavier do Amaral y otros activistas, la mayoría
de los cuales eran tanto o más jóvenes que él, en la puesta en marcha de la Asociación Social
Demócrata Timoresa (ASDT), primer partido con un programa nítidamente independentista y
que en septiembre de aquel año adoptó el nombre de Frente Revolucionario de Timor Este
Independiente (FRETILIN).
Ramos-Horta fue integrante del Comité Central del FRETILIN desde su fundación. En su seno
se destacó como uno de los principales dirigentes, ejerciendo las funciones de secretario
general, secretario de Relaciones Exteriores e Información, y portavoz oficial. Los demás
miembros relevantes de la cúpula del partido eran Francisco Xavier do Amaral (presidente),
Nicolau dos Reis Lobato (vicepresidente), Mari Alkatiri y Xanana Gusmão, otro antiguo periodista
radiofónico y ex funcionario público que años más tarde iba a convertirse en el carismático
líder del movimiento independentista. El futuro premio Nobel fue uno de los protagonistas
políticos de los dramáticos acontecimientos de 1975, en los que intentó ejercer una influencia
conciliadora y pacificadora. Compromiso infatigable con la causa soberanista, voluntad de
diálogo y una marcada moderación ideológica ?frente al pensamiento izquierdista y filomarxista
de numerosos cuadros del FRETILIN- iban a ser las señas de identidad de este político y
diplomático a lo largo de toda su trayectoria.
En agosto de 1975 estallaron violentos enfrentamientos entre el brazo armado del FRETILIN, las
Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Timor Este (FALINTIL), y las milicias del partido
rival Unión Democrática Timoresa (UDT), favorable a un proceso de descolonización gradual,
sin rupturas con Portugal, y que, al igual que la Asociación Popular Democrática Timoresa
(APODETI, en su caso partidaria de la unión territorial a Indonesia, que tenía soberanía sobre
la mitad occidental de la isla), había sido derrotado por los frentistas en las elecciones
parlamentarias celebradas en marzo. Esta verdadera guerra civil entre facciones timoresas se
tradujo en la victoria militar y política del FRETILIN, que había sido marginado de las
conversaciones en Macao entre las autoridades lusas, la UDT y la APODETI sobre la
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postergación de la independencia hasta 1978, y en la retirada anticipada, en agosto, de la
administración portuguesa, creándose una situación de soberanía de facto.
Ramos-Horta y sus camaradas establecieron un gobierno provisional en Dili y el 28 de noviembre
de 1975, pese a las advertencias del Gobierno de Yakarta, que no ocultaba su ambición
anexionista, proclamaron unilateralmente la independencia de la República Democrática de
Timor Este (RDTL), con Amaral de presidente, Lobato de primer ministro y él mismo, con sólo
25 años, de ministro de Exteriores e Información. A principios de diciembre el flamante jefe de la
diplomacia timoresa voló a Nueva York para defender ante el pleno de la Asamblea General de
la ONU la independencia nacional frente a las amenazas indonesias y obtener el reconocimiento
para la RDTL. El 7 de diciembre se hallaba enfrascado en esas tareas cuando se produjo la
invasión y ocupación del país por 10.000 soldados del Ejército indonesio, con los pretextos de
la necesidad de poner fin a las luchas sectarias en la mitad oriental de la isla y de responder
positivamente a la declaración de independencia particular realizada por la UDT y la APODETI el
29 de noviembre, que establecía la automática integración en Indonesia.
Ramos-Horta ya no podía regresar a su país, así que con el visto bueno del partido resolvió
quedarse en Nueva York en calidad de representante permanente del FRETILIN ante la sede de
la ONU, que desde 1960 tenía a Timor Oriental en su agenda de descolonización en tanto que
territorio no autogobernado. Fue el comienzo de un primer período de exilio de 15 años de
duración a lo largo del cual Ramos-Horta defendió tenazmente la causa nacional timoresa en las
principales palestras de la ONU y reclamó, sin encontrar el menor eco en las potencias que
estaban en condiciones de hacerlo, la intervención internacional para revertir el acto ilegal de la
invasión y parar los crímenes que las tropas indonesias perpetraban contra la población civil
sospechosa de rebeldía.
En el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos no tuvo ambages en amparar la decisión de
Indonesia, su principal gendarme ideológico en el sudeste asiático, de aplastar un movimiento
de liberación isleño que le parecía sospechoso de prosovietismo. En julio de 1976 Yakarta se
anexionó formalmente el territorio, convirtiéndolo en la vigesimoséptima provincia de la
República de Indonesia. Para el FRETILIN y los timoreses que le eran afectos, la ocupación
indonesia adquirió proporciones de auténtico genocidio, étnico y cultural: la conjunción del
hambre y las epidemias como consecuencia de las prácticas de tierra quemada y de las
masacres directas produjo, según estimaciones de Amnistía Internacional, 210.000 muertes, es
decir, un cuarto de la población indígena, en los 24 años que duró este estado de cosas.
En el terreno puramente militar, las numerosas y bien pertrechadas fuerzas indonesias
diezmaron al movimiento de resistencia, que hubo de replegarse a las montañas y luchar por su
propia supervivencia más que por la reconquista del poder, meta quimérica si se perseguía por
medios exclusivamente militares. Las reseñas biográficas del estadista divulgadas por los
medios de comunicación reproducen el dato, en verdad escalofriante, de que cuatro de los once
hermanos de Ramos-Horta murieron violentamente a manos de los indonesios, aunque no
especifican si cayeron en la lucha guerrillera o si fueron asesinados en la represión de la
retaguardia.
Cuando Lobato, comandante en jefe de las FALINTIL y desde septiembre de 1978 también
presidente del FRETILIN y presidente en funciones de la RDTL (sustituyendo a Amaral,
arrestado bajo la acusación de negociar secretamente con el enemigo), cayó en combate el
último día de aquel año, el liderazgo militar y político de la resistencia pasó a Gusmão. En
1983, éste, con el asentimiento de Ramos-Horta, empezó a aplicar una nueva estrategia
consistente en el sondeo de conversaciones con el mando castrense indonesio y la apertura de
contactos políticos con sectores de la sociedad timoresa que rehusaban la lucha armada pero
que eran críticos en mayor o menor grado con las políticas de asimilación cultural y represivas
de Yakarta.
Los intentos de Gusmão y Ramos-Horta de implicar a Indonesia en un proceso negociador
mediado por la ONU, es decir, de internacionalizar el conflicto, toparon con la intransigencia del
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Gobierno del general Suharto, que sólo accedió a hablar sobre la cuestión timoresa con la
antigua metrópoli colonial, Portugal. En este sentido, las ocho resoluciones aprobadas por la
Asamblea General de la ONU entre diciembre de 1975 noviembre de 1982, es decir, una por
año, y las dos resoluciones aprobadas por el Consejo de Seguridad en diciembre de 1975 y abril
de 1976, afirmando el derecho del pueblo timorés a la autodeterminación y la independencia, y
exigiendo el final de la ocupación indonesia, fueron papel mojado.
Por otra parte, Ramos-Horta aprovechó su residencia forzosa en el extranjero para realizar
estudios superiores en las disciplinas del Derecho Internacional, el Derecho Humanitario y la
Política Exterior. Esta triple formación la recibió entre 1983 y 1984 de la Academia de Derecho
Internacional de La Haya, el Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo y la
Universidad de Columbia en Nueva York. En 1984 realizó en la Universidad Antioch de Yellow
Springs, Ohio, un máster en Estudios sobre la Paz que produjo el documento de tesis Timor
Oriental y el Derecho Internacional. Y en 1987 fue becado en el área de Relaciones
Internacionales por el St. Anthony?s College de la Universidad de Oxford.
A partir de 1986 Ramos-Horta simultaneó su cometido diplomático en la sede neoyorkina de la
ONU con funciones de asesoría al Gobierno de Mozambique, país amigo regido por un partido,
el FRELIMO, que estaba hermanado con el FRETILIN desde que combatiera al colonialismo
portugués durante la guerra de liberación del país africano. Las gestiones del timorés, que
disponía de una rica cartera de contactos, fueron instrumentales para la apertura por el régimen
marxista de Maputo de sus primeras estancias representativas en Estados Unidos. Entre 1987 y
1988 incluso se encargó de dirigir la oficina de relaciones públicas de la Embajada
mozambiqueña en Washington.
En enero de 1988 Ramos-Horta se integró en el nuevo Consejo Nacional de la Resistencia
Maubere (CNRM), un órgano presidido por Gusmão, quien seguía comandando la lucha de
liberación desde su cuartel general en las montañas, y que aunaba a todas las fuerzas de la
resistencia -FRETILIN, FALINTIL, UDT-, así como a la Iglesia Católica, en una organización
capaz de hablar en nombre del pueblo timorés en el escenario internacional.
El CNRM se dotó de un aparato militar, el Consejo Ejecutivo de la Lucha/Resistencia Armada, y
un aparato civil, el Consejo Ejecutivo de la Lucha/Frente Clandestino, concibiéndose el segundo
como la estructura del protoestado timorés, con las funciones de preparar la administración y los
cuadros burocráticos, documentar la situación de los Derechos Humanos y salvaguardar en lo
posible la herencia cultural para cuando llegara el momento de la independencia. Gusmão
asumió el mando del Frente Clandestino en el interior y Ramos-Horta el del Frente Clandestino
en el exterior, esto es, el Frente Diplomático, mientras que el comandante Manecas
Ma'huno asistió al primero en la conducción de la Resistencia Armada. Tanto Gusmão
como Ramos-Horta rescindieron su militancia en el FRETILIN para subrayar su declaración de
que el CNRM era una plataforma nacional suprapartidista.
En 1989 Ramos-Horta, con el aval académico de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Nueva Gales del Sur (UNSW) en Sydney, Australia, organizó el Programa de Formación
Diplomática (DTP), un instrumento formativo en las áreas de Derechos Humanos, Derecho
humanitario y la denominada ?diplomacia de los pueblos", dirigido a activistas de ONG y
movimientos indígenas de la región de Asia-Pacífico. En 1990 el diplomático puso término a
década y media de residencia en Nueva York y prosiguió sus actividades a caballo entre Sydney
y Lisboa.
2. Reconocimiento con el Nobel de la Paz y coartífice de la independencia nacional
En 1991, el año de la tristemente célebre masacre en Dili, en la que 250 manifestantes fueron
abatidos por unidades especiales indonesias, con el consiguiente escándalo internacional,
Ramos-Horta adquirió la condición de representante especial del CNRM. En abril de 1992
compareció ante el Parlamento Europeo en Bruselas para presentar el plan elaborado por el
CNRM, que contemplaba la superación del conflicto en tres etapas: en los primeros dos años se
aplicarían una serie de ?medidas de confianza", consistentes en la retirada escalonada de las
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fuerzas indonesias, la liberación de los prisioneros políticos, la instalación en la isla de las
agencias de la ONU y la creación de una situación de respeto de los Derechos Humanos;
después, durante cinco o diez años, los timoreses se regirían a sí mismos a través de
instituciones autónomas y democráticas; por último, la población votaría en referéndum si
deseaba la integración en Indonesia, el estatus de libre asociación con Portugal -similar al de
Puerto Rico con Estados Unidos- o la plena independencia.
No obstante la extrema flexibilidad y el posibilismo de este plan, que relegaba la salida
independentista a un plazo lejano, el Gobierno de Yakarta, de nuevo, reaccionó negativamente.
Así lo constató el representante especial en su primera e infructuosa reunión con el ministro
indonesio de Exteriores, Ali Alatas, en octubre de 1994 en Nueva York. La portavocía
internacional del movimiento de liberación timorés ejercida por Ramos-Horta se hizo más
notoria desde la captura y encarcelamiento en noviembre de 1992 de Gusmão, contra el que la
justicia indonesia no tardó en dictar una condena a cadena perpetua. Ramos-Horta pasó a
representar personalmente a Gusmão y a abogar por su liberación en una campaña que
involucró positivamente a la ONG Amnistía Internacional, la cual le confirió el estatus de
prisionero de conciencia. La campaña internacional impulsada por Ramos-Horta favoreció las
presiones gubernamentales que obligaron a la dictadura de Suharto, primero, a rebajar la
condena al reo y, luego, a flexibilizar su régimen de aislamiento carcelario.
La toma de conciencia de la comunidad internacional, que hasta la masacre de Dili se había
asomado al drama timorés con una mezcla de desconocimiento ?sobre todo- e indiferencia, tuvo
su mejor expresión el 11 de octubre de 1996 con la concesión del Premio Nobel de la Paz a
quienes venían siendo los principales rostros de la resistencia a la ocupación indonesia desde
el campo civil: Ramos-Horta y el obispo católico de Dili, Carlos Felipe Ximenes Belo, valeroso
eclesiástico que llevaba años denunciando al Ejército indonesio en sermones y misivas a
líderes internacionales, y dando cobijo en su propia casa a perseguidos políticos. El Comité
Noruego del Nobel galardonaba a Ramos-Horta y Ximenes Belo ?por su trabajo en favor de una
resolución pacífica y justa del conflicto de Timor Oriental", y hacía honor a sus ?sacrificadas y
continuadas contribuciones a un pueblo pequeño pero oprimido", deseando de paso que este
doble reconocimiento espoleara ?los esfuerzos encaminados a una solución diplomática para el
conflicto de Timor Oriental basada en el derecho de su pueblo a la autodeterminación".
Cuando se enteró de la noticia, Ramos-Horta declaró que el Comité tendría que haber
concedido su premio a Gusmão, dejando implícitamente claro que en el CNRM el liderazgo
supremo y la legitimidad moral de aquel no habían sufrido merma tras su controvertida
declaración proindonesia realizada para la televisión en 1992, dándose por entendido que
aquellas palabras fueron arrancadas al prisionero bajo presiones y amenazas. Los laureados
recogieron su premio en Oslo el 10 de diciembre.
Del 23 al 27 de abril de 1998 la I Convención Nacional de la Diáspora reunida en Peniche,
Portugal, estableció para sustituir al CNRM el Consejo Nacional de la Resistencia Timoresa
(CNRT), con Gusmão de presidente secundado por dos vicepresidentes, Ramos-Horta y, en
representación de la UDT, Mário Viegas Carrascalão, antiguo gobernador de la provincia
establecida por Indonesia. El CNRT secundó una estrategia de "reconciliación nacional" que
apostaba sin reservas por la vía de la diplomacia y las negociaciones, opción tanto más
ineludible por cuanto las FALINTIL llevaban años encajando graves quebrantos, confirmando la
imposibilidad de una victoria militar, siquiera parcial. La dimisión forzosa del dictador Suharto el
21 de mayo siguiente, en el contexto de una aguda crisis económica y una agitación social sin
precedentes, dio paso en Indonesia a un nuevo Gobierno que se mostró dispuesto a negociar el
alto el fuego, la liberación de Gusmão y, eventualmente, si así lo decidían los timoreses en
referéndum, la concesión de la independencia al territorio.
En la primavera de 1999, la nueva actitud de Indonesia y la implicación decidida de la ONU,
Portugal y otros gobiernos permitieron las firmas de sendos acuerdos de paz y de celebración de
una consulta popular bajo la tutela de una misión policial de la ONU, UNAMET. El 30 de agosto
de 1999 la gran mayoría de los timoreses, pese a la ola de terror desatada por las milicias
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proindonesias, acudió a las urnas para decantarse por la independencia en lugar del régimen
autonómico especial ofrecido por Yakarta.
Lo que sucedió a continuación es conocido: el lanzamiento por los paramilitares
antiindependentistas, con la complicidad del alto mando militar indonesio, de una brutal
campaña represiva contra los timoreses nacionalistas que se tradujo en cientos de asesinatos y
muchas decenas de miles de deportados y refugiados; luego, la respuesta militar de la
comunidad internacional, que envió una fuerza de protección comandada por Australia y
avalada por la ONU, INTERFET, a la que luego tomaron el relevo los cascos azules de la
Administración de Transición para Timor Oriental (UNTAET); y como resultado, el comienzo de
un lento proceso de pacificación, que fue también la cuenta atrás para la independencia una
vez que el Parlamento de Yakarta abrogó la anexión de 1976 y reconoció el resultado del
referéndum. El Ejército indonesio completó su retirada el 30 de octubre y Timor Oriental
adquirió la condición interina de protectorado internacional de hecho.
El 1 de diciembre de 1999, un mes largo después del triunfal regreso de Gusmão a Dili, RamosHorta se subió en Sydney al avión que puso fin a sus 24 años de exilio. Recibido entre vítores
por una multitud en el aeropuerto de Dili, el repatriado pronunció en su idioma nativo, el tetum,
en inglés y en portugués un emocional discurso con el que rindió tributo a todos los que habían
permanecido en el país durante la larga lucha por la independencia. ?Los verdaderos héroes
son los que se quedaron atrás. Ellos fueron los que sufrieron, los que fueron torturados y
violados, los que fueron asesinados. Con humildad nos inclinamos ante su coraje", aseveró.
Pero también apeló a la superación del rencor y a la reconciliación con los indonesios.
En los dos años y medio que quedaban para la independencia, Ramos-Horta no dejó de jugar el
alto papel político que por su trayectoria le correspondía, aunque bajo la condición formal de
independiente, ya que no pertenecía al FRETILIN ni a ningún otro partido. Como
vicepresidente del CNRT trabajó con los responsables de la INTERFET y la UNTAET en las
labores conjuntas para el mantenimiento de la paz y la seguridad, la coordinación y distribución
de la ayuda humanitaria, y el establecimiento de una administración civil.
En agosto de 2000, durante el II Congreso del CNRT y al poco de constituirse el primer Gobierno
de Transición de Timor Oriental, Ramos-Horta y Gusmão anunciaron que dimitían como
presidente y vicepresidente de la organización en protesta por el cariz de desunión y
enfrentamientos internos que estaba adquiriendo un organismo cuya razón de ser en estos
momentos era cuestionado. Contra el jefe diplomático, en particular, había expresiones de
hostilidad por parte de sectores militantes del FRETILIN que reclamaban una influencia
preeminente en el proceso político por su condición de ex combatientes de la resistencia que no
habían podido o querido escapar de la isla cuando la agresión indonesia. Ramos-Horta se
declaró ?víctima" de las ?reyertas, los celos y las rivalidades entre ciertos individuos?, y
arremetió contra los ?elementos radicales del FRETILIN" a quienes les resultaba duro ?compartir
el poder con otros". El toque de atención surtió algún efecto, ya que las dimisiones no fueron
plasmadas; el Congreso terminó con la reelección de la cúpula del CNRT y la aprobación de
una Constitución política, una ley de partidos y elecciones, y una Comisión de Reconciliación
Nacional.
El 20 de septiembre de 2001, tras la disolución del CNRT el 9 de junio anterior y la celebración
el 30 de agosto siguiente de elecciones a la Asamblea Constituyente, las cuales fueron ganadas
por el FRETILIN por mayoría absoluta, Ramos-Horta renovó al frente de la oficina de Exteriores
en el segundo Gobierno de Transición, cuyo ministro principal era Mari Alkatiri, otro veterano de
la resistencia en el exilio y exponente del ala izquierdista del partido dominante. El 20 de mayo
de 2002 Timor Oriental dejó de ser el último territorio no autogobernado de Asia y se convirtió
en el 193 Estado soberano con el nombre de República Democrática de Timor-Leste. La
cúspide del poder político quedaba dibujada por Gusmão en la Presidencia de la República,
Alkatiri en la jefatura del Gobierno, Francisco Guterres, alias Lu-Olo (del FRETILIN), en la
presidencia del Parlamento Nacional y Ramos-Horta en el Ministerio de Exteriores. Estos cuatro
hombres no formaban un equipo perfectamente conjuntado y las disonancias, sobre todo entre
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Ramos-Horta y Alkatiri, no iban a tardar en surgir.
Como ministro de Asuntos Exteriores, Ramos-Horta se aplicó en la tarea diplomática de obtener
la pronta membresía del flamante Estado en organizaciones de obvio interés como eran el FMI,
el Banco Asiático de Desarrollo, la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa, la UNESCO
y el grupo de países ACP (Asia-Caribe-Pacífico), éste un vínculo imprescindible para
beneficiarse de los programas de la Unión Europea sobre cooperación económica, comercial y
al desarrollo. Esta agenda fue realizándose entre julio de 2002 y junio de 2003. El ingreso en la
ONU fue aprobado por el Consejo de Seguridad en su resolución del 23 de mayo de 2002. Otra
meta estratégica era el ingreso en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN),
aunque el Gobierno reconocía que tendrían que transcurrir una serie de años para que un
país tan subdesarrollado como Timor-Leste estuviera mínimamente preparado para integrarse
en el área librecambista de esa organización.
La verdad era que Timor-Leste, país pobre de solemnidad, recién salido de los estragos de la
guerra, sin industria, con una agricultura y una pesca básicamente de subsistencia, con sus no
magras riquezas naturales apenas explotadas y con el 70% de sus 800.000 habitantes sin
ingresos laborales, iba a depender vitalmente de las ayudas, los créditos, las facilidades
comerciales y las inversiones facilitados por la comunidad internacional, so pena de no llegar a
cuajar como Estado.
La urgencia por obtener fondos para financiar el desarrollo y sacar al grueso de los timoreses de
la miseria y las privaciones presidió parcialmente las negociaciones con Indonesia, con la que
había muchos expedientes abiertos ?normalización diplomática, delimitación de la frontera,
repatriación con garantías de los refugiados que permanecían en Timor occidental,
procesamiento judicial de los responsables civiles y militares de las violaciones humanitarias- y
totalmente con Australia, con la que nada más accederse a la independencia se firmó un
trascendental acuerdo para la explotación conjunta de los ricos depósitos de hidrocarburos
localizados en el Mar de Timor. A medio plazo este acuerdo debía proporcionar al país sus
primeros ingresos por recursos propios, aunque más tarde surgieron diferencias sobre el
porcentaje de beneficios que correspondía a cada parte con arreglo a una demarcación de las
aguas territoriales cuya negociación satisfactoria se demoró hasta enero de 2006.
Por otro lado, Ramos-Horta fue un eficaz preparador de las reuniones de Gusmão con los
líderes internacionales y cimentó unas estrechas relaciones con Estados Unidos, hasta el punto
de que en febrero de 2003 el ministro, a título particular, no tuvo reparos en aceptar como
legítimo el inminente escenario de la invasión de Irak. La línea exterior proestadounidense se
manifestó también en la firma de un acuerdo bilateral que concedía la inmunidad a los
nacionales del país americano frente a la jurisdicción de la Corte Penal Internacional.
3. Nombramiento como primer ministro a raíz de la crisis nacional de 2006
El cargo de máximo responsable diplomático que, bajo una u otra denominación, Ramos-Horta
venía desempeñando desde hacía tres décadas fue reemplazado por el de jefe del Gobierno
en 2006, como consecuencia de unos gravísimos motines de ambiguo signo político que
tuvieron su génesis en la prolongación, sin visos de mejora, de las penurias socioeconómicas y
en tensiones interétnicas no superadas. La primera señal de alarma de la frustración de una
juventud sin trabajo, desengañada por las promesas incumplidas de los políticos y sin
perspectivas de futuro ya sonó en diciembre de 2002, cuando turbas de incontrolados la
emprendieron contra blancos simbólicos del poder económico y político como hoteles,
supermercados, oficinas y edificios institucionales. Los disturbios dejaron varios muertos y a Dili
sembrada de destrozos.
La algarada de diciembre de 2002 fue un duro golpe a los esfuerzos de construcción estatal que
sembró dudas sobre la capacidad de las fuerzas de seguridad timoresas para mantener la paz y
el orden cuando se fueran los cascos azules de la ONU. Esta mudanza tuvo lugar en mayo de
2005, fecha en que la Misión de Naciones Unidas de Apoyo a Timor Oriental (UNMISET), la
operación de mantenimiento de la paz, más reducida, que había sucedido a la UNTAET en
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mayo de 2002, terminó su mandato y dio paso a la Oficina de Naciones Unidas en Timor-Leste
(UNOTIL), cuya misión fundamental era ayudar en la formación de la Policía Nacional (PNTL) y
en la consolidación de las instituciones democráticas.
La crisis que a punto estuvo de sumir el país asiático en una guerra civil se inició el 24 de abril
de 2006. Ese día, alrededor de 600 ex soldados que acababan de ser expulsados de las
Fuerzas de Defensa (FDTL) ?esto es, un tercio de los efectivos- por desertar de sus puestos, sus
simpatizantes civiles y jóvenes en paro realizaron en Dili una marcha de protesta que degeneró
en enfrentamientos. Entre los militares sancionados cundía el resentimiento con las jefaturas
castrense y gubernamental porque creían ser objeto de marginación por su condición de
timoreses nacidos en la parte occidental de la isla, es decir, loromonu, en la terminología tetum.
Los tumultos continuaron y el 28 de abril la situación se convirtió en explosiva al entablarse
choques entre los rebeldes y efectivos de las FDTL, que arrojaron cinco muertos. Decenas de
edificios comenzaron a ser incendiados, obligando a miles de residentes a abandonar la ciudad.
La agresividad y fuerza de la revuelta aumentaron a comienzos de mayo con el paso a sus filas
de un pelotón de la policía militar comandado por el mayor Alfredo Reinado, quien se erigió en
cabecilla de los amotinados. Apostados en las colinas del sudoeste de Dili, éstos pasaron de las
demandas laborales a las proclamas políticas, con la doble exigencia de la destitución de
Alkatiri y la disolución de las FDTL. A los combates esporádicos con soldados lealistas, que
engrosaron la lista de muertos, se les solaparon los desmanes que bandas de civiles cometían
en Dili, incendiando casas y vehículos, saqueando con total impunidad, atacando con armas
blancas a los residentes y creando una atmósfera de terror que rememoraba las jornadas de
septiembre de 1999, sólo que esta vez se trataba de timoreses lanzados contra timoreses:
policías contra militares, militares contra militares, loromonu (occidentales) contra lorosae
(orientales) y jóvenes enloquecidos contra todo el mundo.
Ante esta caótica crisis el liderazgo político tuvo una reacción heterogénea: mientras que
Alkatiri acusó a los revoltosos de pretender un golpe de Estado y amenazó con imponer el orden
con todo rigor, Gusmão, sin dejar de resultar firme, adoptó una actitud más apaciguadora. Por
su parte, Ramos-Horta aseguró que los ataques arbitrarios a personas y propiedades apenas
tenían motivaciones políticas; la mayoría de los actos de violencia obedecían a venganzas,
odios personales o a un ?hooliganismo súbito que es muy difícil de atajar para un gran
ejército".
Siempre voluntarioso, el ministro se encargó de contactar con los rebeldes para explorar la
viabilidad de sus reclamaciones socioeconómicas y de gestionar las peticiones de ayuda
internacional, que recibieron respuesta positiva: a la ONU se le pidió que prorrogara por un mes
el mandato de la UNOTIL, que expiraba el 20 de mayo, y a los gobiernos de Australia, Nueva
Zelanda, Malasia y Portugal que enviaran urgentemente tropas de interposición, las primeras de
las cuales aterrizaron en Dili el 25 de mayo dentro de la denominada Operación Astute, liderada
por los australianos. El contingente internacional, formado por 2.500 soldados, se subordinó a la
autoridad de la UNOTIL con los cometidos de poner término a la violencia y la inseguridad,
evacuar a la colonia extranjera y obtener el desarme pacífico de los facciosos, en lo que halló
grandes dificultades. Ramos-Horta solicitó también al Alto Comisionado de la ONU para los
Derechos Humanos que investigara las denuncias hechas por la ONG Human Rights Watch y
por el Departamento de Estado de Estados Unidos sobre violaciones humanitarias perpetradas
por la PNTL leal al Gobierno.
El 29 de mayo Gusmão y Alkatiri, en un esfuerzo por solventar sus diferencias, acordaron en una
reunión del Consejo de Estado una remodelación del Ejecutivo que debía desactivar el aspecto
militar de la crisis y consistente en el nombramiento de Ramos-Horta, cuya popularidad se
conservaba intacta al no ser objeto de ataques personales por Reinado y su gente, como
ministro de Defensa en sustitución de Roque Rodrigues, y en el reemplazo de Rogério Lobato
por su segundo, Alcino Barris, en el departamento de Interior. El 30 de mayo Gusmão subrayó su
preeminencia sobre Alkatiri decretando medidas excepcionales para restablecer el orden,
inclusive el estado de emergencia durante 30 días, y solicitando a Alkatiri la remoción de los
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ministros de Defensa e Interior, que eran hombres de su círculo de confianza. El presidente de
la República, haciendo uso de las prerrogativas de comandante en jefe que le atribuía la
Constitución, asumió el mando de todas las fuerzas armadas y policiales. El 1 de junio los
titulares afectados dimitieron y al día siguiente Ramos-Horta y Barris asumieron sus nuevas
funciones ministeriales.
El ahora superministro timorés de Exteriores y Defensa, empero, no estaba muy convencido de
la transacción. Aunque se creía capaz de ayudar a rehacer las FDTL y recomponer las
relaciones entre esta institución y la PNTL, no aceptaba que su nombramiento en Defensa fuera
definitivo, sino sólo interino, y encontraba erróneo que Alkatiri no hubiera ?asumido su
responsabilidad" formando un Gobierno de unidad nacional basado en la mayoría
parlamentarias del FRETILIN. Los observadores apuntaron que Ramos-Horta, en realidad, se
estaba mordiendo la lengua: sabiendo que contaba con todas las simpatías y apoyos de la
comunidad internacional, con el Gobierno australiano en primer lugar, y de la influyente Iglesia
católica, que desarrollaba una verdadera campaña de acoso y derribo de Alkatiri por ser
musulmán y ?comunista", el canciller apostaba por la caída del líder del FRETILIN para
hacerse con el puesto que de verdad ambicionaba, el de primer ministro.
De alguna manera, Ramos-Horta consideraba a Alkatiri responsable del desastre presente por
haber ordenado las purgas militares y no haber negociado desde el primer momento. El caso fue
que la remodelación gubernamental no aplacó a los sediciosos, que exigieron la inmediata
dimisión del primer ministro. En los días siguientes, nuevas marchas y algaradas estremecieron
Dili, pero con una carga más política y menos violenta. El cerco a Alkatiri se estrechó luego de
denunciarse ante la justicia que el ministro Lobato, siguiendo las instrucciones del primero,
había reclutado y armado una milicia civil con la misión de ?eliminar" a los soldados
amotinados, lo que había contribuido al derramamiento de sangre. Con todo, los acólitos de
Reinado empezaron a entregar sus armas a las tropas australianas el 16 de junio, alejando el
espectro de la guerra civil. El balance de dos meses de violencias fue una treintena de muertos,
150.000 desplazados de sus hogares y un número enorme de infraestructuras y propiedades
destruidas.
Ante el aumento del coro de voces que reclamaban la salida de Alkatiri del Gobierno, Gusmão,
que constitucionalmente no estaba facultado para destituir al primer ministro por propia iniciativa,
decidió cortar por lo sano. El 22 de junio, en un mensaje televisado a la nación, dirigió un
verdadero ultimátum a Alkatiri para que le presentara la renuncia de inmediato so pena de
dimitir él mismo. El interpelado respondió que su dimisión estaba en manos del FRETILIN. El 25
de junio el liderazgo del partido volvió a expresar su confianza en su secretario general, gesto
porfiado que empujó a Ramos-Horta, ese mismo día, a dimitir como ministro de Exteriores y
ministro de Defensa con la siguiente explicación: ?No deseo estar asociado al actual gobierno ni
a ningún otro en el que esté Alkatiri".
La espantada de Ramos-Horta resultó decisiva: el 26 de junio Alkatiri arrojaba la toalla y su
adversario se convertía en primer ministro de facto en tanto que ?coordinador del Gabinete". El
8 de julio Gusmão le nombró formalmente primer ministro y dos días después tomó posesión.
El 14 de julio anunció la composición del nuevo Gobierno; la cartera de Exteriores fue para José
Luís Guterres, hasta ahora embajador en la ONU de Nueva York, pero la de Defensa la retuvo
Ramos-Horta. El nuevo jefe del Ejecutivo se fijó como prioridad la restauración del orden
público y la paz civil, y declaró: ?Nuestro pueblo ha sufrido enormemente, y muchos de los que
eran pobres antes de la crisis han perdido lo poco que tenían, y han perdido también la fe en
las instituciones del Estado y en los dirigentes políticos (?) Este Gobierno no va a buscar
excusas para la inercia. Este Gobierno procurará servir a los intereses del pueblo de TimorLeste".
Aparte del Nobel de la Paz, José Ramos-Horta está en posesión del Premio al Activista
Internacional concedido en 1995 por la Fundación Gleitsman de Los Ángeles y el Premio
Libertad, en su primera edición de 1996, otorgado por la Organización de Pueblos y Naciones
No Representados (UNPO) de La Haya. En 1993 recogió en nombre de su pueblo el Premio de
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los Derechos Humanos Profesor Thorolf Rafto, concedido a los timoreses por la fundación
homónima con sede en Bergen, Noruega. El primer ministro ha sido distinguido por el Estado
portugués con la Gran Cruz de la Orden de la Libertad (1996) y por el Estado italiano con la
Medalla del Presidente de la República (2000). Asimismo, es doctor honorífico en Derecho por
las siguientes universidades: Pontificia Católica de Campinas, Brasil (1996), Antioch (1997),
Nueva Gales del Sur (1998), Oporto (2000), Rutgers de Nueva Jersey (2000), Nevada en Reno
(2000) y Sunshine Coast de Queensland, Australia (2001).
Ha publicado los libros Funu: The Unfinished Saga of East Timor (1986) y Timor Leste: Amanhã
em Díli (1994). En 2000 fue coeditor del libro titulado The Art of Peace, que recogía las
ponencias presentadas por él y otros ocho premios Nobel de la Paz en un ciclo de conferencias
celebrado en noviembre 1998 en Charlottesville, Virginia, y organizado por la Universidad de
Virginia y el Instituto por la Democracia en Asia, de Washington. En la actualidad sigue
patrocinando el DTP en colaboración con la UNSW de Sydney y el Programa de Microcrédito
para los Pobres por él fundado y que lleva su nombre, así como cultivando unas estrechas
relaciones con otros premios Nobel de la Paz y defensores de causas nacionales y comunitarias,
como el Dalai Lama, la birmana Aung San Suu Kyi, la guatemalteca Rigoberta Menchú, el
sudafricano Desmond Tutu y el costarricense Óscar Arias. El activismo conjunto de todos estos
líderes se canaliza en iniciativas como la que persigue la adopción de un tratado internacional
de regulación del comercio de armas convencionales. Otra filiación internacional es la
copresidencia de la Comisión de Globalización del Foro Estado del Mundo, radicado en San
Francisco.
José Ramos-Horta está divorciado de Anna Pessoa Pinto, una jurista que estuvo muchos años
exiliada en Mozambique y que, curiosamente, ha sido desde la independencia colega del
Gobierno en tanto que ministra de Administración Interna del Estado. La pareja tuvo un hijo,
Loro, nacido en 1977.
4. Ganador de la elección presidencial de 2007
(Epígrafe en previsión)
(Cobertura informativa hasta 1/8/2006)
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