EL DERECHO FUNDAMENTAL DE ACCESO A LA JUSTICIA CIVIL Y SU CONFIGURACIÓN POR EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Por JUAN CARLOS CABAÑAS GARCÍA Profesor Titular de Derecho Procesal Universidad de Alcalá Letrado del Tribunal Constitucional [email protected] Revista General de Derecho Constitucional 16 (2013) RESUMEN: El Tribunal Constitucional ha determinado que el primer derecho “en orden lógico y cronológico”, que se deriva del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE), es el de acceso a la jurisdicción. El objeto de este trabajo es realizar un examen en profundidad tanto de su contenido esencial y presupuestos, como del canon de valoración aplicable, que incluye el empleo del principio pro actione diseñado por la propia doctrina del Tribunal; así como la proyección que presenta este derecho en una gran diversidad de ámbitos procesales, concretamente dentro de la justicia civil, incluyendo la polémica regulación de las tasas judiciales. PALABRAS CLAVE: Derecho fundamental; tutela judicial efectiva; acceso a la jurisdicción; contenido esencial; pro actione; límites al legislador y a los jueces; proceso civil. SUMARIO: 1. EL DERECHO DE ACCESO A LA JURISDICCIÓN COMO MANIFESTACIÓN DEL DERECHO CONSTITUCIONAL A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA: 1.1. Alcance.- 1.2.Contenido esencial.- 1.3. Titulares.- 1.4.- Efecto derivado de su vulneración. 2. EL CANON DE ENJUICIAMIENTO: 2.1.- Alcance.- 2.2.- Significado del principio pro actione. 3. ÁMBITOS DEL PROCESO CIVIL SOBRE LOS QUE SE PROYECTA EL DERECHO DE ACCESO: 3.1. Presupuestos subjetivos del proceso. Afirmación de la competencia de los tribunales civiles: A) El principio de plenitud jurisdiccional. B) Reglas de competencia internacional. C) Inmunidad de jurisdicción e inviolabilidad ratione personae. D) Sumisión del asunto a arbitraje. E) Control de la falta de competencia judicial interna.- 3.2.- Presupuestos subjetivos (cont.) Atribución del carácter de parte en un proceso: A) Legitimación activa. B) Llamamiento como demandado o ejecutado. C) Legitimación indirecta. D) Intervención de terceros. E) Capacidad y postulación de las partes.- 3.3.Presupuestos objetivos: existencia de una pretensión tutelable y adecuación del procedimiento respectivo.- 3.4. Óbices impeditivos de una decisión de fondo: A) Requisitos de procedibilidad de la acción. B) Caducidad y prescripción extintiva. C) Prejudicialidad devolutiva y ejercicio de la acción civil. D) Excepción de cosa juzgada. - 3.5. Efectos económicos del proceso: A) Impuestos. B) Tasas judiciales. C) Fianzas. D) Condena en costas. E) Beneficio de justicia gratuita. ABSTRACT: The Spanish Constitutional Court has established that the access to jurisdiction is the first right “in a logical and chronological order” derived from the fundamental right to an effective judicial protection (art. 24 of the Spanish Constitution). The purpose of this work is to perform an exhaustive analysis of its essential contents and requirements; the applicable canon of values, which includes the usage of the pro actione principle designed by the doctrine of the Court; as well as of the projection of this right over a broad range of procedural areas, specifically within civil Justice, including the controversial regulation of judicial taxes. RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel KEYWORDS: Fundamental Right; effective judicial protection; access to jurisdiction; essential contents; pro-actione; limits imposed to law-makers and judges; civil proceedings. 1. EL DERECHO DE ACCESO A LA JURISDICCIÓN COMO MANIFESTACIÓN DEL DERECHO CONSTITUCIONAL A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA 1.1. Alcance * Las páginas que siguen intentar aportar algunas reflexiones clarificadoras sobre la delimitación y tratamiento dado por nuestro Tribunal Constitucional (en adelante, el 1 2 Tribunal) al llamado derecho de acceso a la jurisdicción , calificado por él mismo como la primera faceta «en orden lógico y cronológico» 3 dentro del haz de derechos 4 procesales deducibles de la cláusula general del derecho a la tutela judicial efectiva del * Quisiera expresar mi agradecimiento a la Profesora Chiara Besso Marcheis, Ordinario di Diritto Processuale Civile en la «Facoltà di Giurisprudenza di la Universitá degli Studi di Torino», por la amable invitación formulada en agosto de 2009 para realizar una investigación en su departamento sobre temas que aquí se tratan; su atención personal y el fructífero intercambio de ideas resultante. También al Prof. Davide Turroni, Ricercatore del mismo depto., por su amabilidad y ayuda en el manejo de los fondos de la Biblioteca “Francesco Ruffini”. 1 Para una explicación y defensa del por qué la construcción de los derechos fundamentales procesales debe atribuirse no a tribunales ordinarios sino a una jurisdicción constitucional, ver: CAPPELLETTI, Mauro, “Diritto di azione e di diffesa e funzione concretizzatrice della giurisprudenza costituzionale”, en Giurisprudenza Costituzionale, anno VI, n. 6, Milano, 1961, p. 1285 y ss.; y “Necesidad y legitimidad de la Justicia Constitucional”, en Obras. La Justicia Constitucional. Dimensiones de la Justicia en el mundo contemporáneo, México, DF, 2007, pp. 318 y ss. En el primero de ambos trabajos, hablando del art. 24 primer apartado de la Costituzione italiana (diritto di azione) el autor señala: “Ciertamente la formula: garantías procesales, es incierta, oscura, multivalente. Pero es propiamente aquí, es propiamente en estas incertidumbres que se revela la razón profunda de la existencia de un órgano específicamente investido de la función de interpretación-actuación de la norma constitucional” (ibid, p. 1287). 2 Esta es la dicción que emplea en la abrumadora mayoría de sus Sentencias y Autos, como podrá comprobarse en todas aquellas que van a ser objeto de comentario en los siguientes epígrafes Nos parece más práctico por ello identificar en las notas al pie que siguen de inmediato, aquellas resoluciones donde el Tribunal ha hecho uso de otras expresiones. 3 El enunciado aparece por vez primera en la STC 115/1984, de 3 de diciembre , referida a un amparo penal que conoció de la falta de provisión judicial de procurador de oficio para la denunciante. 4 Para una panorámica de la jurisprudencia del Tribunal sobre las seis facetas/derechos en que se concreta la cláusula general del art. 24.1 CE [acceso a la jurisdicción, acceso al recurso, interdicción de la indefensión, resolución fundada en derecho -con su trilogía: motivación, razonabilidad y no error patente-, intangibilidad de las resoluciones judiciales firmes y derecho a la ejecución], puede verse, CABAÑAS GARCÍA, Juan Carlos: “Crónica sobre la jurisprudencia del Tribunal Constitucional respecto del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE)”, en La reforma constitucional: ¿hacia un nuevo pacto constituyente?, Actas de las XIV Jornadas de la Asociación de Letrados del Tribunal Constitucional, Cuadernos y Debates, núm. 198, CEPC, Madrid, 2009 pp. 287-428. 2 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... 5 6 art. 24.1 de la CE de 1978 , la primera que consagra este derecho fundamental . A él 7 8 también se refiere el Tribunal como derecho de “acceso al proceso” ; derecho “de 9 10 acción” o “a la acción” o; en fin, derecho de “acceso a la justicia” . Su reconocimiento tuvo lugar ya en la primera Sentencia del Tribunal, la STC 1/1981, de 26 de enero 11 , dato este sin duda revelador de su importancia y esencialidad; papel que también concede el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) al derecho de acceso a los 5 El cual textualmente reza: “Artículo 24. 1. Todas las personas tienen derecho a obtener tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión”. Por su parte, el art. 24 en su primer apartado de la Costituzione italiana de 1947 señala: “Tutti possono agire in giudizio per la tutela dei propri diritti e interessi legittimi”. 6 Sobre el por qué los anteriores textos constitucionales no consideraron necesario prever este derecho, limitándose a recoger los principios de la Jurisdicción, ver las reflexiones de BONET NAVARRO, Á., “Acceso a la justicia”, Justicia: Poder y servicio público, Consejo General del Poder Judicial, colección digital, Madrid, 2007, pp. 1-2. 7 En las notas con doctrina del Tribunal, aparecerá entre paréntesis el orden jurisdiccional del asunto cuando éste no haya sido el civil. 8 Utilizan esta dicción entre otras las SSTC 46/1982, de 12 de julio, FJ 2 (penal); 114/1986, de 2 de octubre, FJ 2; 212/1989, de 19 de diciembre, FJ 2; 194/1990, de 29 de noviembre, FJ 7 (penal); 74/1993, de 1 de marzo, FJ 3 (penal); 220/1993, de 30 de junio, FFJJ 2 y 4; 89/1999, de 26 de mayo, FJ 3; 259/2000, de 30 de octubre, FJ 1; 42/2001, de 12 de febrero, FJ 5; 32/2002, de 11 de febrero, FJ 4; 124/2002, de 20 de mayo, FFJJ 2 y 3; 23/2003 de 10 de febrero, FJ 2; 45/2004, de 23 de marzo, FJ 3; 125/2004, de 19 de julio, FJ 1; 144/2004, de 13 de septiembre, FJ 2 y Fallo,1º; 94/2005, de 18 de abril, FJ 2 (penal); 327/2005, de 12 de diciembre, F 3; 6/2008, de 21 de enero, FFJJ 2 y 5; 26/2008, de 11 de febrero, FJ 4; 67/2010, de 18 de octubre, FJ 2; 71/2010, de 18 de octubre, FFJJ 3 y 5; 15/2012, de 13 de febrero, FJ 1. 9 Entre otras, SSTC 22/1985, de 15 de febrero, FJ 6 (contencioso-administrativo); 109/1985, de 8 de octubre, FJ 6 (contencioso-administrativo); 141/1988, 12 de julio, FJ 7; 63/2006, de 27 de febrero, FJ 2; 144/2008, de 10 de noviembre, FJ 3 (contencioso-administrativo); así como la serie de Sentencias que se refieren al derecho de acción penal, entendido como ius ut procedatur, con empleo de aquella expresión para referirse a la faceta concernida del art. 24.1 CE, desde la STC 41/1997, de 10 de marzo, FJ 5 y más recientemente SSTC 9/2008, de 21 de enero, FJ 3 y 34/2008, de 25 de febrero, FJ 3 y 144/2008, de 10 de noviembre, con cita de otras anteriores. 10 Ver SSTC 90/1983, de 7 de noviembre, FFJJ 3 y 4 (social) ; 126/1984, de 26 de diciembre, FJ 3.c) (contencioso-administrativo) ; 46/1989, de 21 de febrero, FJ 2 ; 62/1989, de 3 de abril, FJ 2 ; 37/1995, de 7 de febrero, FJ 5 ; 54/1997, de 17 de marzo, FJ 3 ; 106/2006, de 3 de abril, FJ 2; 11/2009 , de 12 de enero, FJ 1 (contencioso-administrativo); 102/2009, de 27 de abril, FJ 4 (contencioso-administrativo) ; 141/2011, de 26 de septiembre, FFJJ 3 y 5 (contenciosoadministrativo) y 116/2012, de 4 de junio, FJ 7 (contencioso-administrativo) . 11 De modo que en su FJ 1 proclama que “…si el Juez, debiendo conocer con plenitud jurisdiccional de la cuestión que hemos dicho (…) deja de hacerlo (…) sin el propio ejercicio de la potestad jurisdiccional (…) puede alegarse que se ha vulnerado el derecho a la jurisdicción, constitucionalizado en el art. 24.1…”; y al final, en FJ 11: “…dando lugar con ello a la violación de un derecho constitucionalizado: el derecho a la justicia o derecho a la tutela jurisdiccional, que se califica por la nota de la efectividad, todo ello en el art. 24.1 de la Constitución Española…”. 3 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel tribunales, deducible como primero de los derechos del art. 6.1 del Convenio, a partir de 12 su Sentencia de 21 de febrero de 1975, asunto Golder contra Reino Unido . Centraremos nuestra atención en el derecho de acceso a la jurisdicción tal como ha venido diseñándose por la doctrina constitucional en estos más de treinta años de actividad del Tribunal, con las correspondientes referencias a la doctrina científica en relación directa con tales pronunciamientos, sin extendernos a lo que serían terrenos propios de la legalidad ordinaria y el tratamiento por los autores de las variedad de instituciones procesales y sustantivas concernidas, lo que haría inconmensurable este estudio. Tampoco intentaremos analizar este derecho fundamental en todos los ámbitos 12 Los hechos del caso muestran que el recurrente, condenado a quince años de prisión por robo a mano armada, fue señalado al parecer injustamente por uno de los funcionarios de la prisión donde cumplía pena como uno de los internos responsables de unos disturbios ocurridos en su interior, siendo objeto por ello el recurrente de medidas disciplinarias y, a su parecer, resultando ese dato valorado negativamente por las autoridades que le denegaron beneficios penitenciarios que había pedido. Persuadido de esos perjuicios causados por la falsa denuncia, se dirigió al Ministro del Interior a fin de recabar su autorización para poder interponer una demanda civil contra el funcionario responsable, tal como exigía la normativa, siéndole denegada la misma. Planteado el problema de si dicho obstáculo vulneraba el art. 6.1 del Convenio Europeo para la Protección de los derechos humanos y de las libertades fundamentales de 1950 (CEDH), lo primero que tuvo que despejar el Tribunal Europeo fue el interrogante del propio reconocimiento de un “derecho de acceso a los tribunales” que, como tal, no viene recogido en el precepto. No obstante, partiendo del propio Preámbulo del Convenio en el que se alude entre otros al respeto de los Estados parte a la libertad y la “preeminencia del Derecho”, señala el Tribunal que “…en materia civil no se puede concebir la preeminencia del derecho sin la posibilidad de acceso a los Tribunales…” (§ 34) y con base en otros instrumentos internacionales, agregar que “El principio según el cual un litigio civil debe ser sometido a un juez se encuentra entre los principios fundamentales del Derecho universalmente reconocidos, como también lo está el que prohíbe la denegación de justicia. El artículo 6.1 debe entenderse a la luz de dichos principios” (§ 35). Mas no es solo que el derecho de acceso ha de considerarse incluido entre aquellos que atañen al derecho de tutela judicial, sino que se configura como presupuesto lógico de todos los demás que se recogen en el art. 6.1 del Convenio: “En opinión del Tribunal, no se puede entender que el artículo 6.1, describa en detalle las garantías de procedimiento otorgadas a las partes en una acción civil ya iniciada y deje de proteger aquello que es necesario para gozar de dichos beneficios: el acceso al juez. La equidad, la publicidad y la celeridad del proceso no tienen ningún interés si no hay proceso” (§ 35). “Se deduce de las consideraciones que preceden que el derecho de acceso constituye un elemento inherente al derecho enunciado en el artículo 6.1. No se trata de una interpretación extensiva tendente a imponer a los Estados parte nuevas obligaciones. Se funda, por el contrario, en los mismos términos de la frase primera del artículo 6.1, interpretada en su contexto y teniendo en cuenta el objeto y finalidad del tratado-norma que es el Convenio (…) así como los principios generales del derecho. El Tribunal concluye por ello, sin necesidad de acudir a ‘medios complementarios de interpretación’ (…) que el artículo 6.1 garantiza a todos el derecho a que un Tribunal conozca de cualquier litigio referente a sus derechos y obligaciones de carácter civil. Consagra, por tanto, "el derecho a un Tribunal", del cual el derecho de acceso, es decir, el derecho de acudir al Tribunal en materia civil, no constituye más que un aspecto. A ello se añaden las garantías pactadas en el artículo 6.1, en cuanto a la organización y composición del Tribunal y al desarrollo del procedimiento. El conjunto constituye el derecho aun proceso equitativo.” (§ 36). Sin embargo y como puntualiza en este último párrafo, el Tribunal no entra a pronunciarse sobre hasta qué punto, tal derecho de acceso garantiza, “además, una decisión sobre el fondo mismo del litigio”. 4 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... de la jurisdicción ordinaria, lo que resultaría ingente, sino que nos centraremos en uno 13 solo de sus órdenes, acaso el que menos atención ha recibido como es la Justicia civil . Para explorar sus distintas manifestaciones, hemos de identificar antes los elementos que conforman el contenido esencial de este derecho y su canon de enjuiciamiento constitucional, tarea de la que nos ocupamos en los dos primeros epígrafes, con un alcance necesariamente genérico. Así, una primera delimitación que ha de hacerse es que bajo el enunciado del “derecho de acceso a la jurisdicción” el Tribunal ha venido comprendiendo, no solamente la garantía del ciudadano de poder dirigirse, esto es, «acceder», en sentido estricto, a los órganos jurisdiccionales mediante la formulación de peticiones de tutela, sino que ese acceso lleva aparejado también y salvo la concurrencia de circunstancias procesales que lo impidan, el derecho a que se tramite el proceso en todas sus fases y que al final del mismo se dicte por el juzgado o tribunal encargado del caso una decisión de fondo resolutoria del conflicto de intereses planteado. Aunque es posible encontrar Sentencias contadas del Tribunal que distinguen estos dos momentos (acceso en sentido estricto; y tramitación y decisión de fondo de la 14 pretensión) como vertientes distintas dentro del derecho a la tutela judicial efectiva , no obstante, ya tempranamente desde la STC 19/1981, de 8 de junio , 15 el Tribunal dejó asentado y así se ha venido entendiendo de manera pacífica, que al hablar del “derecho de acceso” ex art. 24.1 CE se está haciendo referencia conjunta e inescindible a ambas 16 garantías; entendimiento que también se ha impuesto en la doctrina científica . Siempre 13 Para una panorámica de la doctrina del Tribunal sobre el derecho de acceso a la jurisdicción en los órdenes penal, contencioso-administrativo y laboral, pueden consultarse los trabajos, respectivamente, de BLANCO PEÑALVER, A. (pp. 615-619), PÉREZ NIETO, R. (pp. 594-599) y SÁEZ LARA, C. (pp. 604-607), todos ellos en la obra colectiva Comentarios a la Constitución Española, XXX Aniversario (Directores María Emilia Casas y Miguel Rodríguez Piñero), Madrid, 2009. El libro no incluye ningún trabajo dedicado al derecho a la tutela judicial efectiva en el orden civil y, por ende, ninguna consideración en éste sobre el derecho fundamental de acceso. 14 Según la STC 26/1983, de 13 de abril, FJ 2 (contencioso-administrativo) : “…El derecho a la tutela judicial efectiva tiene un contenido complejo que incluye, entre otros, la libertad de acceso a los Jueces y Tribunales, el derecho a obtener un fallo de éstos y [el derecho a la ejecución]”. En la misma línea, SSTC 90/1983, de 7 de noviembre, FJ 2 (social) ; 4/1988, de 21 de enero, FJ 5 ; 331/1994, de 19 de diciembre, FJ 2 ; 145/1998, de 30 de junio, FJ 2 ; 35/1999, de 22 de marzo, FJ 4 ; 203/2004, de 16 de noviembre, FJ 2 . 15 Concretamente, en FJ 2: “…el art. 24.1 reconoce el derecho de todos a la jurisdicción, es decir, a promover la actividad jurisdiccional que desemboque en una decisión judicial sobre las pretensiones deducidas…”. En su seguimiento, inmediatamente, SSTC 11/1982, de 29 de marzo, FJ 2 (inadmisión recurso contencioso-administrativo) , 60/1982, de 11 de octubre, FJ 1 (ibidem) ; 64/1983, de 21 de julio, FJ 1 (penal) ; 68/1983, de 26 de julio, FFJJ 5 y 6 (c-admvo) ; 69/1984, de 11 de junio, FJ 2 ; 126/1984, de 26 de diciembre, FJ 2 (contencioso-administrativo) ; STC 55/1987, de 13 de mayo, FJ 1(penal) ; etc. Ver las SSTC que se irán citando en el ulterior epígrafe 3. 16 Conforme, con base en la jurisprudencia constitucional, OLIVA SANTOS, Andrés de la, Derecho Procesal. Introducción, 3ª. Edición, Madrid, 2004, p. 418 (“…este último derecho [de 5 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel que el proceso se haya abierto con una decisión del órgano judicial que así lo afirme, aunque en un momento procedimental posterior se archive la causa dejando imprejuzgado el fondo, incluso si a esto último se le llama por ley una “inadmisión” (así, el trámite del art. 51 LRJCA 29/1998 ), la fase inicial de acceso stricto sensu no se vería ya comprometida, pero sí lo estaría desde luego el derecho de acceso a la jurisdicción tal como éste se define por el TC, en caso de resolución arbitraria, irrazonable o desproporcionada. El problema no estriba sólo en la denegación de la tutela jurisdiccional, sino en el momento procesal en que esa denegación se exterioriza. En realidad y sin perjuicio de situaciones prácticas capaces de impedir el ejercicio de la fase 17 estricta de «acceso» , es lo cierto que ésta se presenta como condicionante necesario pero insuficiente en sí misma para alcanzar los fines propios de la tutela jurisdiccional, que no son otros que la heterocomposición del conflicto de intereses por el Estado. 1.2. Contenido esencial Un repaso a la doctrina del Tribunal permite extraer las claves que sirven a la configuración del «contenido esencial» 18 del derecho fundamental que aquí se analiza, 19 entendido éste con el alcance amplio que antes se ha señalado : acceso a los órganos jurisdiccionales] carece ahora de apoyo constitucional expreso, aunque, claro es, en el derecho a obtener de los tribunales una tutela está embebido el poder jurídico de acceder a los tribunales y pedirla…”); CORDÓN MORENO, Faustino, “El derecho a obtener la tutela judicial efectiva”, en Derechos procesales fundamentales, CGPJ, Madrid, 2005, p. 3 (versión digital); GARBERÍ LLOBREGAT, José, El derecho a la tutela judicial efectiva en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, Barcelona, 2008, p. 28. Por el contrario, entiende que deben distinguirse como dos vertientes distintas, DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ, Ignacio, “Reflexiones sobre algunas facetas del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva”, Cuadernos de Derecho Público, núm. 10, mayo-agosto 2000, Madrid, pp. 22-23, 25. 17 Además de la indebida inadmisión a trámite de una demanda o el no dar curso a la misma cuando procede, persisten ciertos comportamientos forenses que entrañan la negación absoluta de todo acceso a la jurisdicción, como por ejemplo la devolución sin proveer de escritos presentados por las partes sin dejar siquiera constancia de ello en autos, dificultando así cualquier impugnación de la decisión judicial adoptada. Práctica que el Tribunal tajantemente ha proscrito desde la óptica de nuestro derecho fundamental, en cuanto: “…se trata de decisiones que no tienen reflejo documental en las actuaciones, lo que supone una vulneración grave de la seguridad jurídica y de las obligaciones de documentación procesal que le corresponden al Secretario Judicial (art. 281.1 L.O.P.J.), que, asimismo, infringió reiterada e insistentemente la obligación que el art. 284.1 L.O.P.J. le impone de dar cuenta al Juez de los escritos o documentos presentados por las partes …” (STC 115/1999, FJ 4, de 14 de junio). 18 Contenido esencial que deviene vinculante para el legislador en el desarrollo legal del derecho, mientras que los jueces se hallan “sometidos y vinculados al contenido de los derechos fundamentales en su acabada configuración tras la intermediación legislativa”: REQUEJO PAGÉS, Juan Luis: “Consideraciones en torno a la configuración y los límites de los derechos fundamentales a partir de la jurisprudencia constitucional española”, en La ciencia del Derecho procesal constitucional : Estudios en homenaje a Héctor Fix-Zamudio en sus cincuenta años como investigador del Derecho (Eduardo Ferrer Mac-Gregor, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, coordinadores), Tomo IV, México, D.F. 2008, p. 454. 6 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... a) El derecho de acceso del art. 24.1 CE lo es sólo a la actividad desarrollada por juzgados y tribunales en ejercicio de la potestad del art. 117.3 CE, inclusive en el ámbito de la llamada jurisdicción voluntaria 20 y en el de la conciliación pre procesal ante órganos 21 judiciales , cuyos efectos interruptivos de la prescripción si se admite a trámite la 19 STC 8/2011, de 28 de febrero, FJ 2 : “…este Tribunal ha recordado hace poco en STC 5/2009, de 12 de enero, FJ 4 , con cita de su anterior STC 33/2008, de 25 de febrero, FJ 2 a) , que el mismo ‘comprende el derecho a obtener 'una resolución fundada en Derecho sobre el fondo de las cuestiones planteadas, sea o no favorable a las pretensiones formuladas, si concurren todos los requisitos para ello. De ahí que sea también respetuosa con este derecho fundamental una resolución judicial de inadmisión o de desestimación por algún motivo formal, cuando concurra alguna causa de inadmisibilidad y así lo acuerde el Juez o Tribunal en aplicación razonada de la misma (SSTC 71/2002, de 8 de abril, FJ 1 ; 59/2003, de 24 de marzo, FJ 2 ; 114/2004, de 12 de julio, FJ 3 ; 79/2005, de 4 de abril, FJ 2 #(§Tribunal Constitucional, Jurisdicción Constitucional Sentencia de 4 de abril de 2005; Número de procedimiento: 7121/2002 (Ref. Iustel: §105340) Estima el Tribunal Constitucional el amparo solicitado y declara vulnerado el derecho fundamental de la entidad recurrente a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE) en relación con desestimación de recurso por presunta falta de fundamentación. Es reiterada la doctrina constitucional que declara que el derecho analizado comporta como contenido esencial y primario, el de obtener de los órganos jurisdiccionales una resolución razonada y fundada en Derecho sobre el fondo de las pretensiones oportunamente deducidas por las partes; si bien, al ser este un derecho de configuración legal su ejercicio queda supeditado a la concurrencia de los requisitos establecidos en las leyes (por todas, STC 167/2002 Vínculo a jurisprudencia TC). El derecho fundamental a la tutela judicial efectiva también se satisface cuando los órganos judiciales pronuncian razonadamente una decisión de inadmisión, impidiendo así que la norma procesal sea interpretada de forma rigorista, excesivamente formalista o desproporcionada. En el presente caso la Sala desestimó el recurso contencioso-administrativo sin pronunciarse sobre la cuestión de fondo por entender que el recurrente, al limitarse a pedir en su escrito de apelación que se tuvieran por reproducidos los hechos y fundamentos de derecho expuestos en los escritos presentados en la primera instancia, no lo había fundamentado. Sin embargo, aprecia el Tribunal Constitucional que lo que la Sala exige al recurrente no es que fundamente su recurso, sino que incorpore al escrito del recurso las argumentaciones expuestas en sus anteriores escritos, que constan en las actuaciones y a las que expresamente se remite. Por todo ello, entiende que, apreciar el órgano judicial que el recurrente tenía la carga de volver a reiterar las alegaciones ya expuestas en sus anteriores escritos y desestimar el recurso por ese motivo, supone una decisión excesivamente rigorista y desproporcionada que vulnera el derecho fundamental analizado.)#; 221/2005 entre otras muchas)’…”. 20 Al efecto, STC 124/2002, de 20 de mayo, FJ 3 , en relación con la denegación de legitimación activa de los acogedores preadoptivos de un menor de edad para actuar en los procedimientos de oposición a la declaración de desamparo y acogimiento familiar de este último. 21 Como ha tenido ocasión de afirmar de manera categórica la STC 155/2011, de 17 de octubre, FJ 2 , a propósito de la conciliación civil, teniendo en cuenta para ello la función tuteladora de los derechos que se asignan al órgano judicial encargado, haya o no acuerdo entre las partes: “…Ahora bien, resulta evidente que el procedimiento de conciliación dispensa una protección de los derechos subjetivos que se ventilan en él y que no resulta en absoluto indiferente al legislador el que esa tarea se confíe a un órgano judicial. Ello es así, tanto en cuanto al control de las materias que permiten acudir a su cauce (art. 460 LEC 1881); como al correcto emplazamiento de las partes -a las que se irroga la carga de acudir al acto de conciliación, so pena de condena en costas: art. 469-; la actuación durante la vista oral, en la que la autoridad competente ha de velar porque las partes se manifiesten en ella con total libertad y consciencia acerca de lo que hacen y sus consecuencias (esto es, tanto si concilian, como si no); el acta escrita que ha de recoger con precisión el contenido y alcance de lo conciliado en su caso, acta que ha de homologar una resolución del propio órgano judicial (art. 471); la cual, en fin, lleva aparejada ejecución ex art. 517.2.9 LEC 1/2000; es decir como título judicial, tal como prevé el art. 476 inciso segundo de la misma LEC 1881, en la redacción dada a este precepto por la Ley 13/2009 (anteriormente, la fuerza ejecutiva también existía para los casos en que la conciliación se instaba ante el Juzgado 7 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel demanda (papeleta) ofrece un segundo momento de conexión con el derecho de acceso 22 a la jurisdicción, en este caso litigiosa . No es invocable por el contrario respecto de procedimientos administrativos o de otra índole. La intervención que por mandato de ley puedan tener otras autoridades o funcionarios en alguna de las fases de un proceso, no relevan de la responsabilidad última del juez competente, quien es el garante de la posición de las partes y de los 23 terceros que participan -o deben de participar- en él . Con todo, el Tribunal ha dejado salvada la posibilidad de que actos no judiciales puedan, excepcionalmente y por su 24 naturaleza, entorpecer el ejercicio del derecho . competente para resolver el asunto en sede litigiosa, como aquí de hecho sucede). Esta Ley 13/2009, de 3 de noviembre, de reforma de la legislación procesal, ha atribuido, por cierto de manera novedosa, la dirección del procedimiento de conciliación preprocesal civil a los Secretarios de los Juzgados de Primera Instancia, junto a los jueces de Paz -que en este ámbito se mantiene, allí donde operen-…”. (art. 460, párrafo primero LEC 1881). Los hechos objeto de este amparo se sucedieron sin embargo, según se ha dicho ya, en fecha anterior a la entrada en vigor de aquella ley y el Auto de inadmisión fue dictado por el propio Juez titular del órgano competente, por lo que tal reforma legal no le es de aplicación. En todo caso, devienen reiterados los pronunciamientos de este Tribunal en el sentido de reconocer que las funciones atribuidas ex lege a los Secretarios judiciales han de imputarse, ante todo, al órgano judicial donde estos actúan y por tanto ello nada hubiera alterado la exigibilidad de los derechos fundamentales del art. 24 CE (entre otras, vid. SSTC 276/1993, de 20 de septiembre, FJ 2; 115/1999, de 14 de junio, FJ 4; 285/2000, de 27 de noviembre, FJ 5; 216/2002, de 25 de noviembre, FJ 4)..” Al mismo resultado positivo de afirmación del derecho de acceso a la jurisdicción se llega, sigue precisando esta misma Sentencia, atendida la naturaleza más propia de la jurisdicción voluntaria de este tipo de procedimiento (FJ 3). Y así, “En definitiva, tanto si se atiende al carácter tutelador de la actividad judicial que se presta en la conciliación preprocesal, como a su naturaleza propia de actividad de jurisdicción voluntaria para la que este Tribunal ha reconocido los derechos procesales del art. 24 CE, nada obsta a que se le dispense el mismo trato a dicha conciliación, lo que se traduce, específicamente y en lo que aquí importa, en el reconocimiento para el justiciable que hace uso de este cauce, del derecho de acceso a la jurisdicción” (FJ 3). 22 Misma STC 155/2011, FJ 5, cuya aplicación al caso concreto de esta otra manifestación del derecho de acceso no puede ser enjuiciada porque la parte recurrente no había puesto de relieve esta cuestión en la vía judicial previa, obviando con ello la subsidiariedad del amparo. El recurso en todo caso se estima por el efecto desproporcionado de la inadmisión de la demanda de conciliación conforme a las circunstancias concurrentes y precisamente en virtud de la autonomía de este procedimiento para la invocabilidad del derecho de acceso, sin tener que sujetar su importancia a que quede cerrada también o no la jurisdicción litigiosa. Aunque esto último, como decimos, pueda ser un aspecto añadido según el caso y a tenor de la fecha en que se interponga dicha papeleta. 23 Así se advierte en la STC 6/2008, de 21 de enero, FJ 4 , a propósito de la notificación que ha de realizar el Registrador de la Propiedad a quienes tengan derechos inscritos sobre un bien objeto de una ejecución para que se personen si quieren en el proceso correspondiente, comunicación que el juez debe velar siempre que se haga efectiva a todos quienes tienen derecho a ello. 24 Ver STC 36/2000, de 14 de febrero, FJ 4 (contencioso-administrativo) , que cita como ejemplos el otorgamiento por las Cámaras del suplicatorio para procesar a sus parlamentarios (SSTC 90/1985, de 22 de julio, FJ 4 y 243/1988, de 19 de diciembre, FJ 2 : acerca de su incidencia en el acceso al orden civil, ver infra, 3.1.c); y la STC 197/1988, de 24 de octubre, FJ 3 , en cuanto a la irrecurribilidad en vía contencioso-administrativa de las de decisiones de las Juntas Electorales, por las entidades públicas. 8 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... b) El derecho de acceso se proyecta sobre los procesos regulados en primera o única instancia jurisdiccional. La impugnación de las resoluciones recaídas en ellas se regirá a su vez por el derecho de acceso al recurso, faceta propia del art. 24.1 CE sujeta a un canon de enjuiciamiento distinto del derecho de acceso a la jurisdicción, desde la 25 escisión consumada por la STC 37/1995, de 7 de febrero , FJ 5 , con la excepción del derecho al recurso al condenado penalmente, para el que sigue rigiendo el canon del pro 26 actione . Pero lo dicho no implica que este último (acceso a la jurisdicción) sólo pueda «vulnerarse» en la primera o la única instancia. Puede serlo también en sede de recurso si la decisión judicial niega ex novo el derecho de la parte a una sentencia de fondo en ese proceso, acordando la nulidad de lo actuado, sea que la causa se halle en apelación 27 28 como en casación . Lo mismo si el órgano superior desestima un recurso entablado contra la resolución del órgano a quo que dejó indebidamente imprejuzgada la 29 controversia . c) El derecho de acceso se satisface con una respuesta a las pretensiones de fondo 30 deducidas, prescindiendo de su sentido estimatorio o no . Este entendimiento dado por la doctrina constitucional, se acerca en un plano dogmático a la llamada teoría 25 Para un estudio de las relaciones entre ambas facetas del art. 24.1 CE y su tratamiento en la jurisprudencia constitucional, antes de esa STC 37/1995, ver BORRAJO INIESTA, I., DÍEZPICAZO GIMÉNEZ, I., y FERNÁNDEZ FARRERES, G., El derecho a la tutela judicial y el recurso de amparo, Madrid, 1995, pp. 25-30. 26 Ver STC 88/1997, de 5 de mayo, FJ 2 . Más recientemente, SSTC 115/2012, de 4 de junio, FJ 2 ; 201/2012, de 12 de noviembre, FJ 3 y las resoluciones que en estas dos últimas se citan. 27 Ver SSTC 12/1992, de 27 de enero, FJ 6.d) ; 101/1997, de 20 de mayo, FJ 6 ; 160/1998, de 14 de julio, FJ 4 ; 127/2008, de 27 de octubre, FJ 4 . 28 Como enseña la STC 236/2006, de 17 de julio, FJ 3: “… pese a que se haya producido en la fase de casación, puede decirse sin mayor dificultad que nos encontramos ante un supuesto en que está en juego el principio pro actione, puesto que la Sentencia de casación, al anular todo lo actuado y desestimar la demanda origen del proceso por considerar extinguida la acción civil, en definitiva está declarando que no debió abrirse el proceso ni, en consecuencia, como ocurrió en la primera y la segunda instancias, resolverse sobre el fondo del mismo…”. También, STC 241/1991, de 16 de diciembre . 29 Ver STC 108/2000, de 5 de mayo, FJ 6 . 30 Radicaría aquí, según COMOGLIO, la nota de la «efectividad» del derecho constitucional de acción (art. 24.1 CI), que no asegura en sí mismo un quantum predeterminado de tutela, sino más bien un quomodo predeterminado para su obtención: “…vale decir: la corrección del procedimiento y la efectividad de las chances de acción en juicio” a través de la sentencia de mérito: COMOGLIO, Luigi Paolo: Lezioni sul processo civile. I. Il processo ordinario di cognizione, Torino, 2006, p. 68. Y ya antes, en “Commento Il I comma dell’art. 24. Il diritto individuale alla tutela giudiziaria”, en Commentario della Costituzione (a cura di Giuseppe Branca), Rapporti Civili. Art 24-26, edic. conjunta Bologna-Roma, 1981, p. 30. 9 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel «abstracta» de la acción, si bien no desde luego en la acepción más pura de ésta 31 (derecho a un tipo cualquiera de decisión) . Por ello y como ya precisó prontamente la STC 9/1981, de 31 de marzo , FJ 4, dicha respuesta no tiene por qué ser favorable a la parte que ejercita el derecho 32 (que de hecho no es una, sino todas las que intervienen en el proceso). En consecuencia, no constituye labor del tribunal controlador de la queja por la lesión de este derecho (TC, tribunales ordinarios), resolver la mera discrepancia por el sentido desestimatorio de una 33 resolución . Tampoco las reglas que garantizan la fuerza de la cosa juzgada como instrumento de seguridad jurídica y paz social, pueden vincularse a un contenido concreto de ésta 34 y desde luego no lo hacen en nuestro ordenamiento (arts. 118 CE, 222 LEC). d) Se trata de un derecho subjetivo público cuyo ejercicio comporta un “poder jurídico” 35 del justiciable, que como tal ha de estar dotado de canales para exigir su 36 cumplimiento, ya sea dentro de cada proceso (alegaciones, recursos) ya fuera de él . 37 Derecho que encuentra además su contrapartida en un doble deber del Estado , consecuencia a su vez de detraer a los ciudadanos, salvo ámbitos concretos y 31 Así lo advertía frente al tenor del art. 24.1 CE, ya antes de iniciar el Tribunal su jurisprudencia, OLIVA SANTOS, Andrés de la, Sobre el derecho a la tutela jurisdiccional. La persona ante la Administración de Justicia: derechos básicos, Barcelona, 1980, p. 135. A la vista de ella, lo afirma por ejemplo GARBERÍ LLOBREGAT, J., El derecho a la tutela judicial…, cit., p. 19. 32 “…no se ha violado el derecho de la tutela efectiva de los Jueces y Tribunales (artículo 24.1 de la Constitución), dado que tal derecho no comprende - obviamente- el de obtener una decisión judicial acorde con las pretensiones que se formulan, sino el derecho a que se dicte una resolución en Derecho, siempre que se cumplan los requisitos procesales para ello…” (asunto: ejecución de sentencia contencioso-administrativa seguida inaudita parte). 33 Pues con ello se convertiría en lo que no es: un tribunal de apelación o casación para controlar el juicio de fondo: OLIVA SANTOS, A., de la, Derecho Procesal, cit., p. 418; CORDÓN MORENO, F., “El derecho a la tutela…”, cit., p. 3; CARRERAS DEL RINCÓN, Jorge, Comentarios a la doctrina procesal civil del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo. El artículo 24 de la Constitución Española. Los derechos fundamentales del Justiciable, Madrid, p. 27. 34 Como precisa TURRONI, Davide, La Sentenza civile sul processo. Profili sistematici, Torino, 2006, p. 31. 35 STC 197/1988, de 24 de octubre, FJ 3 : “El derecho a la tutela judicial, en cuanto es el poder jurídico que tienen los titulares de derechos e intereses legítimos de acudir a los órganos jurisdiccionales para reclamar la resolución de un conflicto, tiene su lugar propio de satisfacción en un proceso judicial”. Utilizan también esta expresión, entre otras, SSTC 36/2000, de 14 de febrero, FJ 4 ; 243/2006, de 24 de julio, FJ 2 ; 17/2009, de 26 de enero, FJ 2 . 36 Como la interposición de reclamaciones por funcionamiento anormal de la Administración de Justicia -arts. 292 y ss. LOPJ; o la exacción de la responsabilidad civil, penal -art. 448 CP, etc.- y administrativa que eventualmente correspondiere. 37 Destaca esta doble faz consecuencial (que también llama «formal» y «sustancial») del derecho a la acción, COMOGLIO, Luigi Paolo, “Commento…, cit., p. 51; y también: Etica e Tecnica del ‘Giusto Processo’; Torino, 2004, pp. 14-15. El derecho de acción del art. 24.1 CE supondría así un nivel primero de garantías procesales, al que seguirían otros dos niveles (Etica e Tecnica…, cit., 10 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... controlados (arbitraje, derecho de retención) la búsqueda de la justicia por medios 38 privados : de un lado el no intervenir levantando trabas injustificadas al conocimiento 39 judicial de tales pretensiones y, de otro lado, una actuación positiva de los tribunales , en el sentido de proveer lo necesario -y salvo obstáculo procesal que no le sea 40 imputable- para que se dicte el respectivo pronunciamiento de fondo . e) Es un derecho de configuración legal, lo que implica que aunque se deriva de manera inmediata del art. 24.1 CE -y es, por ello, ex Constitutione-, sus condiciones de ejercicio vienen reguladas en las normas procesales, gozando el legislador de un cierto margen de libertad en su fijación. De este modo, el derecho puede ser limitado por razones de seguridad jurídica y de protección de los derechos de terceros, debidamente ponderables y susceptibles de someterse al test de proporcionalidad ante el Tribunal (ver infra, 3). f) El derecho de acceso se predica de la protección de todos los derechos subjetivos 41 e intereses legítimos reconocidos por el ordenamiento, sin exclusión , pero no respecto de los que no lo sean. El margen de libertad del legislador es a su vez amplio para la configuración de las relaciones materiales aunque, como ha demostrado la STC 181/2000, de 29 de junio , dicho margen no es absoluto. En aquel caso, la restricción del derecho a la reparación plena (indemnidad) del daño causado, imponiendo un límite de cuantía máxima indemnizable, aunque no coarta el ejercicio de la potestad jurisdiccional (STC 181/2000, FJ 19) sí vulnera el derecho de acceso a la jurisdicción, impidiendo que pp. 22 y ss.): el segundo, con la mera proclamación del giusto processo en el art. 111 CI en virtud de la Legge costituzionale 23 novembre 1999, n. 2; y un tercero, definido por las específicas garantías que en dicho precepto se contienen (principio del contradictorio e igualdad de las partes, imparcialidad del juez, duración razonable del proceso, y otras específicas para el proceso penal), en recepción, cabe añadir, de las reconocidas por el art. 6 CEDH. 38 DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ, I., “Reflexiones…”, cit., p. 15; CORDÓN MORENO, F., “El derecho a obtener…”, cit., p. 1. 39 Sea, como reflexiona CHIARLONI, que el contenido del deber del juez se articule como un deber hacia el ordenamiento, sea que se conciba como un deber hacia el ciudadano: CHIARLONI, Sergio, “Diritto di azone e diritto di difesa nel procedimento preliminare per la dichiarazione giudiziale di paternitá o maternidad naturale”, en Giurisprudenza Costituzionale, anno X, fasc 3-4, Milano, 1965, p. 871. 40 La STC 39/1985, de 11 de marzo, FJ 3 (contencioso-administrativo) lo explica así: “...Se trata de que la parte tiene derecho a la Sentencia, y correlativamente hay un deber de fallar, que como correlativo al derecho a la Sentencia se integra en el marco del derecho a la tutela judicial efectiva que proclama el art. 24.1. Se trata del deber positivo del Juez de resolver las pretensiones ante él deducidas...”. 41 Y de manera automática, como precisa BALENA, Giampiero, Elementi di Diritto Processuale Civile, Volume primo, Quarta edizione, Bari, 2007, p. 7; CONSOLO, Claudio, Le tutela: di merito, sommarie ed esecutive, Sesta edizione, Padova, 2008, p. 42, a propósito de la garanzia dell’azione del art. 24.1 CI. 11 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel pueda fijarse una cuantía proporcionada al daño en los casos de culpa grave del 42 conductor del vehículo en accidentes de circulación (STC 181/2000, FJ 20 ) . Gracias a la ausencia de cualquier expresión limitativa en el propio art. 24.1 CE («derechos e intereses legítimos», sin matiz), deviene consecuencia inmediata y necesaria del reconocimiento de la juridicidad de una relación material, la de la no prohibición de su correspondiente tutela jurisdiccional, esto es, la improcedencia de crear 43 zonas de inmunidad ; salvo aquellas que la propia Constitución permite, como luego veremos. g) Conforme la propia jurisprudencia del Tribunal, cuando concurre algún impedimento de orden procesal, el derecho de acceso a la justicia también se cumple o se satisface con una resolución de inadmisión o archivo; la cual, eso sí, ha de ser siempre motivada. Esta referencia a la «satisfacción» del derecho no debe tomarse materialmente, pues nadie en su sano juicio insta una petición ante los tribunales para que ésta le sea inadmitida, ni con ello se alcanza ningún objetivo socialmente estimable, ni existe un derecho a que el Estado -y las CC.AA.- destinen recursos humanos y materiales a la tramitación de un proceso inútil. Se trata tan sólo de dejar fijado que el derecho fundamental, en tales casos de inadmisión fundada, no puede entenderse 44 conculcado por el juez aunque deje imprejuzgado el fondo , pues en tal situación faltan las condiciones para su pleno ejercicio, vgr., para que el derecho fundamental complete su ciclo natural (la composición judicial del conflicto) y produzca todos los efectos propios 45 de una decisión de fondo . 42 Así, la Tabla V del Anexo de la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor contempla un límite cuantitativo que “…no admite ni incorpora una previsión que permita la compatibilidad entre las indemnizaciones así resultantes y la reclamación del eventual exceso a través de otras vías procesales de carácter complementario”, con lo que el legislador “…ha establecido un impedimento insuperable para la adecuada individualización del real alcance o extensión del daño” (…) vulnerándose de tal modo el derecho a la tutela judicial efectiva que garantiza el art. 24.1 CE” (STC 181/2000, FJ 20). La Sentencia recibió Votos Particulares de cuatro de sus Magistrados y sentó doctrina seguida por las SSTC 242/2000, de 16 de octubre, FFJJ 5 y 6 ; 21/2001, de 29 de enero, FJ 4 (acción civil en juicio de faltas) ; 9/2002, de 15 de enero, FJ 4; 19/2002, de 28 de enero, FJ 4 ; 49/2002, de 25 de febrero, FFJJ 3 y 4 (faltas) ; 102/2002, de 6 de mayo, FJ 8 (faltas) ; 134/2003, de 30 de junio, FFJJ 3 y 4 (faltas) . 43 Para el orden contencioso-administrativo, ver SSTC 39/1983, de 16 de mayo, FJ 2 (inconstitucionalidad sobrevenida de la habilitación para crear por ley tales zonas de inmunidad art. 40.f) LRJCA de 1956-); 45/1990, de 15 de marzo, FJ 2 (control de actos políticos); 34/1995, de 15 de febrero, FJ 7; 38/2007, de 15 de febrero, FJ 7; 51/2011, de 14 de abril, del Pleno, FFJJ 4, 6, 7 y 12 (asunto: control judicial de la contratación de profesores de religión por los obispados de la Iglesia Católica en España). 44 Conforme, con base en la jurisprudencia constitucional, OLIVA SANTOS, A. de la, Derecho Procesal, cit., p. 420; GIMENO SENDRA, Vicente, Los derechos fundamentales y su protección jurisdiccional, Madrid, 2007, p. 527. 45 Tanto en orden a dilucidar el conflicto de intereses, con los efectos derivados de su declaración (constitutivos, ejecutivos, etc.), como el agotamiento del poder-deber del juez de 12 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... h) Aunque el Tribunal se cuida de advertir de que no emite juicios de legalidad ordinaria para dirimir si se ha producido una interpretación de la norma contraria al derecho, esto ha de entenderse en el sentido no tanto de que no pueda examinar la letra de la ley y colegir lo que se desprende de ésta en términos literales y sistemáticos, pues de otro modo no cabría enjuiciar la queja desde ninguna óptica, ni siquiera desde la más 46 extrema de la arbitrariedad) . Se trata de que no selecciona la norma aplicable, lo hace el órgano judicial, su tarea es constatar si dicha selección es la única posible y si la restricción del acceso en ese supuesto deviene el único efecto jurídico posible. Esto es claramente reconocible cuando ha de hacerse aplicación del principio pro actione y el canon de proporcionalidad (ver infra, 2). 1.3. Titulares Son titulares del derecho de acceso, al igual que de los demás recogidos en el art. 24.1 CE, «todas las personas». En consecuencia y siempre que gocen de capacidad 47 para ser parte , lo son todos los sujetos privados, tanto personas físicas incluyendo los extranjeros que se encuentren en España aunque no cumplan con el régimen legal y 48 administrativo de estancia y residencia , como las personas jurídicas; inclusive las masas patrimoniales y entidades sin personalidad jurídica en los casos autorizados por la ley para actuar en juicio (art. 6 LEC), sin olvidar a los grupos de afectados 49 en los términos que reconozca la legislación procesal (art. 7.3 LOPJ, 11.2 LEC). También las personas jurídicas de derecho público son titulares de este derecho, atendida la doctrina asentada por la STC 175/2001, de 26 de julio , FJ 8 que expresamente ha incluido el derecho de acceso entre las facetas del art. 24.1 CE que decidir la controversia que se le somete: BESSO, Chiara, La sentenza civile inesistente, Torino, 1996, p. 130. 46 Ya la propia STC 1/1981, de 26 de febrero pone de manifiesto la labor de análisis del marco normativo bajo el que se encierra la negativa del tribunal civil a actuar; y es constante en los recursos de amparo el tener que abordar el significado de los preceptos (procesales o sustantivos) que se aducen para inadmitir las demandas o sobreseer los procedimientos. 47 DIEZ-PICAZO GIMÉNEZ, I., “Reflexiones sobre algunas facetas…”, cit., p. 15; CORDÓN MORENO, F., “El derecho a obtener…”, cit., p. 8. 48 En cuanto el TC les ha reconocido todos los derechos deducibles del art. 24 CE: ver SSTC 99/1985, de 30 de septiembre, FJ 2; 236/2007, de 7 de noviembre y, en su seguimiento y remisión, SSTC 259/2007, de 19 de diciembre ; 260/2007 a 265/2007 inclusive, estas últimas seis, del 20 de diciembre de 2007. En cuanto al beneficio de justicia gratuita para quienes acrediten insuficiencia de recursos para litigar, en cuanto sirve a la efectividad del 24.1 CE, SSTC 95/2003, de 22 de mayo, FFJJ 5 a 7 . 49 BONET NAVARRO, Á., cit., p. 16. 13 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel aquellas pueden invocar, bien que únicamente se les otorga protección constitucional 50 “frente a los Jueces y Tribunales, no en relación con el legislador” . 1.4. Efecto derivado de su vulneración: Por último en este primer bloque, indicar que la declaración de lesión del derecho exigirá en la práctica totalidad de los casos en que se produzca, la retroacción de actuaciones hasta el momento procesal en que se interrumpió la sustanciación normal de la causa, con nulidad de aquellas resoluciones de carácter definitivo que se hubieren dictado, tal como atestiguan las Sentencias del Tribunal de las que se hace cita en este trabajo y que han otorgado el amparo. La misma situación concurre si la lesión se repara por los tribunales ordinarios. De manera excepcional, con todo, el Tribunal ha limitado los efectos del pronunciamiento estimatorio a un plano mero declarativo, en aquellos casos en los que se considera que el derecho de acción del recurrente, aunque malogrado, no ha impedido que se dispense una tutela judicial de fondo con un resultado similar a la que éste hubiera obtenido, de modo que se considera en exceso gravosa una nulidad de actuaciones que implique repetir todos los actos del proceso. Así lo ha apreciado en los supuestos de declaración indebida de la falta de legitimación activa de la entidad pública para el ejercicio de la acusación popular, donde han intervenido otras partes 51 acusadoras . 2. EL CANON DE ENJUICIAMIENTO 2.1. Alcance 50 Hasta ahora, en aplicación de esta doctrina y en referencia al derecho de acceso a la jurisdicción (o derecho al proceso, como se menciona en varias): a) como parte actora en recursos contencioso-administrativos: SSTC 201/2002, de 28 de octubre, FJ 4 ; 176/2002, de 9 de octubre, FJ 5 ; 45/2004, de 23 de marzo, FJ 3 ; 26/2008, de 11 de febrero, FJ 4 ; 85/2008, de 21 de julio, FJ 4 ; 75/2009, de 23 de marzo, FJ 2 ; 67/2010, de 18 de octubre, FJ 2 ; b) en procesos penales (ejercicio de la acción popular): SSTC 311/2006, de 23 de octubre, FJ 4 ; 8/2008, de 21 de enero, FJ 3 y 18/2008, de 31 de enero, FJ Único ; 67/2011, de 16 de mayo, FJ 2 . 51 Ver las Sentencias citadas en la nota anterior. La última de ellas, la STC 67/2011, señala en su FJ 5: “La estimación de la vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva sin indefensión (art. 24.1 CE) en su faceta de derecho de acceso al proceso tiene normalmente como efecto la declaración de nulidad de las resoluciones impugnadas y la retroacción de actuaciones hasta el momento anterior al que fueron dictadas para dar ocasión a quien vio su derecho vulnerado para que, mediante su personación en el proceso, pueda defender sus intereses. Sin embargo, el art. 55.1 LOTC permite modular los efectos del amparo, no siendo obligado en todo caso decretar la nulidad de las resoluciones impugnadas. En este caso, el otorgamiento del amparo ha de formularse con carácter tan solo declarativo dados los efectos negativos que para la rápida resolución de un procedimiento penal de la gravedad del que está en el origen de este amparo tendría el pronunciamiento habitual”. 14 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... Los límites a la posibilidad de intromisión en el libre ejercicio del derecho de acceso a la jurisdicción, según el canon de valoración que ha articulado el Tribunal, operan a dos niveles de parcial similitud pero distinto alcance, según se trate del legislador o de los tribunales: a) Para el primero, que goza de libertad de configuración de los presupuestos y requisitos de actuación procesal, se le exige guardar el principio de proporcionalidad, debiendo ponderar ante todo si el fin de la norma resulta constitucionalmente lícito 52 y, siéndolo, en qué medida deviene preferible el sacrificio o la restricción del acceso jurisdiccional para la salvaguarda del derecho fundamental 53 o del bien jurídico 54 con el que se enfrenta. En concreto, el Tribunal ha negado que “…el valor imprescindible de la disciplina en una organización jerarquizada como las Fuerzas Armadas pueda ser aducido para justificar cualquier limitación al ejercicio de los derechos fundamentales (…) [ni] que 55 permita, con carácter general, impedir el acceso a la jurisdicción…” . En la misma línea 52 Como enseña la STC 273/2005, de 27 de octubre, FJ 5 : “En esta regulación [el legislador] podrá establecer límites al ejercicio del derecho fundamental que serán constitucionalmente válidos si, respetando su contenido esencial (art. 53.1 CE), están dirigidos a preservar otros derechos, bienes o intereses constitucionalmente protegidos y guardan la adecuada proporcionalidad con la naturaleza del proceso y la finalidad perseguida (entre otras, SSTC 158/1987, de 20 de octubre, FJ 4 ; y 32/1991, de 14 de febrero, FJ 4) . En principio, pues, el derecho reconocido en el art. 24.1 CE puede verse conculcado por aquellas normas que impongan requisitos impeditivos u obstaculizadores del acceso a la jurisdicción, si tales trabas resultan innecesarias, excesivas y carecen de razonabilidad o proporcionalidad respecto de los fines que lícitamente puede perseguir el legislador (SSTC 60/1989, de 16 de marzo, FJ 4; y 114/1992, de 14 de septiembre, FJ 3) …”. 53 STC 231/2012, de 10 de diciembre, FJ 4 : “…En el presente asunto, no hay un problema de interpretación de una regulación que afecte o introduzca un riesgo de lesión a la libertad de expresión. La ley procesal aplicable no configura como motivo de inadmisión de la demanda la utilización de expresiones injuriosas o poco respetuosas. Si lo hiciera, podría entrar en juego este derecho, obligando a interpretar que sólo las demandas insultantes son inadmisibles, en línea con la jurisprudencia constitucional relacionada. Pero el legislador no ha previsto nada parecido. El órgano judicial no puede inadmitir una demanda en razón del tipo de lenguaje utilizado por la sencilla razón de que la legislación procesal no ha incluido este motivo entre los específicamente tasados…”. 54 “…De otra parte, no basta, como pretende el Abogado del Estado, con que el fin perseguido sea constitucionalmente lícito. De la doctrina de este Tribunal cabe deducir que las limitaciones impuestas al ejercicio del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva no sólo han de responder a una finalidad constitucionalmente legítima, sino que han de ser razonables y proporcionadas en relación con el objetivo pretendido y no han de afectar al contenido esencial del derecho…”: STC 141/1988, de 12 de julio, FJ 7 . 55 STC 177/2011, de 8 de noviembre, FJ 3 , que declara la inconstitucionalidad de los arts. 453.2 y 468.b) de la Ley Procesal Militar (LO 2/1989, de 13 de abril), al excluir ambos preceptos en conjunto de la posibilidad de poder interponer recurso contencioso militar ordinario contra resoluciones que hayan impuesto sanciones leves, si el recurso se fundaba en motivos de mera legalidad (quedando sólo abierta la vía del procedimiento contencioso-disciplinario militar preferente y sumario del art. 518 para la protección de derechos fundamentales). A criterio del 15 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel por la que el TEDH ha considerado, a su vez, que el derecho de acceso a un tribunal (art. 6.1 del Convenio) no puede verse obstaculizado por el fin de preservar la eficacia del servicio público de policía en la defensa del orden y la prevención de las infracciones 56 penales . b) Al órgano judicial, por su lado, encargado no de crear sino de interpretar y aplicar la norma que prevé el requisito de acceso, se le confía de manera obligada el respeto al llamado principio pro actione, canon forjado en origen por el Tribunal para el examen de 57 los requisitos de admisión de la propia demanda de amparo ex art. 44 LOTC , el cual dio su salto luego al tratamiento de los dos niveles del derecho de acceso (jurisdicción y recurso) del art. 24.1 CE 58 y que ahora rige en exclusiva para esta vertiente en examen. De esta manera, junto a los parámetros de control propios del derecho a una resolución jurídicamente fundada como son el que ésta no adolezca de arbitrariedad, 59 irrazonabilidad o error patente, observables también aquí , se adiciona un factor que Tribunal la denegación de tal acción procesal comporta no solamente la vulneración del derecho de acceso sino también la del art. 106.1 CE (FJ 4). 56 STEDH de 28 de octubre de 1998, asunto Osman contra el Reino Unido. Tras recordar su doctrina general sobre los límites del derecho de acceso [“…El Tribunal recuerda que el artículo 6.1 consagra el "derecho a un Tribunal", del que el derecho de acceso, a saber el derecho de acudir a un Tribunal en materia civil, no es más que un aspecto. Este derecho no es sin embargo absoluto: se presta a limitaciones implícitamente admitidas ya que por su misma naturaleza pide una reglamentación por parte del Estado. Los Estados Contratantes gozan en la materia de un cierto margen de apreciación. Sin embargo, pertenece al Tribunal resolver en última instancia sobre el respeto de las exigencias del Convenio, debe estar convencido de que las limitaciones impuestas no restringen el acceso ofrecido a un individuo de una manera o hasta un punto tales que se atente contra el derecho en su misma sustancia. Además, tal limitación únicamente se concilia con el artículo 6.1 si tiende a un fin legítimo y si existe una relación razonable de proporcionalidad entre los medios empleados y el fin contemplado…”: § 147], el Tribunal considera que no existen razones de orden público que puedan justificar la exoneración de responsabilidad a los agentes por daños causados a terceros por acción u omisión, tesis a la que conduce una interpretación de la norma aplicada -efectuada por el órgano de apelación-, a modo de una “inmunidad general” que, en cuanto tal, se traduce en una “…restricción injustificable del derecho de un demandante a obtener una resolución sobre el fundamento de su denuncia contra la policía en asuntos que lo merecen…” (§ 151). En el caso, por la negligencia policial en investigar las amenazas recibidas por la familia Osman y que trajeron consigo la muerte del padre del recurrente y lesiones en este último, llevadas a cabo por uno de sus profesores. 57 Ver SSTC 11/1982, de 29 de marzo, FJ 1; 117/1983, de 12 de diciembre, FJ 1 ; 18/1984, de 7 de febrero, FJ 6 ; 69/1984, de 11 de junio, FJ 1 ; 68/1985, de 27 de mayo, FJ 1 . 58 En principio lo fue a la faceta del derecho al recurso, STC 110/1985, de 8 de octubre, FJ 4 , a propósito de la inadmisión de un recurso casación penal por haberse incumplido el requisito del art. 874 LECrim (separar los motivos del recurso en párrafos separados dentro del escrito de interposición). Ya para el derecho al proceso ver SSTC 55/1986, de 9 de mayo, FJ 1 (inadmisión de recurso contencioso- administrativo); 123/1986, de 22 de octubre, FJ 2 (mismo supuesto penal de la STC 110/1985), invocándose como canon general en la STC 164/1986, de 17 de diciembre, FJ 2 (social, caducidad de la acción): “…la plena efectividad del derecho a la tutela judicial efectiva no sólo exige que la interpretación de las normas procesales se inspire en el principio pro actione, sino que también ese principio inspire su aplicación”. 59 “…Si lo que se cuestiona es la labor judicial de selección y aplicación de la norma aplicable, aun tratándose ésta de una función atribuida a la jurisdicción ordinaria ex art. 117 CE (SSTC 16 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... cualifica al pro actione y le dota de lo que el Tribunal denomina su “mayor intensidad” de aplicación. la necesaria implementación de un juicio de «proporcionalidad» entre los fines previstos por la norma que contempla el presupuesto o requisito de acceso y la consecuencia que derivaría de decretar en el caso concreto la inadmisión o el archivo del 60 proceso . 2.2. Significado del principio pro actione 1. El pro actione nada tiene que ver con una valoración menos rigurosa de las pruebas, ni se proyecta sobre los hechos, sino únicamente sobre la interpretación y aplicación del derecho regulador de esas condiciones procesales de acceso y, excepcionalmente, en la interpretación del alcance de la cosa juzgada material de una 61 sentencia, si ésta se traduce en óbice para el acceso al proceso . 2. El Tribunal ha precisado que siempre que deba ponderarse la comisión de un acto defectuoso por el recurrente, causante del cierre del proceso, el criterio de la “proporcionalidad” devendrá subsidiario en su aplicación respecto del canon de 203/1994, de 11 de julio, FJ 3 ; 99/2000, de 10 de abril, FJ 6 , y 82/2009, de 23 de marzo, FJ 6) , la misma puede resultar como se sabe objeto de control desde la perspectiva de la lesión del derecho a una resolución fundada (tutela judicial efectiva), tanto por aplicarse normas derogadas (SSTC 99/2000, de 10 de abril, FJ 6 ; 144/2003, de 14 de julio, FJ 2 ; 290/2006, de 9 de octubre, FFJJ 3 y 5 , y 308/2006, de 23 de octubre, FJ 7) , como por postular una interpretación extravagante de la norma que altera los criterios de selección. Pero también y en lo que aquí sobre todo importa considerar, cabe su control constitucional bajo el canon del principio pro actione y con más intensidad todavía, en la medida en que se haya producido una hermenéutica de la norma en exceso rigorista, conducente a un sacrificio desproporcionado del citado derecho de acceso a la justicia (SSTC 154/2007, de 18 de junio, FJ 4, y 40/2009, de 9 de febrero, FJ 5)”: STC 8/2011, de 28 de febrero, FJ 2. 60 Por referirnos a su aplicación en el proceso civil, reza la ya citada STC 8/2011, de 28 de febrero, FJ 2: “…Al regirse [el derecho de acceso a la jurisdicción, en cuanto a] su interpretación y aplicación al caso concreto por el principio pro actione, nuestro canon de control no se limita a la verificación de si la resolución de inadmisión incurre en arbitrariedad, irrazonabilidad o error patente, sino que también comprende el análisis de si resulta o no desproporcionada por su rigorismo o formalismo excesivos, juicio de proporcionalidad que ha de ponderar, de una parte, los fines que intenta preservar la resolución cuestionada y, de otra, los intereses que con ella se sacrifican (últimamente, para el proceso civil, SSTC 6/2008, de 21 de enero, FJ 2; 110/2008, de 22 de septiembre, FJ 2)…”. 61 Como por ejemplo en las SSTC 111/2009, de 1 de mayo, FJ 3 y 188/2012, de 29 de octubre, FFJJ 3 y 4 en relación con la legitimación activa para pedir la ejecución de una sentencia por quien, no habiendo sido parte en el proceso en el que ésta se dicta, posee sin embargo innegable interés legítimo en instar dicha ejecución al repercutir sobre su esfera individual (haber sucedido en la titularidad del contrato de suministro de electricidad que fundó la causa petendi de la reclamación contra la empresa condenada y, en todo caso, ser usuario del servicio en ese inmueble), lo que conduce al Tribunal a considerarle “parte interesada” a los efectos del art. 110.1 LRCJA 1956, aplicable. Al no haberlo juzgado así las resoluciones impugnadas, éstas incurrieron en una interpretación del referido precepto procesal “rigorista y [que] supone un clara desproporción entre los fines que preserva y el trascendental interés, consistente en acceder a la jurisdicción, que se sacrifica”. 17 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel resolución arbitraria, no razonable o incursa en error patente. Esto significa que primero ha de verificarse que el efecto de inadmisión o archivo está previsto legalmente para esa situación, pues de no ser así la lesión será evidente sin más análisis. Sólo de resultar procedente la decisión en abstracto, se medirá su proporcionalidad de acuerdo a las 62 circunstancias concurrentes . 63 3. Es doctrina constante del Tribunal , con el fin de evitar o al menos reducir cualquier labor de legalidad ordinaria sustitutiva de las potestades de los órganos judiciales, que el principio pro actione no consiste en seleccionar la interpretación más favorable de la norma al asunto de autos sino, en todo caso, en no seleccionar la que 62 Con palabras de la STC 165/2011, de 3 de noviembre, FJ 3 : “En supuestos relativos a defectos formales en los actos de postulación o representación procesal hemos declarado, aplicándoles el canon secuencial que opera en ese derecho de acceso al proceso que integra el art. 24.1 CE, que debemos enjuiciar, en primer lugar, antes de abordar el juicio de proporcionalidad ligado al principio pro actione, si la causa legal aducida en la resolución judicial podía justificar el archivo de la demanda. Esto es, como dijéramos en la STC 135/2008, de 27 de octubre , si la decisión judicial resultó contraria al derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE), en su vertiente de acceso a la jurisdicción, “no ya por ser desproporcionada -hipótesis que exige como presupuesto la existencia de un previo incumplimiento procesal cometido por la parte- (STC 127/2006, de 24 de abril, FJ 4 ) sino, antes que ello, porque no tuviera fundamento normativo la causa en la que descansó o no fuera aplicable al caso al no concurrir el déficit o incumplimiento objetado. En efecto, conforme al canon de control constitucional descrito, la decisión judicial de archivo no puede residir, en primer término, en la toma en consideración de una causa que no tenga cobertura legal o, aun existiendo ésta, en una aplicación o interpretación de la misma que sea arbitraria, infundada, o resulte de un error patente que tenga relevancia constitucional…”. 63 La STC 88/1997, de 5 de mayo , en un caso de inadmisión de un recurso de apelación penal por no computarse el plazo desde la fecha de notificación personal de la sentencia al condenado sino sólo a su procurador, el Tribunal luego de fijar la aplicabilidad del principio pro actione y con ello al canon de proporcionalidad al caso (tratándose del derecho al recurso contra sentencia penal de condena), señaló lo siguiente: “…en este ámbito las exigencias de racionalidad interpretativa de las normas y de proporcionalidad en las sanciones forzarían a restringir tan drástico resultado a los solos casos en que los actos u omisiones de la parte, fundados en motivos sólo a ella imputables, ocasionaran un quebranto de las formas establecidas de tal entidad que frustrase gravemente la finalidad legítima perseguida por ellas" (STC 190/1994, fundamento jurídico 2º). Es de este modo como debe entenderse en este ámbito el principio interpretativo pro actione (SSTC 110/1985, 123/1986, 78/1991, 96/1991, 120/1993) y no, aunque pueda sugerirlo también su ambigua denominación, como la forzosa selección de la interpretación más favorable a la admisión de entre todas las posibles de las normas que la regulan. A partir del amplísimo margen que ofrecen potencialmente a la interpretación las normas jurídicas, y, en el ámbito de la regulación de la admisión de recursos, peculiarmente las que contemplan causas de índole material, un tal entendimiento acarrearía perniciosas consecuencias. No sólo constreñiría sobremanera las legítimas facultades judiciales de ordenación del proceso, sino que podría poner en cuestión los importantes fines a los que sirven los requisitos legales de acceso al recurso, tales como la seguridad jurídica, la economía procesal, la celeridad del procedimiento y la preservación de los derechos e intereses de todas las partes del mismo”. Se trata éste de un enunciado ya incorporado por sistema al enunciado de doctrina general sobre acceso a la jurisdicción y pro actione. Últimamente, SSTC 141/2011, de 26 de septiembre, FJ 4 (contencioso-administrativo) ; 190/2011, de 12 de diciembre, FJ 3 (penal) , 155/2012, de 16 de julio, FJ 3 (contencioso-administrativo) y 231/2012, de 10 de diciembre (social) . 18 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... 64 resulte menos favorable . Pero el Tribunal no explicita cuáles son todas las posibles interpretaciones que caben teóricamente en cada caso, a fin de verificar cual es la menos favorable: si entiende que lo es la efectuada por el órgano judicial de turno, se limita a explicar por qué lo es y a demostrar que al menos hay una lectura alternativa que permite la continuación del proceso (pueden haber más), que será la que como mínimo deberá adoptar el tribunal competente una vez acordada la retroacción de actuaciones. Por estricta lógica, la aplicación de este parámetro cuando se trate de la aplicación de un precepto que únicamente permita dos interpretaciones razonables posibles, obligará a seleccionar aquella que evite la inadmisión o cierre del procedimiento. 4. Aplicando las anteriores pautas que se han indicado, la doctrina constitucional viene señalando: a) Que no cabe decretar la inadmisión de la demanda, cuando este efecto no se prevea expresamente en la disposición aplicable. Con claro empleo de este criterio, se otorga el amparo en supuestos de defectuosa o falta de personación de 65 alguna de las partes , y en el entendimiento del carácter revisor del proceso administrativo como sede judicial plena, en la que puede conocerse de motivos de nulidad de la actuación impugnada que no hubieren sido tratados por el interesado 66 en la vía administrativa previa . b) Tampoco puede fundarse la decisión de inadmisión de la demanda en el 67 incumplimiento de requisitos que no vienen establecidos legalmente . En algún 64 Lo considera inconveniente, en cuanto comporta una rebaja del pro actione, DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ, I., “Reflexiones…”, cit., p. 29. 65 Más específicamente, defectos de personación de la parte en caso de cambio del tribunal para conocer del asunto: STC 27/2003, de 10 de febrero, FFJJ 4, 6 y 8 (inadmisión por personación anticipada -contencioso-administrativo-); y pérdida de la acción por no personarse: SSTC 172/2002, de 30 de septiembre, FFJJ 5 y 6 (contencioso-administrativo) y 185/2006, de 19 de junio, FJ 6 (penal) . 66 Ver SSTC 160/2001, de 5 de julio, FJ 3 y 5 ; 133/2005, de 23 de mayo, FFJJ 3 a 5 #(§133/2005)#; 75/2008, de 23 de junio, FFJJ 3 y 4 #(§75/2008)#; 25/2010, de 27 de abril, FFJJ 3 y 4 y 155/2012, de 16 de julio, FFJJ 3 y 4 . En esta misma línea, la STC 23/2011, de 14 de marzo, FFJJ 4 y 5 declara que el recurso potestativo de anulación del art. 239.6 LGT, si bien de objeto limitado, no puede constreñir en caso de desestimación el ámbito de la cognitio del posterior recurso contencioso-administrativo, de jurisdicción plena. 67 Como ejemplos, a) la STC 19/2003, de 30 de enero, FJ 3 (interpretando el art. 23 LRJCA en el sentido prohibitivo a que el letrado de la parte pueda tener también concedida su representación en juicio, ante órgano unipersonal, derivando de allí la falta de postulación); b) STC 237/2005, de 26 de septiembre, FJ 9, declarando restrictivos y vulneradores del principio de proporcionalidad los criterios de la Sala Segunda del TS para el ejercicio de la acusación en los delitos de «jurisdicción universal» del art. 23.4 LOPJ; c) STC 155/2011, de 17 de octubre, FJ 4 (“…Tampoco resulta 19 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel caso sin embargo se ha tachado esta hipótesis como una muestra de arbitrariedad, que deviene lesivo del derecho de acceso sin necesidad de acudir al 68 pro actione . c) Ha de ponderarse a favor del recurrente, la intervención causal de tercero 69 que hubiere resultado obstaculizadora del ejercicio de su derecho de acción . d) Ha de efectuarse siempre una tarea de integración normativa cuando el problema se resuelva conjuntamente con la aplicación de dos o más dispositivos, no optar por una lectura aislada -y en esa medida sesgada- de uno solo de ellos 70 para justificar la inadmisión o el cierre del proceso . Y también, e) Resulta necesario aplicar las normas que prevén la subsanabilidad de los actos procesales con la mayor efectividad posible, reduciendo en lo posible el 71 catálogo de defectos insubsanables . En sentido negativo, esto significa la objetable la circunstancia de no haberse concretado en la papeleta la suma a reclamar, algo que no exigen las disposiciones de la Ley de enjuiciamiento civil de 1881 sobre conciliación”). 68 Así, STC 231/2012, de 10 de diciembre, FJ 3 , ante la inadmisión de una demanda laboral ex art. 81 LPL, por la calidad técnica y el rigor expresivo con que se exponían las pretensiones: “…De este modo, el indicado Auto, no es ya que haya incurrido en un formalismo enervante a la hora de interpretar una norma procesal sin ajustarse al estricto canon que impone el principio pro actione, es que ha incurrido directamente en arbitrariedad al inadmitir la demanda social con base en razones carentes de todo fundamento legal. Por eso el derecho del recurrente a la tutela judicial efectiva en su vertiente de acceso a la jurisdicción ha sido vulnerado…”. 69 STC 184/2004, de 2 de noviembre, FJ 4 , en cuanto a la exigencia de certificación de acto presunto en caso de silencio negativo, para poder interponer recurso contencioso; aplicando doctrina de la STC 3/2001, 15 de enero, FFJJ 6 y 7 . También 40/2007, de 26 de febrero, FJ 3 , en cuanto al cómputo del plazo para interponer recurso contencioso-administrativo, en caso de silencio negativo, art. 46 LRJCA, con cita de otras Sentencias anteriores que parten de la doctrina de la STC 14/2006, de 16 de enero, FFJJ 2 a 5 con Voto Particular del Magistrado Conde Martín de Hijas, quien entiende que el art. 46.1 no da lugar a varias interpretaciones posibles-. 70 Así, en materia de legitimación para la defensa de intereses colectivos, ver SSTC 24/2001, de 29 de enero, FFJJ 4 y 5 (sindicatos en procesos administrativos); y 45/2004, de 23 de marzo, FFJJ 5 y 6 (Colegios profesionales y acciones en defensa de los intereses generales de su “profesión” - no de sus colegiados-, según el marco normativo general y sectorial). En otra materia, STC 6/2008, de 21 de enero, FFJJ 3 y 4 , sobre limitación judicial del derecho al llamamiento de terceros a la ejecución civil si el derecho está inscrito en un asiento definitivo y no en uno de mera presentación, desconociendo los efectos que atribuye a este último la legislación hipotecaria, con el indebido resultado de excluir al recurrente como legitimado. 71 Al efecto, entre otras: a) STC 238/2002, de 9 de diciembre, FFJJ 6 a 8 (necesaria subsanabilidad de la falta de postulación de funcionario que interpone recurso, pensando que versa sobre materia de personal -que exime de dicha postulación-, negando dicha calificación el órgano judicial, arts. 23.3 y 45.3 LRJCA); b) SSTC 113/2003, de 16 de junio, FJ 4; 294/2005, de 21 de noviembre, FFJJ 2 y 3; 27/2010, de 27 de abril, FJ 4; todas sobre la necesaria integración del petitum de la demanda contencioso-administrativa con sus fundamentos (arts. 31 y 56 LRJCA 29/1998); c) SSTC 119/2007, de 21 de mayo, FFJJ 4, 5 y 7; 125/2010, de 29 de noviembre, FFJJ 2 y 5 y 220/2012, de 26 de noviembre, FJ 2 (carácter subsanable de los defectos de la demanda laboral, art. 81 LPL). 20 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... prohibición de emitir un requerimiento de subsanación que resulte inconcreto o 72 confuso ; y no mezclar las dudas sobre el fondo controvertido con un presunto defecto del que se exija indebidamente aclaración o subsanación, so pena de 73 archivo . 5. Puntualmente, el Tribunal ha cuestionado la procedencia de emplear el pro actione y con ello, en definitiva, de entender concernida la afectación del derecho de acceso, en dos supuestos: a) cuando la decisión judicial, aunque formalmente de absolución, linda 74 en cuanto a su objeto con la cuestión de fondo controvertida ; y b) cuando la consecuencia aplicada al caso no es la pérdida del derecho al proceso, sino la 75 posposición o retraso en la obtención de la sentencia de fondo . Si en el primer caso las razones para entender resuelto el fondo devienen opinables (de hecho esa doctrina no ha tenido continuidad respecto de otros óbices procesales distintos al que ahí trata y ni siquiera aparece pacífica en la propia materia a la que alude); en el segundo caso resulta comprensible que se supere en gran medida el juicio de proporcionalidad inherente al pro actione, sin perjuicio de que el retraso pueda configurarse eventualmente a su vez en causa de lesión del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas (art. 24.2 CE). 6. Por último, cabe constatar que cuando la denegación del acceso al proceso entraña, por sus consecuencias, la falta de protección de un derecho fundamental sustantivo, el Tribunal opta por situar el canon de control no en el principio pro actione 72 Ver STC 211/2002, de 11 de noviembre, FJ 4 (social) . 73 Ver STC 203/2004, de 16 de noviembre, FJ 3, 5 y 8 (presuntos defectos de la demanda laboral). 74 Así se constata en algunas SSTC (no en otras, por cierto, donde sí acoge el pro actione: ver infra, 3.4.B) que entienden que no se halla concernido el derecho de acceso cuando la declaración judicial de prescripción extintiva del derecho o de caducidad de la acción se formulan en sentencia y no a limine: así, SSTC 298/2000, de 11 de diciembre, FJ 6; 77/2002, de 8 de abril, FJ 3 (aquí, sobre plazo caducidad art. 9.5 LO 1/1982); y 125/2004, de 19 de julio (ambas, prescripción de los arts. 1968.2-1969 CC), doctrina con base en la STC 42/1997, de 10 de marzo FJ 3 (dictada en asunto contencioso-administrativo), por lo que el canon de control es el propio de una resolución de fondo. En algún caso incluso se otorga el amparo aunque, curiosamente, con cita de una doctrina de cómputo nacida con el pro actione (vgr., la STC 298/2000, FJ 12, que se remite a la STC 220/1993, de 30 de junio, que sí aplica el canon de acceso: de nuevo, ver infra, 3.4.B). 75 La STC 166/1995, de 20 de noviembre , se pronuncia sobre una decisión del juez civil de suspender el trámite de sentencia por existir cuestión prejudicial penal que debía resolverse antes (art. 10.2 LOPJ). Asevera el Tribunal que pese a ser éste a priori un tema de legalidad reservada a los tribunales ordinarios, sin embargo puede “ser objeto de revisión en vía de amparo si la misma resulta inmotivada o manifiestamente irrazonable o arbitraria” (FJ 1) -defectos cuya concurrencia en el asunto de autos se descarta-. Por tanto, sin incluir en el canon de enjuiciamiento al juicio de proporcionalidad propio del pro actione (emitió Voto particular en discrepancia con su no aplicación, el Magistrado Vives Antón). 21 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel sino en la exigencia de una “tutela reforzada” que se traduce, bien en un específico deber de diligencia del órgano judicial 76 o, en su caso, en de una interpretación de las 77 normas procesales que facilite el ejercicio del derecho sustantivo . 3. ÁMBITOS DEL PROCESO CIVIL SOBRE LOS QUE SE PROYECTA EL DERECHO DE ACCESO Nos disponemos ahora a identificar las distintas áreas donde la doctrina constitucional ha reconocido que despliega su efectividad el derecho de acceso en el proceso civil. Como fácilmente se verá el resultado es de una riqueza notable, que supera con mucho el perímetro tradicionalmente asignado por los especialistas al llamado “acceso a la 78 justicia” . Esto se explica sin duda, en gran medida, por las características propias de nuestro proceso de amparo, que al conceder legitimación a los ciudadanos frente a la 79 lesión de derechos fundamentales producida por resoluciones judiciales , ha permitido a 76 Como ocurre en los casos de archivo de denuncias por la posible comisión de delitos que entrañan vulneraciones del art. 15 CE, maltratos, torturas o actos inhumanos o degradantes, por parte de funcionarios públicos contra personas privadas de libertad que se hallan a su cargo (últimamente, ver SSTC 131/2012, de 18 de junio, FJ 2 ; 12/2013, de 28 de enero, FJ 4 y las que en ellas se citan), incluso cuando tales conductas se producen en el marco de una relación profesional (STC 106/2011, de 20 de junio, FJ 2, en relación a una denuncia de acoso moral y físico, constitutivo de un presunto delito de abuso de autoridad, infligido a una soldado de artillería por un mando). El Tribunal, tras enunciar su doctrina general sobre el derecho de acción penal -ius ut procedatur-, aplica jurisprudencia del TEDH, exige el agotamiento de una investigación eficaz, con práctica de aquellas diligencias que resulten relevantes al caso, siempre que los hechos denunciados arrojen al menos “sospechas razonables”, precisamente en virtud del indicado deber de tutela “reforzada”. 77 Así, STC 58/2011, de 3 de mayo, FFJJ 2 y 3 , otorgando el amparo por denegación de acceso a la jurisdicción, contras resoluciones de inadmisión de un recurso contencioso-administrativo por falta de legitimación activa de la organización sindical actora, en impugnación de acuerdos de licitación de contrato administrativo para la realización de tareas organizativas en un centro de menores, donde el Tribunal sí aprecia que el fin de defensa de la legalidad respecto de los actos recurridos ofrece un vínculo con los fines que le son propios a la recurrente. 78 Así, la problemática del beneficio de justicia gratuita a quienes carecen de recursos suficientes y sus límites; la tutela adecuada de los llamados intereses colectivos y difusos; así como las alternativas a la justicia estatal (mediación y conciliación). De ellos dan extensa cuenta los Volúmenes publicados con vocación de estudio mundial, dirigidos por CAPPELLETTI, M. y GARTH, B., Access to Justice (6 vols.), edic. conjunta, Milano, 1978; y de los mismos autores junto con TROCKER, N., “Access to Justice. Variations and Continuity of a World-Wide Movement”, en Rabels Zaitschrift für ausländisches und internationals Privatrecht, núm. 4, Tübingen, 1982, pp. 664 y ss. 79 Las ventajas derivadas de este sistema, cuyos principales exponentes en los países de nuestro entorno son Alemania y España, ha reabierto el debate en Italia no solo en sede científica sino también parlamentaria, acerca de las posibilidades de implementar algún tipo de acceso de los ciudadanos ante la Corte Costituzionale, que en materia de protección de derechos fundamentales se ciñe -desde 1956- al conocimiento de las questioni di llegittimità costituzionale (por vía principal e incidental) de las leyes y actos con fuerza de ley del Estado y las Regiones, art. 134 C.I. 1947). Tales iniciativas no han fraguado, entre otras razones, por el peligro a una sobrecarga de trabajo de la Corte: ver sobre el tema, CRIVELLI, Elisabetta, La tutela dei diritti 22 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... través de estos años confeccionar un amplio catálogo de manifestaciones del derecho y de identificar múltiples formas no sólo legales sino jurisdiccionales, de conculcación del derecho. 3.1. Presupuestos subjetivos del proceso. Afirmación de la competencia de los tribunales civiles A) El principio de plenitud jurisdiccional En su primera Sentencia núm. 1/1981, de 26 de enero el Tribunal , como ya indicamos, empieza a configurar el derecho constitucional de acceso justamente a propósito de la justicia civil. En esa Sentencia afirma que no resulta contrario al art. 24.1 CE el reconocimiento de validez a decisiones dictadas por órganos de otras jurisdicciones, fijado en leyes o en instrumentos jurídicos convencionales suscritos por nuestro Estado, pero que fuera de estas excepciones la tutela judicial (civil) ha de impartirse de manera plena por los tribunales españoles, sin hacer dejación de su función en virtud de un supuesto efecto vinculante de los pronunciamientos de la jurisdicción ajena, lo que devendría lesivo del derecho fundamental de acceso, como de 80 hecho se estima acaecido en el asunto de autos, otorgándose así el amparo . El Tribunal ha precisado en relación con esto, que cuando el problema radique en la negación de “efectos civiles” susceptibles de ejecución respecto de la sentencia dictada por el órgano de la jurisdicción ajena, siendo que tales efectos civiles han sido reconocidos en los convenios aplicables, habrá vulneración del 24.1 CE si bien no ya en fondamentali e l’accesso alla giustizia costituzionale, Padova, 2003, pp. 14-19, el cual por cierto incluye un estudio amplio sobre el origen, caracteres y tratamiento de nuestro recurso de amparo (ibid, pp. 93 y ss.). 80 El Juzgado de Primera Instancia núm. 4 de Huesca y la Audiencia Provincial habían denegado la solicitud de modificación del régimen de visitas del padre a sus hijos menores, al entender ambos órganos judiciales que no podían apartarse de lo establecido en la Sentencia del Tribunal eclesiástico que había declarado la nulidad del matrimonio. Haciendo uso, también por vez primera, de la facultad ex officio del art. 84 LOTC, el Tribunal recondujo la queja del ámbito del principio de exclusividad jurisdiccional del art. 117.3 CE que eral el planteado en la demanda (lo que suponía su exclusión del amparo, art. 53.2 CE), al del art. 24.1 CE, en cuanto que “…si el Juez, debiendo conocer con plenitud jurisdiccional de la cuestión que hemos dicho (…) deja de hacerlo, o por vías de estricta ejecución impone con la fuerza de las decisiones judiciales, sin el propio ejercicio de la potestad jurisdiccional, lo que ha decidido el Tribunal Eclesiástico, puede alegarse que se ha vulnerado el derecho a la jurisdicción, constitucionalizado en el art. 24.1” (STC 1/1981, FJ 1). En definitiva, sostiene que los jueces civiles no pueden comportarse como “meros ejecutores” de la Sentencia canónica, “dando lugar con ello a la violación de un derecho constitucionalizado: el derecho a la justicia o derecho a la tutela jurisdiccional, que se califica por la nota de la efectividad, todo ello en el art. 24.1 de la Constitución española” (FJ 11). Ver también STC 6/1997, de 13 de enero, FFJJ 6 y 7 , sobre competencia de los tribunales ordinarios para la modificación de los efectos económicos del matrimonio. 23 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel la vertiente del derecho de acceso, sino en la del derecho a la ejecución de las 81 resoluciones firmes . B) Reglas de competencia internacional La negación incorrecta de los criterios atributivos de competencia a los tribunales españoles en el orden civil (arts. 21 y 22 LOPJ), comporta denegar el acceso del afectado a la protección jurisdiccional que reclama, vulnerándose así el derecho fundamental en examen, como ha apreciado el Tribunal al menos en dos Sentencias: la primera, STC 61/2000, de 13 de marzo , donde sale al paso de una indebida confusión entre las reglas de competencia “funcional” (internas) y las de competencia internacional, asentando que únicamente estas últimas “responden a la serie de exigencias que, en algunos casos, puede llevar a la trascendente consecuencia de que el Estado español 82 renuncie a asumir la tutela judicial en un caso concreto” (FJ 5) . Se otorga el amparo también en la más reciente STC 8/2011, de 28 de febrero , por un uso palmariamente inadecuado del art. 22.3 LOPJ y las reglas de conflicto del art. 9.4 CC, que lleva a los órganos de instancia no solamente a otorgar un trato jurídico dispar a normas de la misma naturaleza (a la sazón, la Disposición Transitoria Sexta de la Ley 10/1981 de reforma parcial del CC y el art. 764.2 LEC), sino a levantar un óbice de procedibilidad de la acción ejercitada (de impugnación filiatoria), basado en una hipotética exigencia de reciprocidad normativa internacional que no recogen las normas de nuestro ordenamiento, con olvido también aquí de los criterios atributivos de la competencia internacional de los tribunales civiles y del principio pro actione. En sentido contrario, no cabe hablar de lesión del derecho de acceso, conforme determinar el Tribunal, por el mero hecho de que se desestimen los argumentos de la parte para atacar el reconocimiento en España de una resolución extranjera, siempre que la persona haya podido intervenir y oponerse en el procedimiento correspondiente 83 (exequatur) . C) Inmunidad de jurisdicción e inviolabilidad ratione personae 81 SSTC 66/1982, de 12 de noviembre, FFJJ 3 a 5 ; 65/1985, de 23 de mayo, FJ 7 ; 209/1991, de 7 de noviembre, FJ 2 ; 6/1997, de 13 de enero, FFJJ 4 y 5 , y ATC 789/1987, de 24 de junio, FJ 3. 82 Asunto: inadmisión de demanda de modificación de medidas matrimoniales definitivas, aduciendo la resolución impugnada que debía ser el tribunal norteamericano autor de la sentencia de divorcio objeto de ejecución, el que debía conocer de tal cuestión “incidental” ex art. 55 LEC 1881. 83 24 Al efecto, STC 43/1986, de 15 de abril, FJ 5 . Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... 1. El apartado segundo del art. 21 LOPJ reconoce como un doble límite al ejercicio de la función jurisdiccional de los juzgados y tribunales españoles, la existencia de supuestos de inmunidad de jurisdicción y de ejecución previstas en normas del Derecho Internacional Público, de tal guisa suscritas por España. La primera de esas inmunidades restringe el derecho de acceso a la jurisdicción y es de la que ahora nos ocuparemos. La segunda, en cambio, concierne a otra esfera del art. 24.1 CE, la del derecho a la 84 ejecución de las resoluciones firmes y no al derecho de acceso . Por lo que hace, pues, a la inmunidad de jurisdicción, la STC 140/1995, de 28 de septiembre (recurso de amparo avocado al Pleno) examina la compatibilidad del art. 31 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, relativo a la inmunidad de la jurisdicción civil para conocer de acciones reales sobre inmuebles que posea un agente diplomático a cargo del Estado acreditante, con la efectividad del 85 derecho de acceso . Sostiene el Tribunal que el legislador “puede establecer límites al pleno acceso a la jurisdicción (…) siempre que dichos límites sean razonables y proporcionados respecto de los fines que lícitamente puede perseguir en el marco de la Constitución” (FJ 6). Considera que lo es la limitación enjuiciada, puesto que la misma responde a un doble fundamento “objetivo y razonable” que ancla en el ámbito de las relaciones internacionales: de un lado la igualdad soberana de los Estados y el principio de cooperación pacífica, a cuya contribución llama el Preámbulo de nuestra Constitución (FJ 8); y de otro lado las obligaciones que impone a los Estados el Derecho Internacional “al establecer la extensión y límites de la jurisdicción de sus Juzgados y Tribunales”, lo que implica una limitación de la soberanía estatal, asumido por nuestro ordenamiento en el ya citado art. 21.2 LOPJ (FJ 9) . Asimismo, sostiene el Tribunal que tal inmunidad no comporta un sacrificio desproporcionado para el afectado, pues éste en todo caso 84 Respecto de esta segunda inmunidad, que se califica por la jurisprudencia constitucional como «relativa», en relación concretamente a la embargabilidad de cuentas bancarias y bienes de legaciones diplomáticas y Estados extranjeros, ver SSTC 107/1992, de 1 de julio, FFJJ 4 y 5 ; 292/1994, de 27 de octubre, FFJJ 3 a 5; 18/1997, de 10 de febrero, FFJJ 6 a 9; y 176/2001, de 17 de septiembre, FFJJ 2 y 3 . 85 Un análisis de esta Sentencia, puede leerse en, SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, L. I., “Inmunidad de jurisdicción civil de los agentes diplomáticos en España versus tutela judicial efectiva. A propósito de una Sentencia del Tribunal Constitucional”, Derecho Privado y Constitución, núm. 9, mayoagosto 1996, Madrid, pp. 365 y ss.; SELLARES SERRA, J., “Reflexiones críticas sobre la inmunidad diplomática de jurisdicción civil a consecuencia de la Sentencia del Tribunal Constitucional 140/1995 (el «okupa» diplomático)”, Revista Jurídica de Catalunya, núm. 3, Barcelona,1998, pp. 109 y ss.; HERNÁNDEZ CRUZ, F., “La inmunidad de jurisdicción de un consulado como excepción en los procedimientos civiles”, Revista Española de Derecho Internacional, Vol. LVI-2004, núm. 2, Madrid, 2004, pp. 793 y ss. 25 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel dispone de ciertos mecanismos alternativos suficientes dentro y fuera de nuestro 86 ordenamiento, para instar la reparación de su derecho . 2. Una segunda zona de fricción entre el derecho de acceso a la jurisdicción en el ámbito civil y los privilegios de inviolabilidad e inmunidad, son los que se reconocen a los Diputados y Senadores por los dos apartados del art. 71 CE, el cual deviene extensible a los parlamentarios autonómicos si así lo prevé el respectivo Estatuto de Autonomía (SSTC 36/1981, de 12 de noviembre, FJ 6 ; 30/1997, de 24 de febrero, FJ 5 ). a) Así, principiando por la «inmunidad», el Tribunal enjuició la constitucionalidad del art. 2.2 de la LO 1/1982 de 5 de mayo, de Protección Civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen (en la redacción dada al precepto por LO 3/1985, de 29 de mayo), en cuya virtud se condicionaba la sustanciación de todo proceso civil seguido por los trámites de esta Ley contra un Diputado o Senador, a la previa obtención de la autorización (suplicatorio) correspondiente de la Cámara. En su STC 243/1988, de 19 de diciembre , el Tribunal constata que la autorización del art. 71 CE “no puede exigirse para la admisión, tramitación y resolución de demandas civiles que en nada pueden afectar a su libertad personal y, en consecuencia, que la extensión al ámbito civil de dicha garantía procesal resulta constitucionalmente ilegítima” (FJ 87 4). En consecuencia otorga el amparo , pero elevando además al Pleno autocuestión de inconstitucionalidad sobre el citado precepto, que se resolvió a su vez por Sentencia estimatoria 9/1990, de 18 de enero, declarando inconstitucional 88 y nula la adición del art. 2.2 llevada a cabo por la antes citada LO 3/1985 . 86 El FJ 10 de la STC sugiere al afectado solicitar la intermediación del Ministerio de Asuntos Exteriores ante el Estado acreditante, para que renuncie al fuero de inmunidad de su agente ex art. 32 de la Convención, y si el Ministerio se niega “ejercitar una petición indemnizatoria ante los Juzgados y Tribunales Españoles por la lesión sufrida en sus bienes y derechos (art. 106.1 CE)”. En su defecto, si lo prefiere, demandar al Estado acreditante ante sus propios tribunales, opción esta última cuyos «inconvenientes o cargas» el Tribunal considera análogos a los que se producen respecto de cualquier ámbito material excluido de la Jurisdicción española por mor de los arts. 2122 LOPJ. 87 En el mismo sentido y con idéntico resultado estimatorio, aunque sin elevación de autocuestión por no hacer falta ya, STC 186/1989, de 13 de noviembre, FJ 2 . 88 En su FJ 5, la STC 9/1990 razona que: “…en resumen, se introduce por el legislador ordinario, a través de una norma extensiva del art. 71 de la Constitución, una autorización previa que dicho precepto constitucional sólo consiente en los procesos penales, creándose así una institución híbrida, compuesta a partir de elementos conceptuales de la inviolabilidad a los que se añade un instrumento autorizatorio, propio y exclusivo de la inmunidad, que carece de encaje constitucional y conlleva una irrazonable y desproporcionada limitación del derecho a la tutela judicial en cuanto impide el ejercicio independiente de la jurisdicción y, por tanto, resulta desprovista de la debida justificación, tanto desde de la perspectiva del art. 71 de la Constitución como desde la que corresponde al art. 24.1 de la misma…”. 26 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... b) Por lo que respecta a la «inviolabilidad» de las opiniones manifestadas por los parlamentarios en el marco de sus funciones, como garantía de su derecho a la libertad de expresión, la STC 30/1997, de 24 de febrero resuelve un recurso de amparo promovido por un parlamentario autonómico contra las resoluciones judiciales que denegaban su solicitud de inadmisión de una demanda de protección del derecho al honor, interpuesta en su contra por un particular a propósito de determinadas expresiones proferidas por el recurrente en una sesión del Pleno de la Asamblea de Extremadura. El Tribunal otorgó el amparo, reconociendo que la inviolabilidad prevista en el art. 71 CE se erige en un límite 89 “absoluto” , impuesto ex Constitutione al ejercicio del derecho de tutela jurisdiccional de quien tenga interés en exigir la responsabilidad del parlamentario por sus opiniones. De modo que en el ámbito concreto que le es propio (libertad de expresión) y entendido como un medio para configurar la libre formación de la voluntad del órgano legislativo, impide la apertura de todo proceso relacionado con el contenido de esas opiniones (FJ 5). Pero además, esa prohibición se integra como una garantía para la propia tutela jurisdiccional del parlamentario, en cuanto se traduce en el derecho de éste a poder exigir la denegación del acceso a la 90 justicia por parte del potencial actor . En consecuencia, el fallo acuerda la nulidad de las resoluciones impugnadas, en cuanto determinaban la admisión a trámite de la demanda civil indicada. D) Sumisión del asunto a arbitraje En el marco de los derechos subjetivos disponibles, la doctrina del Tribunal ha admitido la constitucionalidad del arbitraje como alternativa a la composición de los conflictos entre particulares por los tribunales ordinarios, con lo que el sometimiento a la vía arbitral no comporta lesión del derecho de acceso ni desconocimiento del principio de 91 exclusividad jurisdiccional del art. 117.3 CE . Para ello, resulta preciso que la renuncia 89 Dado que sustrae al parlamentario de todo enjuiciamiento, “no sólo por razón de la persona sino también de la materia, cuando el objeto del proceso consiste en exigirle responsabilidad por expresiones proferidas en su actuación” (FJ 6). 90 “…la decisión de abrirlo vulneraba el derecho del parlamentario a la tutela judicial que en este caso se concretaba prescriptivamente en la inadmisión a limine de la demanda (FJ 7). 91 En cuanto se le considera “un equivalente jurisdiccional, mediante el cual las partes pueden obtener los mismos objetivos que con la jurisdicción civil (esto es, la obtención de una decisión que ponga fin al conflicto con todos los efectos de la cosa juzgada)”: STC 174/1995, de 23 de noviembre, FJ 3. De allí deriva también la atribución exclusiva al Estado de competencia para su regulación normativa: ver STC 18/2011, de 3 de marzo, FJ 22 , con cita de la STC 15/1989, de 26 de enero, FJ 9.b) . 27 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel a la tutela judicial que tal sujeción comporta se efectúe sin merma de la libre voluntad del 92 interesado, sea manifestada expresamente o por actos tácitos inequívocos . No ocurre sin embargo tal cosa, ha señalado el Tribunal, cuando una norma exige el consentimiento expreso de todas las partes de una cierta relación jurídica para poder dejar sin efecto una vía arbitral impuesta previamente, lo que priva a cada individuo de la 93 consiguiente libertad de decisión (STC 174/1995 ) . Ha de tenerse en cuenta, por otro lado, que la legislación procesal regula el derecho al examen judicial de parcelas concretas de la actividad arbitral, casi todas por motivos formales, a través de la acción de anulación cuya competencia recae sobre las Audiencias Provinciales (art. 40 y ss. Ley 60/2003). El Tribunal reputa este proceso como un cauce de tutela judicial constitucionalmente suficiente siempre que, dígase una vez más, se constate que el sujeto ha acudido al arbitraje de manera voluntaria 94 y no 95 por haberle sido impuesto , pues en este último caso habrá lesión del derecho de acceso. Por cierto que, al articularse como un proceso de única instancia, la acción (proceso) de anulación de laudos arbitrales recaba para sí todas las garantías predicables del art. 96 24.1 CE, entre ellas la del propio derecho de acceso . En todo caso, nuestro derecho fundamental no cabe predicarse respecto del procedimiento arbitral, ni las actuaciones habidas dentro de éste ni los laudos dictados a su finalización se pueden calificarse de “actos del poder público” susceptibles de control 97 en sede de amparo ex art. 41 LOTC . 92 Bien porque no se materialice la voluntad contraria del interesado dentro de un plazo prefijado (así, como ejemplo, lo dispuesto en el art. 38 LOTT tras su reforma por Ley 13/1996 provocada por la STC 174/1995 -ver nota siguiente-); o bien porque el sujeto lleve a cabo otros actos que evidencian ese sometimiento (un caso, en STC 136/2010, de 2 de diciembre, FJ 3) . 93 Como disponía el art. 38.2 párrafo primero, de la Ley 16/1987 de 30 de julio de Ordenación de Transportes Terrestres al disponer un arbitraje institucional para reclamaciones no superiores a 500.000 pesetas (de exceder esa suma, el arbitraje exigía pacto expreso), lo que trajo consigo la declaración de inconstitucionalidad del precepto por la STC 174/1995, de 23 de noviembre, FJ 1, tachándolo de contrario al derecho a la tutela judicial efectiva - acceso-. Aplicando después su doctrina: SSTC 75/1996, de 30 de abril, FJ 2 -aludiendo al mismo precepto anulado por la STC 174/1995-; 290/2006, de 9 de octubre, FJ 5; 352/2006, de 14 de diciembre, FFJJ 1 y 2; 136/2010, de 2 de diciembre, FJ 2 . 94 Sin que exista obligación para el legislador de tener que configurar un proceso donde pueda volverse a plantear el fondo del litigio, tal y como éste fue debatido en la vía arbitral previa: STC 176/1996, de 11 de noviembre, FJ 4 . 95 STC 174/1995, FJ 1. 96 SSTC 176/1996, de 11 de noviembre, FJ 3 ; 9/2005, de 17 de enero, FJ 4 . 97 SSTC 176/1996, de 11 de noviembre, FJ 1 ; 9/2005, de 17 de enero, FJ 2; 136/2010, de 2 de diciembre, FJ 2 . 28 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... E) Control de la falta de competencia judicial interna 1. En principio, la declaración de que un juzgado o tribunal civil carece de competencia para conocer de un determinado asunto en primera o única instancia, bien 98 por no pertenecer su conocimiento a este orden de jurisdicción , bien porque corresponde a otro órgano judicial civil en aplicación de las reglas legales pertinentes (competencia objetiva), no compromete el derecho constitucional de acceso, pues esa decisión no resulta impeditiva de su conocimiento ulterior de la pretensión deducida, ante el que termine siendo el competente. No cabe descartar, no obstante, que una inhibición improcedente del juez, con remisión por tanto del caso a un tribunal que en realidad no puede conocer del mismo, determine una situación de probable denegación técnica de justicia, sea porque resulte previsible que el receptor rechazará la competencia (lo que obligará a nuevos trámites: recursos; intervención del superior jerárquico común a ambos, etc.), sea porque éste la acepte pero al final opte por dejar imprejuzgado en su sentencia todo aquello que entiende resultaba ajeno a su esfera de jurisdicción. Un perjuicio de esa magnitud se diagnostica en la STC 45/2008, de 10 de marzo , que considera la lesión del derecho de acceso por alterarse el orden “material” de competencias entre los distintos órdenes jurisdiccionales, negando el órgano judicial su competencia ahí donde sí la tenía según el contenido de la pretensión formalizada por la parte actora. En el asunto enjuiciado, la asociación actora interpuso recurso contencioso-administrativo contra una actuación del Cabildo Insular de Lanzarote que consideraba una vía de hecho (difusión en medios de comunicación de un vídeo supuestamente atentatorio contra el honor de la entidad) y los tribunales de este orden acordaron la inadmisión del recurso al entender que se había deducido era una pretensión para la protección del derecho al honor, de naturaleza estrictamente civil conforma al art. 249.1 LEC. El Tribunal viene a desentrañar la naturaleza real de la acción, que es de control de legalidad de una actuación administrativa y por ende competencia de los tribunales contencioso-administrativos, apreciando así injustificada la declinación de los órganos judiciales actuantes, en virtud de una interpretación manifiestamente irrazonable que éstos han hecho “del orden 99 material de competencias entre los distintos órdenes” (FJ 3) . 98 Ya el temprano ATC 143/1983, de 13 de abril, FJ 2, declara conforme con el 24.1 CE la declaración en sentencia de apelación de la falta de competencia de los tribunales civiles para conocer de una acción interdictal promovida sobre bien inmueble calificado como vía pública. 99 A esta Sentencia se acompaña Voto Particular del Magistrado Conde Martín de Hijas, quien postula que la recurrente tenía la carga de atravesar primero la vía civil antes de alegar conculcación de su derecho de acceso a la justicia, “por muy tediosa que pudiera llegar a ser”. 29 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel 2. La doctrina del Tribunal también se ha ocupado de los efectos que se derivan de la declaración de incompetencia de un órgano judicial. Por válida que sea esta última, tales efectos no pueden acarrear, en la medida que resulten imputables tanto al legislador como al quehacer del propio órgano judicial, la pérdida del derecho del ciudadano a que su asunto sea conocido y resuelto por el juzgado o tribunal competente. Así lo aprecia el Tribunal, afirmando que existe vulneración del derecho de acceso si una disposición obliga a un archivo de las actuaciones sin posibilidad de reanudación de la causa, tal como preveía el art. 82.a) LRJCA de 1956 para los casos de dictarse sentencia de inadmisibilidad del recurso contencioso-administrativo por falta de competencia objetiva 100 . Mas esta hipótesis parte de un presupuesto previo, como es la afirmación de que en efecto existe al menos un órgano judicial competente para conocer del asunto. Por el contrario y delimitando el alcance de esta misma doctrina, el Tribunal ha puntualizado que cuando justamente no cabe atribuir la jurisdicción a ningún órgano, la respuesta denegatoria que inadmita o archive no será lesiva del derecho de acceso, ni por su propio tenor ni porque deje ésta de ordenar una remisión de actuaciones, inviable como tal al no tener por destinatario a un juzgado o tribunal español 101 . 3. Finalmente, en relación con la competencia judicial territorial (interna), la entrada en vigor de la LEC 1/2000 ha neutralizado los problemas que podían afectar al derecho de acceso, de modo que únicamente se prevé el planteamiento de declinatoria ante el órgano propio órgano que conoce del asunto y del que se cree incompetente, lo que implica que todas las incidencias tanto del proceso principal como de la pieza incidental se supervisan y sustancian por un único órgano. No ocurría sin embargo así con la anterior LEC 1881, pues junto a la declinatoria se regulaba también la inhibitoria ante el órgano judicial que se creía el competente, sin que ello supusiera suspensión del proceso principal mientras se resolvía. Esto daba lugar a situaciones kafkianas que impedían a la parte demandada, promovente de la inhibitoria, actuar en el proceso en curso para no incurrir en sumisión tácita (art. 58.2 LEC 1881), viendo impasible como en éste se dictaba sentencia a sus espaldas, en muchas ocasiones de condena. El Tribunal tuvo la oportunidad de conocer de esta anomalía y declarar su carácter lesivo, tanto 100 Ver SSTC 22/1985, de 15 de febrero, FFJJ 5 y 6 ; 39/1985, de 11 de marzo, FJ 4 ; 55/1986, de 9 de mayo, FJ 2 ; 90/1991, de 25 de abril, FFJJ 2 y 3 ; 103/2003, de 2 de junio, FJ 8 . Sistema subsanado como se sabe por el actual art. 7.3 LRJCA 29/1998, con orden expresa de remitir las actuaciones al tribunal que resulte competente. 101 Sea porque el asunto no es jurisdiccional (STC 148/1997, de 29 de septiembre, FJ 2) o porque su conocimiento corresponda a tribunales extranjeros (STC 61/2000, de 13 de marzo, ya citada, FJ 2). 30 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... desde la óptica del derecho de acceso también dentro del art. 24.1 CE 102 ; como del derecho a no padecer indefensión, 103 . 3.2. Presupuestos subjetivos (cont.). Atribución del carácter de parte en un proceso Cuando el órgano judicial desconoce el carácter de parte activa o pasiva de quien participa o pretende participar en un concreto litigio de manera originaria o sobrevenida, con carácter necesario o en todo caso con derecho a personarse y defender su posición material, la facultad de acceso al proceso puede resultar indebidamente dañada. Para ello han de distinguirse distintas situaciones: A) Legitimación activa 1. La legitimación, entendida como vinculación del sujeto que es parte en el con el contenido de la pretensión deducida (el objeto litigioso), no se trata salvo excepciones litisconsorcio pasivo, tercerías, título de legitimación indirecta- como un presupuesto del proceso cuyo control deba efectuarse ab initio 104 , sino que basta para admitir la demanda y que el procedimiento se sustancia con que la legitimación venga afirmada en sus dos vertientes (activa y pasiva). Al margen de ello, una sentencia absolutoria por falta de legitimación que deje imprejuzgado el fondo, podría resultar contraria al derecho de acceso si responde a una apreciación inadecuada. El Tribunal ha extendido al proceso civil su doctrina diseñada para otros órdenes de jurisdicción, proclamando que el derecho de acceso, “primer contenido, en un orden lógico y cronológico” del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva del art. 24.1 CE, “se concreta en el derecho a ser parte en un proceso para poder promover la actividad jurisdiccional que desemboque en una decisión judicial sobre las pretensiones deducidas”, lo cual exige de los tribunales 102 A las trabas para la defensa derivadas del sistema legal, en el caso de la STC 226/2005, de 12 de septiembre, se unió la circunstancia de que el requerimiento se tramitó mal y no llegó al Juez de la causa hasta después de haber dictado éste sentencia que condenaba al demandado en rebeldía, negándose a decretar la nulidad. El Tribunal aprecia vulnerado su derecho de acceso recalcando que el recurrente “...obró en el ejercicio de su derecho al promover la inhibitoria (...) y no incurrió en acción u omisión alguna que pueda reprochársele y que justifique que sufra los efectos de esa rebeldía”. Con orden de retroacción de actuaciones “al momento del requerimiento de inhibición” (FJ 7 y Fallo). 103 Ver SSTC 224/1988, de 25 de noviembre, FFJJ 3 y 4 ; 54/1998, de 16 de marzo, FJ 4 . 104 Como acota con carácter general el propio Tribunal: “…la legitimación, en puridad, no constituye excepción o presupuesto procesal alguno que pudiera condicionar la admisibilidad de la demanda o la validez del proceso. Antes bien, es un requisito de la fundamentación de la pretensión y, en cuanto tal, pertenece al fondo del asunto…”: STC 214/1991, de 11 de noviembre, FJ 5; también 191/2005, de 18 de julio, FJ 4. 31 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel “interpretar con amplitud las fórmulas que las leyes procesales utilicen en orden a la atribución de legitimación activa para acceder a los procesos judiciales”, por tanto en forma no sólo motivada y razonable sino “en sentido no restrictivo”; lo que significa “conforme con el principio pro actione” 105 . Así por ejemplo, el Tribunal ha declarado que se incurre en quiebra lógica cuando un órgano judicial niega la legitimación activa prejuzgando la desestimación de la pretensión de fondo deducida, pero sin resolverla, incurriendo con ello en una tautología inaceptable 106 . 2. Puede ocurrir también que no sea el juez sino una norma jurídica la que limite o prohíba la legitimación activa de un sujeto para el ejercicio de una acción, lo que obliga a ponderar los bienes jurídicos en juego. En su STC 190/2005, de 7 de julio , el Tribunal precisa que la tutela judicial no puede negarse ciertamente a quienes alegan derechos o intereses legítimos reconocidos por el ordenamiento jurídico, pero sólo respecto de los que ostentan esta cualidad, de manera que “si el legislador no los recoge, si les niega la condición de derechos e intereses legítimos podrán vulnerarse otros preceptos constitucionales, pero no, desde luego, el art. 24.1 CE” (FJ 5) 107 . Lo que garantiza este último derecho, es “que quien ostente dicha condición [de titular de un derecho o interés legítimo] por atribución constitucional o legal sea tutelado en esa condición por los jueces”; y que para todos los derechos -e intereses- que gozan ya de una determinada 105 STC 311/2000, de 18 de diciembre, FJ 3 . En el mismo sentido, STC 40/2009, de 9 de febrero, FJ 4 . Este segundo parámetro se formula originalmente con estos términos en la STC 24/1987, de 25 de febrero, FJ 2 , para asunto contencioso-administrativo (v.gr., recurso interpuesto por la Asociación de Fiscales contra el nombramiento de Fiscal del Tribunal Supremo, negando a aquélla legitimación activa). Ya antes, la STC 4/1985, de 18 de enero, FJ 3, también en materia contencioso-administrativa, invocaba el “principio de interpretación más favorable” de la expresión «partes interesadas». 106 Ver STC 40/2009, de 9 de febrero, FJ 5 , la sentencia de instancia desestimaba acción impugnatoria de acuerdo societario por falta de legitimación del art. 117 LSA de los actores al carecer los demandantes de la condición de socios…condición perdida justamente por el acuerdo que se intentaba impugnar por ilícito (falta de convocatoria a junta). 107 En el caso, se cuestionaba la constitucionalidad de la Tabla I del Anejo de la Ley de Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos de Motor (RD Leg. 8/2004, de 29 de octubre), que relaciona los parientes beneficiarios de la víctima en caso de fallecimiento de ésta con la consiguiente pérdida del derecho a reclamar para quienes no figuran en ella. Taxativamente, señala el TC que “no existe un concepto constitucional de perjudicado ni de beneficiario de la indemnización en la materia regulada por los preceptos cuestionados, es decir, ninguna exigencia constitucional impone que toda persona que sufra un daño moral por la muerte de alguien en accidente de circulación haya de ser indemnizada” (STC 190/2005, FJ 5). 32 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... dimensión sustantiva por configuración legal, “no existan obstáculos artificiales para su defensa en juicio” (FJ 5) 108 . Por su lado, la STC 273/2005, de 27 de octubre estimó una cuestión de inconstitucionalidad planteada contra el art. 133 del CC, que concede legitimación activa para promover la demanda de reclamación de filiación no matrimonial, cuando falta la posesión de estado, al hijo y en ciertas condiciones también a los herederos de éste, pero no al presunto padre. Descartada la vulneración del derecho de igualdad ante la ley del art. 14 CE (FJ 4), se estima sin embargo por el Tribunal que la medida no guarda la debida proporcionalidad con el derecho de investigación de la paternidad del art. 39.2 CE, a la par de mostrarse incompatible con el derecho de acceso a la jurisdicción (FJ 7) 109 . B) Llamamiento como demandado o ejecutado 1. Habrá conculcación del derecho constitucional de acceso del sujeto pasivo de la relación procesal en el orden civil, cuando el órgano judicial no provea a su emplazamiento, ya por ignorar su existencia, ya por rechazar la solicitud de la propia persona para comparecer y defenderse. El Tribunal, en ese sentido, ha apreciado vulnerada esta faceta del art. 24.1 CE en una diversidad de situaciones como son: a) litisconsorcio pasivo necesario 110 , donde la ley arbitra un control a limine por la falta de su debida constitución (arts. 12 y 420 LEC); b) la demanda dirigida contra una pluralidad de sujetos, a quienes se les impide defenderse por separado (el caso: demanda contra los miembros de una comunidad de 108 En aplicación de esta doctrina, sobre el mismo baremo indemnizatorio, las SSTC 191/2005, de 18 de julio, FJ 4; 230/2005, de 26 de septiembre, FJ 4; 231/2005, de 26 de septiembre, FJ 10; 257/2005, de 24 de octubre, FJ 5; 274/2005, de 7 de noviembre, FFJJ 4 y 5; 5/2006, de 16 de enero, FJ 4 y 149/2006, de 11 de mayo, FJ 6. 109 En cuanto el Tribunal considera que el precepto “…ha ignorado por completo el eventual interés del progenitor (…) sin que la eliminación del derecho a la tutela judicial efectiva, en su vertiente de acceso a la jurisdicción (art. 24.1 CE), guarde la necesaria proporcionalidad con la finalidad perseguida de proteger el interés del hijo y de salvaguardar la seguridad jurídica en el estado civil de las personas…” (FJ 7). No resulta suficiente para salvar el precepto la existencia de jurisprudencia del Tribunal Supremo que efectúa una lectura constitucional del dispositivo en conjunción con el art. 134 CC, salvo forzando la letra de la norma y llevando el principio de interpretación conforme más allá de sus límites (FJ 8). La declaración de inconstitucionalidad (por omisión) no fue seguida sin embargo por la nulidad del precepto ante el vacío que provocaría su desaparición del ordenamiento, puesto que lo que sí regula no presenta tacha constitucional (FJ 9). Con remisión a dicha Sentencia, la posterior STC 52/2006, de 16 de febrero, FFJJ 2 y 3. 110 Ver STC 135/1986, de 31 de octubre, FJ 7 , a propósito del ejercicio de acción de desahucio de vivienda por falta de pago, en el que aparece demandado únicamente el marido y no la esposa, pese a que por sentencia firme de separación se le había atribuido a ella y a los hijos menores de la pareja el uso y disfrute del inmueble. 33 RGDC 16 (2013) 1-63 propiedad horizontal) Iustel 111 , y c) cuando se solicitan pronunciamientos en sentencia que afectarían directamente a una persona y se impide la entrada de ésta al proceso, so pretexto de que sus derechos no constituyen el objeto “principal” del debate 112 . 2. En el ámbito de la ejecución civil, los problemas pueden venir dados en la práctica por el intento del ejecutante de dirigir el proceso de ejecución forzosa contra quien no ha sido parte ni ha resultado condenado en la sentencia. Ese supuesto, sin embargo, envuelve más bien una situación de indefensión producida por la falta de contradicción y audiencia en el proceso declarativo previo, pero no una falta de acceso al proceso de ejecución 113 . De otro lado, algunas resoluciones del Tribunal han tratado la indebida notificación por edictos del ejecutado como una conculcación del derecho de acceso, cuando comportan más bien un problema típico de indefensión 114 . 3. Por último, tratándose de impugnaciones en procedimientos incidentales, la no provisión del escrito presentado, aun sea por error imputable al órgano judicial, se 111 STC 115/1999, de 14 de junio, FFJJ 3 y 4 , sobre el derecho de cada copropietario a personarse y ejercitar su propia defensa en juicio como demandado, respecto de reclamaciones económicas deducidas en términos que resultan sin duda repercutibles, en su cuota de participación comunitaria. Como bien señala GONZÁLEZ CARRASCO, C., “La tutela judicial efectiva del propietario en las reclamaciones judiciales de terceros frente a la comunidad”, Derecho Privado y Constitución, núm. 14, enero-diciembre 2000, pp. 181-182, esta doctrina sobre la legitimación del propietario individual no queda interferida por el conferimiento de personalidad jurídica en juicio a las comunidades de propietarios a través de su Presidente, por el art. 6.5 LEC 1/2000, en relación con el art. 13 LPH. Ahora bien, el título de legitimación del copropietario en estos casos es el de un legitimado directo por tratarse de (co) titular del derecho, ex art. 10 apartado primero LEC, no el de un tercero con interés legítimo con derecho a intervenir con base en el art. 13 LEC, como la autora propone (ibid, p. 182). 112 Ver STC 174/2002, de 9 de octubre, FJ 7 , reconociendo el interés legítimo del padre en actuar dentro del juicio de incapacitación del hijo mayor de edad, cuya sentencia ha de fijar entre otras medidas -y fijó-, la rehabilitación de la patria potestad a favor en este caso sólo de la madre. 113 Al respecto, STC 53/2010, de 4 de octubre , que reconoce vulnerado el derecho de los recurrentes a no padecer indefensión (art. 24.1 CE) -no al acceso-, por intentar despacharse en su contra ejecución por las cantidades a las que habían sido condenados no ellos sino la sociedad anónima a la que ambos pertenecían en calidad administradores de la misma. Textualmente, considera el Tribunal que ese despacho de ejecución contra los recurrentes provoca “…una quiebra en la relación de congruencia entre el objeto del proceso del que trae causa la ejecución y la ejecución misma que encierra una indebida expansión de la cosa juzgada material” (FJ 5), lo que determina la situación material de indefensión respecto de ellos (FJ 6). 114 Sucede por ejemplo en las SSTC 168/2008, de 15 de diciembre (FJ 3) -con reproducción de la doctrina sobre emplazamientos condensada en la STC 78/2008, de 7 de julio, FFJJ 2 y 3; y 28/2010, de 27 de abril (fallo, 1º). 34 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... traduce en la ausencia de dicha parte dentro del incidente, lo que afecta a su derecho de acceso 115 además de producirle indefensión. C) Legitimación indirecta Diversos pronunciamientos del Tribunal han reconocido el derecho de acción de ciertos terceros para impetrar la defensa en procesos civiles, de derechos subjetivos o intereses legítimos que se hallan en peligro en virtud de la inactividad de su titular. Dejando aparte uno de sus campos paradigmáticos como es el de la defensa en juicio de los consumidores y usuarios por las entidades especializadas, el cual hasta ahora no ha dado lugar a pronunciamientos del Tribunal en el orden civil dirimiendo la falta de legitimación activa 116 , sí en el contencioso-administrativo 117 , la doctrina constitucional recoge sin embargo otros ámbitos de legitimación indirecta. Así, la STC 214/1991, de 11 de noviembre , admitió la legitimación de una sola persona para demandar la protección del derecho al honor de todo el grupo étnico y social al que pertenecía, reconociéndole así un “interés legítimo” como víctima y a la vez familiar de otras víctimas de los hechos objeto de las declaraciones injuriosas que se llevaban a juicio (FJ 4) 118 . En este caso se da la particularidad de que el Tribunal no deduce el título de legitimación indirecta con base en norma legal o reglamentaria habilitante alguna, que de hecho no existía ni existe, sino por referencia directa del art. 24.1 CE. No ocurre así en los demás ámbitos en los que reconocido esta modalidad de legitimación, en los que sí verifica la existencia de norma expresa que la confiera, lo que por otro lado viene a exigir dada su especial naturaleza (sustitución del titular material del derecho), necesitada de aplicación restrictiva, el art. 10 apartado segundo LEC 1/2000. Por su lado, la STC 196/2009, de 28 de septiembre, FJ 3 y, con seguimiento de su doctrina, la posterior 123/2010, de 29 de noviembre, FJ 3 , han afirmado la legitimación de las entidades de gestión de los derechos de propiedad intelectual para ser parte necesaria en los litigios que conciernen a la exigibilidad del llamado canon por reproducción de copia privada (arts. 25.7 y 150 Ley de Propiedad Intelectual), pues de 115 STC 249/2004, de 20 de diciembre, FFJJ 2 y 3 . 116 Sí lo ha hecho en cuanto al otorgamiento del derecho al beneficio de justicia gratuita: STC 217/2007, de 8 de octubre , a la que se hace referencia infra, 3.5.C). 117 Ver STC 131/2009, de 1 de junio, FJ 4 y las Sentencias anteriores que en ella se citan. 118 Partiendo de la falta de personalidad jurídica de “tales grupos étnicos, sociales e incluso religiosos”, razona el TC que el exigir el ejercicio de la acción por todos y cada uno de sus miembros -como se desprende del criterio sostenido por los tribunales del caso-, “no solamente permanecerían indemnes las lesiones a este derecho fundamental que sufrirían por igual todos y cada uno de sus integrantes, sino que también el Estado español de Derecho permitiría el surgimiento de campañas discriminatorias, racistas o de carácter xenófobo...” (FJ 3). 35 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel otro modo quedarían sin protección los derechos de los autores, a la sazón titulares materiales a quienes la propia ley no les permite el ejercicio de acciones. El derecho de acceso se predica en tal caso de todas las entidades de gestión autorizadas por la Administración para actuar en defensa de sus asociados, en relación con el concreto derecho en litigio. De modo que el juez de turno, según advierte la STC 123/2010, FJ 4 , debe proveer al llamamiento de todas esas entidades registradas, cuando las mismas deban ocupar la posición de parte demandada en juicio porque se trate de demandas interpuestas en su contra como tales legitimadas indirectas, esto es, pretensiones cuya estimación afectaría la situación de los titulares materiales, no ya de la entidad como persona jurídica. Tal cosa ocurre precisamente en los casos enjuiciados por estas dos Sentencias del Tribunal. D) Intervención de terceros 1. La condición de «tercero» respecto de un determinado proceso por carecerse de la titularidad del derecho o interés discutido, resulta compatible con la posibilidad que brinda el ordenamiento para pedir la personación y actuar dentro de él, dada la repercusión que puede tener lo resuelto sobre la propia posición material del tercero. La ley otorga a éste incluso la condición de actor -y ya no de tercero- en el proceso de tercería precisamente para el reconocimiento de su derecho conectado a la contienda principal. Dadas las consecuencias de esta injerencia, la LEC exige que se aporte con la demanda de tercería un “principio de prueba por escrito” en fundamento de su derecho (art. 596.2 LEC, antes art. 1537 LEC 1881), so pena de inadmisión de la demanda, lo que comporta un control a limine que el propio Tribunal ha aclarado que no produce merma del derecho constitucional de acceso 119 . 2. Dejando esto al margen, cuando se trata propiamente de la intervención como tercero dentro de un proceso declarativo en el que no se detenta la posición de parte necesaria, pero se tiene un derecho o interés legítimo propio, susceptible de protección, la doctrina constitucional ha garantizado el derecho del interesado a personarse y ejercitar su defensa, en aras a la efectividad del derecho fundamental de acceso. Sucede así en los procesos sobre la situación de menores de edad y la legitimación de sus 119 Por ejemplo, STC 106/2002, de 6 de mayo, FJ 5 , en cuanto a una tercería de dominio instada por la ex cónyuge sobre la vivienda arrendada cuyo uso antes pertenecía a la pareja y que ahora reclama como exclusivo, sin aportar la sentencia de divorcio acreditativa de la disolución de la comunidad de gananciales. La demanda resultó inadmitida por el Juzgado, respuesta que el TC entiende razonada tanto con base en las normas sobre requisitos de la tercería, como de la jurisprudencia civil sobre calificación de bienes gananciales; denegando así el amparo. 36 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... acogedores preadoptivos de adopción de sus hijos 120 y en la legitimación de la madre biológica en los expedientes 121 . 3. Con cierta frecuencia, también, los terceros adquieren un papel revelante en la ejecución civil. No son parte necesaria del proceso, pero tienen asignado por el ordenamiento el derecho a intervenir y defender su propia posición en las resultas de la ejecución porque detentan un interés legítimo digno de protección, de modo que el órgano judicial no puede excluirlos sino que debe asegurar su llamamiento a la causa (arts. 270 LOPJ y 150.2 LEC 122 -antes, art. 260.2 LEC 1881-, así como otras normas específicas), y en todo caso ha de permitir ésta en cuanto se le solicite por el interesado. Del mismo modo se ha reconocido en la tramitación de las piezas del concurso, donde el legislador efectúa restricciones limitando el carácter de parte originaria a sujetos cualificados, pero mantiene la posibilidad de intervención de los terceros con interés legítimo en fases procesales concretas 123 . De rechazarse indebidamente dicha personación, habría quiebra del derecho de acceso y procederá la nulidad de actuaciones, como ha declarado reiteradamente el Tribunal respecto de aquellos terceros que invocan un derecho de propiedad, tanto anterior 124 como posterior 125 sobre algún bien afecto a una ejecución forzosa, en la que 120 Ver STC 124/2002, de 20 de mayo, FJ 6 , en los procedimientos de oposición de los padres biológicos a la declaración de desamparo del menor, y sobre formalización judicial del acogimiento preadoptivo. Reconoce el Tribunal el doble interés subyacente, pues concurre no sólo el del acogedor sino el “prevalente interés superior del menor, que se configura como principio rector de la actuación de todos los poderes públicos en este ámbito (art. 11.2 Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero)…” (FJ 6). 121 STC 58/2008, de 28 de abril, FJ 4 , ignorando el órgano judicial la declaración que incluso había prestado ya la madre en una fase previa del procedimiento, manifestándose contraria a la adopción de su hijo, con desprecio por tanto al marco de actuación a la que tenía derecho ex arts. 177 CC y 781 LEC. 122 El art. 150.2 LEC (últimamente con retoques por la Ley 13/2009, de 3 de noviembre) ordena notificar “la pendencia del proceso a las personas que, según los mismos autos, puedan verse afectadas por la resolución que ponga fin al procedimiento” o si el Tribunal advierte “indicios de que las partes están utilizando el proceso con fines fraudulentos”. El art. 270 LOPJ (reajustado por LO 19/2003, de 23 de diciembre), habla por su lado de notificar sólo “las resoluciones” de los procesos, “a quienes se refieran o puedan parar perjuicios”, de conformidad con la ley. 123 Un caso de este tipo es el resuelto en la STC 15/2012, de 13 de febrero, FJ 3 , con el otorgamiento del amparo, en cuanto a la legitimación activa de los trabajadores de una empresa sujeta a concurso, para poder intervenir en la pieza sexta de calificación como terceros con interés legítimo. 124 Ver STC 166/2003, de 29 de septiembre, FJ 7 , que reconoce el derecho de la propietaria y usufructuaria, respectivamente, de las dos mitades indivisas de un inmueble, para comparecer en un incidente de ejecución de medidas de separación matrimonial de su hijo, en el que se acuerda la división material de la finca sin ser oída. 125 Ver STC 222/1999, de 29 de noviembre, FJ 2 ; 229/2000, de 2 de octubre, FJ 4; 43/2010, de 26 de julio, FFJJ 2 y 3 . 37 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel aquellos no figuran como ejecutados. Otro tanto puede predicarse de los titulares de derechos inscritos en el ámbito de la ejecución hipotecaria (arts. 659.3 y 689.2 LEC) 126 . No cabe descartar en todo caso una denegación motivada y razonable de la legitimación invocada en el proceso concreto, respuesta judicial que en esa medida devendrá respetuosa del derecho fundamental en examen 127 . E) Capacidad y postulación de las partes 1. En ocasiones, la exclusión de una persona de un procedimiento judicial puede deberse no ya a su falta de legitimación, sino a la ausencia de alguno de los requisitos que determinan su capacidad para ser parte (art. 6 LEC); su capacidad procesal y los modos de integración de ésta (arts. 7-8 LEC); o el nombramiento de los profesionales que han de llevar su representación y defensa en juicio (postulación). Un caso de falta de personalidad jurídica (capacidad para ser parte) se registra en la STC 164/1990, de 29 de octubre, FJ 3 , a propósito de la exigencia de autorización expresa del órgano administrativo para interponer demanda civil por sus representantes, cuya exigencia el Tribunal reputa procedente desde esta óptica 128 . También lo es el tratado en la STC 251/2007, de 17 de diciembre , sobre denegación de la solicitud formulada por un grupo parlamentario para personarse en el proceso de ejecución de una Sentencia dictada por la Sala del art. 61 LOPJ del Tribunal Supremo, la cual declaró la ilegalidad de tres partidos políticos 129 . El Tribunal reconoce que la entidad recurrente en amparo poseía un “indiscutible” interés legítimo en actuar dentro de ese proceso ejecutivo, por cuanto la ilegalización de dichos partidos traía consigo su disolución, lo que concernía a sus derechos de representación y participación política ex art. 23 CE (FJ 5). Sin embargo, sigue analizando el Tribunal, dicho grupo parlamentario carecía ya de personalidad jurídica al tiempo de solicitar su personación (16 de julio de 2003), por no haber impugnado ni instado la nulidad de un Auto de 20 de mayo de 2003 de la misma Sala que, de modo directo, decretaba su disolución al considerar que se trataba del anterior ya ilegalizado pero con un simple cambio de nombre. De modo que 126 STC 6/2008, de 21 de enero, FJ 4 . 127 STC 6/1999, de 8 de febrero, FFJJ 5 y 6 , sin perjuicio, se señala, de que la recurrente dispone de la vía del declarativo ordinario para hacer valer los derechos que invoca. 128 “…limitación cuya razón de ser evidente se encuentra en la necesidad de proveer a la Administración de los instrumentos necesarios para asegurar que las fundaciones no se desvían de los fines de interés público que según el Código Civil (art. 35,1º) les son propios”. 129 La Ley Orgánica de Partidos Políticos 6/2002 de 27 de junio, articula el proceso para la declaración de ilegalidad de una organización política por el cauce de un juicio civil con especialidades y, con ello, sus demás incidencias incluida la ejecución. 38 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... tal Auto era firme y ese fue uno de los argumentos empleados por la Sala especial para negarle su entrada al proceso de ejecución. Desde esa perspectiva, el Tribunal Constitucional considera respetuosa con el derecho fundamental de acceso la respuesta de excluir su actuación en dicho procedimiento, necesaria de hecho para no contradecir la cosa juzgada material emanada de aquel Auto firme (FJ 7), sobre cuya irreversibilidad por cierto ya había tratado el propio Tribunal en su ATC 520/2005, de 20 de diciembre. 2. Se aprecia por el Tribunal la falta de legitimación activa, si bien el problema parece concernir más bien a la integración de la capacidad procesal, en la STC 311/2000, de 18 de diciembre , donde se discutía la «legitimación» de una madre designada como tutora de su hija mayor incapacitada, para poder instar en su nombre la separación de ésta de su marido y la adopción de medidas de protección sobre su patrimonio. El amparo se otorga 130 , teniendo ante todo en cuenta el interés de la hija representada y con el fin de preservar también el derecho a la igualdad entre cónyuges (FJ 5). 3. Finalmente, el control del derecho de acceso se ha proyectado a la apreciación de defectos de postulación procesal que causan la exclusión de la parte: en concreto, por la supuesta insuficiencia del poder del procurador, sin conceder el órgano judicial posibilidad alguna de subsanación del defecto quien ya no la tiene 131 ; por atribuir la representación judicial a 132 ; o por no proveer a la solicitud incluida en el primer escrito de defensa de la parte en el proceso, para que se permitiera otorgar apud acta a favor del Procurador actuante cuyo nombre y firma aparece en el correspondiente escrito 133 . 130 “…cierre, desproporcionado por su rigorismo, del acceso del interés legítimo de ésta a la tutela judicial, si se advierte que, privado el incapacitado con carácter general del posible ejercicio de acciones (…), el ejercicio de la separación sólo puede verificarse por medio de su tutor (…), resulta claro que se ha producido en él la violación del derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE)…” (FJ 4). 131 En el caso de la STC 101/1997, de 20 de mayo, FJ 6 . 132 Como el procurador de quien fue demandado en juicio previo, dándose traslado a aquél de la ulterior demanda ejecutiva como si se tratase de un incidente dentro del proceso anterior, cuando la LEC configura la ejecución como autónoma y por tanto se imponía notificar la demanda al propio ejecutado (una vez comparecido éste, además, se rechazó su oposición a la ejecución por extemporánea): STC 110/2008, de 22 de septiembre, FJ 3. 133 Se trata del caso enjuiciado en la STC 287/2005, de 7 de noviembre, FJ 3 , a propósito de la solicitud que con ese tenor se contenía en el primer “otrosí digo” del escrito de oposición a la demanda de juicio monitorio, acordándose sin embargo precluído el trámite de oposición por no haber adjuntado la parte el poder notarial acreditativo de dicha representación, conforme al art. 24.2 LEC [precepto según el cual: “La escritura de poder se acompañará al primer escrito que el procurador presente o, en su caso, al realizar la primera actuación; y el otorgamiento «apud acta» deberá ser efectuado al mismo tiempo que la presentación del primer escrito o, en su caso, antes de la primera actuación”]. Para el Tribunal, las resoluciones impugnadas vulneran el art. 24 CE en su vertiente de acceso al proceso, al realizar una interpretación del precepto “…que puede tildarse como la más restrictiva, dentro de las posibles, en relación con el derecho a la tutela judicial 39 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel 3.3. Presupuestos objetivos: existencia de una pretensión tutelable y adecuación del procedimiento respectivo 1. La efectividad del derecho de acceso a la jurisdicción presupone también el cumplimiento de ciertos presupuestos objetivos del proceso -civil, en este caso-. De entrada, cabe considerar el problema de la posible deducción de demandas carentes prima facie de atendibilidad jurídica. La hipótesis de un rechazo liminar debe cobrar cuerpo sin embargo sólo excepcionalmente, so pena de violentarse el contenido esencial del derecho de acceso (obtención de una decisión de fondo). Y ese caso no es otro que cuando la pretensión no pueda reconocerse propiamente como tal, porque los términos del escrito correspondiente no permiten colegir lo que se pide o porque no existe una fundamentación jurídica reconocible que sostenga la solicitud. Constatación de tales defectos graves que en sí misma no entraña un estudio de fondo del caso sino, precisamente, de la imposibilidad de entrar en él 134 . El principio de proporcionalidad debe de conducir a permitir la admisión de la demanda que presente algún defecto en su construcción, sin perjuicio de que este último sea subsanado por medio de alguno de los modos permitidos dentro del procedimiento 135 . efectiva, máxime en un procedimiento, como es el monitorio, en el que el demandado sólo dispone de esa oportunidad para oponerse al pago de la deuda reclamada…”; que provoca una consecuencia jurídica “desproporcionada” como es la ficción “…de que el demandado está conforme con la petición inicial de condena al pago de una determinada cantidad (…) sin posibilidad legal de interponer recurso alguno contra dicha admisión tácita y sin que sea posible acudir a un proceso ordinario en el que discutir sobre la deuda reclamada…”. El mismo FJ 3 reputa contrarias al mismo derecho fundamental las resoluciones que denegaron la petición de subsanación del defecto apreciado por el Juzgado, en contra de la doctrina constitucional reiterada favorable a la subsanabilidad del defecto formal de la falta de acreditación del poder del Procurador. Si bien, estrictamente, no cabe hablar en este caso de “defecto”, porque la parte diligentemente solicita en su escrito que el órgano judicial provea a su solicitud de apud acta, resultando acorde con la realidad forense el no pretender el propio interesado que ello se lleve a cuando le parezca ni en la propia fecha de consignación del escrito, sino cuando el órgano judicial así lo señale en función de su carga de trabajo. 134 Motivo de control en la audiencia previa del juicio ordinario (y en el abreviado, por remisión a éste), ex art. 424.2 LEC: “En caso de no formularse aclaraciones y precisiones, el tribunal sólo decretará el sobreseimiento del pleito si no fuese en absoluto posible determinar en qué consisten las pretensiones del actor, o, en su caso, del demandado en la reconvención, o frente a qué sujetos jurídicos se formulan las pretensiones”. 135 STC 155/2011, de 17 de octubre , que conoce de la inadmisión de una demanda o papeleta de concliación preprocesal civil en la que se vertían tres peticiones de tutela al órgano judicial, al menos una de ellas adecuada al objeto de este procedimiento (“se avengan a indemnizar a mi mandante por los daños y lesiones descritos en el cuerpo de este escrito, cuya cuantía será determinada en el momento procesal oportuno”), con lo que la denegación de la justicia que se solicitaba aparece a todas luces desproporcionada. En palabras del Tribunal: “En efecto, el Juzgado perfectamente pudo haber optado por otras soluciones menos drásticas pero de igual efectividad para preservar el buen orden del procedimiento: bien el haber resuelto la admisión a trámite pero delimitando en su Auto el objeto de dicha conciliación (esto es, dejando fuera las solicitudes extrañas a su ámbito), bien conceder un trámite perentorio de subsanación a la actora 40 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... En algún caso inadmitido por el Tribunal, sin embargo, la frontera entre lo formalmente atendible y lo que no lo es resulta demasiado tenue, lo que pone en cuestión la propia aplicación del pro actione 136 . 2. La denegación a limine de una pretensión también puede venir determinada por aplicación de los límites legales a la acumulación de acciones en un proceso (pluralidad de objetos: arts. 71-73 LEC), si bien la consecuencia de no accederse a la solicitud de acumular no es la de impedir su tutela, sino la de derivarla a procesos separados, dejando por ello perfectamente en pie el derecho de acceso del interesado. De allí que la vulneración de este derecho fundamental sólo se producirá eventualmente por una aplicación arbitraria, no razonable o inmotivada de la norma al caso concreto, pero no por una desproporción entre los fines perseguidos por la ley y el mero efecto de la no acumulación 137 . 3. Presupuesto también de carácter objetivo del proceso es, sin duda, la necesaria adecuación del procedimiento que se abra para conocer del conflicto planteado. Adquiere el justiciable la carga de seleccionar el procedimiento idóneo conforme a las disposiciones en la materia e indicarlo así en la demanda, sin que ello en todo caso vincule al órgano judicial, el cual detenta siempre las necesarias potestades de control de oficio. para que consignara otro escrito ceñido a la solicitud de conciliación. Nada de esto se hizo, resolviéndose la inadmisión a trámite prescindiendo de la aplicación del principio pro actione, y nada hizo tampoco luego la Audiencia por reparar el derecho de acceso vulnerado. Las explicaciones que esta última aporta en el Auto de apelación acerca de la flexibilidad que ha de caracterizar a la conciliación preprocesal (“y concede a las partes amplio margen de libertad para desenvolver o constituir de nuevo dicha relación”) precisamente se contradicen con el rigor mostrado luego al confirmar la inadmisión” (FJ 4). 136 Al respecto, ATC 182/2002, de 14 de octubre, FJ 3, a propósito de una demanda de error judicial inadmitida por Auto “desestimatorio” de la Sala Primera del Tribunal por fijar aquélla una cuantía a efectos del proceso y otra superior en el mismo escrito, reclamada como importe indemnizatorio en caso de estimación. Para la Sala, esa sola dualidad económica suponía que la demanda “carece de la mínima fundamentación jurídica”, lo que el TC dio por bueno, descartando que hubiera por ello lesión del derecho de acceso. Aparte de no hacerse uso del pro actione en orden a la ponderación del efecto de cierre del proceso, el ATC parece aceptar que el sentido “desestimatorio” del Auto de inadmisión conlleva una cierta solución de fondo adelantada, bien que no aparece otro motivo para fundarlo que aquel defecto de cantidades: “…frente a lo que erróneamente sostiene la demandante de amparo, no se trata de una resolución formalmente de desestimación basada en la apreciación de una causa de inadmisión no prevista legalmente, sino, antes al contrario, de una resolución de inadmisión que representa un manifiesto ejemplo de desestimación anticipada de la pretensión a la vista de los motivos esgrimidos en el escrito rector del proceso. De tal suerte que la ahora solicitante de amparo ha tenido la oportunidad de promover la actividad del órgano judicial y ha obtenido una resolución que, no por escueta, deja de ser razonada, motivada en Derecho y que da respuesta a su pretensión resarcitoria” (FJ 3). 137 Un ejemplo de ello es el tratado en la STC 102/2009, de 27 de abril, FJ 8 , en relación con la denegación de la solicitud de ampliación de un recurso contencioso-administrativo a actos originalmente no impugnados. 41 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel En lo que aquí importa ahora considerar, saliendo al paso de una inicial interpretación que podía suscitar dudas sobre la libertad de elección del procedimiento como garantía inherente al derecho de acceso 138 , el Tribunal ha venido afirmando de manera reiterada que no existe un derecho incondicionado a que la pretensión deducida se ventile por el proceso que la persona prefiera, sino únicamente dentro de los márgenes concedidos por el legislador para su tutela 139 órdenes jurisdiccionales, por cierto . Doctrina que también viene aplicando para otros 140 . La clarificación deviene importante ante la disyuntiva entre «proceso común» (declarativo o de ejecución) vs. «proceso especial» 141 y la cuestión relativa a si la sustanciación de la pretensión por este último deviene una opción o un imperativo legal, en razón de los bienes jurídicos protegidos y, en definitiva de un nivel de «efectividad» de la tutela jurisdiccional, que es lo que se persigue alcanzar con la derivación del asunto a cauces o especialidades propias como forma de satisfacer el mandato del art. 24.1 CE. Una problemática que en doctrina científica ha llevado a propugnar, con carácter más amplio, la adopción de un sistema de tutela judicial «diferenciada» 142 . 138 A modo casi de obiter dicta y para referirse más bien a la diversidad de cauces civil y penal de tutela del derecho al honor, el FJ 5 de la STC 90/1985, de 22 de julio asienta que: “no cabe sino afirmar que el mandato contenido en el art. 24.1 de la C.E. encierra el derecho a escoger la vía judicial que se estime más conveniente para la defensa de derechos e intereses legítimos, aunque sólo sea porque no puede decirse que sean los mismos los efectos y consecuencias jurídicas que ofrecen los distintos tipos de procesos previstos en nuestro ordenamiento para la defensa de tales derechos e intereses…”. Con todo, es cierto que de inmediato la Sentencia matiza, diciendo que se trata de la vía procesalmente correcta “conforme a las normas legales vigentes…”. 139 Así, en la STC 41/1986, de 2 de abril, FJ 3 , se proclama, con vocación general y también apegada al asunto de autos, que: “…debemos entender que el derecho a la tutela judicial efectiva es derecho a escoger las vías a través de las cuales se articulan acciones diferentes cuando el ciudadano disponga de varias. No puede, sin embargo, entenderse que hay, por imperio del art. 24 de la Constitución, un derecho de naturaleza constitucional a cada uno de los procedimientos que las leyes organizan. …”. También STC 214/2000, de 18 de septiembre, FJ 5. 140 Al efecto, en el contencioso-administrativo, SSTC 160/1998, de 14 de julio, FJ 4 -con cita de la precedente 20/1993, de 18 de enero, FJ 5; mientras que en casos de inadecuación de especialidades procesales en el orden social, SSTC 185/1987, de 18 de noviembre, FJ 2; 113/1990, de 18 de junio, FJ 3; y 89 y 90/2001, ambas de 2 de abril y en FJ 4. 141 Sin descartar a veces, dentro de la regulación de los procesos especiales, confusiones originadas por el tenor de las reglas legales de fijación de los distintos cauces para asuntos similares, lo que ha necesitado de la intervención protectora del Tribunal. Así se registra en las SSTC 1/1987, de 14 de enero y 160/1998, de 14 de julio, sobre la proliferación de procedimientos para conocer de las controversias arrendaticias antes de la LEC 1/2000. 142 La noción, acuñada en el proceso laboral italiano en los años 70 y trasladada al proceso civil de la mano de PROTO PISANI, es invocada para una amalgama de medidas que no se limitan a la especialidad de procedimientos, sino que propugna cuestiones como el reforzamiento de la tutela judicial de los derechos de contenido no económico, intensificación de las acciones inhibitorias y facilidades de acceso a ciertos colectivos considerados «débiles», etc: SILVESTRI, Gaetano, “La tutela dei diritti fondamentali nel processo civile”, Politica del Diritto, Vol. XXIV, núm. 3, settembre, 1993, p. 487-489; CHIARLONI, Sergio: “La domanda di giustizia: deflazione e/o risposte 42 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... Desde esa óptica y dejando a salvo errores de fundamentación judicial (al calificar la naturaleza de la relación jurídica material o cuantificar el pleito; o al seleccionar o aplicar las reglas procesales respectivas), el archivo de las actuaciones por inadecuación del procedimiento no comporta como tal una denegación de justicia, por mucho que la parte perjudicada prevea dificultades futuras, puesto que la decisión trae consigo una selección -positiva y negativa- de cauces judiciales que quizá no sea compartida por el nuevo órgano judicial que daba conocer del asunto (teniendo en cuenta que el archivo acarrea la carga de presentar de nuevo la demanda y turnarla entre los juzgados de la circunscripción). Sin embargo, deberá aguardarse a que se provea lo procedente por aquel que asuma su conocimiento y, con palabras del propio Tribunal: “Sólo en el caso de que una nueva decisión judicial (…) cerrara al recurrente la vía (…), podría existir una denegación de tutela judicial efectiva, pero tal lesión sería imputable no a la presente Sentencia, sino a esa hipotética futura decisión judicial, sin que sea posible la concesión de un amparo con una finalidad meramente preventiva” 143 . 3.4. Óbices impeditivos de una decisión de fondo A) Requisitos de procedibilidad de la acción Bajo expresa exigencia legal 144 , la admisión de la demanda civil puede condicionarse al cumplimiento previo de ciertos trámites procesales o extraprocesales 145 o bien a la presentación junto con la demanda de documentos vinculados al fondo, con el fin de a sustentar la “seriedad” de la acción ejercitada. Tales requisitos de necesario cumplimiento obligan a un control inicial del juez, con el posible resultado de inadmitir la demanda. La casuística al respecto es amplia y aconseja cierta sistematización de los supuestos: 1. Así, en primer lugar, sostiene el Tribunal que no resulta contraria al derecho fundamental en examen, la carga de interponer una reclamación administrativa previa al ejercicio de acciones civiles contra entidades públicas, en cuanto su cumplimiento no diferenziate?”, en Rivista Trimestrale di Diritto e Procedura Civile, núm. 3, Milano, 1988, p. 773; BALENA, G., Elementi…, cit., p. 9-11 143 STC 1/1987, de 14 de enero, FJ 3 . En términos similares, STC 160/1998, de 14 de julio, FJ 6, ambas desestimatorias del amparo invocado con base, entre otros, en el derecho de acceso. 144 Por referirnos a la LEC actual, arts. 266, 403, 439, 596.2, 614.2 y 767.1. 145 La doctrina italiana emplea la expresión gráfica de “jurisdicción condicionada”, requisitos que se sujetan al necesario prisma de proporcionalidad: TROCKER, Nicolo: Processo civile e Costituzione. Problemi di Diritto tedesco e italiano, Milano, 1974, pp. 226 y ss.; BALENA, G., Elementi…, cit., p. 7; CONSOLO, C., Le tutele…, cit., p. 43. 43 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel comporta un obstáculo “imposible o extremadamente dificultoso” 146 . A cambio exige que haya de permitirse su subsanabilidad en juicio siempre, lo que se satisface tan sólo con presentar la reclamación, sin paralizar la litis 147 . También ha declarado el Tribunal que no existe lesión del derecho de acceso, si la norma legal prevé que se espere a la decisión del ente administrativo para poder interponer la acción judicial 148 . 2. En materia de ejercicio del derecho de retracto, no repugna al derecho fundamental de acceso la obligación legal de consignar el precio del bien para la admisión de la demanda 149 , pero sí se considera “en exceso riguroso y desproporcionado” exigir el pago en metálico y no por cheque conformado u ofrecimiento de aval bancario 150 e inadmitir la demanda por falta de consignación defectuosa cuando el interesado precisamente ha seguido las indicaciones del Juzgado 151 . La STC 127/2008, de 27 de octubre , dando un paso más, proclama la subsanabilidad incluso de la falta de consignación del importe por el que se ejercita el retracto (en el caso, la demanda hacía ofrecimiento de consignar en cuanto se conociera el precio del bien y la Audiencia en apelación aprecio de oficio el óbice) 152 . 146 Ver SSTC 17/1994, de 20 de enero, FJ 6 ; 108/2000, de 5 de mayo, FJ 4 . 147 STC 108/2000, FJ 6. 148 En el caso del procedimiento liquidatorio de una aseguradora ante la Comisión especial (CLEA), la STC 4/1988, de 21 de enero, FJ 7, hace hincapié en las ventajas de la vía previa, prevista para facilitar el reconocimiento y pago de los créditos a los acreedores, sin impedir la vía judicial a éstos cuando tal procedimiento liquidatorio “fracase”. 149 La STC 127/2008, de 27 de octubre, FJ 4 , con cita de otras anteriores, justifica tal cosa por 150 En relación con la exigencia contenida en el ya derogado art. 1618.2 LEC 1881: SSTC 12/1992, de 27 de enero, FJ 6; 145/1998, de 30 de junio, FJ 6; 189/2000, de 10 de julio, FJ 4. Ya con invocación del actual art. 266.3 LEC 1/2000: STC 144/2004, de 13 de septiembre, FJ 3. 151 STC 327/2005, de 12 de diciembre, FJ 4 , dejando constancia de el recurrente fue informado por el Juzgado Decano que el depósito debía efectuarlo ante el Juzgado en el que recayere el conocimiento de la demanda. 152 FJ 4: “…Siendo inobjetable que los órganos judiciales supeditaran la tramitación del proceso al cumplimiento de la carga de consignar, no lo es, por el contrario, que se denegara el examen de la pretensión de fondo sin posibilitar la subsanación del defecto. Y ello porque está en juego la obtención de una primera decisión judicial y en esta fase se proyecta con mayor intensidad el principio pro actione cuyo objeto es evitar que determinadas aplicaciones o interpretaciones de los presupuestos procesales eliminen u obstaculicen injustificadamente el derecho a que un órgano judicial conozca y resuelva en Derecho sobre la pretensión a él sometida. Los requisitos formales no son valores autónomos con sustantividad propia, sino que sólo sirven en la medida en que son instrumentos para conseguir una finalidad legítima, por lo que su incumplimiento no presenta siempre igual valor obstativo, con la consecuencia de que si aquella finalidad puede ser lograda sin detrimento de otros bienes y derechos dignos de tutela, debe procederse a la subsanación del defecto (SSTC 180/1987, de 12 de noviembre, FJ 2; 213/1990, de 20 de diciembre, FJ 2; 63/1999, de 26 de abril, FJ 2; y 153/2002, de 15 de julio, FJ 3)”. 44 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... 3. Respecto de aquellas demandas donde se solicita el examen de lo actuado en un proceso previo, aparece como requisito evidente la constancia de que este último ha finalizado ya por resolución definitiva y firme (acciones de rescisión de la cosa juzgada y demandas de error judicial ante el Tribunal Supremo), motivo válido de inadmisión si no se ha alcanzado tal firmeza 153 . Pero cuando se ha hecho lo que exige la ley e, incluso a veces, lo que ha pedido el propio órgano judicial y, a pesar de ello, se inadmite la demanda, entonces será clara la denegación de la justicia de fondo debida 154 . 4. Por último, decir que el art. 767.1 LEC impone la carga de aportar un “principio de prueba de los hechos” con la demanda por la que se ejercitan acciones de filiación. La conformidad de su exigencia con el derecho constitucional de acceso, ha sido reconocido por la STC 138/2005, de 26 de mayo, FJ 4 , si bien de manera implícita 155 . B) Caducidad y prescripción extintiva 1. La imposición legal de un plazo de caducidad para el ejercicio judicial de una determinada pretensión, así como el vencimiento del plazo de prescripción extintiva de un derecho subjetivo, determinan un impedimento para la obtención de la debida tutela de fondo que reclama un control constitucional desde la perspectiva que aquí nos interesa, del derecho de acceso. 153 ATC 240/2001, de 26 de julio, FJ 3, confirma la desestimación de demanda de error judicial interpuesta hallándose lite pendente la resolución de un recurso de apelación contra sentencia de la que justamente se aduce fue causante del error. 154 En el caso de la STC 11/2009, de 12 de enero, FJ 3 , se inadmite dos veces una demanda de rescisión de sentencia firme de condenado en rebeldía, primero por no constar su firmeza y, cuando ésta luego se acredita, por no haberse recurrido primero en casación, recurso que además no cabía. Se acuerda con ello la inadmisión, asienta el TC, “...en virtud de una interpretación contradictoria y contraria al principio pro actione de los requisitos para acceder al juicio de rescisión, cercenando con ello injustificadamente el derecho fundamental del recurrente a que un órgano judicial conozca y resuelva en Derecho sobre la pretensión a él sometida” (FJ 3). 155 “… Esta exclusión [de la acción del marido para poder instar la impugnación de paternidad matrimonial, fuera del plazo de caducidad que preveía el art. 136 CC y que esta STC declaró inconstitucional por contrario al derecho de acceso -ver infra-] resulta tanto menos justificada cuanto el conocimiento de ambos datos -el nacimiento del hijo inscrito y que no se es progenitor biológico- son presupuestos ineludibles no ya para el éxito de la acción impugnatoria de la paternidad matrimonial, sino para la mera sustanciación de la pretensión impugnatoria ya que en materia de acciones de filiación nuestro ordenamiento prevé que "en ningún caso se admitirá la demanda si con ella no se presenta un principio de prueba de los hechos en que se funde" (art. 767.1 de la Ley de enjuiciamiento civil y, anteriormente, el derogado art. 127 CC). La imposibilidad de ejercitar la acción impugnatoria de la paternidad matrimonial mientras falte un principio de prueba, que sólo puede aportarse si existe el previo conocimiento de la discrepancia del Registro Civil con la realidad biológica, aboca al principio actiones nondum natae nondum praescribuntur (art. 1969 CC)…”. 45 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel En cuanto al respeto que debe prestar el legislador en este ámbito, la recién citada STC 138/2005, de 26 de mayo 156 , resuelve cuestión de inconstitucionalidad sobre el párrafo primero del art. 136 CC en el que se sujetaba a caducidad de un año la interposición de demanda impugnatoria de la paternidad en la filiación matrimonial. El Tribunal declara ante todo y con carácter general que el instituto de la caducidad no resulta contrario al art. 24.1 CE (derecho de acceso) en cuanto se cohonesta con el principio de seguridad jurídica (art. 9.3 CE) “siempre que el legislador habilite unos plazos suficientes y adecuados (…) de manera que su tutela no resulte imposible por insuficiencia del plazo concedido al efecto”. Plazo que se considera adecuado respecto del precepto analizado (FJ 4). No ocurre sin embargo lo mismo en cuanto al dies a quo para el cómputo del plazo de un año, fijado por la norma bien por referencia a la fecha de inscripción del nacimiento o en su caso desde que el padre conozca este último hecho, supuestos ambos válidos (FJ 4) pero sin margen a admitir otros criterios. Sin permitir el cómputo, en concreto, desde la fecha en que el marido descubriere datos que le lleven a cuestionar su paternidad, lo que en muchos casos sucede con posterioridad a cualquiera de aquellos dos plazos 157 , de modo que la inconstitucionalidad aquí deriva de una omisión legislativa, dada la insuficiencia del precepto para dar adecuada protección también a estas situaciones dignas de tutela 158 . Se dicta en consecuencia fallo estimatorio de la cuestión, con declaración de inconstitucionalidad pero que no lleva aparejada la nulidad del precepto, con orden al legislador (FJ 6) para que modifique la norma y la extienda en los términos explicitados, mandato éste por cierto desatendido hasta la fecha, como no es infrecuente por desgracia que ocurra y así ha tenido que recordarlo recientemente el Tribunal en su STC 141/2012, de 2 de julio , a propósito de la regulación del internamiento psiquiátrico civil 156 En su aplicación, estimando otra cuestión de inconstitucionalidad suscitada por el mismo motivo e idéntico precepto, STC 156/2005, de 9 de junio, FJ 3 . 157 “…Es cierto que en determinados casos el solo conocimiento del nacimiento o de su fecha será dato suficiente que permita al marido advertir que el hijo no ha sido procreado por él. Pero en otros supuestos el mero conocimiento del nacimiento será por sí mismo insuficiente. Son estos casos los que exigen que se extienda la excepción a la regla general sobre la base de que el desconocimiento de la realidad biológica debe dar lugar a las mismas consecuencias que el desconocimiento del hecho del nacimiento” (FJ 4). 158 “…cercena el acceso a la jurisdicción del padre que descubre no serlo una vez transcurrido un año desde la inscripción registral de la filiación, sin que esa limitación del derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE) guarde proporcionalidad con la finalidad perseguida de dotar de seguridad jurídica a la filiación matrimonial” (FJ 4). La presunción legal del art. 116 CC se convierte así, precisa el Tribunal, en iuris et de iure, algo “…incompatible con el mandato constitucional de posibilitar la investigación de la paternidad (art. 39.2 CE) y, por extensión, con la dignidad de la persona (art. 10.1 CE), así como con el derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE) en su dimensión de acceso a la jurisdicción” (mismo FJ 4). 46 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... previsto en el art. 763 LEC 159 , que ya tachó de inconstitucional por falta de rango legal orgánico en su STC 132/2010 de 2 de diciembre . Todo ello al margen, claro está, de la vinculación directa de su doctrina a los tribunales ordinarios desde la fecha de publicación de sus Sentencias en el BOE, ex arts. 38.2 y 40.2 LOTC. 2. En cuanto al tratamiento judicial de la caducidad y la prescripción, el Tribunal ha formado doctrina en cuatro contextos específicos en relación con el proceso civil: a) Acción de responsabilidad civil por hechos que han sido conocidos en un procedimiento penal previo: desde su STC 220/1993, de 30 de junio, FJ 4 160 , el Tribunal tiene reiteradamente afirmado que si la persona no ha efectuado renuncia a la acción civil ni ésta ha quedado juzgada en sede penal, el plazo anual de los arts. 1968.2-1969 CC no podrá computarse sino desde la fecha en que la víctima tuvo conocimiento del cierre del proceso penal (por notificación del auto de sobreseimiento o sentencia absolutoria dictados en éste, estando personado; o de otro modo en que tuviere noticia), sin que pueda reprochársele falta de diligencia en la averiguación del hecho que, como tal, desconoce (FJ 5). Su intervención en un ámbito que el propio Tribunal califica como de legalidad ordinaria, ha suscitado dudas en cuanto al grado de implicación que éste debe tener desde la óptica del art. 24.1 CE 161 . De esta doctrina debe exceptuarse la STC 125/2004 , que resuelve el caso fuera del campo del derecho de acceso. b) Demandas de revisión de sentencia firme: el plazo de tres meses para promover la acción en el supuesto de maquinación fraudulenta ha de contarse, no desde la fecha en que el interesado se dirige al órgano judicial para que se le dé vista de las actuaciones que desconoce (tal como venía entendiendo la Sala Primera del Tribunal Supremo), sino desde el día en que a la persona se le notifica 159 “…Instamos entonces al legislador a que ‘a la mayor brevedad posible, proceda a regular la medida de internamiento no voluntario por razón de trastorno psíquico mediante ley orgánica’ (STC 132/2010, FJ 3), sin que a día de hoy este requerimiento haya sido todavía atendido, por lo que procede reiterarlo”. (STC 141/2012, FJ 3). 160 Ver en su aplicación, SSTC 89/1999, de 26 de mayo, FFJJ 3 y 5; 136/2002, de 3 de junio, FFJJ 3 y 6; 93/2004, de 24 de mayo, FFJJ 3 y 4; 12/2005, de 31 de enero, FFJJ 2 y 6. 161 Así por ejemplo, CAVANILLAS MÚGICA, S., “Prescripción y tutela judicial efectiva”, Derecho Privado y Constitución, núm. 3, 1994, p. 324, tras dejar clara su opinión favorable a la Sentencia 220/1993, sostiene que ésta no es lo suficientemente clara en cuanto a la dimensión constitucional de la prescripción, pues si por un lado apuesta por una visión expansiva o generosa en su protección ex art. 24.1 CE, por otra insiste en que se trata de materia de legalidad ordinaria, sin haber establecido que la resolución impugnada incurriera “irrazonable o netamente errónea”. Ninguna alusión sin embargo hace el autor a la utilización del canon del pro actione, teniendo en cuenta que se trata del derecho de acceso a la jurisdicción. 47 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel que se ha aceptado su petición y puede, en efecto, acceder a dichos autos 162 , pues sólo desde ese momento la responsabilidad es por entero suya. La negligencia del recurrente en el conocimiento del hecho, en todo caso, no goza como es de suponer de protección constitucional 163 . c) En cuanto al plazo del art. 9.5 de la LO 1/1982 para deducir demanda para la protección civil de los derechos fundamentales al honor, intimidad personal y familiar y a la propia imagen del art. 18.1 CE, la STC 77/2002, de 8 de abril, en su FJ 5 , acepta que dicho plazo se califique por la jurisdicción ordinaria como de caducidad y no de prescripción, sin que plantee objeción la consecuencia a ello inherente de no poderse suspender ni interrumpir (cómputo fatal), teniendo en cuenta en su ponderación de la proporcionalidad, la amplitud del mismo (4 años). d) Por último y más recientemente, el Tribunal ha declarado aplicable la regla del art. 135 LEC para el cómputo del plazo de caducidad en el ejercicio de acciones civiles (en el caso: acción de anulación de laudo arbitral, plazo del art. 41.4 LArb). Con ello traslada a este orden civil su doctrina sobre el derecho a la disposición del plazo en toda su extensión, correlato del acceso a la jurisdicción, que ya había proclamado reiteradamente en los recursos contenciosoadministrativos 164 ; y la cual resulta obviamente de aplicación a los demás supuestos de acciones civiles sometidas a plazo de caducidad, que aparecen dispersas por nuestro ordenamiento (retractos, impugnación de acuerdos societarios, etc.). C) Prejudicialidad devolutiva y ejercicio de la acción civil El principio de seguridad jurídica sancionado por el art. 9.3 CE, se proyecta también en el reconocimiento del carácter vinculante de las resoluciones judiciales firmes, vgr. la eficacia de la cosa juzgada material, en los términos y condiciones previstos en las leyes. 162 Ver SSTC 11/2005, de 31 de enero, FFJJ 4 y 5; 18/2009, de 26 de enero, FJ 4, ambas con cita entre otras -y por lo que aquí importa, en cuanto se refieren a la revisión civil- de la anterior STC 194/2003, de 27 de octubre. Ésta sin embargo trató el problema desde la óptica del error patente, no del derecho de acceso, estimando el amparo. 163 Al efecto, STC 13/2008, de 31 de enero, FJ 4 : “…En el presente caso, la interpretación dada por el Tribunal Supremo al momento inicial del plazo de caducidad observable no fue formalista ni resulta desproporcionada con la finalidad perseguida, pues, para aplicar la norma legal, se basa en que los documentos aportados con el recurso de revisión, reputados decisivos, estaban a disposición del público en lugares públicos mucho antes de la interposición de la demanda. Lo que, por otra parte, el demandante no negaba en su demanda de revisión, limitándose a afirmar el desconocimiento anterior de su existencia”. 164 48 Al efecto, STC 76/2012, de 16 de abril, FFJJ 3 y 5 . Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... Dejando a un lado otros aspectos que no nos corresponde abordar aquí 165 , cabe resaltar que la inadecuada atención a los llamados efecto «positivo» y «negativo» de la cosa juzgada puede perturbar la efectividad del derecho de acceso. En el primer aspecto, tratándose de prejudicialidad penal y aludiendo de nuevo a los procesos civiles sobre protección de los derechos fundamentales del art. 18.1 CE (LO 1/1982, de 5 de mayo), la doctrina constitucional ha precisado que la existencia de una causa de prejudicialidad devolutiva no puede acarrear la prohibición de ejercicio de la acción civil ni el deber judicial de decretar su archivo si tal proceso ya se había abierto. Hacerlo conculcaría tanto el derecho de acceso a la jurisdicción como, mediatamente también, los derechos fundamentales sustantivos objeto de tutela 166 . Reconoce con todo el Tribunal una excepción y es lo dispuesto en el art. 116 LECrim, extinción de la acción civil si se declara en sede penal la inexistencia del hecho, regla cuya constitucionalidad se admite en salvaguarda de la seguridad jurídica 167 . Acreditada por lo demás la finalización del proceso penal -salvo la citada hipótesis del 116 LECrim-, debe levantarse la suspensión teniendo derecho las partes a una sentencia civil de fondo 168 . D) Excepción de cosa juzgada 165 Nos referimos al efecto de prejudicialidad que, como expresión también del art. 9.3 en conexión con el 24.1 CE, viene reconociendo el TC cuando un orden jurisdiccional conoce de unos mismos hechos ya juzgados en otro (“unos mismos hechos no pueden existir y dejar de existir para los órganos del Estado”); bien que con las matizaciones que esta misma doctrina a su vez fija: ver STC 109/2008, de 22 de septiembre, FJ 3, dictada últimamente sobre proceso civil. Un ejemplo de esos límites, en STC 142/1995, de 3 de octubre, FJ 5. 166 Lo que, conforme a la STC 241/1991, de 16 de diciembre, FJ 4 , “…pugna con el principio de intervención mínima que preside el orden penal”. En el mismo sentido, SSTC 77/2002, de 8 de abril, FJ 4 y 236/2006, de 17 de julio, FJ 5. 167 Ver SSTC 77/2002, FJ 6; 236/2006, FJ 5, en un caso donde se había absuelto penalmente por prescripción de la acción penal, lo que, sin embargo y como acota el TC, “…no descarta, en absoluto, el eventual carácter de ilícito civil de la conducta enjuiciada...” (…) [la decisión de declarar extinguida la acción civil] carece de base legal alguna en la que sustentarse, resultando por ello inaceptable desde la óptica del derecho a la tutela judicial efectiva en su vertiente de acceso a la justicia (art. 24.1 CE)...”. 168 Tal como sucede en el asunto tratado en la ya citada STC 236/2006, FJ 5: “En el presente caso, como subraya el Ministerio Fiscal, en el proceso penal -que, por lo demás, no se inició a instancia de las recurrentes- no se determinó la inexistencia de las declaraciones del demandado que hubieran podido constituir un delito de injurias, sino que se declaró prescrita la acción penal. Resulta obvio que dicha declaración impide la condena penal por tales hechos pero no descarta, en absoluto, el eventual carácter de ilícito civil de la conducta enjuiciada que, desde esta perspectiva jurídica, quedó imprejuzgada, por lo que las demandantes, en el legítimo ejercicio de su derecho a obtener una resolución sobre el fondo del asunto, solicitaron que se levantara la suspensión del proceso civil que había quedado paralizado hasta tanto recayera Sentencia penal firme”. 49 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel El Tribunal ha entendido con acierto que las decisiones que aprecian incorrectamente el llamado efecto negativo de la cosa juzgada civil, esto es, el impeditivo de una segunda contienda procesal para dirimir el mismo objeto y con las mismas partes, sacrifican indebidamente el ejercicio del derecho de acceso a la jurisdicción. La STC 5/2009, de 12 de enero , sistematizando la doctrina precedente y tras pasar revista a todos los ámbitos del art. 24.1 CE que pueden quedar concernidos en esta materia de declaración de la cosa juzgada, tanto formal como material, una vez centrados en el derecho de acceso a la jurisdicción en cuanto a esta segunda (c.j. material), recuerda que nos encontramos en principio ante una actividad de legalidad ordinaria, exclusiva de los tribunales de justicia (art. 117.3 CE), lo que no impide sin embargo que en casos extremos pueda ser apreciada su afectación al derecho de acceso al proceso y, con ello, habilitar a un control de esa Jurisdicción Constitucional. Dichos supuestos son dos: a) que el asunto hubiere quedado sin resolver en el primer proceso al no haberse planteado por el interesado en ejercicio de sus facultades dispositivas, con lo que no es posible que haya duplicidad del tema litigioso y, por ende, que haya cosa juzgada y b) que de manera clara y sin necesidad de interpretaciones normativas, sea evidente que falta alguno de los elementos que integran el concepto de cosa juzgada, sea subjetivo u objetivo, con lo que falta el presupuesto necesario para poder aplicar la consecuencia jurídica del archivo del 169 proceso . La doctrina de referencia se completa con otro supuesto, abordado en las SSTC 71/2010, de 18 de octubre, FJ 5 y 10/2012, de 30 de enero, FFJJ 3 y 4 : que la cuestión litigiosa hubiere quedado imprejuzgada en el primer proceso no por voluntad del actor sino por una decisión judicial estimatoria de una inadecuación de procedimiento, remitiendo al interesado a los trámites de otro proceso distinto -por lo general, al declarativo ordinario-, donde sin embargo con posterioridad el órgano competente decreta a su vez el cierre del procedimiento, por entender erróneamente que el asuntó sí había quedado juzgado en aquel primero. El resultado de este doble cierre es una denegación técnica de justicia, pues de un lado si la persona se ha abstenido de alegar lesión del derecho a la tutela judicial efectiva en el primer proceso, dado que en efecto y salvo que la resolución resultara en sus términos absurda, arbitraria, etc., devendría 169 Con palabras de la STC 5/2009: “…tal tipo de decisión puede resultar vulneradora de aquel derecho fundamental y hacerla, por ende, susceptible del control del amparo constitucional en dos supuestos perfectamente identificables. El primero (…) que la pretensión, aun cuando podría haber sido enjuiciada en el mismo, no lo fue por no haberse deducido, y por tanto, al haber quedado formalmente imprejuzgada entonces (…). El segundo, cuando, sin necesidad de abordar específicas disquisiciones jurídicas, propias más bien de la legalidad ordinaria, la sola lectura de la pretensión interpuesta en el segundo proceso manifiesta la palmaria realidad de la divergencia de uno o más de sus elementos constitutivos (subjetivo u objetivo) con los contenidos en la pretensión resuelta por la sentencia firme que se ofrece de contraste…” (FJ 4). 50 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... tema de legalidad ordinaria el decidir tal inadecuación; sin embargo, al actuar del modo como le ha sido indicado, interponiendo la nueva demanda, se queda después sin tutela de fondo so pretexto de una supuesta cosa juzgada que no existe 170 . 3.5. Efectos económicos del proceso. Impuestos, tasas judiciales, condena en costas y otras prestaciones El último bloque al que hemos de referirnos en este trabajo concierne a las cuatro áreas principales de colisión entre el derecho de acceso a la jurisdicción y la imposición de cargas y obligaciones económicas generadas por la interposición de un proceso civil, tal como han sido identificadas por la doctrina constitucional, empezando por la limitación del derecho por incumplimiento de cargas fiscales: impuestos y tasas judiciales. Veamos: A) Impuestos La STC 141/1988, de 12 de julio , declaró la inconstitucionalidad por vulneración del derecho de acceso, del término «Tribunal» incluido en el art. 57.1 de la Ley del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, impidiendo el precepto que pudiera surtir todo tipo de efecto probatorio en juicio todo documento sujeto al pago del impuesto que no hubiere sido satisfecho 171 . La Sentencia centra el debate en nuestro derecho fundamental y afirma que no es posible restringir la utilización en juicio de ningún documento que pueda condicionar de manera directa o indirecta el ejercicio de la acción, sea en el primer caso porque se exija su aportación ab initio para admitir la demanda, sea porque su contenido indique que el mismo resulta decisivo para que la parte pueda obtener una sentencia estimatoria 172 . 170 La STC 10/2012 lo razona así: “…Desde el mero control externo de las resoluciones impugnadas que nos es propio, resulta contrario a la aplicación del principio pro actione que rige con toda intensidad en esta faceta de acceso a la jurisdicción, esto es, del derecho a la obtención de una respuesta de fondo a una pretensión lícitamente deducida, el llevar al actor a un callejón sin salida en el que primero se le niega esa respuesta en vía ejecutiva, porque puede y debe tenerla en un proceso de declaración siempre que cumpla con la carga de instarlo, y luego sin embargo cuando éste se formaliza también se le priva de una tutela de fondo, en cuanto a la estimación o en su caso declaración de no haber lugar -lo que corresponda en aplicación de la ley- a la acción anulatoria referida, bajo la premisa errónea de que este punto ya había quedado resuelto en el proceso anterior” (FJ 4). 171 Art. 57.1: “ningún documento que contenga actos o contratos sujetos a este Impuesto se admitirá y surtirá efecto en Tribunal, Oficina o Registro público sin que se justifique el pago, exención o no sujeción de aquél, salvo lo previsto en la legislación hipotecaria». 172 “…Desde la perspectiva del art. 24.1 C.E. la prohibición de que los Tribunales admitan ciertos documentos puede afectar al derecho a la acción bien directamente haciendo imposible su ejercicio cuando la admisión de la demanda se condiciona a la presentación del documento, bien indirectamente, al impedir el hecho la presentación de una demanda condenada al fracaso o impedir a la parte la defensa de sus posiciones mediante la aportación de una prueba documental 51 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel Sienta además la doctrina de que las restricciones al derecho de acceso al proceso no pueden anclarse en factores extrajurisdiccionales, tales como el cumplimiento del tributo que aquí se exige 173 , trayendo consigo lo que la Sentencia denomina “una quiebra evidente entre el mundo sustantivo y el procesal” 174 . Por lícito que sea el fin que propugna la introducción del tributo, deviene desproporcionada la consecuencia anudada a la falta de pago, añade la Sentencia (FJ 7) 175 , finalidad que ni siquiera adquiriría justificación permitiendo un trámite de subsanación del defecto (FJ 8) 176 . Además del derecho de acceso, indica el Tribunal que la norma afecta igualmente a los derechos fundamentales a la utilización de los medios de prueba pertinentes (art. 24.2 CE) 177 y a un proceso con todas las garantías (art. 24.2 CE), pues el documento que no ha satisfecho el pago del impuesto de referencia tampoco vale como prueba para juzgar el fondo controvertido, incluso cuando se ha podido ejercitar la acción (FJ 8). La ulterior STC 133/2004, de 22 de julio, FJ 4 , por su lado, sí consideró compatible con la efectividad del derecho de acceso la privación de eficacia ejecutiva de la letra de cambio extendida en efecto timbrado de cuantía inferior a la escala legal sustancial. En estos casos, aunque formalmente la norma cuestionada afecte únicamente a la disponibilidad de los medios probatorios o a los requisitos de los actos procesales, obstaculiza asimismo el derecho a la acción” (FJ 7). 173 En concreto, la restricción que dimana del dispositivo cuestionado no guarda “…relación alguna con el objeto y la finalidad del proceso -se trata de un tributo cuyo hecho imponible es ajeno a la función jurisdiccional-…”. (FJ 7) 174 “…pues, mientras que no se niega validez al documento en el mundo de las relaciones sustantivas ajenas al proceso, se impide en la práctica el ejercicio de la correspondiente acción. Ello incide en el derecho a la protección judicial efectiva de los derechos e intereses legítimos, que obliga a una configuración del derecho a accionar ante los Tribunales que garantice una correspondencia entre el mundo de las relaciones sustantivas y el mundo procesal. Como señaló la STC 3/1983, el Derecho sustantivo y el procesal son dos realidades inescindibles, apareciendo así las formas procesales estrictamente conectadas con las pretensiones materiales deducidas en el juicio (fundamento jurídico 3.°). No obstante, la presunta irregularidad fiscal rompe dicha correspondencia y suspende la garantía jurisdiccional que es complemento obligado de toda norma de Derecho sustantivo”. (FJ 7) 175 “…en el caso considerado existe, sin duda, una falta de proporcionalidad entre el objetivo que se persigue -la recaudación del impuesto- y el modo en que se opera. Aquél podría lograrse por otros medios, entre los que cabría incluir la simple obligación por parte del Juez de comunicar a la Administración tributaria la existencia del documento sin liquidar y, sin embargo, se establece una medida que por de pronto interfiere en el ejercicio del derecho fundamental, obstaculizando el derecho a la acción que forma parte del contenido esencial del mismo, y que implica una evidente reduplicación de los medios ejecutivos de la Administración -para cuyo ejercicio basta el conocimiento del hecho y las circunstancias de la omisión del pago del tributo- que desnaturaliza el ejercicio de la función jurisdiccional, haciendo tomar parte activa al órgano judicial en la gestión de la obligación tributaria pendiente y atribuyendo a dicha gestión un carácter preferente”. 176 “…tampoco encuentra justificación el que, una vez realizada ésta, se paralice el proceso hasta que dicho defecto sea subsanado, originando así una dilación en el mismo, que, al no responder a finalidad alguna, puede calificarse de indebida”. 177 Sobre las relaciones entre derecho a la prueba y derecho de acción, BESSO, Chiara, “Commento Articolo 696 c.p.c.”, en Le recenti riforme del processo civile (Sergio Chiarloni Direttore), Tomo secondo, Bologna, 2007, p. 1312. 52 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... (constitucionalidad del art. 37.1 de la misma Ley del Impuesto de Transmisiones). A juicio del Tribunal, dicho efecto sólo trae consigo una reducción de los canales de tutela teóricamente disponibles para el cobro (se refiere al proceso ejecutivo y al cambiario), pero no acarrea la pérdida de la tutela judicial, que sigue abierta a través del proceso declarativo en el que tal efecto mercantil puede presentarse como prueba. De allí sus diferencias con la solución dada en la anterior STC 141/1988 . B) Tasas judiciales 1. El art. 35, apartado 7, párrafo 2, de la Ley 53/2002, de 30 de diciembre, “de Medidas fiscales, administrativas y del orden social”, reimplantó la exigencia de pago de una tasa por el ejercicio de la potestad jurisdiccional 178 , tras la desaparición de esta figura tributaria por mandato de la Ley 25/1986, de 24 de diciembre, “de Supresión de las tasas judiciales” 179 . Pese al carácter limitado de esa reintroducción, en cuanto al sujeto gravado al pago (sociedades mercantiles con un volumen de negocios superior a los seis millones de euros al año) como al hecho imponible (interposición de demandas, reconvenciones y recursos devolutivos en los órdenes civil y contencioso-administrativo únicamente, luego extendido al escrito de solicitud de procedimiento monitorio 180 ), ello no impidió que se suscitara un debate en la comunidad jurídica acerca no sólo de la conveniencia sino de la constitucionalidad de la medida, planteado desde la óptica precisamente del derecho de acceso a la jurisdicción 181 , propiciando además la 178 El dispositivo decía así: “«El justificante del pago de la tasa con arreglo al modelo oficial, debidamente validado, acompañará a todo escrito procesal mediante el que se realice el hecho imponible de este tributo, sin el cual el secretario judicial no dará curso al mismo, salvo que la omisión fuere subsanada en un plazo de diez días». 179 Abolición de las tasas reguladas en los Decretos 1035/1959, de 18 de junio (BOE n" 148, de 22 de junio) y 1868/1959, de 5 de noviembre (BOE n° 268, de 9 de noviembre). La Exposición de Motivos de la Ley 25/1986 menciona como motivos inspiradores de esta decisión, la efectividad de los derechos fundamentales a la tutela judicial efectiva y a la igualdad material del art. 9 CE; el art. 119 CE en cuanto a la gratuidad de la justicia -en los términos que este precepto garantiza-, y porque “…la gestión tributaria, encomendada al Secretario judicial, se ha demostrado poco eficiente en cuanto tal, al tiempo que ha apartado a ese funcionario de las importantes funciones procesales y de gestión de la oficina judicial que está llamado a desempeñar…”. No tanto por las ocupaciones materiales que ello conllevaba para este último, como en cuanto a los problemas derivados del manejo constante de sumas de dinero por este concepto. 180 Reforma del art. 35 de la Ley 53/2002, por el Artículo 2 de la Ley 4/2011, de 24 de marzo, dictada con el fin de facilitar la aplicación en España de los procesos europeos monitorio y de escasa cuantía. 181 Ver MONTÓN REDONDO, A., “La reintroducción e las tasas judiciales y sus consecuencias”, Diario La Ley, núm. 6043, 18 de junio de 2004, versión digital, pp. 6-9; RUIZ GARIJO, M., “El retorno de las tasas judiciales. Un debate abierto”, Nueva Fiscalidad, núm. 7-2004, julio, pp. 2-5; y 9-10; LOREDO COLUNGA, M., “Las tasas judiciales: una controvertida alternativa de financiación 53 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel interposición en el año 2004 de una cuestión de inconstitucionalidad promovida por el entonces titular del Juzgado de Primera Instancia núm. 8 de A Coruña. La STC 20/2012 de 16 de febrero , del Pleno del Tribunal, resuelve dicha cuestión desde la indicada perspectiva del derecho de acceso (art. 24.1 CE), declarando constitucional la tasa en su aplicación al orden civil. A esta cuestión nos referiremos ahora, sin perjuicio de dejar reseñado en nota que también el Tribunal ha debido ocuparse del encaje competencial para la creación de este tipo de tasas 182 . de la Justicia”, InDret, núm. 270, febrero de 2005, pp. 10-11, 24-25 y 30; HERRERO PEREZAGUA, J. F., “Acceso a la justicia, costas y asistencia jurídica en el proceso civil español”, ADC, tomo LX, 2007, fasc. II, pp. 568-569 182 En concreto, respecto de su atribución al Estado y las Comunidades Autónomas. Hasta ahora el resultado es una doctrina sentada sobre el ya mencionado art. 35 de la Ley 53/2002, de la que son exponentes las SSTC 162/2012, de 20 de septiembre, FJ 5, que resolvió el recurso de inconstitucionalidad núm. 1851-2003 promovido entre otros contra aquel precepto por el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía y la STC 235/2012, de 13 de diciembre, FJ 3, resolutoria a su vez del recurso de inconstitucionalidad núm. 1870-2003 promovido también entre ellos contra el art. 35 por el Gobierno de la Generalitat de Catalunya y que deviene de estricta remisión a aquella otra (FJ 3). Así, en la STC 162/2012, FJ 5, tras recordar que “la competencia para crear tasas por servicios deriva necesariamente de la que se ostenta para crear las instituciones y organizar los servicios públicos correspondientes” y advertida la distribución competencial trazada por las SSTC 56/1990, de 29 de marzo, 62/1990, de 30 de marzo y posteriores que se citan, entre el ámbito “estricto” (función jurisdiccional propiamente dicha: Estado) y el “amplio” (medios de sustento material y personal: CCAA) que comprende la Administración de Justicia, el Tribunal considera que la tasa estatal analizada corresponde al Estado y por ende su fijación no invade las competencias de las Comunidades, pues su hecho imponible “…se refiere a la puesta en marcha o a la continuación de determinados procesos en los órdenes jurisdiccionales civil y contencioso-administrativo, vinculándose expresamente a la realización de determinados actos procesales regidos por la legislación estatal y ante órganos que son expresión de un poder único en todo el territorio del Estado (…); la tasa se vincula directamente con el acceso a la jurisdicción civil o contenciosoadministrativa, así como con la continuación de procesos judiciales ya iniciados en esos órdenes jurisdiccionales y persigue financiar los costes generados por la actividad jurisdiccional que conlleva juzgar las demandas que determinados justiciables deciden libremente interponer en defensa de sus derechos e intereses legítimos, disminuyendo así correlativamente la financiación procedente de los impuestos con cargo a la generalidad de los ciudadanos”, citando a renglón seguido la STC 20/2012, de 16 de febrero. Ahora bien: es evidente que al hablarse de acceso y sobre todo de la continuación de procesos y de la realización de actos procesales a los que sirve la satisfacción de la tasa, la actividad y los medios que hacen posible tales actos no son sólo los que aporta el Estado; de hecho incluso varios de esos actos, como los de trámite, ni siquiera requieren la intervención del Juez o el Secretario. Sin embargo, el Tribunal salva la constitucionalidad del precepto estatal sin exigirle que formule más precisiones que permitan asegurar, a su vez, que las Comunidades Autónomas puedan gravar el hecho imponible de esa misma actividad -tales actos procesales de acceso y/o continuación de los procesos-, en la parcela que les es propia (medios materiales y humanos, la administración de la Administración de Justicia), a fin de evitar colisiones entre ambos. Esa colisión desaparece, porque en virtud de una visión de conjunto de la actividad jurisdiccional todo queda supeditado al ejercicio de la función atribuida al Estado ex art. 149.1.5 CE: “…[l]a consecuencia es que el hecho imponible de la tasa está desvinculado de las competencias autonómicas relativas a la previsión de los medios materiales necesarios para el desarrollo de la función judicial, y por tanto, corresponde al Estado la competencia para establecerla así como su gestión y recaudación, lo que nos coloca en una situación similar a la que ya examinamos, en relación a los depósitos y consignaciones judiciales…” -mismo FJ 5-. Así las cosas, actualmente está pendiente de ser resuelto por el Pleno del Tribunal el recurso de inconstitucionalidad núm. 7208/2012 planteado por el Gobierno de la Nación contra determinados 54 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... En primer lugar, la STC 20/2012 declara que la exigencia de la tasa responde a un fin legítimo como es “financiar el servicio público de la Administración de Justicia con cargo a los justiciables que más se benefician de la actividad jurisdiccional, disminuyendo correlativamente la financiación procedente de los impuestos, a cargo de todos los ciudadanos” (FJ 8). Partiendo de los costes inevitables que tiene la justicia civil, se admite la libertad del legislador tanto para acordar que ésta sea gratuita para el justiciable (al margen de los conceptos propios que siempre han integrado las costas procesales), tal como fue decidido en 1986, como para articular un modelo de financiación que deba soportar el conjunto de los ciudadanos mediante el pago de sus impuestos o bien, en todo o en parte, que el mismo recaiga en quienes materialmente se sirven de la Administración de justicia (tasas o aranceles), siendo este último el modelo elegido en 2002 (FJ 8) -y desde luego, cabe añadir, en 2012-. Que ese sistema de tasas sin embargo resulte acorde con el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva, continúa razonando la Sentencia, depende: a) en primer lugar de que no quede menoscabado el núcleo esencial del derecho a la justicia gratuita, extraíble del enunciado del art. 119 CE y que deviene indisponible para el legislador, como es el reconocimiento del beneficio a quienes acrediten insuficiencia de recursos para litigar, parámetro éste también de configuración legal dentro de unos límites conforme la doctrina del Tribunal en la materia -ver infra, en estas páginas- (STC 20/2012, FJ 9 ); b) En segundo lugar y tras tener en cuenta las “numerosas exenciones objetivas y subjetivas” que rodean al tributo y que determinan que sólo quedan sujetos a él las “personas jurídicas con ánimo de lucro cuya cifra de negocios hubiera alcanzado, en el periodo impositivo anterior, un importe neto superior a seis millones de euros”, siendo que tales sociedades de capital ni siquiera tienen derecho al beneficio de justicia gratuita de acuerdo con la doctrina de la STC 117/1998, de 2 de junio , se observa que ésta es también la posición en ese punto de la jurisprudencia del TEDH; preceptos de la Ley del Parlament de Catalunya 5/2012, de 20 de marzo; entre ellos y en lo que aquí importa, aquel que crea una tasa "por la prestación de servicios personales y materiales en el ámbito de la administración de la Administración de justicia", art. 16 de adición de un artículo 3 bis al T.R.de la Ley de Tasas y Precios Públicos de la Generalitat de Cataluña. Conforme al art. 3 bis 1,1, el hecho imponible viene referido a “la prestación de servicios personales y materiales en el ámbito de la administración de la Administración de justicia de competencia de la Generalidad, a instancia de parte, en los órdenes jurisdiccionales civil y contencioso-administrativo, en órganos judiciales con sede en Cataluña”. No describe sin embargo la norma cuáles son esos medios, sino que añade que “la producción del hecho imponible se manifiesta mediante la realización” de una serie de actos procesales, que desglosa en el apartado 1, los cuales guardan identidad con la mayor parte de los actos gravados tanto por la tasa del art. 35 de la Ley 53/2002 como, actualmente, por la Ley 10/2012 -modificada por RD-Ley 3/2013, de 22 de febrero-. A saber: interposición de demandas, reconvención y recursos devolutivos en los órdenes civil y contencioso-administrativo; con el añadido, en el apartado 2, de la tasa por expedir segunda certificación y testimonio de sentencia y otros documentos del expediente. 55 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel c) Que la cuantía de la tasa es asumible para el sujeto gravado con ella en virtud de su capacidad económica. De modo que, dice expresamente el Tribunal: “Esta conclusión general sólo podría verse modificada si se mostrase que la cuantía de las tasas establecidas por la Ley 53/2002, de 30 de diciembre, son tan elevadas que impiden en la práctica el acceso a la jurisdicción o lo obstaculizan en un caso concreto en términos irrazonables, atendiendo a los criterios de la jurisprudencia expuestos en el fundamento jurídico 7” (FJ 10). Se refiere en ese FJ 7 a la invocación del pro actione y el principio de proporcionalidad, canon de valoración propio del derecho de acceso. La referencia al “caso concreto” es repetida en el mismo párrafo de la Sentencia, al citado jurisprudencia de apoyo del TEDH (“…la cuantía de las tasas no debe ser excesiva, a la luz de las circunstancias propias de cada caso, de tal modo que impida satisfacer el contenido esencial del derecho de acceso efectivo a la justicia…”). Y respecto del hecho de que la satisfacción de la tasa deba cumplirse por adelantado, la Sentencia en su FJ 10 parece dejar abierta la puerta a su eventual consideración futura -no con esa regulación-, con base en la STJUE de 22 de diciembre de 2010 (Asunto C-279-09, DEB Deutsche Energiehandels- und Beratungsgesellschaft mbH contra Bundesrepublik Deutschland), “…si dicho abono, anterior a la Sentencia, constituyera un obstáculo insuperable para su acceso a la justicia. Regla que se encuentra en sintonía con las exigencias que dimanan del derecho enunciado en el art. 24.1 CE (STC 84/1992, de 28 de mayo, FJ 4 )…”. La remisión a este última Sentencia y FJ resulta significativa teniendo en cuenta que ahí el Tribunal admite la sustitución del pago en metálico del depósito para recurrir -aquí, eventualmente, la tasa judicial- por una caución como el aval bancario que permita “la inmediata realización del ulterior derecho de crédito una vez que la sentencia de condena sea firme”, en caso de insolvencia provisional o falta de liquidez de quien no tiene otorgado el beneficio de justicia gratuita. En todo caso, en el FJ 11 de la STC 20/2012 descarta que el no dar curso a la demanda en caso de no acreditar su pago pueda considerarse un efecto desproporcionado, aduciendo para ello la doctrina de la STC 133/2004 (constitucionalidad de la exigencia de timbre fiscal en letras de cambio con pérdida de su fuerza como título ejecutivo en caso de impago), a la que ya hemos hecho referencia en el epígrafe anterior. La Sentencia enfatiza, en fin, en las diferencias ente la tasa y el impuesto, en orden a descartar que este caso merezca el mismo trato que el dispensado en la STC 141/1988 (ya comentada también antes), pues ahí el tributo se exigía por motivos ajenos a la Administración de Justicia, mientras que aquí se trata de pagar un servicio por quienes se sirven de él, aunque, se matiza, “…debe reconocerse que el acceso a la jurisdicción no es equivalente a la prestación de un servicio público por la 56 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... Administración, ya que se trata de la puesta en marcha de un proceso ante un Poder del Estado en ejecución del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva” (FJ 11). 2. A diferencia de la STC 20/2012 , relativa a la constitucionalidad de la tasa en el orden civil, la STC 116/2012, de 4 de junio , se dicta en un amparo en materia contencioso administrativa, en el que se inadmitió la respectiva demanda por no haberse acompañado el resguardo de pago de la tasa. Tal circunstancia -diferencia de orden jurisdiccional- no pasa desapercibida desde luego para el Tribunal, el cual en su FJ 5, si bien por un lado hace suyos todos sus postulados principales de la STC 20/2012 relativas al orden civil, tiene a bien recordar cómo en el FJ 4 de ésta última se puso de relieve los especiales fines que se anudan al derecho de acceso a la jurisdicción para facilitar el control del principio de legalidad administrativa (art. 103.1 CE) y de responsabilidad de las Administraciones (art. 106 CE). De ello sin embargo, al menos en este caso, no se extrae una consecuencia novedosa: el amparo se desestima una vez que el Tribunal ha constatado que la empresa recurrente no solo no respondió al requerimiento de diez días que se le dio para que subsanara la omisión, sino que tampoco lo hizo en el plazo extraordinario del día de notificación del auto de caducidad del que también disponía en este caso, ex art. 128 LRJCA, con lo que en definitiva la inadmisión por aplicación del art. 45.3 (falta de documentación con el escrito de interposición) se fundaba en causa legal y la resolución devenía motivada. Frente a esta negligencia no cabe oponer, como pedía la empresa, una solución procesal menos rigurosa como la de suspender el procedimiento mientras no se subsanara -con el único riesgo en su caso de la caducidad de la instancia- 183 , de allí que se resolviera por el Tribunal que la consecuencia aplicada de la inadmisión no resultaba ni rigorista ni desproporcionada. 3. La Ley 10/2012, de 20 de noviembre, “por la que se regulan determinadas tasas en el ámbito de la Administración de Justicia y del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses” y cuya Exposición de Motivos declara tener en cuenta los parámetros fijados por la STC 20/2012 184 , justifica como una necesidad de “corregir 183 Esto se rechaza por el Tribunal porque conllevaría "un número indeterminado de procesos suspendidos sine die por factores completamente ajenos a la mejor administración de justicia, que se acumularían en la Secretaría de los Tribunales con grave riesgo para el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas y sin beneficio aparente para ningún derecho o interés legítimo discernible" (STC 116/2012, FJ 7). 184 “… subsisten desajustes en este ámbito que justifican la adopción de una nueva normativa que permita profundizar en determinados aspectos de las tasas judiciales, en especial los que el Tribunal Constitucional declaró conformes a nuestra norma fundamental en su sentencia 20/2012, de 16 de febrero de 2012”. Cabía esperar en la nueva normativa una atención a los 57 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel desajustes” de la normativa vigente, la intensificación de la senda reiniciada por la Ley 53/2002 para ampliar hasta su casi generalización, el cobro de tasas judiciales, puesto que: a) se exigen ahora tanto a personas físicas como jurídicas (con las exenciones puntuales que prevé su art. 4.2), b) en los órdenes civil y contencioso-administrativo se grava no sólo el hecho imponible que preveía aquel art. 35 de la Ley 53/2002 (ejercicio de acciones, precisando demandas y escritos de petición inicial de ciertas tutelas) sino también la defensa del ejecutado si son títulos judiciales (formalización de escrito de oposición 185 ), con las exenciones objetivas del art. 4,1; c) las introduce para la interposición de recursos devolutivos (suplicación y casación) en el proceso laboral, también para los trabajadores (que deben abonar el 40 % de la tasa) y d) únicamente no las contempla para el proceso penal, el cual la ley deja fuera inclusive respecto del ejercicio de acciones civiles -creando una diferencia de tratamiento con el proceso civil, que la Exposición de Motivos de la Ley no explica-. La Ley 10/2012 mantiene la base imponible del tributo en función de la cuantía del procedimiento, siguiendo las pautas de la LEC (en su caso, siendo de cuantía indeterminada el pleito, valorándose a estos efectos en 18.000 euros) y con una cuota tributaria doble: tasas fijas según sea la actuación jurisdiccional y tasas variables conforme a la cuantía del proceso, con un límite de 10.000 euros; en ambos casos muy superiores a las que aquella Ley 53/2002 exigía a las entidades mercantiles gravadas con su pago. También en la línea de la norma inmediata precedente, el art. 8.2 de la Ley 10/2012 dispone que el Secretario judicial no dará curso al escrito correspondiente si no se acredita la satisfacción de la tasa, debiendo advertir de ello al interesado concediéndole plazo para su subsanación; plazo que se si incumple “dará lugar a la preclusión del acto procesal y a la consiguiente continuación o finalización del procedimiento, según proceda”. pronunciamientos de la STC 20/2012, como adelantaba MIRANDA ESTRAMPES, M., “Tasas judiciales y derecho de acceso a la jurisdicción”, La Ley, núm. 7881 de 15 de junio de 2012, versión digital, p. 11. 185 Art. 2 de la Ley 10/2012: “Constituye el hecho imponible de la tasa el ejercicio de la potestad jurisdiccional originada por el ejercicio de los siguientes actos procesales: a) La interposición de la demanda en toda clase de procesos declarativos y de ejecución de títulos ejecutivos extrajudiciales en el orden jurisdiccional civil, la formulación de reconvención y la petición inicial del proceso monitorio y del proceso monitorio europeo. b) La solicitud de concurso necesario y la demanda incidental en procesos concursales. c) La interposición de la demanda en el orden jurisdiccional contencioso-administrativo. d) La interposición del recurso extraordinario por infracción procesal en el ámbito civil. e) La interposición de recursos de apelación contra sentencias y de casación en el orden civil y contencioso-administrativo. f) La interposición de recursos de suplicación y de casación en el orden social. g) La oposición a la ejecución de títulos judiciales”. 58 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... El sistema así regulado ha suscitado la reacción en contra de diversos sectores sociales, así como de colectivos de funcionarios y profesionales de la Justicia. En lo que hace al tema de este trabajo, diversos autores han planteado la inconstitucionalidad de la ley al traducirse en un obstáculo al ejercicio del derecho de acceso al proceso (art. 24.1 CE), no ya por la propia figura de las tasas -que se asume como legítima- sino, entre sus principales aspectos, por la elevada cuantía de éstas que se traduce en su desproporcionalidad; por confundir cuantía de lo reclamado con capacidad económica de la persona (física o jurídica) y la ausencia de mecanismos en la Ley que permitan su modulación en función de dicha capacidad económica 186 . Esas mismas dudas de constitucionalidad han traído consigo, hasta la fecha en que se cierran estas líneas, la 187 interposición de tres recursos de inconstitucionalidad contra la Ley , resultando previsible además que se promuevan recursos de amparo cuando la falta de pago de la tasa derive en el archivo del escrito y consiguiente pérdida de la acción en supuestos concretos. Con el fin de paliar estas críticas, el Gobierno ha impulsado una reforma parcial de la Ley mediante Real Decreto-Ley 3/2013, de 22 de febrero (entrada en vigor al día siguiente de su publicación en el BOE, nº 15205 del sábado 23-2-2013; convalidado por el Congreso de los Diputados en sesión de 14 de marzo de 2013) que, en síntesis, supone la reducción de algunas de las tasas fijas, también la del límite máximo de la tasa variable (hasta los 2.000 euros); la ampliación de los sujetos y procesos exentos, así como una reforma puntual de la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita (art. 2 RD Ley) con el fin de elevar el umbral genérico de cobertura y su medición por el indicador público de renta de efectos múltiples (IPREM), teniendo en cuenta que las tasas están incluidas como costas procesales por el art. 241.7 LEC (desde la Ley 37/2011), precepto este último que también modifica dicho RD Ley 3/2013 con el fin de excluir de su exigencia a los procesos de ejecución de hipoteca constituida sobre vivienda habitual y a ejecuciones de préstamos o créditos hipotecarios “que se dirijan contra el propio ejecutado o contra los avalistas”. Recoge asimismo ahora la LAJG 1/1996 que sean las 186 Así lo recogen en doctrina, entre otros, los trabajos de GIMENO SENDRA, V., “La Ley de tasas judiciales en el orden procesal civil”, Diario La Ley, nº 1053/2013, pp. 3 y ss (versión on line); GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, S., “Las tasas judiciales (visión técnica desde el contenciosoadministrativo)”, Diario La Ley, nº. 8022, 13 de febrero de 2013, p. 5 (versión on line); MOLINS GARCÍA-ATANCE, J., “Las nuevas tasas judiciales”, Diario La Ley, nº 8023, 14 de febrero de 2013, esp. pp. 3-4. Véanse también las anotaciones de OLIVA SANTOS, Andrés de la, al libro de Jeremy Bentham, Una protesta contra las tasas judiciales, Madrid, 2013 (traducción de Guadalupe Rubio de Urquía), con referencias a nuestra actual legislación en la materia. 187 A saber: recursos de inconstitucionalidad núm. 973/2013 promovido por 109 diputados del Grupo Parlamentario Socialista contra la totalidad de la Ley; núm. 995/2013 promovido por el Gobierno de la Generalitat de Catalunya contra sus arts. 1 a 11; y núm. 1024/2013 promovido por el Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma de Andalucía contra sus arts. 1, 2, 3, 4 y 7. 59 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel tasas judiciales uno de los gastos de iniciación de un proceso sobre los que puede ponderarse su exención por motivos “extraordinarios”, como podría serlo la falta de capacidad económica del sujeto, eso sí siempre dentro del límite económico que marca el art. 5 de dicha Ley (el quíntuplo del IPREM). Sobre este escenario normativo y sin descartar otros posibles ajustes legales futuros que puedan repercutir en su regulación, deberá pronunciarse el Tribunal cuando corresponda. Aceptada pacíficamente la constitucionalidad del sistema de tasas, por lo demás extendida su exigencia en los países del ámbito del Consejo de Europa 188 , el problema principal estriba en determinar, entre otras cuestiones, si la legislación en la materia garantiza suficientemente la modulación (rebaja) del cobro de la tasa en función de la capacidad económica de quienes, no siendo titulares ni pudiendo serles reconocido el beneficio de justicia gratuita, el pago de la tasa en la cuantía ahora establecida pudiera ser disuasorio para el ejercicio de su derecho fundamental de acceso a la jurisdicción. 3. Por último y dejando por un momento el derecho de acceso a la jurisdicción, indicar que la doctrina de la mencionada STC 20/2012 ha servido a su vez de base para la resolución de otras tantas cuestiones de inconstitucionalidad y demandas de amparo suscitadas en el ámbito del derecho de acceso al recurso (art. 24.1 CE), con las necesarias matizaciones que derivan de la no aplicación en éste del principio pro actione, haciendo hincapié el Tribunal en la subsanabilidad de la falta de pago de la tasa, siendo cabecera de esta serie la STC 79/2012, de17 de abril 189 . C) Fianzas 188 Según datos oficiales, recogidos en el Informe de 2012 de la Comisión Europea para la eficacia de la justicia (CEPEJ) del Consejo de Europa, sobre eficiencia y calidad de la justicia, salvo Luxemburgo el resto de los países contemplan algún tipo de tributo para gravar la iniciación de los procesos, en primera instancia y en su caso recursos. Inclusive en Francia, que era el otro país resistente a ello, por Ley de 1 octubre 2011 se exige el pago de 35 euros como tasa destinada a sufragar el servicio de asistencia jurídica a quienes lo solicitan. 189 Véase la STC 190/2012, de 29 de octubre, FJ 2 , en la que se hace un compendio de la doctrina de la 79/2012, vertida después de ésta en posteriores resoluciones. Ver también el FJ 3 de las SSTC 129/2012 y 130/2012, ambas de 18 de junio, FFJJ 2 a 4, en cuanto a la doctrina de la subsanabilidad de la falta de constitución del depósito para recurrir previsto en la disposición adicional decimoquinta de la LOPJ, introducido en 2009. En el asunto tratado en aquella STC 190/2012, por cierto, la parte recurrente había dejado de pagar las dos prestaciones (tasa y depósito), aunque después subsanó el depósito dentro del plazo concedido por el Juzgado -el cual, por el contrario, nada proveyó acerca de la subsanación de la tasa-, lo que después revocó la Audiencia en apelación, archivando el recurso. El amparo se otorgó así doblemente. 60 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... Atendida la finalidad de protección de los derechos de tercero, el Tribunal ha afirmado la constitucionalidad tanto de la fianza para la práctica de medidas cautelares 190 ; como la caución del demandado para oponerse a la acción de tutela de derechos reales inscritos del art. 41 LH, bien que en este último caso exigiendo de los jueces una ponderación adecuada de la capacidad económica del solicitante, en orden a fijar su cuantía 191 . En cualquier caso, razona el Tribunal, no cabe su analogía con la exención del depósito para recurrir que prevé la Ley 1/1996 como prestación integrada en el contenido del beneficio de justicia gratuita, ni a tal analogía ha de llegarse so pretexto de derecho de acceso, dada la diversidad de naturaleza y fines de ambas prestaciones 192 . 3.- Finalmente, en este grupo de cargas económicas vinculadas a la interposición de un proceso, podemos incluir el recargo legal del veinte por ciento de intereses de demora contra las aseguradoras que no consignen la cantidad reclamada en los tres meses siguientes a la fecha del siniestro. El Tribunal no estima ni disuasorio ni restrictivo del derecho fundamental de acceso su imposición, puesto que la entidad siempre puede calcular su cuantía de manera aproximada por medio de una pericial a su alcance y, en todo caso, porque puede evitar su devengo si consigna los intereses dentro del periodo señalado 193 . D) Condena en costas El Tribunal aplica al proceso civil su doctrina nacida en otros órdenes, favorable a la constitucionalidad de los dos sistemas legales de imposición de costas conocidos, el «objetivo» o de vencimiento y el «subjetivo» por temeridad o mala fe de la parte 194 , todo ello sin perjuicio del control constitucional de motivación y razonabilidad que proceda hacer respecto de la resolución judicial que aplique la normativa reguladora en cada caso. 190 La STC 202/1987, de 17 de diciembre, FJ 6 , precisa que la adopción de la medida no concierne estrictamente al aseguramiento del derecho de acceso sino al de una eventual ejecución de la sentencia estimatoria (asunto: caución para anotación preventiva de demanda). 191 STC 45/2002, de 25 de febrero, FFJJ 3 a 5 , otorgándose el amparo por la desproporción de la suma fijada. También, ATC 139/1984, de 7 de marzo, FJ Único. 192 Ver STC 45/2002, FJ 4. 193 Al efecto, STC 5/1993, de 14 de enero, FJ 3 , que desestima varias cuestiones de inconstitucionalidad planteadas contra la D.A. Tercera de la LO 3/1989, de 21 de junio, de actualización del CP, donde se prevé el devengo de tales intereses desde la “fecha del siniestro”. 194 STC 134/1990, de 19 de julio, FJ 5 , con cita de la doctrina de la STC 131/1986, de 29 de octubre (social). 61 RGDC 16 (2013) 1-63 Iustel Sin embargo, queda abierta la puerta a una eventual hipótesis de lesión del derecho de acceso a la jurisdicción derivada de la condena en costas. A saber: cuando recayendo su imposición sobre quien no ha dado pie a la contienda ni incurre en la conducta indebida que se le atribuye dentro de la instancia, tal decisión aparece, además de arbitraria, como “un medio para disuadir o dificultar el acceso a los Tribunales” 195 . E) Beneficio de justicia gratuita El Tribunal ha declarado que el art. 119 CE no estatuye ex Constitutione un sistema de gratuidad de la justicia para las personas físicas, sino que remite a una necesaria tarea de configuración legal que establezca los límites para su percepción (actualmente, Ley 1/1996 de 10 de enero y su Reglamento ). Sentado ello, razona que sí existe un núcleo indisponible consagrado en aquel precepto: la gratuidad para quienes acrediten insuficiencia de recursos para litigar, lo que entraña la prohibición de negar el beneficio a toda persona que para poder sufragar los gastos de abogado y procurador, tuviere que “dejar de atender a sus necesidades vitales y a las de su familia” personas jurídicas, no protegidas por el 119 196 . En cuanto a las CE, cabe reconocerles no obstante el beneficio mencionado dentro de los límites que prevea la legislación 197 . La doctrina del Tribunal ha venido catalogando el derecho al beneficio de justicia gratuita del art. 119 CE como un instrumento al servicio del derecho de acceso a la justicia en todos sus peldaños como del derecho al recurso 198 : tanto al de la jurisdicción -del que aquí nos ocupamos-, 199 . No cuestionadas las normas que se refieren a la capacidad económica y umbrales mínimos para el otorgamiento del beneficio, se ha tenido sin embargo que pronunciar el Tribunal desde la perspectiva del derecho de acceso, en cuanto al motivo de denegación del beneficio de justicia gratuita por insostenibilidad de la pretensión, supuesto regulado en los arts. 36-40 LEC derogada (hoy arts. 32 y 35 LAJG). Lo ha hecho en sentido 195 STC 134/1990, cit., FJ 6, en relación con la parte apelada (no promovente, pues, del recurso) quien había visto estimada su demanda en la primera instancia y se la condena por temeridad en apelación, tras actuar pidiendo la confirmación de la sentencia impugnada. 196 STC 16/1994, de 20 de enero, FFJJ 3 y 6 . Ver también SSTC 12/1998, de 15 de enero, FJ 4; 97/2001, de 5 de abril, FFJJ 3 y 5; 217/2007, de 8 de octubre, FJ 2. 197 STC 217/2007, de 8 de octubre, FJ 3, con cita de la anterior STC 117/1998, de 2 de junio, FJ 6, recordando que la Constitución no se opone a que la extensión del beneficio se lleve no sólo a algunas, sino a todas las personas jurídicas, aunque “esta actividad subvencional del Estado no se infiere del segundo inciso del art. 119 CE”. 198 199 Ver STC 10/2008, de 21 de enero, FJ 2 . Sobre el derecho a que se provea de los profesionales de oficio en apelación y el deber del tribunal de suspender los plazos hasta tanto, ex art. 16 LAJG, ver SSTC 105/1996, de 11 de junio, FFJJ 2 y 3; 55/2008, de 14 de abril, FFJJ 2 y ss. 62 Cabañas García- El derecho fundamental de acceso a la justicia civil y su configuración por el Tribunal... afirmativo, esto es, entendiendo que dicho límite responde a un fin legítimo, razonable y proporcionado con el fin de evitar que se destinen recursos a la defensa de pretensiones “absurdas o descabelladas”, evitando así “el ejercicio abusivo o temerario del derecho de acceso a la jurisdicción” 200 . El Tribunal ha aceptado también que en tales casos la decisión se adopte por personas que no ejercen la función jurisdiccional (informes del letrado designado, Colegio al que éste pertenece y Ministerio Fiscal), por no tratarse del enjuiciamiento de una pretensión principal y por la índole técnicamente cualificada de quienes intervienen, dotados de la debida imparcialidad y objetividad (STC 12/1998, de 15 de enero, FJ 4.B ). Cabe otorgar el amparo, al margen de lo expuesto, frente a distintas situaciones de denegación judicial indebida del beneficio, con afectación del derecho de acceso, cuando se reputa una respuesta carente de la debida motivación 201 ; por incurrir la resolución en falta de valoración de las pruebas correspondientes para acreditar o no los requisitos exigir condicionantes previstos para otro supuesto distinto al del recurrente de turno 202 ; 203 o en virtud de una exégesis judicial restrictiva y no literal de la norma reguladora del beneficio 204 . 200 STC 12/1998, de 15 de enero, FJ 4 . 201 STC 144/2001, de 18 de junio, FJ 3 ; 202 Ver STC 10/2008, de 21 de enero, FJ 3 . 203 Así, la STC 180/2003 , de 13 de octubre, FJ 5, a quien ha sido condenado en rebeldía y apela la sentencia, solicitando entonces el beneficio, que se le niega por no justificar su empobrecimiento respecto de la primera instancia…en la que no estuvo ni gozó del beneficio. 204 Como en la STC 217/2007 , ya citada, FFJJ 4 y 5, en relación con la denegación del beneficio a una asociación de consumidores para defender a un afiliado, entendiendo el órgano judicial que sólo cabe para acciones colectivas (a favor de varios afiliados), “…privando así injustificadamente a la asociación recurrente de su derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE), en su vertiente del derecho de acceso al proceso, del que es instrumento el derecho a la asistencia jurídica gratuita”. (FJ 5). 63