El desarrollo turístico de la costa mediterránea de Marruecos1. Eduardo Araque Jiménez Área de Análisis Geográfico Regional Universidad de Jaén [email protected] Introducción Una parte muy importante de la costa mediterránea de Marruecos comprendida entre las fronteras del país con España y Argelia, se ha visto sometida durante las últimas décadas a una profunda transformación paisajística y funcional, provocada, esencialmente, por la proliferación de múltiples urbanizaciones y equipamientos asociados al uso turístico emergente en todo el país. Como línea estratégica de desarrollo, el turismo estaba ya presente en la política económica que se aplicó a partir de 1964 bajo el reinado de Hassan II, después de que los expertos del Banco Mundial recomendaran a Marruecos el abandono de la vía industrial y la apuesta por el turismo como mejor opción para garantizar el crecimiento económico y salir del subdesarrollo (Hillali, 2007). Sin embargo, una serie de circunstancias, tanto de índole interior como internacional, ralentizaron la puesta en marcha de esta opción, que quedó en vía muerta hasta que se superaron los duros efectos de la crisis económica de 1973. Muchos años después, tras la subida al trono de Mohamed VI, a mediados de 1999, de nuevo los analistas internacionales a los que el nuevo régimen marroquí encargó distintos estudios de prospectiva económica, volvieron a apostar por la potenciación del turismo como mejor forma de superar los graves problemas socioeconómicos a los que se enfrentaba la monarquía halauita (Aguer, 2004). En uno de esos trabajos se afirmaba con rotundidad que la decadencia de algunos sectores económicos de implantación tradicional como el textil, cuya pérdida de empleo resultaba alarmante, solo podía contrarrestarse mediante la potenciación del turismo: “el textil está muerto, viva el turismo”, llegó a advertirse con frase harto elocuente en alguno de esos informes (Fibla, 2005). Aunque la expansión de la infraestructura turística en la zona de estudio ya era notoria en esos momentos finiseculares, desde entonces hasta hoy ha conocido un desarrollo fulgurante que se ha traducido en la proliferación de urbanizaciones y complejos hoteleros de muy variado tamaño a lo largo de la primera línea de playa, ocupada en muchos casos por viejas instalaciones militares que hacía tiempo habían perdido toda su utilidad. A esta potente infraestructura hay que unir los grandes resort turísticos que hoy se hallan en fase muy avanzada de construcción, e incluso algunos otro proyectados hace tiempo cuya ejecución es inminente. Este espectacular desarrollo del turismo no cabe duda que ha contribuido a mejorar de manera ostensible los niveles de empleo en una región fuertemente castigada desde antiguo por el desempleo crónico, en la que la emigración definitiva a Europa empezó a causar verdaderos estragos a partir de los años centrales del siglo XX (Lacomba, 2004) Los miles de puestos de trabajo que ha generado el sector de la construcción durante estos últimos años, aunque no han acabado del todo con los movimientos migratorios, si han 1 Este trabajo se ha realizado en el marco del “Proyecto Alborán. Desarrollo territorial en el norte de Marruecos”, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (A1/036023/11). servido, al menos, para aligerar la fuerte presión social que venía sufriendo toda esta zona, abandonada a su suerte casi desde el mismo instante en que se produjo la independencia de Marruecos. A éstos se les han unido los empleos directos e indirectos que se han creado en los establecimientos turísticos una vez que han entrado en funcionamiento. Por tanto puede asegurarse que desde una perspectiva social la emergencia turística ha supuesto un gran alivio en una región muy tensionada por las escasas oportunidades laborales que se ofrecían a su creciente población activa así como por la inexistencia de oportunidades para la creación de riqueza. No podemos decir lo mismo si analizamos el desarrollo turístico desde una perspectiva medioambiental. Hasta el momento los costes de esa expansión resultan muy elevados y, lo que es peor, amenazan con seguir creciendo en un futuro inmediato sino se adoptan las medidas pertinentes para minimizar los impactos ecológicos y paisajísticos que siempre trae aparejada la proliferación de infraestructuras y equipamientos en entornos naturales extremadamente frágiles como el del litoral mediterráneo marroquí. Incluso aquellos fragmentos de este peculiar ámbito geográfico que se han mantenido en un mejor estado de conservación hasta la fecha, bien por su escabrosidad o por su inaccesibilidad, pueden acabar sucumbiendo en los próximos años ante la enorme presión que hoy ejercen los poderosos agentes urbanísticos nacionales e internacionales que operan en la región. En este sentido, Marruecos cuenta con la gran ventaja que se deriva de poder analizar críticamente el modelo de expansión turística que ha tenido lugar en la orilla norte del Mediterráneo, y de una forma muy especial en España2, con el fin de aprender de sus aciertos y desechar los errores que a medio y largo plazo tan perniciosos están resultando para la imagen turística de este gran destino planetario. Los orígenes de la actividad turística. El caso de Río Martín Como es sobradamente conocido la práctica del turismo está estrechamente relacionada con el nivel de desarrollo socioeconómico así como con las pautas culturales que rigen en cada sociedad a la hora de organizar y distribuir los períodos cada vez más amplios de tiempo libre. Pues bien, en el caso de la zona que estudiamos está demostrado que la instauración del Protectorado ejercido por España entre 1912 y 1956, supuso una mejora considerable del nivel de desarrollo gracias a la importante inyección de fondos económicos que aportó el Estado para mejorar las condiciones materiales de vida del conjunto de la población residente en la vasta región que se asignó a España para su gestión (Morales Lezcano, 1986; Salas Larrazábal, 1992) (MAPA). De una forma muy especial esa mejoría se dejó sentir en Tetuán y su entorno más próximo, pues nada más erigirse el Protectorado esta ciudad se convirtió en su capital política y, por tanto, en el principal punto de destino del grueso de los funcionarios civiles que llegaron desde la Península para hacerse cargo del conjunto de tareas burocráticas que implicaba la nueva organización administrativa. Así mismo, la ciudad y sus inmediaciones se eligieron para el emplazamiento de numerosos cuarteles en los que se albergó a un contingente militar cuyo crecimiento alcanzó proporciones extraordinarias conforme se fue afianzando la presencia española en tierras marroquíes. Desde el momento de su llegada, una parte de la población española, tanto civil como militar, comenzó a frecuentar las playas de Río Martín, un pequeño enclave portuario 2 Un análisis exhaustivo de las alteraciones que está provocando el turismo en el litoral español puede consultarse en los sucesivos informes de Greenpace “Destrucción a toda costa”. http://www.greenpeace.org/espana situado a tan sólo 7 kilómetros de Tetuán, a través del cual se canalizó tradicionalmente una buena parte del tráfico de mercancías entre España y la parte occidental del Protectorado (Ochoa, 1945). La conexión ferroviaria entre ambos núcleos, que inicialmente sólo atendió al transporte de esas mercancías portuarias, muy pronto se abrió al tráfico de viajeros, lo que facilitó enormemente los desplazamientos de los residentes tetuaníes hacia la franja costera, sobre todo en los calurosos meses veraniegos (Araque Jiménez y Garrido Almonacid, 2008). De este modo fue surgiendo un tipo de hábitat precario, elaborado de forma rudimentaria y con materiales perecederos, que poco a poco fue invadiendo las arenas de la playa sin ningún tipo de orden ni criterio urbanístico, expuesto a los frecuentes temporales que solían azotar toda esta zona costera. Con el paso de los años, una parte de ese hábitat empezó a transformarse en vivienda estable, construida con materiales más duraderos y formas que se asemejaban a las de aquellas otras viviendas con similares funciones que tanto proliferaron en el litoral español a partir de los años veinte del pasado siglo. Algunos de estos chalés fueron diseñados por el arquitecto Carlos Ovilo Castelo, autor también del proyecto de urbanización de Río Martín que se presentó en 1927, en el cual se incluía la peculiar plaza circular de la localidad (Bravo Nieto, 2000). Pertenecían a altos funcionarios de las distintas Delegaciones civiles del Protectorado o a los militares de mayor graduación de los cuerpos del ejército acantonados en Tetuán, todos los cuales solían utilizarlos como residencia familiar permanente durante la calurosa estación veraniega. Algunas de estas edificaciones fueron objeto de admiración tanto por la población autóctona como por los numerosos viajeros que continuamente llegaban desde España (Elorrieta, 1933). Playa de Río Martín A medida que se fue consolidando la función de Río Martín como ciudad veraniega, los chalés se expandieron cada vez más por el frente costero que arrancaba de la margen izquierda de la desembocadura del río. Semejante proliferación de nuevas viviendas obligó a la Administración española a ejecutar, a comienzos de los años treinta, la red de saneamiento y alcantarillado, y a mediados de esa misma década a iniciar las obras para el abastecimiento de agua potable a la ciudad (Bravo Nieto, 2000). De esta forma se fue multiplicando el atractivo de un núcleo urbano que tras la pacificación del Rif se convirtió en el centro veraniego de mayor animación de todo el Protectorado. A mediados de los años cuarenta ya existían un buen número de chalés y distintos hoteles y restaurantes en la porción costera más próximas al casco histórico, cuyo trazado, como aquel, seguía la trama ortogonal. En el plan de ordenación urbana que realizó Pedro Muguruza en 1943 se aprecia perfectamente el fulgurante crecimiento de las edificaciones típicamente veraniegas, que ya en esos momentos habían comenzado a expandirse hacia el norte, desbordando ampliamente la traza de la primitiva ciudad. En previsión de que tal crecimiento no se detuviera, el Plan estableció una amplia franja paralela al mar (prácticamente la misma por la que hoy se extiende el paseo marítimo) para la ubicación de las futuras residencias secundarias. Además, para consolidar el papel de Río Martín como ciudad de vacaciones, Muguruza contempló la posibilidad de creación de un campo de golf, un balneario y un gran hotel (Bravo Nieto, 2000). Chalet en Río Martín Al margen de este núcleo turístico, durante los años de presencia española se construyó por iniciativa del Estado español el Parador de Xauen, un pequeño establecimiento localizado en la zona de ensanche del núcleo urbano, cuya finalidad última era proporcionar alojamiento al incipiente grupo de turistas españoles que se acercaban hasta esta peculiar ciudad que tanto recordaba a Andalucía. Por su parte, la familia Llodrá, propietaria de la empresa de transportes “La Valenciana”, que explotaba la línea de autobuses entre Tetuán y Melilla, abordó la construcción del Parador de Ketama (obra de José Miguel de la Quadra-Salcedo), otro pequeño establecimiento turístico al que inicialmente se dotó de 27 habitaciones, un comedor principal, dos salones y una cantina. Esta última se ubicaba en un cuerpo aparte del edificio principal con el fin de que pudieran utilizarla no sólo los huéspedes del hotel sino también los viajeros de los autobuses que recorrían este sinuoso trayecto (Llodrá Issaco, 2007). Junto al Parador muy pronto comenzaron a edificarse pequeños chalés por parte de algunos de los empresarios más potentes que residían en Tetuán, a los que no les atraían tanto las costas vírgenes de Río Martín como las ásperas y aisladas tierras montañosas del Rif central. El estancamiento turístico de la costa mediterránea durante la segunda mitad del siglo XX El abandono español de Marruecos que siguió a la independencia de este país en 1956, provocó una profunda crisis económica y social que tuvo repercusiones inmediatas sobre el único foco turístico que había logrado afianzarse durante la época del Protectorado español. A partir de aquellos momentos Río Martín dejó de ser una floreciente ciudad veraniega para convertirse en un núcleo dormitorio de la ciudad de Tetuán, en el que la degradación del tejido urbano muy pronto hizo acto de presencia. La emigración masiva de la colonia española se vio contrarrestada de inmediato con la llegada de un enorme contingente de inmigrantes procedentes de las zonas rurales más empobrecidas, tanto de la provincia de Tetuán como de otras provincias limítrofes. A raíz de ello se produjo la ocupación de una gran parte del hábitat turístico tradicional, que desde entones pasó a convertirse en residencia permanente para muchos de los inmigrantes que continuamente recalaban en Río Martín. El cambio de funciones de la ciudad trajo asociado, como era de esperar, una transformación radical de las formas del primitivo hábitat, que en no pocos casos fue demolido para levantar sobre sus cimientos nuevas edificaciones de mayor altura y un aumento de volumen considerable. Sólo una pequeña parte de los viejos chalés playeros lograron sobrevivir al acoso urbanizador mediante su transformación en pequeños establecimientos comerciales; otra parte se abandonó por completo y hoy presentan un estado deplorable de conservación que anuncia su inminente ruina. La decadencia de Río Martín vino a coincidir con la creación de Maroc Tourist en 1961 (Hillali, 1990), una pequeña empresa de capital mixto, español y marroquí, cuyo objetivo último era promocionar el turismo en la estación balnearia conocida como Tamuda Bay, esto es, en la franja costera comprendida entre la frontera ceutí y la localidad de M’diq (antiguo Rincón). Por parte española el principal accionista era la ya mentada familia Llodrá, que aportó a la empresa el Parador de Ketama, y consiguió de España la cesión del Parador de Xauen y del Hotel España de Alhucemas. Desde un primer momento todos los esfuerzos de esta empresa se centraron en la potenciación turística de la zona playera de Restinga, cuyos promotores no dudaron en calificarla como “la nueva Costa del Sol marroquí”. Antes de poner en marcha los proyectos que Maroc Tourist tenía planteados, hubo que proceder a la demolición de algunas viejas instalaciones militares del ejército español que aun se conservaban en la zona. Hotel Kabila La primera realización empresarial consistió en la construcción de una pequeña urbanización de 25 chalés aislados y 29 bungalow en banda, a los cuales acompañaba un pequeño restaurante que muy pronto se convirtió en el principal foco de animación de esta zona playera. Entre otras razones porque la urbanización comenzó a ser frecuentada en verano por algún miembro de la monarquía alauita y por altos funcionarios civiles y militares del sur de Marruecos, cuyo poder de atracción hizo que muy pronto se desbordara la demanda residencial en Restinga. En paralelo, Maroc Tourist abordó la restauración y ampliación del Parador de Xauen y la finalización de las obras del Hotel Mohamed V de Alhucemas, que había asumido la empresa en un claro afán de diversificación territorial del negocio turístico. La salida del capital español de Maroc Tourist no detuvo su afán expansionista, que siguió construyendo en esta zona distintos hoteles y pequeños complejos turísticos que pronto alcanzaron un gran renombre. Así mismo, en 1992 finalizaba la construcción del puerto deportivo Marina Smir (450 amarres), el primero con estas funciones creado en la costa marroquí, a imitación de una tipo de infraestructura que se hallaba ampliamente extendida en la orilla norte del Mediterráneo (Salvá Tomás, 1998; Ferradás Carrasco, 2002). Por su parte, la familia Llodrá tampoco renunció inicialmente al negocio turístico. Tras su salida de Maroc Tourist puso en marcha la construcción de un gran hotel y de una serie de chalés y pequeños apartamentos anexos en lo que desde entonces se conoce como complejo Kabila. Puerto deportivo de Marina Smir Mientras esto sucedía en la costa mediterránea, en la costa atlántica estaba teniendo lugar un auténtico boom turístico articulado en torno a la ciudad de Agadir, donde los grandes complejos turísticos de gran desarrollo vertical y alta densidad urbanística, empezaron a florecer de forma vertiginosa tras la reconstrucción de la ciudad, asolada por un terremoto en 1960 (Charef, 2005). El capital internacional de procedencia francesa, belga y alemana actuó como el gran impulsor del negocio turístico en esta ciudad balneario, que pasó a ser conocida como la “pequeña Niza” (Péré, 1972). Frente a ese modelo urbanístico, en la costa mediterránea se consolidó otro muy distinto que ha perdurado hasta nuestros días, consistente en el establecimiento de un tipo de urbanizaciones de pequeña dimensión, aisladas y de baja altura (no más de tres plantas), dotadas de grandes espacios verdes en su interior. En ningún caso, como había sucedido en Río Martín, estas urbanizaciones se proyectaron junto a los núcleos urbanos preexistentes (Castillejos y Rincón), sino que se optó por alejarlas de los mismos en un intento claro de segregar a los residentes habituales de los nuevos inquilinos turísticos. El cambio de milenio y la reactivación turística de la costa mediterránea El espectacular cambio de rumbo que experimentó la política marroquí tras la subida al trono de Mohamed VI, se dejó sentir de manera inmediata en el sector turístico, que, como antes decíamos, pasó a convertirse en un sector estratégico en las propuestas de desarrollo socioeconómico del país que se formularon en esos momentos. Así quedó plasmado en el Plan Azur, pensado exclusivamente para el desarrollo de este sector, que se marcó, entre otras metas, la consecución de 10 millones de turistas en 2010 (Verdeguer, 2005). Para poder acoger a este enorme contingente poblacional con ciertas garantías de éxito, no sólo era necesaria una renovación en profundidad de la vieja infraestructura hotelera sino también la creación de nuevas plazas de alojamiento, acordes con las exigencias cambiantes de la demanda. Por otro lado, esa apuesta por el crecimiento turístico implicaba la adopción de un ambicioso plan de formación y cualificación de la mano de obra, indispensable para incrementar la competitividad del destino (Lillo, Ramón y Sevilla, 2007), capaz de atender y adaptarse a las necesidades de un tipo de turista procedente en su mayor parte del exterior, con unas pautas culturales de consumo radicalmente diferentes a las de Marruecos (Guerrero, 2006). Costa mediterránea en M’diq Dentro de ese Plan, los dos extremos de la costa mediterránea marroquí desempeñaron un papel crucial en cuanto a la localización de nueva infraestructura turística. En el extremo oriental, junto a la frontera con Argelia, el Plan Azur contemplaba la creación del gran complejo turístico Saidía Mediterránea, el de mayor extensión y capacidad de los seis previstos en todo el país3, concebido para convertirse en un referente turístico de todo el Mediterráneo, tal y como se apresuró a manifestar el copresidente de 3 Los otros cinco complejos son: Port Lixus, Essaouira-Mogador, Mazagan-El Jadida, Taghazout-Argana Bay y Plage Blanche Guelmine. uno de los grandes grupos hoteleros que tienen previsto instalarse en el complejo 4. En la porción occidental, por el contrario, se apostaba por la propagación del modelo de pequeños complejos turísticos que de forma dispersa habían comenzado a florecer entre las ciudades de F’nideq (antiguo Castillejos) y Martil (antiguo Río Martín). Anuncio de urbanización junto a la frontera española En efecto, como antes veíamos, en el momento en que se redactó el Plan Azur ya llevaban algunos años en funcionamiento distintas urbanizaciones en la porción costera próxima a la frontera española de Ceuta (Berriane, 1978). El enorme éxito comercial que acompañó a estas primeras promociones inmobiliarias animó de inmediato a numerosos promotores a emprender nuevos proyectos urbanísticos contiguos a los focos pioneros. De este modo, poco a poco, pero con especial intensidad durante los últimos años, se ha ido colmatando todo el frente litoral comprendido entre el Mediterráneo y la autovía CeutaTetuán a su paso por la localidad de M’diq. Hasta hace unos años esta infraestructura viaria actuó como una verdadera barrera física que contenía de forma eficaz la enorme presión ejercida por el avance urbanizador. En los últimos tiempos, sin embargo, dicho obstáculo se ha visto desbordado por la fuerte demanda de suelo urbanizable que se ha registrado en toda esta porción del frente mediterráneo. Así pues, en estos momentos, ya existen distintas urbanizaciones en fase muy avanzada de ejecución, así como otra clase de equipamientos vinculados al turismo que se sitúan en la margen derecha de la carretera que conduce a Tetuán. La amplia disponibilidad de suelo en esta segunda línea costera ha hecho que algunas de estas urbanizaciones alcancen un tamaño en cuanto a viviendas construidas muy superior al que venía siendo habitual en la zona. Tras superar Cabo Negro, la franja costera que se extiende entre este promontorio y la ciudad de Martil también se ha visto sometida a un intenso proceso urbanizador de características muy diferentes a las que acabamos de describir, en el sentido de que aquí se ha incrementado la densidad edificatoria y ha aumentado la altura de las edificaciones construidas hasta las cuatro plantas. En estos momentos ese proceso avanza a pasos agigantados hacia el interior de la llanura de Tetuán, toda vez que desde hace ya algunos 4 Entrevista a Simón Pedro Barceló. Afkar/Ideas. Invierno de 2005. Págs. 88-89. años se halla ocupado el primer frente costero. En el mismo se localiza el campo de golf y la urbanización anexa que durante mucho tiempo ha actuado como principal reclamo de la alta calidad turística de toda esta zona, a pesar de las no siempre bondadosas consecuencias ambientales que se derivan de esta clase de instalaciones deportivas (Espejo Marín, 2004). Incluso el avance urbanizador ha comenzado a escalar por las empinadas laderas de Cabo Negro pertenecientes al municipio de Martil; una densa masa pinariega que fue repoblada por los españoles durante la etapa del Protectorado y que durante el verano de 2008 se ha visto afectada por un terrible incendio forestal que ha destruido una gran parte de su cubierta vegetal (Taiqui, 2008). Esta clase de siniestros, tan frecuentes en la orilla norte del Mediterráneo, vienen a poner en evidencia las profundas contradicciones entre desarrollo urbanístico y conservación del medio que también se reproducen en destinos turísticos emergentes. Este cambio en el modelo edificatorio alcanza su máxima expresión en la localidad de Martil, donde el impulso urbanizador de los últimos años también se ha dejado sentir con fuerza mediante una brusca alteración de las condiciones de edificabilidad que prevalecieron tradicionalmente en la localidad. Ello se comprueba perfectamente en la ampliación occidental que ha experimentado el núcleo urbano en tiempos recientes. En paralelo al paseo marítimo que se extiende junto a la playa de la ciudad, se han autorizado edificios de hasta siete alturas que acogen a centenares de apartamentos turísticos muy demandados por la población marroquí durante los meses estivales (El Haddadi, 2004). Los enormes bloques levantados aparecen contiguos unos a otros, sin ningún tipo de viario que los individualice, dando origen así a una barrera compacta e infranqueable, incluso para los vientos, que ha provocado una modificación sustancial de las condiciones microclimáticas de toda esta franja urbana. Igualmente, algunos de los establecimientos hoteleros de construcción más reciente responden a este modelo de crecimiento vertical Nueva instalación hotelera en Martil En cuanto al nuevo complejo turístico localizado junto a la ciudad fronteriza de Saidía, sus características difieren sustancialmente de las expuestas hasta aquí para asemejarse más al prototipo de ciudad de vacaciones que tanto ha calado en la orilla norte del Mediterráneo (Andrés Sarasa, 1998 y 2004). Se trata, según contempla el proyecto inicial, de una macrourbanización desarrollada sobre más de 7 millones de metros cuadrados (713 hectáreas), que se extiende a lo largo de seis kilómetros del frente costero comprendido entre las inmediaciones de Saidía y Cabo del Agua. Dentro del mismo está prevista la creación de tres campos de golf de 18 hoyos, un gran centro comercial, un puerto deportivo con 800 amarres, 10 grandes hoteles con una capacidad conjunta de 16.000 camas y la nada despreciable cantidad de 3000 viviendas residenciales y turísticas. Con propuestas como esta, como se ha señalado, se pretende dar continuidad al modelo de turismo fondista a partir de la creación de campos de concentración para decenas de miles de turistas que durante los períodos vacacionales viven completamente alejados del entorno social, económico y cultural en el que se ubican (Salvá Tomás, 1995). Viviendas en Saidia Mediterranea Hotel en Saidia Mediterranea En definitiva, a lo largo de los años que han transcurrido del siglo actual se han consolidado dos potentes ejes turísticos a ambos extremos de la costa mediterránea marroquí cuya capacidad de alojamiento, una vez que hayan concluido las distintas urbanizaciones que se ejecutan en estos momentos, posiblemente supere las 50.000 plazas, con lo cual la capacidad del destino mediterráneo marroquí empezará a equipararse a la de los principales enclaves turísticos de la orilla norte. Pero eso no es todo. Actualmente se encuentran en fase de estudio numerosos proyectos de desarrollo turístico centrados, por un lado, en las provincias de Nador y Alhucemas, y, por otro, en la franja costera próxima a la localidad de Oued Lau, en pleno Rif, que de culminar con éxito pueden acabar situando a Marruecos a la vanguardia del turismo mediterráneo por su capacidad de acogida. Dentro de estos ejes turísticos emergentes sobresale la ciudad de Nador. Junto a la albufera de la Mar Chica, a los pies de la ciudad, está prevista la creación de 7 grandes complejos turísticos con una capacidad superior a las 100.000 camas hoteleras. Por su parte, en la vecina ciudad de Alhucemas se halla en fase de redacción un plan para la creación de dos complejos sobre sendas parcelas de 8 y 85 has., respectivamente, además del complejo Cala Iris, con una superficie de 339 has. y una capacidad de acogida de 4.000 camas hoteleras. Playa de Al Hoceima Empresas foráneas El grueso de las nuevas urbanizaciones turísticas que se han ejecutado a lo largo de este siglo y las que están ejecutándose en estos momentos lo están siendo por empresas foráneas, dada la incapacidad del empresariado autóctono para afrontar obras de una gran envergadura y enorme complejidad técnica. No obstante en los últimos años ha empezado a observarse una mayor presencia de empresas de capital marroquí en la promoción inmobiliaria de la costa mediterránea, bien de forma individual, bien en alianza con algunas de las empresas extranjeras que operan en el país (Saad Alami, 2008). Entre estas últimas, las de origen español han ocupado un lugar preeminente desde el mismo instante en que se produjo el despegue del turismo de la costa mediterránea (García y Tasias, 2007). En muchos casos su presencia en Marruecos era anterior al inicio de ese ciclo; estaba directamente relacionada con el fuerte impulso que conoció el sector inmobiliario en las principales ciudades del país, en las cuales el gobierno pretendía acabar con la infravivienda y el chabolismo que se habían extendido como una mancha de aceite tras el desencadenamiento del fuerte éxodo rural de los años setenta y ochenta. Su desplazamiento hacia el sector turístico se hizo patente en el momento en que empezaron a endurecerse las condiciones para el desarrollo de nuevas urbanizaciones en el litoral español, sometido durante décadas a toda clase de agresiones salvajes y especulativas. Entre los factores que han incidido en esta masiva presencia de empresas españolas en la costa mediterránea de Marruecos hay que citar, en primer lugar, el de la proximidad geográfica de los dos países, reforzado por las crecientes posibilidades de comunicación entre los dos continentes tanto por vía aérea como marítima. En este contexto, las bonificaciones fiscales que ha aplicado el gobierno marroquí a la instalación de empresas turísticas de capital extranjero han actuado como un gran revulsivo entre muchos grupos empresariales españoles, que para ampliar sus negocios e incrementar beneficios no han dudado en dirigir sus inversiones hacia el vecino país, en el que cada día surgen nuevas oportunidades comerciales (ICEX, 2006 a). Promotoras inmobiliarias españolas Además de las anteriores ventajas, en el país de acogida las empresas españolas se han encontrado con un verdadero paraíso para sus inversiones debido, por un lado, a los ínfimos precios a los que han podido adquirir enormes extensiones de suelo urbanizable perfectamente equipado y, por otro, al bajo coste salarial de la mano de obra. Respecto a la primera cuestión, aunque es muy difícil poder disponer de datos precisos sobre los precios reales a los que los promotores españoles han comprado el suelo, algunos empresarios a los que hemos tenido la oportunidad de consultar nos han indicado que, por término medio, el precio suele ser muy inferior al de la mayor parte del litoral español aunque varía, obviamente, en razón de las posibilidades de edificabilidad que ofrezca la parcela en cuestión. En el caso de los proyectos incluidos en el Plan Azur, como señalaba un informe del Instituto Español de Comercio Exterior elaborado en 2006, los promotores “han contado con precios de suelo subvencionados que se sitúan en ocasiones por debajo de la mitad del precio de mercado” (ICEX, 2006 b, 13). En consecuencia, las empresas ubicadas en esos complejos han podido disponer de suelo en unas condiciones económicas muy ventajosas que difícilmente podrían encontrar en otros lugares de la costa mediterránea. En lo que se refiere a la mano de obra, ya hace tiempo que las autoridades españolas identificaron su bajo coste, que a comienzos de este siglo era, aproximadamente, la mitad que en España, como una de las razones más atractivas para invertir en Marruecos, al margen del sector de actividad (ICEX, 2001). Con el paso de los años ese diferencial se ha ido agrandando. En la actualidad el salario mínimo interprofesional garantizado se ha fijado por el gobierno marroquí en 8,77 dirham/hora para los trabajadores del comercio y la industria, y 41,36 dirham/día para los trabajadores agrícolas. Los distintos tipos de trabajadores, obviamente, perciben un salario diferente, pero en todos los casos, sin excepción, resulta considerablemente más bajo que en España Construcción de paseo marítimo A todo ello hay que añadir una jornada laboral más prolongada (8 horas/día; 48 horas/semana), así como un período de descanso semanal más corto (24 horas/semana) y un periodo de vacaciones anual de 18 días. Este último dato, no obstante, debe ser matizado ya que en el país existen 10 días de fiestas nacionales y 4 días de fiestas religiosas, que unidos a los días de vacaciones laborales arrojarían un balance muy semejante al de España. La suma de todos estos factores está posibilitando la puesta en el mercado de viviendas a unos precios que no tienen competencia en ningún otro destino de la costa norte del Mediterráneo. Una cata efectuada entre las agencias inmobiliarias que se dedican a la comercialización de viviendas y apartamentos en algunos de los complejos turísticos a los que antes hemos hecho alusión, nos muestra como los precios oscilan entre los poco más de 500 y los cerca de 1500 euros/m2 (Cuadro 1). Tales diferencias están asociadas, por un lado, a la situación de la zona elegida y, por otro, a características tales como la distribución del espacio edificado, calidad de los materiales empleados en la construcción, proximidad a la línea de playa, etc. De esos datos seleccionados al azar se desprende otra conclusión no menos interesante: los precios más elevados de las viviendas turísticas corresponden a la zona de Cabo Negro, y se van abaratando conforme nos alejamos de ella, tanto hacia la frontera de España como a la de Argelia. Cuadro 1.- Precio viviendas Localidad Resort M2 Precio Euros/ m2 Cabo Negro La Cassia Golf 78 105.597 1.353,8 Cabo Negro Cabo Negro Golf 99 138.000 1.393,9 Cabo Negro Mirador Golf Apartahotel 25 33.350 1.334,0 Cabo Negro Cabo Dream 48 70.150 1.461,4 M’diq Alcudia Smir 172 229.000 1.331,3 M’diq Colina Smir 72 83.333 1.157,4 M’diq Sania Torres 140 73.000 521,4 Martil Essafia 50 40.795 819,5 Saidía Saidía Mediterránea 56 68.116 1.216,3 Saidía Saidía Mediterránea 77 96.871 1.258,0 Saidía Saídia Mediterránea 97 109.698 1.130,9 Fuente: Distintas agencias inmobiliarias. Elaboración propia. Espectacular crecimiento de la oferta A las nuevas plazas turísticas que se han creado o están en fase de ejecución, hay que unir las que ya existían con anterioridad al boom turístico del nuevo milenio. Todo ello configura una oferta actual amplia y cada día más diversificada, que se extiende poco a poco por todo el litoral mediterráneo como una enorme mancha de aceite. La oferta hotelera actual está compuesta por 54 establecimientos que acogen 4.562 camas, más de la mitad de las cuales (53,2 %) se concentran en la provincia de Tetuán (Cuadro 2). Además de los hoteles situados en el casco urbano de la capital, la provincia cuenta con una importante oferta en el tramo playero comprendido entre las localidades de F’nideq y M’diq, en el que como ya hemos visto cada vez es mayor la oferta residencial de los complejos turísticos. Cuadro 2.- Número camas por categoría. 2005 Provincia 5* 4* 3* 2* 1* Total Alhucemas 282 160 320 762 Chefchaouen 74 188 52 90 404 Tetuan 238 518 886 395 390 2.427 Nador - 120 493 263 93 969 Total 238 712 1.849 870 893 4.562 http://www.apdn.ma; http://www.turismomarruecos.com En su inmensa mayoría se trata de hoteles de baja categoría: el 79,1 % de las camas corresponden a hoteles de 3 o menos estrellas. Teniendo en cuenta que la calidad de los hoteles marroquíes en sensiblemente inferior a la de los europeos de la misma categoría, no podemos menos que tildar esta oferta como de muy baja calidad. Por el contrario, en toda la zona sólo se halla abierto un hotel de 5 estrellas que únicamente dispone de 238 plazas (8 %). Son más numerosos, en cambio, los hoteles de 4 estrellas, cuya capacidad conjunta asciende a 712 plazas. Se encuentran mejor repartidos, ya que en todas la provincias, excepto Alhucemas, hay abierto, al menos, un establecimiento de estas características. Esta oferta hotelera se completa con la existente en los denominados clubs de vacaciones, complejos residenciales y complejos turísticos, integrados estos últimos, por villas y apartamentos. En conjunto totalizan más de 1000 habitaciones, cerca de 400 villas turísticas y casi 2000 apartamentos. Hotel en Tetuán Por último no podemos dejar de mencionar el importante número de plazas que acogen los 13 camping que se localizan, casi en su totalidad, en la zona costera. La capacidad de acogida de todos ellos supera las 3.000 tiendas de campaña. Aunque sus instalaciones están preparadas para dar acogida a toda clase de turistas, su utilización mayoritaria se produce por la población marroquí, acostumbrada desde hace años a residir en este tipo de instalaciones durante sus vacaciones veraniegas. El mayor atractivo de esta amplia oferta radica en su bajo coste económico, muy inferior al de la gran mayoría de los destinos mediterráneos. Ello se debe, por un lado, al menor coste de la vida en el país y, por otro, a los bajos salarios que rigen en el sector. En todo caso, del mismo modo que sucede en otros destinos turísticos de la región, los precios sufren fuertes oscilaciones en razón de la temporada. Durante la temporada alta veraniega, por lo general, los precios suelen incrementarse entre un 75 y un 100 % respecto a la temporada baja invernal. Acusada estacionalidad de la demanda Como en el resto de los países mediterráneos donde los elementos naturales sol y playa constituyen la base de su atractivo turístico, en la costa mediterránea marroquí la fuerte estacionalidad de la demanda también se configura como uno de los principales problemas a los que se enfrenta actualmente la actividad turística, cuya solución resulta más acuciante (Hillali, 1994). Aunque los datos que hemos podido manejar acerca de la afluencia turística corresponden a pernoctaciones hoteleras realizadas durante el trienio 1999-2001 en todo el país, no creemos que resulten muy distintos de los actuales, ni que contradigan a los que se registran en otra clase de establecimientos. Pues bien, según esos datos, durante los meses de julio, agosto y septiembre se concentran entre el 33 y 36 % del total de turistas que visitan el país a lo largo del año. Si a estas visitas les sumamos las que se registran durante los meses de marzo o abril (depende del mes en que se produce el período vacacional de Semana Santa), ese porcentaje puede elevarse perfectamente hasta el 50 % de visitantes. Veraneantes Además de las razones que se han esgrimido para explicar tan elevada concentración de visitantes durante el período veraniego en otros destinos mediterráneos semejantes al que nos ocupa (estabilidad atmosférica, alta insolación, período vacacional de la mayor parte de la población activa, etc.), en este caso hay que tener en cuenta también el regreso de los marroquíes residentes en el exterior, un movimiento demográfico y social que en este país alcanza el rango de fenómeno de masas por el elevado número de personas al que afecta. Se calcula que durante los tres meses centrales del año, junio, julio y agosto, regresan al país casi tres millones de trabajadores, procedentes, sobre todo, de la Unión Europea. De ellos, una gran proporción lo hacen a las provincias del norte de Marruecos, uno de los focos históricos de la emigración en este país. Playa de Martil en invierno A diferencia de otros países de la orilla norte mediterránea en los que se ha avanzado sustancialmente en la lucha contra la estacionalidad durante las últimas décadas, en Marruecos aun existen resistencias que resultan muy difíciles de vencer. Entre ellas la debilidad del sistema de seguridad social, imposibilitado por el momento para articular un programa vacacional gratuito o semigratuito, dirigido a trabajadores jubilados y personas de la tercera edad en general, capaz de mantener elevado el nivel de la demanda más allá del períodos veraniego. Esta incapacidad de los poderes públicos marroquíes es muy posible que pueda contribuir a contrarrestarla la iniciativa privada cuando entren en funcionamiento algunos de los complejos turísticos y grandes hoteles que hoy se hallan en construcción. Si no fuera así, no tendría sentido el interés demostrado por algunos grandes grupos turísticos internacionales por instalarse en la costa mediterránea, máxime si tenemos en cuenta la envergadura de algunos de los establecimientos que están a punto de abrir sus puertas. La experiencia de estos grandes grupos empresariales nos lleva a pensar que buena parte de su clientela piensan captarla entre los colectivos europeos antes mencionados a fin de mantener abiertas sus instalaciones durante todo el año. Téngase en cuenta que en algunos de estos países los programas vacacionales dirigidos a las personas con más edad gozan ya de una larga tradición, y que muchos de ellos se han ido afianzando con el paso de los años hasta llegar a constituir en estos momentos uno de los elementos centrales del denominado “Estado del bienestar”. Nuevas construcciones en Martil Beneficios del turismo Aunque es verdad que el turismo ha beneficiado de forma muy especial a los grandes promotores inmobiliarios y cadenas turísticas nacionales e internacionales, no es menos cierto que también ha tenido una repercusión social muy positiva en los territorios de acogida. Ante todo por el favorable impacto laboral que se ha derivado de la dinamización de un mercado de trabajo anquilosado, en el que históricamente escasearon las oportunidades de empleo fuera del sector agrario. La construcción de miles de viviendas en los grandes complejos residenciales así como de los equipamientos que muchos de ellos llevan anexos, se ha traducido en la generación de miles de puestos de trabajo en las diferentes categorías laborales. La inmensa mayoría de ellos se han ocupado por población autóctona, lo que ha provocado un descenso espectacular de las tasas de paro en aquellas localidades donde se ubican los complejos y en sus inmediatas áreas de influencia. De manera indirecta, el desarrollo turístico también ha generado numerosos empleos a través de la construcción de la potente infraestructura que ha tenido que ponerse en marcha para poder atender al creciente número de visitantes. Piénsese, por ejemplo, en la importante mejora de la red viaria que se ha creado alrededor de los grandes ejes turísticos, o en la construcción de las distintas presas para abastecimiento de agua a los nuevos núcleos turísticos. Las ofertas de empleo en estas grandes obras públicas han alcanzado una magnitud considerable durante los últimos años, entre otras razones por la escasa mecanización de la mayor parte de las faenas laborales. Eso ha obligado, incluso, a recurrir a la población inmigrante, especialmente a la procedente del sur del país, para poder cubrir las necesidades del mercado de trabajo. En no pocos casos esos trabajadores viven al pie de las obras en tiendas de campaña o en otro tipo de hábitat aun más precario, careciendo de toda clase de comodidades y servicios esenciales. Mucho menos cuantioso ha sido el empleo directo que se ha creado en los establecimientos turísticos, aunque en ningún caso puede desdeñarse, al menos si lo analizamos en el contexto de un entorno laboral tan deprimido como el del norte de Marruecos. El nuevo complejo de Saidia Mediterránea, por ejemplo, se espera que cree 8.000 puestos de trabajo directos y 40.000 indirectos (Chambre…, 2007), lo que supondrá un fuerte revulsivo social en una región como la oriental fuertemente castigada desde antiguo por el paro y la emigración. La principal debilidad del mercado de trabajo turístico reside en su elevada estacionalidad, paralela a la que sufre la llegada de visitantes. Ahora bien, como indicábamos más arriba, es de esperar que ese problema estructural se resuelva tras la entrada en funcionamiento de algunos de los grandes establecimientos turísticos gestionados por cadenas multinacionales que conocen de primera mano el funcionamiento de los principales mercados emisores y saben como actuar para vencer la estacionalidad. Cadena hotelera internacional Otros beneficios que se han derivado del turismo para la sociedad receptora tienen que ver con la aceleración que ha sufrido la ejecución de algunas grandes infraestructuras esenciales para el desarrollo y desenclave de la región, como las vías rápidas de comunicación o las grandes presas. Su construcción, casi con toda seguridad, se hubiera demorado de no mediar el fuerte empuje que ejerce la actividad turística. Autopista Fnideq-Tetuán Pantano sobre el río Martil Una muestra clara de ello la encontramos en la autovía que une Ceuta y Tetuán, construida hace años para acortar los tiempos de desplazamiento entre la frontera española y los principales complejos turísticos que se extienden a lo largo del frente costero. El colapso que sufre esta autovía durante los meses de máxima afluencia de visitantes, ha obligado a construir una nueva autopista de peaje entres esas dos ciudades que en un futuro no muy lejano se extenderá hasta Tanger para conectar con las carreteras que se dirigen hacia el sur del país. Este mismo sentido de revitalización turística del territorio costero tiene el proyecto de la conocida como “circunvalación mediterránea”, una autovía de 550 kilómetros que unirá Tánger y Saidía a través de Tetuán, cuyos primeros 120 kilómetros están ya finalizados, y muy avanzados los estudios para la licitación del resto de los tramos que restan para completar el recorrido. Además de facilitar los desplazamientos entre el oeste y el este del país, esta nueva vía de comunicación va a generar en sus inmediaciones unas enormes bolsas de suelo urbano sobre un litoral absolutamente virgen por el que se muestran sumamente interesados un sinfín de promotores inmobiliarios europeos que desde hace años vienen tomando posiciones en Marruecos. Y es que toda la franja costera no sólo presenta grandes oportunidades de negocio desde el punto de vista turístico sino también desde el de la promoción de la segunda residencia, dirigido específicamente al conjunto de marroquíes residentes en el exterior, una buena parte de los cuales salieron de esta amplia región norteña a partir de los años sesenta. Como se ha demostrado en algunos trabajos sobre el particular, la adquisición de vivienda es, precisamente, uno de los principales objetivos a los que se dirige el sustancioso volumen de remesas económicas que sistemáticamente envían al país los emigrantes (Casarino, 2207), algo que conocen a la perfección los promotores inmobiliarios europeos, que desde hace unos años han empezado a tener a este colectivo entre sus principales clientes. Nueva carretera costera junto a El Jebha (Puerto Capaz) La construcción de grandes presas, como decimos, es otra de las acciones infraestructurales que, a no dudarlo, ha acelerado la pujanza del turismo. La creación de la presa de Smir en 1991, a la que después nos referiremos, se ha visto secundada en estos últimos años por la presa de Mulay Hassan Ben el Mehdi, inaugurada en 2006. Por otra parte, a mediados de 2008 ha empezado a construirse la Presa de Ued Martil, en el municipio de Ben Karrich, con una capacidad de 120 Hm3, que atenderá tanto al riego agrícola como al abastecimiento urbano de Tetuán y toda la franja costera de la provincia. La mejora y ampliación de la red portuaria se ha realizado en muchos casos con vistas al incremento de la demanda turística, pero sin despreciar al importante sector pesquero autóctono, cuyas potencialidades de crecimiento son considerables, apenas se mejoren los procesos de transformación y se controlen los canales de comercialización. Lo mismo podemos decir de la cada vez más abundante infraestructura aeroportuaria, cuyo nivel de uso está experimentando un rápido crecimiento a medida que se incrementan las conexiones con los principales mercados emisores de turistas y ganan importancia los vuelos de bajo coste (Shamamba, 2005). Esa infraestructura, en todo caso, también está prestando un gran servicio a los propios marroquíes, especialmente a los residentes en el exterior, que cada año acuden con más frecuencia al vuelo aéreo a la hora de retornar a su país. Nuevo puerto deportivo-pesquero de M’diq Impactos ambientales El aspecto más controvertido de cuantos ha suscitado la urbanización masiva del litoral mediterráneo hasta el momento es el de su elevado coste ambiental y paisajístico. El rápido desarrollo de este proceso, auspiciado por la favorable coyuntura política y por las enormes expectativas de lucro que se adivinaban detrás del mismo, ha relegado a un segundo plano cualquier intento de planificación territorial y ambiental previo a la ocupación del suelo. Eso no ha hecho más que aumentar las tensiones y los conflictos sociales provocados por la masiva urbanización del litoral, ante la cual surgen cada día más voces críticas que se muestran contrarias a lo que Beatrice Giblin ha calificado como “bétonnisation” (expansión del hormigón) de las costas (Giblin, 2007). Con todo, hay que advertir que en la inmensa mayoría de las nuevas promociones turísticas se ha huido deliberadamente del crecimiento vertical, limitándolo, según las zonas, a un máximo de tres o cuatro alturas. De este modo se mitiga el efecto pantalla que suelen provocar los edificios de mayor altura, alterando las condiciones microclimáticas de la fachada litoral al impedir la libre circulación de los vientos entre la tierra y el mar. Por otra parte, la densidad edificatoria también se ha limitado drásticamente, pues se ha huido de la creación de grandes aglomeraciones humanas como las que se registran, por ejemplo, en algunos puntos de la costa mediterránea levantina o andaluza. En todo caso no podemos dejar de reseñar algunos ejemplos en los que las relaciones entre turismo y medio ambiente muestran todo su antagonismo y contradicciones más profundas. El mejor estudiado es el de las marismas y laguna del río Smir, situadas en el epicentro de una de las zonas de mayor dinamismo urbanizador de la costa mediterránea occidental. Las transformaciones ambientales de este singular humedal costero, contrariamente a lo que suele creerse, se iniciaron en 1991, con mucha antelación, por tanto, a la emergencia turística. La inauguración ese año del embalse de Smir, en la cabecera de dicho río, redujo de forma drástica las aportaciones de agua dulce, que pasaron de 25 Hm3/año a 1 Hm3/año. Ello se tradujo en una reducción del 50 % de la superficie del humedal, tal y como demuestran los análisis fotogramétricos realizados a partir de imágenes anteriores y posteriores a la fecha de inauguración del embalse (Stitou y otros, 2006). A partir de la creación de esta infraestructura hidráulica, las principales aportaciones hidricas que recibió el humedal fueron las de las aguas residuales procedentes de la vecina localidad de M’diq, que llegaban hasta la laguna sin previa depuración, provocando un aumento notable de los niveles de eutrofización como consecuencia del incremento de la riqueza orgánica de esos aportes. La construcción del puerto deportivo de Smir y del complejo residencial asociado al mismo junto a la desembocadura del río, supuso la desaparición de la barra arenosa y del sistema dunar que actuaban como bastiones contra los procesos de inundación marina (Benavente y otros, 2007), con lo cual la resistencia a los embates de los temporales ha disminuido al tiempo que el grado de exposición de amplias franjas del litoral se ha elevado considerablemente (MAPA). Desembocadura del Oued Moulouya Por otro lado, con esa desaparición se han suprimido las barreras que impedían la entrada de aguas marinas hasta la laguna, iniciándose a partir de entonces una progresiva salinización de sus aguas. A este fenómeno le sucedió un retroceso en las comunidades vegetales palustres y un avance significativo de las plantas halófitas (Castro y otros, 2006). De igual modo se han reducido las colonias de aves que utilizaban la laguna como lugar de anidamiento o, simplemente, como zona de descanso en sus desplazamientos anuales. Otra de las zonas húmedas cuya transformación ha sido más criticada la encontramos en la desembocadura del río Moulouya, calificada por el gobierno marroquí en 1996 como Sitio de Interés Biológico y Ecológico, e incluida en 2005 en la Convención internacional de humedales de importancia (RAMSAR), debido a su condición de estuario más grande del país, en el que descansan y nidifican anualmente un gran número de especies de importancia internacional. Las amenazas que se ciernen sobre este singular enclave, denunciadas por la Plataforma ecológica del norte de Marruecos5, están asociadas a la creación de una estación de bombeo de agua del río con el fin de atender al riego de los campos de golf del complejo turístico de Saidia Mediterranea, la construcción de un colector para el vertido de aguas residuales procedentes de ese mismo complejo, y el establecimiento de una futura autopista que seccionará toda la zona. Un tercer ejemplo de antagonismo entre turismo y medioambiente se hace presente en la zona de Cabo Negro, primer gran saliente de la costa mediterránea cuando se penetra desde Ceuta. La intensa urbanización turística de la que viene siendo objeto toda la llanura de Tetuán ha comenzado a escalar por las abruptas laderas de este promontorio, arrasando una gran parte del tapiz vegetal que la recubría, implantado por la Administración española durante la etapa del Protectorado con el fin de restaurar una zona que se encontraba sumamente degradada por el efecto de una presión antrópica secular excesiva (Araque Jiménez y Garrido Almonacid, 2008; Martín Cantarino, 2008). Las roturaciones y desmontes que han tenido lugar durante los últimos años han provocado alteraciones paisajísticas de gran calado que amenazan con no detenerse en el futuro por el alto prestigio turístico que ha alcanzado toda esta zona. Lo paradójico de este ejemplo reside en la diferente sensibilidad que han mostrado las autoridades municipales ante el avance del proceso urbanizador. Así, mientras el Ayuntamiento de M’diq se ha mostrado firme defensor de la conservación de la masa pinariega perteneciente a su municipio, impidiendo cualquier clase de alteración que no tenga que ver con los intereses de la defensa nacional, el Ayuntamiento de Martil, propietario de otra gran parte de Koudiat Taifour no ha dudado en animar a los promotores urbanísticos a actuar en la zona. Como consecuencia de la desprotección que han sufrido las laderas afectadas por la urbanización que hoy se ejecuta, sometida a reiterados incendios, se han acelerado enormemente los procesos erosivos, cuyos efectos son perfectamente visibles en un rápido recorridos por esta zona Avance de la urbanización en Cabo Negro Por último, aunque es menos conocido, no podemos dejar de referirnos a la enorme transformación que está sufriendo gran parte de la llanura de Tetuán comprendida 5 Puede encontrarse información al respecto en http://www.ecologistasenaccion.org entre Cabo Negro y Martil, donde se han arrasado buena parte de las dunas estabilizadas a comienzos del siglo XX con el fin de acoger nuevas urbanizaciones turísticas. Con ello se han destruido distintas zonas húmedas que si bien no tenían la importancia de la Laguna de Smir resultaban vitales para la supervivencia de algunas colonias de aves de singular importancia. Llanura litoral de Tetuán Perspectivas de futuro Como acabamos de ver, el desarrollo turístico de la costa mediterránea de Marruecos se ha sustentado hasta el momento de manera monoespecífica sobre los recursos sol y playa. Es obvio que estos recursos van a seguir constituyendo la base sobre la que descanse el crecimiento a corto y medio plazo del sector, sobre todo cuando esté definitivamente conectada por vía terrestre toda esta región septentrional del país. La primera muestra de ello nos la ha dado la nueva autopista entre F’nideq y Tetuán, que ha venido a generar una gran bolsa de suelo urbanizable entre esa vía de comunicación y la costa, buena parte de la cual ya se halla a disposición de los agentes urbanísticos quienes han procedido de inmediato a la construcción de nuevos complejos residenciales. Frente a esta situación, el turismo rural apenas ha sido objeto de atención ni por parte del empresariado local, ni por parte de los poderes públicos. En gran medida ello se debe a la carencia crónica de dotaciones y servicios elementales (electricidad, agua corriente, etc.) en buena parte del medio rural, con lo cual resulta muy difícil la implantación y el correcto funcionamiento de una actividad como la turística. No es menos cierto, por otro lado, que las nuevas iniciativas de negocio rara vez pueden partir de un entorno social en el que se sigue viviendo al borde de la subsistencia, done, si acaso, sus habitantes optan por la emigración a Europa como solución más adecuada para superar la difícil situación de penuria económica en que viven. Por último, no queremos dejar de reseñar las grandes perspectivas que presentan los espacios naturales del norte de Marruecos para el desarrollo de la actividad turística, pero como sucede en el resto del medio rural, apenas se han dado paso hasta el momento para que se produzca ese esperado despegue. La apuesta por la potenciación de este segmento debería convertirse en los próximos años en uno de los objetivos preferentes de la política turística marroquí, tanto por el sustancial incremento que viene experimentando la demanda como por la necesidad de empezar a diversificar territorial y sectorialmente la oferta. Hotel en Issaguen Bibliografía Aguer, O. (2004): El sector turístico-hotelero en Marruecos. Información Comercial Española. Nº 819. Págs. 145-155. Andrés Sarasa, J. L. (1998): Un complejo turístico exclusivo en Europa: La Manga Club Resort (Murcia). Cuadernos de Turismo. Nº 1. Págs. 147-150 Andrés Sarasa, J. L. (2004): Incertidumbres en el espacio agrícola y proceso urbanizador 'resort' en la Región de Murcia. Cuadernos de Turismo. Nº 14. Págs. 7-65. Araque Jiménez, E. y Garrido Almonacid, A. (2008): Koudiat Taifour y la llanura de Tetuán: oportunidades para su conservación, en Taiqui, L., Araque Jiménez, E. y Ýoubi Idrissi, M. 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