MERCADOS DE GNL Dimensión del mercado actual de GNL El mercado mundial de GNL ha experimentado un crecimiento espectacular en los últimos diez años. En efecto, de los 4 Tcf (84 millones de toneladas métricas) que exportaron 9 países en 1997 a los 6,3 Tcf (132 millones de toneladas métricas) que exportaron 12 países en 2005, el intercambio mundial de este producto ha crecido un 57% en ocho años, o sea a un promedio de 7% por año. Entre los exportadores, se destaca la cuenca del Pacífico, donde se originan casi la mitad de los embarques, destacándose en ella Indonesia con un 21% del total, seguida por los países de Medio Oriente, liderados por Qatar, que se ha convertido en la estrella ascendente en este campo. La cuenca del Atlántico le sigue en importancia con un 29% de los embarques, y dentro de ella se destaca Argelia, con una larga tradición de abastecimiento a los países europeos del Mediterráneo. En cuanto a los receptores, Japón y Corea figuraron al tope de la tabla durante los años 90 con casi un 66% del GNL recibido, pero han declinado su participación porcentual –aunque no en valores absolutos- por el gran crecimiento que ha experimentado el mercado de EE.UU. ante la declinación de sus propios yacimientos gasíferos y la insuficiencia de las importaciones a través de la frontera con Canadá. 25 Perspectiva futura Importaciones Los factores que impulsan la demanda de GNL difieren según la posición estratégica en la se encuentren los países demandantes de gas. Los grandes importadores asiáticos de GNL – Japón, Corea y Taiwán- tienen escasos recursos energéticos en sus territorios y por ello son altamente dependientes de energía importada para calefacción, uso doméstico y generación eléctrica. Al mismo tiempo han desarrollado mercados maduros de gas, que abastecen casi exclusivamente por medio de GNL. El único competidor potencial que tiene el GNL en estos países es el gas natural del yacimiento de Sakhalin en Manchuria, a ser traído mediante un gasoducto submarino de 3.700 Km. de longitud, un proyecto costoso y riesgoso que presenta muchos problemas en su ejecución. 26 Europa y Norte América, por el contrario, poseen o tienen fácil acceso a recursos energéticos más diversos y abundantes, por lo cual la penetración del GNL en dichas regiones es más difícil. En Europa, la creciente demanda de gas natural para generación eléctrica brinda posibilidades al GNL de Africa en zonas no cubiertas por el gas por gasoducto de Rusia o del Mar del Norte. Un caso típico es Gran Bretaña, que ha desarrollado un mercado maduro de gas basado en sus yacimientos del Mar del Norte. Al entrar éstos en franca declinación, la isla está planeando la instalación de dos terminales receptoras de GNL en su costa Oeste para recibir gas de Trinidad Tobago o de Argelia. En EE.UU. la situación es parecida: la demanda creciente de gas natural, la declinación de las reservas domésticas y las limitaciones que presenta la importación de gas desde Canadá han impulsado la construcción de más de 9 terminales receptoras en las costas Este y Oeste del país. La penetración del GNL en la demanda doméstica mundial de gas, que hoy ronda el 3% , pasará al 9% en 2010 con impulso creciente. Además de los países actualmente importadores de GNL, es decir, EE.UU., Francia, Italia, España e India en el Atlántico, así como Japón, Corea y Taiwán en el Pacífico, dos nuevos países de aprestan a convertirse en futuros demandantes: China, por su enorme necesidad de energéticos y Gran Bretaña, por las razones antes expuestas. Exportaciones Las mayores concentraciones de gas natural se dan en regiones donde no existe una demanda significativa de dicho energético; por ello, existe entre los productores una necesidad urgente de monetizar dichas reservas remotas o ubicadas a gran profundidad en el mar. La única solución para mover dichas reservas a los mercados es la licuefacción del gas y el GNL es la forma elegida para hacerlo. Eso explica porqué Australia, Malasia, Indonesia, Qatar, Nigeria y Trinidad Tobago se cuentan hoy entre los grandes países exportadores de GNL y también porqué la capacidad global de licuefacción de gas ha pasado de 187 MMMm3 de gas (139 millones de toneladas métricas de GNL) por año en 2003 a un estimado de 266 MMMm3 (197 millones de toneladas métricas) en 2007. Aparte de los exportadores ya establecidos mencionados en el párrafo anterior, tres nuevos países –Egipto, Noruega y Rusia- construyen actualmente plantas de licuefacción y se 27 aprestan a entrar en el mercado de exportación, mientras que otros le siguen en una etapa de planeamiento. El tráfico creciente de GNL requiere cada vez mayor capacidad de transporte. En 2003 había 151 buques metaneros y 55 en construcción y la puesta en servicio de estos últimos elevará la capacidad global de carga un 44% entre 2003 y 2006, pasando de 17.4 millones de m3 en 2003 a 25.1 millones de m3 en 2006. Mientras que los impulsores del crecimiento del GNL han variado en las últimas décadas, una característica ha permanecido constante: la lógica comercial que sustenta la mayoría de los proyectos. Los grandes compradores de GNL son países importadores de gas que operan en mercados monopólicos, preocupados por la seguridad de abastecimiento y la diversificación de las procedencias de su gas importados. Este tipo de compradores es el que está dispuesto y en condiciones de pagar más por el GNL y además, son los que están en posición de concertar acuerdos de largo plazo, del tipo take-or-pay. También son compradores confiables, y esta característica permitió a los promotores de proyectos de GNL obtener el financiamiento para acometer las cuantiosas inversiones que ellos requerían. De esta manera, la estructura de la industria inicial asemejaba a una serie de ciclos cerrados con buques exclusivamente contratados para hacer viajes en “calesita” entre productores y consumidores fijos, atados por contratos de 20 años de duración. Esta es la estructura básica existente en la que se ha basado el crecimiento de las ultimas décadas, pero ahora la industria entra en una nueva etapa y esta estructura va a estar sometida a pruebas. En efecto, la ola global de liberalización y privatización de áreas de negocio que antes se consideraban dentro de la órbita del Estado también ha alcanzado a los energéticos. Esto significa más desregulación, menos intervención estatal y más actividad privada en este campo. Competencia creciente es el resultado de una mayor libertad de los usuarios para elegir a su proveedor de energía y, en contrapartida, esto significa una menor certidumbre y mayor riesgo para los proveedores, tanto en términos de volumen como en términos de precio de venta. A su vez, los compradores quieren mayor flexibilidad en su abastecimiento y están menos dispuestos a garantizar compras fijas por largos períodos. En estas condiciones, no es extraño que comiencen a aparecer las primeras operaciones spot de 28 compra de GNL y que surja la pregunta: podrá una industria como la del GNL – con su pesada carga de inversiones fijas y con su necesidad de altos índices de ocupación de su capacidad instalada - soportar la presencia de una importante masa de operaciones spot en paralelo con sus contratos de largo plazo? Impulsores clave del negocio Analizaremos ahora algunos de los factores que han contribuido más al crecimiento del GNL en los últimos años y que constituyen las razones principales para sostener el futuro desarrollo de esta industria. Desbalance entre oferta y demanda de gas El principal factor de desarrollo del GNC en el mundo es la falta de equilibrio entre la demanda interna y la oferta doméstica o regional de gas natural. Si bien la palabra “desbalance” parece englobar a todas las situaciones, es necesario plantear distingos entre distintos casos conocidos. Yendo de lo particular a lo general, cuando un país que enfrenta una importante expansión industrial sin contar con los recursos energéticos necesarios, debe apelar a todas las fuentes posibles de provisión de energéticos para sostener tal desarrollo. Tal fue el caso de Japón y Corea en los 80; sin recursos energéticos propios y con una gran conciencia nacional en materia de preservación del medio ambiente, apelaron al gas para no depender únicamente del petróleo para motorizar su desarrollo. Y como la única manera de importar gas era bajo la forma de GNL, dedicaron importantes esfuerzos a construir facilidades de recepción y distribución seguras, a construir buques metaneros más grandes y a desarrollar fuentes de provisión confiables en el Sudeste asiático. Hay en el mundo otros casos no tan extremos: países con un razonable mix de abastecimiento de energéticos importados y locales que sin embargo optan por el GNL como un recurso destinado a satisfacer requerimientos especiales. En este campo, la generación eléctrica mediante centrales térmicas a gas ha sido un formidable motor porque 29 presenta ventajas innegables sobre el carbón y el fuel-oil: menor inversión por unidad de potencia útil, mayor eficiencia del combustible, menor tiempo de construcción de las centrales y sobre todo, menores emisiones. Cuando el abastecimiento de gas importado mediante gasoductos de larga distancia –como en los países de. Oeste de Europa frente al gas de Rusia- se torna caro y sujeto a vaivenes políticos, el GNL encuentra su lugar en la ecuación energética, sobre todo cuando hay una fuerte demanda de gas para generación térmica. Finalmente, el caso más evidente se produce cuando se dan simultáneamente dos condiciones: el país ha desarrollado un mercado maduro de gas sustentado por una abundante producción doméstica y, por otra parte, por razones diversas dicha producción comienza a declinar sin atenuantes. Esta es la situación que viven hoy EE.UU y el Reino Unido, los primeros por la sistemática declinación de la productividad de sus yacimientos de gas y la virtual imposibilidad de suplirla con gas de Canadá, frente a un sostenido aumento de la demanda doméstica -especialmente originada en la generación térmica- y por el agotamiento progresivo de los yacimientos de gas del Mar del Norte, en el segundo. Cuándo se llega al convencimiento de que el gas se termina en un país? Cuando, pese a un sustancial aumento del número de pozos perforados para gas y a un gradual aumento del precio del gas doméstico, la demanda creciente sigue insatisfecha y las importaciones a través de gasoductos desde países limítrofes o cercanos no logran balancearla. Aumentos del precio interno En los países donde rige un verdadero mercado desregulado de gas, con formación de precios totalmente sujeta a los vaivenes de la oferta y de la demanda, es indudable que el aumento paulatino de los precios internacionales del petróleo desde 1998 ha ejercido una fuerte presión a la suba en los precios internos del gas. Mucho se ha discutido sobre el hecho de que el gas natural no es un commodity, sino que sus precios se comportan según condiciones regionales de abundancia o escasez sin llegar a globalizarse. Lo cierto es que cuando un país templado o frío elimina toda restricción regulatoria a la libre formación de precios y permite la existencia de fuertes oscilaciones de precio verano/invierno, el escenario está montado para que el precio del gas siga la tendencia a la suba de los combustibles líquidos que sustituye. 30 Un caso patente de esto es la evolución de los precios internos de gas natural en los EE.UU. en la última década. 31 Los cuadros precedentes reflejan la evolución de los precios promedio, pero más dramático ha sido el comportamiento de los precios spot de invierno del gas en el clásico punto formador de precios del Golfo de México denominado Henry Hub (ver cuadro siguiente), que revelan picos que han llegado a los 18 US$/MMBtu en la temporada de invierno 2004/2005. Escenarios como el descripto en los párrafos precedentes se presentan el países del primer mundo, donde el consumidor residencial promedio está generalmente en condiciones de pagar más por su gas en invierno. Pero existen casos de países en desarrollo con un mercado emergente de gas donde los gobiernos intervienen en el mercado mediante esquemas de precios regulados, subsidios directos o indirectos, reducción de impuestos, etc. para evitar que los precios de los energéticos sigan la tendencia mundial al alza que golpea fuerte en los bolsillos de sus propios consumidores. Uno de los recursos es el de congelar el precio del gas en boca de pozo para la producción doméstica o las tarifas de transporte de gas, lo cual produce desaliento de las inversiones si el sistema es privado y consecuentemente, escasez a mediano plazo. Aquí se presenta otra oportunidad para recurrir al GNL como un recurso para mantener el abastecimiento de gas en mercados costeros. 32 Conciencia ambiental El gas natural ha sido reconocido mundialmente como el combustible fósil menos agresivo para el ambiente y como tal, debería gozar de las preferencias de los gobiernos, de los ambientalistas y del público en general como el combustible de transición hasta que aparezca el energético ideal del futuro. Así lo han reconocido muchos países industriales que adhieren al Protocolo de Kyoto sobre cambio climático, favoreciendo el uso del gas – sobre todo para generación eléctrica- con el fin de cumplir las metas sobre emisiones de gases de efecto invernadero que se han comprometido a cumplir. Pero no todos los países que se encuentran en esta situación tienen fácil acceso a reservas de gas natural –sea en sus propios territorios o mediante importación desde países limítrofes por gasoductos- para abastecer a sus mercados en expansión. Si la conciencia o el compromiso ambiental priman sobre la mera consideración económica –el caso paradigmático es el de Japón-, aquí se presenta también una oportunidad para desarrollar sistemas de abastecimiento mediante GNL. Reservas remotas Las reservas de gas natural cuyo transporte a los mercados más cercanos sería extremadamente costoso, se denominan comúnmente reservas remotas (stranded reserves). Incluyen gas asociado –extraído junto con petróleo-, gas venteado y gas reinyectado a formación para cumplir con regulaciones más que para mantener la presión del reservorio. A veces, el exceso de reservas con relación al ritmo de extracción que admiten los mercados receptores puede considerarse dentro de esta categoría, ya que el precio al que debiera cobrarse el gas adicional no compensaría los costos de desarrollo y producción. Muchos yacimientos petroleros ubicados en lugares remotos producen suficiente gas asociado como para merecer un destino comercial, pero están a una distancia tal de los mercados que dicho gas sólo merece ser venteado o reinyectado. El venteo (o quemado) del gas asociado es posible si no se infringen normas ambientales sobre emisiones. La reinyección, salvo cuando lo requiera el mantenimiento de la presión en el reservorio, 33 significa costo agregado para comprimir el gas, además de un eventual efecto adverso al cambiar el mix de hidrocarburos en el yacimiento. Se ha estimado que las reservas remotas constituyen un 50% de las declaradas por los 10 países productores más importantes de gas del mundo. De ellas, un estudio reciente identificó unos 450 Tcf de gas disponibles en yacimientos remotos con reservas mayores a los 50 Bcf cada uno, que podrían ser extraídos a valores inferiores a 1 $/MMBtu. Dependiendo de la ubicación y del volumen de reservas de dichos yacimientos y de la factibilidad del transporte marítimo a mercados accesibles, la alternativa GNL sería aplicable, teniendo en cuenta que los operadores de yacimientos remotos están dispuestos a sacrificar precio con el fin de monetizar reservas que de otro modo no tendrían destino. Globalización de los mercados de gas natural Debido a las dificultades que el gas presenta para ser transportado, casi el 80% de la demanda mundial de este energético son hoy satisfechas mediante producción doméstica, pero a medida que la demanda aumente, cada vez más gas deberá ser importado, al extremo de que Shell estima que para 2030 sólo el 50% del consumo de los distintos países será cubierta por producción propia. Veamos la evolución que se ha producido en 10 años (1993 - 2003) en las distintas regiones del mundo. En dicho período, la producción de gas europea creció de7.71 TCF a 10,25 TCF, con un aumento anual promedio de 2,9% pero al mismo tiempo la demanda lo hizo de 12,37TCF a 17,59 TCF, o sea a un ritmo de 3,6%. Ello se tradujo en un aumento global de las importaciones de gas desde afuera de la zona y, dentro de tal incremento, las de GNL pasaron de 14,4% a 19,4% del total de la demanda. En el mismo lapso, la producción de gas natural en Asia aumentó de 6,49 TCF a 10,96 TCF, mostrando un ritmo de crecimiento de 5,4%. En cambio, la demanda creció de 6,68 TCF a 12,20 TCF, a un porcentaje anual de 6,2%, haciendo que la dependencia en la importación desde fuera de la región creciera de 2,5% a 10,0%. Esto se tradujo en un fuerte crecimiento de las importaciones de GNL (de 7,8 a 30,2%), debido a la preponderancia que tiene este sistema de abastecimiento en la región asiática. 34 Debido a su enorme apetito por la energía en todas sus formas, el caso de los EE.UU. es el más espectacular en términos absolutos, si no en porcentuales. La producción de gas fue sólo marginal debido a la maduración de los yacimientos del país, pasando de 18,1TCF a 19,9 TCF en el período considerado, a un ritmo de 0,95%, pero la demanda creció de 20,3 a 22,4 TCF, o sea a razón de 0,99%. Así planteadas las cosas, la dependencia en importaciones de afuera del área pasó de 1,7% a 1,8% en dicho lapso, pero dentro de ese rubro, las de GNL se expandieron de 3,5% a 12,7%, mostrando claramente que el país optó por dicha forma de abastecimiento al no poder satisfacer sus necesidades regionalmente por gasoducto. Como estos ejemplos lo demuestran, cada vez un mayor volumen de demanda de gas se satisface mediante transacciones internacionales. Mucho se ha hablado acerca de si el gas se comportará algún día como un “commodity” o sea un producto sujeto a una cotización internacional, como lo es el petróleo, los cereales, el café, el azúcar y algunos metales. La importancia que todavía tiene la producción doméstica y los acuerdos regionales no han permitido que los precios del gas natural se establezcan de esa manera y por ello los precios locales varían significativamente entre puntos del planeta. Pero a medida que aumenten las transacciones internacionales para suplir la demanda creciente, los precios regionales tenderán a converger. El mercado creciente de GNL sin duda contribuirá a acelerar dicha tendencia, porque su sistema de intercambio es el que más se asemeja al del petróleo. Barreras que enfrenta el desarrollo del GNL No todo son buenas noticias en el camino del GNL a nivel mundial. Examinemos los principales inconvenientes que enfrenta este proceso de expansión: Grandes inversiones El establecimiento de cadenas de GNL es una actividad capital intensiva que requiere una planificación detallada y sobre todo, una ejecución finamente orquestada en distintos países 35 e involucrando a actores de muy distinta naturaleza: gobierno del país productor, astilleros, armadores, regulaciones del país receptor, firmas de ingeniería, fabricantes de equipos, contratistas, bancos, etc. Es por ello que las principales empresas multinacionales que han encarado este negocio, aparte de poseer recursos de capital y solvencia frente a los bancos, necesitan tener grupos selectos de administradores de proyectos, capaces de gestionar los mismos sin demoras o tropiezos que pongan en peligro la viabilidad de los mismos. La mayoría de los proyectos energéticos basados en combustibles fósiles tienen una garantía que puede ser evaluada: las reservas de hidrocarburos o carbón recuperables que serán enviadas al mercado por vía del proyecto. En el caso de proyectos de GNL, la cuantía del capital requerido, sumado al volumen de reservas de gas que deben ser atribuidas a los mismos ( y virtualmente inmovilizadas con tal destino) para garantizar el repago de las inversiones, hacen que la garantía usual de reservas recuperables de hidrocarburos no sea enteramente aplicable en este caso, con lo cual dejan de contar con este instrumento de financiamiento. Estas mismas características conducen a buscar convenios de abastecimiento de largo plazo –20 años o más-, suplementados por rigurosas cláusulas take-or-pay, lo cual atemoriza a los posibles compradores, que ven un serio obstáculo en estas rigurosas condiciones. Todo esto significa que los prestamistas que financian proyectos de GNL deben aceptar riesgos a los que no están acostumbrados. Por ejemplo, el riesgo de oscilaciones en los precios del petróleo es aceptado hoy por los inversionistas debido a que existe un mercado spot que marca tendencias, cosa que no ocurre en el caso del gas. Limitaciones en el transporte marítimo Los buques metaneros son los más caros de la industria naval (tonelada contra tonelada de desplazamiento) y, para justificar su construcción, deben navegar con los mínimos tiempos muertos o sea, con la máxima eficiencia. Por eso la mayoría de los buques están ligados a cadenas de GNL específicas y cumplen circuitos o “calesitas” pre-establecidos con tiempos de navegación, carga y descarga rigurosamente monitoreados. Sólo la ruptura temporaria de 36 estos compromisos de abastecimientos (accidentes o fallas en los equipos de tierra) libera tonelaje para entregas spot con destino distinto que el usual. Ante el riesgo de que el flujo de ingresos que genera un buque metanero se interrumpa o se reduzca por causas fuera del control del armador, las entidades financieras que participan en la construcción de estos navíos generalmente exigen garantías que van más allá de las usuales en la industria naviera, o sea la prenda sobre el buque, aplicándose cuentas de reserva en manos de terceros o fondos de emergencia de aplicación automática ante tal evento. Se ve claramente que el respaldo que significa la existencia de un contrato de largo plazo se torna una fuente importante de riesgo si el proyecto fracasa o se demora, siempre que no exista un mercado secundario o alternativo al cual dirigir los embarques. Dos circunstancias tienden afortunadamente a alivianar esta situación: la importancia cada vez mayor que está tomando el incipiente mercado spot de GNL y la consecuente aparición de jugadores que están dispuestos a construir y poner en servicio buques con este propósito y la reducción de los costos de construcción de estos navíos. Respaldando esta tendencia, Malasia, Indonesia y Brunei han decidido recientemente formar un pool con sus recursos navieros para vender sus excedentes de gas en el mercado spot y por otra parte, BP y Shell han ordenado la construcción de cinco buques en astilleros coreanos que no están ligados a ningún proyecto específico de ambas empresas. Falta de un mercado spot Como se ha explicado en el punto anterior, el mercado spot de GNL no aparecerá de la noche a la mañana ni será decretado por nadie, pero una combinación de mayor flexibilidad en los contratos por efectos de la globalización y el incremento progresivo de los precios del gas natural a nivel mundial ( con su secuela de mayores volúmenes disponibles desde yacimientos remotos y mayor inversión en transporte marítimo) son factores que tienden a facilitar su desarrollo. Uno de los obstáculos más persistentes es la aversión de los patrocinadores de proyectos a aceptar que los tomadores de cargamentos spot de gas generalmente no presentan las mismas condiciones de solidez crediticia que los tradicionales clientes ligados por contratos 37 de largo plazo. Esta reticencia se pone en evidencia cuando cargamentos de circuitos estables son desviados a la India, Pakistán, Turquía o China por alguna circunstancia fortuita. Por otra parte, para innovar en el campo de las transacciones comerciales hace falta cierta dosis de coraje para desafiar a la tradición. Un ejemplo contundente de esto fue la creatividad de Enron antes de su colapso. En efecto y a pesar de sus innumerables faltas, dicha empresa tenía listo en 2001, poco antes de su quiebra, un modelo de comercialización online para GNL que hubiera revolucionado el mundo de las transacciones spot de este producto. Hasta hoy no ha aparecido ningún comercializador global dispuesto a arriesgar su prestigio en este campo. Pese a las tímidas transacciones spot que se registran actualmente en GNL, no hay duda que la tendencia será hacia una mayor comoditización y una creciente liberalización del comercio mundial de este energético. Si bien el GNL no será considerado un commodity en el futuro cercano debido a lo escaso de su impacto en el comercio energético mundial, se observará seguramente un número creciente de operaciones spot bajo el marco tradicional de los contratos de largo plazo. Preocupación por la seguridad En el mundo existe una gran ignorancia pública acerca de las características del GNL y esta ignorancia da lugar a una limitada percepción acerca de la seguridad de las instalaciones, lo cual a su vez conduce a una fuerte oposición pública a la construcción de terminales. En realidad el GNL en sí mismo no es una sustancia peligrosa, dado que no arde porque no contiene oxígeno. Los vapores de GNL sólo se inflaman en el aire cuando alcanzan una concentración de 5-15%. Si la concentración de gas es menor que 5%, no puede arder porque no hay suficiente material combustible. Si es mayor que 15%, no lo hará porque no hay suficiente oxígeno. Para que el GNL arda, es necesario que escape del recipiente, se vaporice, se mezcle con aire en una proporción muy limitada gas/aire de entre 5 y 15% y finalmente se ponga en contacto con una fuente de ignición. Pese a que esta realidad tiene 38 fundamente científico, no alcanza a eliminar la sensación colectiva de que las terminales de GNL son instalaciones peligrosas. La práctica internacional ha impuesto una serie de requisitos muy estrictos de seguridad contra accidentes –cuyos detalles se explican en el capítulo técnico-, tanto en las instalaciones terrestres como en el transporte marítimo. Estas exigencias se aplican tanto en el proceso de habilitación y certificación de las mismas como en las inspecciones periódicas a que son sometidas. Recientemente, sin embargo, ha aparecido una nueva fuente de riesgo: la posibilidad de ataques terroristas, que obliga a las terminales a montar mecanismos de seguridad contra agresiones provenientes del exterior. Adecuación del contenido calórico Cuando se establece un sistema de provisión de GNL mediante contratos de largo plazo, se adecuan las especificaciones del gas importado con las imperantes en la red del país receptor. En este proceso, además de los contaminantes, es clave el balanceo de los poderes caloríficos del gas importado y del doméstico. Sin embargo, cuando se compra GNL mediante operaciones spot, se corre el riesgo de que el gas que llega no tenga un poder calorífico compatible con la norma imperante en el país de destino. Como el poder calorífico define el precio del energético (en realidad, lo que se venden son calorías) y además muchos procesos y equipos industriales sólo aceptan quemar un combustible en especificación, las terminales que aceptan gas de distintas procedencias deben estar preparadas para efectuar dicho balanceo in situ. Si el gas del cargamento tiene por ejemplo 10.200 Kcal/m3 en lugar de las 9.600 Kcal/m3 que exige la norma del país, será necesario inyectarle por ejemplo nitrógeno para “diluir” su poder calorífico, llevándolo a norma. A la inversa, si el contenido calórico del gas importado es menor que el definido por la norma, la terminal debe estar preparada para inyectar alguno de los condensables del petróleo (propano, por ejemplo) para elevar el poder calorífico de aquél a fin de ajustarlo a la especificación imperante. Cualquiera sea el caso, sea mediante las soluciones simples antes explicadas o mediante instalaciones de fraccionamiento, resulta claro que este factor conspira contra la elección 39 irrestricta de las fuentes de provisión, favoreciendo los circuitos cerrados y estables de GNL de un solo origen. Estructura del mercado Dado que la cadena normal del GNL se compone de tres elementos: licuefacción, transporte marítimo y recepción/regasificación, coexisten hoy en el mundo las siguientes estructuras: • Cadena cautiva: en este caso una sola corporación o grupo económico internacional posee una posición accionaria dominante en los tres elementos de la cadena, ya sea por haber asumido las inversiones originales con tal propósito en mente o por medio de adquisiciones posteriores a la puesta en marcha de algunos elementos de la misma. Como es evidente, esta figura no requiere de contratos y asegura la máxima estabilidad en los intercambios. En general, una cadena de este tipo se arma desde el país de destino hacia el país productor, buscando seguridad de abastecimiento. En la actualidad, un 12% de las transacciones de GNL en el mundo se realizan de este modo. • Cadena semi-cautiva: la situación más usual dentro de esta categoría es la de la empresa que opera una o varias terminales receptoras de GNL y que desea eliminar el riesgo del charteo o contratación de buques metaneros de armadores terceros, armando su propia estructura de transporte. Si bien esta solución implica mayores inversiones, permite en general abaratar sus costos y, sobre todo, contar con un elemento confiable de referencia con respecto de los costos operativos de un navío de este tipo, frente a los fletes imperantes en el mercado. Los registros recientes muestran que un 23% de las transacciones de GNL que se realizan en el mundo pertenecen a este modelo. • Cadena abierta: es el esquema de intercambio más usual, en el cual los tres elementos de la cadena pertenecen a distintos dueños y están ligadas por medio de contratos. La flexibilidad y el poder de negociación que brinda este modelo se complementa con la dispersión de las inversiones, pero a su vez se contrapesa con el grado de riesgo que 40 implica un tejido de relaciones comerciales menos estables. En líneas generales, puede decirse que es el preferido porque da lugar a un cierto grado de competencia en el transporte marítimo, aunque no en la relación productor/tomador, que como se verá a continuación, está signada por la necesidad de contar con una fuente confiable de abastecimiento que justifique las enormes inversiones a realizar en las dos puntas de la cadena. Un 65% de los intercambios de GNL que hoy se realizan en el mundo responden a este modelo. Contratos Un contrato típico de compraventa de gas natural contiene 4 elementos básicos: especificación de calidad del gas comprado, precio, volumen y punto de entrega y duración del acuerdo. Veamos cómo se aplica esta fórmula usual en las compras de GNL. • Ya hemos visto cómo debe el receptor especificar la calidad del gas comprado para ajustarse a la especificación imperante en la red de distribución a la cual va a inyectar dicho gas. En todos los contratos se agrega una cláusula que establece penalidades para el vendedor si sus embarques se apartan de la calidad especificada. Como el control de calidad se realiza cuando el embarque llega, algunos contratos llegan a la devolución lisa y llana del producto con flete a cargo del vendedor si el nivel de impurezas o el poder calorífico del gas a recibir supera ampliamente las tolerancias fijadas. • Siguiendo la costumbre internacional, consistente en fijar los precios del gas natural en US$/MMBtu, los precios del GNL en los contratos también se establecen usando esta unidad. Como dichos precios están siempre ligados (benchmarked) a los de los combustibles líquidos que sustituyen y éstos responden al precio internacional del petróleo como un commodity, los contratos de GNL generalmente incluyen cláusulas de reajuste periódico con fórmulas polinómicas que ligan el precio del gas a una canasta de combustibles (crudo, fuel-oil, gas-oil, heating oil, etc.) en distintas proporciones. Otras veces se utiliza una “cláusula gatillo” (trigger clause) que dispara 41 un cambio de precio cada vez que la resultante de la canasta varía en más de un determinado porcentaje. • Hablar de volúmenes en GNL es hablar de la regularidad que requiere el operador de una planta de licuefacción, que es similar a la del operador de un yacimiento gasífero. Es por ello que, al igual que en las compras de gas en boca de pozo, el emisor de GNL trata cuando puede de imponer las condiciones “take-or-pay” a sus contratos de suministro, con sus habituales penalidades por incumplimiento de los volúmenes pactados y con los mismos mecanismos de compensación que permiten al comprador balancear en el tiempo los volúmenes no tomados. En la jerga del GNL, estas condiciones están contenidas en los llamados SPA (Sales and Purchase Agreement), que pueden llegar a contener “cláusulas de destino” orientadas a evitar que el comprador revenda a terceros un embarque comprometido. En cuanto a punto de entrega, el típico contrato de GNL establece dos condiciones clásicas: la entrega f.o.b, es decir en terminal de embarque y la entrega c.i.f, es decir, con seguro y flete incluido. Demás está decir que, por las características del mercado explicadas en el punto anterior, la modalidad f.o.b es la preponderante. • Finalmente, cabe mencionar que la duración típica de los contratos de abastecimiento de GNL, que era originalmente de 20 años o más para asegurar estabilidad al intercambio y garantizar el repago de las costosas instalaciones del sistema, ha ido acortándose sensiblemente, especialmente en los casos de terminales situadas en países sujetos a un fuerte régimen de oscilaciones de consumo invierno/verano. Es ususal en estos casos que la demanda “base” se cubra con los contratos de larga duración, mientras que los “picos” de invierno se satisfagan mediante contratos de 3 o 5 años. Al analizar los tipos de contratos imperantes en el mundo del GNL, es necesario distinguir dos cuencas, la del Atlántico y la del Pacífico. Los grandes importadores de gas del área del Pacífico son casi totalmente dependientes del abastecimiento bajo la forma de GNL, mientras que los compradores del Atlántico poseen cierta producción doméstica y abastecimiento regional por gasoducto, de manera que le dan al GNL un rol complementario. Eso no quiere decir que ambos no requieran de un abastecimiento regular 42 para amortizar sus terminales de regasificación, pero es evidente que la dependencia antes mencionada empuja a los importadores asiáticos (Japón, Corea y ahora China) a establecer acuerdos de más largo plazo y que exijan muchas más garantías a los vendedores, aún a costa de un precio relativamente mayor. El típico contrato de los distribuidores japoneses incluía un compromiso de compra de GNL por 20 años, una cuidadosa planificación de los embarques, garantías del vendedor en el sentido que haría las inversiones necesarias para mantener el flujo pactado, todo esto a cambio de un precio relativamente elevado. Sin embargo, a fines de los 90 los compradores japoneses comenzaron a explorar nuevas fuentes de abastecimiento (Malasia y Qatar, por ejemplo) y descubrieron que la competencia entre oferentes permitía reducir los precios y los plazos de los contratos. Ello los empujó a forzar a los demás abastecedores del área (Indonesia y Australia), en el momento de negociar prórrogas de los contratos originales, a bajar también sus precios y sus plazos, a flexibilizar las exigencias de sus SPA, a ajustar los precios con mayor frecuencia y a introducir además novedosas fórmulas tales como la “cláusula de dos tramos” que separa, en un mismo contrato, las condiciones para cubrir la demanda “base” de la demanda “pico”. En el área del Atlántico, por el contrario, la flexibilización de precios y de condiciones que se inició a mediados de los 90 fue mucho más generalizada, de manera que contratos de mediano plazo (3 a 5 años) son comunes hoy en día. Esto sucedió al amparo de la mayor agresividad de los proveedores terrestres, en particular Rusia, que ofrecían cada vez más y mejor abastecimiento de gas por gasoducto, lo cual forzó a los tradicionales vendedores de GNL a Europa a aceptar condiciones más flexibles, especialmente una mayor frecuencia en los reajustes de precio. Se calcula que un 19% de los contratos de esta área son de mediano plazo, contra un 11% a nivel mundial. Otro fenómeno relativamente reciente ha sido la ola de inversiones de los países importadores y de las grandes corporaciones petroleras en el upstream, es decir, en terminales de liquefacción en países productores. Esta tendencia se manifiesta no sólo en la construcción de nuevas terminales sino principalmente en la toma de posiciones accionarias en terminales exportadoras existentes. La razón es obvia, ante la flexibilización de los contratos –y en especial de los plazos de vigencia- la única manera de asegurar continuidad 43 de suministro para cubrir compromisos y recuperar inversiones en los países importadores es tener pie firme en las terminales exportadoras. Siempre dentro del esquema contractual tradicional, también comienza a emerger un universo de contratos de corto plazo, es decir 1 año o menos de vigencia. Esta modalidad, que no pasaba del 1% de los contratos de GNL en 1992, alcanzó el 8% en 2002, con 8,4 millones de toneladas de GNL vendidas de esta manera y se pronostica que llegará al 15% en 2009. Los países exportadores que más han adherido a este formato han sido Algeria, Qatar y Trinidad Tobago entre los exportadores y España y los EE.UU. entre los importadores. Finalmente, cabe mencionar el mercado spot de GNL, que se define como la compraventa de cargamentos individuales sin un patrón definido. Diferentes factores contribuyen a alentarlo, entre los que cabe mencionar la existencia de capacidad de liquefacción ociosa, un súbito aumento de la demanda de invierno en un país importador, la ruptura temporaria de una cadena de abastecimiento de GNL por desperfectos técnicos o fenómenos climáticos, etc. Lo cierto es que se han establecido redes de contactos entre productores, importadores y brokers que facilitan la concreción de estos negocios, modalidades de negociación rápidas que incluyen el redireccionamiento de cargamentos hacia otros destinos que los originalmente pactados, el acuerdo de precios y condiciones de entrega por simple intercambio de correo electrónico, así como la compensación por mayores fletes si el cargamento es derivado hacia un nuevo destino. En la cuenca del Atlántico, que no depende tanto de los acuerdos de largo plazo, han comenzado a aparecer importadores dispuestos a garantizar la compra de una serie de cargamentos spot en un año, aunque negociando las condiciones uno a uno. Si bien en general estos embarques están destinados a sostener los picos de demanda de invierno, claramente demuestran la preocupación básica del importador: obtener alguna seguridad de suministro aún en condiciones flexibles de competencia. 44 El financiamiento de los proyectos de GNL Como en otros campos de la energía, el financiamiento de los proyectos de GNL está asociado a la percepción de riesgo que este negocio le genera al ente financiero. Analicemos rápidamente las distintas facetas que presenta este problema: • La tecnología actual del GNL ha sido ampliamente probada en todas sus fases y no se observan fallas de funcionamiento que hayan conducido al cierre de instalaciones ni accidentes graves que hayan motivado la clausura de plantas por razones de seguridad. El lanzamiento al mercado de unidades cada vez más grandes –trenes de licuefacción de mayor capacidad y buques de mayor tonelaje- es sin embargo un factor de riesgo que los bancos investigan seriamente. • Los patrocinadores de proyectos de GNL han sido casi siempre empresas públicas nacionales o corporaciones internacionales privadas que exhiben un saludable record de experiencia en negocios energéticos y solidez financiera. Una consecuencia de esto es que poseen yacimientos propios o saben cómo negociar contratos de abastecimiento de gas, especialmente los provenientes de reservas remotas, lo que les asegura un bajo precio de partida. En el otro extremo de la cadena, operan habitualmente en mercados maduros de gas o son distribuidores (caso de Japón), con lo cual no tienen restricciones para regasificar e inyectar su GNL es sus propios mercados consumidores. • Por otra parte, al establecer una relación comercial, los jugadores de uno y otro lado del mar (y por ende los bancos) estudian detenidamente la solidez crediticia de las demás miembros de la cadena que intentan formar, buscando prevenir dificultades por demoras en los pagos de sus insumos y costos. En este campo, resulta fundamental la solidez crediticia del importador de GNL, que es el que afronta las mayores erogaciones (fletes y compra de gas). La categoría de las empresas que afrontan estos proyectos satisface también a los bancos, cuando éstos someten a los tomadores de préstamos para la construcción de plantas y buques a un minucioso examen crediticio antes de concederlos. 45 • El riesgo por oscilaciones en los volúmenes de gas comprados está bien amparado por las clásicas penalidades de los contratos take-or-pay en el caso del exportador. El importador, a su vez, se protege de las oscilaciones mediante un buen esquema de acceso a la red de distribución de gas de su zona de influencia. • El riesgo de oscilaciones en el precio está cubierto mediante los sistemas de indexación o de ajuste periódico ligados al precio de una canasta de energéticos a los cuales el GNL sustituye. La denominada “curva S”, que protege a los compradores de GNL de los precios excesivamente altos y a los vendedores de los anormalmente bajos, es ampliamente usada en los acuerdos de largo plazo para impedir que la volatilidad de los precios internacionales del petróleo o sus derivados afecte sustancialmente la viabilidad de los mismos. Los que apuestan al mercado spot están dispuestos a convivir con una mayor volatilidad y cuentan con algún reaseguro – generalmente capacidad de almacenaje en exceso- para resistir durante los períodos de precios altos. Desde el punto de vista de la viabilidad financiera, los tipos de riesgo más críticos son las oscilaciones de precio y la configuración del mercado. Por eso se dedica mucho tiempo y esfuerzo a estudiar el comportamiento probable de los precios en el mercado de destino y a analizar la solidez de las reservas de gas del exportador, así como el acceso del importador a su red de distribución. Los bancos o instituciones multilaterales de crédito que financian estas operaciones ponen mucho énfasis en la presentación de pruebas fehacientes por parte de los solicitantes, en el sentido de que los mencionados factores de riesgo han sido satisfactoriamente evaluados. Armado de la cadena del GNL El GNL, como cadena energética, y similarmente con lo que sucede con el petróleo, puede ser armada desde cualquiera de sus extremos. Si se la concibe desde la visión del exportador que ya se ha asegurado reservas de gas suficientes, el problema consiste en identificar posibles mercados receptores, que por sus 46 condiciones de distancia, modalidad de recepción y posibilidad de insertar el GNL importado en su mercado energético interno, sean aptos para conformar un vínculo permanente. Si, en cambio, es el importador quien considera la posibilidad de introducir gas bajo la forma de GNL en su mercado, debe explorar posibles fuentes de aprovisionamiento que, por sus precios f.o.b. y los respectivos fletes, le permitan penetrar con GNL regasificado en su propia red de distribución bajo condiciones económicamente favorables. Finalmente, no debe descartarse el caso de la corporación internacional que opera en muchos países y que, consecuentemente, puede armar la cadena por sus propios medios – inclusive con buques propios-, ya que posee reservas y posiciones de mercado en distintos países ubicados estratégicamente y con posibilidades de armar una cadena de GNL económicamente viable. 47