Una nota analítica acerca de la relación entre desarrollo sostenible

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Una nota analítica acerca de la relación entre desarrollo sostenible, crecimiento
económico y sustentabilidad ambiental.
Pablo del Río González
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Toledo
Universidad de Castilla La Mancha
RESUMEN
La relación entre los conceptos de crecimiento económico, desarrollo sustentable y la
sustentabilidad ambiental (elemento de este último) no siempre ha sido bien entendida.
Distintos enfoques los han identificado como medidas del Bienestar, aunque las coincidencias
terminan ahí. Mientras que crecimiento económico es un término cuantitativo (aumento del
PIB), desarrollo sustentable incorpora aspectos cualitativos y, además una preocupación por
los aspectos ambientales del desarrollo. Un aspecto especialmente controvertido de dicha
relación entre ambos conceptos es la de la suficiencia y/o necesariedad del crecimiento
económico para lograr situar a la sociedad en una senda de desarrollo sostenible. La
naturaleza de dicha relación es distinta para diferentes posiciones analíticas. Así, para los
economistas ortodoxos el desarrollo sostenible no puede alcanzarse sin un crecimiento
económico que lo sostenga. En el otro extremo del continuo de las escuelas económicas que
se preocupan por el medio ambiente, se encontraría la concepción del crecimiento económico
como contrario al desarrollo sustentable. Esta posición ha sido defendida por algunos
Economistas Ecológicos, que han atacado ferozmente dicho objetivo de crecimiento
económico. Mostraremos, en este breve trabajo, que la relación entre crecimiento económico
y desarrollo sustentable no es de incompatibilidad. Tampoco de afinidad. Por el contrario,
sostendremos que crecimiento económico y desarrollo sustentable son dos términos distintos,
no contrapuestos. Mostraremos como tanto a nivel teórico como empírico como el
crecimiento económico no tiene que ser necesariamente negativo para el medio ambiente. Lo
verdaderamente relevante para la sustentabilidad ambiental y, por lo tanto, para el desarrollo
sustentable no es el tamaño del PIB en si, sino la composición del mismo pues una misma
unidad de PIB puede lograrse con impactos ambientales muy diferentes.
Pablo del Río. Una nota analítica...
1.- Introducción y definiciones.
¿Son desarrollo sustentable (D.S.) y crecimiento económico términos contrapuestos o afines?
¿Cual es la relación entre sustentabilidad ambiental y crecimiento económico? ¿Porqué para
algunos autores un crecimiento económico mayor genera necesariamente más degradación
ambiental que uno menor? ¿Porqué algunos economistas defienden que el crecimiento
económico puede incluso ser positivo para el medio ambiente? ¿Cual es la evidencia empírica
sobre dicha relación?
Para responder a estas preguntas e identificar la verdadera relación entre los conceptos de
crecimiento económico, desarrollo sustentable y sustentabilidad ambiental es necesario definir
los mismos.
Como todos sabemos, la variación en el PNB per cápita de un país constituye la medida
tradicional del crecimiento económico. El PNB representa el valor de la producción final de un
país en un año determinado1. Tradicionalmente, se consideraba que los habitantes de ese país
tenían un mayor bienestar (medio) si ese indicador aumentaba. Sin embargo, y como
consecuencia de las críticas que se le hicieron al mismo en el sentido de que no era una
adecuada medida del bienestar social, pues dicho aumento podría repartirse desigualmente
entre la población, surgió el concepto o enfoque del “desarrollo”. Frente a la naturaleza
cuantitativa del concepto de crecimiento, el término Desarrollo incorpora aspectos de tipo
cualitativo “la evolución hacia un estadio más completo, mejor o diferente” (Daly y Gayo
1995, p.21). En efecto, aunque inicialmente algunos autores identificaban desarrollo con PNB
per cápita (es decir, con crecimiento) se amplió el concepto para incluir otros aspectos del
bienestar social tales como la educación, salud e incluso alguna medida de la “calidad de
vida”. Un ejercicio de este estilo se puede encontrar en el “Índice de Desarrollo Humano” del
Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, que combina medidas de distintos objetivos
sociales (esperanza de vida, PNB per cápita, nivel de alfabetización) aportando un índice de
desarrollo relativo (Pearce et al 1997, p.3).
El término desarrollo sustentable surgió cuando se prestó atención a los aspectos
ambientales del Desarrollo, considerando a los mismos como un objetivo social adicional que
se añadí a los tradicionales. Es un concepto relativamente nuevo en la literatura económica
sobre temas ambientales. Las definiciones del D.S. son múltiples (Pearce et al 1991 identifican
más de 100) pero sin duda la más extendida y conocida del mismo es la del Informe
Brundtland de la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo (1987). Para
dicho documento desarrollo sustentable es aquel que “satisface las necesidades de las
generaciones presentes sin comprometer la capacidad de que las generaciones futuras
satisfagan las suyas propias” (CMMAD 1987).
1
Subrayamos la palabra “valor” para enfatizar precisamente que crecimiento económico es precisamente
un aumento del valor y no necesariamente, como por otro lado afirman Daly y Gayo, “un incremento físico
en tamaño como resultado de la acumulación o asimilación de materiales” (Daly y Gayo 1995, p.21).
2
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A pesar de que dicha definición ha sido tachada de vaga y ambigua, y de que existen varias
versiones del propio concepto de D.S., este contiene, en mi opinión, dos elementos básicos
que le caracterizan2:
1. Defensa de la equidad inter e intrageneracional y preocupación por horizontes
temporales de largo plazo. La equidad intergeneracional (o justicia entre generaciones)
es un aspecto fundamental. El D.S. genera un bienestar actual sin imponer costes
significativos a las generaciones futuras. El uso que la generación actual hace del entorno
natural es una de las vías por las que pueden trasladarse costes importantes al futuro. Se
trata de que nuestro desarrollo no lo sea a costa del de nuestros descendientes. Un
desarrollo insustentable (que intercambie ganancias de hoy por costes futuros) aleja en la
práctica opciones de desarrollo para las generaciones futuras. La idea de justicia sugiere
que este intercambio no es aceptable. La equidad intrageneracional supone distribuir
equitativamente los costes y beneficios del desarrollo entre las personas de la presente
generación.
2. El D.S. incorpora una perspectiva de triple dimensión del desarrollo. Es decir, incluye
objetivos económicos, sociales y ambientales. Fueron los economistas del Banco Mundial
(Munasinghe 1993; Munasinghe et al 1995) los primeros que conceptualizaron el D.S. a
través de un marco triangular. Es decir una propuesta de desarrollo debía ser sustentable
en términos económicos, ambientales y sociales (de ahí el triángulo): La sustentabilidad
económica se basa en el concepto de renta hicksiana o máximo flujo de renta que puede
generarse manteniendo al menos el stock de recursos (capital) que generan esos
beneficios3. Según Munasinghe (1993; 1995) y Serageldin (1996), el crecimiento
económico sostenido y la eficiencia en el uso del capital y de los recursos forman parte de
la sustentabilidad económica. El concepto social de la sustentabilidad trata de mantener la
resiliencia de los sistemas sociales y culturales y su capacidad de soportar shocks. Dos
importantes aspectos de este enfoque son la mayor equidad, la preservación de la
diversidad cultural y la mayor utilización de prácticas sostenibles en culturas menos
dominantes (Munasinghe 1993). Finalmente, la sustentabilidad ambiental trata de preservar
la resiliencia de los sistemas biológicos, es decir, su capacidad dinámica de adaptarse al
cambio, pero no el mantenimiento de un “estado ideal”. El medio ambiente realiza tres
funciones económicas básicas: suministra recursos (renovables y no renovables), asimila la
contaminación y provee servicios ambientales básicos (como los ciclos biogeoquímicos
básicos). La sustentabilidad ambiental busca reducir la degradación ambiental, que puede
consistir tanto en la sobreexplotación de recursos naturales como en el aumento de la
contaminación.
En ocasiones se confunde sustentabilidad ambiental con desarrollo sustentable. Aquella es un
componente más en un todo integrado como es el D.S. Obsérvese que el crecimiento
económico puede ser perjudicial o no para el desarrollo sustentable. Será especialmente
negativo para el D.S. cuando los aumentos de PNB se logren a costa de una gran
2
Un tratamiento más amplio y sistemático del concepto de desarrollo sustentable puede consultarse en del
Río, P. (1998), capítulo 1.
3
Hicks 1946
3
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degradación de los activos ambientales (es decir de la sustentabilidad ambiental). Sin
embargo, como veremos posteriormente, tampoco faltan argumentos teóricos y empíricos que
defienden que el crecimiento económico es positivo para el medio ambiente.
El Bienestar que busca el desarrollo sustentable incluye aspectos estrictamente económicos,
pero también de calidad ambiental, salud, cohesión social, educación etc... y supone extender
el horizonte temporal del corto al largo plazo (Hernández et al 1999, p.15). Por lo tanto, el
D.S. consiste en maximizar los beneficios netos del desarrollo (beneficios derivados de las
actividades de desarrollo menos los costes en que se incurre por llevar a cabo las mismas),
sujeto a la restricción de que los servicios suministrados por el stock de recursos ambientales,
económicos y sociales se mantengan en el tiempo (Jepma et al 1998, p.58). En la siguiente
sección mostraremos si un crecimiento económico positivo puede contribuir o no a lograr esa
meta.
2.- Crecimiento económico y desarrollo sustentable: una relación difícil no siempre
bien entendida.
2.1. La desvinculación positiva: o como el cambio tecnológico puede hacer compatibles
crecimiento económico y sustentabilidad ambiental.
En principio, el crecimiento económico (definido como aumento en el PNB) puede contribuir
positiva o negativamente al D.S. Contribuirá positivamente si es capaz de generar valor social,
es decir, aumento de la renta per cápita de un país manteniéndose constante la base de
recursos ambientales4. Si, por el contrario, ese aumento de renta se logra a costa de reducir
los activos ambientales entonces diremos que el crecimiento económico no ha sido sustentable
desde el punto de vista ambiental. En este caso, si puede existir contradicción entre ambos
términos.
La primera conclusión que se deriva de lo anterior es que, a priori, la relación entre ambos no
es necesariamente de oposición o contradicción. Desarrollo sustentable y crecimiento
económico no son enemigos irreconciliables. Sin embargo alguien podría cuestionarse como
es posible aumentar el PNB sin utilizar recursos ambientales. Esta es precisamente la posición
de algunos de los “economistas ecológicos”. Sin entrar pormenorizadamente en los detalles de
dicha escuela de pensamiento, y como es por otra parte conocido, para los economistas
ecológicos el crecimiento económico va ligado a una mayor utilización de activos ambientales
(ya sea en su función de suministrador de recursos y servicios ambientales o de asimilador de
residuos). La razón fundamental es que “en sus dimensiones físicas, la economía es un
subsistema abierto del ecosistema Tierra que es finito, no creciente y materialmente
cerrado” (Daly 1993 p.267). En resumen: defienden que la economía necesita de una base
física para crecer, y que ese crecimiento es a costa del stock de capital natural pues “el
subsistema económico requiere de un transumo que tendrá en algún grado que
depauperar y polucionar el medio ambiente” (Daly y Gayo 1995, p.24).
4
No entraremos aquí en la cuestión, sin duda relevante pero que excede el ámbito de este breve trabajo, de
si dicha base de recursos debe mantenerse constante en términos físicos o monetarios.
4
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A pesar de que, ciertamente, el crecimiento económico se logra en muchas ocasiones a través
de una mayor degradación ambiental no resulta menos cierto que es posible, al manos
teóricamente, alcanzar un aumento de renta per cápita sin generar mayor deterioro ambiental.
Lo verdaderamente relevante para el impacto ambiental no es el PNB en si, sino la
composición del mismo. Como hemos mencionado, crecimiento económico no es
necesariamente sinónimo de crecimiento físico, sino de crecimiento de valor (del PNB). Pues
bien, un mismo incremento en la tasa de crecimiento económico puede lograrse con impactos
ambientales diferentes. El énfasis debe ponerse, por lo tanto, no en la cantidad de crecimiento
como tal (que no nos dice realmente cual es la degradación ecológica que lleva consigo) sino
en la calidad de ese crecimiento es decir en el impacto ambiental asociado al mismo. Un PNB
de un determinado tamaño puede implicar impactos ambientales muy diferentes. Incluso,
como afirma Ropke (1997, p.57), un mayor PNB puede ser menos dañino para el medio
ambiente que un PNB mayor.
Cuando una unidad de renta se produce con un menor impacto ambiental, tiene lugar la
denominada desvinculación positiva (decoupling) entre crecimiento e impacto ambiental.
Esta puede ocurrir como consecuencia de:
*El cambio en la estructura económica de un país. Aunque no conocemos estudios rigurosos
sobre el tema, parece que la terciarización de la economía genera aumentos de PNB con
menos contaminación pues, en principio, los servicios son menos intensivos en el uso de
recursos y contaminación que los otros grandes sectores de la economía (como la agricultura
y, especialmente, la industria). El fenómeno de la terciarización de la economía parece tener
lugar especialmente en países con rentas medias-altas. Por otro lado, incluso en la industria los
sectores más contaminantes (cemento, p.ej.) parecen ceder posiciones relativas (contribución
relativa a la producción industrial final) frente a sectores menos contaminantes (industrias de
alta tecnología). Más abajo discutiremos los límites que existen a esta terciarización.
*El cambio tecnológico. Los mismos bienes (o al menos productos que cumplan la misma
función) pueden producirse con tecnologías menos contaminantes, generándose impactos
ambientales menores por unidad de producción. Schmidheiny (1992) Weizsäcker (1997) y
Fussler (1998) aportan muchos ejemplos de tecnologías de producción que utilizan menos
recursos (renovables y no renovables) o que generan menos contaminación (atmosférica,
acústica, de aguas...) que las tecnologías a las que sustituyen56.
5
No estamos afirmando, sin embargo, que la sustitución de unas por otras sea automática. Sólo que es
posible, en teoría, generar la misma cantidad de producto (físico) con menor degradación ambiental. Un
examen exhaustivo de las dificultades que encuentran las tecnologías limpias para introducirse en el
mercado puede consultarse en del Río, P. (1998).
6
La postura más optimista sobre el papel que la tecnología puede tener librando a las generaciones
presentes y futuras de la crisis ambiental es la de Simon, J. (1981). En una reciente aportación afirma que
“Tenemos en nuestras manos la tecnología para alimentar, vestir y suministrar energía a una población
en constante expansión para los próximos siete billones de años (...). Este cuerpo de conocimientos se
desarrolló durante los últimos 100 años, aunque se basa a su vez en conocimientos acumulados durante
milenios (...). Incluso si no se inventara ningún nuevo conocimiento después de esos avances,
5
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Esto puede mostrarse más claramente considerando la sencilla fórmula de Ehrlich y Holdren,
popularizada por Speth (1989), y conocida por IPAT, que relaciona el impacto ambiental (I)
con tres factores: el crecimiento de la población (P), el grado de actividad económica (A) y la
tecnología (T), de forma que:
I=P x A x T
o, lo que es lo mismo:
Impacto ambiental=Pob. x Producción/Pob. x Impacto ambiental
por unidad de producto
Como se puede apreciar, y centrándonos en el último término, el impacto ambiental puede
moderarse si logramos un menor impacto ambiental por unidad de producto, es decir , si
logramos la desvinculación positiva. Como puede apreciarse en el segundo término del
segundo miembro de la identidad, también es posible reducir el impacto ambiental moderando
el crecimiento (producción per cápita) pero eso no es estrictamente necesario (ni siquiera
suficiente) para tener un menor impacto ambiental.
Ropke (1997, p.56) retoma una fórmula, parecida a la anterior, pero más completa,
propuesta por el Banco Mundial (1992, p.39) para identificar la relación entre PIB e impacto
ambiental:
Escala de
la economía
x estructura de x eficiencia input- x daño
= calidad del
la producción
output
amb.
medio ambiente
por unidad
de input
La fórmula muestra que el tamaño del PNB (la escala de la economía) es sólo uno de los
factores determinantes del impacto ambiental derivado de la producción en un determinado
periodo (Ropke 1997, p.56).
La estructura de la producción (o participación de los sectores económicos en el PNB) es
muy importante, pues no todas las actividades de producción generan el mismo impacto
ambiental: por ejemplo, la producción de cemento deteriora más el medio ambiente que la
educación.
Los dos últimos términos representan el cambio tecnológico. La relevancia de la eficiencia
input-output es evidente si, p.ej., comparamos las diferentes intensidades energéticas por
unidad de producción en un determinado sector de Europa del Este o del Oeste (op.cit.).
mejoraríamos nuestro nivel de vida y nuestro control del medio ambiente” (Ravaioli C. y Simon J. 1994,
p.65).
6
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Finalmente, el último término recoge el daño ambiental por unidad de input (ejemplificado,
p.ej., por la diferencia en relación a las emisiones que genera la utilización de lignito o petróleo
para un mismo propósito)7.
Por supuesto, el cambio tecnológico ahorrador de activos ambientales no es un maná caído
del cielo, es decir, no surge automáticamente. Teniendo en cuenta que, en la mayoría de las
ocasiones el medio ambiente no tiene precio, el sistema de mercado no reúne las condiciones
necesarias para promover el desarrollo y difusión de tecnologías limpias. Es necesaria una
intervención pública que se dirija, por un lado, a la internalización de externalidades
ambientales y, por otro, a la promoción directa (mediante subsidios a la I+D, por ejemplo) de
tecnologías ambientalmente beneficiosas pues en este caso como en tantos otros el mercado
genera una provisión subóptima desde el punto de vista social.
La observación de que si el crecimiento de la producción (A en la identidad IPAT o Escala
de la economía en la fórmula propuesta por el Banco Mundial) es mayor que la reducción del
impacto ambiental por unidad de producto (T en la identidad IPAT y la combinación de los
dos últimos términos de la ecuación del Banco Mundial), no necesariamente la degradación
ambiental total se ve reducida, constituye una crítica de mayor peso. En efecto, puede ocurrir
que el cambio tecnológico no logre compensar el aumento en la escala física de la economía.
Pero, insistimos una vez más en que esto no tiene necesariamente porque ocurrir así. Algunos
se basan en la existencia de un hipotético “efecto rebote” para afirmar que el cambio
tecnológico puede no ser todo lo beneficioso para el medio ambiente de lo que de las
afirmaciones anteriores parece deducirse. Por efecto rebote se designa al fenómeno en virtud
del cual unos menores costes como consecuencia de la adopción de tecnologías que reducen
el impacto ambiental y generan ingresos o reducen costes pueden estimular un mayor consumo
y producción, dando lugar a un mayor impacto ambiental (OCDE 1998).
En resumen, centrarse en el crecimiento como el ogro responsable de los problemas
ambientales supone errar el tiro. El crecimiento no es necesariamente perjudicial para el medio
ambiente. Lo será si aumenta la intensidad material o energética de una unidad adicional de
producción. Pero el cambio tecnológico permite que eso no sea necesariamente así.
Finalmente consideramos oportuno realizar dos matizaciones a lo anterior:
1.- El crecimiento económico no es necesariamente perjudicial para el medio ambiente. Pero
tampoco es cierto que el crecimiento nos vaya a librar de la crisis ambiental, ni muchísimo
menos. De hecho parece más seguro decir que la desvinculación positiva a la que aludíamos
antes seguramente sólo pueda producirse a partir de un nivel de PNB determinado, pues está
claro que la base física que el crecimiento necesita no es enteramente prescindible. Es decir, la
desvinculación positiva tiene límites, tanto desde el punto de vista tecnológico como de
cambio en la estructura productiva. Los primeros pueden ser límites tanto físicos como
económicos. Aquellos aparecen como consecuencia de las leyes de la termodinámica. La
7
Obsérvese que, en la fórmula del Banco Mundial no aparece el efecto del crecimiento poblacional sobre la
calidad ambiental. Otras limitaciones de la fórmula pueden consultarse en Ropke (1997, p.60).
7
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reducción del uso de recursos o de la contaminación generada en el proceso de producción
(eficiencia tecnológica) no puede lograrse indefinidamente (Ayres 1996, 1998; Naredo
1994)8. Los límites económicos aparecen porque aún cuando resulte técnicamente factible
reducir la contaminación, puede que no sea viable desde el punto de vista económico, pues
los costes de tal reducción superan con mucho a los beneficios. Esto ocurre, sobre todo,
cuando la eficiencia técnica está cerca de su límite, es decir, cuando ya se han logrado la
mayor parte de las reducciones de uso de recursos o generación de contaminación posibles.
Finalmente, los críticos a la desvinculación positiva señalan que el cambio de estructura
económica puede generar más contaminación, especialmente en niveles bajos de desarrollo,
por incremento del peso de la industria (más contaminante) a costa de la agricultura
(menos)(Neumayer, E. 1999, p.81). Para Meadows et al (1992, p.32 y 62) aunque los
servicios aumenten su participación en el PNB, la industria todavía está creciendo en términos
absolutos. Finalmente, Ropke (1997, p.58) cuestiona que los servicios no sean intensivos en
materiales o energía9.
2.- Desde el punto de vista teórico hemos mostrado que el crecimiento económico no es
necesariamente dañino ni beneficioso para el medio ambiente. ¿Pero qué nos dicen los datos?.
A esta cuestión dedicaremos el tercer apartado.
2.2.- Otras razones por las que el crecimiento económico puede ser positivo o negativo para
el medio ambiente:
La literatura económica que se ha ocupado de los temas ambientales identifica una serie de
razones por las que el crecimiento económico puede ser beneficioso o perjudicial para el
medio ambiente. Las razones adicionales por las que el crecimiento económico puede ser
positivo para el medio ambiente, y la réplica de quienes consideran que no es así, pueden
resumirse en (Neumayer, E. 1999 p.77):
A) La calidad ambiental es un bien superior (elasticidad renta mayor que uno). La
preocupación por el medio ambiente aumenta proporcionalmente más de lo que aumenta la
renta. Esto da lugar al reforzamiento de la protección ambiental, siempre y cuando el sistema
político responda a las preferencias de la gente. Sin embargo, algunos autores no están de
acuerdo con la afirmación de que a los ricos les preocupe más el medio ambiente que a los
pobres. Además un aumento de la renta per cápita supone una mayor capacidad de consumo,
que si se traduce en consumo real puede generar una mayor presión ambiental.
B) Los países ricos disponen de los recursos técnicos y financieros necesarios para proteger
el medio ambiente, es decir para satisfacer la mayor demanda de protección ambiental. Según
esto, el crecimiento permitiría generar un excedente económico que podría gastarse en
8
Véase Ruth, M. (1993), para una aportación a estas cuestiones desde la óptica de la “termoeconomía” o
termodinámica aplicada a la economía.
9
Por ejemplo, la rápida obsolescencia de los ordenadores hace que nos desprendamos de ellos bastante
pronto. Algunos servicios (como los transportes) pueden ser muy intensivos en energía (op.cit.).
8
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protección ambiental. En este sentido, resulta relevante considerar el PNB como un “pastel”
(Ropke 1997, p.56). Cuando crece, disponemos de más recursos para gastar en protección
ambiental o en el alivio de la pobreza (lo cual, indirectamente, también contribuye a reducir el
deterioro ambiental).
Para los críticos, no obstante, la razón por la que los países más ricos pueden ser
relativamente más limpios no es sólo que tengan dichos recursos sino que, además, exportan
contaminación a los menos desarrollados, importando bienes intensivos en activos
ambientales desde aquellos países.
C) El crecimiento económico favorece el reemplazamiento de los equipos de capital. Los
nuevos suelen incorporar tecnologías menos contaminantes.
D) La pobreza genera degradación ambiental que, a su vez, genera pobreza. El crecimiento
económico puede romper este círculo vicioso. Los críticos del crecimiento consideran que
este, de por si, no reduce la pobreza pues depende de como esté distribuido. Un reparto
equitativo de los beneficios del crecimiento si puede favorecer la disminución de la pobreza,
pero esa condición no se produce normalmente en los países menos desarrollados.
E) El aumento de la renta per cápita tiende a moderar el crecimiento de la población, que está
considerada como una de las causas de la degradación ambiental. Sin embargo, para los
críticos, es más bien la inversión en la educación de las mujeres lo que puede reducir el
impacto ambiental. Por supuesto, esa inversión está positivamente correlacionada con el
crecimiento económico, pero este no es estrictamente necesario ni suficiente para reducir el
crecimiento poblacional.
Quizás lo mejor que pueda decirse en relación a esta cuestión es que “aunque el crecimiento
económico puede estar asociado con mejoras en algunos indicadores ambientales, eso
no implica ni que el crecimiento sea suficiente para inducir una mejora ambiental en
general, ni que los efectos ambientales del crecimiento puedan ignorarse, ni siquiera que
la base de recursos de la Tierra sea capaz de soportar un crecimiento económico
indefinido” (Arrow et al 1995, p.92).
Por lo tanto, teóricamente, es posible encontrar argumentos a favor y en contra de que el
crecimiento económico perjudica o beneficia al medio ambiente. Como podemos ver, no
existe una relación inequívoca ni unidireccional y, probablemente, sea la evidencia empírica la
que aclare la naturaleza de dicha relación. A la exploración de dicha evidencia dedicamos la
última sección.
3.- ¿Es el crecimiento económico perjudicial o beneficioso para el medio ambiente?.
La evidencia empírica. La curva ambiental de Kuznets.
La evidencia empírica encontrada sobre la relación impacto ambiental-crecimiento económico
tampoco es homogénea. y varía en función del contaminante considerado y/o del país en
9
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cuestión. Es decir es posible encontrar una multitud de situaciones Si representamos
gráficamente dicha relación, situando en el eje de abcisas la renta per cápita y en el de
ordenadas la degradación ambiental, podríamos identificar cuatro patrones fundamentales:
1.- Reducción de la degradación ambiental conforme aumenta la renta per cápita. Ejemplos:
acceso a agua potable e higiene (Neumayer 1999).
2.- Aumento de la degradación conforme aumenta la renta per cápita.
Ejemplos serían la generación de residuos municipales y la emisión de CO2 per cápita
(Neumayer 1999; Shafik et al 1992).
3.- Relación en forma de U invertida. La Curva Ambiental de Kuznets (CAK).
Se ha observado que conforme la renta per cápita aumenta, la degradación ambiental aumenta
también hasta un punto después del cual la calidad ambiental mejora. Esto puede ocurrir por
las razones apuntadas más arriba: Al principio los países pobres no pueden permitirse el “lujo”
de proteger el medio ambiente. Como consecuencia, conforme la renta per cápita crece se
produce más degradación ambiental. Posteriormente, una vez cubiertas sus necesidades
básicas, la gente valora más la calidad ambiental.. Esto conduce a una mayor protección
ambiental.
La relación en forma de U invertida (conocida con el nombre de Curva Ambiental de
Kuznets) se puede aplicar sólamente a un conjunto de contaminantes, pero no es adecuada
para representar la relación entre degradación de la base de recursos ambientales y
crecimiento económico (Dasgupta 1996). Los fenómenos para los que se ha apreciado una
relación de este tipo son: higiene inadecuada, suministros de agua potable, emisiones de SO2,
NOx y CO (Arrow K. et al 1995; Shafik, N. et al 1992; Wallace 1996). Sin embargo,
algunos autores e incluso documentos oficiales de instituciones internacionales consideran que
dicha relación puede aplicarse en general a la relación entre degradación ambiental y evolución
de la renta per cápita10.
Arrow et al (1995, p.92) y Dasgupta (1996 p.24) consideran que hay que ser cautos a la
hora de interpretar las curvas de Kuznets. La relación se ha mostrado cierta sólo para algunos
contaminantes (que dan lugar a costes locales y a corto plazo, como el azufre o las partículas,
en lugar de a costes dispersos y a largo plazo, tales como el CO2, que normalmente aumentan
con la renta). Como ya hemos mencionado, dicha relación no se ha demostrado para los
recursos ambientales sino sólo para las emisiones de contaminantes (es decir sólo para un
aspecto de la degradación ambiental). Además no nos dice nada acerca de las consecuencias
sistémicas de la reducción de los mismos (las reducciones en un contaminante en un país
puede implicar incrementos en otros contaminantes en el mismo país o transferencia de
contaminantes a otros países). Finalmente, si bien es verdad que las emisiones se han reducido
conforme la renta per cápita aumentaba, las reducciones pueden deberse a reformas
institucionales de carácter local, en lugar de “al crecimiento económico” en si.
10
P.ej., el Banco Mudial (1992) y la Comisión Europea (1994).
10
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4.- Relación en forma de N.
Algunos autores señalan que, si se considera un horizonte temporal lo suficientemente amplio,
aquellos casos en los que la Curva Ambiental de Kuznets parece cumplirse terminan dando
lugar a un aumento en la degradación ambiental cuando la renta per cápita aumenta. Wallace
(1996 p.28) observa que, de seis estudios sobre como las concentraciones urbanas de SO2
en los países varían con el crecimiento de la renta, sólo uno encuentra una relación tipo CAK.
El resto descubren que, aunque las concentraciones aumentan y luego disminuyen cuando la
renta aumenta, existe un segundo punto de inflexión en niveles de renta altos en el que las
concentraciones vuelven a aumentar de nuevo. Es decir la relación adecuada puede ser en
forma de N en lugar de una U invertida11.
4.- Conclusiones.
En este trabajo hemos tratado de mostrar las difíciles y no siempre bien entendidas relaciones
entre desarrollo sostenible, crecimiento económico y sustentabilidad ambiental.
Existen varias versiones del término, concepto o enfoque del desarrollo sustentable. Sin
embargo y con independencia de la versión que se utilice, el Bienestar que busca el desarrollo
sustentable incorpora no sólo aspectos económicos sino también de calidad ambiental, salud,
cohesión social, educación etc... y supone extender el horizonte temporal de preocupación del
corto al largo plazo. El desarrollo sustentable integra tres tipos de objetivos (enfoque
triangular): económicos, ambientales y sociales. El crecimiento económico puede contribuir al
desarrollo sustentable, pero no necesariamente. Depende de que la satisfacción de aquellas
aspiraciones de bienestar se logre. Para ello el crecimiento económico debe generar un alto
valor social sin deteriorar la base física de la economía. Es decir, siguiendo el concepto de
renta hicksiana, el crecimiento económico contribuiría al desarrollo sostenible si diera lugar a
un incremento en los beneficios netos del desarrollo sujeto a la restricción de que se
mantengan los servicios suministrados por el stock de recursos ambientales, económicos y
sociales en el tiempo. Cuando el crecimiento económico se logra deteriorando dicha base
física, entonces resulta incompatible con el desarrollo sustentable,. Por lo tanto, no
necesariamente D.S. y crecimiento económico tienen que ser enemigos irreconciliables.
Un aspecto relevante relacionado con lo anterior, es el de la relación entre crecimiento
económico y sustentabilidad ambiental (que es uno de los elementos, pero no el único del
D.S.). A pesar de que en ocasiones se ha demonizado al crecimiento económico, acusándole
de la responsabilidad del deterioro medioambiental, hemos tratado de mostrar que el
crecimiento económico no necesariamente es perjudicial (ni tampoco beneficioso) para el
medio ambiente. Ni los análisis teóricos ni la evidencia empírica existente permiten asegurar
que así sea. Esto no quiere decir que el crecimiento sea suficiente para inducir mejoras
11
Véase Wallace (1996, págs. 28-30 y Ekins 1995) para un examen más detenido de las curvas en forma de
N
11
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ambientales en general, ni que los efectos ambientales del crecimiento deban ser ignorados, ni
tampoco que la base de recursos de la tierra sea capaz de soportar indefinidamente el
crecimiento económico (Dasgupta, 1996, p.24). Significa, simplemente, que no es el
crecimiento en si lo que debe preocuparnos, sino la calidad ambiental del mismo, es decir, es
necesario identificar los activos ambientales necesarios para generar una unidad adicional de
PNB. La atención debe dirigirse a la composición del PIB, y no tanto al tamaño del mismo.
Un PNB más pequeño puede ser más dañino para el medio ambiente que un PNB mayor
El proceso de desvinculación positiva (decoupling) entre producción e impacto ambiental de
esa producción puede lograrse a través del cambio tecnológico socialmente dirigido y del
cambio en la estructura productiva de la economía, aunque, como hemos visto, puede ocurrir
que tampoco estos fenómenos sean la panacea que nos libere de los problemas ambientales.
Además, ambos fenómenos no se producirán automáticamente, sino que requieren una
actuación decidida de los poderes públicos, que debe ser especialmente agresiva en la
promoción de tecnologías de proceso y de producto limpias.
Referencias bibliográficas.
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