Sistemas Naturales y la Complejidad

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Doctorado en Pensamiento Complejo
Asignatura 2: Debates sobre Pensamiento Complejo y
Transdisciplina II (DPCT)
Profesor: Dr. Roberto Rivera Pérez
Trabajo: Los sistemas naturales y la Complejidad
Doctorante: Anita Violeta Argüello Mejía
Cd. de México, Agosto, 2015
LOS SISTEMAS NATURALES Y LA COMPLEJIDAD
Introducción
El presente ensayo corresponde a un esbozo de la Complejidad del Marco Teórico
relacionado con los Sistemas Naturales y La Complejidad. El objetivo principal es
introducirse al tratamiento de las actividades productivas humanas y su afectación a
los Sistemas Naturales y la necesidad de la transformación del pensamiento humano
para hacerse responsable de una nueva visión multidimensional del binomio
indisoluble Hombre- Naturaleza.
Para dar inicio a este análisis es necesario rescatar los conceptos de la Complejidad
que parten del pensamiento contemporáneo de Edgar Morin:
A primera vista la Complejidad es un tejido (complexus: lo que está tejido en
conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: presenta la
paradoja de lo uno y lo múltiple. Al mirar con más atención, la complejidad es,
efectivamente, el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones,
determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico. Así es que la
complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo
inextricable, del desorden, la ambigüedad, la incertidumbre... Pero la complejidad
no comprende solamente cantidades de unidades e interacciones que desafían
nuestras
posibilidades
de
cálculo;
comprende
también
incertidumbres,
indeterminaciones, fenómenos aleatorios. En un sentido, la complejidad siempre
está relacionada con el azar” (Morin, Introducción al Pensamiento Complejo, 2008:
32).
Con base a la Complejidad se plantea en primer lugar el análisis de la unidad
entre el Hombre y la Naturaleza donde se aborda las principales ideas de la ruptura
de esta unidad, considerando las múltiples interrelaciones que existen en este
binomio y, por lo tanto, su complejidad.
Dada la complejidad de este binomio, por las múltiples interrelaciones que se
generan y su interdependencia, se considera necesario abordar el análisis de los
sistemas.
1
De acuerdo a Sergio Moriello (2005:1) el Sistema:
Es una abstracción que simplifica la realidad y que remite a un conjunto de
elementos o partes que interaccionan dinámicamente entre sí (y con el entorno que
lo rodea), que tiene una cierta permanencia dentro del espacio-tiempo y que intenta
alcanzar un objetivo concreto.
Así también Morin expresa que Bertalanffy en el libro Teoría General de los
Sistemas (Bertalanffy, 1976),
“dio pertinencia y universalidad a la noción de
sistema, al haber considerado el sistema como un todo no reductible a las partes”
(Morin, 1981: 149).
Retomando la ruptura de la unidad del binomio del Hombre-Naturaleza, como
indica Levi Strauss “todas las estructuras universales en el hombre corresponden al
orden de la naturaleza” (Levi Strauss, 1998:41), se plantea considerar las
consecuencias que ha tenido la simplificación del pensamiento humano al basarse en
los Sistemas económicos vigentes y no en la Complejidad de los Sistemas Naturales
determinando la Transformación del Entorno; para iniciar a orientar el análisis de las
actividades productivas y su aprovechamiento sin límites de los recursos llegando al
umbral de estos límites y provocando la actual crisis del planeta.
Estos Sistemas Naturales son considerados como:
Procesos geológicos o evolución biológica, los cuales tienden a operar a muy largo
plazo. Todo sistema abierto (y todos los sistemas naturales son abiertos) evoluciona
en continua interacción con el medio externo y se auto-organiza, adoptando formas
de organización con estructuras que le permiten mantenerse en un cierto equilibrio
dinámico con las condiciones de contorno (García, 2006: 154).
Como una aproximación a la nueva visión más holística o globalista, en
términos de Morin (1981), e integral, es decir orientada a la totalidad con
propiedades irreductibles a la suma de las propiedades de sus partes (Ruíz Rivera,
2013), se aborda El Cambio de Perspectiva, partiendo de una propuesta de un nuevo
pensamiento basado en la Complejidad y el abordaje de la Naturaleza de la
Naturaleza y el re-reconocimiento de la Naturaleza Humana frente a los Sistemas
Naturales.
2
El Hombre y la Naturaleza
El ser humano, se ha desarrollado en esta Tierra, desde sus inicios con una
identificación total con la Naturaleza; sus orígenes hacen que el hombre se sienta
siempre arraigado a ella.
La aparición, en el último tercio del siglo xx, de la ciencia ecológica y el progreso
de la cosmología y de las ciencias de la tierra, así como el conocimiento de la
prehistoria, han sido necesarios para concebir que, si bien se distingue de la
animalidad por su conciencia y su cultura, el ser humano lleva en sí toda la historia
del universo y de la vida, puesto que sus partículas aparecieron ya en los primeros
segundos de la existencia del mundo, sus átomos se formaron en soles anteriores al
nuestro y sus moléculas se ensamblaron en una Tierra primitiva para formar el
primer ser unicelular del cual, a través de transformaciones y metamorfosis,
descienden todos los seres vivos, incluido el ser humano (Morin, La Vía. Para el
Futuro de la Humanidad, 2011a: 78).
Morin en el Método, la Naturaleza de la Naturaleza, va más allá de un nexo
de origen entre el Hombre y la Naturaleza y lo define como una articulación total y
dependiente:
Es preciso, pues, que concibamos la esfera antropo-sociológica, no solamente en su
especificidad irreductible, no solamente en su dimensión biológica, sino también en
su dimensión física y cósmica. A partir de aquí, la Naturaleza se reunifica y vuelve
a tomar vida. La naturaleza no es solamente physis, caos y cosmos juntos. La
Naturaleza es lo que religa, articula y hace que se comunique en profundidad a lo
antropológico con lo biológico y con lo físico. Es preciso, pues, que volvamos a
encontrar la Naturaleza para volver a encontrar nuestra Naturaleza” (Morin,
1981: 420)
Esta concepción holística o global de la Naturaleza conduce a volver a las raíces de
los orígenes del hombre, a la construcción de su historia, al uso racional y sostenido
de los recursos y a la armonía entre lo físico, lo biológico, lo cósmico. La ruptura
existente de esta armonía, ha provocado el caos, concibiéndose como tal, “la unidad
indistinta de la creación y la destrucción” (Morin, 2009: 270), donde las amenazas
3
para la Naturaleza son inminentes y la transformación debe darse para lograr salvar
al planeta:
Desde la década de 1960, hemos descubierto que los desechos, emanaciones,
exhalaciones de nuestro desarrollo técnico-industrial-urbano degradan la biosfera,
y amenazan con envenenar irremediablemente el medio viviente del cual formamos
parte: el dominio desenfrenado de la naturaleza mediante la técnica lleva a la
humanidad al suicidio (Morin, 2011b: 94).
Mencionando al biólogo Dobzhansky, Morin introduce la Complejidad de la
Naturaleza: “Desgraciadamente la naturaleza no ha sido lo bastante gentil como para
hacer las cosas tan simples como nosotros quisiéramos que fuesen. Debemos afrontar
la Complejidad” (Morin, La epistemología de la complejidad, 2004: 2). Es necesario
que los seres humanos consideren la Naturaleza y sus fenómenos interconectados e
interdependientes consigo mismo, como con su vida. El hombre forma parte de una
red de Sistemas que no se pueden separar en partes, todos sus acciones relacionadas
con estos Sistemas y tendrán repercusión sobre sí mismo. “La pérdida de un porvenir
asegurado, unida a la precariedad y a las angustias del presente, engendra reflujos
hacia el pasado, es decir, hacia las raíces culturales, étnicas, religiosas y nacionales”
(Morin 2011a: 22).
El hombre durante toda su historia ha aprovechado de los recursos que la
Naturaleza le provee. Esta relación Hombre-Naturaleza es indisoluble e indivisible.
La experiencia del hombre en la naturaleza le ha provisto de múltiples herramientas
que le han permitido desarrollar su vida y llegar hasta los días de hoy donde se ha
atribuido la propiedad de la naturaleza sin límites.
En la historia humana, los vestidos, herramientas, armas y tradiciones, toman el
lugar de las pieles, las garras, e instintos para la búsqueda de alimento y abrigo.
Las costumbres y prohibiciones condensando siglos de experiencia acumulada y
trasmitida por la tradición social, ocupan el lugar de los instintos heredados,
facilitando la supervivencia de nuestra especie (Childe, 1995: 26-27).
El hombre ha ido construyendo su conocimiento, manteniendo su relación
con la Naturaleza en un proceso de auto-eco-organización, es decir “que la
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organización del mundo exterior está inscrita en el interior de nuestra propia
organización viviente” (Morin, El Pensamiento Ecologizado, 1996: 3), lo cual le ha
permitido cubrir sus necesidades, aprovechar su entorno y depender de él.
Así, la auto-eco-organización del ser vivo está inscrita dentro de nuestra propia
organización humana. El mundo está en nosotros al mismo tiempo que nosotros
estamos en el mundo. No somos unos extravivos, unos extraanimales o unos
extraprimates, sino que somos, realmente, unos supervivos, unos superanimales y
unos superprimates. La organización biológica, animal, mamífera, se halla en la
naturaleza, fuera de nosotros, pero también en nuestra naturaleza, en nuestro
interior (Morin, 2011a: 78).
El dominio de la Naturaleza transformó del hombre un conquistador gracias a
su capacidad de adaptarse al entorno. Por cientos de años, vivió en armonía con su
entorno, inmerso en los Sistemas Naturales sin disturbarlos.
Todo indica que en su crítica de la razón, Kant mejor que otros filósofos de su
tiempo, e incluso posteriores, captó la esencia del tipo de racionalidad científica que
se abría paso en la modernidad. Si para los antiguos, el hombre era capaz de
aprender de la Naturaleza, para la ciencia moderna lo válido resultó interrogar a la
Naturaleza y torturarla para que esta develase sus secretos. De la Naturaleza no se
aprende, a ella se le hace frente como inquisidor severo, y se le obliga a revelar sus
secretos. Hacerla “confesar” era el primer paso para someterla a dominio. El
método experimental fue el majestuoso instrumento de tortura, el brazo de la razón
para lograrlo (Delgado Díaz J. C., 1999: 45).
De acuerdo con Gordon Childe (1995), el hombre ha tenido múltiples
limitaciones respecto a otras especies, sin embargo, su capacidad de adaptación al
entorno le ha permitido llegar a prosperar en distintos hábitats:
No obstante lo cual, ha sido capaz de adaptarse a una variedad de ambientes mayor
que casi todas las otras criaturas, de multiplicarse con mayor rapidez que cualquier
otro de sus parientes entre los mamíferos superiores, y de vencer al oso polar, a la
libre, al halcón y al tigre, en sus habilidades específicas. Por medio del control del
fuego y de su habilidad para hacerse vestidos y habitaciones, el hombre puede, y de
hecho lo realiza, vivir y prosperar desde el círculo ártico hasta el ecuador (Childe,
1995: 36)
5
Sin embargo, el desarrollo del pensamiento, de la tecnología y de la industria,
separan su relación con la misma y hacen de él un ser indiferente a los cambios que ocurren
en ella, los cuales en los tiempos actuales se han vuelto contra él, cabe mencionar que:
Los problemas ambientales son, seguramente, el mejor exponente de este mundo
actual en el que todo está interconectado. Nos enfrentamos a problemas como el
cambio climático, cuyo origen está en las zonas industrializadas del planeta pero
cuyas consecuencias sufre toda la humanidad y, lamentablemente, afectarán con
mayor crudeza a los más pobres. Este fenómeno, al igual que otros de gran
magnitud (desequilibrios demográficos, pérdida de biodiversidad, problemas de
agua y energía…), remiten siempre a la conciencia de pertenencia a un mundo
global en el que las consecuencias de las acciones en cualquier parte del planeta
repercuten, en un fenómeno sistémico, en la totalidad (Novo & Murga, 2010: 180).
La concepción de que los recursos son inagotables ha permitido que el
hombre avance sin límites en el uso insostenible de los mismos. “La humanidad
emerge en un caos que amenaza con destruirla” (Morin, El Método. La Humanidad
de la Humanidad 5, 2009: 270).
La naturaleza existe para beneficio instrumental de la humanidad, para ser
explorada, manipulada, explotada y modificada para mejorar la calidad material de
la vida humana. La mayoría de los países en desarrollo han seguido estos
conceptos, que se justifican como un "mal menor” durante las primeras etapas del
desarrollo industrial. La falla fundamental de esta visión es la falta de conciencia
entre la dependencia básica de la economía y un vasto conjunto de recursos físicos y
biológicos (Martínez Castilla, 2003: 12).
En las últimas décadas el hombre ha cambiado los Sistemas Naturales
drásticamente, dando lugar a una crisis del ambiente que le rodea y que ha influido
en él durante toda su historia. En la actualidad es necesario que el hombre vuelva a
sus orígenes y redescubra la relación íntima con la Naturaleza, reconociendo su
origen y su interdependencia con ella y determinando así el establecimiento de una
cultura ambiental que permita frenar los avances del caos en que se desarrolla. La
comprensión de los Sistemas Naturales,
permitirá dar un giro al pensamiento
simplificado con relación a la Complejidad de la Naturaleza.
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Pero la complejidad del momento que vivimos no termina ahí. Estamos asistiendo a
un momento crucial de la historia humana, cuando al volvernos hacia la naturaleza,
comprendemos que nuestra identidad no puede seguir siendo concebida por
oposición al sistema natural de que formamos parte. Cada vez más, se hace patente
la comprensión de que formamos parte de un sistema, sin el cual nuestra existencia
biológica y social es imposible. Contar con el nivel de conciencia no significa más
que seamos los dueños y señores de la naturaleza. Tiene una significación moral
fundamental: nos convoca a asumir nuestros deberes para con el resto de las
entidades vivientes con quienes compartimos el sistema naturaleza. Así, la noción de
responsabilidad moral se abre hacia la naturaleza (Delgado Díaz C.-J. , 2006: 3).
Descartes (Discurso del Método, 1953) analiza la perfección de los procesos
de la naturaleza, del cuerpo humano y de la física. Especialmente se sumerge en
describir la armonía de las funciones del cuerpo y de qué forma cada una está
entrelazada a otra, debido al predominio de procesos mecánicos y físicos que
permiten el desarrollo de la vida tanto física como espiritual. Asimismo identifica el
perfecto funcionamiento de los fenómenos del mundo, de la participación del hombre
en este mundo y el dominio de éste de los elementos de la naturaleza. “Consideren
este cuerpo como una máquina que, por ser hecha de manos de Dios, está
incomparablemente mejor ordenada y posee movimientos más admirables que
ninguna otra de las que puedan inventar los hombres” (Descartes, 1953: 39).
Desde los años 60 del siglo XX, muchos han sido los intentos de volver la cara del
hombre hacia la Naturaleza. Los movimientos ecologistas, ambientalistas y verdes,
como Amigos de la Tierra y Greenpeace a principios de la década de los 70, han
tratado de llamar la atención de la disolución de la relación Hombre-Naturaleza. Sin
embargo, más fuerte ha sido el ímpetu por usarla y destruirla. “La economía ha
producido riquezas inauditas a la vez que miserias insondables, y su falta de
regulación da rienda suelta al lucro, a su vez propulsado y propulsor de un
capitalismo desenfrenado, fuera de todo control, que contribuye a esa carrera hacia el
abismo (Morin, 2011a: 29).
La Naturaleza como Sistema Natural es parte de los sistemas abiertos, que “carecen
de límites bien definidos y realizan intercambios con el medio externo. No se trata de
7
sistemas estáticos con una estructura rígida (García, 2006: 60)”, más bien son sistemas
complejos y dinámicos, que se auto-organizan por su propia capacidad de resiliencia1
frente a los cambios a los que confrontan.
Todo sistema abierto (y todos los sistemas naturales son abiertos) evoluciona en
continua interacción con el medio externo y se auto-organiza, adoptando formas de
organización con estructuras que le permiten mantenerse en un cierto equilibrio
dinámico con las condiciones de contorno (García, 2006: 154).
El Sistema Natural no es simple, no son solo recursos agregados y partes que
se agregan entre sí, son sistemas de sistemas interconectados unos a otros, abiertos a
la interacción externa y con una unión entre indisoluble entre el sujeto-objeto y su
interrelación dinámica: “El fenómeno es lo que nosotros llamamos la Naturaleza que
no es más que esta extraordinaria solidaridad de sistemas encabalgados edificándose
los unos sobre los otros, por los otros, con los otros, contra los otros: la Naturaleza
son los sistemas de sistemas, en rosario, en racimos, en pólipos, en matorrales, en
archipiélagos” (Morin, El Método, La Naturaleza de la Naturaleza Vol. 1, 1981:
420). Desde el punto de vista de la Complejidad se busca tener una visión holística
de la realidad que se presenta como un todo cambiante. La estabilidad del k estará
dada por la capacidad de éste para acoger dichos cambios, mantener la dualidad de
organización-desorganización y orden-desorden.
Dos son las fuentes de disolución de un sistema físico real: una la constituye el
entorno próximo y la otra la constituye el sistema mismo (François, 1985). En el
primer caso, una perturbación relativamente grande en el medio ambiente –que
supera un determinado umbral– no puede ser absorbida por el sistema y se propaga
de manera progresiva, atravesándolo totalmente. De este modo, se estrechan los
límites de estabilidad del sistema y, por lo tanto, sus condiciones básicas de
existencia, con lo cual se desencadena irreversiblemente un derrumbe (un colapso).
En el segundo caso, se trata de un mecanismo posiblemente innato de acumulación
de errores que conduce al sistema –en el largo plazo– hacia su inevitable
destrucción. De manera gradual, el sistema comienza a perder su energía operativa
y a aumentar su nivel de entropía. En otros términos, los diferentes subsistemas no
La definición más aceptada de resiliencia es la de Garmezy que la define como “la
capacidad para recuperarse y mantener una conducta adaptativa después del abandono o la
incapacidad inicial al iniciarse un evento estresante” (Garmezy, 1991).
8
1
se disuelven todos al mismo tiempo, sino que la desorganización y el deterioro del
sistema son paulatinos y su comportamiento global se degrada “elegantemente”
ante la presencia de fallas irreparables en los distintos subsistemas (Moriello, 2005:
1).
Por otro lado, el hombre no solo debe comprender su mundo físico, biológico
y cultural sino comprender la responsabilidad que tiene frente a las futuras
generaciones y el rol social que tiene con las múltiples identidades que habitan en su
propio cosmos.
Nuestra mega diversidad no es sólo ecológica, como se dice, sino geográfica,
biológica, étnica, técnica, económica, política, social y cultural. Nuestra perplejidad
es mayúscula frente a la experimentada por Maimones. Vivos y bobos, astutos y
tontos se prodigan en el tráfago intercultural (Restrepo, 2010: 68).
Así, el hombre debe estar consciente de los cambios que está produciendo en su
entorno provocando desequilibrios en el sistema que tiende a reestructurarse pero
tiene límites para mantener su la estabilidad en la estructura del sistema.
Las estructuras no son consideradas como "formas" rígidas en condiciones de
equilibrio estático, sino como el conjunto de relaciones dentro de un sistema
organizado que se mantiene en condiciones estacionarias (para ciertas escalas de
fenómenos y escalas de tiempo), mediante procesos dinámicos de regulación
(García, 2006: 52).
Al pensar en Sistemas Naturales hoy en día, las alteraciones a la estabilidad
ambiental, han determinado perturbaciones a toda la biósfera, provocando así
fenómenos como el efecto invernadero y cambio climático que representan una
amenaza para la auto-organización de los mismos.
Los estudios de sistemas fuertemente alejados del equilibrio mostraron que es en
tales circunstancias, fuertemente no lineales, cuando –a partir de un
desordenamiento previo– emerge un nuevo orden de complejidad (como la vida,
como los seres humanos y la sociedad). Orden nuevo que, una vez emergido, es
decir, una vez surgido-a-partir-de (“de abajo hacia arriba”), experimenta
indefectiblemente nuevos alejamientos del renovado equilibrio que su aparición
9
suscitó, para dar origen a sucesivos órdenes de complejidad ulterior. Órdenes de
complejidad, por otra parte, no siempre predecibles, aunque previsibles (Sotolongo
Codina & Delgado Díaz, 2006 :60).
Los límites de la perturbación de los Sistemas Naturales han sobrepasado el
umbral de resiliencia lo cual es la causa de la crisis actual de la Naturaleza, como lo
han referido Delgado Díaz (2006), Morin (2001), Morin (2011), Sariego (2006), en
sus obras. Es necesario que las interrelaciones del hombre con su medio físico se
concilien para determinar un cambio en el uso de los recursos de la naturaleza. “Hay
aquí, claramente, dos tipos de problemas a considerar: la desorganización del sistema
cuando las perturbaciones exceden cierto umbral, y la posterior reorganización bajo
nuevas condiciones” (Restrepo, 2010: 69)
“En los sistemas ambientales, por ejemplo, además de los límites geográficos
que le asignamos en un estudio de caso concreto, sólo se toma en cuenta, en
cada fase de la definición del sistema, un subconjunto del conjunto de
relaciones sociales que son pertinentes para el análisis de las interrelaciones
de la sociedad con el medio físico” (García, 2006: 154).
Para Morin (Sociología, 2002: 132):
El medio social es un ecosistema ya que el conjunto de los fenómenos de un
nicho ecológico constituye, por sus interacciones, un sistema de tipo original:
el ecosistema. Asimismo, todo organismo (sistema abierto) está íntimamente
ligado
al
ecosistema
mediante
una
relación
fundamental
de
dependencia/independencia en el que la independencia crece al mismo
tiempo que la dependencia.
Así como en el Ecosistema, las interrelaciones de los organismos con su
ambiente están ligadas íntimamente, las interrelaciones Hombre-Naturaleza tienen la
misma dependencia/interdependencia. Sin embargo, el ser humano ha minimizado
esta relación dando preponderancia a las actividades productivas extractivistas que
usan los recursos sin conciencia ambiental ni socio-cultural.
Es hora de cambiar dicha lógica que no puede sostenerse porque arriesga la
vida del planeta y la paz de la especie consigo misma, fracturada por guerras
10
que hoy, en las condiciones técnicas, sólo pueden conducir a la cuenta
regresiva de una inminente catástrofe. Derivando los saberes solidarios de
múltiples tradiciones ecuménicas, el principio de oro ha de ser la
transformación de energías en saberes y de éstos en sabiduría, mediante la
organización de tramas, la movilización de la solidaridad, la entronización
del afecto como medida áurea de la calidad de cualquier sistema social,
retóricas amparadas en la pregunta, distribución equitativa de la riqueza y
promoción de la disidencia creativa (Restrepo, 2010: 68).
Existe la esperanza de que el hombre reaccione frente a la crisis actual del
planeta y vuelva a sus raíces cuando actuaba más coherentemente con la Naturaleza.
La Transformación del Entorno
El hombre depende de la Naturaleza y es la única especie que puede
transformarla, partiendo de la organización social, política y cultural, diferenciada de
otras especies. En el proceso histórico del hombre, luego de domesticar las plantas
para la agricultura, la era tecnológica e industrial convierten a la Naturaleza en una
fuente de recursos, materia prima para la producción y el sostenimiento de los
sistemas económicos. El dominio de la Naturaleza ha generado una explotación
irracional, poniendo en peligro todos los Sistemas Naturales y su propia vida.
El planeta está en peligro: la crisis del progreso afecta a la humanidad entera,
ocasiona rupturas por todas partes, hace crujir las articulaciones, determina
repliegues particularistas; las guerras se reavivan, el mundo pierde la visión
global y el sentido del interés general. Por doquier la veracidad en la ciencia, en
la técnica y en la industria, se tropieza con los problemas que plantean la
ciencia, la técnica y la industria (Morin, 2006: 1).
Las actividades productivas, que dependen de los sistemas económicos en los
que vive cada grupo humano, producen cambios en el entorno, transformaciones que
tienen múltiples efectos. Estas transformaciones generan acciones y reacciones,
productos y subproductos.
11
Quizá la mayor amenaza que pesa sobre el planeta sea resultado de la alianza entre
dos barbaries: la primera procede del fondo de las edades históricas y aporta la
guerra, la masacre, la deportación, el fanatismo. La segunda, helada, anónima,
procede de nuestra civilización técnico industrial: sólo conoce el cálculo e ignora a
los individuos, su carne, sus sentimientos, sus almas… El planeta avanza bajo la
sombra de la muerte. Las espadas de Damocles nucleares se multiplican. La
potencialidad de autoaniquilación, local o general, acompaña en lo sucesivo la
marcha de la humanidad. Nuestro desarrollo técnico-industrial-urbano degrada
nuestra biosfera, y comienza a envenenar el medio viviente de que formamos parte…
Si hay un dios que juega a darnos miedo lo ha conseguido” (Morin, El Método. La
Humanidad de la Humanidad 5, 2009: 270).
El hombre no puede ser indiferente a los cambios que ha provocado en el
ambiente, no puede ser el principal actor destructor de su hogar, su casa, su planeta.
El Papa Francisco en la Carta Encíclica Laudato Si´, sobre El Cuidado De La Casa
Común dice:
La intervención humana en la naturaleza siempre ha acontecido, pero durante
mucho tiempo tuvo la característica de acompañar, de plegarse a las posibilidades
que ofrecen las cosas mismas. Se trataba de recibir lo que la realidad natural de
suyo permite, como tendiendo la mano. En cambio ahora lo que interesa es extraer
todo lo posible de las cosas por la imposición de la mano humana, que tiende a
ignorar u olvidar la realidad misma de lo que tiene delante (Santo Padre
Francisco, 2015).
Al interpretar los procesos productivos, en este contexto, es necesario
considerar una multivisión, que parte de “la re-flexión del pensamiento sobre la
naturaleza; es el campo donde convergen diversas epistemologías, racionalidades e
imaginarios que transforman la naturaleza y que abren la construcción de un futuro
sustentable” (Leff, 2007: 48), donde están involucrados elementos de la Naturaleza,
elementos sociales, culturales y elementos económicos, que repercutirán en todo el
proceso y se influenciarán unos a otros.
De acuerdo con Najamanovich (2001) se da lugar a “la experiencia
contemporánea que exige considerar la productividad, actividad, circulación,
12
creatividad”. Así, el sujeto, se convierte en partícipe generando “una interacción
multidimensional de los seres humanos con el ambiente con el cual son inseparables”
(Najamanovich, 2001: 4).
Uno de los elementos importantes en esta problemática constituye la
generación de daños generados por las actividades productivas. En este sentido,
dado el carácter de relación entre los elementos involucrados en las actividades
productivas, “la Complejidad puede estar en la vida cotidiana y jugar varios roles
sociales” (Morin, 2008: 32).
La experiencia acumulada muestra que la degradación creciente de los ecosistemas,
la desnutrición que afecta a cientos de millones de seres humanos, y, en general, el
deterioro de las condiciones de vida, están íntimamente relacionados entre sí, y que
no pueden ser explicados por una simple cadena lineal de eventos. Se trata de
problemas estructurales de los sistemas complejos compuestos por un subsistema
físico (suelo, agua, clima, ecología natural), un subsistema productivo (cultivos,
métodos de producción, inputs tecnológicos) y un subsistema socioeconómico
(grupos sociales, condicionantes económicos, factores políticos) (García, 2006:
154).
Considerando la explotación indiscriminada de los recursos y evidenciando
los impactos negativos en el ambiente (incremento de las zonas secas y desérticas en
gran magnitud; la destrucción de la flora y fauna, la desaparición de las fuentes de
agua, y consecuentemente el deterioro de aspectos sociales y la disminución de los
mismos), es necesario implementar una visión compleja, multidimensional y
holística que determina el cambio de políticas económicas y ambientales, la
conciencia ecológica de la ciudadanía y el uso racional de los recursos.
Como se viene analizando, muchas de las actividades productivas divorcian,
los elementos que por su naturaleza están enlazados entre sí.
La disociación del
individuo/especie/sociedad rompe la relación permanente y simultánea de éstos. Es
necesario restablecer la relación entre estos elementos.
Además es necesario
vincular la esfera antropo-social con la esfera biológica.
13
En El Paradigma Perdido (Morin, El Paradigma Perdido, 2005) no pretende
reducir lo antropológico a lo biológico sino más bien vincular los tres elementos
individuo/sociedad/especies, trinomio que no se pueden reducir o subordinar uno al
otro, sino que funcionan articulados (Morin, El Espíritu del Valle, 2001).
Una real conciencia de la afectación de la actividad económica a las
personas y a los ecosistemas. Potter ya tuvo una plena conciencia de la
ambivalencia que hay entre la sociedad industrializada y tecno científica
caracterizada por la contradicción de proveer grandes ganancias, mientras
los pobladores y el ambiente siguen padeciendo de la injusticia social,
explotación económica y el deterioro irreversible de la naturaleza (Quintana,
2009: 32).
En este sentido, es necesario promover una visión más compleja de este tipo
de actividades productivas, vinculadas directamente a la extracción de los recursos
naturales como materias primas (minería, actividad forestal, combustibles fósiles
entre otras); actividades que siendo muy rentables, pocas veces están orientadas al
verdadero bienestar de las personas y del ambiente. “La racionalidad dominante
encubre la complejidad ambiental, la cual irrumpe desde su negación, desde los
límites y la alienación del mundo economizado, arrastrado por un proceso
incontrolable, entropizante e insustentable de producción (Leff, 2007: 49)”.
Un cambio de perspectiva
En la actualidad con la Globalización, basada en los principios económicos
de la sociedad, sin tomar en cuenta al ser humano en su complejidad y los sistemas
que le rodean, es necesario retomar principios tradicionales que orientaron al hombre
desde sus inicios.
De modo general, la teoría de la complejidad establece que cuando los
componentes de un sistema interactúan en circunstancias críticas, se
producen las condiciones para que los componentes se auto-organicen para
formar estructuras con potencial evolutivo y que exhiben una jerarquía de
propiedades emergentes del sistema (Riofrio, 2001: 12).
14
Es necesario construir una visión holística, amplia y correlacional del ambiente, que
cambie la óptica que subyuga el sistema humano bajo el sistema económico. “Y al
Sistema “homo” lo consideran como una “realidad trinitaria: individuo-sociedad-especie,
cuyos términos resultan indisociables porque son interdependientes unos de otros (Morin &
Pttelli-Palmerini, La Unidad del hombre como Fundamento a la Aproximación
Interdisciplinaria, 1982: 88)”
Hasta el presente, el camino imperial del mundo se ha guiado por la metáfora
cibernética: transformar energías en información y control, mediante dispositivos
piramidales o de red, retóricas imperativas o de instrucción, lógicas de acumulación
de plus-valor, acompañadas de minusvalía de quienes se extrae, como hoy, la
energía psíquica, inequidad en los retornos, centralidad del poder y dispersión de la
multitud (Restrepo, 2010: 68).
El hombre ha perdido la conciencia de que sus acciones provocan transformaciones
que no siempre contribuyen a la estabilidad de los Sistemas Naturales, perdiendo la
valoración ambiental, el diálogo de saberes y la construcción de alternativas que
permitan el desarrollo racional e integral de la sociedad humana en sus distintos
contextos.
El principio de esperanza puede ser restaurado, pero sin certeza “científica” ni
promesa “histórica”. Es una posibilidad incierta que depende mucho de las tomas
de conciencia, de las voluntades, del coraje, de la suerte... también las tomas de
conciencia se convierten en urgentes principales (Morin, 2006: 10).
La actitud humana frente a la Naturaleza ha generado un pensamiento
Antropocéntrico, es decir, el hombre como regulador de todos los procesos de la
naturaleza, no como un binomio integrado, sino con una visión de superioridad y
domino; esto ha determinado el caos ambiental. Considerando la unidad HombreNaturaleza y su complejidad, es necesario considerar las interrelaciones que se dan
entre ambos y determinar un cambio de perspectiva:
La Responsabilidad coloca al hombre como centro, no para que la naturaleza gire
en torno a él y bajo su dominio, sino para comprender que la totalidad de la vida, es
responsabilidad humana. Es un antropocentrismo ético, que coloca al hombre de
nuevo, como único responsable de lo que lo ocurra a la naturaleza, y que emerge no
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de pensar al hombre por fuera de la naturaleza, sino por el contrario, de aceptar
que es naturaleza. Por ello su responsabilidad (Noguera de Echeverri, 2006: 14).
El giro o el cambio de vía, tiene que ser planteando un cambio en la idea
sobrenatural del hombre, dando el valor necesario tanto al porvenir del hombre como
al de la Naturaleza. Es necesario considerar la diversidad del planeta, (culturas,
ecosistemas, fauna, flora, genes, y paisajes): la única casa para conservar y salvar
Pensar en la ciencia y la tecnología es también meditar en la responsabilidad de
quienes la hacen y la ejecutan, pues ¿qué sería de la creatividad científica si no se
piensa en sus consecuencias sociales y morales? No es por gusto que el culto por la
novedad, por lo original, no puede descuidar su significado axiológico, pues la
apetencia por cosas nuevas ha guiado al hombre de ciencia a extremas angustias.
(Sariego, 2006: 112).
La remediación de los impactos ambientales y sociales demanda que se
implementen mecanismos para su cumplimiento de la normativa ambiental,
generando sistemas que integren a todos elementos y que contribuyan a la
responsabilidad social que propicia
consensos entre los grupos de interés para
encontrar soluciones viables a los problemas sociales, ambientales y económicos, de
tal manera que la actividad productivas se desarrollen de una manera sostenible
(Argüello, Cantos, & Moya, 2012).
Al decir de Enrique Leff (2007): “En la complejidad ambiental subyace una
ontología y una ética opuestas a todo principio de homogeneidad, a todo conocimiento
unitario, a todo pensamiento global y totalizador” (Leff, 2007: 48). La racionalidad
ambiental implica un cuestionamiento del conocimiento, un replanteamiento de los
conceptos de naturaleza de la naturaleza y de los conceptos de la vida de la vida, plantea
una nueva comprensión del mundo, combate la globalización económica y la unidad del
conocimiento moderno.
Para ir hacia la metamorfosis, es preciso cambiar de vía. Pero si bien parece
posible modificar ciertas trayectorias y corregir ciertos males, no podemos ni
siquiera frenar la ola técnico-científico-económica y de civilización que está
llevando a nuestro planeta al desastre (Morin, 2011: 33).
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Es así como el ser humano desde la perspectiva de la complejidad se ve abocado a
cambiar su óptica de la Naturaleza, dejar de someterla y convertirse en el responsable y
salvador de su casa, promoviendo la integralidad de los sistemas naturales y productivos
y rompiendo las ideas de dominación que han prevalecido hasta hoy.
La idea de la dominación sobre la naturaleza acompaña al pensamiento occidental
desde los postulados cartesianos originarios (Descartes, 1953) y permanece en el
discurso político contemporáneo y en la añoranza humana de una vida mejor como
realización de un reino de libertad donde la gran sometida es la naturaleza y sus
“fuerzas ciegas”. El optimismo tecnológico contemporáneo, el cientificismo y los
ideales tecnocráticos se nutren permanentemente de este ideal, que penetra en lo
profundo incluso del pensamiento ambientalista en las formas de ecología social
(Delgado Díaz J. C., 1999: 45) que colocan al ser humano en el pináculo de la
creación y lo estiman “depredador”, “responsable”, “salvador”, y prioridad
primera de las acciones ambientales (Delgado Díaz C. J., 2010: 32).
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