SENTIDO DEL SUFRIMIENTO HUMANO TANATOLOGÍA EDUCATIVA y ACOMPAÑAMIENTO EN EL DUELO P. Silvio Marinelli 10 de Noviembre 2014 PREMISAS 1. Cualquier tipo de sufrimiento 2. El sentido se «da», «entrega», «produce», «inyecta», «crea» (no se «encuentra» ni se puede «dar» desde el externo) 3. Se puede «acompañar» en la tarea personal de «dar sentido» al propio sufrimiento Lo que nos PUEDE enseñar el SUFRIMIENTO - A valorar la vida-salud-familia-trabajorelaciones - A relativizar las cosas. El sufrimiento nos hace relativizar las cosas y, sobre todo, las riquezas, el poder, los títulos, el prestigio. - A ser realistas frente a la vida en un mundo que vive de ilusiones caducas y pasajeras. - A sentir y apreciar la necesidad de los demás. - A descubrir nuevos valores: la humildad ante la fragilidad humana; la paciencia para afrontar dificultades y momentos dolorosos; el aprecio y el respeto por la vida; la solidaridad y la atención a las necesidades de los demás. - A ponernos en una actitud de cambio frente a la vida (poder, riqueza, belleza, juventud, productividad) - Puede ser “escuela de madurez” frente a comportamientos egoístas o narcisistas - Es ocasión de reflexión sobre la propia vida y su proyecto - Puede ser ocasión de conversión y purificación de estilos de vida equivocados (“ya nada es igual que antes”) - Siempre es toma de conciencia de nuestra propia condición de criaturas Vicktor Frankl, un psiquiatra austriaco, dio una especial importancia al mundo de los valores en medio del sufrimiento. Según él, la vida puede tener sentido a partir de los valores que la persona sea capaz de vivir. El autor distingue tres diferentes tipos de valores: los valores de acción o de creación, es decir, el ejercicio de las propias potencialidades humanas, personales; los valores de asimilación o de aprecio, es decir, la integración y el aprecio de cuanto de positivo tiene la cultura y cuanto nos circunda; los valores de actitud, o también llamados de soportación. Serían estos últimos los que serían capaces de cambiar de signo el sufrimiento. El comportamiento ante el dolor podría dar significado a una vida incluso en medio de un atroz sufrimiento; el hombre sentiría la propia responsabilidad para con los valores y haría emerger la dimensión específica del ser humano, es decir, la propia conciencia y responsabilidad También en las situaciones de límite extremo es posible continuar a vivir entregando sentido a lo que se hace. Según Frankl, entonces, la cosa más importante, no es la interpelación que proviene del sufrimiento y que se refiere a la búsqueda de las causas (¿por qué?), ni únicamente el mirar hacia adelante esperando la liberación (¿hasta cuándo?). Las preguntas fundamentales son “cómo” y “para qué”: cuál reto, cuál fin, cuál objetivo puedo realmente perseguir en las situaciones dadas y concretas? ¿Cómo vivir esta situación? ¿Cuáles actitudes desarrollar y cuáles comportamientos seguir? El sufrimiento, elaborado según esta nueva perspectiva, conduce a un enriquecimiento de la persona La persona es libre de comportarse de una manera o de otra, y por lo mismo, responsable. La experiencia nos dice que es posible vivir “sanamente” el sufrimiento producido por una enfermedad o un duelo. ORIGEN DEL SUFRIMIENTO Y LA MUERTE Nuestra conformación corpórea y vivir en una naturaleza con sus leyes Libertad humana y sus decisiones: imprudencia, maldad, descuido … 1.A. Ante todo la experiencia nos enseña que la muerte (por enfermedad, discapacidad y proceso de envejecimiento) es connatural a la condición criatural del ser humano. Los seres vivientes (animales y plantas) están sujetos a esta ley de la naturaleza 1.B. Además el ser humano vive en un medio ambiente con sus riesgos y peligros: inundaciones y sequías, terremotos y maremotos, huracanes, volcanes que se vuelven activos, etc. El hombre debe descubrir las leyes que presiden los fenómenos naturales y tomar sus decisiones responsables. 2. Muchos sufrimientos y muertes, además, son “causados” por la ignorancia y la maldad humanas: violencia, guerra, descuido de la salud, abusos, estilos de vida erróneos, etc. Se trata de la libertad humana… Podríamos afirmar que “Dios lo permite todo”: sólo así puede desarrollarse la dinámica de la respuesta humana al amor de Dios en la libertad. Dios no “envía” las desgracias: hacen parte de la vida (la naturaleza humana o la maldad humana). Dios nos ayuda a enfrentarlas: nos comunica fuerza y luz. Muchas veces decimos que “es la voluntad de Dios”, que “debemos cumplir con la voluntad de Dios”. El punto es establecer cual es verdaderamente la voluntad de Dios. La sagrada Escritura nos socorre: fundamentalmente, la voluntad de Dios no es algo misterioso, caprichoso o voluble. La voluntad de Dios es clara: que todos nosotros hombres conozcamos a Jesucristo y por medio de Él nos acerquemos al Padre. La voluntad de Dios es que seamos hijos de Dios y por lo tanto hermanos entre nosotros. La voluntad de Dios es el amor hacia Él y el prójimo. La Sagrada Escritura nos enseña que el Señor nos invita a hacer su voluntad en todas las situaciones existenciales y también en el tiempo de la enfermedad, el envejecimiento, la muerte y el duelo Se piensa comúnmente que la muerte es, para los deudos, una “prueba”. Ciertamente es una “prueba de la vida”, un desafío que enfrentar. Muy diferente es atribuirle a Dios la “iniciativa” de enviarnos “pruebas”. Dios no nos pone a prueba; está a nuestro lado para ayudarnos a enfrentar las pruebas de la vida. ¿Qué sentido puede tener nuestro sufrimiento por el duelo cuando perdura? Más que afanarse detrás de la pregunta: “¿Por qué me sucede esto?”, es mejor: “¿Cómo puedo vivir esta situación?”. Cómo puedo vivirla de manera humana y significativa, de manera cristiana como discípulo de Jesús para los creyentes. ¿Cuál amor puedo expresar en estas situaciones? Si la vida cristiana es un “vivir con Cristo”, o un “ser con Cristo” o un “ser en Cristo”, o “Cristo que vive en mí”, esto vale en manera singular cuando estamos más semejantes a Él Crucificado porque sufrimos una enfermedad o un duelo Jesús está presente en nosotros, cuando sufrimos. Con Él es posible entregar (“inyectar”) sentido a nuestro sufrimiento