1 LA VISITA CANÓNICA Fr. Michael Perry, OFM, Ministro general

Anuncio
LA VISITA CANÓNICA
Fr. Michael Perry, OFM, Ministro general
Roma, 16 de noviembre de 2015
Encuentro con los Visitadores generales
La Visita canónica está regulada por el Código de Derecho Canónico1, por nuestras Constituciones
generales2, por los Estatutos generales3, por los Estatutos para la Visita Canónica y Presidencia del
Capítulo provincial4, y por otros documentos de la Iglesia. Corresponde al Ministro general llevar a cabo la
Visita ya sea personalmente o por medio de delegados (cf. EpVc 1). Durante la Visita canónica, el Visitador
«representa al Ministro y actúa en su nombre» (EpVc 8 §1). A pesar de que puede tener connotaciones
jurídicas particulares, la Visita canónica debe, sin embargo, llevarse a cabo en el espíritu que Francisco
indica para la visita a los hermanos.
La Visita Canónica en la mente de san Francisco
San Francisco consideraba la visita a los hermanos como una de sus obligaciones más importantes y,
cuando ya no podía visitarlos a causa de la «enfermedad y debilidad» de su cuerpo (2CtaF 3), optó por
escribir cartas y enviar «mensajeros» para continuar sirviendo y suministrando «las fragantes palabras» de su
Señor» (2CtaF 2-3).
Consciente de la importancia de tales visitas y de tal servicio o ministerio, en la Regla no bulada
escribió: «Todos los hermanos que son constituidos ministros y siervos de los otros hermanos, distribuyan a
éstos en las provincias y en los lugares donde estén, visítenlos frecuentemente y amonéstenlos y anímenlos
espiritualmente» (Rnb 4, 2). Esta misma exhortación se encuentra en la Regla bulada, con algunos matices
que me parecen importantes: «Los hermanos que son ministros y siervos de los otros visiten y amonesten a
sus hermanos, y corríjanlos humilde y caritativamente» (Rb 10, 1). Veamos ahora brevemente los objetivos
y los instrumentos para la realización de la Visita.
El objetivo de la visita a los hermanos es doble. En primer lugar, es animar a los hermanos
de una Entidad específica a crecer en el conocimiento de su identidad espiritual, fraterna y
misionera de los hermanos y menores en el mundo de hoy. Francisco habla de las «fragrantes
palabras» que el Visitador debe ofrecer para animar y confortar a los hermanos, subrayando y
promoviendo sus puntos de fortalezas, de manera que se sientan alentados a buscar seguir siempre
el camino de la vida evangélica, y a nunca permitir dejarse definir por sus limitaciones y fracasos.
En segundo lugar, se trata de «amonestar» y «corregir» (cf. Rnb 10,1). Esto requiere una gran dosis de
humildad, escucha atenta, capacidad de ir más allá de la superficie, más allá de la fachada y de
entrar en la vida de los hermanos, de las fraternidades locales y del Gobierno provincial. Si los
hermanos tienen dificultades en ciertos ámbitos, es una cuestión de justicia ayudarles a ver la
verdad y garantizar que la verdad los haga libres, de comportamientos, actitudes y estructuras
malsanas.
Es importante subrayar que el primer objetivo de la visita es la de evangelizar a los hermanos,
comunicándoles «las palabras de nuestro Señor Jesucristo, que es el Verbo del Padre, y las palabras
del Espíritu Santo, que son espíritu y vida (Jn 6,64)» (2CtaF 3). El Visitador debe recordarles
continuamente a los hermanos que comparten la misma vida evangélica que han prometido observar
fielmente (cf. Rnb 1; Rb 1,1). Además, el Visitador debe «animar» a los hermanos a vivir según el
1
El Código de Derecho Canónico (=CIC) se ocupa de la Visita Canónica en el canon 628.
Constituciones generales (=CCGG) 213.
3
Estatutos generales (=EEGG) 155.
4
Estatutos para la Visita Canónica y la Presidencia del Capítulo provincial (EpVc), Roma, 1995.
2
1
espíritu (cf. Rnb 5,7), en obediencia a la voluntad del Señor. En otras palabras, la Visita debe
fomentar el crecimiento en la vida del espíritu en los frailes e instarlos a que pasen de lo bueno a lo
mejor (cf. CCGG 213; EpVc 3).
San Francisco era perfectamente consciente de la presencia del pecado en la fraternidad, y de
las consecuencias negativas de esto en la vida común y en las estructuras que deben promover la
vida fraterna evangélica. Por esta razón, Francisco retenía como parte importante de la Visita a los
hermanos la necesidad de llamar a una conversión profunda de la mente, el corazón y el espíritu. La
conversión es el corazón de la Visita canónica. Por consiguiente, Francisco habla de un segundo objetivo
de la Visita, a saber, «amonestar» y «corregir» (cf. Rnb 10,1). El Visitador no puede permanecer indiferente
ante el pecado del hermano y la pecaminosidad de la Entidad, sino que debe «amonestar» y «corregir» a los
hermanos que han pecado (cf. CCGG 213), recordando que a él le ha «sido confiado el cuidado de las almas
de los hermanos» (Rnb 4,6) durante la Visita. El silencio antes que el pecado le hará cómplice del pecado y,
como tal, culpables de la pérdida del hermano.
En cuanto a la manera de llevar a cabo el servicio de la Visita a los hermanos, Francisco usa expresiones
muy claras. El Visitador debe «amonestar» y «corregir» con humildad (cf. Rb 10,7), sin «soberbia» ni
«vanagloria» (cf. Rb 10,7), sin «turbarse o airarse por el pecado o el mal del hermano» (Rnb 5,7),
«caritativa y benignamente» (cf. Rb 10,5), y siempre movido por la caridad y el amor al hermano (cf. Adm
11,2; 25). El visitador nunca se debe olvidar, por encima de todo, que él mismo es un hermano, y que
los otros hermanos, aunque pecadores, deben poder ver el rostro misericordioso del Padre que está
en él (cf. CtaM 9-12). Al mismo tiempo, tiene que hacerlo «diligentemente» (cf. Rnb 5,5), sin
escatimar esfuerzos ni tiempo. Durante la Visita, la ternura tiene que estar unida con el rigor y la
caridad con la claridad5. Lo que se le pide al Visitador
1. Preparar y celebrar bien la Visita Canónica
Para que la Visita canónica dé los frutos humanos, espirituales y franciscanos deseados, y sea una
experiencia auténtica de verdadero kairós debe ser bien preparada y celebrada.
Preparar y realizar bien la Visita, por parte del Visitador, significa entre otras cosas:
• Estar bien informado sobre el ambiente religioso y social en el que viven y trabajan los hermanos
que debe visitar. Además de indagar sobre las condiciones actuales de la vida y misión de los
hermanos, es conveniente conocer también la historia de la Provincia que hay que visitar, pues puede
suceder que esta esté condicionando el presente de la vida y misión de los hermanos. Este aspecto se
comprende bien en nuestras Constituciones generales donde se le piden al Visitador que se preocupe
de «conocer las condiciones en que se hallan los hermanos» (CCGG 213; cf. EpVc 3 §1).
• Estar dispuesto a dedicarle el tiempo necesario: «El Visitador debe cumplir su oficio con la debida
solicitud; no visite los lugares demasiado rápidamente...» (EpVc 14 §1). Dedicarle un tiempo
demasiado breve a este servicio podría llevar a los hermanos a pensar que la Visita es un mero
trámite que hay que cumplir o mera formalidad. Los hermanos tienen el derecho y la necesidad
de ser escuchados; y eso requiere tiempo6.
5
Estos aspectos de la Visita, el tiempo, los objetivos y la forma de realizarla son presentados en los Estatutos para la Visita Canónica y Presidencia del Capítulo provincial, especialmente en el capítulo 3. 6
Hoy los hermanos sufren muy a menudo de soledad, a pesar de vivir en el convento con los demás. La comunicación
no puede darse por descontada. La Visita es un tiempo oportuno para la escucha tranquila y serena, cuidadosa y
respetuosa del hermano, tratando de ponerse en su situación. Corresponde al Visitador ayudar en el discernimiento y, tal
vez, en la toma de decisiones; pero para hacer eso es necesario, primero, escuchar.
2
• Evaluar la vida de las Provincias y de los hermanos. Los Estatutos para la Visita
Canónica y Presidencia del Capítulo provincial hablan de una cuidadosa evaluación
del Gobierno de la Provincia y de la vida de los hermanos (cf. EpVc 1).
• Este examen cuidadoso de la vida de la Entidad debe situarse en un contexto que
promueva un proceso de profunda conversión, y que explique la visión que la Orden
tiene en nuestro tiempo (por ejemplo: Documento final y Mandatos del Capítulo
general 2015). Esta visión se está expresada en el lenguaje de la llamada a ser
“Hermanos y Menores” que van hacia las periferias a llevar un mensaje de
misericordia, paz y reconciliación (El Señor os dé la paz = Sdp 4).
• Conocer bien la legislación de la Orden (los Estatutos para la Visita canónica y presidencia del
Capítulo provincial, las Constituciones generales, los Estatutos generales y la legislación
particular de la Provincia (los Estatutos particulares).
Por parte de la Provincia visitada, preparar y realizar bien la Visita:
.
• Ponerse en actitud de escucha y apertura a lo que el Espíritu dirá a los hermanos a través de esta
mediación fraterna y jurídica; esto comporta, entre otras cosas, orar, individualmente y en
fraternidad, por el éxito de la Visita.
• Dejarse interpelar por el Visitador a través de sus reflexiones y exhortaciones.
• Entrar en un proceso de crecimiento y, por lo tanto, de conversión con el fin de «no
domesticar las palabras proféticas del Evangelio, adaptándolas a un estilo de vida cómodo»
(Sdp 2).
• Hablar con sinceridad y abiertamente, «según verdad y con caridad», y «confiadamente» (cf. EpVc
25 §1), tanto de los aspectos positivos como de los negativos, en un clima de libertad con el fin
de promover la vida de la fraternidad (cf. EpVc 23).
• Superar el “yo” con el fin de entrar en una dinámica del “nosotros”, pasando del proyecto
individual al proyecto fraterno, y del proyecto provincial a la participación en la vida de la
Orden (invitación a participar en los programas formativos, educativos y misioneros de la
Orden).
• Tener listos todos los libros oficiales de la Entidad que forman parte de la Visita,
proporcionar informaciones sobre la Provincia que puedan ayudar al Visitador en su tarea
(cf. EpVc 19), incluyendo los informes de los diversas oficinas provinciales / privativas de
libertad (cf. EpVc 19).
2. La realización de la Visita Canónica, en una actitud de conversión
El Visitador debe utilizar la Visita como un medio para ayudar a los hermanos en la
renovación de la calidad de vida en la Provincia / Custodia , para «estimular y robustecer el
espíritu franciscano» (CCGG 199) y «promover el espíritu de fraternidad y la observancia de
nuestra Regla» (CCGG 213) y las Constituciones generales. De esta manera, la Visita es un medio
para promover «un renovado compromiso a la santidad» (Vita consecrata = VC 39a), «tanto a nivel
personal como institucional» (Sdp 2).
3
Tres dimensiones de la calidad de vida: personal, fraterna y misionera
Dimensión personal: la calidad de vida exige que cada hermano camine con autenticidad, en la
transparencia y en la verdad con uno mismo. La calidad de vida es incompatible con una «doble vida» o con
las consecuencias de una vida conducida con superficialidad. La calidad de vida exige que cada hermano
trabaje a nivel personal, interior y deje que su relación personal con Cristo transforme sus sentimientos, sus
actitudes y sus comportamientos, haciendo propio «el pensamiento de Cristo» (1Cor 2,16). Los animo
como Visitadores para que ayuden a cada hermano con quien tendrán la oportunidad de hablar a que
examine la calidad de su vida con Dios, con Jesús; para que animen a los hermanos a colocar al
Señor en el centro de sus vidas y acciones. De esta manera usted ayudará al hermano a examinar su
vida de fe, que «implica todo lo que somos, nuestra historia, nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestras
emociones» y «la fuente absoluta de nuestra alegría y de nuestra esperanza, de nuestro seguimiento
a Jesucristo y nuestro testimonio al mundo» (El Señor nos habla en el camino = Shc 18).
El Visitador también debe ayudar al hermano a evaluar la forma en que está viviendo
concretamente su profesión religiosa: la oración personal, oración fraterna, los votos de pobreza,
castidad y obediencia; el crecimiento en el área de la afectividad, etc. De esta manera, la Visita
servirá como un poderoso momento del acompañamiento vocacional y espiritual del hermano. Es
también importante, en este contexto, que el Visitador ayude al hermano a discernir su compromiso,
su ministerio y su servicio dentro de la Provincia. La satisfacción profesional no está en oposición
al desarrollo humano, sino que debe, más bien, promover el desarrollo humano y espiritual. Cada
hermano debe ser animado a comprometerse en programas de formación permanente, para
enriquecer su vida personal y fraterna, y a participar en la misión de la Provincia / Custodia, de la
Orden y de la Iglesia. El Visitador también debe ayudar al hermano a examinar su vida a la luz de
los peligros del individualismo y el activismo en la que muchos hermanos a menudo caen.
Dimensión fraterna: «la calidad de vida» supone, para nosotros Hermanos Menores, unas
relaciones interpersonales basadas en la familiaridad (cf. Rb 6, 7), en la igualdad (cf. CCGG 41), en el
perdón recíproco (cf. Vida Fraterna en Comunidad = VFC 26), en el respeto y aceptación de la diversidad
(cf. CCGG 40), en la comunicación profunda (cf. VFC 29-34) y en el cultivo de las virtudes humanas que
caracterizan una relación «sana» con los demás (cf. CCGG 39; VFC 27)). Presupone también el poner a
la fraternidades en actitud de discernimiento constante (cf. Shc 7) y que los hermanos, mendicantes
de sentido (cf. Shc 6), sientan que están en un camino de fe, en donde se profundiza su humanidad y
crece su conciencia y compromiso de la dimensión misionero de justicia y de paz de su profesión
religiosa. Como muchos informes recientes han indicado, a menudo hay una escasa calidad de vida
entre los hermanos y una falta una comunicación cualificada y de colaboración. Esto muchas veces
puede producir o provocar una crisis de identidad, debilita el sentido de pertenencia, aísla a los
hermanos que viven en la misma fraternidad porque no comparten entre ellos relaciones de calidad
y su vida de fe. Por lo tanto, es perentorio que el Visitador ayude a los hermanos a reflexionar
juntos de manera individual y fraterna, prever lo que es importante y fundamental para sus vidas
como hermanos que caminan juntos, y los anime a elaborar Proyectos fraternos de vida y misión
para la vida de la Fraternidad a nivel local y provincial / custodial.
Dimensión evangelizadora y misionera, la calidad de vida fraterna exige testimonio y coherencia
(cf. CCGG 103), en el intento de vivir cuanto hemos profesado. Además, requiere la búsqueda constante de
nuevas formas de evangelización, incluyendo nuevos métodos que involucren al pueblo de Dios (cf.
Evangelii gaudium 20 y 27), con la finalidad de renovar la vida de la “Iglesia misionera”. El Visitador debe
animar a los hermanos a estudiar la posibilidad de crear nuevas presencias, en el espíritu que
encontramos en el reciente documento de la Orden, Ite, nuntiate (Roma, 2014) y como ha sugerido
san Juan Pablo II en Vita consecrata 12. Los programas de formación permanente e inicial deben
ser constantemente renovados a la luz de las situaciones históricas, culturales, espirituales y
geográficas específicas en las que los hermanos viven (cf. FoPe y RFF), y deberían incluir una
4
sólida preparación intelectual y pastoral (cf. Ratio Studiorum 28-30). También requiere opciones de
vida y misión en conformidad con nuestro ser menores: «menores entre los menores de la tierra»
(Shc 30), siempre dispuestos a ir hacia las «periferias» donde se puede compartir la vida con la
gente, siendo sensibles a sus necesidades y permitiendo que sus vidas incidan en las nuestras,
transformándonos en «hermanos del pueblo» como el Papa Francisco nos ha invitado a permanecer
(Mensaje del Papa Francisco a la Orden, 28 de mayo de 2015).
Como puede verse, la calidad de vida supone «salir del siglo», es decir, salir de la
mentalidad del mundo para comprometerse en el seguimiento de Cristo, para radicarnos en Cristo
viviendo las Prioridades de la Orden, que no son otra cosa que las prioridades contenidas en la
Regla y en las Constituciones generales. Dicho con otras palabras: es absolutamente necesaria la
fidelidad a cuanto prometimos en la Profesión: «guardar el Santo Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad» (Rb 1,1) para «seguir más de
cerca las huellas de Jesucristo» (CCGG 5 §2).
El Visitador no debe asumir el rol de un “super-provincial”. Al mismo tiempo, el Visitador
debe recordarles constantemente a los hermanos a que sean fieles a la vida evangélica y a sus votos.
Él no puede cerrar los ojos a las zonas de peligro, o frente a pecados graves o a faltas contra los
valores más profundos de nuestra vida franciscana. Esto incluye la no observancia de los votos por
parte de los hermanos o situaciones en las que la vida de las fraternidades locales o la calidad de la
vida fraterna en general de las Entidades se enfrenta a serios desafíos y amenazas. Como nos
recordó hace años el Documento Final del Capítulo general 2003: no queremos «domesticar [o
permitir que otros lo hagan por nuestro silencio] las palabras proféticas del Evangelio para
adaptarlas a un estilo de vida cómodo» (Sdp 2), una vida mediocre. Más bien debe exhortar
constantemente a los hermanos a la conversión y despertar en ellos la urgencia a convertirse y creer
en el Evangelio que hemos profesado (cf. Mc 1, 15). De esta manera, la Visita podría ayudar a los
hermanos, una vez más, a «encontrar el primer amor, la chispa inspiradora que ha dado impulso al
seguimiento de Cristo y de Francisco» (SAFC 22c).
Por tanto, el Visitador no puede cruzarse de brazos ante las faltas graves respecto a lo prometido en
la Profesión, como pueden ser las faltas contra los votos o contra la vida fraterna. Además, el Visitador no
puede guardar silencio ante actitudes mediocres ni, menos todavía, justificarlas.
En este contexto, considero necesario y urgente que la Visita debe tener «una referencia renovada a
la Regla» (VC 37b), en cuanto que es un «camino de discipulado» (san Juan Pablo II, Mensaje al
Capítulo 2003, 2) y un libro abierto e inacabado que se completa «con nuestra fidelidad a Dios y al
mundo» (Shc 8). Esto puede ayudar a promover una conciencia constante de lo que significa ser
«hermanos y menores en el mundo de hoy», llamados a ser misioneros que se unen a los hermanos
y a las hermanas a lo largo de camino, a encontrarse con ello en las periferias, y que están atento al
grito del planeta, nuestra 'casa común' (cf. Laudato si').
La Visita canónica: un momento de gracia para construir una fraternidad local y provincial
Con frecuencia se oye decir que nuestra Orden es una federación de Provincias y la Provincia una
federación de casas. No entro en este momento a juzgar la verdad o no de esta afirmación. Esto refleja los
efectos del individualismo sobre nuestra vida personal, fraterna y misionera.
La visita canónica debe tener como uno de sus objetivos principales, el estimular a los
hermanos tanto a nivel local como provincial/custodial a buscar nuevas formas de vivir, jugar,
rezar, trabajar y dar testimonio juntos. Es muy importante que se aliente a los hermanos a que se
comprometan con la vida comunitaria, a que construyan la comunión fraterna, y a que den
5
testimonio de una fraternidad y de una Iglesia que busca demostrar el poder de la fraternidad para la
promoción del Reino de Dios.
Las Prioridades de este sexenio incluye la promoción de una calidad de vida y misión, el
crecimiento de la confianza mutua, la sencillez de vida, la cercanía a los anawim de Dios, los
pobres, los marginados, y todos los que viven en las periferias, el compromiso con los valores
transversales de justicia, paz e integridad de la Creación, con una especial atención al cuidado de
nuestra 'casa común', del universo creado. Se debe hacer todo lo posible para alentar a los hermanos
a colaborar e ir juntos a las periferias, de dos en dos, promoviendo la colaboración con los
miembros de la Familia Franciscana y con los laicos que por su identidad bautismal son nuestros
con-discípulos y co-misioneros.
Uno de los perennes desafíos a nuestra vida y misión fraterna es el sentido de
«desigualdad», que puede ser agravado por el impacto negativo del clericalismo en la Iglesia y en la
Orden (cf. Papa Francisco, Mensaje a los Líderes de las Conferencias Episcopales de América
Latina, en Río de Janeiro, 28 de julio de 2013). Este tema (problema) también se discutió y afrontó
seriamente durante el Capítulo general 2015, y llevó a la decisión de que el Ministro general y el
Definitorio general deben escribir al Papa Francisco solicitándole que el tema de los 'Institutos
mixtos' sea estudiado y llevado a cumplimiento por la Santa Sede, como se había prometido en Vita
consecrata 61.
El Visitador debería tener cuidado de ayudar a los hermanos a reflexionar sobre las actitudes
referentes a la identidad y la dignidad común de cada uno de los hermanos que «tiene los mismos
derechos y obligaciones, [viviendo en] fraternidades de iguales» (cf. CCGG 3,1; Shc 60);
fraternidades en las que hay «acompañamiento y cuidado materno» (Shc 32), en particular durante
los primeros años después de la profesión (cf. Shc 53) y durante el envejecimiento (cf. Shc 54). La
cuestión de las disparidades económicas entre los hermanos también se debe examinar para que la
igualdad sea una realidad en todos los ámbitos de la vida común de los hermanos.
También es necesario promover el papel de Guardián en la vida de las fraternidades locales,
con la finalidad de que el Guardián cumpla con sus responsabilidades de acompañar a los hermanos
confiados a su cuidado, como una madre cuida de sus hijos, de manera que respete plenamente la
dignidad de cada hermano y que también promueva el crecimiento de sentido de
corresponsabilidad, según el cual todos los hermanos son mutuamente responsables de la vida
común de la fraternidad.
El Visitador también debería ayudar a los hermanos y a las Entidades a crecer en el sentido
de pertenencia a la fraternidad universal de la Orden, ayudándoles a superar el provincialismo y los
particularismos (cf. Shc 57)7. Para ello es importante apoyar e impulsar iniciativas interprovinciales,
tanto en la formación como en la evangelización (cf. Shc 54. 57. 59). Es muy necesario prestar
atención a las comunicaciones entre los hermanos: una comunicación sin restricciones, como la que
tuvo la mujer samaritana con Jesús (cf. Shc 17), una comunicación profunda basada sobre nuestra
pobreza, que estimule «el reciproco intercambio de experiencias» (Shc 31). También es necesario
que las fraternidades locales y provinciales sean creativas, que busquen cultivar momentos de
diálogo, de acuerdo con su cultura y necesidades particulares (cf. Shc 11 y 32).
La vida común de oración no debe limitarse únicamente a la fiel recitación del Oficio, sino
que debería comprender otros estilos y métodos valiosos de oración y de reflexión orante de la
Palabra de Dios. Con este fin, los Visitadores deben animar a los hermanos a utilizar la metodología
7
Para alcanzar este objetivo es necesaria la formación de los Guardianes (cf. Shc 54).
6
de Emaús, como un excelente método para compartir y celebrar la vida a la luz de la Palabra. Los
hermanos también han expresado el deseo de no permitir que nuestra forma de oración se convierta
en una “rutina” más, sino que se trate de vivificarla con creatividad, utilizando diferentes métodos
para la celebración de nuestra vida litúrgica. Esto también podría incluir la participación de los
laicos, favoreciendo ocasiones en que ellos podría compartir nuestra vida de oración.
El Capítulo local también es un instrumento adecuado para compartir la fe y la vida fraterna
(cf. Shc 31), sin olvidar la formación permanente, que sigue siendo un instrumento privilegiado para
el cuidado, la construcción y el fortalecimiento de la comunión de vida en fraternidad (cf. Shc 16 y
53-57). El Visitador debe ayudar a los hermanos a redescubrir la belleza y la importancia del
Capítulo local y pedir que se celebre regularmente como un instrumento para la creación de un
sentido de pertenencia y de comunión, y para que no se reduzca a un mero formalismo. Más bien,
debe ser una oportunidad para el crecimiento espiritual y fraterno, que ayude a profundizar la
confianza mutua y los lazos de amistad, y un instrumento de formación permanente y de
discernimiento para los hermanos que tratan de responder al desafío de lo que significa ser
«Hermanos y Menores en nuestro tiempo», llamados a ir a las periferias del mundo portando la
alegría del Evangelio.
Para lograr estos objetivos, los hermanos deben ser alentados a participar en una evaluación
introspectiva personal y comunitaria sana, siempre con la finalidad de traducir en misión cuanto el
Señor les pueda revelar. Como tal, estos esfuerzos deben responder a la identidad carismática (en
nuestro caso, franciscana) y a las «necesidades» de la persona que desea crecer en esta identidad. Las
cuales deben, además, responder a tres preguntas fundamentales: ¿Quién soy yo? / ¿Quiénes somos?;
¿Qué quiero? / ¿Qué queremos ser?; ¿Qué quiere Dios de mí? / ¿Qué quiere Dios de nosotros en este
momento específico? ¿Qué estoy haciendo? / ¿Qué estamos viviendo como fraternidad local y provincial?
En el corazón de todo esto tiene que estar la voluntad, el deseo ardiente de «empezar siempre de
nuevo», de discernir para saber «distinguir entre lo que viene del Espíritu y lo que es contrario»
(Sdp7), para progresar y buscar, para «ser capaces de leer los signos de nuestro tiempo e
interpretarlos a la luz del Evangelio» (cf. Sdp 6), con el fin de optar «por nuevos caminos de
fidelidad creativa» (cf. Sdp 3).
Los Proyectos fraternos y provinciales de vida y misión deben garantizar algunos elementos
mínimos indispensables, sin los cuales no puede hablarse de vida franciscana. Estos elementos mínimos
indispensables son:
• La calidad de la vida de oración (personal y de la fraternidad) y de la celebración de nuestra fe,
especialmente de la Eucaristía y de la Reconciliación, recíprocamente en fraternidad.
• La calidad de la vida fraterna y de todo lo que comporta.
• Coherencia con nuestra elección de la “minoridad”, tratando de ir en busca de los anawim de
Dios, hacia las periferias del mundo, abriendo nuestra vida personal y fraterna a las
necesidades de los que nos rodean, simplificando nuestro estilo de vida, y tomando opciones
concretas para reducir el impacto negativo que tenemos sobre la creación y el medio
ambiente.
• Compromiso con los valores de la justicia y la paz del Reino de Dios, teniendo cuidado de
los pobres y convirtiéndose en «pobres entre los pobres» (cf. Papa Francisco, Mensaje a la
Orden de los Frailes Menores, 28 de Mayo, 2015), trabajando para proteger los derechos y
la dignidad de todas las personas, y muy especialmente la de los más pobres y marginados.
7
• Comprometiéndose en la evangelización misionera de la Iglesia, colaborando estrechamente
los unos con los otros, con los demás miembros de la Familia Franciscana, y con los laicos.
• La formación permanente, como un camino a la conversión.
El Visitador debe hacer una «cuidadosa evaluación» de todos estos elementos y presentar propuestas
concretas que, en comunión con las opciones de la Orden, ayuden a crecer a los hermanos en la identidad
carismática y en la fidelidad creativa (cf. VC 37). Una Entidad, local o provincial, que al final de la Visita se
encuentra tal cual como la encontró al iniciar la Visita, es el mejor ejemplo de una Visita mal preparada y
peor realizada; es un óptimo ejemplo de falta de vida. Una Entidad, local o provincial, se debe
experimentar en el curso de la Visita una llamada, o más bien un desafío, para perseguir la máxima
expresión la propia identidad evangélica, carismática, fraterna y misionera. Si al final de la Visita,
los hermanos de la Entidad no advierten esperanza de renovación, entonces debemos preguntarnos
si: (a) los hermanos y la Entidad visitada estaban verdaderamente preparados para entrar en un
proceso de conversión para la renovación de la vida, el espíritu, la fraternidad y de la misión; y si
(b) el Visitador estaba bien preparado y era suficientemente capaz de ayudar a los hermanos a tener
una experiencia más profunda de la fuerza del Evangelio y de promover una renovación. Habiendo
dicho esto, también hay que tener en cuenta que el Visitador no es un super-provincial, como he
dicho antes, ni es el “salvador” de los hermanos y de la Entidad. Sin embargo, el papel del Visitador
puede ser decisivo en la promoción de una reestructuración de la vida de cada uno de los hermanos
y de la Provincia / Custodia.
La Visita Canónica, un momento de gracia para construir la fraternidad universal
El hermano menor es co-responsable de la construcción de un sentido de pertenencia y de
vocación y misión compartida que empeña a la Fraternidad universal. Esto es tanto una gracia como
un deber otorgado a cada uno de nosotros (hermanos) a través de nuestra profesión religiosa.
Aunque si la Provincia es el lugar donde se concretiza la incardinación jurídica del hermano
a la Orden y donde la mayoría de los ellos viven y realizan su misión, la Provincia nunca puede ser
entendida como un fin en sí misma o como una institución al margen de la Orden.
La Visita canónica puede ser un momento privilegiado para ayudar a la Provincia a salir de
sí misma y abrirse a la solidaridad con los otros hermanos y Entidades de la Orden. Me gustaría, en
este contexto subrayar lo siguiente:
• Es importante presentarle a la Provincia los proyectos y necesidades de la Orden, en
particular los Proyectos misioneros. De hecho, estamos invitados a crecer personalmente en
el sentido de pertenencia a la Orden y las Provincias deben crecer en la solidaridad con la
Orden a todos los niveles: a través del personal, de las ayudas económicas y de las nuevas
ideas para una mayor fidelidad creativa. En este sentido, los Estatutos para la Visita
Canónica y Presidencia del Capítulo provincial señalan, entre los objetivos de la misma,
aquello de «estimular en los hermanos la conciencia de ser partícipes de la vida y de las
actividades de toda la Orden» (EpVc 3 §1).
• Es fundamental presentar el camino que la Orden ha recorrido en los últimos años, para
acrecentar el sentido de pertenencia. Hay Entidades que corren el riesgo de crear caminos
paralelos en el ámbito de la formación (permanente e inicial) y de opciones de
evangelización. Si lo hicieran así, sería muy peligroso tanto para la Orden como para las
Entidades en cuestión. ¿Cómo son puestas en práctica en las Entidades visitadas las
instrucciones de la Orden en los campos de la vida, de la formación y de la evangelización?
8
La Visita canónica es un momento propicio para llevar a cabo una evaluación seria en esta
dirección. Es importante tener en cuenta lo que los Estatutos particulares para la Visita
Canónica y Presidencia del Capítulo provincial afirman a este respecto: «procurar que los
hermanos observen mejor cuanto establecen los documentos y la legislación de la Iglesia y
de la Orden» (EPVC 3 §1, n. 9).
• El futuro de la Orden reside en la colaboración interprovincial en todos los niveles: la
formación y los estudios, misiones ad gentes y las misiones populares, y otras formas de
colaboración y de misión compartida promovida a nivel de las Conferencias. La Visita
canónica debe ayudar a los hermanos a tomar conciencia de este requisito para que las
decisiones que se pueden tomar en las sedes capitulares sean oportunas en este sentido.
• Teniendo en cuenta que el presente y el futuro de la Orden se ponen en juego en la
formación, el Visitador debe prestar especial atención a esta área. No sin razón los Estatutos
particulares para la Visita Canónica y la Presidencia del Capítulo Provincial también
señalan la necesidad de «promover la formación inicial y permanente en los niveles
científicos, ministeriales y profesionales» (EpVv 3 §1; cf. 28). La Entidad, y todos y cada
uno de los hermanos, deben ser alentados a comprometerse con estos valores y a demostrar
su disponibilidad de participar en la formación permanente como una dimensión integral de
nuestra profesión religiosa. Las Provincias deben ser alentadas a enviar hermanos para los
estudios superiores en el campo de la formación, de la teología, de la filosofía, de las
ciencias, y en otras áreas que ayuden a la Orden de realizar la misión que le ha confiado la
Iglesia, y buscar siempre hacer más relevante y creíble la predicación de la Buena Nueva de
Jesucristo.
• Puesto que hemos sido llamados a evangelizar, la Visita debe ser un momento privilegiado
para evaluar cómo la Provincia lleva a cabo la misión de la Orden (cf. EpVc 27). Las
Entidades deben ser alentadas a promover siempre un espíritu de evangelización misionera,
con el mismo espíritu que se enuncia en los documentos misioneros de la Iglesia y de la
Orden, y muy especialmente en la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium del Papa
Francisco.
• Además, no podemos olvidar que la Orden, en este caso el Gobierno de la Orden, debe
conocer la realidad en la que viven los hermanos y la realidad de las Entidades con el fin de
cumplir con su “ministerio” y servicio de animación. Es muy importante, por lo tanto, que el
Informe de la Visita sea realista y contenga propuestas para el futuro. Me gustaría
recordarles que, en este contexto, que el Visitador es quien «representa al Ministro general y
actúa en su nombre» (cf. EpVc 8 §1). Él no es el representante del Ministro Provincial ante
la Curia general. Tengan mucho cuidado de no ser atraídos a involucrarse por la dinámica
interna de la Entidad que deben visitar. El servicio más grande que ustedes pueden dar a la
Provincia visitada y a la Orden es la elaboración de un Informe8 claro en el que se señalen
8
Los Estatutos particulares para la Visita canónica y la Presidencia del Capítulo provincial hablan de tres Informes.
El primer informe es el que se debe enviar al Ministro general inmediatamente después de la conclusión de la Visita y
antes de la celebración del Capítulo provincial o custodial. Este Informe debe de ser breve con la opinión del Visitador
acerca de los candidatos a Ministro provincial y con algunas indicaciones acerca de la vida de la Provincia. Este
informe es fundamental y crucial porque ayudará al Definitorio general a poder ratificar a los candidatos al servicio del
Ministro provincial y para la redacción de la Carta que el Ministro enviará al Capítulo. Recuerden que los resultados de
la última votación para los candidatos a Ministro provincial no pueden ser comunicados a la Provincia (cf. EpVc 41, 2).
El segundo Informe es el que el Visitador lee al Capítulo. Debe ser una relación clara que trate los aspectos positivos y
negativos de la vida de la Provincia o Custodia, ofreciendo a los Capitulares indicaciones adecuadas para mejorar la
vida y misión de los hermanos. El tercer informe se enviará al Ministro general después de la celebración del Capítulo
y del Congreso capitular. En caso de que hubiera “asuntos confidenciales”, deben ser comunicados al Ministro general
en un Informe separado. Junto a estos Informes, también hay diferentes módulos que deberán ser compilados por el
9
los aspectos positivos y negativos de la vida y misión de la Entidad visitada (cf. EpVc 21).
De esta manera, la carta que el Ministro general escribirá después de la Visita responderá a
las necesidades de la vida de la Provincia y no será una exhortación piadosa que deja la vida
tal y como era antes de la Visita. Se trata de ayudar a la Entidad visitada a crecer y progresar
y esto implica «corregir», cuando sea necesario, y «alentar» a todos en todo, para que
puedan pasar de lo bueno a lo mejor (cf. EpVc 3 §2), ayudando así a los hermanos a crecer
en la fidelidad creativa.
6. Conclusión
Queridos hermanos Visitadores, quiero concluir esta intervención agradeciéndoos el haber aceptado
realizar este servicio que, sin duda, es delicado y muy importante. Al nombraros para este oficio, el Ministro
general y su Definitorio han depositado mucha confianza en vosotros. También los hermanos de la Entidad
que debéis visitar esperan mucho de vuestro servicio. Estoy convencido de que no defraudaréis estas
expectativas.
Os pido que saludéis de parte del Ministro general y de los Definidores generales a todos los
hermanos que encontraréis. Contad con nuestras oraciones, para que el Señor os ilumine y os dé el don de la
sabiduría para el cumplimiento de vuestro servicio.
Que el Señor os bendiga y os proteja siempre, en su misericordia y en su amor.
Visitador en los que se ofrece información sobre las decisiones capitulares y la manera en que se llevó a cabo el
Congreso capitular.
10
Descargar