Por un santuario ballenero mexicano - Archivo

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Este País 99
Junio 1999
Por un santuario ballenero
mexicano
GREENPEACE MÉXICO
Y Dios creó a las grandes ballenas
y a todas las criaturas vivientes que
el agua produce y a todas las aves:
y Dios vio que así estaba bien
(Génesis 1:21. Trad. de la versión
inglesa de King James)
Antecedentes
La historia de la protección internacional de las ballenas es muy corta y reciente. Los primeros
acuerdos internacionales para la protección de estos cetáceos se remontan a 1935 y 1937, cuando se
prohibió la cacería comercial de ballenas francas y grises, respectivamente. Estos acuerdos fueron
ratificados en 1946 por la Comisión Ballenera Internacional (CBI). México se unió a la Convención
de Ginebra para la Protección de la Ballena en 1933 y en 1949 se integró a la CBI.
México decretó en 1972 la zona de la laguna Ojo de Liebre, en Baja California Sur, como
Refugio de Ballenas y Ballenatos; en 1979 decretó la laguna de San Ignacio como Refugio para
Ballenas Grávidas y Ballenatos y Zona de Atracción Turístico Marina. En 1980 se modificó el
decreto de 1972, para incluir como zona de refugio ballenero a todo el complejo lagunar Ojo de
Liebre-Guerrero Negro-Manuela.
La CBI decretó en 1986 una moratoria sobre la cacería comercial de ballenas. Varios países
comenzaron a decretar diversas áreas dentro de su jurisdicción como santuarios para ballenas. En
1990, por ejemplo, Irlanda decretó todo su mar patrimonial, hasta las 200 millas de su Zona de
Exclusividad Económica (ZEE) como santuario para cetáceos. En 1994, durante la reunión de la
CBI que tuvo lugar en Puerto Vallarta, Jalisco, se creó el santuario para ballenas más grande del
mundo, el santuario Austral que abarca todos los océanos que circundan la Antártida.
Por su parte, México continuó decretando diversas reservas de la biósfera cuyo territorio incluye
zonas costeras y en donde quedan protegidos los cetáceos mexicanos. Por ejemplo, en 1988 se
decretó la Reserva de la Biósfera de la Región de El Vizcaíno, en BCS, que incluye al sistema lagunar como zona núcleo. En 1993 se decretó la Reserva de la Biósfera del Alto Golfo de California,
en donde habita el cetáceo mexicano endémico en mayor peligro de extinción, la vaquita marina o
cochito.
Sin embargo, falta aún proteger el 95% del hábitat de los cetáceos en México. Por esta razón,
Greenpeace ha iniciado una campaña para la creación de un santuario ballenero que abarque las
200 millas de la Zona Económica Exclusiva, una superficie de alrededor de 2,892,000 km2.
La nación ejerce en una zona económica exclusiva situada fuera del mar territorial (12 millas) y adyacente u
éste, los derechos de soberanía y las jurisdicciones que
determinen las /eyes del Congreso. La zona económica
exclusiva se extenderá a doscientas millas náuticas,
medidas a partir de la línea de base desde la cual se
mide el mar territorial.
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, artículo 27
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La legislación
Actualmente, la legislación ambiental mexicana otorga protección a todos los mamíferos marinos a
través del artículo 420, fracción I del Código Penal, en donde se especifican sanciones penales y
multas a quien de manera dolosa capture, dañe o prive de la vida a algún mamífero marino, o recolecte o comercialice en cualquier forma sus productos o subproductos sin contar con autorización.
Además, la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA), en su
artículo 87, prohíbe el aprovechamiento sobre especies amenazadas o en peligro de extinción. Sin
embargo, la Norma Oficial Mexicana NOM-059-ECOL-1994 (NOM-059) que determina el aprovechamiento sobre las especies raras, amenazadas, en peligro de extinción o de protección especial,
únicamente clasifica entre sus listados a siete especies de cetáceos de las treinta y siete que existen
en el país: a las ballenas boreal, azul, rorcual común, gris, jorobada y la asesina como de protección
especial; y sólo una, la vaquita marina, como en peligro de extinción.
La legislación ambiental mexicana no protege el hábitat per se de este grupo de mamíferos
marinos o de cualquier otro animal o planta. La protección del hábitat está contemplada únicamente
en función del aprovechamiento de especies. Así, la LGEEPA determina en su artículo 79 que para
la conservación y el aprovechamiento sustentable de la flora y fauna, se considerará la preservación
de la biodiversidad y del hábitat natural de estas especies que se encuentren en el territorio nacional
y en las zonas donde la nación ejerce su soberanía y jurisdicción. Especifica en el artículo 83 que el
aprovechamiento de los recursos naturales en áreas que sean el hábitat de especies de flora o fauna
silvestres, especialmente las endémicas, amenazadas o en peligro de extinción, deberá hacerse de
manera que no se alteren las condiciones necesarias para la subsistencia, desarrollo y evolución de
dichas especies.
La NOM-059 establece en su artículo 2.3 que su campo de aplicación incluirá la conservación,
protección, transformación, uso o aprovechamiento del hábitat de las especies silvestres raras,
amenazadas, en peligro de extinción o de protección especial. Sin embargo, en su artículo 6.5 sólo
menciona que para el caso del aprovechamiento o uso de los hábitats en donde se encuentran las
especies listadas se deberá asegurar su conservación atendiendo a las disposiciones jurídicas
vigentes.
La forma como está redactada la legislación ambiental mexicana, deja claro que se limita a
proteger los recursos naturales aprovechables, en este caso, las especies silvestres. No obstante, sí
prevé la posibilidad de proteger hábitats a través de la creación de áreas naturales protegidas. La
LGEEPA en su artículo 45 determina que el establecimiento de área naturales protegidas tendrá
por objeto: conservar ambientes naturales representativos para asegurar el equilibrio y la
continuidad de los procesos evolutivos ecológicos; salvaguardar la diversidad genética; asegurar el
aprovechamiento sustentable de la biodiversidad y de los ecosistemas y sus elementos;
proporcionar el campo propicio para la investigación y el estudio de ecosistemas y su equilibrio;
generar, divulgar y rescatar conocimientos, etcétera.
Por otro lado, en el Reglamento de
la Ley de Pesca Se establece en el artículo 2, la posibilidad de crear áreas de refugio definidas
como "las áreas delimitadas en las aguas de jurisdicción federal, con la finalidad primordial de
conservar y contribuir, natural o artificialmente, al desarrollo de la fauna acuática, así como para
preservar y proteger al medio ambiente que les rodea".
Acuerdos internacionales
En 1933 México se unió a la Convención de Ginebra para la Protección de la Ballena. Sin embargo,
el acuerdo internacional que tiene que ver de forma directa con el aprovechamiento y conservación
de las ballenas es la Comisión Internacional Ballenera, que entró en vigor en 1948 y a la que
México se suscribió un año más tarde. La CBI fue creada por los países que, de una forma u otra,
participaban de la cacería de ballenas y que estaban preocupados por la drástica disminución de las
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especies comerciales. Su intención era regular el comercio internacional para proteger el recurso
marino. En 1982 la CBI estableció una moratoria en la cacería comercial de ballenas, que sigue
vigente actualmente.
La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora
Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés) mantiene a todas las especies de cetáceos en su
apéndice II, que permite el comercio internacional bajo ciertas condiciones, con la excepción de
algunas especies que están enlistadas en el apéndice I, que no permite el comercio internacional
(véase cuadro 1).
Cuadro 1. Especies de apéndice I de CITES
Ballenas en peligro
Comercio internacional. En 1997, Japón propuso ante la CITES bajar a la ballena gris del apéndice
I al apéndice II, con el propósito de poder cazarla durante su migración al Ártico. Asimismo, Japón
y Noruega propusieron bajar de apéndice a distintas poblaciones de otras dos especies de ballenas,
la minke y de Bryde. Estas tres especies se encuentran en aguas mexicanas; incluso, la gris se
reproduce y tiene a sus ballenatos en las lagunas costeras de Baja California Sur. Aunque las
propuestas fueron rechazadas por no lograr las dos terceras partes de los votos, es muy preocupante
que sí hayan alcanzado la mayoría de los votos. Se espera que para la reunión de la CITES del año
2000, Japón y Noruega presentarán nuevamente sus propuestas y se teme que alguna de ellas
alcance los votos necesarios para ser aprobada. Esto significará la reanudación del comercio internacional de productos de ballena y el debilitamiento de la moratoria impuesta por la CBI.
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Cacería internacional. Japón y Noruega son dos países que han decidido no respetar la moratoria
impuesta por la CBI y cazar ballenas de forma ilegal. Además, durante las reuniones anuales de la
CBI, ambas naciones buscan acabar con la moratoria y debilitar las posturas conservacionistas.
Durante la reunión anual de la CBI de 1998, fue rechazada una resolución para suspender los
ensayos de simulación de un procedimiento de cacería de ballenas de Bryde. Este procedimiento es
la antesala para la reanudación de la cacería
de ballenas. Lamentablemente, México fue uno de los 17 países que votaron en contra de esta
resolución.
Japón tiene cada vez una mayor influencia sobre los países votantes en diversos tratados
internacionales (CBI y CITES, principalmente). En 1998, más de 30 organizaciones no
gubernamentales internacionales denunciaron ante la CBI la vergonzosa compra de votos,
principalmente de países caribeños, realizada por Japón a través de donaciones y préstamos
financieros a países del Tercer Mundo. México no está exento de la influencia japonesa y, en
diversas ocasiones, ha votado a favor o se ha abstenido de votar en contra de las posturas de Japón,
tanto en la CBI como en la CITES. La próxima reunión de la CBI tendrá lugar en la isla de Granada
en mayo de 1999. Japón ya anunció que su propósito será acabar con la moratoria, con el santuario
Austral, y votará en contra de la creación de los santuarios del Pacífico Sur, propuesto por Australia
y Nueva Zelanda, y el del Atlántico Sur, propuesto por Brasil.
Tráfico ilegal. Aun cuando desde 1982 existe una moratoria mundial sobre la cacería de
ballenas, Japón ha cazado a través de un falso programa científico, 3,767 ballenas minke desde
1987. En 1991, este país dejó de importar productos de ballenas, pero actualmente permite la caza
de un gran número de especies de cetáceos. Japón es el país en donde los productos provenientes de
los cetáceos alcanzan el mayor precio del mundo. Esta situación promueve la entrada de productos
ilegales al mercado japonés, en busca de jugosas ganancias. Ninguna especie de ballena o delfín se
encuentra a salvo de ser cazada y vendida ilegalmente dentro de los países consumidores de
ballenas. Se han detectado casos de tráfico de carne de cetáceo en Corea del Sur, Noruega, Japón,
Rusia y Taiwán.
Una investigación hecha recientemente por las organizaciones International Fund for Animal
Welfare y Greenpeace, reveló que en Japón se pueden encontrar a la venta, de forma ilegal,
diversas especies de ballena como la azul, jorobada, gris, asesina, rorcual de Bryde, etcétera.
Incluso, un restaurante en la ciudad de Chiba tenía la osadía de anunciar carne de ballena "cazada
ilegalmente para la indignación de las organizaciones protectoras de animales". Por otro lado, con
estudios de ADN, los investigadores pudieron determinar que la carne de un espécimen de ballena
jorobada a la venta en Japón, pertenecía a una población que habita en aguas mexicanas. La caza de
ballenas jorobadas está prohibida a nivel mundial desde 1966; evidentemente, esta ballena
mexicana fue cazada de manera ilegal y su carne fue introducida de contrabando a Japón.
Contaminación. Las mortandades masivas de especies marinas que han ocurrido en el área del
Golfo de California de forma recurrente en los últimos años, son cada vez más preocupantes. Las
investigaciones han revelado que debido a que los mamíferos marinos están en la cúspide de la
cadena alimenticia, acumulan en sus tejidos grasos cantidades muy elevadas de diversos
compuestos tóxicos durante toda su vida. Asimismo, diversos estudios realizados con carne y grasa
de cetáceos han comprobado que estos tóxicos pueden llegar a crear un problema de salud para
quienes se alimentan de estos productos. En países que consumen carne de mamíferos marinos se
ha llegado incluso a prohibir su consumo a las mujeres embarazadas o lactantes, ya que las
sustancias tóxicas son trasladadas a los hijos a través de la placenta y la leche materna.
A principios de 1999 se dio a conocer que toxicólogos estadunidenses encontraron en los cuerpos
de diez delfines muertos en 1990 en el Golfo de México, niveles extremadamente altos de bifenilos
policlorados (PBC), sustancias extremadamente tóxicas y prohibidas actualmente en todo el
mundo. Los niveles eran hasta 200 veces mayores a las concentraciones que provocan en animales
de laboratorio defectos de nacimiento y desarrollo. Las investigaciones en Europa y Estados Unidos
han revelado que existe una correlación entre los niveles de contaminantes y la depresión del
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sistema inmunológico de los organismos, dejándolos susceptibles al ataque de biotoxinas (mareas
rojas), virus, bacterias o cualquier otro factor nocivo para la salud.
En el área del Golfo de California existe una gran contaminación a causa de las descargas
agroindustriales, urbanas, mineras y de granjas acuícolas, que se arrojan directamente al mar sin
pasar por ningún proceso de tratamiento. Estos contaminantes pasan a formar parte de la cadena
alimenticia, además de crear las condiciones ideales para los brotes de mareas rojas. Por otro lado,
las mortandades masivas ocurridas en México en 1995, 1997 y 1999 (véase cuadro 2), se han
presentado durante los dos primeros meses del año y han involucrado a diferentes especies de
mamíferos marinos. Esto no es coincidencia; más bien es la señal de que en esta zona hay un
problema muy grave de contaminación y que las condiciones existentes presagian una continuación
de estas mortandades. Las mortandades masivas no son sucesos normales; de hecho, se ha
encontrado que empezaron de forma más constante a finales de la década de los 70 en todo el
mundo. Es evidente que existe una relación entre las mortandades y un deterioro por contaminación
de los mares del planeta. El área del Golfo de California no es la excepción.
Cuadro 2. Mortandades masivas en México
Biodiversidad
México está considerado como uno de los países megadiversos en el mundo y se encuentra entre
los cinco países con mayor biodiversidad. En el caso de los cetáceos México no es la excepción y
cuenta con 37 especies de las 85 que hay en el planeta, es decir, casi el 43%. Hay otras dos especies
que aún no se han podido identificar aunque han sido observadas en varias ocasiones, el
Mesoplodon sp. A y el Hyperoodon sp. Con estas especies, el número aumentará a 39 especies
mexicanas (véase cuadro 3).
Cuadro 3. Especies de cetáceos marinos presentes en México
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México, país amigo de ballenas
México es un país bendecido con una gran biodiversidad en cetáceos. Dentro de éstos, las grandes
ballenas fueron cazadas y casi llevadas a la extinción. México nunca fue un país ballenero y nunca
ha tenido una flota ballenera. Sin embargo, las ballenas mexicanas han sido cazadas por balleneros
extranjeros. En 1855, un ballenero estadunidense descubrió las lagunas de reproducción de ballena
gris en BCS. Para 1874, la cacería había prácticamente acabado con las ballenas. En la década de
los años 20 se redescubrieron poblaciones viables más al sur en Bahía Magdalena y la cacería se
reanudó, ahora con balleneros noruegos, rusos, japoneses y americanos. La cacería terminó en 1937
cuando las poblaciones nuevamente casi desaparecieron.
En nuestros días, las ballenas mexicanas nuevamente se ven amenazadas por diferentes motivos:
cacería, comercio y tráfico internacionales, contaminación de los mares y falta de legislación
adecuada para proteger sus hábitats. En 1994,los mexicanos se manifestaron para la creación del
Santuario Austral y reunieron más de 125,000 firmas para tal efecto. Ahora es tiempo de volver a
manifestar nuestra decisión de proteger a las ballenas a través de la creación de un santuario
ballenero mexicano.
El santuario servirá para mandar un mensaje muy claro a todos aquellos países que insisten en la
retrógrada práctica de cazar a estos inteligentes mamíferos marinos, de que las aguas de México
están en veda para la caza y son protegidas por la legislación ambiental mexicana. Asimismo, será
un mensaje para que otros países del continente y del mundo sigan nuestro ejemplo y, finalmente,
llegue un día en que las ballenas puedan nadar por cualquier océano sin temor a ser perseguidas o
envenenadas por la contaminación.
Si le interesa apoyar la campaña de firmas a favor de la creación del Santuario Ballenero Mexicano,
solicite las formas correspondientes a: Greenpeace Mexico, Andalucía 218, Col. Alamos. CP
03400. Tels/Fax: (5) 590-9474, 590-8350, 590-6868, 579-6405. 0 por correo electrónico:
[email protected].
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