Tratados Internacionales de Derechos Humanos y su importancia

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ANÁLISIS Y OPINIÓN
Tratados Internacionales de
Derechos Humanos y su
importancia en materia fiscal
Los Tratados internacionales celebrados
por México que contengan Derechos Humanos, deben ser observados ya como un
derecho de los contribuyentes, los cuales
no pueden ser violentados por las autoridades fiscales al utilizar sus facultades de
revisión, ni por los órganos jurisdiccionales
al resolver las controversias en esta materia que se le presenten
Lic. Pablo M. Ibáñez
Carrancá, Integrante de la
Comisión de Desarrollo Fiscal
2- Bosques, del Colegio de
Contadores Públicos de
México y Asociado en Capín
Ibáñez & Asociados, S.C.
Marzo 2014
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INTRODUCCIÓN
P
ara el análisis de los Derechos Humanos y su
importancia en la materia fiscal, debemos
partir del estudio de los Tratados Internacionales celebrados por México con los diferentes países
del mundo; los cuales han logrado que por medio de
las obligaciones contraídas por nuestro país, se obtengan muchos beneficios de carácter económico en
Derechos Humanos, seguridad jurídica; entre otros.
TRATADO INTERNACIONAL
Para poder analizar de forma adecuada los beneficios y obligaciones contraídas por nuestro país
en Derechos Humanos y participación en materia
fiscal, es necesario definir qué se debe entender por
Tratado internacional, el cual, es todo aquel acuerdo de voluntad celebrado por dos o más Estados
Contratantes, por conducto de uno o varios sujetos
facultados por el orden jurídico interno para vincular
a ese Estado con otro, los cuales deben regirse por
las normas de Derecho Internacional, obligando a
las partes a su cumplimiento.
De igual manera, la Convención de Viena sobre el
Derecho de los Tratados menciona en su artículo 2
lo que se debe entenderse por Tratado:
Para los efectos de la presente Convención:
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Se entiende por “tratado” un acuerdo internacional regido por el derecho internacional y celebrado
por escrito:
Entre uno o varios Estados y una o varias organizaciones internacionales; o
Entre organizaciones internacionales, ya conste
ese acuerdo en un instrumento único o en dos o
más instrumentos conexos y cualquiera que sea su
denominación particular.
De lo anterior, se desprende que para la convención debe existir una manifestación de la voluntad
de los Estados que suscriben el Tratado; su celebración constituye una fuente específica de una obligación de Derecho Internacional contraída por los
Estados Contratantes, y que debe de regirse por el
Derecho Internacional y no por el Derecho Interno
de las partes.
En estos términos, resalta que a partir de que existe una manifestación de la voluntad por parte de
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los Estados, el Tratado se convierte en ley para las
partes; esto, con independencia de que el contenido
contravenga a lo prescrito en éste.
Asimismo, debemos de distinguir que los Tratados
Internacionales son instrumentos celebrados entre dos
Estados que obligan a los Estados Contratantes y no
a los súbditos de las partes. Esto es así, dado que los
Tratados Internacionales establecen reglas que regulan las conductas que rigen a las partes (los Estados
Contratantes) y no las de los súbditos, por lo que el
contenido de los mismos, no obliga a adecuar las conductas de estos últimos a lo que en esos instrumentos
se establece.
Por otro lado, independientemente de lo antes
mencionado, debe recordarse que los mismos se
encuentran contemplados dentro de la Constitución
Mexicana en su artículo 133 como Ley Suprema de
toda la Unión, por lo cual los Tratados sí deben de ser
aplicados en territorio nacional y, por tanto, deben
de regir las actividades que surjan en él.
En relación al tratamiento que se debe dar en materia fiscal a los Derechos Humanos que se desprenden
de los Tratados internacionales, debe considerarse lo
preceptuado por el artículo 1 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM); es
decir, la obligación de las autoridades y de los tribunales a analizar a los Derechos Humanos de acuerdo
con los principios de universalidad, independencia,
indivisibilidad y progresividad, con la finalidad de
proteger y velar no sólo por los Derechos Humanos
que se encuentran en la Constitución Federal, sino
también por aquéllos contenidos en instrumentos
internacionales como lo son los tratados. Lo anterior,
con la finalidad de lograr la interpretación que resulte
más favorable a la persona, lo que conocemos en la
doctrina como el principio pro homine.
Lo anterior es de gran importancia, pues a partir
de la reforma al artículo 1 constitucional deI 10 de
junio de 2013, los juzgadores deben de realizar la interpretación más conveniente en relación al derecho
humano que más se le aplique al asunto que se encuentren analizando, aplicando el control de convencionalidad ex officio contemplado en el artículo 133
constitucional, toda vez que este último obliga a los
jueces a preferir los Derechos Humanos consagrados
en la Constitución y en los Tratados internacionales,
aun en contra de disposiciones que se encuentren
en oposición contenidas en cualquier norma inferior.
En estos términos, es importante mencionar que
si bien los jueces no tienen la facultad para hacer
una declaración de forma general decretando la invalidez de una norma que consideren contraria a los
Derechos Humanos contenidos en la CPEUM y/o los
Tratados internacionales, sí tienen la facultad y no
sólo ésta, sino que se encuentran obligados a dejar
de aplicar normas inferiores que se contrapongan a
los derechos consagrados en la Constitución Federal
y en los Tratados internacionales.
En ese sentido, habrá que recordar que en la primera resolución que se obtuvo en el Caso Rosendo
Radilla Pacheco, la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, emitida el 23 de
noviembre de 2009 y publicada en el DOF el 9 de
febrero de 2010, establece como obligación para el
Poder Judicial del Estado mexicano, ejercer el control
de convencionalidad ex officio.
Por su parte, dentro de los antecedentes, encontramos la ya mencionada reforma de junio de 2011 al
artículo 1 de la CPEUM, en la cual, en cumplimiento
de la sentencia mencionada en el párrafo anterior,
se establece lo siguiente:
1. Todos los Derechos Humanos contenidos en
Tratados Internacionales, firmados y ratificados por
México, son parte integral de la Constitución Federal.
2. La interpretación de los Derechos Humanos se
deberá realizar de la manera que más favorezca la
protección más amplia de las personas.
3. El control difuso de convencionalidad y constitucionalidad ex officio, el cual señala que todas las
autoridades están obligadas a promover, respetar,
proteger y garantizar los Derechos Humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad.
Con posterioridad, y basándose en la resolución
antes señalada, el 14 de julio de 2011 el Pleno de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), al
resolver la consulta a trámite: varios 912/2010, determinó que todos los jueces del país deberán realizar un control de convencionalidad ex officio, en un
modelo de control difuso de constitucionalidad, en
concordancia con lo contemplado en el artículo 133
constitucional. Dicha sentencia fue publicada en el
DOF el 4 de octubre de 2011. Así, debe entenderse
por control difuso de constitucionalidad el contraste
que se debe de realizar entre la norma inferior y el
texto constitucional y, por control difuso de convencionalidad, el contraste que se debe realizar entre la
norma inferior y los Tratados internacionales, en que
el Estado mexicano sea parte.
Así las cosas, se debe mencionar que el control
de convencionalidad ex officio se debe realizar por
los juzgadores, en un modelo de control difuso de
constitucionalidad y convencionalidad de leyes que
violen Derechos Humanos reconocidos por el Estado
mexicano, considerando como parámetro de análisis:
(i) todos los Derechos Humanos contenidos en la
Constitución Federal –así como en la jurisprudencia
emitida por el Poder Judicial de la Federación–; (ii)
todos los Derechos Humanos contenidos en Tratados internacionales en los que el Estado mexicano
sea parte, y (iii) los criterios vinculantes de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos establecidos
en las sentencias en las que el Estado mexicano haya
sido parte y los criterios orientadores de la jurisprudencia y precedentes del citado órgano de justicia
internacional, cuando aquél no haya sido parte.
Asimismo, se menciona que en el ejercicio de la
delicada obligación constitucional de los juzgadores,
misma que les permite inaplicar una ley en el caso
concreto, es necesario agotar, de manera sucesiva y
consecuente, una metodología que tiene tres etapas:
Parámetro de análisis
En esta primera etapa, el juzgador debe identificar si la norma legal en cuestión tiene una posible
colisión con algún derecho humano establecido en:
(i) todos los Derechos Humanos contenidos en la
Constitución Federal –así como en la jurisprudencia
emitida por el Poder Judicial de la Federación–; (ii)
todos los Derechos Humanos contenidos en Tratados internacionales en los que el Estado mexicano
sea parte, y (iii) los criterios vinculantes de la Corte
Interamericana de los Derechos Humanos establecidos en la sentencias en las que el Estado mexicano
haya sido parte, y los criterios orientadores de la jurisprudencia y precedentes del citado órgano de justicia
internacional, cuando México no haya sido parte.
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orden jurídico las que se consideren contrarias a los
Derechos Humanos.
Cuando las alternativas de interpretación anteriores no sean posibles para
resolver el caso concreto, en esta tercera etapa, el juzgador debe proceder a
inaplicar la ley o norma en cuestión…
Interpretación
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En caso de subsistir la posible colisión entre la
norma legal en cuestión y el derecho humano, en
esta segunda etapa, partiendo del principio de la
presunción de constitucionalidad de las leyes, los
juzgadores deben proceder a realizar un contraste
previo entre el derecho humano y preservar la norma legal en cuestión, a través de dos tipos de interpretación: (i) interpretación conforme en sentido
amplio. Los juzgadores deben interpretar el orden
jurídico a la luz y conforme a los Derechos Humanos
establecidos en la CPEUM y en los Tratados internacionales en los cuales el Estado mexicano sea parte,
favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia, o (ii) interpretación conforme en
sentido estricto. Cuando hay varias interpretaciones
jurídicamente válidas, los juzgadores deben preferir aquella que haga a la ley acorde a los Derechos
Humanos establecidos en la Constitución Federal y
en los Tratados internacionales en los que el Estado
mexicano sea parte.
Inaplicación
Cuando las alternativas de interpretación anteriores no sean posibles para resolver el caso concreto,
en esta tercera etapa, el juzgador debe proceder a
inaplicar la ley o norma en cuestión, sin hacer una
declaratoria general sobre la invalidez o expulsar del
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Por lo anterior, tal y como se ha mencionado,
debe destacarse en ese sentido, el artículo 133 de
la CPEUM, mismo que establece dos principios jurídicos fundamentales: (i) Supremacía Constitucional, en virtud de la cual la Constitución, las leyes del
Congreso de la Unión que emanen de ella y todos
los tratados que estén de acuerdo con la misma,
celebrados por el Presidente de la República, con
aprobación del Senado, serán Ley Suprema de toda
la Unión, y (ii) precisamente el control difuso, el cual
impone que los jueces de cada Estado se arreglarán
a dicha Constitución, leyes y los tratados a pesar de
las disposiciones en contrario que pueda haber en las
Constituciones o leyes de los Estados.
Asimismo, los juzgadores deberán de ejercer esta
obligación en los casos concretos, atendiendo a los
siguientes elementos: (i) por mandato constitucional, el control difuso se ejerce de oficio; por tanto, es
irrelevante que exista agravio expreso; (ii) se debe
favorecer en todo tiempo, la protección más amplia a
las personas –principio pro homine; (iii) se deben de
atender los parámetros de análisis y seguir los pasos
de interpretación determinados por la SCJN (acorde
con la metodología referida en párrafos previos); (iv)
la forma de resolver es incidental, es decir, dentro del
mismo proceso sometido a su conocimiento, y (v)
cuando proceda, desaplicar la norma contrastada,
sin hacer una declaratoria de inconstitucionalidad.
CONCLUSIÓN
Derivado de lo aquí referido, se puede apuntar que
la autoridad hacendaria en términos del artículo 1
constitucional tiene obligación de respetar los Derechos Humanos, porque dicha obligación es participativa de cualquier autoridad.
En estos términos, se puede concluir que los Tratados internacionales celebrados por México que contengan Derechos Humanos, deben ser observados ya
como un derecho de los contribuyentes, los cuales no
pueden ser violentados por las autoridades fiscales al
utilizar sus facultades de revisión ni por los órganos
jurisdiccionales al resolver las controversias en esta
materia que se le presenten. •
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