El Escapulario del Carmen (III) II. SIGNIFICADO DEL ESCAPULARIO Impugnación histórica y doctrinal de la promesa a S. Simón Stock Desde que S. Simón Stock tuvo la revelación sobre el Escapulario hasta la primera referencia histórica pasaron más de 50 años, ¿cómo no se cita antes? Por ejemplo, Juan de Hildesheim (+ 1375) en su obra “Defensorium” se dedica a probar la especial tutela de la Virgen sobre la orden, aportando para ello varios milagros, pero es desconcertante que no mencione el más importante y fundamental, que es la aparición a S. Simón Stock. Otro escritor, Guillermo de Sandwich, O.C. en su “Chronica” del mismo s. XIII, narra la aparición de la Virgen a S. Simón Stock diciendo: “Reveló a su prior que acudiese al Romano Pontífice Inocencio, para obtener de él un remedio saludable contra los dichos incidentes” (que el demonio había instigado a los rectores y curas de las iglesias parroquiales contra los Carmelitas). Al no decir más, induce a creer a muchos que la posterior narración del Escapulario fue una transformación legendaria de la visión descrita por Sandwich. No es demasiada prueba negativa el aducido argumento del silencio; por el contrario es mucho suponer que fuese mera imaginación del s. XIV la promesa mariana del Escapulario. A sólo 50 ó 60 años del suceso, cuando todavía viven los contemporáneos, y los que convivieron con éstos, es imposible en comunidades religiosas, —donde tanto se habla de la historia familiar última y de sus santos—, que se pueda deformar de manera sustancial un punto tan relevante. En 1603 denunciaron al Vicario de Roma, Cardenal Borghese, futuro Pablo V, el hecho de una mujer de mala vida que para no cambiarla aducía el Escapulario, llevando el cual no se condenaría. Añadían además el caso de un carnicero, quien habiendo robado mucho dinero en su oficio, alegaba que no tenía obligación de restituir pues llevaba el Escapulario. Esta denuncia produjo una condenación del Escapulario hasta que se aclaró la cuestión. En el mismo sentido continuó la oposición doctrinal al Escapulario durante el s. XVII: “Prometer la salvación eterna sin las condiciones de una buena vida, no es conforme al Evangelio de Cristo. La Cofradía del Escapulario hace asiento hasta en las guaridas del vicio”. ¡Ojalá hoy los pecadores tuviesen al menos ese destello de fe de llevar el Escapulario! ¿Es que eso les bastaría para salvarse? Precisamente para no entender mal las palabras de la promesa de la Virgen que prometió el cielo mediante el Escapulario, repetidamente mandaron los Padres Generales de los Carmelitas, que no se divulgase sin la oportuna explicación, a saber: PRIMERO: Sólo se salva quien muera en gracia de Dios. SEGUNDO: La promesa del Escapulario consiste en que Dios, a quien lo lleve a la hora de la muerte le dará gracias para que si está en pecado mortal se confiese o al menos haga el acto de contrición. En esto es semejante a la Gran Promesa de los Primeros Viernes de mes, específicamente aprobada por los Papas: el que comulgue nueve seguidos, según la espiritualidad del Corazón de Jesús, se salvará. Es decir, Dios le dará las gracias necesarias para ello. El problema, para nuestro limitado cerebro y pequeño corazón, incapaces de pensar y querer a lo Dios, es que nos parecen promesas excesivas. Nada es excesivo para la infinita Bondad y Misericordia de nuestro Padre del cielo, salvo el dejar de ser también infinitamente justo, no castigando con el infierno a los que mueren en pecado mortal, como suponen insensatamente quienes afirman que no hay infierno, o que casi todos se salvan, rechazando así la revelación de Jesucristo en el Evangelio. Se explica también que la herética doctrina jansenista de un Dios justiciero, atacase duramente estas promesas de misericordia. TERCERO: El llevar el Escapulario no quiere decir que se vaya a morir con él. Recordemos el origen de la promesa: El que muera con el Escapulario del Carmen, es decir, el que muera religioso Carmelita, se salvará (promesa semejante a la hecha a otras órdenes religiosas), sin embargo, no cabe duda y es suceso cotidiano, que un religioso puede vivir mal, salir de la orden, y entonces ya pierde el privilegio (esto tampoco quiere decir que de hecho no se vaya salvar). De igual manera, quien no viva bien, e incluso “tiente a Dios” pidiendo un milagro sin necesidad, y en este caso concreto, abusando del don de su Escapulario, pedir salvarse a la hora de la muerte para poder seguir pecando en vida, es evidentemente dificilísimo que, quien tal se proponga, se beneficie de la promesa. ¿Acaso no es siempre válida? ¿luego de nada sirve? Siempre es válida: todo el que muera con el Escapulario se salvará; pero nadie, abusando nefastamente de dicha promesa para pecar, puede vanagloriarse que se salvará, porque con Dios no se juega, y puede morir sin el Escapulario... Y más bien ocurrirá esto antes que Dios recorte la promesa hecha. Continuará… (P. José Luis de Urrutia, S.J.)