EL NUEVO ORDEN DE CHINA (7g)3

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Índice
Prefacio a la edición española . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Prefacio a la edición inglesa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. La política despolitizada, la composición múltiple de la hegemonía y el desvanecimiento de los años sesenta . . . . . . .
China y el fin de la década de 1960 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La política despolitizada y la crisis del partido-Estado . . . . . .
La política despolitizada y la sociedad moderna . . . . . . . . . . .
La triple composición de la hegemonía y la ideología política
despolitizada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. El movimiento social de 1989 y las raíces históricas del neoliberalismo chino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Las condiciones históricas del movimiento social de 1989 y la
explicación antihistórica del «neoliberalismo» . . . . . . . . . . .
Las tres etapas del pensamiento en los años noventa y sus tres
problemas principales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Globalizaciones alternativas y la cuestión de lo moderno . . . .
3. El pensamiento chino contemporáneo y la problemática de
la modernidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Tres versiones de marxismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La Ilustración como ideología de la modernización y su forma
contemporánea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pensamiento crítico en la era del capitalismo global . . . . . . . .
4. Cambio de régimen de propiedad y el destino histórico de
la clase obrera de China . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Introducción de Cui Zhiyuan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Premisa ilegal para el cambio de régimen: de propiedad estatal
a colectiva y, de nuevo, de colectiva a estatal . . . . . . . . . . . . .
La gran transformación: el cambio de régimen del Grupo Tongyu y los distintos pasos dirigidos por el gobierno . . . . . . . . . .
El proceso del cambio de régimen de propiedad del Grupo
Tongyu . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Plan de reestructuración de los activos del Grupo Tongyu . . .
El cambio de régimen de propiedad y el destino histórico de la
clase obrera china . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Epílogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Índice de nombres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Prefacio a la edición española
«La década de 1990» que nació con el enorme cambio del mundo entre 1989 y 1991, ha tenido su evolución y ya ha pasado página en el calendario. Ahora, cuando menciono «la década de 1990», no me refiero
exactamente a un momento temporal, sino a un proceso desarrollado desde el fin de los años ochenta, que se ha caracterizado por la formación de
la era del mercado junto a los grandes y complejos cambios que la han
acompañado. En la evolución del pensamiento chino, aproximadamente
a mitad de la década de 1990, una vez recuperada la perspectiva de reflexionar profundamente sobre el pasado, se pasó a abordar la época desconocida que se estaba viviendo. El gran cambio del año 1989, igual que un
recién nacido prematuro, necesitó enfrentarse a una inmensa reorganización social sin precedentes. Es posible que siempre suceda lo mismo
cuando acaba una época, y la que nace con la «década de 1990» necesita
de un hito como punto de partida, aunque también podría ser que no existiera ninguna frontera clara entre el momento formal del comienzo y su
evolución, siendo el hito de su establecimiento una datación ambigua.
En mi opinión, «la década de 1980» es el fin del siglo revolucionario
y se caracteriza por la auto-reforma del socialismo. Su fuente de inspiración viene principalmente de la época anterior: «la práctica es el único
criterio para comprobar la verdad», «el valor de la ley y la economía de
mercado», «el humanismo y los problemas de la deshumanización», etc.,
son los temas habituales de esa época. En realidad, el origen se encuentra en la historia del socialismo propia de las décadas de 1950, 1960 y
1970; pero «la década de 1990» desarrolla un nuevo drama ante la presunción de acabar con el siglo revolucionario: si no se define otra vez el
significado de la economía, de la política, de la cultura y del poder militar producidos en la transformación radical de esta época, ya no podremos utilizar los términos conocidos como partido, país y pueblo para
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analizar esta época. Sin embargo, ambas décadas tienen muchos vínculos, aunque la última no sea la continuación natural de la anterior. En «la
década de 1990», la confrontación de teorías contrahegemónicas y del
neoliberalismo ha sido importante para el pensamiento, y así, por ejemplo, surgieron la Nueva Izquierda, el posmodernismo, el conservadurismo, el crecimiento y la recesión del nacionalismo y la moda del liberalismo. Cada una de estas tendencias incluye la ambigüedad, y si no las
interpretamos bajo la perspectiva del crecimiento, la recesión, y la transformación de la globalización del neoliberalismo, no es posible determinar su posición exacta. A través de las controversias del pensamiento y
del caos de los medios de comunicación, no sólo encontramos una serie
de problemas concretos de la sociedad, del derecho, de la política y de la
cultura aparecidos en los debates públicos, sino también todos los relacionados con los problemas contemporáneos que es imposible eludirlos
y hay que tenerlos en cuenta para reevaluar la tradición histórica de la
China del siglo XX.
Otro aspecto destacado de «la década de 1990» es el sistema de valores conformado durante el siglo XX y la profunda crisis de la perspectiva
histórica, no sólo de los valores desarrollados en la época revolucionaria
y en la historia del socialismo, sino también de «los temas a los que nos
hemos referido en la década de 1980», que aparentemente no parecen estar relacionados. Cuando preguntamos sobre el significado de «la década
de 1990», no podemos evitar pensar si «el siglo XX» es «el Otro» abarcado en el interior del «siglo XIX largo», o si es el Diablo del siglo XXI nacido a través de la revolución.
La irrupción de «la década de 1990» se superpone a la destrucción en
mil pedazos de la historia del siglo XX de donde surge un prodigioso escenario. Vemos que esta época se encuentra más relacionada con el «siglo XIX largo», y se ha alejado del «siglo XX». En parte se debe a la elevada velocidad de crecimiento de la economía, el gran progreso de la
tecnología, la profundización del proceso de la globalización, el rápido
aumento de la posición económica de China en el mundo y la crisis cotidiana bajo la hegemonía de Estados Unidos; y en parte a la guerra contra
el imperialismo, los asuntos militares reducidos a mera estrategia, la
alianza militar contra el terrorismo, la crisis general de la agricultura, el
campo y el campesinado, la descomposición de la clase obrera tradicional y la formación de una nueva clase de obreros que principalmente son
agricultores. En esta época de enormes transformaciones, somos testigos
del cambio producido por la sociedad de mercado en los profesores, los
médicos, los abogados, los poetas, los artistas, y los trabajadores de los
medios de comunicación, convirtiéndolos en empleados asalariados; y de
los factores sociales que trató de eliminar la práctica del socialismo que
han pasado a constituir la base de un nuevo orden. De esta manera termina el siglo XX, la relación social característica del «siglo XIX» ha reapa10
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recido de nuevo y es como si no hubiera existido la lucha y la reforma de
la época revolucionaria. En este sentido, es mejor decir que «la década de
1990» es «el nuevo comienzo de la historia», antes que «el fin de la historia».
La historia, especialmente la historia del siglo XIX, continúa con sus
repeticiones, pero siempre mostrando las diferencias. El fin de la Guerra
Fría se superpone al fin de la revolución, lo que significa que esta época
no es la prolongación del siglo XIX, y tampoco es posible trasladar fácilmente las soluciones políticas del siglo XX para resolver los problemas a
los que nos enfrentamos ahora. La gran transformación del siglo XIX creó
muchos enemigos internos durante la época del capitalismo, eran los proletarios y los nuevos movimientos socialistas, que al final acabaron desarrollándose como un sistema exterior al capitalismo de Occidente,
adoptando la forma del sistema de partido. La gran transformación del
fin del siglo XX se produce en el sistema exterior al capitalismo, en los
países socialistas, aunque no sólo en la descomposición del sistema socialista, sino también en la lucha de clases, en la lucha de las naciones y
en la política tradicional de partidos, causando una gran recesión. Para
abordar estas nuevas tendencias, en el pensamiento chino se desarrollan
una serie de temas sobresalientes como la mercantilización, la globalización, el nacionalismo, el choque de civilizaciones, el espíritu humanista,
el postcolonialismo, la creación de sistemas, la capacidad del Estado, el
urbanismo, los agricultores y los obreros, el neoclasicismo, o el neoliberalismo, la crisis fiscal, la de la agricultura, el campo y el campesinado,
la del sistema de salud, la de la vivienda, la de los derechos obreros, el
posmodernismo, el conservadurismo cultural, la reflexión de la modernidad, la enseñanza de humanidades y la reforma de la universidad, etc.
Aunque es fácil encontrar las huellas de estos temas en los debates culturales y la investigación académica de «la década de 1980», el método,
la perspectiva y la escala de «la década de 1990» se diferencian claramente de la década anterior. Para descubrir las características de esta
época, necesitamos responder a las siguientes preguntas: ¿Por qué el fin
de la Guerra Fría se superpone al fin de la revolución? ¿Por qué «la década de 1990» no es el fin del «siglo XX corto», sino más bien la prolongación del «largo siglo XIX»?
Los textos recopilados en esta obra fueron producidos en «la década
de 1990», el más antiguo se publicó en 1994 y el último en 2007. Estos
artículos han provocado debates en diferentes niveles, que no he tenido
la oportunidad de responder sistemáticamente. Para conocer a fondo esta
época de grandes transformaciones, necesitamos explorar simultáneamente en varias direcciones, a veces en la distancia corta, y otras, desde
una perspectiva de larga duración. A veces son consideraciones teóricas
y otras intervenciones concretas. La exploración todavía no ha finalizado, pero en el proceso de la edición de este libro he descubierto, con gran
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sorpresa, que estos artículos escritos en diferentes momentos y que han
respondido a diferentes contextos, presentan una cohesión y coherencia
interna que no fue premeditada ni anticipada. La publicación de esta obra
tal vez puede aclarar algunas perspectivas de los artículos y explicar los
temas mencionados sobre esta época, por ejemplo, la interrelación entre
modernidad y contramodernidad, el origen histórico del neoliberalismo
y de la política despolitizada, etc.
Actualmente, el paso de «la década de 1990» llega al final de su andadura, y pronto será un recuerdo remoto. Para reflexionar sobre una época se pueden adoptar diferentes posturas, y cuando se elige una se abandonan otras muchas. El tiempo que abarca la escritura de esta obra
coincide con mi trabajo de editor de las revistas Xueren y Dushu, recordando claramente a muchas personas, muchas historias, mucho revuelo y
muchas escenas. Aunque diez años es un periodo de tiempo muy corto,
resulta suficiente para abarcar la separación, la muerte, la nostalgia y el
olvido.
Para mí, «la década de 1990» sigue siendo una época ambigua, que
necesita analizarse desde la perspectiva de la historia, de los hechos y de
las prácticas, así como de la teoría, para poder entender su proceso y su
lógica, y mantener la distancia de los sentimientos para comprender los
cambios y la transformación de los valores. Después de terminar Xiandai
zhongguo sixiang de xingqi (El surgimiento del pensamiento contemporáneo de China), mi interés de investigación se ha centrado en el «siglo XX corto», que constituye el núcleo de la problemática abordada en
esta obra, continuación de la anterior.
Investigar es un largo camino y yo voy a explorar en todas las direcciones.
En la casa de Heqingyuan
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Prefacio a la edición inglesa
Que este libro se publique en la versión inglesa es una pura cuestión
de casualidad. Entre el otoño de 1999 y el verano de 2000, acepté la invitación de ser profesor visitante en el Programa de Estudios Asiáticos
de la Universidad de Washington y, al mismo tiempo, impartí un curso de
doctorado en su departamento de historia sobre la historia intelectual de la
dinastía Qing. Estuve, pues, temporalmente ausente de los intensos debates que se estaban produciendo en los círculos intelectuales chinos en
aquel momento. Cuando «El pensamiento chino contemporáneo y la problemática de la modernidad» se publicó por primera vez en la revista
Tianya (Fronteras) en 1997, me vi involuntariamente involucrado en el
amplio debate intelectual que se estaba desarrollando en China desde
1989. El artículo en seguida se tradujo o se republicó en Social Text en
Estados Unidos, Sekai en Japón, Tangdae Pipyong en Corea del Sur, en el
Hong Kong Journal of Social Sciences, y en Taiwan: A Radical Quartery
in Social Studies. En otoño de 1999, el profesor Perry Anderson me pidió que contara en las páginas de New Left Review el debate que estaba
teniendo lugar en China, lo cual me llevó a formular una explicación sistemática de los diez años posteriores a 1989 y de la consiguiente división
en el mundo intelectual chino. Poco después, Taiwan: A Radical Quarterly in Social Studies expresó su interés en que escribiera un ensayo en
respuesta a las críticas que Chao Kang, Chien Yung-xiang y Chu Wanwen habían hecho de mi artículo.
En aquel momento estaba trabajando en un estudio del clasicismo del
Nuevo Texto en la dinastía Qing, así que tanto la falta de tiempo como de
predisposición me impidieron regresar a un debate que había arrancado
con un ensayo que yo mismo había escrito varios años antes. Además, el
debate intelectual en China tenía carencias de análisis histórico y no podía
seguir basando la discusión en cuestiones secundarias –en este sentido, que
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dicho debate no incluyera una evaluación del movimiento social de 1989
era una de las causas de la considerable confusión alrededor de todo su discurso. Finalmente, para responder a esta situación decidí emprender una
interpretación de la disputa entre los intelectuales chinos poniéndola en el
contexto de la transformación histórica que pivotó alrededor del movimiento social de 1989. De ahí el origen de este pequeño volumen.
Han transcurrido ya casi tres lustros desde 1989.* Para aquellos que
participaron en el movimiento, las dramáticas transformaciones que han
acaecido tanto en China como en el mundo en general durante estos años
han sobrepasado todo lo que hubiéramos podido imaginar. Hace catorce
años nadie hubiera podido predecir el alcance y la velocidad de una
transformación histórica como ésta. El movimiento de 1989 marcó el final del movimiento socialista del siglo XX, así como el principio de un
capitalismo global marcado claramente por unas nuevas implicaciones.
Es inevitable que cualquier reevaluación del movimiento de 1989 implique un resumen del experimento socialista del siglo XX, pero hay que
decir que todavía tiene que llegar el momento para una valoración más
detallada de este proceso histórico. Sin embargo, también es necesario
reconocer que la incertidumbre que rodea a este mismo proceso histórico constituye, a su vez, un reto intelectual. La comprensión y evaluación
de este movimiento histórico no sólo son importantes para los debates
dentro de la intelligentsia china contemporánea, sino también para nuestra comprensión y evaluación de la historia china del siglo XX.
Cuando, a primera hora de la mañana del 4 de junio de 1989, abandonaba la plaza de Tian’anmen junto con el último grupo de mis compañeros, sólo sentía ira y desesperación. Durante la mayor parte de 1990 viví
en las profundidades de las Montañas Qinling, en la China central, y esa
breve experiencia me dejó una impresión imborrable y duradera, de repente me di cuenta de cuán lejos estaba mi vida en Beijing de este mundo diferente. En los meses y años posteriores, he intentado establecer un
vínculo entre ambos frentes y, mediante él, entender los acontecimientos
y los cambios por los que hemos pasado. En buena medida, mis críticas
a algunos de los debates que se han generado en la esfera intelectual china surgen de una especie de autocrítica, una crítica basada en un sentido
de la necesidad de reconstruir la relación histórica entre el mundo de los
intelectuales y el mundo externo a ellos. Aunque un libro tan breve como
el presente no aporta, ni mucho menos, una explicación histórica exhaustiva, lo que sí ofrece es un esfuerzo para comprender tanto a la historia como a mi mismo, fruto de mi propia participación en el desarrollo
actual del mundo contemporáneo.
Este libro se centra en el movimiento social de 1989 y describe lo que
a menudo se denomina un período histórico «de transición». Tal y como
* La edición inglesa es del año 2003.
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la describo, esta «transición» es tanto un proceso histórico como un mito
histórico, aunque en la práctica ambos usos quedan inextricablemente
entrelazados. La transición como proceso histórico se refiere a la realidad del esclarecimiento y transformación del régimen socialista tradicional, mientras que la transición como mito histórico aporta evidencias de
una teleología implícita en dicho proceso de esclarecimiento y transformación –es decir, el proceso se explica como la transición de un pasado
despótico, planificado y oscuro a un futuro democrático, libre y brillante. Este mito de la transición se construye sobre un concepto de desarrollo histórico natural y espontáneo. Mediante el análisis histórico del movimiento de 1989, mi intención es revelar las relaciones de poder que se
esconden tras este proceso «natural» y «espontáneo», así como destacar
la inherente relación histórica entre este proceso y el dilema en el que se
encuentra China contemporánea. En este sentido, las implicaciones de la
«transición» son indefinidas, o quizá sea mejor decir que la «transición»
marca un proceso histórico indefinido. De modo que este libro también
es una búsqueda de las fuerzas sociales que han podido influir en esta noción indefinida de transición.
Igual que sucedió en el movimiento de 1989, mi pensamiento todavía
se basa en la idea de democracia. Sin embargo, la «democracia» que aquí
se trata no es sólo uno de los múltiples conceptos de democracia fosilizados, ni tampoco está basada en una noción preconcebida de la misma
que se plantea únicamente para juzgar la actuación china. La democracia,
como todas las grandes ideas, ha estado constantemente en juego y ha
sido manipulada por medio de todo tipo de aplicaciones prácticas. También ha revelado continuamente los propios problemas en los que ha quedado sumergida, hasta el punto de mostrar indicios de fosilización. No
obstante, eso no significa que debamos descartar el concepto de democracia y sus valores asociados. La democracia es el tipo de fuerza que se
ha visto constantemente expandida por el desarrollo de la historia; es
algo que por sí solo requiere creatividad, renovación y progreso en contextos más amplios y de modo más concreto. Por todo ello, cuando digo
que necesitamos una práctica democrática que aborde los problemas que
se nos presentan, la democracia a la cual me refiero –aunque incluya la
suma de todos los ejemplos históricos de la misma, así como su desarrollo y la reflexión sobre ellos –de ningún modo se refiere a un patrón ya
preconcebido que se pueda copiar fácilmente. Más bien debería ser un
proceso creativo, una realidad social amplia que tenga en consideración
prácticas políticas, económicas y culturales específicas. Es precisamente
por este motivo que he intentado ver el dilema al que se enfrenta China y
las crisis que afligen al resto del mundo contemporáneo –incluido el llamado mundo occidental democrático– como distintos aspectos de un
proceso histórico interrelacionado.
Mis ideas y escritos se han beneficiado de la ayuda de incontables
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amigos, y me gustaría aprovechar esta oportunidad para mostrarles mi
agradecimiento. La profesora Rebecca Karl realizó esfuerzos titánicos
para traducir al inglés tanto «El pensamiento chino contemporáneo y la
problemática de la modernidad» (para Social Text) como «El movimiento social de 1989 y las raíces históricas del “neoliberalismo”» (para positions). Tras el primer borrador de «El movimiento social de 1989», me
hizo varias críticas y sugerencias que resultaron muy útiles. Los amigos
que citaré a continuación leyeron borradores en algún momento y me
ofrecieron sugerencias: Wu Yumin, Sun Ge, Chen Yangu, Chen Weigang,
Shang Wei, Qian Liqun, Jin Dacheng, He Zhaotian, Wang Chaohua,
Dong Yue, Zhang Xudong, Xu Baoqiang, Cui Zhiyuan, Gan Yang, Huang
Ping, Wang Xiaoming, Li Tuo, Lin Chun, Ye Weili, Vivek Chiber, Viren
Murthy, y Sanjay Subrahmanyam; He Zhaotian incluso revisó mis notas
atentamente. En 1999-2001, los profesores Leo Ou-fan Lee, Tani Barlow, Wen-hsin Yeh, Martin Powers, Theodore Huters, Zhou Minglang,
Hu Ying, Kang-i Sun Chang, y Rudolf Wagner me invitaron a Harvard,
Washington, Berkeley, Michigan, UCLA, Colorado, UC Irvine, Yale, y
Heidelberg para hablar sobre China contemporánea y los debates que se
habían desarrollado entre los intelectuales chinos; aprendí mucho de las
discusiones que siguieron a mis presentaciones. Finalmente, quiero expresar mi agradecimiento a Harvard University Press, a los lectores anónimos de mi manuscrito y a mi editor y traductor, Ted Huters. Los esfuerzos incondicionales de Lindsay Water permitieron que este libro se
pudiera publicar tan rápidamente. He seguido las sugerencias de los lectores anónimos en la revisión y expansión del borrador original. Ted Huters es un viejo amigo, que hace tiempo que apoya mi investigación; su
ayuda va mucho más allá de su traducción al inglés del primer ensayo de
este libro. Sin sus esfuerzos, la publicación de este volumen sería inimaginable. Obvia decir que asumo por completo la responsabilidad de las
principales ideas expuestas en la obra, así como de todos sus puntos defectuosos e inapropiados.
Han transcurrido varios años entre la elaboración del primer borrador
de «El movimiento social de 1989» y su posterior publicación. Ahora
que acabamos de dejar atrás el cambio de siglo, las opiniones sobre el pasado se están modificando constantemente a instancias de un cambio histórico inesperado. Este libro deja constancia de las ideas de alguien que
experimentó unos cambios tan profundos desde China. El año 1989 representó el principio de una transformación a escala global; y espero que,
junto con otras personas con un pasado y unas experiencias distintas de
las mías, podamos llegar a comprender esta transición todavía indefinida.
Beijing
Enero de 2003
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