Oración de Laúdes. Encarnación.

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MONICIÓN
Hoy celebramos la Encarnación del Hijo de Dios. Esta promesa se realizó en María gracias a que Dios con su mirada compasiva supo ver la humildad de su sierva y ella supo decir
“Hágase en mí” dejándose transformar por el Espíritu.
En nosotras también se cumple el sueño de Dios, cada vez
que nos abandonamos a su voluntad, cada vez que vivimos una
comunión más profunda con nuestras hermanas y en proximidad
de vida y de corazón con las personas marginadas, cada vez que
intentamos dar una respuesta con una caridad creativa a las llamadas de los pobres.
Con estos sentimientos invocamos el auxilio del Señor.
Himno:
Te alabo, Señor, por tantas maravillas que me hablan de ti.
Te alabo, Señor, por tantas alegrías que me has hecho sentir.
Te alabo, Señor, por este amanecer que me ha llenado de paz.
Te alabo Señor, en ti descubro mi libertad.
Me has dado, Señor, el don de tu llamada que me invita a seguir.
Me has dado, Señor, tu gracia que me inunda y que me empuja a
vivir.
Me has dado, Señor, Hermanas que trabajan y abren su corazón,
Me has dado, Señor, un ser irrepetible: mi “yo”.
Te ofrezco, Señor, las fuerzas que me has dado y la ilusión por
vivir.
Te ofrezco Señor, los triunfos y fracasos, el gozar y el sufrir.
Te ofrezco Señor, el tiempo de esperanza, fruto de tu bondad,
Aquí estoy, Señor, dispón y haz lo que quieras de mí.
Reflexión al salmo 62:
Reflexión al Cántico Dn:
-Maestro quiero encontrar a Dios.
El maestro que estaba cerca de un río, cogió al muchacho por el
cuello y lo introdujo debajo del agua. El muchacho empezó a patalear e intentar liberarse. Pasado un tiempo, lo sacó y por fín pudo respirar.
-¿Qué es lo que más querías cuando estabas bajo el agua?
-Respirar.
Cuando desees tanto a Dios como deseabas poder respirar encontrarás a Dios.
-Maestro, dinos pues, ¿porqué crees tú que existe Dios?
El maestro dirigió su mirada risueña al horizonte y oyendo el bello canto del ruiseñor contestó:
-Dios es como esa ave que se esconde tras el árbol: no podemos
verla, pero sabemos que está allí porque oímos su canto.
Ant.1: El Ángel Gabriel fue enviado a María desposada pon José.
Mi alma tiene sed de ti Señor,
de ti sedienta está mi alma.
Señor tu eres mi Dios a ti te busco
de ti sedienta está mi alma.
Señor todo mi ser te añora
como el suelo reseco al llover agua.
Para admirar tu gloria y tu poder
con ese afán te busco en tu santuario
pues mejor es tu amor que la inexistencia
siempre Señor te alabarán mis labios.
Podré así bendecirte mientras viva
y levantar en oración mis manos
de lo mejor se saciará mi alma
te alabaré con jubilosos labios.
Porque tu mi Dios fuiste mi auxilio
y a tu sombra Señor canto con gozo
a ti se adhiere mi alma
y tu diestra me da seguro apoyo.
Ant. 2: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu
vientre.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Reflexión al salmo 149:
Luz y tinieblas, bendecid al Señor,
rayos y nubes, bendecid al Señor
-Maestro, ¿cómo me aproximo a Dios?
El maestro le contestó al discípulo: -Canta y alaba a tu Creador
con alegría.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por lo siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Ant. 3: La Virgen concibió por la Palabra, Virgen permaneció,
Virgen dio a luz al Salvador.
Cantad al Señor un cántico nuevo
resuene su alabanza en la asamblea
que se alegre Israel por su creador
los hijos de Sión por su Rey
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid a Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Alabad su nombre con danzas
con tambores y cítaras
porque el Señor
ama a su pueblo
y a los humildes da su victoria.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos
para tomar venganza de los pueblos
al y aplicar el castigo a las naciones
sujetando a los reyes con argollas
a los nobles con esposas de hierro.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Lectura breve
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su
categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la
condición de eslavo, pasando por uno de tantos y actuando como
un hombre cualquiera.
Por todas las Hijas de la Caridad que hoy renovamos los votos
-para que el Señor haga renacer en nosotras nuevos brotes de entrega e ilusión por el Servicio de Cristo en los Pobres.
Padre nuestro
Responsorio breve
R/ Alégrate, María, llena de Gracia * El Señor está contigo.
Alégrate.
V/ Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu
vientre. * El Señor está contigo. Gloria al Padre. Alégrate, María
Benedictus
Ant: Dios, por el gran amor con que nos amó, envió a su Hijo en
una carne pecadora como la nuestra.
Preces
Como la Virgen María recibió con gozo el anuncio del ángel,
-haz, oh Dios, que nosotros recibamos de buen grado a nuestro
Salvador.
De igual manera que la nueva Eva se sometió a tu Palabra divina,
-así se haga en nosotros según tu voluntad.
Que santa María socorra a los Pobres, ayude a los débiles, consuele a los tristes,
-ruegue por el pueblo, interceda por el clero y por todas las personas consagradas al Señor.
Dios es compasión
Para Jesús, Dios es compasión. «Entrañas», diría él,
«rahamim». Esta es su imagen preferida. La compasión es el modo de ser de Dios, su primera reacción ante sus criaturas, su manera de ver la vida y de mirar a las personas, lo que mueve y dirige toda su actuación. Dios siente hacia sus criaturas lo que una
madre siente hacia el hijo que lleva en su vientre. Dios nos lleva
en sus entrañas.
Es como un padre que no se guarda para sí su herencia, que no
anda obsesionado por la moralidad de sus hijos, que espera siempre a los perdidos, que «estando todavía lejos» ve a su hijo, se le
«conmueven las entrañas», pierde el control, echa a correr, le
abraza y le besa efusivamente como una madre, interrumpe su
confesión para ahorrarle más humillaciones y le restaura como
hijo. “La caridad afectiva culmina en la caridad efectiva que
comporta siembre una actitud, la de la sierva. Hagamos todo con
amor.” (Sor Evelyne)
Jesús, primer testigo de la compasión de Dios
Jesús fue el primero en vivir totalmente desde la compasión
de Dios desafiando claramente el sistema de santidad y pureza
que predominaba en aquella sociedad.
En la raíz de su actividad curadora e inspirando toda su actuación
con los enfermos está siempre su amor compasivo. Jesús se acerca a los que sufren, alivia su dolor, toca a los leprosos, libera a
los poseídos por espíritus malignos, los rescata de la marginación
y los devuelve a la convivencia. Jesús sufre al ver la distancia
que hay entre el sufrimiento de estos hombres y mujeres enfermos, desnutridos y estigmatizados por la sociedad, y la vida que
Dios quiere para todos ellos. Jesús no los cura para probar su
condición divina o la veracidad de su mensaje. Lo que le mueve
a Jesús es la compasión. Quiere que, desde ahora, estos enfermos
experimenten ya en su propia carne la misericordia de Dios.
Pronto se acercaron a Jesús todo tipo de gentes desgraciadas y desvalidas. El profeta de la misericordia de Dios atraía, sobre todo, a los que vivían hundidos en la miseria. No son pobres.
En Galilea la inmensa mayoría de la población era pobre pues
luchaba día a día por la supervivencia, pero, al menos, tenían un
pequeño terreno o un trabajo para asegurarse el sustento. Los que
rodean a Jesús son los desposeídos de todo, los que no tienen lo
necesario para vivir. Son un grupo fácilmente reconocible. La
mayoría, vagabundos sin techo. No saben lo que es comer carne
ni pan de trigo. Se cubren con harapos y casi siempre van descalzos. Entre ellos hay mendigos que andan de pueblo en pueblo.
Jesús se une a ellos, comienza a vestir y calzar como ellos, los
acoge y los defiende. De sus labios comienzan a escuchar un lenguaje nuevo y desconocido: «Dichosos vosotros, los que no tenéis nada, porque vuestro rey es Dios; dichosos los que ahora
pasáis hambre porque seréis saciados; dichosos los que ahora
lloráis porque reiréis». “Se trata de atender a los pobres de manera personalizada: de escucharlos, dedicarles tiempo, acompañarlos en su soledad, saber colaborar con humildad. Hagamos
todo con amor” (Sor Evelyne)
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo
La misericordia no es, para Jesús, una virtud más sino la
única manera de ser como es Dios. El único modo de mirar el
mundo, es como lo mira Dios, la única manera de sentir a las
personas, es como las siente Dios, la única forma de reaccionar
ante el ser humano, es como reacciona Dios.
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En primer lugar, por decirlo así, se da una interiorización
del sufrimiento ajeno, dejo que penetre en mis entrañas, en
mi corazón, en mi ser entero, lo hago mío de alguna manera, me duele a mí.
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En un segundo momento, ese sufrimiento interiorizado, que
me ha llegado hasta dentro, provoca en mí una reacción, se
convierte en punto de partida de un comportamiento activo
y comprometido. Por último, esa reacción se va concretando en actuaciones y compromisos diversos orientados a
erradicar ese sufrimiento o, al menos, aliviarlo.
Esto es siempre lo primero y lo último en un seguidor de
Jesús. Nada hay más importante. Tendremos que hacer muchas
cosas a lo largo de la vida, pero la compasión ha de estar en el
trasfondo de todo. Nada nos puede dispensar.
Nada puede justificar la indiferencia ante el sufrimiento
ajeno. La compasión ha de configurar todo lo que constituye
nuestra vida: nuestra manera de mirar a las personas y de ver el
mundo; nuestra manera de relacionarnos y de estar en la sociedad, nuestra manera de entender y de vivir la fe cristiana. “Que a
través de nuestro servicio, se manifieste Dios Amor. Hagamos
todo con amor.”(Sor Evelyne)
Una jusƟcia que nace de la compasión
Una justicia que nace de la compasión y que introduce en el
mundo una nueva dinámica y una nueva dirección. La compasión lo dirige e impulsa todo hacia una vida más digna para los
últimos.
Desde Jesús hay algo muy claro. Nunca en ninguna parte se
construirá la vida tal como la quiere Dios si no es liberando a los
que sufren de su miseria y humillación. Nunca ninguna religión
será bendecida por Dios si no introduce para ellos la justicia que
brota de la compasión.
Para Jesús, una humanidad constituida por naciones, instituciones o personas comprometidas en alimentar a los hambrientos,
vestir a los desnutridos, acoger a los inmigrantes, atender a los
enfermos y visitar a los presos, es el mejor reflejo del corazón de
Dios y la mejor concreción de su reino. “Llamadas a agudizar
nuestra mirada para detectar dónde se encuentran las heridas más
profundas, los lugares de mayor deshumanización. Hagamos todo con amor” (Sor Evelyne)
Ángelus: Cantado
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