TEMA 4 EL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN 1.

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TEMA 4
EL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN
1.- MANIFIESTO DE SANDHURST
En 1874, mientras Serrano busca la estabilidad del país, se producen dos hechos
transcendentes:
• Cánovas prepara la restauración monárquica constitucional, creando el partido alfonsino
(compuesto por los liberales conservadores) y presionando a Isabel II para que abdique en su
hijo (Alfonso XII). Para alcanzarlo, hizo que éste publicara el Manifiesto de Sandhurst
(academia militar inglesa, donde Alfonso se preparaba), donde promete la citada restauración,
democrática, católica y sin represalias.
• A la vez que Cánovas prepara la transición pacífica, el general Martínez Campos se pronuncia
en Sagunto a favor de la monarquía alfonsina, sin oposición. Cánovas asume la Regencia.
2.- Las fuerzas sociales ante la Restauración
Cánovas recibió el apoyo de 4 sectores de población bien definidos: terratenientes, grandes
empresarios, ejército e Iglesia; además de algunos grupos de clase media, como ciertos
funcionarios.
- Las clases sociales altas, es decir, la oligarquía económica, recibieron con agrado al nuevo
régimen porque habían visto peligrar sus grandes patrimonios durante el Sexenio. En este grupo
se integraban, tanto la alta burguesía enriquecida con los negocios del ferrocarril y la compraventa de tierras, como la vieja aristocracia, que no tenía inconveniente en mezclarse con los
nuevos ricos. Interesados ambos en la estabilidad política que favoreciera sus negocios, mantenía
posiciones muy moderadas.
- El ejército se transformó durante el Sexenio, cuando vio el desorden que imperaba en las calles
y que los federalistas y cantonalistas cuestionaban la unidad nacional. Desde entonces, abandona
su tradicional postura progresista y se refugia en el apoliticismo. Buscará la defensa del Estado,
centrándose en la unidad nacional y el orden público. Cánovas intenta poner fin a los
pronunciamientos; pidiendo a los políticos el respeto a la autonomía del ejército, y reservando
cargos en el Senado para los altos mandos.
- La Iglesia evolucionó desde el descontento inicial, producido por la aprobación de la libertad de
cultos, hasta el total apoyo al sistema: sobre todo cuando Cánovas realiza concesiones como el
establecimiento de la confesionalidad del Estado, el reconocimiento de privilegios y derechos
especiales. También le reservó un asiento en el Senado. Pero este compromiso aceleró el
sentimiento anticlerical de amplios sectores de la población, caso de la izquierda y las clases
menos pudientes.
- Los grupos de la clase media que aceptaron el sistema fueron aquellos que, al integrarse, se
vieron favorecidos por el sistema. El centralismo necesitaba un gran número de funcionarios, pero
el problema más grave que tenían éstos es que sólo trabajaban mientras su opción política
gobernaba (eran los llamados cesantes, que se turnaban en los cargos, como los políticos…).
. Otros rechazaron claramente la Restauración, o la aceptaron con sumisión (como fue el caso
de la mayoría del mundo rural, predominante en esa época). Entre los grupos que no vieron con
agrado el sistema estaban los intelectuales: como Giner de los Ríos, Azcárate, Castelar, Urbano
González Serrano y otros que habían militado entre las fuerzas republicanas del Sexenio; así
como la pequeña burguesía, que fue la gran protagonista de la Revolución de 1868 y del
Sexenio. Mantuvieron una postura crítica y su presencia en las Cortes siempre fue testimonial.
A ellos habría que sumarles el proletariado urbano, poco numeroso aún y con duras
condiciones de vida, que cuestionaba no sólo el sistema, sino el propio orden a través de ideas
socialistas y anarquistas que por entonces comenzaron a propagarse.
Manuel Alcayde Mengual
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3.- La CONSTITUCIÓN de 1876
Cánovas era consciente de que el disfrute del poder por parte de un reducido grupo había
acabado arruinando la monarquía, por lo que se propuso redactar una Constitución integradora,
que permitiese gobernar tanto a liberales como a moderados.
Parte del liberalismo doctrinario francés, del que Cánovas era seguidor; según el cual, la
soberanía debe ser compartida entre el Rey y las Cortes: puesto que en la Historia de España
este concepto se había acuñado ya en las Cortes medievales, y no con el liberalismo.
La Constitución se realizó al margen de las Cortes, como un proyecto, reuniendo Cánovas a
exsenadores y exdiputados monárquicos. Integrando ideas claves de la de 1845 (defendida por
Cánovas y los moderados) con principios de la de 1869 (que imponían Sagasta y los liberales),
bastante conciliadora, por lo que fue admitida por los monárquicos (consiguió perdurar hasta
1931).
. El Título I establece los derechos y deberes de los españoles: inviolabilidad de la persona,
de la correspondencia, del domicilio, libertad de expresión, reunión y asociación. En la práctica, su
regulación quedaba en manos del gobernantes, que podían restringirlos o suspenderlos a su
antojo…
. En el aspecto religioso, se produce un retroceso con respecto a la de 1869: la libertad queda
reducida a tolerancia, mientras el Estado se proclama confesional y mantiene el culto católico y a
sus ministros.
. En cuanto a la división de poderes, el texto recoge un equilibrio constitucional: con
predominio ejecutivo del Rey, quién nombraba a los ministros contando con la confianza de las
Cortes. La persona del Rey era indiscutible, sagrada e inviolable, y toda responsabilidad recaía en
sus ministros… El legislativo residía en el Rey y en las Cortes (compartido pues). El Rey gozaba
del derecho a veto, las Cortes eran bicamerales y el Congreso sólo tenía primacía sobre el
Senado en asuntos tributarios. El judicial fue diseñado de forma muy ambigua, pues los
Tribunales juzgaban en nombre del Rey y con una sola ley para todos los españoles (lo que
eliminaba los últimos privilegios forales que disfrutaba el País Vasco). Sin embargo, hasta 1889 no
se aprobó el primer Código Civil en España.
El Senado era una cámara oligárquica, nutrida con senadores por derecho propio (Grandes de
España y altos cargos de la administración, del ejército y de la Iglesia), otros nombrados por el
Rey y algunos elegidos en determinadas condiciones.
El Congreso se elegía por cinco años, y cada diputado estaba respaldado por los votos de
50.000 habitantes (como la de 1845). El sufragio era directo y censatario, pero en 1890 se
estableció su universalidad para varones mayores de 25 años. El cargo de parlamentario no
estaba retribuido, por lo que sólo podían dedicarse a la política los que poseían medios
económicos propios suficientes.
Esta Constitución (impuesta) fue aprobada por unas Cortes elegidas democráticamente
mediante el sufragio universal aún vigente, por lo que fue legitimada; aunque el proceso electoral
contó con el control del ministro de la Gobernación, un experto en manipulación electoral…
4.- EL CACIQUISMO
El rasgo político más característico del nuevo régimen fue el caciquismo: un fenómeno que,
aunque ya existía con anterioridad a 1876, ahora se perfila como un instrumento de poder del
nuevo régimen.
Es una forma de pervivencia feudal en la que los terratenientes, convertidos en caciques
locales, organizaban las elecciones y controlaban sus resultados. El cacique era un personaje
representativo de la oligarquía rural: unas veces alcalde, otras un notable de la localidad (sin
cargo alguno, pero con poder sobre los que lo detentaban). Determinaba el resultado de las
elecciones en beneficio del poder establecido mediante tres sistemas: coacción a los campesinos
(que dependían económica o laboralmente de él), manipulación del proceso electoral (pucherazo,
o compra de votos) y concesión de favores.
El Ministro de la Gobernación formaba el encasillado: lista de diputados que debían de ser
votados. Después, los Gobernadores y alcaldes actuaban para conseguir que fueran elegidos, de
forma que ningún imprevisto pudiera suceder, de manera que el partido designado obtenía la
mayoría sin ningún problema (con aspecto de legalidad…).
Manuel Alcayde Mengual
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Un pacto entre los partidos dinásticos garantizaba el turno en el ejercicio del poder sin
necesidad de lucha real, a pesar de las apariencias. Y, como no existía un electorado
independiente, las autoridades podían intervenir en el asunto sin obstáculos. El cambio de
gobierno no se llegaba a realizar tras las elecciones, sino que era el Rey el que entregaba el
poder a uno u otro de los partidos alternantes.
5.- LOS PARTIDOS POLÍTICOS
◊ Los partidos en el poder
El sistema pretendía ser una copia del inglés: se basaba en la alternancia en el poder de dos
partidos, con la diferencia que allí funcionaba sin fraude. Así pues, las elecciones eran un mero
trámite para dar legitimidad al poder.
Los partidos eran el Conservador y el Liberal, y se diferenciaban de los actuales partidos de
masas en que estaban integrados y controlados por grandes propietarios rurales (burguesía y
aristocracia), así como por profesionales de clase media (médicos, abogados,…), que lo utilizaban
como medio de ascenso social.
• Conservador: tiene su origen en el partido alfonsino de Cánovas, y se formó con antiguos
moderados y unionistas. Estaba muy estructurado y cohesionado; y, aunque Cánovas tuvo que
hacer concesiones a los que defendían la Constitución de 1845 (como la disolución del
matrimonio civil o el cierre de templos y escuelas protestantes), realizó una labor integradora
con la oposición.
• Liberal, llamado también fusionista, nace de la oposición moderada: es decir, los que admitían
la Monarquía y la Constitución. Surge de la escisión de antiguos progresistas,
constitucionalistas (de Serrano y Sagasta), radicales (de Ruiz Zorrilla, que luego dimite y se
hace republicano), republicanos moderados (como Castelar), etc. Su líder indiscutible fue
Sagasta.
◊ Las fuerzas de oposición
• Los republicanos: era la única oposición al principio de la Restauración, con predominio
urbano y de intelectuales; pero se fragmentó en varios grupos de escasa importancia:
- El Radical del exiliado Ruiz Zorrilla, que pretendía derrocar el régimen conspirando una y
otra vez, sublevando guarniciones, etc. Sus intentonas fracasaron siempre, pero estaba ahí…
- La Unión Republicana, dirigida por Salmerón y escindida del anterior. Agrupaba en sus filas
a intelectuales, sobre todo de la Institución Libre de Enseñanza (ILE).
- El Federalista, de Pi y Margall, muy desunido por la forma de concretar la federación.
- El Partido Posibilista de Castelar: el más moderado, que acabó dentro del Liberal de
Sagasta. Defendía la autoridad y el orden por encima de todo.
Proponían medidas reformistas: como la constitución de jurados, concesión de créditos blandos
a los agricultores, fomento de cooperativas, defendían la reducción de la jornada laboral, etc. Su
opción alcanzó algunos éxitos en las principales ciudades del país, pero nunca fue una fuerza
mayoritaria.
• Los grupos obreros: tras la fundación en París de la Internacional Obrera, surgen dos
corrientes:
- Los anarquistas: la posibilidad de actuar en la legalidad (Ley de Asociaciones de 1887) llevó
a los anarquistas a fundar la Federación de Trabajadores de la Región Española, que alcanzó
gran desarrollo, aunque hacia 1888 se disolvieron. Por esa causa, se vio favorecido el terrorismo
anarquista individual.
Las ideas más difundidas fueron las de Bakunin, que proponía la colectivización total (excepto el
fruto del trabajo); y las de Kropotkin (comunista libertario), para quien la colectivización sería
absoluta.
También hubo diferencias en los métodos propuestos para cambiar la sociedad: los que
preferían el terrorismo (a pesar de que el anarquismo era pacifista, pero se producen acciones
individuales como venganza por diversas causas), dando origen a múltiples atentados (incluyendo
el asesinato de Cánovas), o los que defendían la huelga o la educación de masas (prensa o
alfabetización).
Manuel Alcayde Mengual
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- Socialistas: el Partido Democrático Socialista Obrero Español se fundó en 1879 y se legalizó
diez años después (tras la aprobación de la Ley de Asociaciones en 1887). Fundado por el
tipógrafo Pablo Iglesias, su órgano de difusión fue el periódico El Socialista (1886) y su sindicato
la UGT (que nace en Barcelona en 1888).
Su programa defiende la emancipación de la clase obrera, la abolición de clases,
transformación de la propiedad individual en social y control del poder político por los trabajadores.
Acepta la Restauración como mal menor, hasta la llegada de un momento propicio para la gran
revolución.
Siguiendo directrices de la II Internacional, comenzó a celebrar el 1º de mayo: un ritual de
manifestaciones y concentraciones que habrían de influir en la toma de conciencia del mundo
obrero.
El Partido Socialista concurrió a las elecciones aisladamente, por lo que no logró en esos años
ningún representante en Cortes. El desastre colonial de 1898 le afectó positivamente, ya que
siempre se opuso al reclutamiento y a la guerra colonial (tachada de imperialista y antisocial). Es a
partir de aquí cuando obtiene sus primeros representantes.
- Sindicalismo católico: en esta época comienza también la acción social católica, según las
normas del papa León XIII, que en su encíclica Rerum Novarum denunciaba la teoría marxista,
hacía una suave crítica al capitalismo y animaba a la participación activa en los procesos políticos
(Unión Católica de Pidal y Mon) y la formación de agrupaciones que encauzaran los intentos de
mejora de vida de los obreros según el mensaje del Evangelio. En España, el jesuita Vicent fue el
pionero de la acción social, creando los Círculos Obreros Católicos, que alcanzaron cierta
implantación en la Meseta y Levante.
6.- POLÍTICA DEL GOBIERNO CONSERVADOR
Gobernaron en los períodos 1874-81, 1884-85 y ciertas fases del 1890-98. La acción política del
gobierno conservador se orientó hacia las siguientes cuestiones:
- 1.- La pacificación interna del país, para acabar con los carlistas. El propio rey dirige la
campaña militar (lo que le dio prestigio), mientras que Carlos VII, falto de recursos, tuvo que
abandonar España.
- 2.- La pacificación de Cuba. El general Martínez Campos firma en 1878 la Paz de Zanjón: que
decretaba una amplia amnistía para los cubanos, los mismos derechos con los que contaba
Puerto Rico y el fin de la esclavitud. Medidas que fueron consideradas excesivas para los
hispanos de la isla e insuficientes para los cubanos que deseaban una independencia. Por eso,
fue un arreglo tardío y circunstancial…
- 3.- La cuestión universitaria: en 1868 se estableció la libertad de cátedra y de enseñanza, una
libertad que termina en 1875 al establecer la obligatoriedad de la enseñanza católica y la
prohibición de los ataques al dogma eclesiástico. Algunos catedráticos republicanos se rebelaron
contra esa medida y fueron expulsados y desterrados.
Esa situación impulsó a Fº. Giner de los Ríos a fundar al Institución de Libre Enseñanza, en la
que se integrarían los catedráticos destituidos. Su objetivo fue la reforma pedagógica del sistema
social de España. Funcionó como universidad paralela y formó a las grandes figuras del país.
- 4.- Política con la Iglesia: aunque la Iglesia nunca llegó a recuperar lo perdido en el siglo XIX
(tierras y poder económico), Cánovas le concedió grandes privilegios como el monopolio de la
educación (sobre todo en las primeras etapas). Preferentemente, la Iglesia atendió a las clases
medias y altas, mientras que descuidó la labor social entre las más bajas (con excepciones, como
las escuelas del padre Manjón).
En 1885, el Papa León XIII recomendó la aceptación del liberalismo para defender los intereses
del mundo católico, por lo que fue criticado por la izquierda, al mezclar la doctrina con asuntos
políticos, por no atender al pueblo llano y por la poca moralidad de algunos de sus miembros.
- 5.- La prensa: Cánovas censuró la prensa y estableció el delito de crítica a la monarquía, lo que
sirvió para cerrar cualquier periódico de la oposición. Sólo desde 1879, cuando se promulga una
Ley de Prensa moderadamente aperturista, permitió la creación de nuevos periódicos nacionales y
regionales.
Manuel Alcayde Mengual
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- 6.- El ejército: Cánovas evitó intervenir en los asuntos propios de los militares, para que el
ejército se abstuviera de intervenir en la vida política. Su cometido sería ahora el de intervenir en
las cuestiones coloniales y en el mantenimiento del orden social interior. Su desafortunada
actuación en represiones, la pérdida de las colonias y la macrocefalia, fueron muy criticadas
desde las filas de la izquierda.
- 7.- Política social: Cánovas hizo muy poco por solucionar los graves problemas del mundo
obrero. Es más, el restablecimiento en 1878 del sufragio censatario privó del voto a muchos
ciudadanos. Su posición evolucionó con el tiempo y de él son las primeras advertencias
rectificadoras de la tradición liberal.
- 8.- Política exterior: Cánovas tuvo problemas para que otros países reconocieran a Alfonso XII
y que no prestasen apoyo a los carlistas. Firmó un pacto con la Alemania de Bismarck para
garantizar el apoyo de éstos en caso de ataque de Francia a España (con la que manteníamos un
conflicto por causa de Marruecos), o de Inglaterra (por la cuestión de Gibraltar).
En general, la política exterior fue casi inexistente: Cánovas prefirió consolidar el interior que
intervenir en la política colonial del momento. Aunque esa idea fue defendida por intelectuales
como Joaquín Costa y los geógrafos (tal vez por eso, Iradier realizó una exploración a Guinea).
Con la Santa Sede hubo problemas por el artículo 11º de la Constitución, que proclamaba la
tolerancia religiosa. Pero Cánovas logró calmar los ánimos ante la protesta de la Iglesia.
7.- POLÍTICA DEL GOBIERNO LIBERAL
Comienzan a gobernar en 1881, pero será a partir de la muerte de Alfonso XII (1885) cuando
toman mayor protagonismo. Sus líneas de actuación se concretaron en:
- 1.- Aperturismo intelectual: los nuevos decretos en la enseñanza establecían sólo que los
programas se ajustaran a los preceptos constitucionales. Igualmente, se permitió a los
catedráticos expulsados recuperar su cátedra sin abandonar por ello la ILE.
- 2.- El rechazo tradicional de la Iglesia hacia el liberalismo y el krausismo (hasta el
nombramiento del papa León XIII) alimentó los sentimientos anticlericales de un sector del
liberalismo y de la masonería, cuyos planteamientos eran compartidos por Sagasta.
- 3.- Sagasta promulgó la Ley de Prensa de 1883, que introducía la total libertad de imprenta.
Este marco permitió la aparición de grandes diarios (como La Vanguardia) y el incremento de
otros ya existentes (como El Imparcial y La Época).
- 4.- Política Militar: Sagasta se propuso la reforma del ejército, y para ello fundó la Academia
Militar de Toledo. Esta institución se proponía acabar con el cantonalismo regionalista y aplicar
principios pedagógicos en la formación militar, hasta entonces escasa en la mayoría de los
oficiales.
También implanta el servicio militar obligatorio (sin exenciones con dinero), la descentralización
administrativa castrense e impone la antigüedad como único criterio de ascenso (suprimiendo el
amiguismo y el nepotismo). Lógicamente, las reformas enfrentan a los militares contra los
liberales, unido a la deficiente situación del ejército.
- 5.- En Política Social promulgaron diversas normativas que supusieron un notable avance. La
Ley de Reuniones (1881) y la de Asociaciones (1887) permitieron el ejercicio de los derechos
fundamentales reconocidos en la Constitución. Creció la preocupación por los trabajadores y, para
canalizarla, se creó una Comisión de Reformas Sociales (1883), que orientó su trabajo hacia la
redacción de las primeras leyes sobre accidentes laborales y el trabajo de mujeres y niños,
sanidad, educación, etc.
Otras leyes sociales fueron la del Sufragio Universal (1890) y la Ley del Jurado, medidas que
ayudaron a integrar en este sistema a ciertos republicanos (como Castelar).
- 6.- En política económica, la crisis agraria llevó a modificar algunos postulados librecambistas
tradicionales del partido: de este modo, para salvar la producción nacional de cereales, rebajan los
impuestos y protegen el comercio y la producción de cereales.
Manuel Alcayde Mengual
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8.- REGIONALISMO
Hacia fines del s. XIX surgen movimientos de tendencia nacionalista en la periferia de la
Península. Hasta entonces, sólo el carlismo o el republicanismo federal habían planteado
reivindicaciones anticentralistas. El desprestigio de ambas corrientes provocó la aparición de
nuevas tendencias políticas, que buscan la defensa de ciertos derechos históricos y los intereses
de algunos colectivos regionales.
8.1.- El Nacionalismo catalán
Sus antecedentes se encuentran en el desarrollo de la burguesía industrial de la mitad del s.
XIX, preocupada por la defensa de la cultura y lengua catalana que confluyeron en un movimiento
denominado Renaixença. También influyó el republicanismo federalista de Pi y Margall y las ideas
forales carlistas.
Históricamente, el catalanismo se constituye en movimiento político por obra de Valentí Almirall,
fundador del Diari Català y del Centre Català, una asociación para todos los catalanes que
quisieran colaborar en el engrandecimiento de su país. Su actividad más importante fue la entrega
de un memorial al Rey en defensa de los intereses morales, materiales y culturales de Cataluña.
Otro colectivo importante fue la Lliga de Catalunya, que se incorpora a la corriente de
reclamaciones, solicitando la creación de unas Cortes catalanas, Poder Ejecutivo y jueces propios,
lengua oficial, etc.
En 1891 nace la Unió Catalanista, que intentaba unificar a todos los sectores catalanistas. Fruto
de ello son las Bases de Manresa, redactadas por Prat de la Riba, donde se reflejaban las
anteriores propuestas de la Lliga (futuro programa autonómico); aunque no se establecía el
mecanismos de implantación, por lo que ni la burguesía industrial ni las clases populares se
sintieron muy identificados con dicho programa.
1898 fue un año clave: el de la crisis nacional, que se aprovechó para pedir a la reina regente la
implantación de autonomía administrativa para Cataluña. Idea autonomista (NO independentista)
que coincidía con el Manifiesto del general Polavieja, que proponía ⎯entre otras cosas⎯
descentralizar la Administración, por lo que fue aceptada por la burguesía catalana y sectores
económicos más influyentes.
En 1901 se crea el primer partido catalán, la Lliga Regionalista, para participar en las elecciones
convocadas por Sagasta. En principio se trató de un partido interclasista y regionalista. Sus líderes
fueron Prat dela Riba y Cambó. Con el siglo lograron el control de la representación parlamentaria
regional y, desde esta posición de fuerza, plantearon el reconocimiento de las peculiaridades
catalanas.
8.2.- Nacionalismo Vasco
Por decreto de 1876 se pusieron fin a las exenciones fiscales y militares de las que había
disfrutado el País Vasco, lo que molestó a algunos sectores sociales, que acabaron convergiendo
en torno al ideario nacionalista de Sabino Arana.
En el nacionalismo vasco hay que tener en cuenta dos aspectos: el marco político tradicional de
la zona, con un protagonismo de las instituciones forales cuya defensa había conformado el
planteamiento carlista; y la amenaza que el desarrollo industrial había supuesto para el mundo
tradicional vasco.
La supresión de los fueros impulsó la aparición de un movimiento fuerista, que aspiraba a la
unión política de todos los vascos; al margen de los partidos existentes y a la autonomía de la
zona, revitalizando el vasco como lengua culta.
Pero la formulación del mismo la llevó a cabo Sabino Arana, quien defendía la superioridad de la
raza vasca, sus costumbres, tradicionales, el catolicismo, el antiespañolismo y la independencia.
Acuñó el término Euskadi, para designar a la patria común vasca. Pero su antimaketismo (contra
la inmigración, a la que culpaba de los males de la sociedad vasca) era claramente racista, y su
antiespañolismo molestaba a la burguesía vasca, por lo que se vio obligado a moderar algo su
discurso.
La primera asociación que crea (1893) para llevar a cabo su proyecto fue el Bizkai-Buru-Batzar,
futuro embrión del Partido Nacionalista Vasco (actual PNV).
Manuel Alcayde Mengual
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8.3.- Nacionalismo gallego
En Galicia, el movimiento regionalista fue más cultural y lingüístico que político. La formulación
ideológica más significativa aparece en la obra de Alfredo Braña, El Regionalismo, pero con ideas
muy alejadas de las separatistas.
8.4.- Extremadura
En Extremadura, a pesar de que el movimiento regionalista es muy débil, ya se pueden
encontrar formulaciones de la identificación regional en la época del Sexenio Democrático. Un
hecho destacable es la reunión del comité republicano de Cáceres, que invita al de Badajoz a
constituir la República Federal Extremeña; o la convocatoria del periódico el Cantón Extremeño de
Plasencia a formar una tercera provincia federal de la región. Años después, desde lugares como
la Real Sociedad de Amigos del País de Badajoz, se realizó una intensa campaña de prensa con
publicidad de los productos regionales, o la celebración de Juegos Florales, pasos encaminados a
una toma de conciencia.
De vital importancia será una publicación periódica titulada Revista de Extremadura (1899),
fundada por personalidades y eruditos de la vida cacereña (como Vicente Paredes y Publio
Hurtado), quienes contribuyeron con sus escritos a la difusión de los valores extremeños.
Poco reconocida, pero importante, es la obra desde las filas socialistas de A. Elviro Norberto
Berdeguer, hacia finales de los años veinte, a quién cabe suponer el padre del regionalismo
extremeño, como Blas Infante lo será del andaluz.
9.- EL DESASTRE COLONIAL
La presencia de España en Cuba era muy importante para ciertos sectores sociales con
intereses económicos: la burguesía catalana exportaba tejidos a la isla; de allí traíamos azúcar y
tabaco, cuya venta ayudaba equilibrar la balanza de pagos, etc. Estados Unidos quiso comprar la
isla a España, pero los políticos dinásticos se negaron, pues creían que si abandonaban habría
una crisis del sistema político.
La raíz del descontento cubano estaba repartido entre la explotación de la colonia y las
restricciones del libre comercio entre Cuba y los demás países americanos, especialmente
Estados Unidos. Eso explica el malestar entre criollos y terrateniente; algunos de los cuales, como
José Martí, tuvieron que exiliarse. Fue éste, desde Nueva York, quién dará origen al movimiento
de oposición (armado) a la metrópoli.
El gobierno de Sagasta reaccionó, concediendo una tímida Ley de Autonomía para la isla, pero
ya era tarde. En 1895, tras el Grito de Baire, se produjo el definitivo levantamiento independentista
de la isla. Durante ese año, las fuerzas rebeldes hostigaron al ejército español al mando de
Martínez Campos; que, ante su actitud contemporizadora con los insurgentes, fue sustituido por
Valeriano Weyler; que, al mando de un gran ejército, puso en marcha un severo mecanismo
destinado al exterminio de los revolucionarios, aún a costa de arruinar la isla.
Weyler obligó a emigrar a las ciudades a la población rural (“Orden de Concentración”), para que
la guerrilla no encontrara apoyo; y dividió el territorio con líneas fortificadas, llamadas trochas. La
superioridad de los españoles chocó con el conocimiento del terreno por parte de los cubanos y
del material de guerra que enviaban los Estados Unidos. Aunque las mayores bajas en los
españoles fueron causadas por las enfermedades tropicales.
En la Península se incrementa el malestar contra la guerra y, tras la muerte de Cánovas,
Sagasta intenta solucionar el problema con la citada Ley de Autonomía (gobierno propio en cada
isla, Cámara de representantes y los mismos derechos que los españoles). Además, Weyler fue
sustituido por Blanco.
Pero, cuando esas medidas comenzaban a dar fruto, se produjo la entrada de Estados Unidos
en la Guerra, tras la voladura del acorazado Maine en la Habana (de cuyo hundimiento nos
culparon…). Aunque de nuevo intenta comprar la isla, con nuevo rechazo por parte de Madrid.
Poco después, en Filipinas se desarrolla un proceso semejante. La evidente inferioridad táctica y
técnica de la escuadra española quedó de manifiesto en Cavite (Filipinas), donde fue aniquilada. Y
algo parecido le ocurriría a Cervera en Santiago (Cuba), donde sus barcos fueron hundidos. Por lo
que las tropas norteamericanas desembarca en Puerto Rico y Cuba, adueñándose fácilmente de
las islas.
Manuel Alcayde Mengual
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El Tratado de París (1898) obligaba a España para que abandonara las dos islas, y a ceder la
isla de Guam (la mayor de las Marianas) a USA como indemnización de guerra. Aunque los
norteamericanos se avinieron a pagar 20 millones de dólares en compensación por Filipinas.
España liquidó su último imperio colonial con la venta de otras islas (Palaos, Carolinas y resto
de las Marianas) a Alemania.
Las pérdidas humanas se calcularon en más de 100.000 hombres, pero la mayoría de las
muertes se produjeron a causa de enfermedades que, si no mataban, dejaban secuelas de por
vida: fiebre amarilla, malaria o paludismo, dengue, tifus, etc.
La economía se resentiría de esta pérdida, que tanto bien causaba al comercio nacional. Y el
ejército sufrió un gran desprestigio, a pesar del valor demostrados por algunos miembros a título
personal.
El desastre colonial de 1898 favoreció una toma de conciencia en relación con los múltiples
problemas que la Restauración, como sistema político, tenía planteados: impulsó un movimiento
ideológico conocido como Regeneracionismo.
Su figura más importante fue Joaquín Costa. Su obra se orientó a tres fines: constatar el retraso
español frente a Europa, buscar las causas del mismo y hallar las soluciones que, a su juicio, sólo
podían encontrarse en la intensa labor educativa y en la generación de riqueza en el país
(“despensa y escuela”).
El Regeneracionismo dio paso a la Generación del 98, un movimiento intelectual y literario de
gran influencia.
El primer ensayo político del Regeneracionismo llegó de la mano del gabinete de Polavieja y
Silvela, pero los intentos de cambio se vieron frustrados por la propia regente, que quería salvar el
ordenamiento político a través de la normal administración de la Corona.
Manuel Alcayde Mengual
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