Palabras que se ganan a los niños

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No digas “¡Mira la que has formado!. ¡Te he dicho que lo recogieras” ¡Desde luego que lo
recogerá pero de mala gana.
Dí “Los juguetes están en el suelo. Recógelos. Ven, voy a ayudarte.” “¡Lo haremos entre
los dos!”
Esta actitud es mejor. El niño actuará con agrado. Las actitudes son
importantes.
JUNTA DE EXTREMADURA
CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN CIENCIA Y TECNOLOGÍA
Dirección Provincial de Badajoz
Eq uipo s de At e nció n T emp ra na
No digas “¡No creo que puedas hacerlo. Eres demasiado torpe!” Esto destruye en el niño
el deseo de intentar hacer cosas nuevas, minando su autoestima.
Dí “¡Haz un gran esfuerzo. Creo que puedes hacerlo!” Si ellos “creen que pueden” por lo
general, lo logran, si es algo razonable y adaptado a su capacidad.
No digas “¡Lávate esa cara!, ¡Arréglate esa falda!, ¡Deja de chuparte el dedo!”
regañinas continuas destruyen las buenas intenciones del niño.
Dí “¡Qué bien vas a estar cuando te hayas lavado!”
para desear hacer algo que tú le mandes.
Las
El niño necesita incentivo, elogio,
No digas “Estoy harta de ti” Claro que lo estás, pero regañarlo no es la solución.
Dí “¡Sabes que te lo has merecido!“ Cuando has perdido la paciencia, las regañinas
continuas empeoran la situación. Si la falta merece un castigo, llévalo a la práctica en
forma amable, pero firme.
Querer a un niño no significa malcriarlo.
Un “NO, eso no se hace”, dicho con delicadeza, le da seguridad al niño.
Los niños saben que son queridos por la manera en que les hablamos,
los miramos y los tratarnos.
La actitud que tenga una persona hacia los demás dependerá, en gran
medida, del trato y cariño que recibió durante los primeros años de su
vida.
Definitivamente, los niños aprenden con más facilidad cuando son
queridos por sus padres y sus profesores.
Palabras
que se ganan
a los niños
Texto sacado del libro: Los Padres también educan
Editorial: Ediciones temas de hoy
Grupo de trabajo EATs - Curso 2003/04
C.P.R. Mérida
No digas “No te quiero cuando te portas mal” El niño necesita sentirse querido, aunque tú
no apruebes su comportamiento.
Las palabras dicen cosas
A veces las palabras nos salen sin querer. Pero las palabras dicen cosas.
A veces, la palabra es alentadora y consuela. Otras veces es dura y cruel.
Los niños creen en la palabra. Lo que les decimos los ayuda a pensar, a ver,
a creer, a hacerse una imagen de sí mismos. Los niños se convierten en
aquello en lo que creen; en aquello en lo que les decimos que son.
Dí “Te quiero, pero no me gusta lo que has hecho” Sé amable, pero firme al decirlo.
No digas “Te lo he repetido una y otra vez y todavía no lo sabes” Esto hace que el niño
piense que no es capaz de aprender.
Dí “Esto no es fácil de aprender. Volveremos a estudiarlo en otra ocasión. Yo te ayudaré”
Se necesita paciencia. El aprendizaje puede ser lento. Necesita mucha repetición.
No digas:... “Eres malo” Esto es destructivo, muchas veces el niño se portará mal si
nosotros creemos que así lo hará.
No digas “¡Te voy a matar, es la tercera vez que te digo que te estés quieta” Una
amenaza que no se cumple no es la solución.
Dí:.... “ Esto que has hecho, no está bien”
comportamiento del niño, no a su forma de ser.
Dí “Lo siento, no puedes hacer eso porque ...” Ordénale la primera vez. Enérgica, pero
amablemente, explícale el porqué no puede hacer aquello que quería hacer. Después, si
ha desobedecido castígalo de forma coherente y firme y de acuerdo con la falta cometida.
De esta forma nos referiremos al
Dí “Que niño / a tan bueno” Si nosotros alabamos su comportamiento cuando el niño se
porta bien, el niño por lo general responderá positivamente a nuestras expectativas.
No digas: “¡Nunca puedo confiar en ti, nunca!” Si tu hijo sabe que piensas así, no se
esforzará por hacer las cosas bien.
No digas “¿Cómo es posible que no puedas aprender? ¡El rojo es el único color que
reconoces!” Frases de este tipo destruyen la autoestima del niño y favorecen los
sentimientos de inferioridad.
Dí “ Me gustaría que me ayudaras. La mayoría de las veces lo haces muy bien” Esto le
resultará estimulante, y motivará al niño / a para hacer las cosas lo mejor que sabe.
Dí “Me alegro de que hayas aprendido a reconocer el rojo. ¡Qué inteligente eres!” Al niño
le agrada recibir un elogio merecido, fomentando sus ganas de aprender y favoreciendo
los sentimientos de éxito.
No digas: “¡Cállate!” Una voz alta y desagradable sólo sirve para aumentar la tensión. El
niño se acostumbra a los gritos y los enfados ya no significan nada para él.
No digas “¡Lo digo en serio!. ¡Reparte los caramelos con María!” Obligar al niño a hacer
algo sin explicar el porqué, sólo crea enfado y rebeldía.
Dí “Tranquilo, José” ”más bajo, María” “¿Crees que no te oigo?” A menudo cuando el niño
necesita que se le corrija, es importante que nos vean serenos y controlando la situación.
Di “A María también le gustan los caramelos. ¿Por qué no le das alguno?” Habla como si
tuvieras la certeza de que el niño lo va a hacer sin que lo obliguen. Observa si esto
funciona. Sino es así, realiza tu la conducta para que el niño la imite.
No digas “¿No te da vergüenza?” El sentimiento de culpabilidad no es bueno.
Dí “Estoy disgustada. Espero que te portes bien. Si vuelve a suceder esto tendré que
castigarte” Habla tranquila y sosegadamente aunque le estés regañando.
No digas “¡Escúchame! He dicho: ¡Pórtate bien!, y no lo digo en broma. Se lo diré a tu
padre cuando venga” Los padres deben ejercer la autoridad ambos por igual. Y no deben
hacer uno de bueno y otro de malo.
Dí “¿Puedes controlarte?. ¿Estás ayudando?” Habla al niño con calma tranquilizándole,
proponiéndole una actividad alternativa en la que pueda entretenerse, ayudarnos,
colaborar, etc.
No digas “¿Me estás prestando atención? ¡He dicho que me escuches!” Si usamos un
tono de voz alto y amenazante, los niños prestarán oídos sordos. No nos atenderán y no
les importará lo que decimos.
Dí “Mira, quiero que ...” Ignora su falta de atención. Acércate y dile lo que quieres que
haga.
No digas “¡Eres un llorón!. Sabes bien que no te has hecho daño”
habérselo hecho! ¿Por qué no creerle?
¡Claro que puede
Di “Ven, cariño” o “Ya verás cómo se te pasa pronto” Por lo general, el niño dejará de
llorar enseguida si no se ha hecho mucho daño.
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