Lectio Divina Martes 19 de febrero 1 semana de Cuaresma Ciclo –C- LECTURAS: Isaías 55, 10-11; Salmo 33; Mateo 6,7-15 PALABRA QUE DA VIDA PADRE NUESTRO QUE ESTÁS SIEMPRE 1. Hagamos las LECTURAS Jesús dijo a sus discípulos: - «Cuando recen, no usen muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No sean como ellos, pues su Padre sabe lo que les hace falta antes de que lo pidan. Ustedes recen así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, Porque si perdonan a los demás sus culpas, también su Padre del cielo les perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco su Padre perdonará sus culpas.» 2. MEDITEMOS la lectura a. ¿Qué dice el texto? - Jesús presenta una manera nueva de relación entre los seres humanos y Dios. La oración del Padrenuestro nos muestra un diseño perfecto del proyecto de vida y de la íntima relación de Jesús con su Padre-Dios. Los discípulos quieren aprender plegarias, rezos, fórmulas oracionales. Ellos no conciben otra manera de relacionarse con la divinidad sino desde sus moldes imaginados. Pero Jesús llega otra vez con su novedad. La oración para él es otra cosa muy diferente al modelo oracional de su religión. Para Jesús orar es confrontarse con el proyecto de Dios. Es abrirse a una experiencia alternativa en la que Dios es realmente Padre. Es, por tanto, Dios mismo quien va señalando las pautas y va dando las directrices de nuestro caminar. Jesús se dirige a Dios con confianza filial. Lo trata como “Abbá” (Padre). b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? No hay experiencia de fe si no hay oración. Del mismo modo que no hay una relación personal donde falta el encuentro, el diálogo, el intercambio. Y cuando uso la palabra oración aquí no me estoy refiriendo a ese modo de orar que son «los rezos». Me refiero a aquello que decía Sta. Teresa de «tratar de amistad estando... con quien sabemos que nos ama». Dime cómo y cuánto oras y te diré cómo anda tu fe. Si ayer la liturgia de la Iglesia, sabiamente, nos invitaba a revisar nuestras relaciones con los demás, en este segundo día de la primera semana de Cuaresma, nos invita a revisar nuestra relación con Dios. Jesús no fue propiamente un «maestro» de espiritualidad y oración. Poco habló de este tema para lo que era costumbre entre los rabinos. Aunque los suyos sí que le veían con mucha frecuencia retirarse a solas a orar. Y por eso quisieron que les hablara de esa experiencia orante, de su relación íntima y personal con Dios. Primero: no hablar mucho No es necesario tanto esfuerzo ni tanta energía malgastada. Es cierto que a nosotros nos ayuda «pensar las cosas con Dios», contar con Dios en las cosas que estamos viviendo… ¨Pero hay que pasar, por ejemplo, a preguntarnos (escuchar) lo que Dios puede querer decirnos en lo que estamos viviendo, sintiendo, deseando, sufriendo... Algunos dicen que para orar hay que dejar la mente en blanco, olvidar las preocupaciones, etc. Yo prefiero decir que es mejor coger todo eso y ponerlo ante Dios, intentar mirarlo con sus ojos, ordenarlo, serenarlo, discernirlo, etc. Segundo: profundizar en nuestra conciencia de «hijos». No es casualidad que la oración de Jesús empiece por «Padre nuestro». Somos herederos de Dios. Estamos en sus manos y nos cuida más que a los lirios del campo. Nunca nos deja de su mano, aunque a veces pueda parecerlo cuando nos toca pasarla difícil. Nadie ni nada nos separará del amor de Dios, ni siquiera la muerte. Eso nos da una fuerza especial, nos ayuda a sabernos acompañados, porque su nombre es «yo estoy con vosotros todos los días» y su santidad (santificado....) consiste en preocuparse y ocuparse de la felicidad del hombre, de su vida en plenitud. 3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón Abbá de Jesús, Abbá tuyo, Abbá mío, Abbá nuestro. Con Él y desde Él, el deseo de reencontrarnos con sus cosas que a la vez, son las cosas del hermano, en especial del que sufre, del olvidado, del despreciado. 4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? Oh Dios y Padre nuestro: Alabamos tu santo nombre por hablarnos en las Escrituras y, sobre todo en la persona de tu Hijo, Jesucristo, Verbo de Dios hecho hombre. Que ojalá tu palabra no vuelva vacía a ti, sino que nos dé la fuerza de tu Hijo y así te respondamos con nuestras buenas obras, para que lo que hemos prometido y ofrecido en oración logre hacerse vivo y real en nuestra vida. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén. 5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? Motivación: El pan... el perdón de nuestros pecados... la victoria sobre el mal... Hay que volver a considerar a menudo cada una de estas fórmulas. A ver si aprendemos… PADRE NUESTRO CON INTRODUCCIÓN No digas, Padre, si no quieres vivir como hijo… No digas, nuestro, si no quieres ser hermano de todos… No digas que estás en el cielo, si lo que buscas es tener posesiones y seguridad aquí en la tierra… No digas santificado sea tu nombre, si no respetas lo que para él es santo, amado y elegido… No digas venga a nosotros tu Reino, si no estás dispuesto a perder tus derechos para que otros puedan vivir con dignidad. No digas hágase tu voluntad, si no la aceptas cuando es dolorosa, o si piensas que no quiere tu felicidad. No digas danos hoy nuestro pan, si no te preocupas por los que tienen hambre y sed... No digas perdona nuestras ofensas, si no quieres perdonar a tu hermano y en tu corazón anida rencor y odio. No digas no nos dejes caer en la tentación, si tienes intención de seguir pecando… No digas líbranos del mal, si no tomas partido contra el mal que surge en ti, en nosotros, en la sociedad, en los corazones y en las estructuras. No digas Amén –así sea, Señor- si no tomas en serio las palabras de esta oración.