TEMA 1.- Características políticas, económicas y sociales

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Apuntes de Historia de España 2016-17
tema 1. El Antiguo Régimen
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TEMA 1.- Características políticas, económicas y sociales del Antiguo Régimen. La política
centralizadora de los Borbones.
Introducción: Concepto de Antiguo Régimen
Llamamos Antiguo Régimen al conjunto de rasgos políticos, sociales y económicos que
caracterizaron a Europa durante los siglos XVI al XVIII. El término lo emplearon por vez
primera los revolucionarios franceses durante la Asamblea Constituyente en 1790. En general, se
emplea en un sentido amplio aplicado a la Europa anterior a la Revolución Francesa.
En España, el Antiguo Régimen queda constituido en sus aspectos básicos durante el reinado de
los Reyes Católicos y consolidado con los Austrias en los siglos XVI y XVII.
Este sistema entra en crisis en el siglo XVIII: las transformaciones sociales y económicas que se
estaban produciendo hacen que las estructuras del Antiguo Régimen se queden anticuadas e
inoperantes. El gobierno absoluto de los reyes implicaba el mantenimiento de una injusta
organización social, resultado de la división en estamentos y basado en la perpetuación de
situaciones de privilegio que favorecían a una minoría. El sostenimiento de esta situación
chocaba con los intereses de los grupos más dinámicos, como la burguesía comercial y financiera
ascendente en Europa.
1. CARACTERÍSTICAS POLÍTICAS, ECONÓMICAS Y SOCIALES.
1.1. Características políticas.
El sistema político propio del A.R. es el Absolutismo. El rey es fuente de todo poder y última
instancia en todo conflicto. Su poder absoluto le viene dado por Dios y solo está limitado por las
tradiciones, como eran las leyes y privilegios de los reinos y grupos sociales privilegiados, o por
la necesidad de contar con la aceptación de sus súbditos para crear impuestos extraordinarios (se
aprueban en Cortes estamentales).
En el siglo XVIII el Despotismo ilustrado se caracteriza por la utilización del poder real para
promover la realización de reformas sociales y económicas sin cambiar el sistema político
("Todo para el pueblo, pero sin el pueblo"). El rey mantenía un poder casi ilimitado.
Este absolutismo se basa en los siguientes principios:
- La soberanía (capacidad de tomar decisiones en los asuntos públicos) corresponde
exclusivamente al rey. El monarca nombra y depone a sus colaboradores; otras instituciones
(Consejos, Cortes) sólo son consultivas.
- El poder del rey es absoluto, su autoridad se encuentra por encima de la ley, de modo que está
“absuelto” de cumplirla. Concentra los tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial.
- La administración territorial depende del régimen señorial. Los señoríos son los territorios que
dependían de un noble (señoríos solariegos) o del clero (señoríos de abadengo). De esta
forma, algunas parcelas del poder público (el cobro de impuestos, el reclutamiento, la
aplicación de la justicia local, etc.) quedan en manos de clero y nobleza, que ejercen esta
jurisdicción en su beneficio, pero bajo el poder del rey absoluto.
- La iglesia católica tiene un gran poder. Entre el estado y ésta existe el llamado pacto tronoaltar. La monarquía da a la iglesia poder económico y social, la iglesia da legitimación a la
monarquía.
En España, la monarquía evolucionará hacia el absolutismo durante el Antiguo Régimen. Los
Austrias (siglos XVI-XVII) habían construido una monarquía autoritaria fuerte especialmente en
Castilla, pero con limitaciones -notables en la Corona de Aragón- debidas a los distintos fueros y
Cortes de los reinos peninsulares y a otros poderes como la Iglesia. La llegada de los Borbones
(s. XVIII) traerá consigo la instauración del absolutismo y el centralismo, como veremos en la
segunda parte de este tema.
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1.2.- Características económicas
Es una economía predominantemente agraria (la agricultura ocupa a más del 80% de la
población), caracterizada por la escasa productividad (sin tecnología, escasas innovaciones
técnicas, predominio del trabajo manual) y con periódicas crisis de subsistencia que afectan a las
capas más bajas de la sociedad. Estas crisis agrarias de tipo antiguo se caracterizan por la escasez
y solían provocar hambrunas generalizadas.
La mayor parte de la tierra era propiedad de la Iglesia y de una aristocracia terrateniente que
tenía en las rentas agrícolas su principal fuente de ingresos sin sentir la necesidad de invertir en
mejoras productivas. Las 3/4 partes de los campesinos trabajan tierras que no eran suyas. La
apropiación del suelo por la nobleza proviene de títulos nobiliarios feudales que en España se
relacionan con la llamada "Reconquista". Los títulos de propiedad no siempre son precisos
respecto a la naturaleza de los derechos de los nobles, pues en ellos se entremezclan y confunden
la propiedad y la jurisdicción señorial. Los señoríos podían ser:
 Señorío territorial: la tierra pertenece a un señor (dominio eminente) que cobra rentas de
los campesinos que lo ocupan, si bien en muchas situaciones el campesino se consideraba
también propietario usufructuario (dominio útil), de ahí los largos pleitos sobre a quién
corresponde la propiedad que se producirán al suprimirse los señoríos con la revolución.
 Señorío jurisdiccional: acompañaba habitualmente al señorío territorial y era de carácter
político; el señor tenía derecho a cobrar impuestos, nombrar autoridades y ciertas
atribuciones judiciales. Este tipo de señorío lo recibía del rey por delegación real o por
herencia.
El régimen señorial supone también que no existe libre disposición de la tierra. La mayor parte
de la propiedad estaba "vinculada", de modo que el propietario no la podía vender: está prohibida
su compra, venta, donación o división por la herencia. Las formas más importantes de
vinculación eran: amortización (tierras de la iglesia o manos muertas); mayorazgo (el patrimonio
inmueble se transmite íntegro al heredero del título nobiliario); y los bienes comunales de los
municipios (bienes de propios se arrendaban a vecinos; bienes de comunes y baldíos eran de uso
comunal).
Otras características de la economía del Antiguo Régimen:
Es una economía cerrada, sin apenas intercambios de bienes entre territorios, y sujeta a la
intervención del Estado y de otras instituciones económicas:
La artesanía se rige por el sistema gremial: los artesanos están obligados a inscribirse en el
gremio o asociación de los productores de un mismo oficio residentes en una misma ciudad. El
gremio concede las licencias para abrir nuevos talleres, fija los precios, salarios, jornadas de
trabajo, calidad de los productos, etc. En España en 1790 se liberaliza el ejercicio de cualquier
oficio sin examen del gremio.
Junto al pequeño taller artesano en el XVIII se desarrollan las manufacturas reales, dedicadas a
artículos de lujo y con la intención de mejorar la industria del país. (Reales fábricas de tabacos,
paños y sedas, tapices, armas, lozas, etc.)
El comercio estaba regulado por la Corona. Diferentes trabas (aduanas, peajes, dificultades de
transporte, …) impiden el desarrollo del comercio interior: España aún no tenía articulado su
mercado nacional (hay aduanas entre reinos e impuestos diferentes), ni lo estará hasta el XIX.
El comercio exterior hasta el s. XVIII está en manos de una débil burguesía mercantil y se
basaba casi exclusivamente en el intercambio con América, monopolizado hasta finales de siglo
por Sevilla y Cádiz. Este comercio estaba, en gran parte, en manos de comerciantes extranjeros,
pues ni la agricultura ni la industria española eran capaces de satisfacer la demanda americana.
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1.3. Características sociales.
Es una sociedad estamental, jurídicamente desigual, dividida en tres estamentos: nobleza, clero y
tercer estado o estado llano. La desigualdad tiene su origen en el nacimiento que da el acceso a la
nobleza (y, de manera indirecta, al clero). Dentro de cada estamento había una diferenciación
social; así podemos hablar de un alto clero (cardenales, obispos, abades, etc.) y un bajo clero
(formado por la mayoría del clero regular y secular –párrocos, vicarios-). En la nobleza podemos
hablar de alta y baja (hidalgos). En el Tercer Estado o Estado Llano había aún mayor variedad
(alta, media o baja burguesía, campesinos ricos, campesinado pobre, etc.).
La desigualdad queda establecida por los privilegios, reservados a nobleza y clero. Dichos
privilegios eran de carácter:
 jurídico (distintos códigos, tribunales y penas);
 administrativo (se les reservan los más importantes cargos y funciones);
 social (tratamiento, preferencias de protocolo)
 y económico (exención de impuestos y asignación de rentas, además de todos los
beneficios derivados del poder jurisdiccional cedido por el rey; en el caso de la Iglesia,
también, el cobro del diezmo).
La propiedad de la tierra era su fuente de ingresos, junto con el monopolio de los cargos públicos
y los beneficios de los derechos jurisdiccionales (peajes, impuestos, prestaciones, etc.). La
amortización y vinculación facilitaba la acumulación de bienes de nobleza e iglesia, que así
aseguraban el mantenimiento del prestigio de las iglesias y el rango de los linajes a través del
tiempo. El hambre de tierras era una situación común entre los campesinos más prósperos y la
burguesía urbana.
Así, el Tercer Estado o Estado llano, que agrupa a las personas que sostienen económicamente al
reino con su trabajo y sus impuestos, ya sean campesinos, artesanos, comerciantes, banqueros…
permanece en el mismo lugar social sin posibilidad de ascenso.
2. LA POLÍTICA CENTRALIZADORA DE LOS BORBONES.
2.1. La Guerra de Sucesión (1702-1715)
La muerte sin descendencia de Carlos II de Austria (1700) desencadenó un gran conflicto
nacional e internacional en torno a dos pretendientes al trono:
 el archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador alemán, Leopoldo I de Austria.
 Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Borbón, rey de Francia.
En el plano interior el conflicto sucesorio implicaba la confrontación de dos modelos de Estado y
de administración para los reinos peninsulares:
 el de los Austrias, tradicionalmente pactista, que respetaba las instituciones forales de los
reinos y su diversa legislación y fiscalidad; por ello la Corona de Aragón apoyó al bando del
archiduque Carlos.
 Y el de los Borbones, que traería el modelo francés absolutista, unificador y centralizador.
Fue apoyado por Castilla.
En el plano exterior la sucesión de uno u otro significaría la reedición del antiguo bloque
hispano-alemán o, por el contrario, otorgar un poder excesivo a Francia en contra del principio
de equilibrio entre potencias. La causa del archiduque Carlos estuvo apoyada por Austria y la
mayor parte de los estados germánicos, Gran Bretaña, Portugal, Holanda…; la sucesión de
Felipe de Anjou fue defendida por Francia y Baviera.
El acceso del archiduque Carlos a la corona imperial (en 1711 muere su hermano José I) facilitó
el fin de la lucha europea (Paces de Utrecht y Rasttatt, 1713-1714) : Felipe V sería aceptado
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como rey de España a cambio de que entregase al Imperio los dominios europeos de la
monarquía hispánica: Países Bajos, Milán, Nápoles, Sicilia y Cerdeña. Gran Bretaña se quedó
con Gibraltar y Menorca y consiguió importantes concesiones económicas en América, como fue
el llamado navío de permiso.
La lucha interior tuvo otras consecuencias.
2.2. Los Decretos de Nueva Planta y la unificación:
Tras la batalla de Almansa (1707), Felipe V publicó los llamados Decretos de Nueva Planta, en
virtud de los cuales eran derogados los fueros y privilegios de los reinos de Valencia y Aragón,
que quedaban sujetos al modelo existente en la corona de Castilla1.
Del mismo modo, tras la entrada de las tropas de Felipe V en Barcelona (11 de septiembre de
1714), se publicarían los Decretos de Nueva Planta del Principado de Cataluña y del Reino de
Mallorca (1715).
El primer objetivo del nuevo rey Felipe V es reducir la complejidad de reinos, leyes e
instituciones a una sola entidad a la manera de Castilla. Se puede decir, sin duda, que aquí
comienza la historia del estado español como unidad administrativa.
Con el término “Nueva Planta de Gobierno” se expresaba la idea de una profunda reforma del
gobierno y de la administración de los territorios de la corona de Aragón según unos criterios
similares en cada reino. Significaba la sustitución del pactismo aragonés por el absolutismo de
los Borbones y la asimilación al modelo castellano. Se fundamentaba, además, en el derecho de
conquista, tras la Guerra de Sucesión, y constituía una suerte de castigo a la rebelión contra el
rey. El resultado debía ser la uniformidad centralista (“reducir todos mis reinos de España a la
uniformidad de unos mismos usos”).
El resultado fue que todo el territorio quedó homogeneizado según el modelo de Castilla. Sólo se
hizo alguna excepción, manteniendo el derecho civil de los reinos aragoneses (salvo en
Valencia), y quedando exenta Cataluña del sistema de quintas. Por otro lado, se mantuvieron el
Reino de Navarra, el Señorío de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, que conservaron sus fueros,
régimen fiscal e instituciones propias al haberse mantenido fieles a la causa borbónica.
De esta forma, con los Decretos de Nueva Planta:
 Se eliminan los Consejos de los distintos reinos, salvo el de Castilla ("de Castilla" solo en el
nombre).
 Se eliminan las Cortes de los respectivos reinos, salvo las de Castilla.
 Se crea un corpus jurídico común -las leyes de Castilla-, lo que significaba la abolición de
la mayor parte de los fueros, regímenes jurídicos y privilegios privativos de los reinos y
estados no castellanos
 Se reorganiza la administración de justicia según el modelo castellano, introduciéndose sus
Chancillerías, Audiencias y tribunales.
 Desaparecidos los virreyes, en los antiguos reinos la autoridad pasó ser desempeñada por
capitanes generales e intendentes.
 Se suprimían las fronteras que separaban los reinos entre sí y con Castilla.
 Se impuso el castellano como única lengua administrativa del reino.
 Se trató de unificar el sistema de impuestos con uno general, conocido como catastro.
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En ellos se declaran «abolidos y derogados todos los referidos fueros, privilegios, práctica y costumbre
hasta aquí observados en los referidos reinos de Aragón y Valencia, siendo mi voluntad que éstos se
reduzcan a las leyes de Castilla, y al uso, práctica y forma de gobierno que se tiene y ha tenido en ella, y
en sus tribunales sin diferencia alguna en nada».
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De esta forma se liquidaba el sistema de gobierno de los Austrias compatible con las
instituciones forales y se aseguraba el poder absoluto del rey y el sometimiento de todos sus
súbditos a un solo ordenamiento jurídico.
2.3. La centralización administrativa y el absolutismo:
Pero el empeño centralizador y unificador no se quedó en los Decretos de Nueva Planta, sino que
condujo a una reforma integral de la administración de la corona.
El gobierno quedó en manos de cinco Secretarios de Despacho (antecedente de los actuales
ministros), que dirigieron la vida política del país durante todo el siglo: Asuntos Extranjeros
(Secretaría de Estado); Guerra; Gracia y Justicia (se encarga de asuntos eclesiásticos, tribunales
y universidades); Marina e Indias; Hacienda.
A fines de siglo, los secretarios se reunieron en la Junta Suprema de Estado, reunión formal y
regular, antecedente del actual Consejo de Ministros. El Secretario de Estado actuará como
verdadero primer ministro, lo que ocurrirá con Floridablanca, bajo Carlos III y Carlos IV.
La administración territorial se reformó completamente. La Corona controlaba todo el territorio,
nombrando a todos los poderes provinciales. Se dividió el reino en provincias (según el modelo
francés), con tres órganos de poder, controlados por el gobierno central:
 Las Audiencias: máxima órgano judicial.
 Capitanías Generales: máxima autoridad militar.
 Los Intendentes: autoridad civil y económica (recaudar impuestos, obras públicas, orden
público). Destaca el intendente Pablo de Olavide en Andalucía, donde realiza una auténtica
labor de gobierno reformista.
En la administración local, la Corona completó el control del poder a través del nombramiento
de Corregidores que gobernarían los ayuntamientos de las ciudades más importantes.
Se implantó además, un sistema de cuotas para el servicio militar en el ejército en todo el país,
así como acuartelamientos por toda la geografía española. Se recuperó, además, una marina de
guerra efectiva, con arsenales repartidos también por el país.
El único poder que mantuvo sus prerrogativas y ofrece resistencia al absolutismo monárquico
fue la Iglesia. La política de limitación de su poder por parte de la Corona se conoce
como regalismo. Poco a poco, durante el siglo XVIII, el poder real se impuso a la jurisdicción de
la órdenes religiosas (con la expulsión de los jesuitas, por ejemplo). No obstante, la Inquisición
llevó a sus tribunales a miembros del gobierno (Jovellanos) o a intendentes poderosos (Olavide).
Con todo este proceso de centralización política y administrativa y la eliminación de las
prerrogativas de otros poderes, quedó instaurado el absolutismo monárquico en España.
2.4. La centralización económica:
El otro aspecto de la centralización se va llevar a cabo en la economía. La introducción de la
Nueva Planta significó el fin de las exenciones fiscales de los reinos aragoneses y de la relativa
situación ventajosa en la que se encontraban.
Se introdujo un nuevo sistema impositivo, como el catastro en Cataluña o la talla en Mallorca,
que gravaban las propiedades. Solo se mantuvieron las exenciones de impuestos en Navarra y
provincias vascongadas que mantuvieron su sistema recaudatorio, llamado cupo, que consiste en
que ellos recaudan sus impuestos y le pagan un cupo o cantidad al estado por los servicios que
presta en esos territorios.
En Castilla se mantuvieron los impuestos tradicionales, pero el marqués de la Ensenada
emprendió la monumental empresa de registrar las propiedades agrarias de toda España con el
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fin de lograr el impuesto único al estilo de Aragón. A pesar de la redacción del Catastro de
Ensenada, no se pudo implantar una única contribución.
Dentro de este impulso centralizador se enmarca la creación de un banco “nacional”, para
respaldo de la Corona, especialmente de la enorme deuda pública emitida. Se creó así el Banco
de San Carlos en 1782, antecedente del Banco de España.
Por otra parte, el impulso económico por parte de la Corona se dejó sentir a través de las Reales
Fábricas, fundadas por la Corona y en la creación de las Compañías de Comercio, que trataban
de unir regiones españolas con colonias americanas, en un intento de reavivar el comercio
americano.
Los ministros ilustrados tratan de estimular todos los aspectos de la economía y de eliminar las
trabas ancestrales que impedían su desarrollo, como en el caso de la agricultura. Con esta
intención se elabora el “Informe sobre la Ley Agraria” del ministro Jovellanos, que apuntaba la
necesidad de eliminar el mayorazgo, las tierras amortizadas o el poder de la Mesta (organización
ganadera que defiendo los intereses de los nobles grandes propietarios de rebaños).
Fue trascendental el impulso a los transportes y comunicaciones interiores con la organización
del Correo como servicio público y la construcción de una red radial de carreteras que cubrían
todo el territorio español, convergiendo sobre la capital.
Tanto los intentos de reforma fiscal, como las trabas a que aumentaran las propiedades de la
iglesia, así como otros proyectos reformistas promovidos por los ministros ilustrados
(Campomanes, Floridablanca, Jovellanos...), chocan con los intereses de la iglesia y de la
nobleza; su descontento se manifiesta, por ejemplo, en el Motín de Esquilache, en el que el
descontento del pueblo por la época de escasez y carestía sería manipulado por ciertos nobles y
clero para atacar al ministro italiano de Carlos III, provocando su caída.
Conclusión: unificación jurídica de España y límites del reformismo ilustrado
Con los borbones, en el siglo XVIII, aparece por primera vez el estado de España como tal, y no
como un conjunto de reinos donde el poder señorial era más poderoso que el real. A España
como estado, se le dotó de algunos símbolos de identidad (como el himno y la bandera) e incluso
de una capital digna de tal nombre. Carlos III especialmente se esforzó por modernizar Madrid
Al imponer el centralismo aparece el germen del problema de la estructura de España que se
formulará a finales del siglo XIX con la aparición de los nacionalismos.
El absolutismo y la pervivencia del privilegio de una sociedad estamental provocan el
descontento de la burguesía, imbuida en los principios ilustrados de soberanía popular y fin de
los privilegios, que, aunque minoritaria, es muy activa políticamente. La burguesía tiene el
poder económico, pero no el social y político, por eso va a ser la gran impulsora de la revolución
en contra del Antiguo Régimen que se va a dar durante la Guerra de la Independencia.
Las reformas económicas fracasarían, especialmente por la oposición de los privilegiados a pagar
impuestos y la resistencia a la pérdida de privilegios que supondría la desamortización y
liberalización agraria. El reformismo ilustrado mostró así su limitada capacidad de cambio.
Carlos IV de Borbón lo abandonaría, superado por el empeoramiento de la economía y el
desbarajuste de la administración, y en segundo lugar y sobre todo, por la repercusión de los
sucesos revolucionarios en Francia en 1789.
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