Leer, imaginar y pensar a colores

Anuncio
89
ESTUDIO
Leer, imaginar
y pensar a colores
Martha Elia Arizmendi Domínguez
Jesús Humberto Florencia Zaldívar
Gerardo Meza García∗
Con cariño a Maruja y a Esvón,
por sus tonalidades interiores
Resumen
Esta comunicación tiene como finalidad, por un lado, explicar el uso del color
y la imagen como recurso didáctico de gran valía en los curricula de cualquier
nivel educativo; y por otro, mostrar la importancia que esos auxiliares tienen
en la preservación de usos y costumbres en algunas comunidades. Insistimos
en la idea de incluir en los planes y programas de estudio unidades de aprendizaje que contengan éstos, a fin de lograr en los discentes actitudes sinestésicas significativas.
La literatura no es un espacio cerrado al que no puedan acceder otros medios más que la palabra; por tal motivo, hemos indagado la presencia tanto del
color como de la imagen visual, auditiva, olfativa, táctil en ésta para determinar su uso y aplicaciones en textos de algunos tiempos y lugares.
Palabras clave: color, imagen, lectura, sinestesia, literatura
Abstract:
This communication has the finality, for one way, to explain the use of the colour and image like a didactic resource with great encourage in the curricula
of the academic level; and other way, this can shows their importance in the
uses preservation and traditions any towns and communities. We insist in the
appropriate idea of included in the “unidades de aprendizaje” (the contain of
unites of an academic program topic) topics about this propose for teach significant synestesic attitudes.
It is not only words the media that can go into Literature, It is not a private space. This reason it´s the base for we research about the presence of colour
and visual, auditive, smelling and touches images for determinate in this course its use and applications in text of some times and some place.
Key words: colour, image, lecture, synestesic, literature.
Este ensayo tiene como finalidad, por un lado, establecer la relación existente entre imagen-color-lectura y, por otro, desarrollar, mediante la lectura, las
competencias comunicativas del sujeto lector, con la finalidad de que experi-
∗
Profesores investigadores adscritos a la Facultad de Humanidades de la UAEM.
revista de la facultad de filosofía y letras
90
mente placer al leer, pues creemos que la lectura, concretamente de textos literarios, tiene que ver con la adquisición de sensaciones, imágenes y colores que
repercuten en la apropiación del sentido de la obra leída; de tal manera que el
sujeto lector se encuentra en plenitud lectora.
La lectura ha sido estudiada desde diferentes ángulos y por diversos autores, quienes, en su momento, contribuyen de manera importante en la aportación de nuevas tendencias y enfoques en torno a este proceso. Algunos
consideran que leer es únicamente, reconocer grafías y hacerlas parte de la
lengua oral; otros opinan que la lectura va más allá y la asumen como un fenómeno en el que no sólo intervienen ojo/boca, sino también actitudes intelectuales que mueven al sujeto lector a crear otros horizontes para llegar a procesos
más elevados, en los cuales se habla de percepción.
Si bien definimos al color como la capacidad de percepción y distinción de
entre una cantidad de luces con base en su composición, también sabemos que
una coloración puede corresponder a un estado de ánimo o a la aptitud sensitiva del sujeto que lo percibe, tal como sucede en las obras literarias; en las
cuales, por medio de la sinestesia pueden aprehenderse cualquier tipo de imágenes, pues la habilidad sensorial del personaje refleja la forma de su comportamiento en determinadas situaciones.
Pero ¿Cómo conducir una lectura a partir de la presentación y combinación
de colores?, ¿no será acaso un problema más cercano a la psicología, especialmente a los estudios conductistas?, “Pues aparte de las implicaciones neurofisiológicas, neuroquímicas y psicofísicas1 que existen entre el ser humano y los
colores, hay razones fundamentales para suponer que existen procesos lógicosimbólicos que comunican contenidos claros y normados” (Ortiz, 2004ª: 1), quizás uno lo relacione con el trabajo de los diseñadores o los arquitectos, pero no
tanto con la docencia y en especial, con la práctica de la lectura.
Aunque comentamos líneas atrás la pertinencia del uso del color y la imagen como auxiliares en el proceso lector, desde la perspectiva conductista, el
estudio aquí realizado tendrá un fundamento a partir de la teoría del color y
la imagen, basado en los aportes de autores como Josef Albers, Evelyn Arizpe,
Agustín García-Matilla, Manlio Brusatin, Eulalio Ferre, Harald Küpers, Georgina Ortiz, William Powel, Harvey Schiffman, Tom Wolfe, Arthur Zanjonc, entre
otros, con cuyas ideas, junto con las de Jesús Palacios en torno a la orientación
del aprendizaje participativo, planteamos la posibilidad de una lectura significativa.
Si trasladamos las anteriores preguntas al ámbito de la docencia, parece que
aún no se propician los medios ni los objetivos enfocados a la preparación de
los profesores para que estimulen el proceso de la enseñanza-aprendizaje mediante los colores y las imágenes, mucho menos tratándose de aspectos relacionados con la lectura en general y con la lectura del texto literario en particular.
Sin embargo, podemos comprobar con asombro que la teoría de los colores,
en el sentido amplio que le damos aquí, “no sólo falta en los planes de estudio
de las escuelas primarias y secundarias, sino que en muy pocas ocasiones podemos encontrarla en los planes de estudio de las escuelas superiores y de formación profesional”. (Küppers, 1980: 8)
1
Esta clasificación fue hecha por Goethe en un texto al que tituló Esbozo de una teoría de los colores, en el que “Se
introduce al mundo de la física del color y después realiza un estudio filosófico del mismo para tratar de encontrar
el sentido oculto de los colores, su simbolismo y su mística”. (Georgina Ortiz. 2004b: 80)
ESTUDIO
91
Se dice que las escuelas o instituciones de educación no tienen contemplado
el uso y el manejo de los colores como apoyo en las estrategias de enseñanzaaprendizaje (en la actualidad unidades de competencia), pero, en caso de plantear una propuesta cromática-visual, ¿no se correría el riesgo de provocar un
efecto contrario al que se esperaba? Entonces, es posible pensar que esa combinación de tonos encause más una postura receptiva e interpretativa.
Nos preguntamos, más allá de los estudios acerca de los colores, cercanos
más a los profesionistas del diseño, entre otros, si el manejo de los diferentes
matices nos permite influir en los estados de ánimo, las reacciones y el comportamiento de los individuos.
Si es así, y para los fines de la presente comunicación, entonces la recepción óptica podría provocar un rechazo a los libros. Pero trabajado adecuadamente, una propuesta de colores, acompañada con el acto de lectura, permitirá
no sólo captar un mayor número de lectores, sino que además, dicha actividad
estará relacionada con un placer estético, y ampliará las capacidades imaginativas y racionales de cada persona. Bajo este principio, es necesario incidir en
los planes de estudio para que el manejo del color y la imagen se incluya en las
estrategias didácticas.
La respuesta, por tanto, es sí, porque recordemos aquí, por ejemplo, el uso
de colores en la elaboración de mapas mentales como estrategia didáctica para
lograr aprendizajes significativos, muy usada, sobre todo en los niveles medio
superior y superior, en asignaturas del área de Sociales, en las que el discente
puede omitir cantidad de información irrelevante y quedarse sólo con aquella
que le sirva para re-construir saberes significativos, pues el color impregna el
área del lenguaje, produciendo en el sujeto sensaciones diversas.
Lo anterior implica otro tipo de recepción, ya que el efecto que causa la visión cromática en el discente resulta válida; por tanto su respuesta es favorable
y su recepción, si no es productiva, al menos llega a instancias de re-producción,
tal como lo refiere María Moog (1993). Esto, desde luego fortalece el aprendizaje
y da pie a que el docente modifique su actuación en el aula, convirtiéndose en
un agente de cambio, que haga de sus pupilos sujetos activos, participativos y
comprometidos con su propio aprendizaje.
En este sentido, no debemos olvidar el aporte de Jesús Palacios al afirmar
que “el aprendizaje participativo es más eficaz que el aprendizaje pasivo. El aprendizaje se facilita cuando el estudiante participa responsablemente en el proceso
mismo de aprender” (2007: 222), principios éstos, básicos de una enseñanza centrada en los discentes, quienes se conciben como “individuos creativos, abiertos
a la totalidad de su experiencia, conscientes de ella, que la aceptan como suya
y que viven un proceso de continuo cambio”. (2007: 230)
Si cada plan de estudios o, al menos cada asignatura, especialmente de las
denominadas “duras”; es decir, las naturales, incluyera como parte de su forma de enseñanza, el uso y atributo de colores, el aprendizaje se volvería cualitativo y no cuantitativo; es decir, se concebiría a éste como proceso y no como
resultado.
Esto no es casualidad, sino que tiene sus razones. La causa principal posiblemente
sea que el color no es algo constante ni objetivamente tangible. Porque, por principio, el color no es más que una percepción en el órgano del sentido visual del
contemplador. Pero esto no lo es todo. Los colores de objetos o colores materiales,
denominados en el lenguaje técnico “colores de cuerpo”, están sometidos a constantes cambios. Cambian de aspecto según la luz de cada momento y según la situa-
revista de la facultad de filosofía y letras
92
ción con respecto al contemplador. Porque resulta que el órgano de la vista posee
una sorprendente capacidad de adaptación a los cambios de iluminación y a las circunstancias de observación. (Küppers, 1980: 8)
Tan es así, que en todo momento, el ser humano está provisto de coloraciones, piensa a color, sueña a color, utiliza un colorido lenguaje, por qué entonces no ha de leer a color, no ha de imaginar a color, imaginación que le brinda
la lectura del texto literario, a través del lenguaje, del color y de las imágenes
que el autor emplea para transmitir su intención. En otras palabras y siguiendo a Eulalio Ferrer, “El color palpita en la realidad interior y en la acción creadora de los escritores”. (2000: 159)
Situados ya en este contexto, el de la literatura, comencemos a juguetear
con las inquietudes mencionadas líneas atrás, en el entendido que el color que
prevalece en una obra, o los que aparecen ocasionalmente en el desarrollo de
ésta, son principios ejercidos por el autor, en función de su rechazo o predilección cromática; por ejemplo, “Víctor Hugo la sentía por el ‘blanco crepuscular’.
Oscar Wilde por el bermellón o el escarlata. Susan Sontag, en El amante en el
volcán, por una combinación del azul, el rojo y el amarillo”. (Ferrer, 2000. 180)
Encontraremos, en las obras literarias, al color como elemento estimulante
que aparece citado literalmente o aquéllas en las que el color se matiza por medio de alusiones o citaciones. Algunos títulos, entre miles, que dan cuenta de lo
dicho son, para el blanco: Herman Melville. Moby Dick o La ballena blanca; Teresa de la Parra, Memorias de mamá blanca; Ricardo Pozas, La democracia en blanco; Ignacio Manuel Altamirano, Navidad en las montañas. Para el negro, Rómulo
Gallegos, Pobre negro; Demetrio Aguilera Malta, Infierno negro; Francisco Hinojosa, Informe negro; Augusto Monterroso, La oveja negra y otras fábulas; Giovanni
Papini, El libro negro; y el peruano del mundo, César Vallejo, Los heraldos negros.
Identifiquemos ahora la presencia del color en otros textos literarios y en
diferentes productos culturales, los cuales mencionan con profusión la presencia de coloraciones que inciden en el significado dado a la obra.
El protagonista de la película Rombow Fish de Francis Ford Coppola carece
de la capacidad para distinguir los colores, lo que ocasiona una automarginación. A causa de este problema, se vuelve un hombre rudo, violento, construyendo así una fama de sujeto antisocial. Sin embargo, existe un elemento que
le devuelve la posibilidad de integrarse a los demás y, por consiguiente, que le
permite “recuperar” su condición humana: distinguir las coloraciones de los
peces. Así, un simple hecho como la capacidad de percibir colores, hace que los
individuos convivan en sociedad, se integren a ésta y sobre todo, sean creativos.
Harald Küppers, para referirse al lector, señala que “El color sólo parece ser
una cualidad material. Pero de hecho sólo existe como impresión sensorial del
contemplador” (1980: 11). Ese contemplador es quien recupera el sentido del
texto, al saber que el color sólo es impresión sensorial y que gracias a la visión
obtenida se entiende que el color no es tangible, sino visión óptica que hace girar o cambiar las tonalidades.
Tomando en consideración las palabras de Küppers y en función de la literatura, hay dos elementos que se deben tomar en cuenta para estimular las
impresiones sensoriales del contemplador. Primero, el libro como objeto que el
lector recibe en sus manos y en donde, tradicionalmente, sólo se aprecian letras
en una tonalidad. Excepto los libros de temática infantil y el caso ejemplar de
La historia sin fin del escritor alemán Michael Ende: cuando seguimos las aven-
ESTUDIO
93
turas del protagonista, quien recibe un libro de lectura, éstas serán descritas
bajo las tonalidades de un color, pero cuando se adentra en la lectura, las impresiones modificarán sus tonos.
Lo que nos lleva a la segunda preocupación y que, posiblemente, se relaciona con la idea de conducir la impresión sensorial del contemplador. Una vez que el
individuo experimenta el ejercicio de la lectura, ¿qué pasa por su imaginación?,
¿tiene la capacidad de imaginar ambientes, acontecimientos, lugares y personas
con matices?, ¿o será necesaria la ayuda de un instructor o docente para que el
lector tome conciencia de estas cualidades sensoriales?
Al igual que Küppers, Eulalio Ferrer opina que el uso literario del color tiene tres vertientes: 1. Descriptivo de la naturaleza, 2. Representativo del ser humano, 3. Expresivo de la imaginación, debido a la predilección de colores que
cada autor tiene.
De esta manera, Julio Cortázar, en “El perseguidor” nos habla de un jazzista y quizás provoque los recuerdos musicales de un buen saxofón, en esa educación musical que mucho tiene que ver con las competencias musicales del
sujeto; pero las letras y los colores descritos y usados en un muro como en el
caso de “Graffiti” muestran un mundo diferente. Para este cuento, los personajes utilizan la imagen visual para comunicarse, con gráficos propios y, por naturaleza del grafiti, colores específicos.
Ni el narrador, ni los lectores conocemos el mensaje de manera directa, sino
por el comportamiento de los personajes:
Ya sé, ya sé, ¿pero qué otra cosa hubiera podido dibujarte? ¿Qué mensaje hubiera
tenido sentido ahora? De alguna manera tenía que decirte adiós y a la vez pedirte
que siguieras. Algo tenía que dejarte antes de volverme a mi refugio donde ya no
había ningún espejo, solamente un hueco para esconderme hasta el fin de la más
completa oscuridad, recordando tantas cosas y a veces, así como había imaginado tu vida, imaginando que hacía otros dibujos, que salías por la noche para hacer
otros dibujos. (Cortázar, 1996: 400)
Como se puede apreciar, la imagen es lo más importante y se convierte en
un espejo de quien tiene la capacidad de traducir los diferentes mensajes, pues
las palabras están prohibidas. “Las imágenes son señales producidas para transmitir determinados mensajes. Su estructura es de naturaleza distinta a la lengua”. (Aparici y García-Matilla, 1998: 10)
En muchos de los cuentos de Cortázar es importante el elemento visual; los
personajes se comunican por medio de la vista para tratar de comprender su
mundo. De esta manera, las fotografías, las películas en “Queremos tanto a Glenda” o las exposiciones en una galería, son recurrentes para el escritor argentino.
Sabemos, por medio del narrador, que existe un grupo de admiradores de
una actriz cinematográfica, de un personaje que ellos mismos inventan, que
reconstruyen a partir de sus propias necesidades. De esta manera, la imagen
puede modificarse conforme el grupo de observadores así lo requiera.: “Pero
aunque algunos, derrotados, asistiéramos a la nueva versión con la amargura
de que no se adecuara del todo a nuestros sueños, creo que a nadie le decepcionó el trabajo realizado; queríamos tanto a Glenda que los resultados eran siempre justificables, muchas veces más allá de lo previsto”. (Cortázar, 1996: 335)
Otra pregunta surge ahora, ¿qué son las radiaciones colóricas? ¿Cómo llega a nosotros la sensación de color producida por la unión ojo/cerebro?. Küppers señala:
revista de la facultad de filosofía y letras
94
Las radiaciones de energía que nosotros denominamos “luz” son registradas por
minúsculas células receptoras ubicadas en la retina del ojo… Tienen por misión
captar la energía de las radiaciones que inciden en ellas y transformarla en un tipo
de energía diferente, concretamente en impulsos eléctricos conformes al sistema.
Con tales impulsos eléctricos están formados los códigos que, a través del sistema
nervioso, son enviados al cerebro, donde tiene lugar la sensación de color propiamente dicha. (1980: 97)
Continuando con la obra de Cortázar, nos preguntamos cómo llegará esa
luz, no digamos a los personajes como a los lectores. El ojo, órgano importante,
debe recibir diferentes tonalidades. De esta manera, cuáles serían los referidos
matices en los rostros, tanto de los ocupantes como de la pareja que se mira en
el interior del “Ómnibus”. Las expresiones de uno y del otro generan impulsos
visuales que permiten una reacción.
Por otra parte, cuál es la sensación de color provocada por aquella mazmorra oscura y viscosa descrita por Edgar Allan Poe en “El pozo y el péndulo”;
deben tener una gama de contrastes las póstulas de los cadáveres vivientes de
los cuentos de Lovecraft.
Pensemos en otros ejemplos latinoamericanos: a los personajes de Jorge
Amado les fascina cocinar, especialmente a la protagonista de Doña Flor y sus
dos maridos. La preparación de los alimentos, la combinación de sustancias, además de olfativas, presentan un atractivo visual. Flor provoca por medio de los
alimentos, sensaciones visuales, olfativas, gustativas, por lo que, antes de ser
degustados deberán atraer por medio de la vista. Caso muy parecido al de Como
agua para chocolate de Laura Esquivel, en donde Tita hace que sus comensales
recuperen diversas sensaciones cuando paladean los platillos que ésta prepara.
En el mismo tenor, en Aura de Carlos Fuentes, podríamos imaginar cuáles
son las tonalidades de la vieja casona en donde Aura rejuvenecerá cada noche.
Los ojos de Aura/Consuelo son verdes, mientras que la casa y el jardín tienen
peculiares colores y olores a desteñido, a sucio; en fin, a viejo.
Como es sabido, el tipo de orientación no es el mismo para todos los seres
vivos. Piénsese, por ejemplo, en los murciélagos, que se orientan por ondas sonoras, o en las palomas mensajeras, que incluso encuentran su camino de regreso después de haber sido transportadas a un lugar desconocido en el interior de
una jaula.
La orientación visual permite el reconocimiento de las más diversas características,
como por ejemplo el tamaño y la distancia de objetos. Pero también se pueden reconocer estados; así, vemos el calor de las brasas en el fuego, o vemos el estado de
madurez de la fruta por su color. Así pues, el color no es únicamente una característica física como, digamos, el peso. El color es ante todo una información visual.
(Küppers, 1980: 102)
Ahora bien, gracias a la anterior información, y en apoyo para el presente
trabajo, se nos obliga a pensar en las características de la literatura para cada
tipo de población o de individuo. Cada persona tiene una orientación; de acuerdo con sus capacidades intelectuales y con las situaciones vivenciadas preferirá un tipo de lectura.
Por tanto, a qué tipo de receptor le interesaría conocer las tonalidades de
los ríos sureños de Estados Unidos que tanto invitaban a romper con las obligaciones juveniles, descritos en Tom Sawyer de Mark Twain; debe haber una tonalidad específica de la luna y de los campos españoles previos al franquismo
que tanto marcaron el comportamiento de los personajes de Federico García
ESTUDIO
95
Lorca; por ejemplo, en “Romance de la Guardia Civil”, el negro y los caballos
estremecen al lector por la tremenda relación color-imagen.
Cómo no estremecerse frente a los contrastes de las cañerías subterráneas y
del matiz de las expresiones en el ataque de las ratas durante Los errores de José
Revueltas; tratemos de pensar cuáles son los efectos de color provocados en el
lector que se enfrente a personajes que han perdido la vida, como es el caso de
Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago.
Las propuestas no son vanas, ya que, como interpretamos a los teóricos aquí
citados, la orientación del ojo hacia ciertos colores y hacia ciertas preferencias, que
a fin de cuentas se hallan en el imaginario social, y forman ya parte de su quehacer profesional, permitirá descubrir características de los objetos que se describen, ampliando así los conocimientos del lector, pues esto hace pensar que “El
color viene a ser coadyuvante decisivo, pues contribuye a que las palabras tengan mayor dimensión y fuerza: dicen más que los que dicen”. (Ferrer, 2000: 17)
Pero la propuesta posee mayores dimensiones, ya que todos esos elementos
que, de acuerdo con la teoría de la recepción, la literatura deja como indeterminados, el lector puede volverse un sujeto más participativo cuando piensa en
las sensaciones como el calor, el hambre, el sabor, etc.; así, el color puede ayudar a ampliar esta información, pues no debemos olvidar que
Los colores poseen una cadena de significados que conforman un verdadero lenguaje del color. Esto quiere decir que aparte de las implicaciones neurofisiológicas, neuroquímicas y psicofísicas que existen entre el ser humano y los colores, hay razones
fundamentadas para suponer que existen procesos lógico-simbólicos presentes en
todos los tiempos y en todas las culturas, que dan a cada color un significado universalmente válido, que comunican contenidos claros y normados. (Ortiz, 2004ª: 1)
Para continuar con la serie de ejemplos en la literatura, imaginemos los matices del fuego en alguna batalla, una de las tantas contadas por Homero, o de
las sensaciones experimentadas por un viejo a la mitad del océano que se enfrenta a tiburones que le desgarran la piel cuando intenta enfrentarse a ellos,
en la bellísima narración de Ernest Hemingway o precisamente cuál es la tonalidad del hambre experimentada por el protagonista de la novela de Hamsun.
¿Cuál es el tono usado por García Lorca cuando en “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” poema en el que pinta el paisaje de las cinco de la tarde, mezclado
con la sangre2 del torero/toro en donde la sinestesia cobra vida al confundirse
alma/cuerpo, sangre/arena:
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
[…]
¡Que no quiero verla!
Dile a la luna que venga,
Que no quiero ver la sangre
De Ignacio sobre la arena.
¡Que no quiero verla! (1991:553)
2
La referencia al significado del color tiene que ver con la relación simbólica de éste; por ejemplo, el rojo es el color
de la naturaleza ya que es nuestra sangre; también se relaciona con los asesinatos y con la escatología de la sangre,
con la muerte, la furia y la violencia.
revista de la facultad de filosofía y letras
96
O la sutil tonalidad en “Las manos de mamá” empleada por Campobello,
o ¿a qué saben y qué color tienen las magdalenas y la infusión descritas por
Proust?
En fin, podríamos continuar estas preguntas, este listado de obras, olores,
imágenes, sabores, colores y sensaciones, pero resulta más significativo presentar un ejercicio en el que se conjuguen los aspectos mencionados líneas atrás,
con la finalidad de visualizar de qué manera el color puede formar parte tanto
de un plan de clase, como de un plan de estudios.
La siguiente es la descripción de una estrategia didáctica, en la que se emplea el color y la imagen como punto de partida, reunido con un mes, uno de
los que marca el calendario escolar de los niveles descritos, así como las implicaciones lingüísticas y cognitivas que el discente debe recrear a partir de la lectura del texto literario.
El texto que se leerá es “El niño que aprendió a volar”. Se toma como motivo el mes de marzo, en el que el color imperante es el verde; de éste, sabemos
que “La mayoría de los significados del verde están asociados con la naturaleza,
principalmente con la primavera, con la vida y el desarrollo de la vegetación,
por eso se ha considerado apropiado para simbolizar a la juventud, la lealtad,
la esperanza y la promesa, así como la vida y la resurrección”. (Ortiz: 2004b: 92)
Por tanto, los saberes que el sujeto lector puede relacionar con lo anterior
son, cognitivos, el 21 de marzo, día que da inicio la primavera, natalicio del Benemérito de las Américas; además de lograr la interdisciplinariedad, pues los
discentes están en posibilidad, guiados por el facilitador, de referir detalles de
otras disciplinas como Geografía, Historia, Ciencias, Artes.
A esto debemos unir la idea de visualización de la que hemos hablado. Hemos de lograr que por medio de imágenes visuales el sujeto se sienta motivado
para realizar la lectura, coloreemos el aula con motivos selváticos o de bosque,
hagamos que recuerden o investiguen qué es el equinoccio de primavera y todo
ello los atrapará para gozar el texto literario.
Podrán también relacionar el contenido del texto con otros en los que aparece el color como forma de re-significar una realidad; por ejemplo, “Romance
sonámbulo” ‘Verde que te quiero verde/ verde viento, verdes ramas’ de Federico García Lorca3, con lo cual estarían hablando de intertextualidad, allende
saborear las imágenes poéticas que aparecen en ambos textos.
Georgina Ortiz, menciona que el verde “promueve balance, amor y autocontrol. Hace que todo sea fluido y relajante. Produce armonía, posee una influencia calmante sobre el sistema nervioso y fomenta la salud […] se encuentra
en el tercer lugar de la jerarquía cromática. (2004ª: 55)
Una idea más que puede resaltarse en este encuentro con la lectura a través del color y la imagen es, precisamente, rescatar la imagen mental que produce la lectura: imaginar a un niño que quería volar, pensar de qué color es el
viento, a qué huele y colorear en papel esta idea.
Concluimos este ensayo respondiendo las siguientes preguntas: ¿puede el
color servir para motivar y colorear una lectura? ¿es posible utilizar el color
3
“[…] García Lorca (da) continuidad a una poética en que los colores representan los símbolos del humanismo más
que de la deshumanización, de la depresión y soledad […] Por eso, ni el colorido es absurdo. Ni hay incoherencia
cromática (en su poesía), sino una arquitectura poética de lo emblemático no conocida hasta entonces” (Guerrero
y Dean-Thacker, 1998: 111). Con estas concepciones se refuerza la idea de que el poeta crea una línea cromática,
pues los colores cobran vida o muerte, según su significado y simbología. Los más usados en su poesía son: verde,
azul, rojo, negro, blanco.
97
ESTUDIO
y la imagen como auxiliares didácticos en una sesión de lectura? Nosotros, lo
hemos contestado en esta comunicación, pues lo dicho a lo largo de ésta muestra la manera en que esos elementos favorecen el proceso y hacen que el sujeto
lector encuentre placer al sentirse atrapado por el texto.
B
I
B
L
I
O
G R
A
F
Í
A
Albers, Josef. 1998. La interacción del color, Versión castellana de María Luisa Balseiro,
Madrid, Alianza
Alonso, Manuel y Matilla, Luis. 1999. Imágenes en acción, Madrid, Akal.
Aparici, Roberto y García-Matilla, Agustín. 1998. Lectura de imágenes, Madrid, Ediciones
de la Torre.
Aparici, Roberto et al. 1999. La imagen, Madrid, Universidad Nacional de Educación a
Distancia.
______________________. 1997. Imágenes en libertad, Madrid, Nuestra cultura.
Arizpe, Evelyn y Styles, Morag. 2003. Lectura de imágenes. Los niños interpretan textos
visuales, María Vinós, tr. México, DF, Fondo de Cultura Económica.
Ashley, Laura. 1995. El gran libro del color, Marisa Rodríguez, tra., León, Everest, S. A.
Brusatin, Manlio. 1987. Historia de los colores, Rosa Premat, tr. Barcelona, Paidós.
Campobello, Nellie. 1971. “Las manos de mamá”, en La novela de la revolución mexicana,
Tomo I, Sel y Prol. Antonio Castro Leal, México, Aguilar.
El mundo maravilloso. 1980. “El niño que aprendió a volar”. Col. Mi libro encantado,
Tomo 4, México, Cumbre.
Ferrer, Eulalio. 2000. Los lenguajes del color, México, Fondo de Cultura Económica.
______________.1995. El lenguaje de la publicidad, México, DF, Fondo de Cultura Económica.
García Lorca, Federico. 1991. Obras completas, Tomo I, Madrid, Aguilar.
Guerrero Ruiz, Pedro y Verónica Dean-Thacker. 1998. Federico García Lorca. El color en
la poesía, Murcia, Ayuntamiento de Murcia, Universidad de Murcia, Universidad
de Transylvania.
Küppers, Harald. 1980. Fundamentos de la teoría de los colores, Barcelona, Gustavo Gili.
Matilla, Luis. 1998. ¿Cómo leer imágenes? México, Uteha.
Moog Grünewald, María. 1993. “La investigación de las influencias y de la recepción” en
Rall, Dietrich (Comp.) En busca del texto. Teoría de la recepción literaria, Sandra
Franco y otros, trs. México, Universidad Nacional Autónoma de México.
Ortiz, Georgina. 2004ª. Usos, aplicaciones y creencias acerca del color, México, Trillas.
_____________. 2004b. El significado de los colores, México, Trillas.
_____________________. 2008. Forma, color y significado. La relación entre la forma y
el color. La influencia de la forma. Psicología de los colores. El mundo del color,
México, Trillas.
Pamuk, Orhan. 2008. Me llamo rojo, México, Punto de lectura.
Palacios, Jesús (Comp.). 2007. La cuestión escolar. Críticas y alternativas, México, Coyoacán.
Powel, William F. 2005. El color y su uso. Descubrir qué es el color, cómo funciona y
cómo utilizarlo en las obras de arte, Miguel Iribarren Berrada, tr., Barcelona, Blume.
revista de la facultad de filosofía y letras
98
Rodríguez Diéguez, J. 1995. Las funciones de la imagen en la enseñanza, Barcelona,
Gustavo Gili.
Schiffman, Harvey Richard. 1997. La percepción sensorial, México, Limusa.
Villafañe, Justo. 1997. Iniciación de la teoría de la imagen, Madrid, Pirámide.
Wolfe, Tom. 2004. La palabra pintada. El arte moderno alcanza su punto de fuga, Diego
Medina, tr. Barcelona, Anagrama.
Zajonc, Athur. 1996. Atrapando la luz. Historia de la luz y de la mente, Barcelona, Andrés
Bello.
Descargar