Continuación del uso de la vivienda locada y la fianza

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Buenos Aires, miércoles 6 de mayo de 2015 • ISSN 1666-8987 • Nº 13.721 • AÑO LIII
• ED 262
Director:
Guillermo F. Peyrano
D i a r i o
d e
D o c t r i n a
y
J u r i s p r u d e n c i a
Continuación del uso de la vivienda locada y la fianza,
en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación
por Héctor Eduardo Kenny
Sumario: 1. Preliminar. – 2. Régimen
turaleza jurídica.
Cesión
actual.
– 3. Na-
de la posición c
­ ontractual del
locatario.
– 4. Situación jurídica del fiador en la le– 5. Extinción y falta de caducidad de
la fianza. – 6. Régimen general sobre los contratos en
la nueva ley. – 7. Continuidad locativa por abandono o
muerte del inquilino en el nuevo código. – 8. Algunas
apostillas sobre el concepto de contrato de fianza. – 9.
Extensión de la fianza en el nuevo régimen. – 10. Sobre
la responsabilidad por daños al fiador. – 11. Atribución
del uso de la vivienda familiar alquilada. – 12. Colofón.
gislación vigente.
1
Preliminar
Da motivo al presente trabajo la puesta en vigencia para
el 1º de agosto de 2015 del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación (CCyCN), sancionado por la ley 26.994,
el cual produce, entre muchas modificaciones, algunas en
referencia a la extensión y los derechos de quienes pueden
ser continuadores legales en el uso del inmueble familiar
arrendado, por causa de abandono o fallecimiento del inquilino del citado bien.
En torno a la fianza locativa, que responde también por
los mencionados ocupantes, en las condiciones prescriptas por la nueva ley, haremos algunas consideraciones sobre su régimen de aplicación. Lo expuesto es sin perjuicio
de formular un adelanto, en cuanto suponemos se puede
generar un alivio respecto de su responsabilidad accesoria, por los perjuicios generados por dichos terceros como
continuadores locativos en la finca arrendada.
Corresponde hacer notar que el nuevo código instituye otras normas relativas a la posibilidad del derecho a
la continuación del uso de la vivienda familiar alquilada
por quienes resulten ser sus ocupantes, pero no con los
mismos efectos que en la hipótesis anterior. Nos referiNota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes trabajos publicados en El Derecho: Cláusulas “avispadas” en los contratos de locación, por Julio Chiappini, ED, 185-1471; “La fianza en el
contrato de locación”. La aplicación del nuevo art. 1582 bis del Código
Civil Argentino, ¿ya exige un plenario?, por Ignacio M. Rebaudi Basavilbaso, ED, 204-335; Legitimación del fiador en los procesos locativos,
por Héctor Eduardo Kenny, ED, 204-759; Inconstitucionalidad del
nuevo art. 1582 bis del Código Civil, por Néstor J. Ottonello, ED,
213-792; La subsistencia de la garantía por la falta de restitución del
inmueble en debido tiempo frente a la cesación automática de la fianza
por el cumplimiento del plazo del contrato de locación (a propósito del
primer párrafo del art. 1582 bis del cód. civil), por Ignacio M. Bravo
D’André, ED, 237-758; La desocupación del inmueble en los términos
del art. 598 del cód. procesal civil y comercial de la Nación. El problema constitucional, por Julio Chiappini, ED, 238-1088; Cuatro posibles
errores del Código Civil y Comercial en ciernes, por Julio Chiappini,
ED, 256-738. Todos los artículos citados pueden consultarse en www.
elderecho.com.ar.
mos, concretamente, a cuando media una atribución convencional otorgada por el inquilino para el uso y goce de
la vivienda en los casos de mediar un divorcio, o bien la
finalización de la unión convivencial (de vivir en compañía de otro).
Estos temas serán objeto de especial tratamiento en estas mismas páginas. Resulta propicio anotar que, frente
a tales circunstancias innovadoras, se hace oportuno formular una reseña del régimen normativo en vigencia en
materia de continuadores de la locación, de acuerdo con
las normas establecidas en el Código Civil de la Nación
(CCN) y por la reforma de la ley 23.091. Ello servirá de
utilidad para hacer luego un parangón con la nueva legislación que entrará próximamente en vigor.
2
Régimen actual
Conforme al art. 1195 del CCN, y como principio general aplicable a todos los contratos, establece: “Los efectos de los contratos se extienden activa y pasivamente a los
herederos y sucesores universales, a no ser que las obligaciones que nacieren de ellos fuesen inherentes a la persona, o que resultase lo contrario de una disposición expresa
de la ley, de una cláusula del contrato, o de su naturaleza
misma. Los contratos no pueden perjudicar a terceros”.
Debe expresarse, en ese sentido, que en caso de existir
una sucesión ab intestato el orden sucesorio se rige por los
principios generales de los arts. 3545 y 3565 y sigs. concs.
del Código Civil de la Nación.
a) Contratos locativos. Como aplicación de tal principio en los contratos locativos, para el supuesto de producirse el fallecimiento de alguno de sus otorgantes, el art.
1496 del citado código expresa lo siguiente: “Los derechos y obligaciones que nacen del contrato de locación,
pasan a los herederos del locador y del locatario”.
De haber una sucesión intestada, sea del locador o del
inquilino, el orden sucesorio queda regulado por los principios generales sentados en un párrafo anterior, sin perjuicio de las excepciones legales previstas para el supuesto
de existir continuadores en la locación, tal como se verá
más adelante.
Respecto del tiempo de la locación, en la legislación
actual no puede exceder el máximo previsto de diez años
(art. 1505, cód. cit.). En el caso de locaciones con destino
a vivienda, con o sin muebles, el plazo mínimo está establecido por dos años (art. 2º, ley 23.091).
Por otra parte, en la situación de que el inmueble arrendado fuere transmitido a terceros por cualquier título, el
art. 1498 del CCN señala que aun “enajenada la finca
arrendada, por cualquier acto jurídico que sea, la locación
subsiste durante el tiempo convenido”.
Consejo de Redacción:
Gabriel Fernando Limodio
Daniel Alejandro Herrera
Nelson G. A. Cossari
Luis Alfredo Anaya
NUEVO CÓDIGO CIVIL Y
COMERCIAL DE LA NACIÓN
Análisis doctrinarios,
comentarios y apostillas
b) Continuadores legales en la locación. Disposiciones
que arrancan de antigua data pretendieron dar soluciones y
una firme protección al ocupante del inmueble arrendado
que hubiese tenido un “trato familiar” con el inquilino en
caso de abandono o fallecimiento de este.
Su objetivo concreto era paliar los problemas habitacionales creados a partir de 1943 por las sucesivas leyes de
prórroga de las locaciones, que eran acompañadas simultáneamente del “congelamiento de los alquileres”, lo que
provocó el cese de las ofertas de departamentos para ser
ocupados en arrendamiento.
En esa misma dirección la ley 23.091, que no contiene,
como en algunos antecedentes, prórrogas en los plazos locativos, tiene dispuesto en su art. 9º: “En caso de abandono de la locación o fallecimiento del locatario, el arrendamiento podrá ser continuado en las condiciones pactadas,
y hasta el vencimiento del plazo contractual, por quienes
acrediten haber convivido y recibido del mismo ostensible
trato familiar”.
Pasaremos a examinar en el punto siguiente cuál es la
naturaleza jurídica en que se apoyan los derechos de los
referidos ocupantes para desplazar al inquilino en su calidad de tal, por abandonar el inmueble arrendado, o a sus
sucesores por causa de su fallecimiento.
3
Naturaleza jurídica. Cesión de la posición
­contractual del locatario
Estas personas a las cuales se transmiten, en particular,
los derechos del inquilino los asumen por cesión exclusiva
de la ley en los casos propuestos y revisten el carácter de
sucesores a título singular del locatario. De tal modo que,
en adelante, pueden ejercer esos derechos en su propio
nombre.
Excluyen, por lo tanto, a los sucesores universales del
inquilino en la relación contractual locativa (sobre el concepto de sucesor universal y singular, cfr. arts. 3262, 3263
y sigs., CCN). Pero también debe agregarse, que no es
menos importante, que estos sucesores asumen las obligaciones tomadas por el inquilino en el contrato de locación,
aun cuando el art. 9º de la ley 23.091 no lo manifieste
explícitamente.
a) Habida cuenta de lo expuesto, podemos observar que
se está, en este caso, frente a una “cesión de la posición
contractual” de la que estaba investido el inquilino, pero
que no actúa por la vía convencional normal entre locador
y locatario, sino que se opera ministerio legis.
Esto es así porque se trata de una norma de orden público y los ocupantes del inmueble suceden a título particular
entre vivos al locatario en la posición jurídica que este
había asumido en la locación (configurado en la suma de
CONTENIDO
CUENTA Nº 13.547
DOCTRINA
Continuación del uso de la vivienda locada y la fianza, en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, por Héctor Eduardo Kenny............................................................... 1
JURISPRUDENCIA
Penal
Nulidad Procesal: Medios de prueba: teléfono celular hallado en lugar público; validez; improcedencia de la nulidad. Procesal Penal: Instrucción: denuncia; prueba existente
en un teléfono celular (CNCrim. y Correc., sala de Feria A, enero 15-2015)............................................................................................................................................ 5
Provincia de Buenos Aires
Cheque: Al portador: transmisión; endoso; efectos; rechazo; mora; configuración (CApel.CC Azul, sala II, octubre 14-2014)............................................................................ 7
CO
ARG
CASA
2
Buenos Aires, miércoles 6 de mayo de 2015
derechos y obligaciones) y que resulta del contrato ahora
cedido por la ley. Queda, por supuesto, al margen de todo consentimiento de esta cesión, el locador del inmueble
arrendado.
Un antecedente de la “cesión de la posición contractual” en materia locativa, ope legis, lo suministra el supuesto previsto en el art. 1498 del CCN, en cuanto dispone que “enajenada la finca arrendada, por cualquier acto
jurídico que sea, la locación subsiste durante el tiempo
convenido”. Por lo que se le transmiten en cabeza al nuevo
dueño del inmueble los derechos y obligaciones asumidas
por el anterior locador titular del bien enajenado.
Debemos señalar que se ha regulado en nuestro ordenamiento jurídico en otros casos específicos, y remarcamos,
por vía consensuada, la transmisión de actos bilaterales,
por lo que se traspasa a terceros no originales contratantes
los derechos y las obligaciones en ciertos contratos.
Tal el supuesto de la cesión del arrendamiento por la
cual, y salvo prohibición contractual, se transmiten los derechos y las obligaciones del locatario, rigiendo en lo pertinente las normas relativas a la cesión de derechos (arts.
1583 y 1584, CCN). En materia de una sociedad civil, se
puede hacer la cesión a un tercero de la calidad de socio,
transmitiéndole consecuentemente sus derechos y obligaciones contractuales; mas debe contar para ello con el consentimiento de los restantes socios para dicha sustitución
(arts. 1667, 1671, 1675 y concs., CCN).
Como lo hemos dejado ya expresado en un trabajo anterior, y que acá exponemos por resultar de interés en la
materia, la protección legal a los ocupantes como continuadores locativos del inquilino se otorga en los siguientes
casos(1).
b) Continuadores por abandono de la finca locada. Los
ocupantes que demuestren haber convivido con el locatario
y recibido de él un claro, manifiesto o patente trato familiar
pueden continuar, en el supuesto de abandono del inmueble del locatario, como sucesores singulares de la locación
por todo el resto del plazo del contrato y en las mismas
condiciones estipuladas entre el locador y el inquilino.
Se produce, como dijimos en el punto anterior, una cesión de la posición contractual del inquilino a favor de
los indicados ocupantes, por lo cual se conforma entonces
una relación jurídica directa entre ellos y el locador, en las
condiciones señaladas en el art. 9º de la ley 23.091.
Cabe hacer notar que el abandono del inmueble puede deberse a una diversidad de circunstancias, como por
ejemplo: por provenir de un acto meramente voluntario
del inquilino, o bien por el cambio de destino del lugar
de trabajo; por exclusión del hogar conyugal por orden
judicial en caso de divorcio; por problemas atendibles de
salud que exijan su internación; o por pena privativa de su
libertad personal, etcétera.
c) Continuadores por deceso del inquilino. De producirse el fallecimiento del locatario, aquellos ocupantes
del inmueble alquilado, en las condiciones anteriormente
prescriptas de familiaridad, pueden continuar también en
la locación hasta el vencimiento del plazo contractual.
Se establece también en esta hipótesis la cesión de la
posición del contrato, por lo cual se conforma un vínculo
directo entre los ocupantes y el locador, desplazando así,
conforme a la norma precedente, a los sucesores universales a que se refiere el art. 1195 del CCN.
d) Contingencias procesales. Aquel que considere que
tiene un pretenso derecho a continuar la locación, ya fuere
por abandono o fallecimiento del locatario, está facultado
para promover el juicio contra el locador por reconocimiento de dicha calidad. En este caso, deberá integrar la
litis con el inquilino si hay un abandono del inmueble, o
con los presuntos herederos en el caso de fallecimiento.
La integración de la litis en estos supuestos tiene plena justificación por cuanto, de no producirse, puede ir en
desmedro de los intereses del inquilino, del cual se dice
haberse retirado de la tenencia del inmueble, o bien de los
derechos acordados por su fallecimiento a los herederos
por las normas de fondo.
Se está en presencia, pues, en estas circunstancias
apuntadas, de un litisconsorio necesario de integración ineludible y que tiene como principal fundamento el respeto
de la defensa en juicio (arts. 18, CN y 89, Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación [CPCCN])(2).
(1) Kenny, Héctor E., Proceso de desalojo, 2ª ed., Astrea, 2006,
pág. 106.
(2) Ibídem, pág. 107 y jurisprudencia ahí referida.
Pero cabe señalar también que, si obra un proceso previo de desalojo, el ocupante puede reclamar el pertinente
reconocimiento como continuador de la locación cuando
se le hace saber sobre la existencia de la litis por medio
fehaciente del oficial notificador, y siempre que se presente y produzca su prueba pertinente dentro del término
acordado por las normas regulares de procedimiento (art.
684 y concs., CPCCN).
4
Situación jurídica del fiador en la legislación
­vigente
De producirse esa legal cesión de la posición contractual del inquilino, en los casos precedentes, el fiador responde igual y accesoriamente y en forma amplia por todas
las obligaciones emergentes del contrato principal y hasta
su vencimiento, salvo pacto expreso en contrario. Asimismo, debe responder como obligación accesoria por la no
restitución a su debido tiempo del inmueble arrendado.
a) Normativa legal. Es así que el art. 1582 del CCN estatuye: “Las fianzas o cauciones de la locación o sublocación, obligan a los que las prestaron, no sólo al pago de los
alquileres o rentas, sino a todas las demás obligaciones del
contrato, si no se hubiese expresamente limitado al pago
de los alquileres o rentas”.
Están comprendidas dentro de las demás obligaciones contractuales, y salvo pacto en contrario, las relativas
usualmente al pago de tasas e impuestos, por expensas
comunes, indemnización por daños y perjuicios, gastos del
juicio, etcétera(3).
Como una mejora de la postura del fiador, se incorporó
por la ley 25.628 el art. 1582 bis en el CCN, que prescribe: “La obligación del fiador cesa automáticamente por
el vencimiento del término de la locación, salvo la que
derive de la no restitución a su debido tiempo del inmueble locado. Se exige el consentimiento expreso del fiador
para obligarse en la renovación o prórroga expresa o tácita
del contrato de locación, una vez concluido éste. Será nula toda disposición anticipada que extienda la fianza, sea
simple, solidaria como codeudor o principal pagador, del
contrato de locación original”.
Esto ha dejado problemas irresueltos, como lo hemos
hecho notar en nuestro trabajo sobre la fianza locativa,
por la no devolución en término de la cosa arrendada. En
dichas situaciones, el garante deberá responder por los daños y perjuicios por la demora en la restitución del inmueble, como por los deterioros producidos en este, con más
los gastos judiciales que se pudiesen haber devengado(4).
b) Responsabilidad accesoria por la continuación locativa. Dentro de los problemas que han quedado latentes, abordamos ahora el tema de la responsabilidad accesoria del fiador, que perdurará durante el resto del plazo
de vigencia del contrato de locación (salvo pacto expreso
en contrario), como también por la mora en la restitución
del inmueble respecto de quienes resulten ser ocupantes
beneficiarios de la cesión de la posición contractual del
inquilino, sea por abandono de la finca arrendada o por su
fallecimiento.
Hay que tomar en cuenta, en primer lugar y como cuadro real de situación, que la fianza se concede a título gratuito, ya que asegura al acreedor una ventaja independiente de toda prestación de su lado, como lo dispone el art.
1139, in fine, del CCN.
Por otra parte, es característico en la fianza civil, y sobremanera en el tema de las locaciones de inmuebles con
destino de vivienda, que el garante asuma su condición de
tal por razones de parentesco o amistad, con el propósito
de respaldar o favorecer al deudor, sin percibir retribución
alguna. No se sigue de ello que la fianza constituya una
liberalidad, por cuanto el fiador dispone de la pretensión
de reembolso una vez que paga al acreedor por medio de la
subrogación, con la posibilidad de resarcirse con el cobro
dirigido sobre el patrimonio del deudor, que es la prenda
común de los acreedores (arts. 768, inc. 2º; 771, inc. 1º, y
2029, CCN)(5).
Ahora bien, cuando se produce la continuación locativa en la persona de los ocupantes que hubieren recibido
un ostensible trato familiar del locatario, en los términos
del art. 9º de la ley 23.091, se advierte que en tales cir(3) Kenny, Héctor E., Fianza, Astrea, 2012, pág. 57.
(4) Ibídem, pág. 59 y sigs., con jurisprudencia anotada.
(5) Ibídem, pág. 9 y sig.
cunstancias el locador, podríamos decir, en muy poco se
perjudica. Ello en virtud de que, pese a la sustitución del
inquilino, sigue manteniendo el resguardo patrimonial garantizado por la persona y los bienes del fiador, que se ha
comprometido por el resto del plazo del contrato locativo
en sus obligaciones accesorias, y aún más en el caso de la
indebida retención del inmueble.
c) Imposibilidad de la subrogación contra el inquilino
original. Debemos convenir que fue propósito del art. 9º
de la ley 23.091, como el de los regímenes anteriores, el
de beneficiar por los problemas acuciantes de vivienda a
los terceros ocupantes del inmueble familiar locado.
Pero lo que no se tuvo en consideración fue que, por la
susodicha exclusión del inquilino original, puede resultar
perjudicado el fiador, que no ha podido prever ni tener en
miras las deudas que pudieren contraer los referidos ocupantes y que emerjan por incumplimiento, parcial o total,
del contrato de locación (ya fuere por alquileres, expensas,
daños y perjuicios, etcétera).
Lo expuesto naturalmente es así, en razón de que el garante pierde, en nuestro criterio, frente al inquilino excluido, la posibilidad de ejercer por subrogación el pedido de
reembolso de tales obligaciones que tuvo que pagar al locador (acreedor). Obsérvese que todo fiador, regularmente
y ab initio, al contraer sus obligaciones accesorias con
relación al contrato principal de locación tiene en cuenta
la situación patrimonial de su afianzado (inquilino). Por lo
tanto, puede ser azarosa su recuperación patrimonial, en
cuanto concierne a su legítimo reclamo frente a los continuadores locativos, si no cuentan estos últimos con un
respaldo económico suficiente.
El panorama puede variar en el futuro si, con la entrada
en vigencia del Código Civil y Comercial de la Nación, se
aplican algunas de sus disposiciones internas que, consideramos, pueden ayudar a aliviar el perjuicio sufrido por
el fiador, que ha pagado la deuda de los continuadores
locativos (ver apart. 10).
5
Extinción y falta de caducidad de la fianza
De conformidad con lo establecido por el art. 2042 del
CCN, “la fianza se extingue por la extinción de la obligación principal, y por las mismas causas que las obligaciones en general, y las obligaciones accesorias en particular”.
Lo expuesto tiene una razón determinante, dado que la
garantía es una obligación accesoria y, por ende, cuando
se produce la extinción de la obligación principal, queda extinguida aquella obligación por vía de consecuencia
(arts. 1986 y 525, CCN).
Una de las cuestiones que nos interesa abordar ahora,
en particular, se refiere a la operatividad de la extinción de
la fianza locativa, y en qué condiciones no, en el caso de
la imposibilidad para el garante de la subrogación en los
derechos del locador acreedor, por pérdida de las seguridades y los privilegios, tal como se verá seguidamente.
a) Extinción por hechos del acreedor. El art. 2043 del
CCN prevé: “La fianza se extingue también, cuando la
subrogación a los derechos del acreedor, como hipotecas,
privilegios, etc., se ha hecho imposible por un hecho positivo o por negligencia del acreedor”. Apunta en tal sentido el art. 2044 que “el artículo anterior sólo es aplicable
respecto a las seguridades y privilegios constituidos antes
de la fianza, o en el acto en que ésta se dio, y no a las que
se dieran al acreedor después del establecimiento de la
fianza”.
Hemos señalado oportunamente que, para que acontezca la extinción total o parcial de la fianza, es requisito que
la conducta del acreedor le ocasione un perjuicio cierto
y no hipotético al fiador. Por lo tanto, de no producirse
perjuicio alguno que sea consecuencia de ese hecho, la
extinción de la garantía no debe producirse.
Un fallo interesante que hemos anotado en su momento
es el relativo al hecho de permitir al locador extraer las
instalaciones o mercaderías del local arrendado en las circunstancias de realizarse el desalojo. Esto le ha permitido
al tribunal arribar a la conclusión de que se ha impedido al
fiador subrogarse en los derechos del acreedor para que,
una vez que pagara la deuda del inquilino, pudiera resarcirse del perjuicio sufrido. La conducta citada del acreedor, se ha dicho en el fallo, ha constituido una renuncia
a los privilegios que la ley le ha acordado sobre las cosas
existentes en la finca locada (arts. 3883 y 3885, CCN).
Como consecuencia, se ha declarado que la fianza debe te-
Buenos Aires, miércoles 6 de mayo de 2015
nerse por extinguida, a mérito de lo dispuesto por los arts.
2018, 2043 y 2046 del referido código(6).
b) Inoperatividad de su extinción. Régimen de la ley
23.091. Hemos expuesto precedentemente que, al concretarse la “cesión de la posición del contrato” a favor de los
ocupantes del inmueble alquilado, con arreglo al art. 9º
de la citada ley, la fianza contratada no se extingue (salvo
convenio que disponga lo contrario). Lo expuesto, en razón de que, pese a que la subrogación en los derechos del
acreedor sobre los bienes del inquilino cedente, como privilegios, hipotecas, etc., se ha hecho imposible, al retirarse
el inquilino en su calidad de tal, la garantía persiste por
voluntad de la propia ley.
Se constituirá, en este sentido, no obstante, un nuevo
privilegio por las cosas que tengan los continuadores de la
locación en la casa arrendada, garantizándose no sólo los
alquileres que se deban, sino las otras obligaciones contractuales, en los términos y las condiciones de los arts.
3883, 3884 y 3885 del CCN.
De ahí que, para el futuro, de emerger tales tipos de
obligaciones contraídas por los continuadores locativos
y de ser pagadas por el fiador, este podrá ejercer contra
aquellos la subrogación en los derechos y privilegios del
locador (acreedor).
Debe agregarse que este mismo sistema de cesión de
la posición contractual del inquilino, por voluntad de la
ley, sea por abandono de la finca o derivada de su fallecimiento, ha quedado plasmado en el nuevo Código Civil
y Comercial de la Nación. No obstante, y como lo hemos
adelantado, existe en el nuevo sistema la oportunidad jurídica de adoptar algunas medidas tuitivas a favor del fiador.
6
Régimen general sobre los contratos en la nueva ley
Salvo algunas diferencias de redacción, se mantienen en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación
(CCyCN) las disposiciones que regulan los efectos de los
contratos en lo que concierne a los sucesores de las partes
otorgantes. También son similares las normas que reglan
esos efectos en lo que concierne a los contratos de locación de inmuebles.
a) De los contratos en general. Dice el art. 1024 del
CCyCN en la materia: “Sucesores universales. Los efectos del contrato se extienden, activa y pasivamente, a los
sucesores universales, a no ser que las obligaciones que de
él nacen sean inherentes a la persona, o que la transmisión
sea incompatible con la naturaleza de la obligación, o esté
prohibida por una cláusula del contrato o la ley”.
Relativo a las sucesiones intestadas, el orden sucesorio
se mantiene conforme al régimen del Código Civil que se
deroga, por lo que rige, al efecto, lo que disponen los nuevos arts. 2424, 2426, 2431, sigs. y concs. del CCyCN, al
que nos remitimos por razones de brevedad.
En materia de terceros ajenos a las partes contratantes, también queda plasmado en el nuevo cuerpo legal el
mismo sistema legislativo hasta ahora vigente, salvo cuestiones de detalle. El art. 1021 dice: “Regla general. El contrato sólo tiene efecto entre las partes contratantes; no lo
tiene con respecto a terceros, excepto en los casos previstos por la ley”. Art. 1022: “Situación de los terceros. El
contrato no hace surgir obligaciones a cargo de terceros,
ni los terceros tienen derecho a invocarlo para hacer recaer
sobre las partes obligaciones que éstas no han convenido,
excepto disposición legal”.
b) De los contratos de locación. El nuevo Código Civil
y Comercial de la Nación, recogiendo la normativa de los
arts. 1496 y 1498 del CCN, más arriba expuestos, expresa,
en especial en materia locativa, lo siguiente: art. 1189:
“Transmisión por causa de muerte. Enajenación de la cosa locada. Excepto pacto en contrario, la locación: a. se
transmite activa y pasivamente por causa de muerte; b.
subsiste durante el tiempo convenido, aunque la cosa locada sea enajenada”.
Es así que el orden sucesorio se mantiene en cuanto
concierne a la transmisión por causa de muerte del locador
y del locatario. También perdura la locación si se enajena
el inmueble, y se transmite la calidad de locador en el nuevo adquirente del bien.
Pero rigen también, en la nueva normativa, las excepciones en cuanto guardan protección para los ocupantes
(6) Kenny, Héctor E., Fianza, cit., págs. 259 y 263, con citas de
doctrina y jurisprudencia.
del inmueble familiar arrendado, en caso de abandono o
fallecimiento del inquilino, revistiendo la calidad de sucesores a título particular (infra, apart. 7).
1º) En lo que sí se presentan variantes es en cuanto
al plazo máximo de la locación, ya que el nuevo Código
Civil y Comercial de la Nación los amplía respecto de los
vigentes, de acuerdo con el destino que se dé al inmueble
arrendado. Es así que el art. 1197 establece: “Plazo máximo. El tiempo de la locación, cualquiera sea su objeto, no
puede exceder de veinte años para el destino habitacional
y cincuenta años para los otros destinos. El contrato es
renovable expresamente por un lapso que no exceda de los
máximos previstos contados desde su inicio”.
Respecto del plazo mínimo legal del contrato locativo,
el art. 1198 establece: “Plazo mínimo de la locación de
inmueble. El contrato de locación de inmueble, cualquiera
sea su destino, si carece de plazo expreso y determinado
mayor, se considera celebrado por el plazo mínimo legal
de dos años, excepto los casos del artículo 1199. El locatario puede renunciar a este plazo si está en la tenencia de
la cosa”.
2º) Hay que tomar en cuenta, en especial, que con motivo de la posibilidad de que el plazo de la locación con
destino de vivienda, convenida entre locador y locatario,
pueda llegar con la reforma hasta veinte años resulta por
lo menos, a nuestro modo de ver, riesgosa o aleatoria la
concertación de un extenso tiempo locativo.
Ello es así por las posibles dificultades que pueden
emerger en caso de querer enajenar el locador propietario el inmueble cuando está ocupado y con un plazo locativo muy extenso. Sumado a esto, se deben considerar
las ­variantes inflacionarias que, aunque fueren atenuadas,
pueden redundar ciertamente en el precio del arrendamiento durante su transcurso, ya que resultaría ser imprevisible, en algunos casos, el escalonamiento correcto de su
quantum, con la suficiente anticipación.
7
Continuidad locativa por abandono o muerte
del inquilino en el nuevo código
Al tratar en su momento de la continuación de la locación por los ocupantes del inmueble alquilado, con ajuste
al art. 9º de la ley 23.091, nos hemos referido a que la
cesión del contrato locativo a favor de aquellos no actuaba
por la vía del acuerdo normal entre locador y locatario,
sino que se operaba ministerio legis por tratarse de una
norma de orden público.
a) Habíamos señalado, también, que por dicho texto
legal los ocupantes de la finca alquilada suceden a título particular al inquilino, sea por abandono o por fallecimiento, entrando en la posición jurídica que este tenía en
la locación. Se trata, así lo manifestamos, de la “cesión de
la posición contractual” que tenía el locatario y que exterioriza ope legis.
Esta posición contractual que se transmite engloba el
conjunto integral de los derechos y las obligaciones contractuales asumidas por el inquilino, y que resultaban cedidos por la ley. En orden a tal circunstancia, el locador
queda eliminado de todo consentimiento que pudiera dar,
para que dicha transferencia de derechos y obligaciones se
constituya legalmente (apart. 3, a).
b) Dice, al efecto, el art. 1190 del nuevo texto legal:
“Continuador de la locación. Si la cosa locada es inmueble, o parte material de un inmueble, destinado a habitación, en caso de abandono o fallecimiento del locatario, la
locación puede ser continuada en las mismas condiciones
pactadas, y hasta el vencimiento del plazo contractual, por
quien lo habite y acredite haber recibido del locatario ostensible trato familiar durante el año previo al abandono o
fallecimiento. El derecho del continuador en la locación
prevalece sobre el del heredero del locatario”.
Se debe cumplir como variante, según la norma y para
continuar la locación, que el ocupante haya recibido ostensible trato familiar por el inquilino por lo menos durante
el año previo al abandono o de su fallecimiento. Queda
expresado en el texto legal, con mayor claridad, el mejor
derecho del ocupante a la permanencia en la locación, prevaleciendo sobre los sucesores del locatario.
Son aplicables aquí, sobre el tema de los continuadores
de la locación y con las particularidades apuntadas con
arreglo a la nueva norma legal, las consideraciones que
hemos vertido más arriba sobre los pasos judiciales que
deben efectuar, para que se satisfagan sus pretensos dere-
3
chos, en cuanto a que se declare judicialmente su calidad
locativa.
Siempre dejando en claro que el procedimiento a seguir
se realizará con salvaguarda de los derechos e intereses
del locatario del cual se alega que abandonó el inmueble,
o bien de sus sucesores universales en caso de ocurrir su
fallecimiento, el cual, obviamente, debe ser demostrado
(ver apart. 3, d).
c) Concepto de la “cesión de la posición contractual”
en el nuevo régimen civil. Vía convencional. Los puntos
específicos doctrinales que hemos tratado sobre la cesión
de la posición contractual han quedado plasmados en el
texto de los arts. 1636 a 1640 del nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación, pero cabe hacer la salvedad de
que se encuentran circunscriptos a la cesión generada por
la vía convencional.
Adelantamos que el conocimiento de estas disposiciones que se incorporan, si se las compara con referencia
a las cesiones de la posición contractual actuada por ministerio de la ley (caso del art. 1190 del CCyCN), tiene
consecuencias diferentes en torno al tratamiento de las garantías constituidas por terceras personas.
Dejamos en claro que, para el presente estudio, únicamente haremos una reseña de los textos legales o partes
pertinentes de ellos que nos resulten provechosos para esclarecer las proyecciones de ambas clases de cesiones de
la posición contractual. Tanto las que pesen sobre los continuadores locativos como también sobre las obligaciones
accesorias formalizadas ab initio por terceros ajenos a la
susodicha relación.
d) Cesión de la posición contractual consentida. El art.
1636 del CCyCN define esta clase de cesiones de la siguiente manera: “Transmisión. En los contratos con prestaciones pendientes cualquiera de las partes puede transmitir a un tercero su posición contractual, si las demás
partes lo consienten antes, simultáneamente o después de
la cesión. Si la conformidad es previa a la cesión, ésta sólo
tiene efectos una vez notificada a las otras partes, en la
forma establecida para la notificación al deudor cedido”.
A su vez, el art. 1637 expresa en su primera parte:
“Efectos. Desde la cesión o, en su caso, desde la notificación a las otras partes, el cedente se aparta de sus derechos
y obligaciones, los que son asumidos por el cesionario”.
1º) Su alcance en el plano locativo: Cabe preguntarse,
en primer lugar, si es aplicable este régimen de la cesión de
la posición contractual consensuada en materia de locaciones de inmuebles. La respuesta debemos encontrarla por
su ubicación, en la parte de cesiones y sublocaciones en
el nuevo código, y será afirmativa siempre que se cumplan
los requisitos impuestos por la norma correspondiente.
Es así que el art. 1213 del CCyCN expresa sobre el tema: “Cesión. El locatario sólo puede ceder su posición contractual en los términos previstos en los artículos 1636 y
siguientes. La cesión que no reúna tales requisitos viola la
prohibición de variar el destino de la cosa locada. La prohibición contractual de ceder importa la de sublocar y viceversa. Se considera cesión a la sublocación de toda la cosa”.
Consecuencia de estos principios es que la cesión locativa, como la sublocación, habrá de tener lugar en cuanto
haya un consentimiento expreso del locador que lo permita. En caso negativo, rige la prohibición para el locatario
de constituir tales actos jurídicos de cesión y sublocación.
2º) La garantía en la cesión consensuada: Una segunda
cuestión que se presenta es la relativa a saber si en una
cesión de la posición contractual consentida la garantía
formalizada por un tercero para responder por las obligaciones principales del cedente del contrato pasa o no
automáticamente a quien le es transmitida la posición contractual como cesionario.
En tal sentido, el principio general aplicable a todos los
contratos, que es el art. 1640 del CCyCN, es concluyente
en cuanto dispone: “Garantías de terceros. Las garantías
constituidas por terceras personas no pasan al cesionario
sin autorización expresa de aquéllas”.
De modo tal que, por aplicación de las nuevas normas
que entrarán en vigencia, de establecerse una cesión de la
locación por el inquilino a otra persona, y aunque fuere
consentida por el locador, la garantía dada por un tercero a
favor del locatario no pasa al cesionario si no es autorizada
expresamente por el fiador.
Por lo tanto, será necesario, a nuestro criterio, que el
locador que esté de acuerdo con la cesión contractual del
locatario, para no tener problemas futuros, adopte las medidas de prevención necesarias para no perjudicarse. Estas
4
Buenos Aires, miércoles 6 de mayo de 2015
son: a) precaverse de tener, con antelación suficiente a la
cesión locativa, la conformidad del garante original de continuar en tal calidad respecto del inquilino cesionario; o b)
condicionar dicha cesión locativa a que se presente un nuevo garante a su satisfacción para que responda por las obligaciones del cesionario por el resto del plazo contractual.
3º) La garantía en la cesión de la posición del contrato
“ope legis”: Como resulta del art. 1640 del CCyCN, en
la hipótesis de existir una cesión de la posición contractual con prestaciones pendientes, y que fueren consentidas
por las demás partes, a las que se refiere el art. 1636 del
mismo dispositivo legal, las garantías constituidas por terceros no se transmiten al cesionario si no obra una autorización expresa del fiador en tal sentido.
De ahí se sigue, respetando la interpretación restrictiva del texto legal, y utilizando el argumento a contrario
sensu, que en el caso de existir una cesión de la posición
contractual no consentida, y que obra por “ministerio de la
ley” (tal como la continuación locativa por los ocupantes
de la finca alquilada, por abandono o fallecimiento del
locatario, en los términos y plazos del art. 1190, CCyCN),
las garantías constituidas por terceros continúan y son
transmitidas al continuador cesionario.
No está permitido, en tal supuesto, una manifestación
del garante que le permita dar por extinguida su obligación accesoria, y actúa en este caso el denominado “silencio de la ley”. De haber existido una voluntad presunta
del legislador, en el sentido de facultar al fiador para la
exclusión de su garantía, en este tipo de cesiones ope legis
hubiera quedado plasmada claramente en el texto legal.
8
Algunas apostillas sobre el concepto de contrato
de fianza
Haremos ahora algunas acotaciones de detalle que nos
parecen interesantes sobre lo que concierne al concepto
brindado respecto del contrato de fianza en el régimen actual, cotejado con las nuevas disposiciones sobre el mismo
tema que entrarán prontamente en vigencia.
a) Concepto de contrato de fianza en el código vigente.
El art. 1986 del CCN establece el carácter consensual del
contrato de fianza de la siguiente manera: “Habrá contrato
de fianza, cuando una de las partes se hubiere obligado
accesoriamente por un tercero, y el acreedor de ese tercero
aceptase su obligación accesoria”.
Este concepto contractual de la fianza surge del principio general sentado de que “hay contrato cuando varias
personas se ponen de acuerdo sobre una declaración de
voluntad común, destinada a reglar sus derechos” (art.
1137, cód. cit.).
El art. 1987 del CCN, a su vez, señala: “puede también
constituirse la fianza como acto unilateral antes que sea
aceptada por el acreedor”.
Parecería desprenderse una contradicción entre ambos
artículos, ya que, mientras que el art. 1986 caracteriza la
fianza como un contrato, el art. 1987 la considera como un
acto unilateral, antes de su aceptación por el acreedor.
Ya nos hemos abocado a este tema en un trabajo anterior, señalando que tal contradicción es aparente y fue
salvada por Acuña Anzorena. Expresaba este autor que
ambas disposiciones del Código han tenido como fuente
directa el Proyecto de Freitas, siendo que su art. 3285,
reproducido en el art. 1986 del Código argentino, se refería al carácter contractual de la fianza, mientras que el
art. 3286 fue reproducido parcialmente en el art. 1987 de
nuestro Código, en cuanto decía que “habrá fianza, como acto unilateral, antes de su aceptación por el acreedor,
cuando la fianza fuere legal o judicial” (lo puesto en bastardilla es nuestro).
De modo tal, concluía dicho autor que ambos artículos
de nuestro ordenamiento civil debían ser armonizados de
acuerdo con las fuentes del Proyecto de Freitas, y que al
correlacionarlos correspondía interpretar que, cuando la
fianza no era legal ni judicial, solo podía existir a condición de que la obligación accesoria contraída por el garante fuera aceptada por el acreedor, lo que ha estimado como
lógico(7).
Pronunciado en otros términos, diremos que el contrato
de fianza siempre requiere, para ser constituido como tal,
(7) Ibídem, pág. 9, con cita de Acuña Anzorena, en Salvat, Raymundo, Tratado de derecho civil. Contratos, t. III, nº 1981.b, pág. 234
y sigs.
el consentimiento del acreedor, a menos que se trate de la
fianza legal o judicial, en cuyas hipótesis dicho consentimiento es innecesario.
El supuesto previsto del art. 1987 del CCN se trata de
una “promesa de fianza” y, mientras no haya sido aceptada
por el acreedor, el fiador puede retractarse de ella. A menos que quien realizó la oferta hubiere renunciado a la facultad de retirarla, o bien se hubiese obligado al hacerla a
mantenerla hasta una época determinada (art. 1150, CCN).
b) Concepto de contrato de fianza en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación. Dice el art. 1574 del CCyCN,
en su primera parte: “Concepto. Hay contrato de fianza
cuando una persona se obliga accesoriamente por otra a satisfacer una prestación para el caso de incumplimiento...”.
En nuestra simple opinión, consideramos que no se
ha brindado en este supuesto un concepto del contrato de
fianza, sino que, más bien, en forma similar al art. 1987
del CCN, se refiere a una “promesa de fianza”, que mientras no haya sido aceptada por el acreedor el fiador puede
retractarse de ella.
Corroboran dicha aserción diversas disposiciones generales contenidas en el nuevo Código Civil y Comercial
destinadas a caracterizar a los contratos. Es así que el art.
957 define el contrato como “el acto jurídico mediante el
cual dos o más partes manifiestan su consentimiento para
crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones
jurídicas patrimoniales”.
Por otra parte, el art. 971, en cuanto a la formación del
consentimiento, expresa que “los contratos se concluyen
con la recepción de la aceptación de una oferta o por una
conducta de las partes que sea suficiente para demostrar la
existencia de un acuerdo”.
Respecto de los términos de la oferta y de su posibilidad de retractación por el fiador en el nuevo régimen legal,
invitamos a la lectura de los arts. 972 a 975, que reglan
sobre la formación del consentimiento para la existencia
de los contratos.
9
Extensión de la fianza en el nuevo régimen
Sin perjuicio de operarse reformas en el tema de las garantías accesorias, en el nuevo Código Civil y Comercial
de la Nación no encontramos, como ya se adelantó más
arriba, mayores cambios en la situación jurídica del fiador
con relación a los contratos locativos y en los casos de la
continuación del uso del inmueble por abandono o fallecimiento del inquilino.
En tales situaciones, reiteramos, el garante responde
igual, accesoria y ampliamente, por todas las obligaciones
emergentes del contrato principal y hasta su vencimiento, a menos que hubiese celebrado un pacto expreso en
contrario con el acreedor. También responde el fiador, por
similares razones, por las obligaciones emergentes por la
no devolución en término del inmueble arrendado.
a) Fundamentos en la nueva ley. Si bien es cierto que
no existe una cláusula tan abierta y concluyente como la
del art. 1582 del CCN, que explicita que salvo pacto en
contrario las fianzas o cauciones obligan a sus prestadores
no únicamente al pago de los alquileres, sino a todas las
demás obligaciones contractuales, encontramos otras, no
obstante, en el nuevo código, que consideramos aplicables
en forma similar a este tipo de fianzas.
Es la que contiene, en primer lugar, el art. 1580 del
CCyCN cuando expresa: “Extensión de la fianza. Excepto
pacto en contrario, la fianza comprende los accesorios de
la obligación principal y los gastos que razonablemente
demande su cobro, incluidas las costas judiciales”.
El art. 856, 2ª parte, del mismo código define así a las
obligaciones accesorias: “Los derechos y obligaciones son
accesorios a una obligación principal cuando dependen de
ella en cualquiera de los aspectos precedentemente indicados, o cuando resultan esenciales para satisfacer el interés
del acreedor”.
Debemos tener presente que los accesorios de la obligación principal pueden tener su fuente, según la doctrina,
en el acuerdo de las partes, o bien generados por la ley.
Respecto de estos últimos se encuentran, a título enunciativo, las obligaciones establecidas para responder por
los daños y perjuicios generados por el incumplimiento en
tiempo y forma de las prestaciones debidas por el deudor
(por ejemplo: retención indebida del inmueble alquilado).
En cuanto a las obligaciones accesorias acordadas por las
partes, se pueden citar las que se contraen para asegurar el
cumplimiento de una obligación principal, tal como son
las cláusulas penales.
b) Amplitud temporal de la garantía. Por otra parte,
el art. 1225 del referido cuerpo legal especifica, a su vez,
en materia locativa, lo que ya estaba establecido en el art.
1582 bis del CCN en cuanto a la extensión temporal de la
fianza.
Dice así el art. 1225, CCyCN: “Caducidad de la fianza.
Renovación. Las obligaciones del fiador cesan automáticamente al vencimiento del plazo de la locación, excepto
la que derive de la no restitución en tiempo del inmueble
locado. Se exige el consentimiento expreso del fiador para
obligarse en la renovación o prórroga expresa o tácita, una
vez vencido el plazo del contrato de locación. Es nula toda
disposición anticipada que extienda la fianza, sea simple,
solidaria como codeudor o principal pagador, del contrato
de locación original”.
Este artículo en comentario prevé la cesación de las
obligaciones accesorias del garante en forma automática
por el vencimiento del plazo del contrato locativo, salvo su
no reintegro puntual en la fecha estipulada.
La ilegítima retención del inmueble cumplido el plazo
contractual puede deberse, como lo expusimos en forma
reiterada, a la conducta del inquilino, o bien de los continuadores de la locación, por los cuales el garante también
debe responder (apart. 7, d, 3º).
10
Sobre la responsabilidad por daños al fiador
En todas las circunstancias apuntadas a lo largo de este
artículo hemos expuesto que el garante tiene siempre a su
cargo la obligación accesoria de responder por las obligaciones incumplidas del contrato locativo. Esto se aplica
aun en el caso de procederse a la cesión de la posición
contractual del inquilino a los ocupantes del inmueble, cuya fuente operativa está en la voluntad de la ley.
Ahora, corresponde tratar unos casos inversos, que son
los de la posibilidad de que el garante pueda accionar por
el valor de la pérdida sufrida cuando se produce: a) un
agravamiento del daño producido a su patrimonio, efectuado por el acreedor damnificado, y b) en las situaciones
en que el inquilino abandone el inmueble sin causas que lo
justifiquen debidamente.
a) Agravamiento del daño por el acreedor damnificado.
Hemos tenido oportunidad de referirnos a este tópico en
nuestra obra sobre la fianza locativa.
Planteamos el caso de que, en vigencia del plazo contractual, mientras los alquileres y demás obligaciones del
locatario (o bien sus continuadores, ahora agregamos) se
siguen devengando, el locador se refrena de ejecutarlos
aunque estuviera en las condiciones de hacerlo, dado que
cuenta con la seguridad de que, si aquellos no pagan la
deuda, de cualquier modo puede recaer su cobro sobre los
bienes del garante.
En dicho supuesto hemos expresado que el acreedor
que no contribuye, dada su conducta dilatoria y voluntaria, en el marco de sus medios disponibles, para que se
constriña y modere la importancia del daño que pueda sufrir el fiador, persiguiendo una excesiva acumulación de
reclamos, puede calificarse como alguien que no actúa de
buena fe, y encima con abuso de su derecho.
Se ha sostenido, y con razón, que esta falta del deber
de colaboración del locador perjudicado, que con su demora acciona luego contra el garante pero produciéndole
un perjuicio cierto y agravado, al no adoptar las medidas
racionales y útiles para morigerar el daño, motiva como
efecto que la cuota del daño producida causalmente de
esa circunstancia corresponde que sea considerada como
ocasionada o provocada por él, y en esa medida no es susceptible de resarcimiento(8).
En el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación se
ha legislado expresamente sobre la materia, y la norma
que la trata puede ser de plena aplicación en la hipótesis
del agravamiento del daño al fiador locativo.
Nos referimos concretamente al art. 1729, que dice así:
“Hecho del damnificado. La responsabilidad puede ser excluida o limitada por la incidencia del hecho del damnificado en la producción del daño, excepto que la ley o el
contrato dispongan que debe tratarse de su culpa, de su
dolo, o de cualquier otra circunstancia especial”.
(8) Ibídem, pág. 218 y sigs., con referencias de legislación, doctrina y
de proyectos de reformas al Código Civil argentino.
Buenos Aires, miércoles 6 de mayo de 2015
b) Responsabilidad por daños del exinquilino. Nos referiremos concretamente al caso de abandono del inmueble arrendado que ha efectuado el locatario, dejando a sus
ocupantes en las condiciones de seguir haciendo uso y goce del inmueble como continuadores locativos y en virtud
del privilegio que les concede la legislación en la materia.
Cuando ese acto del abandono de la finca por el inquilino puede llegar a ser calificado como injustificado y que ha
sido, con la intención encubierta o no, de abstraerse finalmente de sus obligaciones contractuales, y eso produce daños al garante (quien debe responder por los continuadores
locativos ante el locador por sus obligaciones accesorias),
se trata entonces de una acción antijurídica de aquel, dado
lo cual, estimamos, debe reparar el daño causado.
Este deber de reparar el daño producido por el exinquilino al fiador locativo surge, en nuestro concepto, de la
aplicación de diversas normas del nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación.
En primer lugar, el art. 1710, en su primera parte, establece: “Deber de prevención del daño. Toda persona tiene
el deber, en cuanto de ella dependa, de: a. evitar causar un
daño no justificado; b. adoptar, de buena fe y conforme a
las circunstancias, las medidas razonables para evitar que
se produzca un daño, o disminuir su magnitud...”.
En segundo término, el deber de reparar el daño surge
de varias hipótesis generadas por la ley. En efecto, señala
el art. 1716: “Deber de reparar. La violación del deber de
no dañar a otro, o el incumplimiento de una obligación,
da lugar a la reparación del daño causado, conforme con
las disposiciones de este Código”. En cuanto al daño, como acto antijurídico, queda precisado en el siguiente art.
1717: “Antijuridicidad. Cualquier acción u omisión que
causa un daño a otro es antijurídica si no está justificada”.
Por último, el exinquilino que cause u ocasione un daño
al garante, en los términos antes expuestos, entra en la
calificación de sujeto responsable y por ello debe reparar
los perjuicios. Es así que el art. 1749 establece: “Sujetos
responsables. Es responsable directo quien incumple una
obligación u ocasiona un daño injustificado por acción u
omisión”.
La reparación de los daños por el exinquilino entra en
la categoría de obligaciones concurrentes con la de los
continuadores locativos, por lo cual el fiador que ha pagado la deuda al locador puede promover su pretensión
de cobro contra uno de ellos, o todos los deudores, simultánea o sucesivamente, como surge de las disposiciones
legales que se citan del nuevo código(9).
El art. 850 del CCyCN señala al respecto: “Concepto.
Obligaciones concurrentes son aquellas en las que varios
deudores deben el mismo objeto en razón de causas diferentes”. En cuanto a sus efectos, el art. 851 expresa en
sus primeros párrafos: “Excepto disposición especial en
contrario, las obligaciones concurrentes se rigen por las
siguientes reglas: a. el acreedor tiene derecho a requerir el
pago a uno, a varios o a todos los codeudores, simultánea
o sucesivamente; b. el pago realizado por uno de los deudores extingue la obligación de los otros...”.
11
Atribución del uso de la vivienda familiar alquilada
Hemos tratado, hasta aquí, algunos de los aspectos más
esenciales de la ocupación por terceros como continuadores
locativos del inmueble que originalmente tenía contratado
el locatario hasta el vencimiento del plazo contractual.
En el sistema operado por el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación también pueden terceras personas seguir teniendo el uso y goce de la finca arrendada aunque se
vaya el inquilino, pero sin revestir la calidad de locatarios.
Nos referimos concretamente a las situaciones que se
producen cuando se atribuye la vivienda familiar alquilada
en los casos de divorcio y de la denominada “unión convivencial”, como veremos.
a) Efectos del divorcio. Quedan institucionalizadas en
el nuevo régimen algunas pautas a seguir cuando se produce el divorcio, previéndose, entre otros efectos, el establecimiento de un convenio regulador amplio entre las partes
involucradas que, para su validez, debe ser homologado
judicialmente, y que habrá de regirlos en el futuro (arts.
439 al 445, CCyCN).
(9) Sobre el concepto de obligaciones concurrentes, ver Ameal, Oscar J., en Código Civil Anotado, Belluscio (dir.), Zannoni (coord.), t. 3,
pág. 304, comentario al art. 699 del CCN.
No es propósito de este trabajo explayarnos sobre todo
su contenido, sino que nos circunscribiremos a lo atinente
a la atribución del uso de la vivienda familiar a favor del
cónyuge no locatario.
Dice el art. 444 del CCyCN, en su primera parte:
“Efectos de la atribución del uso de la vivienda familiar.
A petición de parte interesada, el juez puede establecer:
una renta compensatoria por el uso del inmueble a favor
del cónyuge a quien no se atribuye la vivienda; que el
inmueble no sea enajenado sin el acuerdo expreso de ambos; que el inmueble ganancial o propio en condominio
de los cónyuges no sea partido ni liquidado. La decisión
produce efectos frente a terceros a partir de su inscripción
registral”.
También establece el art. 444, en su segunda parte, que
nos resulta de interés : “Si se trata de un inmueble alquilado, el cónyuge no locatario tiene derecho a continuar en la
locación hasta el vencimiento del contrato, manteniéndose
el obligado al pago y las garantías que primitivamente se
constituyeron en el contrato”.
No obstante los términos amplios que indica la norma,
la atribución del uso de la vivienda familiar alquilada puede quedar restringida, según lo determina el art. 445: “Cese. El derecho de atribución del uso de la vivienda familiar
cesa: a. por cumplimiento del plazo fijado por el juez; b.
por cambio de las circunstancias que se tuvieron en cuenta
para su fijación; c. por las mismas causas de indignidad
previstas en materia sucesoria”.
Según se puede observar, en estos supuestos de atribución del uso de la vivienda familiar al cónyuge no locatario no se produce un cambio en la posición contractual del
otro cónyuge, ya que este permanece ligado en el carácter
de inquilino y debe seguir respondiendo por todas las obligaciones emergentes del contrato y hasta su vencimiento.
Del mismo modo, no se modifica para nada la situación
del garante, quien, según el art. 444, continúa como responsable por sus tomadas obligaciones accesorias por todo
el plazo de la locación (salvo pacto en contrario formulado
con anterioridad).
En cuanto al locador, el convenio de atribución del
uso de la finca locada es res inter alios acta, por lo cual
sus efectos jurídicos quedan limitados a las partes que lo
realizaron. No puede afectarlo por no haber sido parte de
aquel, y tanto más que no existen cambios en cuanto a los
obligados principal y accesorio del contrato locativo que
pudieran contrariar sus intereses.
b) Cese de la unión convivencial. Según el art. 509 del
CCyCN, se entiende por unión convivencial la que está
“basada en relaciones afectivas de carácter singular, pública, notoria, estable y permanente de dos personas que
conviven y comparten un proyecto de vida común, sean
del mismo o de diferente sexo”.
Si se produce el cese de la unión convivencial, formalizada en los términos de la nueva ley, y en forma similar a los efectos del divorcio, las partes pueden convenir,
mediante intervención judicial, que se atribuya el uso de
la vivienda familiar alquilada al conviviente no inquilino.
Su regulación está fijada en el art. 523, segunda parte, del
CCyCN, que expresa: “Si se trata de un inmueble alquilado, el conviviente no locatario tiene derecho a continuar
en la locación hasta el vencimiento del contrato, manteniéndose el obligado al pago y las garantías que primitivamente se constituyeron en el contrato. El derecho de
atribución cesa en los mismos supuestos previstos en el
artículo 445”.
Dada la similitud de este texto legal con lo normado en
el caso de divorcio, en cuanto a la atribución del uso de la
vivienda familiar a quien no es el inquilino, son aplicables
los mismos principios y consideraciones efectuados en el
ítem anterior (a), en cuanto a que se mantienen intangibles
las posiciones del locatario y del fiador, al igual que la del
locador del inmueble.
12
Colofón
Queremos señalar, dando un cierre a este trabajo, que
nos ha motivado a hacerlo el deseo de lograr un mayor
sentido de justicia en lo que concierne a los derechos y las
obligaciones de todos los involucrados en el tema de las
locaciones urbanas (locadores, locatarios y fiadores).
Pensamos, eso sí, que se ha perdido, con la reforma
instituida, una oportunidad de cambio en el tema relativo
a los ocupantes del inmueble alquilado que siguen como
5
continuadores locativos cuando el arrendatario hace abandono de la finca locada. No se ha tomado en cuenta, pese
a la experiencia dada por los años sobre la materia, que
muchas veces dicho abandono obedece, por parte de quien
lo hace, al mero propósito de eludir sus obligaciones tomadas contractualmente, y perder así su condición de inquilino por su sola y exclusiva voluntad.
Obsérvese que, con una muestra de mayor fineza jurídica, y con el ojo puesto en la realidad cotidiana, el legislador, en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación,
ha dado un régimen distinto en los casos en que se atribuye por convenio y contando con la homologación judicial
el uso y goce del inmueble locado al cónyuge o conviviente no locatario, pero sin excluir para nada al inquilino
titular, que sigue en esa calidad por todo el plazo locativo,
al igual que permanece la garantía frente al arrendador.
No obstante lo expuesto, persistimos en nuestra opinión
de que el fiador locativo puede formular, conforme a las
nuevas normas que entrarán prontamente en vigencia sobre responsabilidad por daños y con un cabal sentido de
justicia, sus pretensiones por resarcimiento de los perjuicios patrimoniales sufridos.
En tal sentido, puede proceder su reclamo pidiendo que
se pongan límites equitativos a su obligación de resarcir al
locador ante su postura remisa en cobrar su crédito al deudor principal. También entendemos que, en su caso, está
facultado para demandar su pretensión resarcitoria frente
al exinquilino, en cuanto le haya ocasionado por el abandono de la finca alquilada una merma en su patrimonio
al tener que responder injustificadamente por los terceros
ocupantes.
Podemos considerar, por último, que en estas concretas
hipótesis, y de prosperar la pretensión del garante locativo,
se hará justicia, teniendo presente la definición que sobre ella
da Ulpiano: “Iustitia est constans et perpetua voluntas ius
suum cuique tribuendi” (“La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar [conceder] a cada uno su derecho”).
VOCES: CONTRATOS - LOCACIÓN - FIANZA - CÓDIGOS CÓDIGO CIVIL
JURISPRUDENCIA
Nulidad Procesal:
Medios de prueba: teléfono celular hallado en
lugar público; validez; improcedencia de la
nulidad. Procesal Penal: Instrucción:
denuncia; prueba existente en un teléfono celular.
Corresponde confirmar la resolución que rechaza la solicitud de nulidad de la denuncia formulada a la cual se acompañó con el teléfono celular que contenía un video que mostraba conductas de abuso sexual a un menor, pues el teléfono
celular fue encontrado en un lugar público y, al revisarlo
para identificar a su propietario, se accedió a los archivos de
fotos y videos que, puestos en conocimiento de la autoridad
policial, promovieron un proceso penal. A.L.R.
58.697 – CNCrim. y Correc., sala de Feria A, enero 15-2015. – C. Q.,
A. G. Nulidad (causa nº CCC 8796/2014/2/CA2).
Buenos Aires, 15 de enero de 2015
Y Vistos:
Convoca al Tribunal el recurso de apelación interpuesto
por la defensa contra el auto de fs. 6/9, en cuanto no hizo
lugar a la nulidad interpuesta respecto de la denuncia de
T. V. C. y del aporte que hiciera en ese acto del teléfono
celular marca N... con IMEI .../.../.../...
El juez Julio Marcelo Lucini dijo:
El recurrente ha centrado sus agravios en que V. C.
compulsó los archivos digitales que tenía almacenados en
la memoria del aparato, de los cuales se desprenderían las
conductas que son objeto de esta investigación, afectando
así el derecho a la privacidad contenido en los arts. 18, 19
y 33 de la Constitución Nacional, art. 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y art. 17, incs. 1 y 2
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en
función del art. 75, inc. 22, de la Carta Magna.
Fundamentó su postura en que la Convención Interamericana de Derechos Humanos establece que “El artículo
11 de la Convención prohíbe toda injerencia arbitraria o
6
Buenos Aires, miércoles 6 de mayo de 2015
abusiva en la vida privada de las personas, enunciando
diversos ámbitos de la misma como la vida privada de sus
familias, sus domicilios o sus correspondencias”. Y que
en ese sentido el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido que: “el ámbito de la privacidad se caracteriza por quedar exento o inmune a las
invasiones o agresiones abusivas o arbitrarias por parte
de terceros o de la autoridad pública” (“E. y otros vs. B.,
rta. 6/07/2009).
El artículo 18 de la Constitución Nacional dispone la
inviolabilidad de domicilio, la correspondencia epistolar y
los papeles privados. No caben dudas respecto a que dentro de esa enunciación quedan comprendidas también las
comunicaciones de cualquier tipo, sean correos electrónicos, llamados telefónicos o mensajes de texto, entre otros.
Sobre ello prácticamente no hay controversia jurisprudencial ni doctrinaria.
No obstante, en los casos “F.”, “A.” y “F. P.” de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, y “K.” y “L.” de la Cámara Federal de Casación Penal, se advierte una postura
cautelosa tendiente a evitar una extensión de esa protección más allá de la letra de la norma.
Ante la razonabilidad de su aplicación entonces, corresponde determinar ahora en qué circunstancias los archivos
multimedia pueden ser objeto de la tutela que establece
nuestra Carta Magna.
Así es evidente que la protección otorgada tiene por
finalidad garantizar el respeto a la vida privada de la persona en sus ámbitos más íntimos, por lo que resulta difícil
excluir a los registros audiovisuales que un individuo conserva en su computadora personal, sea en una memoria de
almacenamiento (pendrive) o, como en este supuesto, en
un teléfono móvil.
El avance de la tecnología y el desarrollo de los medios de comunicación obligan necesariamente a extender
el resguardo a todos aquellos objetos que se encuentran
“dentro de la esfera de custodia de cada individuo” y
que contengan datos de su vida privada, reveladores de su
personalidad que desea preservar.
En este sentido la Sala II del Tribunal Constitucional
de España ha entendido que “si no hay duda de que los
datos personales relativos a una persona individualmente
considerados (...), están dentro del ámbito de la intimidad
constitucionalmente protegido, menos aún puede haberla
de que el cúmulo de la información que se almacena por
su titular en un ordenador personal, entre otros datos sobre
su vida privada y profesional (en forma de documentos,
carpetas, fotografías, videos etc.) –por lo que sus funciones podrían equipararse a los de una agenda electrónica–,
no sólo forma parte del mismo ámbito, sino que además a
través de su observación por los demás pueden descubrirse
aspectos de la esfera más íntima del ser humano” (Sentencia 173/2011, del 7/11/11).
Partiendo de tal premisa, debe analizarse si la intromisión de T. V. C. en el teléfono de C. Q. resultó o no
ilegítima y si, por lo tanto, la denuncia que radicara como
consecuencia del contenido de los videos allí contenidos
puede ser admitida en el proceso.
A diferencia de lo sostenido por el juez de la anterior
instancia, entiendo que el imputado no renunció a su expectativa de privacidad por el solo hecho de haber olvidado el teléfono en el comercio de la denunciante.
El Diccionario de la Real Academia Española define la
renuncia como la “dimisión o dejación voluntaria de algo
que se posee, o del derecho a ello”.
No caben dudas que quien olvida sus pertenencias en
la vía pública no las está abandonando voluntariamente,
aunque sí las coloca en una situación de exposición frente
a terceros que condiciona su expectativa de privacidad.
En definitiva, doy por sentado que la renuncia implica
un acto voluntario que no se verifica en el legajo y que
haber dejado por descuido el objeto en un lugar de acceso
público relativiza el nivel de protección que la normativa
privilegia.
En este aspecto, A. C. enseña que para que el ámbito
de privacidad sea digno de tutela, será necesario por un
lado que el individuo se haya comportado de manera tal
de exhibir un interés en mantenerlo; al tiempo que la expectativa de privacidad deberá ser una que el Estado esté
dispuesto a reconocer como razonable (Garantías constitucionales en el proceso penal, ed. Hammurabi, pág. 438).
Resulta difícil sostener la existencia de una invasión al
ámbito privado cuando el objeto fue dejado en un lugar de
acceso público.
La actitud de quien lo encuentra y lo revisa en aras de
identificar a su titular para reintegrarlo no resulta ilegítima, máxime si se tiene en cuenta que el teléfono se hallaba en su local de comidas y, por consiguiente eventualmente bajo su égida.
En este aspecto, la jurisprudencia norteamericana ha
entendido que la persona tiene una expectativa de privacidad respecto de los bienes que tiene dentro de su domicilio
(United States Supreme Court, “Payton v. New York”, 445
US 573, citado en “La investigación penal y las garantías
constitucionales”, Ricardo Matías Pinto, Ed. La Rocca,
Buenos Aires, 2009, pág. 232), postura que comparto aunque con la aclaración que el vocablo “domicilio” que allí
se utiliza, debe ser entendido como la esfera de custodia o
ámbito inmediato de protección.
En el contexto en análisis un tercero accedió a la información, con la única finalidad aparente de individualizar a
su dueño, ya que una vez que ese objetivo se interrumpió
por el hallazgo que lo sorprendió, concurrió a la prevención en un lapso prudente e hizo entrega del celular.
Cabe recordar que si bien el artículo 2534 del Código Civil dispone que el que hallare una cosa perdida y no supiere
la identidad de su titular debe entregarlo al juez más cercano o a la policía del lugar, pero lo cierto es que es usual
que sea el particular quien primero intente dar con su dueño
y lo restituya, para lo cual obviamente debe previamente
examinarlo. Además, el teléfono olvidado por C. Q. carecía
de un chip de una compañía prestataria de servicios, lo que
posiblemente dificultaba aún más contactar a su usuario.
Ante ese panorama es posible afirmar que el acceso a
los archivos de fotos y videos se presume de buena fe y
sólo para determinar si conocía al propietario. De otra manera no lo hubiese luego puesto a disposición de la autoridad, sino que se habría apoderado del objeto.
Resta determinar si el Estado puede utilizar la novedad
que el particular puso en su conocimiento para dar inicio a
una investigación criminal.
En tal sentido debe recordarse que las reglas de exclusión de la prueba ilegalmente obtenida buscan evitar que
el Estado se beneficie, o eventualmente construya sus sentencias, como consecuencia de un acto que los funcionarios hayan desplegado transgrediendo las normas (Corte
Suprema de Justicia de la Nación, “C. H.”, Fallo 46:36;
“M., L.” Fallo 303:1938).
De tal manera, no es nula la actuación de un particular
que no interviene como funcionario, en tanto las garantías
constitucionales, en principio, tienen como fin proteger
al imputado frente al poder estatal. Por ello, la exclusión
de la prueba obtenida ilegítimamente sólo procede contra
actos que provengan de órganos estatales. En ese aspecto
se sostiene que “la regla de exclusión probatoria requiere
que la evidencia obtenida sea la consecuencia directa o
indirecta de la violación por parte del gobierno a las enmiendas cuarta, quinta y sexta de la Constitución” (Corte
Suprema de los Estados Unidos, fallos: “Weeks v. U.S.”,
232 U.S. 383, 398 –1914–; “Mapp v. Ohio”, 367 U.S.
643, 654 –1961–, citado en C.C.C., Sala VI, causa nro.
1259/2012 “G., R. N.”, rta. 3/10/2012, entre otras).
En la misma línea se dijo “la Corte Suprema norteamericana ha sostenido que la cuarta enmienda constitucional no se aplica a registros, aun cuando sean irrazonables, que son practicados por un individuo particular que
no actúa como un agente del gobierno. De esta manera no
puede presentar una afectación a las garantías constitucionales, y por ello no puede ocurrir un caso de exclusión
de la prueba, por ser el producto de un acto gubernamental ilegal” (“Pinto...”, ob. cit. Pág. 233, en la que se citó:
“United States v. Millar”, 425 US 435).
En síntesis, la información que el Estado obtenga de un
particular en situación como la aquí estudiada no puede
ser excluida como indicio válido para iniciar un proceso
penal y, en consecuencia, no advirtiéndose una violación
a las garantías consagradas en nuestra Constitución Nacional, voto por homologar la decisión recurrida.
El juez Juan Esteban Cicciaro dijo:
Con arreglo a la propuesta formulada por el juez Lucini, el rechazo del planteo de nulidad debe confirmarse.
El caso reporta circunstancias particulares que conducen
a desechar cualquier afectación a la intimidad o privacidad
(arts. 18 y 19 de la Constitución Nacional) y, de igual modo, no se ha verificado una injerencia arbitraria o abusiva
en la vida privada del imputado Á. G. C. Q. (art. 11 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos).
Debe puntualizarse en ese orden que el teléfono celular
fue dejado –olvidado o no– en un lugar que oficia como
sitio de comidas al que accede públicamente cualquier
persona (fs. 1 y 9).
Como indica la experiencia común –uno de los sustratos de la sana crítica–, es habitual en la vida cotidiana el
hallazgo de dispositivos de tal naturaleza, sean perdidos
o previamente sustraídos, como también lo es que quien
encuentra un teléfono en tales circunstancias pretenda devolverlo.
T. V. C. es quien explota el lugar y luego de que se retirara el sujeto que adquiriera comida, encontró el teléfono.
Aquella se trata de una persona de nacionalidad ..., de 32
años de edad y que reside en el país desde hace tres años.
Harto improbable es que, al tiempo del hallazgo, conociera las disposiciones del art. 2534 del Código Civil,
que reza: “Si el que hallare la cosa no supiese quién era
el dueño, deberá entregarla al juez más inmediato, o a la
policía del lugar, los que deberán poner avisos de treinta
en treinta días”; como tampoco podría achacársele que no
examinara el teléfono de modo tal que esquivara –conocimientos especiales mediante– cualquier dato o contenido
que pudiera invadir la intimidad o privacidad de quien lo
utilizaba.
No otro móvil que el de concretar el reintegro del aparato se desprende de su conducta y una de las maneras
dirigidas a tal fin, razonablemente –el aparato carecía de
chip–, consistía en comparar alguna fotografía que pudiera
contener el dispositivo con aquellas personas que en la
mañana del 16 de enero de 2014 se habían constituido en
su local. Precisamente, a fs. 9 vta. dijo haber visto a una
persona “en las fotos”.
Debe recordarse que ningún proceso penal se había iniciado y que evidentemente lo que ocurrió fue un hallazgo
de las imágenes involucradas, extremo éste que concita
cierto parecido con la situación que emerge de la autorización prevista en el art. 224 in fine del Código Procesal
Penal en ocasión de un registro domiciliario.
Por lo demás, el hecho de que en menos de 24 horas
se constituyera en una comisaría para dar cuenta de tal
hallazgo, evidencia un prudente y razonable proceder –al
cabo, paradojalmente, satisfizo aquello que manda la norma civil aludida–, de modo que puede inferirse su buena
fe, pues como lo ha sostenido nuestra Corte Federal ya
en el siglo XIX (1871), “...es también un principio de
derecho que todo hombre se reputa bueno, mientras no se
le pruebe lo contrario” (Fallos: 10:338, citado en Fallos:
321:3630).
Como podrá verse, V. C. no se ha quedado con el teléfono ni se advierte que su conducta se hubiera encaminado
a conocer datos de la vida privada de una persona a la que,
a la sazón, no conocía.
La denunciante no reviste la condición de funcionaria
pública. En torno a la prueba aportada por particulares, en
base a un texto constitucional análogo, “la jurisprudencia
norteamericana ha considerado que cuando un ciudadano
privado entrega pruebas de un delito a un oficial de policía, no se entiende que la prueba esté manchada de ilegalidad, y tradicionalmente se la ha juzgado admisible ante el
Tribunal” (Corwin, E. S., La Constitución de los Estados
Unidos y su significado actual, Editorial Fraterna, Buenos
Aires, 1987, p. 463).
Igual orientación ha seguido nuestra jurisprudencia al
respecto, en el sentido de que las grabaciones constituyen prueba documental, de suyo válidas, en la medida en
que se trata de la documentación de un hecho histórico
acaecido, en el marco del criterio de no taxatividad de los
medios de prueba (CFCP, Sala IV, causas números 847,
“W., C.”, del 30-10-1998 y 1390, “P., D.”, del 7-9-1999;
en igual sentido, de la Sala VII de esta Cámara, causa Nº
27.283, “G., N.”, del 20-9-2005).
A mayor abundamiento, debe apuntarse que se está en
presencia de una gravosa imputación, según la cual C. Q.
habría obligado reiteradamente a un menor de seis años de
edad a practicarle sexo oral aprovechando la situación de
convivencia preexistente, práctica que era filmada.
Sucesos de tales características evocan las disposiciones de la Convención sobre los Derechos del Niño, cuya
aplicación cabe a las autoridades judiciales (arts. 6, 16, 19
y concordantes) –de la Sala VII de esta Cámara, causa Nº
41.024, “O., C.”, del 31-5-2011–.
Por ello y de conformidad con lo dictaminado oralmente por el Ministerio Público Fiscal en la audiencia, debe
confirmarse lo resuelto.
7
Buenos Aires, miércoles 6 de mayo de 2015
En consecuencia, esta Sala resuelve: Confirmar el auto
documentado a fs. 6/9 de este incidente, en cuanto fue materia de recurso.
Devuélvase y sirva lo proveído de atenta nota de envío. –
Juan E. Cicciaro. – Julio M. Lucini (Sec.: María D. Gallo).
Cheque:
Al portador: transmisión; endoso; efectos; rechazo; mora; configuración.
1– Tratándose de cheques que fueron librados al portador sin
indicación del beneficiario del título, su transmisión se realiza por la simple entrega, conforme lo establece el art. 12,
último párrafo, de la ley 24.452, sin que resulte óbice a ello
que al dorso de los cheques consten endosos efectuados por
terceros, ya que el cheque al portador que es endosado continúa siendo al portador, por lo que la legitimación activa se
funda en la simple tenencia del documento sin que funcione
la presunción del art. 17 de la Ley de Cheques.
2– Un endoso puesto en un cheque al portador no influye en el
modo de transmisión del documento, que continúa legitimando al tenedor que lo ha recibido por la simple entrega, el cual
podrá cobrar el cheque y ejercer las acciones emergentes del
título, y el banco paga bien si lo hace al tenedor, aunque este
no integre la cadena de endosos.
3– El endoso puesto en un cheque librado al portador ha sido calificado como un endoso atípico, puesto que produciría
efectos traslativo y vinculante, pero no influiría en la legitimación del portador del título, que sigue siendo una legitimación real y anónima.
4– Puesto que el tenedor del cheque al portador sigue estando
legitimado para accionar por su cobro contra el librador, aun
cuando no hubiera puesto su firma como endosante, o como
tomador del cheque llenando el blanco, cabe concluir que el
actor, en cuanto tenedor de los títulos ejecutados, está plenamente facultado para accionar contra el obligado al pago
(arts. 6º, inc. 3º, 11, 12, 14, 15, 17, 18 y concs., ley 24.452;
art. 542, inc. 4º, cód. procesal).
5– En tanto que el art. 38 de la ley 24.452 establece un régimen
de mora automática en caso de rechazo del cheque por parte
del girado, cabe concluir que, en el caso, ninguna relevancia
presentan las vicisitudes acaecidas con respecto a la carta documento enviada por la ejecutante que acreditaba la mora ejecutada, ya que en el caso no es necesaria la interpelación. R.C.
58.698 – CApel.CC Azul, sala II, octubre 14-2014. – S., F. R. A. c. E.,
G. E. s/cobro ejecutivo.
En la ciudad de Azul, a los catorce días de Octubre del
año Dos Mil Catorce, reunidos en Acuerdo Ordinario los
EDICTOS
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 29, Secretaría
Única, Capital Federal, cita y emplaza
por treinta días a herederos y acreedores de GAROFALO, VICENTA a los
efectos de que comparezcan a hacer
valer sus derechos. El presente deberá
publicarse por tres días en El Derecho.
Buenos Aires, abril 6 de 2015. Claudia Alicia Redondo, sec.
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 49, a cargo del
Dr. Osvaldo Onofre Alvarez, Secretaría
unica, a cargo de la suscripta, sito en
Uruguay 714 piso 7º C.A.B.A., cita y
emplaza por treinta días a herederos y
acreedores de HORACIO JOSE CELLA.
El presente deberá publicarse por tres
días en El Derecho. Ciudad de Buenos
Aires, 20 de abril de 2015. Viviana
Silvia Torello, sec.
I. 4-5-15. V. 6-5-15
I. 4-5-15. V. 6-5-15
SUCESIONES
Señores Jueces de la Excma. Cámara de Apelación en lo
Civil y Comercial Departamental, Sala II, Doctores María
Inés Longobardi, Jorge Mario Galdós y Víctor Mario Peralta Reyes para dictar sentencia en los autos caratulados:
“S. F. R. A. c/ E. G. E. s/ Cobro Ejecutivo” (Causa Nº
59.153), habiéndose procedido oportunamente a practicar
la desinsaculación prescripta por los arts. 168 de la Constitución Provincial, 263 y 266 del C.P.C.C., resultando de
ella que debían votar en el siguiente orden: Dr. Peralta
Reyes - Dr. Galdós - Dra. Longobardi.
Estudiados los autos, el Tribunal resolvió plantear y votar las siguientes cuestiones:
1ª - ¿Es justa la sentencia apelada de fs. 52/54?
2ª - ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión, el Señor Juez Dr. Peralta Reyes,
dijo:
I. La demanda ejecutiva que dio inicio a las presentes
actuaciones fue promovida por F. R. A. S., quien le reclama a G. E. E. la suma de $ 12.013, con más intereses y
costas, con sustento en siete cheques de pago diferido
librados por la demandada al portador, contra la cuenta
de su titularidad en la Sucursal Tandil del Banco Galicia,
los que han sido rechazados por falta de fondos. Dichos cheques fueron librados por las respectivas sumas de
$ 2.500, $ 1.500, $ 1.561, $ 726, $ 726, $ 2.500 y $ 2.500,
y en su conjunto alcanzan la cantidad reclamada por el
accionante (véanse los títulos ejecutivos glosados a fs. 5,
6, 7, 8, 9, 10 y 11, y la demanda obrante a fs. 27/28 vta.).
Sólo cabe señalar, a modo de acotación complementaria,
que los cheques referidos aparecen endosados por terceras
personas que no son los litigantes de autos.
II. Cuando compareció al juicio la ejecutada opuso
excepción de inhabilidad de título, a cuyo efecto adujo
que el actor no es el beneficiario de los cheques traídos
a ejecución, sin que se observe el carácter que tiene
frente a los valores reclamados (fs. 38/38 vta.). Continuó expresando la accionada: “El actor no menciona cómo
está posicionado frente a los documentos que no lo tienen
como beneficiario y los endosos no le pertenecen. No dice
si es cesionario, ni presenta instrumento que acredite ser
beneficiario de los valores, por lo que la ejecución debe
ser rechazada, al no acreditarse el requisito de la legitimación activa que tal como se ha expresado resulta ser uno de
los presupuestos esenciales del título” (fs. 38 vta./39). Prosiguió señalando que no se ha presentado ninguna cesión
que hubiera acreditado el derecho del ejecutante sobre los
documentos, no pudiendo interpretarse la simple entrega
manual que tampoco fue denunciada, ni se puede presumir la transferencia de derechos (fs. 39). En otro orden,
negó categóricamente la existencia de la deuda y de la carta documento allegada con la demanda, así como también
negó que se hubiera configurado la mora (fs. 40/40 vta.).
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nro. 108, a cargo
de la Dra. Susana A. Novile, Secretaría
única a mi cargo, sito en la calle Talcahuano 490 3º piso de Capital Federal, cita por el plazo de treinta días a
herederos y acreedores de ERNESTO
FLORINDO STORINO a los efectos de
estar a derecho. Publíquese por tres
días en El Derecho. Buenos Aires, 8
de abril de 2015. Juan Martín Ponce,
sec.
I. 5-5-15. V. 7-5-15
4401
Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 51, Secretaría Unica,
sito en Uruguay 714, Piso 2º, Capital Federal, cita y emplaza por treinta
días a herederos y acreedores de YOLANDA MÓNACO, a efectos de estar
a derecho. El presente edicto deberá
publicarse por tres días en El Derecho.
Buenos Aires, 1 de abril de 2015. María Lucrecia Serrat, sec.
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 19, a cargo del
Dr. Pablo Trípoli, Secretaría unica a mi
cargo, cita y emplaza por treinta días
a herederos y acreedores de ILSA TORRES. El presente deberá publicarse
por tres días en el diario El Derecho.
Buenos Aires, 20 de febrero de 2015.
María Belén Puebla, sec.
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 108, a cargo de la
Dra. Susana A. Nóvile, Secretaría única a mi cargo, sito en la calle Talcahuano 490 3º piso de Capital Federal,
cita por el plazo de treinta días a herederos y acreedores de ENRIQUE JOSE
DELGADILLO a los efectos de estar a
derecho. Publíquese por tres días en
El Derecho. Buenos Aires, 16 de abril
de 2015. Juan Martín Ponce, sec.
I. 5-5-15. V. 7-5-15
I. 4-5-15. V. 6-5-15
I. 5-5-15. V. 7-5-15
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 79, Secretaria Nº
Unica, cita y emplaza por treinta días
a herederos y acreedores de GONZALEZ JOSE a fin de que comparezcan
a estar a derecho. Publíquese por tres
días en El Derecho. Buenos Aires, 22
de abril de 2015. Paula E. Fernández,
sec.
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 50, secretaría
única, de esta Ciudad Autónoma de
Buenos Aires cita y emplaza por treinta días a herederos y acreedores de
MARIA ELENA ROUCO. El presente
edicto deberá ser publicado por tres
días en El Derecho. Buenos Aires, 17
de abril de 2015. Enrique L. Gregorini, sec. int.
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 97, Secretaría
Unica a mi cargo cita y emplaza por
treinta días a herederos y acreedores
de HALLAN DE LAS NIEVES CHAVES
y ANTONIA PALMESANO a los efectos
de hacer valer sus derechos. Publíquese por tres días en El Derecho. Buenos
Aires, abril 16 de 2015. Sandra L. Esposito, sec. int.
I. 4-5-15. V. 6-5-15
I. 4-5-15. V. 6-5-15
I. 4-5-15. V. 6-5-15
221
4399
4398
4394
222
4393
4404
4396
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 11, Secretaría única, cita y emplaza por treinta
(30) días a herederos y acreedores de
WEISS, GLORIA DOLLI. Publíquese
por tres días en el diario El Derecho.
Buenos Aires, 10 de abril de 2015.
AM. Javier A. Santiso, sec.
I. 6-5-15. V. 8-5-15
4411
El Juzgado Nacional en lo Civil Nº 71
cita y emplaza por el plazo de treinta
días a herederos y acreedores de DANIEL ANDRÉS GINOCCHIO a presentarse en autos a fin de hacer valer sus
derechos. Publíquese por tres días.
Buenos Aires, 15 de abril de 2015.
CC. Manuel J. Pereira, sec.
I. 4-5-15. V. 6-5-15
4395
El Juzgado Nacional de 1ª Instancia en
lo Civil Nº 16, cita y emplaza por treinta
días a herederos y acreedores de ANTONIO BARBIERI a fin que comparezcan
a hacer valer sus derechos. Publíquese
por tres días. Buenos Aires, 18 de marzo de 2015. Adrián E. Marturet, sec.
III. En oportunidad de contestar la excepción aseveró el actor, con cita de los arts. 6 inciso 3, 12 y 18 de la
ley 24.452, así como de doctrina y jurisprudencia sobre
el tema, que el cheque al portador se transfiere con la
entrega del mismo a la persona del adquirente, sin que
requiera endoso ni cesión; a lo que debe agregarse que si
el cheque nace “al portador”, un endoso que figure en él
no cambia el régimen de circulación del título, de modo
que continuará siendo “al portador” y, en consecuencia,
podrá ser transmitido sin otro requisito que la simple
entrega (fs. 47/48 vta.). Hizo referencia el ejecutante a
la negativa de deuda y a la mora (fs. 49/50), y concluyó
peticionando el rechazo de la excepción y el dictado de
sentencia de remate, con ponderación de la conducta de la
demandada en los términos del art. 549, segundo párrafo,
del código de rito (fs. 50 vta.).
IV. En la sentencia dictada en la anterior instancia se
rechazó la excepción de inhabilidad de título y se mandó
llevar adelante la ejecución hasta tanto la ejecutada le pague al actor la suma de $ 12.013, con más intereses desde
la fecha de mora (que se situó en el momento de la constancia bancaria del rechazo de los cheques) y hasta el efectivo pago, en base a la tasa activa del Banco de la Nación
Argentina para operaciones de descuento; con costas a la
ejecutada vencida (fs. 53 vta./54).
Para llegar a esta conclusión manifestó la a quo –en lo
sustancial– que en el caso de autos se está ante cheques
librados al portador y endosados en blanco por terceros, los que resultan transmisibles mediante la simple
entrega (art. 12 de la ley 24.452), de manera tal que el
actor se encuentra legitimado para promover la presente
acción. Puntualizó, asimismo, que no se ha demostrado
que los cheques fueron adquiridos con dolo o mala fe del
portador, ni que se hubiera promovido la cancelación de
los títulos (fs. 52 vta./53). En el tramo final del decisorio
se estableció la fecha de mora y se determinaron los intereses aplicables en la especie (fs. 53 vta.).
V. La aludida sentencia fue apelada por la ejecutada (fs.
61), quien fundó su recurso a través del memorial de fs.
65/70 vta. Se agravió la apelante por cuanto en la sentencia se sostuvo que se ejecutan cheques al portador que fueron depositados por el actor, dado que no existe constancia
que éste haya sido el depositante de los mismos, no habiéndose explicado cuál fue la posición del ejecutante
frente a los cheques, dado que no obra cesión o instrumento alguno que pudiera justificar su legitimación activa
(fs. 65/65 vta.). Dijo que el actor no es beneficiario ni
endosante de los valores, ni se encuentra legitimado por
algún contrato de cesión de créditos, por lo que carece de
facultades para la ejecución de los cheques (fs. 66 vta.).
Adujo, además, que la sola tenencia de cheques rechazados no habilita la ejecución, puesto que dicha tenencia
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 55 Secretaría
Única de Capital Federal, cita y emplaza por treinta días a herederos y
acreedores de MERCEDES NUNCIATA
VITA ARMENTO a los efectos de que
hagan valer sus derechos. Publíquese
por tres días en El Derecho. Buenos
Aires, 20 de abril de 2015. Olga María Schelotto, sec.
I. 5-5-15. V. 7-5-15
4406
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil N° 32, sito en Av.
De los Inmigrantes 1950, Piso 1°, a
cargo del Dr. Eduardo Alejandro Caruso, Secretaría Única a cargo de la
Dra. Marisa V. Mazzeo, cita y emplaza
por treinta (30) días a los herederos y
acreedores de MAIORANO ANTONIO
s/ SUCESION AB-INTESTATO. Publíquese por tres (3) días en el diario El
Derecho. Marisa V. Mazzeo, sec.
I. 6-5-15. V. 8-5-15
4410
El Juzgado de Primera Instancia en lo
Civil Nº 46, Secretaría Única de la Capital Federal, cita y emplaza por el término de 30 días a herederos y acreedores de NORBERTO KARLSBRUM.
Publíquese por 3 días en El Derecho.
Buenos Aires, 16 de abril de 2015.
PG. Damián Esteban Ventura, sec.
Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 78 Secretaría Única,
con domicilio en Av. de los Inmigrantes 1950, piso 6º, cita y emplaza por
el término de treinta días a herederos
y acreedores de HIGA NOBU a efectos de hacer valer sus derechos, en
los autos “HIGA NOBU s/ SUC. ABINTESTATO Exp. Nº 12630/1997. Publíquese por tres días en el diario El
Derecho. Buenos Aires, 7 de abril de
2015. Cecilia E. A. Camus, sec.
I. 6-5-15. V. 8-5-15
I. 4-5-15. V. 6-5-15
I. 6-5-15. V. 8-5-15
4409
4408
4400
Convócase para estar a derecho por
el plazo de treinta días a herederos y
acreedores de Doña BEATRIZ ISABEL
DALLAVALLE, cuyo sucesorio tramita
ante el Juzgado Nacional de Primera
Instancia en lo Civil Nº 58, sito en Av.
De los Inmigrantes 1950, pº 5, CABA.
Publíquese por tres días. Firmado en
la ciudad de Buenos Aires el 20 de
abril de 2015. María Alejandra Morales, sec.
I. 6-5-15. V. 8-5-15
4407
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 32 a cargo del Dr.
Eduardo Alejandro Caruso, Secretaría
Unica interinamente a mi cargo, sita
en Av. Inmigrantes 1950 Piso 1, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cita y
emplaza a herederos y acreedores del
causante OSCAR HECTOR SOSA por
el término de treinta días a fin de hacer valer sus derechos. Publíquese por
el término de tres días. Buenos Aires,
abril 23 de 2015. Marisa V. Mazzeo,
sec. int.
I. 5-5-15. V. 7-5-15
4402
El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil Nº 104, sito en la
calle Talcahuano 490, 1º piso, de esta ciudad, cita y emplaza por 30 días
a herederos y acreedores de JULIAN
BERNABE SAWYER. Publíquese por
tres días en el diario El Derecho. Buenos Aires, 27 de abril de 2015. Hernán L. Coda, sec.
I. 5-5-15. V. 7-5-15
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4403
Buenos Aires, miércoles 6 de mayo de 2015
Nº 13.721
AÑO LIII
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D i a r i o
d e
J u r i s p r u d e n c i a
debe ser legítima, lo que se podría justificar, por ejemplo,
mediante un contrato de cesión de créditos o de compraventa (fs. 67). Considera inaplicables al caso las normas
de la ley de cheques que fueron citadas por la magistrada
de grado, brindando diversos argumentos en respaldo de
su postura (fs. 68/69). En cuanto a la mora sostuvo que
debe considerarse la falta de acreditación de la carta documento allegada por la actora, así como también que en
el caso resulta inaplicable el art. 38 de la ley de cheques,
pues es necesaria la interpelación al deudor (fs. 69/70).
El referido memorial fue contestado por la parte contraria (fs. 72/74 vta.), tras lo cual se elevaron los autos a esta
alzada (fs. 76/77). Habiéndose cumplimentado los pasos
procesales de rigor y practicado el sorteo de ley, se encuentran estos obrados en condiciones de ser examinados
para el dictado de la presente sentencia (fs. 81/83).
VI. La cuestión de autos presenta ribetes diferentes a
las que abordé en otros precedentes, donde los cheques
ejecutados se habían librado a la orden de terceros (causa
nº 54.236, “Marotta”, sentencia del 1º de junio de 2010;
causa nº 54.665, “Messineo”, sentencia del 30 de noviembre de 2010). En efecto, tal como lo puse de resalto en el
apartado I, los cheques objeto de autos fueron librados por
la demandada al portador, esto es, sin indicación de beneficiario, siendo esta circunstancia de particular interés
para la resolución del sub examine.
Establece el art. 6 de la ley 24.452 que el cheque puede
ser extendido a favor de una persona determinada, a favor
de una persona determinada con la cláusula “no a la orden”, o al portador (sin indicación de beneficiario). De
esta manera, la ley regula tres distintas formas o medios
de emisión o libramiento del cheque, y cada uno de estos
modos determina una forma diferente de transmisión
del mismo. Pues bien, en el caso de autos se está ante
cheques que fueron librados al portador sin indicación del
beneficiario del título, y en este supuesto el cheque se
transmite por la simple entrega, conforme lo establece
–con absoluta claridad– el art. 12, último párrafo, de la
mencionada ley 24.452 (conf. Alonso y Gotlieb, en Código de Comercio comentado y anotado, Rouillon director,
Alonso coordinador, tomo V, págs. 418 y 422). Por lo demás, en nada altera lo antedicho la circunstancia de que
al dorso de los cheques consten endosos efectuados por
terceros, ya que el cheque al portador que es endosado
continúa siendo al portador, por lo que la legitimación
activa se funda en la simple tenencia del documento sin
que funcione la presunción del art. 17 de la ley de cheques (conf. Alonso y Gotlieb, ob. cit., tomo V, pág. 423).
Los autores citados en el párrafo anterior destacan la
importancia que presenta el modo del libramiento del cheque, conforme al sistema establecido en el art. 12 de la
ley 24.452. Y así precisan que “el cheque librado a favor
de persona determinada será transmisible por endoso; el
cheque a favor de persona determinada pero con cláusula
‘no a la orden’ solamente podrá ser transmitido mediante
cesión de créditos; y el cheque al portador es transmisible por la simple entrega” (ob. cit. tomo V, pág. 436; lo
destacado me pertenece). Y al ocuparse de la circulación
con efectos cambiarios, señalan estos mismos autores:
“El cheque puede circular con efectos cambiarios mediante el endoso, o por la simple entrega o tradición. Estos modos de circulación son medios típicos del derecho
cambiario e invisten a quien recibe el documento de la
calidad de tenedor legitimado, lo cual implica que éste
puede exigir el cumplimiento de la declaración cartular
o transmitir el título, legitimando a su vez al adquirente.
El título de crédito –cheque en nuestro caso– permite el
ejercicio del derecho que tiene incorporado, a quien lo
tenga en su poder, entendiéndose por tenencia legitimada la situación de hecho de un sujeto respecto de una
cosa que tiene incorporado un derecho crediticio ambulatorio. La tenencia legitimada se integra por un poder
de hecho sobre el documento, que debe haber llegado a
manos del sujeto de acuerdo con las reglas fijadas para la
circulación del título de que se trate, y la buena fe. Esta tenencia legitimada faculta al tenedor de buena fe a exigir el
y
D o c t r i n a
cumplimiento de la declaración o a disponer del derecho,
sin necesidad de probar la existencia ni la titularidad del
crédito” (ob. cit. tomo V, pág. 437; lo destacado en negrita
corresponde al suscripto).
Tal como ya lo puse de resalto, conforme a lo dispuesto
en el art. 18 de la ley 24.452, el cheque tiene, en principio, el régimen de circulación previsto por el librador. Un
endoso puesto en un cheque al portador no influye en el
modo de transmisión del documento, que continúa legitimando al tenedor que lo ha recibido por la simple entrega.
El tenedor podrá cobrar el cheque y ejercer las acciones
emergentes del título, y el banco paga bien si lo hace al
tenedor, aunque no integre la cadena de endosos (conf. Giraldi, Ley de cheque, pág. 132). Dicho en otras palabras,
el tenedor del cheque al portador, para ser considerado
portador legítimo, debe acreditar su legitimación real, esto
es, poseer el título y exteriorizar esa posesión. Ello bastaría no sólo para efectivizarlo ante el banco girado, sino
también para demandar judicialmente su cobro (conf. Gómez Leo, cobro de un cheque librado al portador, La Ley
1987-A, 47; Alonso y Gotlieb, ob. cit. tomo V, pág. 466).
Insisto en lo que vengo sosteniendo con relación a
los endosos de terceros que se observan en los cheques
motivo de autos. El endoso puesto en un cheque librado
al portador ha sido calificado como un endoso atípico,
puesto que produciría efectos traslativo y vinculante, pero
no influiría en la legitimación del portador del título
que sigue siendo una legitimación real y anónima. La
jurisprudencia ha convalidado lo expuesto en numerosos
pronunciamientos, indicando que el cheque librado al portador que es endosado sigue siendo al portador, por lo que
la legitimación formal se funda en la simple tenencia del
documento sin que funcione la presunción de legitimidad
de quien justifica su derecho por una serie ininterrumpida de endosos. El tenedor del cheque al portador sigue
estando legitimado para accionar por su cobro contra
el librador, aun cuando no hubiera puesto su firma como endosante, o como tomador del cheque llenando el
blanco, ya que está legitimado por el solo hecho de ser
tenedor del mismo. En suma, tratándose de un cheque
emitido sin indicación de beneficiario, y posteriormente
endosado en blanco, la transmisión se puede efectuar por
simple entrega manual, lo que confiere suficiente legitimación a quien lo recibe, resultando en tal sentido irrelevante
que no haya quedado constancia alguna en el papel. Conforme a ello, quien se halle en poder del título y accione
en base al mismo se encuentra legitimado, aun cuando
no figure en la cadena de endosos (Alonso y Gotlieb, ob.
cit. tomo V, págs. 468 y 469, con cita de variada doctrina y
jurisprudencia).
Las consideraciones precedentes son suficientes para
desestimar los agravios de la ejecutada apelante, al carecer
de toda relevancia que los cheques hayan sido o no depositados por el actor, o que no haya quedado en claro cuál
fue la posición que ocupó el actor en la circulación de los
títulos. Tal como ya lo puse de relieve lo verdaderamente
decisivo es que el actor es tenedor de los cheques, y esta
circunstancia permite considerarlo tenedor legitimado de
los mismos, con plenas facultades para accionar contra el
obligado al pago (arts. 6 inciso 3, 11, 12, 14, 15, 17, 18 y
ccs. de la ley 24.452; art. 542 inciso 4 del Código Procesal).
VII. Habiendo quedado dilucidada la cuestión central
traída a esta alzada, cabe ocuparse ahora del planteo del
apelante relativo a la fecha de mora, la cual, como se dijo,
fue fijada por la juzgadora en el momento de la constancia
bancaria del rechazo de los cheques ejecutados (fs. 53 vta.).
En apoyo de su postura aduce el recurrente que la parte
actora allegó a los autos la carta documento que luce a fs.
12/13, fechada el día 6 de diciembre de 2013, habiendo
señalado en su demanda que mediante este envío postal
se acreditaba la mora de la demandada. Destaca el apelante que en autos no se acreditó la recepción de esta carta
documento y asevera que por esta circunstancia no se encuentra en mora; poniendo de relieve la inaplicabilidad del
art. 38 de la ley de cheques y la necesidad de que medie
interpelación (fs. 69/70).
e-mail: [email protected] • www.elderecho.com.ar
­COLUMNA LEGISLATIVA
Legislación Nacional
Resolución 6 de abril 28 de 2015 (IGJ) - Sociedades
comerciales. Registración de sociedades inac­
tivas. Formulario. Inscripción. Cumplimiento de
las obligaciones. Baja del registro (B.O. 29-4-15).
Próximamente en nuestros boletines EDLA.
El precepto legal escogido por la a quo es el pertinente
para definir lo relativo a la mora, habiéndose señalado que
“la ley confiere a la constancia del girado la fuerza probatoria de un acta notarial de protesto, dejando al tenedor
legitimado en condiciones de ejercer la acción cambiaria,
inclusive por la vía ejecutiva, sin necesidad de previo reconocimiento de firma y colocando en mora automática a
todos los obligados de regreso” (conf. Zunino, Régimen
de cheques ley 24.452, Textos Legales Astrea, 3ª edición,
pág. 136). O sea que mediando una norma legal que establece el régimen de mora automática en el supuesto que
nos ocupa, ninguna relevancia presentan las vicisitudes
acaecidas con respecto a la carta documento obrante a fs.
12/13, ya que en el caso no es necesaria la interpelación
(art. 38 ley 24.452; art. 509 del Código Civil). Por tal razón, también cabe desestimar esta parcela del memorial
recursivo.
Finalmente, deviene inaudible la pretensión de que se
revise la condena en costas impuesta en la anterior instancia (fs. 70 in fine), puesto que la regla objetiva del vencimiento indica que las costas deben imponerse en ambas
instancias a la ejecutada vencida (arts. 58 y 556 del Cód.
Proc.). En virtud de las consideraciones hasta aquí expuestas, propicio la confirmación de la sentencia apelada de
fs. 52/54, en todo lo que ha sido materia de agravio. En
cuanto al pedido de aplicación de lo dispuesto en el segundo párrafo del art. 549 del Código Procesal, formulado
por el actor a fs. 50 vta., cabe señalar que el mismo no fue
abordado en la sentencia apelada y no ha mediado agravio
del interesado; razón por la cual esta alzada no se encuentra habilitada para examinar la cuestión (art. 273 del Cód.
Proc.).
Así lo voto.
A la misma cuestión, los Dres. Galdós y Longobardi
adhieren al voto precedente, votando en igual sentido por
los mismos fundamentos.
A la segunda cuestión, el Señor Juez Dr. Peralta Reyes,
dijo:
Atento a lo que resulta del tratamiento de la cuestión
anterior, se resuelve confirmar la sentencia apelada de fs.
52/54, en todo lo que ha sido materia de agravio, imponiéndose las costas de alzada a la ejecutada vencida en el
trámite recursivo (arts. 68 y 556 del Cód. Proc.).
Difiérese la regulación de honorarios para su oportunidad (arts. 31 y 51 del dec. ley 8.904/77).
Así lo voto.
A la misma cuestión, los Dres. Galdós y Longobardi
adhieren al voto precedente, votando en igual sentido por
los mismos fundamentos.
Autos y Vistos:
Considerando:
Por todo lo expuesto, atento lo acordado al tratar las
cuestiones anteriores, demás fundamentos del acuerdo,
citas legales, doctrina y jurisprudencia referenciada, y lo
dispuesto por los arts. 266 y 267 y concs. del C.P.C.C., se
resuelve: confirmar la sentencia apelada de fs. 52/54, en
todo lo que ha sido materia de agravio, imponiéndose las
costas de alzada a la ejecutada vencida en el trámite recursivo (arts. 68 y 556 del Cód. Proc.). Difiérese la regulación
de honorarios para su oportunidad (arts. 31 y 51 del dec.
ley 8904/77). Regístrese. Notifíquese por Secretaría y devuélvase. – Víctor M. Peralta Reyes. – Jorge M. Galdós. –
María I. Longobardi (Sec.: Marcos F. García Etchegoyen).
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