356482. . Tercera Sala. Quinta Época. Semanario Judicial de la Federación. Tomo LVII, Pág. 830. COSA JUZGADA. Conforme al artículo 622 del Código de Procedimientos Civiles de 1884, hay cosa juzgada cuando la sentencia ha causado ejecutoria, por ministerio de la ley o por declaración judicial, y el artículo 623 del propio ordenamiento previene, que causan ejecutoria por ministerio de la ley, las sentencias de segunda instancia pronunciadas en cualquier juicio o negocio civil; y como estas disposiciones no distinguen entre las resoluciones que ponen fin a un juicio y las que tienen el carácter de interlocutorias, y hasta llegan a incluir expresamente algunas de éstas, como son las que dirimen una competencia, es claro que la sentencia del tribunal de apelación que deja sin efecto un embargo de bienes practicado precautoriamente, puede producir efectos de cosa juzgada, aun cuando se trate de una resolución interlocutoria; y aunque para que aquella exista, es necesario que la sentencia resuelva una cuestión de fondo, o sea, que quede firme e indiscutible una aplicación de la ley, que garantice un bien a una parte frente a otra, debe estimarse que concurre este requisito, cuando se decide, de acuerdo con el artículo 1026 del ordenamiento procesal citado, en su fracción V, que quedan exceptuados de embargo, los instrumentos de los médicos, en cuanto fueren necesarios para el ejercicio de su profesión; decisión que queda a juicio del Juez, a cuyo efecto éste deberá oír el informe de un perito nombrado por él. La ley reconoce a todo aquel a quien se pretende embargar sus bienes, el derecho de que el secuestro no recaiga sobre los instrumentos necesarios para el ejercicio de su profesión, lo cual indudablemente constituye un bien, y al derecho que tiene el afectado, para que se exceptúen de embargo los instrumentos necesarios para el ejercicio de su profesión, corresponde una acción que tiende a obtener una resolución definitiva de la autoridad judicial, en el sentido de que determinados bienes deben quedar exceptuados del embargo, aun cuando esa acción no se ejercite propiamente en un juicio, ya que basta que se haga valer con relación al procedimiento en que se ha decretado el secuestro de tales bienes; pues al fijar los alcances de la cosa juzgada, la noción de acción debe entenderse en sentido lato, como el poder jurídico que tiene el particular para hacer que actúe la ley por mediación de los órganos públicos, con el fin de asegurar un bien reconocido por la misma ley, y la tendiente a obtener una declaración de la autoridad judicial, en el sentido de que deben exceptuarse de embargo determinados bienes, conforme a las disposiciones relativas del Código de Procedimientos Civiles; y no cambia su naturaleza por el hecho de que en un caso se ejercite con ocasión de una providencia precautoria, y en otro para impugnar el secuestro practicado en ejecución de sentencia ni obsta tampoco que en la sentencia que se trata de ejecutar se den otras razones para embargar los mismos bienes, porque de todas maneras se contraría la voluntad de la ley, que se aplicó concretamente en la sentencia interlocutoria, que dejó sin efecto el embargo precautorio, por considerar exceptuados de secuestro los bienes sobre los cuales había recaído; pues aceptar la tesis contraria, sería tanto como admitir que se desvirtuara lo establecido en una sentencia, mediante nuevos razonamientos, siendo que los que se dan en un fallo, sólo tienen influencia al fijar los alcances de la cosa juzgada, por cuanto sirven para determinar el sentido del fallo, en relación con la causa petendi, que es la que caracteriza e indica la acción ejercitada y respecto de la cual resuelve la autoridad. Amparo civil en revisión 4157/29. Duarte Otero Joaquín. 26 de julio de 1938. Unanimidad de cuatro votos. Excusa: Alfonso Pérez Gasga. La publicación no menciona el nombre del ponente. -1-