25 años de la economía española

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Título:
Autor:
“25 años de la economía española”
Juan Rosell, presidente de CEOE
Publicación:
EJECUTIVOS
Fecha:
Junio 2015
25 AÑOS DE LA ECONOMIA ESPAÑOLA
A lo largo de estos últimos veinticinco años la revista Ejecutivos constituye una
referencia para conocer la actualidad socio-económica de nuestro país. Una
publicación que ha reflejado la evolución de la economía española a través de
interesantes entrevistas a destacados empresarios y ejecutivos, de análisis
económicos y artículos de opinión muy oportunos.
La transformación económica de nuestro país en este último cuarto de siglo no
ha tenido parangón en nuestra historia. Hemos experimentado una mejora
sustancial de nuestros niveles de vida, donde la mayor apertura comercial, la
creciente integración económica con los países europeos y la liberalización
paulatina de la economía han servido de base para impulsar nuestro
crecimiento y el desarrollo económicos.
Tomando como punto de partida 1990, hemos de recordar que el producto
interior bruto de nuestra economía equivalía a 326.112 millones de euros.
Desde entonces ha crecido hasta situarse en 1.058.469 millones de euros de
2014. En términos reales, el aumento de nuestra economía ha sido muy
importante, más que en los principales países de nuestro entorno. Así, el
crecimiento promedio real durante este periodo de España fue de un 2,1%
anual, por encima del de Reino Unido (1,9%), Alemania (1,6%), Francia (1,6%)
e Italia (0,7%).
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Esta mejora de la economía es fruto de una enorme transformación económica
que se refleja en algunos ejemplos concretos. En 1990, sólo existía un
operador de telefonía móvil y no llegaba a la cifra de 55.000 abonados. En la
actualidad, el número de líneas móviles supera los 50 millones. Asimismo, la
extensión de la red de autopistas y autovías se ha triplicado, pasando de 4.693
kilómetros en 1990 hasta los 14.700 a finales de 2013, por lo que España es en
la actualidad el país de la Unión Europea con mayor longitud de este tipo de
vías. El mercado de trabajo, a pesar de los efectos de la crisis, ha registrado un
aumento del número de afiliados a la seguridad social, que ha pasado de los
12,5 millones en 1990 hasta los 17 millones actuales.
Estos son algunos ejemplos tangibles del proceso de modernización de nuestra
economía
que
se
ha
beneficiado
de
la
liberalización
de
sectores
fundamentales.
En cualquier caso, una parte sustancial de los cambios experimentados por
España ha venido de la mano de la mayor integración de la Unión Europea. A
principios de la década de los noventa se firmó el Tratado de Maastricht. El
mismo supuso la puesta en marcha del proyecto más ambicioso del continente
europeo en el siglo XX, que era la moneda única. Para apoyar la unión
monetaria se fijaron una serie de criterios macroeconómicos dirigidos a hacer
converger las economías europeas y garantizar la estabilidad de la nueva área.
Se crearon, asimismo, unas estructuras para mejorar el funcionamiento de las
finanzas públicas, tanto a nivel nacional, con las leyes de estabilidad
presupuestaria, como a nivel europeo con el Pacto para la Estabilidad y el
Crecimiento. Iniciativas importantes, pero que los desequilibrios generados
durante sus primeros años y las dificultades para dar una respuesta coordinada
a la reciente crisis, han puesto de manifiesto la necesidad de mejorar los
instrumentos de supervisión y la importancia de garantizar su cumplimiento.
Paralelamente, se creó el mercado único europeo. Las fronteras comerciales
de las empresas españolas se ampliaron considerablemente, creciendo los
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retos, pero también las oportunidades. La participación en un mercado mucho
mayor permitió aprovechar las economías de escala, obtener ganancias de
competitividad y preparar a nuestras empresas para competir en el resto de
mercados internacionales.
A nivel nacional se han ido adoptando un gran número de normas dirigidas a
modernizar nuestras estructuras económicas, reducir el nivel de intervención en
sectores estratégicos y favorecer que las empresas privadas desempeñen un
papel más relevante. En cualquier caso, aún se necesitan dar pasos más
ambiciosos para conseguir un verdadero mercado interior con menores
barreras.
Muchas empresas españolas han conseguido aprovechar el desarrollo del
mercado nacional y la apertura al exterior para alcanzar unos elevados niveles
de éxito. Hoy en día, no es difícil encontrar empresas españolas líderes
mundiales en sectores de gran competencia como el textil, el financiero, el
energético o de las infraestructuras, donde las tres primeras empresas del
mundo en gestión de infraestructuras de transporte son españolas.
Otra prueba de la mejora de la competitividad de nuestros productos en los
mercados internacionales se constata en el aumento del tamaño del sector
exterior. Las exportaciones de mercancías han crecido más del doble que el
PIB, de manera que han pasado de representar un 10,4% del PIB en 1990
hasta un 22,7% en 2014.
En cualquier caso el desarrollo normativo a lo largo de los últimos años, ha
derivado en un entramado legislativo profuso, complejo y, en muchos casos,
divergente. A consecuencia de ello, nuestras empresas han tenido que soportar
distorsiones en el mercado
interior y un elevado nivel de
cargas
administrativas. El impacto económico sobre nuestra capacidad de crecimiento
es muy importante. Se han dado pasos recientes para cambiar esta situación y
evitar que nuestras empresas tengan esta desventaja competitiva respecto de
las empresas de países de nuestro entorno pero hay que seguir trabajando,
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evaluando y analizando en términos de coste y eficacia lo que supone tal
volumen legislativo.
En los últimos años, hemos experimentado una grave crisis derivada de la
acumulación de desequilibrios muy elevados en aspectos como la deuda
privada, la deuda exterior, la pérdida de competitividad, etc. El rápido
crecimiento propiciado por los beneficios de la pertenencia a la Unión
Económica y Monetaria dificultó detectar a tiempo dichos problemas y de
adoptar medidas para corregirlos. Por ello, una vez iniciada la crisis, se inició
un proceso de reformas acelerado para corregir la situación de la economía
española.
Estamos superando muchos problemas, pero aún quedan muchos otros
pendientes. Se han dado pasos en la buena dirección en muchos sectores. Por
ejemplo, en el ámbito laboral se ha flexibilizado nuestro marco normativo pero,
tal y como, nos indican todas las principales instituciones internacionales, aún
debemos profundizar para acercarnos a los países de nuestro entorno.
Sin duda, de cara a los próximos años, necesitaremos una mejora de la
regulación, dirigida a eliminar obstáculos a la creación de empresas y a su vida
diaria, a favorecer la atracción de inversión exterior y reducir el nivel de
litigiosidad. Además, la reforma de las Administraciones Públicas debe avanzar
más para eliminar aquellas estructuras duplicadas o ineficientes y dejar paso a
una mayor presencia del sector privado para gestionar eficientemente
determinados servicios públicos.
En definitiva, a lo largo del último cuarto de siglo la economía española ha
sabido transformarse, crecer y adaptarse a una economía mundial cada vez
más interconectada. Para avanzar con garantías en los próximos veinticinco
años hemos de trabajar ambiciosamente para contar con un marco normativo
que permita a las empresas dar respuestas rápidas a sus necesidades y a las
demandas del mercado.
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