LA ZONA MINERA DE RIOTINTO EN LA ÉPOCA JULIO-CLAUDIA* Genaro Chic García Universidad de Sevilla “Nadie en el mundo debería tener dinero excepto yo, y yo lo quiero para otorgárselo a los soldados”. Esta frase, puesta en boca de Caracalla por Casio Dión (78.36.3), es reveladora de una manera de pensar que dominó durante mucho tiempo la mente de los hombres de gobierno que aspiraban al poder absoluto1. El mismo autor nos había referido ya antes que César estimaba que para hacer la guerra sólo se necesitaban hombres y dinero (42, 49, 4), en la línea de lo que el Bellum Alexandrinum (66, 2) atribuye a Craso. El propio Octaviano se había valido de un ejército privado para hacerse valer en la vida política romana a la muerte de su protector2. Es verdad que el concepto de dinero como una sustancia todopoderosa impersonal había comenzado a formarse en la mente de los antiguos griegos al menos desde Jenófanes, y que ello había influido poderosamente en la mentalidad general y había contribuido al desarrollo del individualismo3, pero no es menos cierto que ni éstos ni los romanos tuvieron * Este trabajo ha sido realizado en el marco de actividad del Grupo de Investigación HUM 323, financiado por la Junta de Andalucía. 1 Cf. Polibio, 9, 10,11: “Atesorar el oro y la plata puede ser razonable, porque es imposible aspirar a crear el imperio universal si no se deja a los demás en la impotencia al tiempo que se acapara todo el poder”. Lo que vale para un pueblo vale, evidentemente, igual para un jefe militar. Véanse las palabras puestas en boca de Agripa por Casio Dión (52, 28, 1): "nosotros no podemos vivir sin soldados ni éstos servir en el ejército sin que se les pague" El supuesto discurso está haciendo alusión en esta parte a la política fiscal que, en el año 29 a.C., se aconseja a Octaviano que siga. Es significativo que entre los medios con los que el emperador ha de pagar a esos soldados se destaque a las minas (52, 28, 4). Véase también Tac., Hist., IV, 74: nam neque quies gentium sine armis neque arma sine stipendiis neque stipendia sine tributis haberi queunt. 2 Señala K. Verboven, en The Economy of Friends. Economic Aspect of Amicitia and Patronage in the Late Republic, Bruselas, 2002, p. 153, que “las guerras civiles de la República Tardía fueron en gran medida asuntos privados, y aunque se obligó a ciudades y provincias a contribuir y pagaron muy por encima de los impuestos ordinarios, los generales siempre estaban cortos de fondos, lo que les obligaba a obtener dinero en efectivo suficiente pidiéndoselo prestado de forma gravosa a los aliados, amigos y parientes”. 3 Sostiene R. Seaford, en Money and the Early Greek Mind. Homer, Philosophy, Tragedy, Cambridge, 2004, pp. 12-13, que “la emergencia de la multiplicidad desde la unidad en la cosmología es premonetaria (en la cosmogonía mítica hesiódica), pero el advenimiento del dinero transforma la unidad en algo general y en una unidad cada vez más abstracta, impersonal (no-mítica) que continúa subyacente a la aparente multiplicidad…. Un resultado es que el llamado 'nacimiento de la individualidad' rastreado por otros en los textos de este periodo es incomprensible sin atender a la monetización”. Véase lo expuesto por nosotros en “Trajano y el arte de comerciar”, en J. González (ed.), Trajano. Emperador de Roma, Roma, 1 una palabra precisa para definirlo4. El dinero es divino y es humano al mismo tiempo (hoy más que nunca) y el hecho de que en Roma los cuños se guardasen durante mucho tiempo en los templos de los dioses hasta la época de Trajano5 y de que conservase el nombre derivado de Juno Moneta (“la avisadora”) es un signo indiscutible de lo primero, pero lo cierto es que su aparición fue transformando, aunque muy lentamente, la mentalidad de las gentes, haciendo surgir una fe inmaterial que sin embargo era inmanente al hombre, por mucho que se apoyase en la trascendente de los dioses. Entendemos, como Seaford -de quien lo tomamos- que el modelo antropológico de órdenes transaccionales a largo plazo y a corto plazo que Bloch y Parry identifican en las diversas sociedades premodernas6 puede situarnos en disposición de entender las profundas transformaciones que se produjeron en Roma al final de la República y que tanta trascendencia tuvieron sobre la zona que ahora pretendemos estudiar. Se trata de "un modelo de dos órdenes transaccionales relacionados pero separados: por un lado están las transacciones relacionadas con la reproducción del orden social o cósmico a largo plazo; por otro una 'esfera' de transacciones a corto plazo relacionadas con la arena de la competición individual ... En cada caso este orden transaccional a largo plazo tiene que ver con el esfuerzo por mantener un orden estático y eterno. En cada uno, sin embargo, el reconocimiento cultural se da también explícitamente para un ciclo de cambios a corto plazo asociado con la apropiación individual, la competición, el goce sensual, el lujo y la vitalidad juvenil”. La relación entre los dos órdenes –emocional y racional- no es sólo de oposición, sino que “bienes que derivan del ciclo de corto plazo se convierte en el orden transaccional a largo plazo... los dos ciclos se representan orgánicamente como esenciales entre si. Esto es así porque su relación constituye la base para una resolución simbólica del problema propuesto por el hecho de que las estructuras transcendentales sociales y simbólicas deben ambas depender del, y negar al, transeúnte individual”. En este marco, “la adquisición individual es una meta legítima e incluso laudable; pero tales actividades son consignadas a una esfera separada con que está ideológicamente articulada con, y subordinada a, una esfera de actividad relacionada con el ciclo de reproducción a largo plazo ...Si lo que se obtiene en el ciclo individualista a corto plazo se convierte para servir a la reproducción del ciclo a largo plazo, entonces se vuelve moralmente positiva... Pero hay siempre igualmente la otra posibilidad -y esto evoca la censura más fuerte-, la posibilidad de que la implicación individual en el ciclo a corto plazo se convierta en un fin en sí misma que ya no está 1998, p. 99. 4 “Los términos 'riqueza', 'dinero', y 'moneda' son conceptualmente distintos, aunque puede haber mucho solape sobre a qué se refieren. Nosotros tendemos a pensar en 'riqueza' y 'dinero' como sinónimos, pero sólo porque tendemos a pensar en la riqueza como algo mensurable e intercambiable. Podemos decir por ejemplo 'ella tiene mucho dinero', cuando de hecho ella tiene muy poco dinero pero mucha riqueza que puede transformarse fácilmente en dinero. 'Dinero' se ha extendido bastante más allá de la acuñación en la que tiene su origen etimológico… Los griegos tienen varias formulas que puede significar dinero (así como otras cosas) pero ninguna palabra precisamente equivalente a nuestro 'dinero', aunque ellos usan ciertamente lo que nosotros llamamos el dinero” (R. Seaford, op. cit., p. 15). 5 J. Bennet, Trajan, Optimus Princeps, Londres y Nueva York, 1997, p. 126. Son conocidas las tendencias teocráticas y absolutistas de Trajano que explican una ruptura como esta con la antigua tradición. 6 M. Bloch y J. Parry, Money and the Morality of Exchange, Cambridge, 1989, 23-30. 2 subordinada a la reproducción del ciclo más grande; o, peor aún, que los individuos avaros desvíen los recursos del ciclo a largo plazo para sus propias transacciones a corto plazo” Este modelo, aplicado a los antiguos griegos por Sitta von Reden y por Leslie 7 Kurke , entendemos que se puede aplicar igualmente a la República romana. Si el orden a largo plazo está representado en dichos estudios por el don-contradón que ofrece sus mejores virtualidades en los ámbitos religioso y evergético, el orden a corto plazo está representado por el comercio impersonal, basado en una acuñación que había permitido, con su asombroso poder igualitario –como dice Seaford- “el reconocimiento de la polis como una institución que controlaba la justicia y la prosperidad”, indicando “un paso de la autoridad sobre la justicia social de los dioses a la polis”8. De alguna manera el dinero, representado en su forma mobiliaria prácticamente sólo por la moneda acuñada, separa la economía de prestigio de la nobleza de la economía de mercado de las clases más dinámicas e individualistas cuyo mejor ejemplo romano nos lo brindan los publicanos. En este sentido Ferrer Maestro ha puesto de manifiesto con claridad cómo evolucionan, en paralelo y al mismo tiempo entremezclándose (pensamiento contradictorio, que aquí se ejemplifica muy bien), estos dos tipos de economía: la básicamente prestigiosa de la aristocracia y la que tiende al mercado financiero impersonal, como es la de los publicanos9. Sabido es que la dictadura de César primero y especialmente el principado de Augusto después muestran una clara faz tiránica en el sentido más clásico de la palabra. Perteneciente a la aristocracia de los grandes caciques de Roma, se alzará sobre ellos con el apoyo del pueblo, al que procurarán favorecer de la mejor manera posible pero sin contar con él a la hora de tomar decisiones. Para ello se valdrá de la tradición prestigiosa aristocrática de la práctica evergética, que genera una deuda moral entre los favorecidos, los cuales se verán impelidos por ello a devolver en la medida de lo posible. El secreto del poder estable, pues, desde el punto de vista de una economía de prestigio, está en situarse a un nivel semejante al de los dioses, de forma que sea imposible rivalizar con quienes tanto tienen y pueden dar tanto. Un jefe militar (imperator) que lo pretenda debe, por consiguiente, convertirse en el único que disponga de tal cantidad de riquezas que nadie pueda competir con él en el mantenimiento de una fuerza armada, base de su poder10. Por eso cuando César, en 49 a.C., había prohibido –aprovechando la tradición- que nadie poseyese en moneda de plata más de 60.000 HS, nos dice Cassio Dión11 que lo había hecho no sólo por 7 S. von Reden, Exchanges in Ancient Greece, Londres, 1995; L. Kurke, Coins, Bodies, Games, and Gold, Princeton, 1999. 8 Von Reden 1995, 175. 9 J.J. Ferrer Maestro, La República participada. Intereses privados y negocios públicos en Roma, Castellón de la Plana, 2005, especialmente en pp. 37-59. 10 Parece haber acuerdo en admitir que, a mediados del siglo I d.C. el ejército se llevaba buena parte de los ingresos del Estado imperial romano (en torno a unos 450-500 millones de HS). Cf. K. Hopkins, “Rome, Taxes, Rent and Trade”, Kodai, 6/7, 1995-96, pp. 45-48. Cf. Suetonio, Domiciano, 7.2: "Prohibió la reunión en un mismo campamento de varias legiones y recibir en la caja de depósitos militares más de mil sestercios por soldado, por creer que L. Antonio, que había aprovechado para sublevarse contra él la reunión de dos legiones en los mismos cuarteles de invierno, tuvo también en cuenta la importancia de este depósito". 11 41, 38, 1-2. 3 restaurar los niveles de crédito financiero12 sino también, y sobre todo, para que ninguno retuviese su riqueza toda junta, por miedo a que se pudiese tramar una rebelión durante su ausencia. Pero esa legislación era muy difícil de aplicar si no se contaba con el apoyo de un delator, pues, como recuerda M.H. Crawford13, el metal amonedado no se censaba y por tanto no era controlable la tesaurización. Por tanto había que recurrir a otros medios más efectivos para poner el control de la mayor parte de la riqueza y de su utilización en una sola mano. Y uno de esos medios era evitar en la medida de lo posible la concentración de dinero en manos privadas, como eran las que constituían las grandes sociedades de publicanos. Es, como señala Ferrer Maestro, lo que hizo César al suprimir la recaudación de los impuestos de Asia por publicanos, sustituyendo el diezmo por una tasa fija (stipendium, pecunia certa) y reduciendo el total a recaudar14 y, sobre todo, Augusto al “crear una nueva organización administrativa15, con cuerpos de funcionarios que paulatinamente se irían ocupando de aquellas áreas de gestión que hasta entonces habían estado exclusivamente en manos de la iniciativa privada”. Entendía en este sentido A. D’Ors16 que la lex Julia de collegiis tenía el sentido antimonopolista de muchas otras medidas que se habrían de tomar después. En conexión con esto se encontrará el control directo, de forma progresiva, de las minas que permitían disponer de metales amonedables: oro, plata y bronce. Llegados a este punto, debemos volver a recordar que la única manera de hacer efectivo el dinero era la acuñación pues, como bien han puesto de manifiesto diversos trabajos entre los que destacamos los de Andreau, la banca destinada a la inversión productiva aún no había hecho su aparición y no había instrumentos negociables ágiles para la generación del crédito en esta época17. De modo que si no se contaba con metales preciosos efectivos difícilmente se podía 12 Cree Cl. Nicolet, "Les variations des prix et la théorie quantitative de la monnaie à Rome, de Cicéron à Pline l'Ancien", Annales ESC., 26, nº 6, nov.-dic. 1971, p. 1225, "que Cicerón, como sus contemporáneos, había establecido de manera bastante clara la relación de causalidad entre la falta de metales preciosos y como consecuencia de especies amonedadas, el alza de los tipos de interés, y la baja simultánea de los precios”, aunque no se encuentran en ninguno de ellos reflexiones sobre la evolución secular de los precios, y esencialmente se limitan a contemplar el de la tierra que era a la vez una inversión refugio y una inversión de prestigio. La tierra era en realidad el capital prestigioso por excelencia, el que el Estado exigía la posesión para todas las relaciones financieras que podía establecer con los ciudadanos, y por ello existía para los órdenes superiores la obligación de poseer en tierras una cierta proporción de su fortuna. En pp. 1214-1218 ha hablado el mismo autor de la vieja ley de César, emitida en los años de crisis de 49-47 a.C.12, que limitaba los tipos de interés y obligaba a tener 2/3 del capital al menos invertido en tierras italianas (Cf. Tac., Ann., VI, 16. Suet., Tib., 48) con objeto de hacer que el dinero circulase 13 "Le problème des liquidités dans l'antiquité classique", Annales ESC, 1971, p. 1230. 14 Dión, 42,6,3; Apiano, BC, 5,4; Plutarco, Caes., 48. 15 Suetonio, Aug. 37. 16 La ley Flavia Municipal (Texto y comentario), Roma, 1986, p. 162. 17 J. Andreau, Banques et affaires dans le monde romain (IVe siècle av. J.C.-IIIe siècle ap. J.C.), París, 2001, p. 224, nos recuerda que "Drinkwarter piensa que la ausencia de préstamos de 4 llevar a cabo una tarea de envergadura. De ahí el miedo a la amortización de la plata y el oro en objetos de lujo y, más aún, el que generaba la fuga de los mismos metales hacia regiones exteriores que exportaban a cambio artículos demandados por los ricos del Imperio para atender a su luxuria personal18. Y todo indica que estaba acertado F. De Martino cuando señala que la política monetaria de los emperadores “estaba dominada por la disponibilidad de reservas metálicas y la única manera posible de responder a la demanda del mercado, cuando éstas disminuían, era la depreciación19”. Ya durante en el siglo II a.C. la República había temido que alguien se aprovechara de los recursos de las minas de la recién derrotada Macedonia para tramar la rebelión20, lo que A. Mateo21 interpreta en el sentido de que había particulares que las explotaban y contra estos se dirigía la medida de cierre de la explotación. Los trabajos de gran extensión, en superficie y profundidad, sólo podían ser atendidos por entidades que concentrasen grandes capitales, pues los gastos podían llegar a ser superiores a lo que cualquier particular era capaz de atender. Hay labores, en particular, como las relativas al desagüe de las zonas profundas, que eran costosísimas y ningún pequeño explotador, de los que presumiblemente pagaban sus tributos a las compañías arrendatarias de los distritos mineros22, podía atender. Estado ha limitado mucho las posibilidades de los feneratores. Ésta ha impedido el desarrollo de un medio financiero de muy alto nivel independiente de la elite terrateniente, medio cuyos intereses habrían consistido ante todo en asuntos de dinero. Desde el punto de vista económico, la ausencia de deuda pública explica que las empresas financieras y el sistema de crédito no se hayan transformado en Roma como lo ha hecho en la Europa moderna". 18 Algo generalizado en la mentalidad antigua que aún vemos operar con toda fuerza tanto en la época medieval (Cf. P. Spufford, Dinero y moneda en la Europa medieval, Barcelona, 1991, p. 489) como en la moderna, como señala J.H. Elliott, Europa en la época de Felipe II, Barcelona, 2001, pp. 63-65. Son muchas las referencias contra el lujo, desde el punto de vista moral, que se pueden alegar. Más cuantitativo se muestra Plinio el Viejo cuando dice que la India se lleva ella sola 50 millones de sestercios al año (N.H., VI, 101), y junto con Arabia al menos 100 millones (N.H., XII, 84). Cf. P. Veyne, “Rome devant la prétendue fuite de l’or: mercantilisme ou politique disciplinaire?”, publicado en Annales, 2, 1979, y recogido en La societé romaine, París, 1991, pp.163-215. 19 Historia económica de la roma antigua, II, Los Berrocales del Jarama, 1985, p. 448. 20 Diodoro, 31, 8, 6. Cf. Liv. 45, 18, 4: ne ipsos quidem Macedonas id exercere posse; ubi in medio praeda administrantibus esset, ibi numquam causas seditionum et certaminis defore 21 Observaciones sobre el régimen jurídico de la minería en tierras públicas en época romana, Santiago de Compostela, 2001, p. 60, n. 86. 22 Esta tesis, desarrollada ampliamente por A. Mateo en la obra antes citada, y que ofrece mucha luz para comprender el sistema de explotación de las minas hispanas, no es incompatible con lo expuesto por J. Andreau, “Recherches récentes sur les mines a l'epoque romaine. I. Proprieté el mode d'exploitation”, en Revue Numismalique 31 (1989) 86-112, cuando acepta (pp. 91 ss.) la existencia simultánea de arrendamientos a pequeños industriales y a grandes sociedades. Ferrer, La República participada, p. 41, n. 48, señala que “la estabilidad alcanzada por estas sociedades pudo permitirles acometer trabajos de una 5 Sabemos que más tarde se encargará el Fisco imperial de ello, cuando sustituya en su labor a las compañías de época republicana23. No parece que ni siquiera estas labores fuesen importantes en la zona minera de Riotinto antes de la época imperial, a juzgar por los datos facilitados por la Arqueología24, no obstante lo cual, como señala Pérez Macías, “la fecha de Carbono 14 obtenida de la madera de la noria de Riotinto que se encuentra en el British Museum, aporta una cronología del siglo IV a.C., y puede indicar que la introducción de tales mecanismos de desagüe pudo efectuarse antes de la romanización", lo que es coincidente con los datos ofrecidos por las minas de Cartagena25 y, lo que es más interesante, por los estudios isotópicos que muestran una actividad importante en Riotinto desde el año 366 a.C.26 No obstante, parece que durante toda la época Republicana la explotación de esta zona estuvo bastante limitada y haber permanecido en manos indígenas de una manera mucho más destacada que en el sector de Sierra Morena, que es el que parece más importante para Roma cuando lo defiende contra las incursiones lusitanas de mediados del siglo II a.C. estableciendo la base de Corduba27. Más adelante, Sartorio se moverá por la zona del SO peninsular desde donde se disputa con los senatoriales las minas de la región andaluza28. Y F. Chaves entiende que la explotación minera de la zona se potencia después envergadura superior a la capacidad de empresarios individuales o de sociedades ordinarias”. 23 Un interesante resumen puede verse en J. Mangas y A. Orejas, “El trabajo en las minas en la Hispania romana”, en VV.AA., El trabajo en la Hispania romana, Madrid, 1999, en particular en p. 290. A. Wilson, “Machines, power and the Ancient Economy”, JRS, 92, 2002, p. 18, estima con razón que la escala de inversión de capital que el mantenimiento de la infraestructura minera representa es colosal. Y sólo el Emperador estaba en condiciones de hacer frente a tales inversiones al haber impedido, por razones ideológicas, la concentración de capital ajeno que hubiese sido imprescindible. 24 C. Domergue, Les mines de la péninsule Ibérique dans l’Antiquité romaine, Roma, 1990, pp. 185-186. 25 C. Domergue, obra citada, p. 167. 26 K.J.R. Rosman, W. Chisholm, S. Hong, J.-P. Candelone, y C.F. Boutron, "Lead from Cartaginian and Roman Spanish Mines Isotopically Identified in Greenladn Ice Dated from 600 B.C. to 300 A.D.", Environemental Science & Technoloy, 31, 1997, p. 3416. Algunas monedas de la época, tanto cartaginesas como sirias y macedonas, también pueden testimoniar la explotación en esta época. Véase F. Chaves Tristán, “Aspectos de la circulación monetaria de dos cuencas mineras andaluzas: Riotinto y Castulo (Sierra Morena)”, Habis, 18-19, 198788, p. 619. 27 Polibio, 35, 2. Cf. A. Stilow, “Apuntes sobre el urbanismo de la Corduba romana”, en W. Trillmich y P. Zanker (eds.), Stadtbild und Ideologie, Munich, 1990, pp. 259-282. 28 C. Domergue, “Un temoignage sur l’industrie miniere et métallurgique du plomb dans la region d’Azuaga (Badajoz) pendant la guerre de Sertorius”, XI Congreso Arqueológico Nacional, Mérida, 1968, Zaragoza, 1970, p. 614. Véase nuestro trabajo “Q. Sertorius, procónsul”, en Reunión sobre epigrafía hispánica de época romano-republicana, Zaragoza, 1986, pp.171-176, donde se contempla el tema de los glandes de honda marcados por los contendientes y su relación con las zonas mineras. Sobre los primeros contactos con la zona 6 de la derrota de Sertorio y se avanza notablemente en toda la romanización de la parte meridional29, con un fuerte proceso de monetización de la economía y un desarrollo de la alfabetización que iban a tener grandes repercusiones en la transformación de las formas sociales y políticas de la vida en la región30. Los intereses gaditanos, testimoniados en las ánforas con tipología propia, se muestran con fuerza en la zona31, y en 61 a.C. C. Julio César, realiza una incursión de saqueo en la zona lusitana acompañado por un insigne personaje gaditano que ha alcanzado la ciudadanía romana en la época anterior: L. Cornelio Balbo, quien aporta los barcos. Pocos años después la ocupación de la Galia por César, y en particular la del territorio véneto (57 a.C.) por su legado P. Licinio Craso (asistido luego por el propio César, al que acompañaba como consejero L. Cornelio Balbo), supuso la ruptura definitiva del orden económico internacional del mundo atlántico, comenzando para Roma una política que iba a durar ya hasta que el interés se desplazase claramente de nuevo hacia Oriente a partir de Domiciano32. No por casualidad cuando Pompeyo se dirija a ese Mediterráneo oriental tradicionalmente rico en plata y oro, después de que César pase el Rubicón, éste, su enemigo –que ya dispone de las de Huelva y los llamados lusitanos véase también un pequeño trabajo anterior sobre “La actuación político-militar de Q. Sartorio durante los años 83 a 80 a.C.”, en Actas del I Congreso andaluz de Estudios Clásicos, Jaén, 1982, pp. 168-171. Entendemos que el interés de Sertorio por las minas queda patente en el relato de Estrabón (3, 4, 6 (158-159)) en el que se nos dice que elige Dianium como base, entre otras circunstancias, porque “tiene cerca unas minas de hierro que rinden bastante”. En 74 a.C. Pompeyo escribiría al Senado: “Cansado de escribir y de enviar legados, agoté todos mis recurso y créditos personales, mientras vosotros apenas me habéis dado, en un espacio de tres años, la subsistencia de uno. ¡Por los dioses inmortales!, ¿pensáis que puedo suplir al Tesoro público o mantener un ejército sin víveres y sin dinero?” (Salustio, Hist., 2, 98). 29 F. Chaves, “De la muerte de Sartorio al paso del Rubicón: Un período oscuro para la numismática del sur hispano”, La moneda al final de la República: entre la tradició i la innovació, Barcelona, 2005, pp. 106-109. Cf. A. Arévalo González, "Las acuñaciones ibéricas meridionales, turdetana y de Salacia en la Hispania Ulterior", en Historia monetaria de Hispania Antigua, Madrid, 1998, p. 210. 30 P. Sáez, "Transformaciones agrarias de la República al Imperio en la zona meridional hispana", en J. Mangas (ed.), Italia e Hispania en la crisis de la República romana, Madrid, 1998, p. 103. G. Chic, “La romanización de las ciudades púnicas: La aportación de la numismática”, en Mª P García-Bellido y L. Callegarin (eds.), Los cartagineses y la monetización del Mediterráneo occidental, Madrid, p. 154. 31 Para la zona minera de Huelva véase J.A. Pérez Macías, J.M. Campos Carrasco y N. Vidal Teruel, “Producción y comercio en el Oeste de la Bética según la producción anfórica”, Ex Baetica Amphorae. Conservas, aceite y vino de la Bética en el Imperio Romano. Actas del Congreso Internacional. Sevilla-Écija, 17-20 de diciembre de 1998, Écija, 2001, p. 428. 32 Véase nuestro trabajo "Roma y el mar: Del Mediterráneo al Atlántico", en V. Alonso Troncoso (coord.): Guerra, exploraciones y navegación: del Mundo Antiguo a la Edad Moderna, Ferrol, 1995, pp. 55-89. 7 minas de oro pirenaicas- se dirigirá hacia Hispania y conseguirá arrebatarle las ricas fuentes de aprovisionamiento metálico de la región meridional, especialmente Cartagena y la región de Sierra Morena. Como ha puesto de relieve F. Chaves33, en su reciente estudio sobre la relación entre guerra y disposición de moneda en la Guerra Civil en Hispania, “el vencedor es el que más numerario consiguió manejar directamente”. Y el 87'34% de la producción monetaria realizada en el suelo de la Península Ibérica estuvo en posesión de César. No entramos aquí en el sufrimiento que durante dichas guerras experimentó la zona de Sierra Morena, pero sí destacaremos que parece evidente que el agotamiento empezó a hacerse sentir durante las mismas y fue necesario buscar nuevas fuentes sustitutivas de aprovisionamiento de metales amonedables. Como ha señalado J.A. Pérez Macías34, a partir de César el panorama del SO cambia radicalmente en el plano político-administrativo y, con él, muy posiblemente en los demás. Es lo que parecen evidenciar los cognomina de algunas ciudades de la Baeturia Céltica, Seria Fama Iulia (Jerez de los Caballeros, Badajoz), Nertobriga Concordia Iulia (Valera la Vieja, Fregenal de la Sierra, Badajoz), Contributa Iulia Ugultania (Fuente de Cantos, Badajoz), etc. En este sentido es muy interesante observar que, si sobreponemos el mapa de la política territorial de César y Augusto que nos ofrece Mª L. Cerezo35 con el las zonas mineras de Sierra Morena y la Faja Pirítica del SO, encontraremos que esta últimas se encuentran ahora totalmente desprovistas de núcleos habitacionales privilegiados, mientras que ya en época flavia36, al finalizar el período que ahora contemplamos, la primera zona vacía se ha reducido muy notablemente, lo que entendemos que puede deberse al retroceso de la minería en la misma que nos atestigua la Arqueología37. O sea, que las zonas de 33 “Guerra y moneda en la Hispania del Bellum Civile”, en E. Melchor, J. Mellado y J.F. Rodríguez Neila (eds.), Julio César y Corduba. Tiempo y espacio en la campaña de Munda (49-45 a.C.), Córdoba, 2005, pp. 209-235. 34 J.A. Pérez Macías, El Cerro del Moro (Nerva, Huelva). Campaña arqueometalúrgica de 1984, Nerva, 1990, p. 43. 35 La administración territorial de la Bética romana, Córdoba, 1993, p. 190. 36 Mª L. Cortijo, obra citada, p. 205. 37 La misma relación se observa entre las zonas ocupadas por villae, dedicadas a la explotación agraria, y las ocupadas por las turres, constituidas como sistema defensivo de los distritos mineros. Véase en P. Moret "Les maisons fortes de la Bétique et de la Lusitanie Romaines", REA. 97, 3-4, 1995, pp. 527-564. J.R. Carrillo Díaz-Pines, "Panorama actual de la arqueología romana en la Campiña de Córdoba. (Tipología y jerarquización de los asentamientos)", II Encuentros de Historia Local. La Campiña, vol. I, Córdoba, 1991, pp. 107-111, resalta el hecho de que, en la Campiña cordobesa, estas turres, de época temprano-imperial, pronto se convirtieron en lugares pacíficos de ocupación que terminarían dando paso paulatinamente a las primeras villae (no ya simples casae) hacia 60 d.C., de forma similar a lo ocurrido en la zona de Jaén, estudiada por M. Roca et alii, "Aportaciones al proceso de romanización en el Alto Guadalquivir", I Jornadas Internacionales d'Arqueologia Romana. 1. Documents de Treball, Granollers, 1987, pp. 502-509. Véase también L. Iglesias García, "Sistemas de control en distritos mineros durante el Alto Imperio: el área minera de Riotinto (Huelva)", en A. Morillo Cerdán, Arqueología militar romana en Hispania,. Anejos de Gladius, 5, Madrid, 2002, pp. 407-418. 8 extraterritorialidad propias de los saltus imperiales y, en este caso, de los distritos mineros38 disminuyeron, cambiando el sentido del control del territorio provincial39. Es ahora evidente que la romanización avanza decididamente sobre la gaditanización anterior de Hispania, máxime cuando la propia Gades se convierte en municipio de ciudadanos romanos en 48 a.C. y algo más tarde, bajo Augusto, entra plenamente en los esquemas romanos, posiblemente incluso a nivel de organización de su territorio siguiendo en esquema de los municipia fundana40, y con seguridad en las formas de comportamiento sociales y económicas, como se trasluce por ejemplo en la tipología de sus ánforas41. El ordenancismo romano se ido haciendo más racional en su contacto con el helenismo, y la geometrización del territorio se impone decididamente en las zonas del sur de la Península sobre las gentilicias42. No parece caber duda de que en ese empuje hacia el helenismo en su versión romana tuvo mucho que ver el fabuloso botín obtenido tras la conquista de Egipto, que explotaba desde época faraónica las ricas minas de oro de la Tebaida y Nubia43. Señala De Martino44 que, tras ella y la posterior reorganización de Hispania y hasta 6 a.C., se emitieron 80 tipos de aurei y unos 400 de denarii. Con ellos, que hicieron subir el precio de la tierra y bajar el del dinero a interés45, se pudieron financiar grandes obras y proyectos, no sólo en Roma sino 38 J. Burian, "Einige Bemerkungen über die Exterritorialität der hispanischen Bergwerke und der afrikanischen Domänen in der Kaiserzeit", Studia antiqua A. Salac... oblata, Praga, 1955, pp. 51 ss. 39 J.A. Pérez Macías, en "Metalla y territoria en el Oeste de la Baetica", Habis, 33, 2002, pp. 407-431, distingue entre el territorio ocupado por las minas de hierro, de fácil explotación y que siguen una evolución distinta de las de metales como el cobre o la plata, y el ocupado por las minas dedicas a estas labores, a la hora de plantear la presencia o ausencia de ciudades con estatuto romano y mayor dedicación a la agricultura. Algo similar había sido señalado por J. Mangas y A. Orejas en “El trabajo en las minas”, p. 254. 40 G. Chic García, "La ordenación territorial en la Bahía de Cádiz durante el Alto Imperio Romano", Revista de Historia de El Puerto, 33, 2004, 21 sem., pp.11-50. 41 Véase, para nuestra zona, el trabajo de J.M. Campos Carrasco, A. Pérez Macías, N. Vidal Teruel, "Alfares y producciones cerámicas en la provincia de Huelva. Balances y perspectivas", en D. Bernal y L. Lagóstena (eds.), Figlinae Baeticae. Talleres alfareros y producciones cerámicas en la Bética romana (ss. II a.C.-VII d.C.), BAR Internacional Series 1266, Oxford, 2004, pp. 125-160. 42 Hemos tratado por extenso de este y otros temas de interés para la comprensión de este período en Historia económica de la Bética en la época de Augusto, Sevilla, 1997 y a ella nos remitimos. 43 44 Diodoro, 3, 12. Historia económica de la Roma Antigua, p. 435. 45 Suet., Aug., 41, 1. Cf. Cass. Dio, 51, 21, 5. Elevación de los precios al doble: Oros., 6, 19, 19. 9 un poco por todo el Imperio. En 27 a.C. el consumo de metales preciosos para la acuñación era tan alto que fue preciso fundir estatuas de plata erigidas en honor de Augusto por sus partidarios y por los súbditos provinciales para transformar el metal en moneda46. Por ello no tiene nada de extraño que en 25 a.C., tras haberse producido la reestructuración provincial de las Hispanias, el emperador en persona se hiciese cargo de la campaña que habría de lleva a los astures a extraer su oro para el emperador47, aunque esta operación habría de llevar algún tiempo: el dedicado a la organización de los trabajos. Se completaba así la política atlántica en Hispania. La imagen del emperador quedaba ya ligada de forma permanente al metal incorruptible, símbolo de lo divino y cuya finalidad práctica era en realidad más bien escasa en el mundo cotidiano si no giraba en torno al prestigio. Pero las bases de esta economía estaban precisamente en el prestigio y por ello no tiene nada de particular que, como nos dice Estrabón (3.2.10) la mayor parte de las minas de oro estuviesen bajo control imperial directo. Cosa que no pasaba con las de plata, cuya propiedad nos dice que había pasado a manos de particulares. ¿Cómo entender esto, vista la tendencia clara a evitar la concentración de capitales en manos privadas? ¿No eran las societates publicanorum, en palabras de Ferrer48, “el elemento sustitutivo de una inexistente banca financiera especializada en el préstamo de inversión”? Sin duda, y por ello, como se ha señalado antes, entraron en fuerte declive a partir de Augusto. Y por ello, para resolver este dilema, A. Mateo49 ha propuesto que se entienda que las societates se encargaban en realidad no de la explotación directa, sino de cobrar los derechos de ocupación a los particulares, con lo cual el Estado lo que había hecho ahora es prescindir de estos intermediarios y sustituir el impuesto por una venta a los propios ocupantes, poniendo a disposición del erario una mayor liquidez inmediata al tiempo que desarrollando la posibilidad de mermar el poder de las grandes sociedades de publicanos. Y estima que esto sólo podría haber sucedido en un momento en que el Erario pasase por momentos de grave dificultad y las minas se hubiesen vuelto poco productivas. Cosa ésta que sabemos que sucedió en esta época, tanto en el caso del distrito minero de Cartagena como en el de Sierra Morena50, aunque en este la decadencia se prolongó más tiempo. También sabemos que hacia 10-9 a.C. comenzaron a manifestarse ciertas dificultades 46 Casio Dión, 53, 22, 3. 47 Floro 2, 33: Itaque (Augustus) exerceri solum iussit. Sic Astures nitentes in profundo opes suas atque divitias, dum aliis quaerunt, nosse coeperunt. 48 La República participada, p. 124. 49 Observaciones sobre el régimen jurídico de la minería, pp. 66-71. El autor expone en su obra los precedentes de esta interpretación. 50 J. Mangas y A. Orejas, “El trabajo en las minas”, pp. 224, 236, 238 y 243. C. Domergue, Les mines, pp. 210-211. No sabemos si la rectificación de fronteras, que hace pasar las zonas de Castulo y de Cartagena a la Citerior Tarraconense tiene algo que ver con esto, aunque nos inclinamos a pensar que no. 10 económicas, lo que tuvo un claro reflejo en la disminución de las acuñaciones51, lo que evidenciaba un descenso en el abastecimiento de metales amonedables, especialmente de plata, puesto que no parece que hayan llegado recursos más abundantes de Macedonia o Egipto, mientras las principales minas minorasiáticas estaban agotadas52, y las famosas de Laurión en franca decadencia53. En un mundo como éste que contemplamos la falta de rendimiento de un yacimiento minero no se soluciona con un imposible avance tecnológico (imposible dada la mentalidad de la época, con una concepción del tiempo que no valoriza el futuro) sino con la búsqueda de nuevos centros de explotación. La zona del SO, alejada de zonas habitacionales importantes pero con un alto potencial productivo, debió atraer al Estado para iniciar en ella una explotación directa, como señaló Chaves54. Hoy sabemos que lo que en principio se buscó fue sobre todo la extracción de plata que contenían las jarositas de la zona, lo que sería, en palabras de Pérez Macías55, una novedad en Riotinto, y trae consigo la minería interior por medio de pozos y galerías, así como el descubrimiento de los sulfatos de cobre. Para la copelación será necesario, dada la pobreza de las galenas locales, importar plomo56 y, mercurio para obtener algún oro por amalgama57. 51 T. Frank, ESAR, V, p. 32. M. Giacchero, "Le cause inmediate e remote della crisi finanziaria tiberiana: Tacito e Suetonio sulla inopia rei nummariae", Rivista Italiana di Numismatica e Scienze Affini, LXXXI, 1979, pp. 70-72. F. de Martino, Historia económica de la Roma antigua, p. 435. 52 Estr. 13, 1, 23; 13, 4, 5; 14, 5, 28. 53 C. E. Conophagos, Le Laurium antique et la technique grecque de la production de l’argent, Atenas, 1980. K.J.R. Rosman, W. Chisholm, S. Hong, J.-P. Candelone, y C.F. Boutron, "Lead from Cartaginian and Roman Spanish Mines Isotopically Identified in Greenladn Ice Dated from 600 B.C. to 300 A.D.", Environemental Science & Technoloy, 31, 1997, p. 3413, señalan que “sólo las minas cercanas a Cartagena y Mazarrón se estima, por los montones de escorias y trabajos, que han producido 2-3 veces más plata que las minas griegas de Laurión…. Los testimonios históricos sugieren que la producción de plata de otras regiones, comparada con la de España, fue relativamente pequeña (Galia 6%, Italia y Cerdeña 8 %, los Cárpatos 10 % y los Balcanes 23 %), registrando sólo cambios de poca monta en las producción entre la Edad del Hierro y el Imperio Romano”. 54 F. Chaves Tristán, “Aspectos de la circulación monetaria”, p. 634. 55 El Cerro del Moro (Nerva, Huelva). Campaña arqueometalúrgica de 1984, Nerva, 1990, p. 44. 56 Lingotes de Carthago Nova y de L Aurunc.L.l. At. C. Domergue, Mines, p. 195. 57 En el filón sur de las minas de Tharsis, como recoge C. Domergue (Les mines, p. 58, con cita de I. Pinedo Vara, Piritas de Huelva, Madrid, 1963, p. 215.) "se han encontrado vestigios de mercurio que pueden proceder de operaciones de amalgama practicadas por los Antiguos". Esta amalgama no sería necesaria, lógicamente, cuando el oro se podía obtener por simple lavado, lo que no parece ser el caso ni aquí ni en las minas cordobesas, donde también se produjo. 11 Si la Arqueología nos había permitido considerar cualitativamente el gran salto que se da en la inversión de recursos en determinadas minas productoras de plata (como las de Riotinto58) u oro (como Las Médulas59), cuyas obras de explotación requerían una acumulación de capital que sólo el fisco imperial estaría en condiciones de aplicar, hoy los estudios geológicos realizados tanto sobre los hielos árticos de Groenlandia, como sobre turberas suecas60, suizas61 y gallegas, no sólo han confirmado las inmensas emisiones de gases del trabajo romano del plomo (usado en la copelación de la plata), del cobre (cuyo empleo principal en la Antigüedad fue la amonedación) y del mercurio (empleado en la amalgama del oro), sin parangón hasta el siglo XVIII, sino que nos han permitido usar magnitudes cuantificables, aunque sólo sea de una forma aproximada62. Así, la espectrometría de los isótopos de plomo localizados en capas del hielo ártico en 22 perforaciones hasta una profundidad de más de mil metros, que corresponde a un periodo de ocho mil años, permite un estudio del clima del hemisferio norte, ya que las burbujas de aire atrapadas en el hielo revelan la composición de la atmósfera existente desde hace 200.000 años. Según el equipo pionero en estos estudios63, se alcanzaron las 80.000 Tm/año en la época de comienzos del Imperio. Se calcula así, por el tipo de isótopos estudiados, que el 70 % del plomo producido entre 150 a.C. 58 Cf. A. Blanco y B. Rothemberg, Exploración arqueometalúrgica de Huelva, Barcelona, 1981, pp. 174-175. 59 J. Sanchez Palencia, L.C. Pérez, A. Orejas, Mª D. Fernández-Posse y J. Fernández Manzano, "Las Médulas", en A. Orejas (dir.), Atlas historique des zones minières d'Europe, Luxemburgo, 1999, Dossier III. 60 I. Renberg, M.W. Persson, O. Emteryd, Nature, 368, 1994, pp. 323-326. 61 Véase W. Shotyk, D. Weiss, P.G. Appleby, A.K. Cheburkin, R. Frei, M. Gloor, J.D. Kramers, S. Reese, y W.O. Van der Knapp, "History of atmospheric lead deposition since 12,370 14C. yr BP from a peat bog, Jura Mountains, Switzerland", Science, 281, 1998, pp. 1635-1640, donde señalan que el período de mayor minería romana fue el de la República tardía y el alto Imperio (400 a.C. a 37 d.C.), con producción que declina en el siglo III d.C. A comienzos del siglo V d.C. la minería romana ha colapsado. 62 Estas reflexiones más generales, salvo ligeros matices, han sido expuestas anteriormente en nuestro trabajo "Marco Aurelio y Cómodo: El hundimiento de un sistema económico", Actas del II Congreso Internacional de Historia antigua: La Hispania de los Antoninos (98180), Valladolid, 2005, pp. 574-578. 63 S. Hong, J.-P. Candelone, C.C. Patterson, C.F. Boutron, "Greenland Ice Evidence of Hemispheric Lead Pollution Two Millenia Ago by Greek and Roman Civilizations", Science, 265, 1994, pp. 1841-1843. La cita es de p. 1841: "Un máximo de unas 80.000 toneladas métricas al año (aproximadamente la cifra lograda en tiempos de la Revolución Industrial) se alcanzó durante el florecimiento del poder romano y su influencia hace unos 2000 años. .... La producción de plomo decreció luego en picado durante el declive del Imperio romano, cayendo a un mínimo de sólo unos pocos miles de toneladas durante la época medieval, antes de subir de nuevo a partir de 1000 d.C con el descubrimiento de minas de plomo y plata de la Europa Central". 12 y 50 d..C. (época de Claudio) procede de las minas de Riotinto (Huelva)64, adonde se trasladaba el plomo de Sierra Morena, fundamentalmente, para dejar libre mediante la copelación enormes cantidades de plata. En esta zona, como en todo el Cinturón Ibérico de Piritas, se buscó sobre todo la plata (y algún oro)65 y, subsidiariamente, el cobre (aunque no siempre fuese así). Ello sucedió especialmente a partir de la época de Augusto66. Los investigadores españoles que han estudiado la turbera de Penido Velo (Lugo)67 estiman acertada la opinión de J.O. Ngriau68 de que entre los siglos I y II d.C. (con un máximo en el siglo I) el 40 % de la producción mundial de plomo procedía de Hispania69, lo cual nos pone sobre la pista de la enorme cantidad de plata que la Bética producía a comienzos del Imperio. Posiblemente los estudios sobre la contaminación por mercurio70 nos pongan sobre la pista de la producción del oro, ya que sabemos que era usado para la purificación a través de la amalgama, como nos señala un texto de Estrabón71 que nos hace ver que no sólo se utilizaba la 64 K.J.R. Rosman, W. Chisholm, S. Hong, J.-P. Candelone, y C.F. Boutron, "Lead from Cartaginian and Roman Spanish Mines Isotopically Identified in Greenland Ice Dated from 600 B.C. to 300 A.D.", Environemental Science & Technoloy, 31, 1997, pp. 3413-3416. 65 F. Caballero-Infante y Suazo, Áureos y barras de oro y plata encontrados en el pueblo de Santiponce al sitio que fue Itálica, Sevilla, 1898, nos habla de un tesorillo de 135 áureos, comprendidos entre Nerón y Marco Aurelio, que fueron encontrados en Italica junto con una barra de plata, de 3.875 g., y otra de oro, de 3.702 g. 66 J.A. Pérez Macías, Las minas de Huelva en la antigüedad, Huelva, 1998, pp. 212-213. 67 A. Martínez Cortizas, X. Pontevedra Pombal, J.C. Nóvoa Muñoz y E. García Rodeja, "Four thousand years of atmospheric Pb, Cd y Zn deposition recorded by the ombrotrophic peat bog of Penido Vello (Northwestern Spain)", Water, air, and Soil Pollution, 100, 1997, pp. 387-403. 68 Lead and Lead Poising in Antiquity, Nueva York, 1983. 69 Según recogen K.J.R. Rosman et alii, art. cit., p. 3413, "los minerales ingleses tenían una cantidad de plata muy baja y no podían competir con los depósitos de plata enriquecida hispanos. Nriagu estima que la producción de plata en Gran Bretaña fue una décima parte de la de España en el período 50 a.C. a 500 d.C. 70 A. Martínez Cortizas, X. Pontevedra Pombal, E. García Rodeja, J.C. Nóvoa Muñoz, y W. Shotyk, "Mercury in a Spanish Peat Bog: Archive of climatic Change and Atmospheric Metal Deposition", Science, 284, 1999, pp. 939-942. Datos tomados de la turbera de Penido Vello, en Galicia (43º 32' N, 7º 34' W). 71 G. Chic García, "Estrabón y la práctica de la amalgama en el marco de la minería sudhispánica: un texto mal interpretado", La Bética en su problemática histórica, Granada, 1991, pp. 7-29; también en "Economía y política en la época de Tiberio. Su reflejo en la Bética", Laverna, 2, 1991, pp. 76-128. El texto corregido ha sido recogido en la edición de los libros III-IV de la Geografía de Estrabón realizada por la editorial Gredos (Madrid, 1992). 13 técnica de copelación y licuación72. C. Martínez Cortizas y su equipo nos señalan que si el nivel de mercurio antrópico encontrado en la turbera de Penido Vello aumenta un 30 % en la etapa republicana romana, sube luego durante el Imperio, cuando se introdujo el refinado del cinabrio, al 80 %, para descender luego bruscamente73. El otro metal susceptible de ser amonedado es el cobre. También aquí hemos recibido ayuda de la Geología aplicada a los hielos de Groenlandia. Los investigadores74, aparte de poner de relieve que la contaminación acumulativa antigua atmosférica a partir del cobre antes de la Revolución Industrial era de un orden de magnitud mayor que el que va desde entonces hasta el presente, han estimado que las emisiones de cobre a la atmósfera alcanzaron entre 2.100 y 2.300 toneladas métricas anuales en el apogeo durante el Imperio Romano, en concreto hace unos 2.000 años. Y les llama poderosamente la atención la alta variabilidad que se da en el registro de datos durante el período romano, variando en gran manera en cortos periodos de tiempo (décadas) como consecuencia de cambios pronunciados en la necesidad de cobre, especialmente para la acuñación75. 72 O. Davies, Roman mines in Europe, Oxford, 1935 (r. Nueva York, 1979), p. 51. Sabemos, por otro lado, por el estudio de S. Klein y H.-M. von Kaenel, “The early Roman Imperial Aes coinage: metal análisis and numismatic studies”, Schweizerische Numismatische Rundschau, 79, 2000, pp. 53-106, que las técnicas del refinado del metal del cobre avanzaron rápidamente durante el período augusteo. 73 Art. cit., p. 941: "Esta evolución [que resulta en el gráfico] concuerda con la historia de la minería y metalurgia del Hg en España. Se piensa que la minería en la región de Almadén ha comenzado en 430 a.C. en el periodo celta. Es entonces cuando el HgANT [antrópico] por vez primera llega a ser significativo, representando un 10 a 15 % de HgT. Un agudo incremento hasta el 30 % de HgT se produce durante la primera fase de la explotación romana (el período Republicano, en el que no hay refino del mineral); en ejemplos que corresponden al Imperio Romano, cuando fue introducido el refinado del cinabrio, los valores de HgANT se elevan al 80 % de HgT. El HgANT desciende con la caída del Imperio Romano en el siglo IV d.C., aumenta durante el período Germánico, decrece durante la conquista Islámica de España, y crece de nuevo tras el establecimiento del reino Islámico, cuando fue introducida la metalurgia por vez primera. Desde el final de la reconquista de Almadén por el reino cristiano, HgANT ha dominado a HgT y ha crecido sin parar". En la actualidad la producción está prácticamente detenida por la mala prensa que ha adquirido la contaminación por mercurio y su negativo impacto ecológico. 74 S. Hong, J.-P. Candelone, C.C. Patterson y C.F. Boutron, "History of Ancient copper Smelting Pollution During Roman and Medieval Times Recorded in Greenland Ice", Science, 272, 1996, pp. 246-249. En este experimento se realizaron 23 taladros en la parte central de Groenlandia, en Summit (72º 34' N, 37º 37' W: a 3238 m. de altura sobre el nivel del mar). Fueron seleccionadas 20 secciones en el hielo datado entre hace 2960 y 470 años (desde profundidades de 619,3 a 129,3 m) con vistas a cubrir las civilizaciones griegas y romanas, las épocas bárbara y medieval, y el Renacimiento. 75 Siguen en esta apreciación finalista a J.F. Healy, Mining and Metallurgy in the Greek and Roman World, Londres, 1988. 14 Estos datos han dado pie a M. Kelly76 para hacer una serie de reflexiones acerca de este cobre -cuyo uso primario antes de la aparición de la industria eléctrica en los 1.870 fue para la acuñación- señalando que "la producción romana alcanzó unas 15.000 toneladas anuales en torno al siglo I d.C., un nivel que no sólo excede en gran medida la producción medieval, sino que no se iguala de nuevo hasta el comienzo del siglo XIX". El alto grado de urbanización logrado, sobre todo en las zonas de más fácil acceso por medio de la navegación (tanto exterior como interior) implicaba una división del trabajo que hacía recurrir con frecuencia a compras de lo necesario en pequeñas cantidades, lo que suponía la necesidad de moneda divisionaria que evitase acudir a la plata y, más aún, al oro, reservados para las inversiones principales (sobre todo en tierra) y para el comercio de lujo, además de para su tesaurización como metales de prestigio (especialmente el oro, de carácter inalterable). El recurso al cobre, transformado en bronce o latón con aleaciones desde César, proporcionaba un medio relativamente barato y resistente para un uso continuado. El Estado, que necesitaba el oro y la plata para sus grandes pagos, suministró también abundante cantidad de sestercios, dupondios, ases y otras monedas de más pequeño valor para facilitar la vida cotidiana de la mayor parte de la población, cuyo poder de compra nunca fue muy elevado y que mantuvo estable el precio del dinero durante los dos primeros siglos del Imperio, debido a que la moneda fue suficiente en general gracias a las periódicas emisiones que quedan reflejadas en el registro geológico77. El trabajo conjunto de mineralogistas e historiadores nos permite ir más lejos en la precisión de los datos. S. Klein, Y. Lahaye, G.P. Brey y H.-M. von Kaenel han realizado, con una muestra de las monedas halladas en el Tíber, un estudio de las fuentes del cobre empleado en los ases y los cuadrantes a partir de la composición isotópica del plomo contenido y, por primera vez en un estudio de este tipo, también de la del propio cobre78. En él los autores concluyen, en primer lugar, que el cobre empleado en las monedas no procedía de un único depósito, sino que era el resultado de una mezcla. Por otra parte los autores advierten una interesante evolución cronológica. En cuanto a los ases, las emisiones 76 "Division of Labour in the Long Run: Evidence from Small Change", www.ucd.ie/economic/staff/mkelly/copper.pdf 77 R. Duncan-Jones, en Money and government in the Roman Empire. Cambridge, 1994, pp. 25-28, señala que la inflación probablemente no llegó, durante el Alto Imperio, antes de Marco Aurelio, al promedio del 1 % anual. Ello no implica, por supuesto, la inexistencia de alzas ocasionales, derivadas tanto de la escasez como de la especulación. Así, Plinio (NH, 33, 164) señala que “los precios de los productos que he indicado hasta ahora varían, no lo ignoro, según los lugares. Cambian también casi todos los años, cambios debido bien al transporte marítimo, bien al precio de compra, o al hecho de que algún poderoso adjudicatario ha podido acaparar el mercado. No he olvidado que, bajo el emperador Nerón, el citado Demetrio fue acusado así, ante los cónsules, por todos los comerciantes de aromas. A pesar de todo he creído necesario indicar los precios corrientes en Roma, a fin de dar una idea del valor de las cosas". 78 “The early Roman Imperial Aes Coinage II: Tracing the Copper Sources by Analysis of Lead and Copper Isotopes -Copper Coins of Augustus and Tiberius”, Archaeometry 46.3, 2004, pp. 469-480. Los trabajos que contienen estos datos nos los ha dado a conocer, como muchos otros de los referentes al estudio isotópico utilizados en este trabajo, Joaquín de la Hoz Montoya, a quien queremos dejarle patente nuestro agradecimiento desde estas líneas. 15 augusteas tempranas (del 16 al 6 a.C.) derivan fundamentalmente de una mezcla de cobre procedente de los depósitos de Cerdeña y el sudeste hispano (Sur de Almería), con una ratio aproximada de 80:20. La Toscana aporta una contribución marginal. A partir de ese momento Cerdeña tiende a perder su preponderancia como suministradora de cobre en favor de Hispania. En los ases tardíos de Augusto (10-12 d.C.) y en los ases tempranos de Tiberio (15-23 d.C.) la relación entre los principales centros suministradores, el sudeste hispano y Cerdeña, pasa a aproximarse al 50:50 (antes había sido de 20:80). Durante las acuñaciones tempranas de Tiberio se advierte también el recurso a otras fuentes de aprovisionamiento en el sudeste hispano, con la inclusión de la zona norte de Almería, y la primera constatación del empleo por parte de Roma, al menos en lo que a moneda concierne, del cobre de Chipre. En los abundantes ases tardíos de Tiberio (34-37 d.C.) o sea tras la expropiación de Sexto Mario79, la situación cambia por completo. Estos ases proceden en su totalidad de los depósitos suroccidentales de la Península Ibérica, Sevilla (Sierra Norte) y, fundamentalmente, Riotinto, aunque no es de descartar una posible aportación de Chipre. Un caso aparte del de los ases representa el de los cuadrantes. En la mayoría de los ejemplares estudiados, Riotinto aparece como origen casi exclusivo ya desde época de Augusto, precediendo el perfil que en el caso de los ases sólo se asume a finales del reinado de Tiberio. Tenemos, por tanto, un interesante contexto cronológico para estudiar el despegue del distrito minero onubense, que coincide con los datos suministrados por la Numismática80 y la Arqueología81. Todos los estudios realizados en los distintos campos de investigación tienden a poner de relieve pues que, al menos en la Península Ibérica y sobre todo en su Cinturón Pirítico, la gran época fue la de Augusto y, sobre todo la de Tiberio, con quien empiezan a funcionar de manera efectiva las minas de oro leonesas y con quien comienza a tomar alas un intervencionismo (observable, por ejemplo, en la confiscación de las minas del cordobés Sexto Mario, de la que posiblemente quede reflejo en Cerro Muriano82) que nos evidencia al mismo tiempo el miedo del emperador a no controlar los resortes fundamentales de la producción minera dirigida a las acuñaciones, así como su deseo de no permitir concentraciones de capital que le pudiesen hacer sombra a la propia. Y si la Bética podía permitirse elevar una imagen de oro de 400.000 sestercios a Augusto en Roma83, en la propia Bética durante el gobierno de éste 79 Véase nuestro trabajo "Economía y política en la época de Tiberio. Su reflejo en la Bética", Laverna, 2, 1991, pp. 76-128, en el que se contempla la amplia política emisora de cobre de Tiberio en estos últimos años de su reinado, que rompe la tónica restrictiva de los años anteriores. Varias cecas locales bética habían dejado ya de funcionar y no se recuperarán. 80 F. Chaves, “Aspectos de la circulación monetaria”, pp. 625-628. 81 J. A. Pérez Macías (El Cerro del Moro, p. 45), entiende que si algunos yacimientos se dejan de explotar en este momento se debe al interés de Tiberio de concentrar las labores minero-metalúrgicas en la zona de Corta del Lago, en Riotinto. 82 F. Penco Valenzuela y S. Rodero Pérez, "El antiguo distrito minero de Cerro Muriano: Resultados preliminares de las intervenciones arqueológicas de urgencia llevadas a cabo en el yacimiento del Cerro de la Coja, Cerro Muriano (Obejo)", en E. Romero Macías y J.A. Pérez Macías (eds.), Metallum. La minería siribérica, Huelva, 2004, pp. 168-170. 83 CIL, VI, 31267 = ILS, 103. Esta basa, que se halló en el Foro de Augusto, donde 16 y de su sucesor se elevaron el 36 % de todas las estatuas (y sin tener en cuanta los tituli sacri) de los emperadores y de sus familias erigidas durante los siglos I y II84. Y lo mismo sucede con la primera gran fase de monumentalización de las ciudades importantes85. No debe ser por casualidad, desde luego, que el primer templo del culto imperial de Emerita Augusta coincida con el auge minero de la época de Tiberio86. Los datos para considerar a Onuba como colonia son, sin embargo, muy escasos87. El acceso al trono de Gayo César Germánico, apodado Calígula, suponía en cierto modo una recuperación de la política helenístico-alejandrina de César y Antonio (de quien era descendiente) y ello iba a repercutir a medio plazo en el desarrollo de la Bética. Más favorable a las provincias que su antecesor, retomó la política atlántica y planeó una obra que luego iba a comenzar realmente su tío y sucesor Claudio: la conquista de Britania, a la que Augusto había renunciado por considerarla poco rentable88. Aparte de que los abastecimientos de las tropas posiblemente se colocó en el momento de la inauguración solemne de este lugar, el año 2 a.C. 84 F.J. Navarro, "La presencia del emperador en las ciudades de la Hispania romana", en C. Castillo, F.J. Navarro y R. Martínez (eds.), De Augusto a Trajano. Un siglo en la historia de Hispania, Pamplona, 2000, p. 42. 85 J.A. Garriguet Mata, "El culto imperial en las tres capitales provinciales hispanas: fuentes para su estudio y estado actual del conocimiento", AAC 8, 1997, p. 62. 86 J.C. Saquete, "Materiales epigráficos procedentes del área del gran templo de culto imperial de Augusta Emerita: una revisión necesaria", Habis, 36, 2005, pp. 277-297. El mismo autor, en "L. Antonio L.f. Quir. Vegeto Turdulo y Estrabón 3.1.6 sobre la romanización en la Beturia Túrdula", Habis, 29, 1998, pp. 117-129, había puesto anteriormente de relieve la persistencia durante largo tiempo del elemento indígena, por encima de las entusiastas proclamas tempranas de Estrabón acerca de la equiparación de los túrdulos con los más romanizados turdetanos. 87 Se limitan a los proporcionados por un lingote de cobre, de 97 kgs., encontrado junto a la isla de Planier, del que F. Laubenhemeir-Leenhard (Recherches sur les lingots de cuivre et de plomo d’époque romaine dans les régions de Languedoc-Roussillon et de ProvenceCorse, París, 1973, p. 36-37), ofrece la lectura IMPANTONI / PRIMVLISILONIS / CCXCVII / PROCOLONO / BENSIS. Puede estar haciendo referencia al tipo de colonato minero que conocemos por las leyes de Vipasca. Cfr. G. Chic y P. Sáez, "La epigrafía de las ánforas olearias béticas como posible fuente para el estudio del colonato en la Bética", Producción y Comercio del Aceite en la Antigüedad. Segundo Congreso Internacional, Madrid, 1983, p 206. 88 Estrabón (IV, 5, 3 (200)) explica la falta de interés económico de la conquista. Y Tácito (Agric., 13, 3) constata el voluntario olvido de la misma: ac longa oblivio Britanniae etiam in pace: consilium id divus Augustus vocabat, Tiberius praeceptum. Por otro lado D.S. Peacock88 nos advierte acerca de la temprana aparición en Britania, ya en la época de Augusto y por tanto bastante antes de su conquista por Roma, de un producto como el aceite que era símbolo de la romanidad ("Amphorae in Iron Age Britain: a Reassessment", en Cross-Channel trade between Gaul and Britain in the pre-roman Iron Age, Londres, 1984, p. 40. Véase también P.R. Sealey, Amphoras from the 1970 Excavations at Colchester Sheepen, Oxford, 1985, pp. 17 de ocupación se iban a hacer en parte desde la Bética, las minas de plomo argentífero, aunque de poco valor como abastecedoras de plata, iban a dejarse sentir en las zonas productoras del sur peninsular, como señalará Plinio el Viejo89. Luego volveremos sobre esta idea. Ahora queremos llamar la atención sobre la importancia que, también de cara al Atlántico, tiene para esta zona la conquista de Mauritania tras el asesinato en 40 d.C. de su pariente (también descendiente de Marco Antonio) el rey Ptolomeo. Su padre, Juba II, había sido un hombre muy ligado a los intereses del emperador y al mundo púnico hispano, pues nos consta que fue patrono y duovir quinquennalis tanto de Cádiz90 como de Cartagena, donde también lo fue su hijo Ptolomeo91, llegado al trono en 23 d.C.. Roma apetecía las riquezas de este vasallo, en particular su púrpura92, su marfil y su madera de cidro93, pero es posible que también apeteciesen sus posibles intereses mineros. Decimos esto porque K.J.R. Rosman, W. Chisholm, S. Hong, J.-P. Candelone y C.F. Boutron94 observan en su estudio de las trazas isotópicas en el Ártico una fuerte subida en la producción de plomo poco después del año 36 d.C. que estiman que bien podría ser de la zona de Cartago Nova, donde el rey mauritano tenía intereses. Lo cierto es que, mientras tanto, Riotinto sigue cobrando importancia y es posible que su cobre se utilizase en las acuñaciones locales de la zona, que van a concluir hacia el año 4095. 19 y 146). 89 NH, 34, 164. 90 P. Rufo Festo Avienio, Ora Maritima, vv. 257-283. 91 CIL, II, 3417. Por las monedas podemos saber que fue duovir quinquenal junto con Gn. Atellius, y también por las monedas llegamos a conocer que repitió el cargo el hijo de aquel rey y Cleopatra Selene, Ptolomeo, quien compartió duovirato con C. Laetilius Apalus (A. Delgado, Nuevo método de clasificación de las medallas autónomas de España, Sevilla, 1876, tomo III, p. 69.). También es igualmente interesante que este mismo C. Laetilius fuese honrado por los piscatores et propolae (revendedores) cartageneros, lo que podría ser un indicio de la preocupación por los temas pesqueros por parte de las autoridades, lo cual sería el motivo principal para mantener estrechas relaciones con los reyes mauritanos. Cf. E. Gozalbes Cravioto, "Relaciones comerciales entre Carthago Nova y Mauritania durante el Principado de Augusto", Anales de la Universidad de Murcia, 40, nº 3-4, pp. 13-26. 92 Sobre la posible existencia de factorías en Cartagena, véase A. Orejas y S. Ramallo, ”Cartago Noua: La ville et le territoire. Recherches récentes”, De la terre au ciel. Paysages et cadastres antiques, t. II, París, 2004, p. 91. En este trabajo se expone también lo fundamental de los que se sabe referente a la evolución de la ciudad y de sus minas.. 93 E. Gozálbes Cravioto, Economía de la Mauritania Tingitana (Siglos I a.C. -II d.C.), Ceuta, 1997, pp. 177-195. Cf. Pinio, NH, 5, 1,14-16 y 6, 36, 201. 94 "Lead from Cartaginian and Roman Spanish Mines Isotopically Identified in Greenladn Ice Dated from 600 B.C. to 300 A.D.", Environemental Science & Technoloy, 31, 1997, p. 3413. 95 F. Chaves Tristán, "Nuevas aportaciones al estudio metalográfico y metrológico de las cecas de época imperial en la Ulterior", Numisma, XXVIII, 150-155, 1978, pp. 337-357. Para esta autora la Colonia Romula emplea prácticamente sólo cobre, en algún caso 18 La conquista de Britania, considerada por Claudio como una victoria sobre el Océano96, es de gran importancia para la Península Ibérica, especialmente para la Bética (pero también para la Lusitania), debido a las necesidades de aprovisionamiento del ejército desplazado, como nos muestra el yacimiento del centro militar de Colchester Sheepen, cuyos materiales se concentran entre los años 43 y 60/61 y donde el 63'5% de los contenidos de las ánforas tenía un origen bético, destacando el aceite de forma notable97, aunque otros productos, como el mosto cocido o arrope también llegaron a partir de 43 a la isla98. Mientras tanto, los artículos del Atlántico seguían afluyendo al Mediterráneo, como parece mostrar el pecio de Port-Vendres 2, de esta época claudia, en el que además de productos elaborados de la Bética se han encontrado lingotes de estaño de una forma singular, con asa -que ya era conocida en unas fichas de plomo de la Bética que llevan la marca CELTE99- y en los que aparece el nombre de un liberto de la emperatriz Mesalina, que los editores estiman que debería proceder de Lusitania, aunque posiblemente alcanzando el Guadalquivir por Celti (Peñaflor), lo que coincide con el hallazgo de las fichas mineras. Y sobre todo existe la posibilidad de que el plomo británico, tan poco útil para la extracción de plata, llegase ocasionalmente a Riotinto para utilizarse en los costosos procesos de copelación. Esta es al impurificado con algo de hierro, lo que lleva a pensar en un posible suministro desde la zona de Riotinto. Otras cecas utilizan bronces con proporciones variables de estaño y frecuentemente plomo en cantidades que van de 1 al 25 %. En el caso de la Colonia Patricia predomina la proporción del 10 % de estaño. Las emisiones broncíneas locales se organizan sobre los patrones metrológicos romanos. Véase también P.P. Ripollés y J.M. Abascal, "Metales y aleaciones en las acuñaciones antiguas de la Península Ibérica", Saguntum, 29, 1995, pp. 148-149. Esa inercia aludida la vemos, por ejemplo, en Caesaraugusta, donde sólo se alcanza la regularidad en la época de Calígula, lo que no deja de ser sintomático. Sobre el uso del plomo argentífero hispano para dar color agradable al cobre, véase Plinio, N.H., 34, 20, 95. 96 Suetonio, Claud., 17. Puede verse al respecto lo que dice J. Markale en Druidas. Tradiciones y dioses de los celtas, Madrid, 1989, p. 164: "Se conserva al menos la huella de un ritual de conjura del mar. Estrabón cuenta que los cimbros, es decir de hecho los celtas, «amenazan y rechazan con sus armas la ola que sube» (7, 2). El ritual lo confirma Aristóteles, que en su Moral a Eudemo (3, 1) se burla de los pobres celtas «que toman sus armas para marchar contra las olas». Evidentemente se trata de una ceremonia propiciatoria que los griegos no comprendieron y que adjudicaron a la inseguridad bárbara". Calígula aparece ridiculizado por ello en Suetonio, Calig., 46. 97 P.R. Sealey, Amphoras from the 1970 Excavations at Colchester Sheepen, Oxford, 1985, pp. 19 y 146. 98 R. Morais y C. Carreras, “Geografia del consum de les Haltern 70”, Culip VIII i les àmfores Haltern 70, Gerona, 2003, p. 106. 99 Mª.P. García y Bellido, "Nuevos documentos sobre minería y agricultura romanas en Hispania", Archivo Español de Arqueología, 59, nº 153-154, 1986, p. 15. Recuérdese la marca ΥΠΟΚΕΛΤΩΝ ΠΕΡI ΗΡΑΚΛΕI∆ΗΝ sobre los lingotes de plomo del pecio Bagaud 2. 19 menos la opinión de K. Butcher y M. Ponting100, quienes estiman que si las jarositas de Riotinto eran la principal base de los denarios de la época, el análisis isotópico de varios de ellos permite aventurar el empleo de dicho plomo. Nadie puede dudar, en cualquier caso, del interés por la producción minera de este emperador, que en 47 concedió las insignias triunfales a Curcio Rufo por haber abierto una mina de plata en Germania pese a que fue de poco provecho y duración101; que hizo incursiones en Tracia o el Nórico102 encaminadas a la provisión de fondos para cubrir las necesidades que requería la acuñación de monedas; y que favoreció a ricas familias béticas, sobre todo cordobesas, como la de los Annaei o los Annii, que parecen haber estado ligadas a la explotación de las minas103. Tanto la riqueza como el talento de L. Anneo Séneca fueron proverbiales, y entendemos que se encuentra detrás de la política de promoción de sus clientelas a través del servicio a la Annona de Roma104, impulsado por la política de apoyo a los ricos que fabricasen barcos y los pusiesen durante seis años al servicio de los abastecimientos imperiales promovida por Claudio105 . El número de senadores béticos, en todo caso, subió notablemente durante su reinado106 (posiblemente el más favorable para la Bética) poniendo las bases de la promoción flavia posterior. Ni que decir tiene que la conquista de Mauritania, tan ligada de siempre a la zona onubense, no iba sino a favorecer este avance. 100 “The roman denarius under the Julio-Claudian emperors: mints, metallurgy and technology”, Oxford Journal of Archaeology, 24 (2), 2005, pp. 163-197. p. 194. 101 Tac. Ann. 11, 20. 102 V.M. Scramuzza The Emperor Claudius 1940, p. 164; Tácito Ann. 11, 20. 103 P. Leal Linares, La Bética bajo Claudio. Una perspectiva económica, Écija, 2005, pp. 229 y 310-315. Cf. A. Caballos Rufino, "Los recursos económicos de los notables de la Bética", en M. Navarro Caballero y S. Demougin, Élites hispaniques, Burdeos, 2001, p. 87. 104 Cf. C.R. Whittaker, "Trade and the aristocracy in the Roman Empire", Land, City and Trade in the Roman Empire, Aldershot, 1993, p. 61. 105 No parece ser una casualidad, desde luego, que las medidas imperiales en favor de los abastecedores y transportistas, que tanto favorecen a los béticos, se den sólo dos años después del año 49 en que Séneca casa en segundas nupcias con la hija de Pompeyo Paulino, quien fue elevado a la prefectura de la Annona. Posiblemente ahí se encuentre la respuesta a la sorpresa de M. Mayer ("Aproximación a la religión cívica en Hispania bajo los flavios", Ktema, 24, 1999, pp. 341-345) al encontrar a Claudio en el juramento a las divinidades previsto para un magistrado en la Lex Irnitana, que este autor resuelve señalando que él preconizaba el movimiento de concesión del ius latii a los hispanos, favorecidos por las medidas aludidas. Sobre las mismas puede verse lo que expusimos en nuestra Epigrafía anfórica de la Bética. II. Los rótulos pintados sobre ánforas olearias. Consideraciones sobre la Annona, Écija, 1988, p. 55 y, sobre todo, en “Comercio, fisco y ciudad en la provincia romana de la Bética”, J. González (ed.), Ciudades privilegiadas en el Occidente romano, Sevilla, 1999, pp. 33-59. 106 P. Leal Linares, La Bética bajo Claudio, p. 307. 20 La época de Nerón nos ofrece un especial interés a los estudiosos de la economía romana. Desde hace más de treinta años se viene discutiendo, como señalaba J. Andreau107, si hubo un deliberado interés, al hacer la reforma monetaria del año 64, por intervenir en la economía o no. Durante mucho tiempo hemos pensado que sí, pero la aportación de nuevos datos proporcionados por los analistas que han tratado las monedas de la época nos hacen cambiar de opinión, al menos en la radicalidad de los planteamientos, pues una cosa es que las reformas monetarias tengan repercusiones económicas en una línea que puede haber sido incluso deseada, y otra distinta que estos planteamientos económicos sean las causas de dichas reformas. “No hay que olvidar nunca –nos sabiamente dice Cl. Nicolet108- que un taller monetario antiguo que debe, comoquiera que sea, asegurar su aprovisionamiento de metal (incluso si altera los títulos o juega con los pesos) no funciona nunca como las «fábricas de billetes» modernas, menos aún como las creaciones de moneda escriptural que constituyen, en nuestros días, los sistemas de crédito". Por su parte F. de Martino109 había llamado la atención acerca de que “si en las épocas de Augusto y de Tiberio no se advierte falta de metales preciosos y las monedas de oro siguieron teniendo una alta tasa de oro fino, ya antes de Nerón se manifiestan los primeros síntomas de depreciación. Sobre la base de los datos de West110 y Bolin111, Perelli112 ha llamado la atención sobre el hecho de que el áureo desciende con Tiberio y Calígula a 7, 75 gr., con Claudio a 7, 70 y con Nerón, antes de la reforma, a 7,65. Con la reforma, el áureo desciende a 1/45 de libra (7,39 gr.) y el denario, después del 60, a pesos decrecientes (3,413,38 gr.)”. Pero es que, además, el denario, que se había mantenido bastante estable en su pureza hasta este momento, pasa a ser una aleación buscada en la que el contenido de cobre delata un interés por ahorrar plata que se manifiesta evidente113. 107 ”L ’Etat romain face au monde de la banque et du crédit (fin de la République et Haut Empire)”, Etats, Fiscalités, Economies, París, 1985, pp. 3-11, recogido en Patrimoines, échanges et prêts d’argent. L’Économie romaine, Roma, 1997, p. 204. 108 "La pensée économique des Romains. République et Haut-Empire", Rendre à César, París, 1988, p. 164. 109 Historia económica de la Roma antigua, II, p. 439. 110 Gold and Silver Coin Standards in the Roman Empire, 1941. 111 State and Currency in the roman Empire to 300 A.D., 1958. 112 “La riforma monetaria di Nerone: una questione di metodo”, RSI, 1975, pp. 726 ss. 113 M. Giacchero, "Note storiche di numismatica giulio-claudia. II. La riforma monetaria di Nerone nel De beneficiis di Seneca e in Plinio il Vecchio", Rivista Italiana di Numismatica e Scienze Affini, LXXXI, 1979, p. 86, señala que Nerón redujo el fino del denario en un 12'5 % y el del áureo en un 11'2 % y redujo el peso tanto del áureo (4'50 %) como del denario (7'63 %), cuya relación interna de valor oficial (1:25) mantuvo. E. Lo Cascio, en "La riforma monetaria di Nerone: l'evidenza dei repostigli", MEFRA, 92, 1980, p. 457, eleva el porcentaje de pérdida de fino del denario a un 14'4. De esta manera el denario, sin llegar a ser una moneda fiduciaria, se convertía en una moneda sobrevaluada y garantizada por el Estado con relación al oro. 21 El trabajo, recientemente publicado, de K. Butcher y M. Ponting114 señala que los análisis efectuados muestran que Nerón empezó a agregar, por lo menos ya en 61 d.C., cobre a la plata de algunas de sus monedas aunque el aumento sustancial de la mezcla es del año 64, cuando se alcanzaron 1 parte de cobre por 4 partes de plata; un tipo de moneda que encontramos empleada después, bajo Vespasiano y Trajano. No obstante Nerón elevó el contenido de plata muy al final de su reinado, hasta 1 parte de cobre por 9 partes de plata. Una opinión así está corroborada por el hecho de que los tres denarios de Otón se mantuvieron en esta línea más prestigiosa y también tienen contenidos de plata del 90%. Otro hecho notable es que la plata utilizada en los denarios neronianos post-reforma es distinta de la empleada anteriormente hasta la época de Claudio115, dominando al principio en estos denarios la plata jarosítica, propia de Riotinto, y luego de plata oxidada, cuyas zonas productoras estaban más ampliamente distribuidas, siendo las más notables en explotación en la antigüedad las atenienses de Laurión, dentro de esa provincia de Acaya. Una provincia a la que Nerón concedió en 67 la inmunitas116 después de haber saqueado en 64 sus templos, como los de todo el Imperio y la propia Roma, en busca de metales preciosos susceptibles de ser amonedados, igual que había hecho Augusto en 27 a.C.117 Esta situación lleva a los citados investigadores a concluir118 que “las emisiones de Nerón de la 114 “The roman denarius under the Julio-Claudian emperors”, p. 178. 115 Señalan K. Butcher y M. Ponting “The roman denarius under the Julio-Claudian emperors”, p. 188, que "las monedas de Augusto tienen los contenidos de oro más altos (media de 1.1%), y alguno de los denarios de Tiberio y Claudio tienen contenidos de oro de más del 0.5%. Sin embargo, los contenidos de bismuto varían considerablemente. Alguno de los denarios tiene ambos altos, el oro y el bismuto, característicos de plata de las menas de jarosita, mientras que los denarios con altas proporciones de oro y bajas de bismuto probablemente estén hechos de plata fundida y copeleda de las menas oxidadas (aunque no se pueden excluir aquí las 'menas secas'). Éste es particularmente el caso de las monedas de Nerón post-64 que se agrupan estrechamente entre el 0.5% y 1% oro y menos de 0.05% bismuto”. 116 Plin., NH, 4, 10, 2. 117 Tácito (Ann. 15, 45) describe la situación: "En tanto, para sacar dineros fue necesario saquear a Italia, arruinar las provincias y pueblos confederados y las ciudades llamadas libres. Entraron también los dioses en el número de esta presa, despojándose en Roma los templos y sacando de ellos todo el que por triunfos y por votos se había ofrecido y consagrado en todas las edades del pueblo romano por prosperidad o por miedo; y en Asia y en Acaya, no sólo se arrebataban de los templos los dones ofrecidos a los dioses, sino hasta sus mismas estatuas, habiendo enviado a estas provincias a un liberto de César llamado Acrato, y a Secundo Carinate; Acrato, hombre acomodado y pronto para cualquier maldad; y Carinate, docto en las letras griegas, aunque solo en la lengua, sin vestir el ánimo de las buenas artes a que endereza aquella doctrina. Se dijo que Séneca, por librarse de la infamia y acusación que se le hacía de este sacrilegio, pidió licencia para retirarse a una heredad suya bien apartada, y que negándosela, fingiéndose enfermo de la gota, no salió más de su aposento”. Otra exigencia de plata en grano, oro sin acuñar y acuñaciones recientes la realizó Nerón en 68, ante el levantamiento de Víndex (Suet., Ner., 44. 2). 118 Pág. 189. 22 corona cívica de 61 d.C., y todos los denarios post-64 [incluidos los de Otón], fueron producidas de fuentes de lingotes diferentes a las usadas en los 70 años precedentes”. Si ya no hay copelación en Riotinto, es lógico pensar que ello debió de afectar a los distritos que hasta entonces le habían facilitado gran cantidad de plomo para la operación, entre los que podemos suponer que se encontraban los de Sierra Morena, de la que ahora desaparecen, como antes se indicó, las turres protectoras y en partes de cuya zona se debió producir la reordenación del territorio manifiesta en época flavia a la que antes se ha aludido119. ¿En qué medida afectó esto a familias como la de Séneca? No lo sabemos. Lo que sí parece claro es que ya a Otón, frente a Corduba, le vemos favorecer abiertamente a Emerita y a la comercial Hispalis120, utilizando medios de adición de población propios del mundo helenístico121, lo que venía a ser un respaldo en el segundo caso a la realidad de una ciudad que, como nos dice Estrabón122, desde la constitución de la colonia Romula rápidamente iba desbancando en el plano comercial a Corduba y Gades. C. Castillo123 ha puesto de manifiesto cómo el papel de Córdoba como suministradora de senadores124 fue pasando claramente a Sevilla, lo que no entendemos sino como un signo de los nuevos tiempos, tan llenos de promesas para el futuro. Los indicios apuntan, por tanto, a que se agotaron hacia este momento los yacimientos jarosíticos que se venían explotando en la región de Riotinto. Un texto de Plinio125, que ya O. Davies entendió que se podía estar refiriendo a esta zona126, puede estar 119 En el geógrafo Ptolomeo encontramos que Sisapo, la productora de mercurio, no pertenece ya al conventus Cordubensis de la Baetica, sino que ha pasado a la Provincia Citerior Tarraconensis. 120 Tácito, Hist., I, 78: Eadem largitione civitatum quoque ac provinciarum animos adgressus Hispalensibus et Emeritensibus familiarum adiectiones, Lingonibus universis civitatem Romanam, provinciae Baeticae Maurorum civitates dono dedit. Emerita había sido la capital de su provincia y se debía beneficiar, como Hispalis, del tráfico de metales de la zona SO. 121 La politografía. Cf. C. Préaux, El mundo helenístico. Grecia y Oriente (323-146 a. de C.), Barcelona, 1984, p. 199. 122 III, 2, 1 (141). 123 "Los senadores béticos. Relaciones familiares y sociales", Tituli, 5, 1982, p. 479. En el siglo II no será ya Corduba sino Italica, Hispalis y sus alrededores las que ocupen un papel destacado como patrias de senadores. W. Eck, "Itálica. Las ciudades de la Bética y su aportación a la a la aristocracia imperial romana", Italica MMCC, Sevilla, 1997, p. 210, estima que “en todo caso a finales del reinado de Nerón algunas familias béticas estarían ya tan sólidamente arraigadas en el Senado, que desde ese momento sería natural su posterior ascenso y la atracción tras sí de otras familias de su más estrecho ámbito regional.” 124 «Con Córdoba hay que poner en relación una parte importante de los senadores béticos de época julio-claudia: los Annaei, los Iunii, los Duilii y los Aponi». J.M. Blázquez, "Hispania en época julio-claudia", Estudios sobre la Tabula Siarensis, Madrid, 1988, p. 225. El mismo autor, en p. 226, pone de relieve cómo en esa época era un centro cultural importante. 125 NH, 33, 98. 23 confirmando cuanto venimos diciendo: argenti vena in summo reperta crudaria apellantur. finis antiquis fodiendi solebat esse alumen inventum; ultra nihil quaerebatur. Nuper inventa aeris vena infra alumen nullam finem spei fecit. “los antiguos llamaban crudaria a las venas de plata que encontraban en la superficie del yacimiento, el fin de la cava solía ser para los de antes llegar a la capa de alumen Pero recientemente el descubrimiento de vena de cobre por debajo de esta capa de alumen da esperanzas de una explotación inagotable”. Admitido que el alumen se refiere a los sulfatos de hierro127, y admitido que, como ha mostrado A. Mateo128, el texto se refiere a la época de Nerón, no es difícil adivinar por qué este emperador –que parece haber emitido un volumen inferior de denarios que de áureos129- rompió la pausa en la emisión de bronces que se venía dando desde 42 o 43 y se puso a emitir con este metal a partir, por lo menos, de 62130, aunque la inmensa mayoría corresponden a los años 64-67131. En adelante esas riquezas inagotables de cobre iban a ser explotadas de forma sistemática en época flavia, y no nos cabe duda de que la transformación experimentada en la provincia tiene mucho que ver con los acontecimientos esbozados arriba, que creemos que pueden arrojar bastante luz sobre la política del último de los julio-claudios y la época inmediatamente posterior. Pero eso no nos corresponde tratarlo ahora. 126 Roman mines in Europe, p. 112. 127 Domergue, Les mines, p. 57, acepta, siguiendo a K.C. Bailey (The Elder Pliny’s Chapters on Chemical Subjects, 2, Londres, 1929, p. 233), que los romanos habrían denominado alumen a todos los minerales que contenían sulfato de hierro, y entiende que, aceptando esto, la apreciación de Plinio se cumple en Riotinto, donde la base de la zona de cimentación es rica en sulfatos de hierro. 128 Observaciones sobre el régimen jurídico de la minería en tierras públicas en época romana, p. 198. 129 Plinio, NH, 33,67, habla del descubrimiento de minas de oro en época de Nerón: (aurum) invenitur aliquando in summa tellure protinus rara felicitate ut nuper in Delmatia principatu Neronis singulis diebus etiam quinquagenas libras fundens. 130 Ese año nos dice Tácito (Ann., 15, 19) que “nombró a tres hombres consulares, a saber, Lucio Pisón, Decenio Gémino y Pompeo Paulino, para que asistiesen a las administraciones de los vectigales públicos, culpando a los príncipes, sus antecesores, de que con sus grandes gastos habían excedido de las rentas del imperio”. 131 J. de la Hoz Montoya, "Patrones en la distribución de los asses de Nerón en el occidente del Imperio", Scripta antiqua in honorem ángel Montenegro Duque et J.M. Blázquez Martínez, Valladolid, 2002, pp. 321-341. 24 Sevilla, 23 de diciembre de 2005. 25