Cuerpos Sociales Intermedios

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Sociología
Trabajo
Cuerpos Sociales Intermedios
En la actualidad estamos asistiendo a un florecimiento de la sociedad civil, también
llamada tercer sector. Por doquier surgen numerosos grupos o cuerpos sociales
intermedios. Grupos de hombres y mujeres que libremente deciden reunirse y
asociarse, con determinadas relaciones, y así vivir su vida global según lo que
sinceramente piensan sin hacerse mal a sí mismos ni a los otros. Viven según el
pensamiento político, ideológico, recreativo, etc., que consideran más válido según
sus planteamientos. Grupos en los que la persona puede encontrar aquella
identidad, afecto, grado de participación y de integración que todos tanto
necesitamos.
Al mismo tiempo, también vivimos en una sociedad demasiado individualista. La
modernidad ha creado, por una parte, un Estado fuerte, que administra la sociedad,
provee y cubre las necesidades de los ciudadanos (eso no quiere decir que se tenga
que deificar a la sociedad, como si ésta fuera la que tuviera que suministrarnos
todas las cosas y, además, debiera hacerlo de una manera indefinida); y por otra,
una estructura social pronunciadamente individualista. Un ejemplo de esto último
son los sistemas de enseñanza, de trabajo, que nos enredan en una competitividad
individual de calificaciones o remuneraciones. Hemos creado unos ámbitos muy
individuales, que en muchos momentos resultan dañinos.
La persona humana es un ser social por esencia. Ya en su origen es fruto de la
unión de un hombre y una mujer. Es, desde esa dimensión social, de donde surgen
en el interior de la sociedad los grupos o cuerpos sociales, la unión principal de los
cuales no es sólo la consanguineidad, sino la decisión libre de unirse para alcanzar
un objetivo, unos fines, unos ideales, el deseo de estar juntos, para ayudarse, o por
otros motivos razonables.
Por otra parte, son los ciudadanos, y especialmente los cuerpos o grupos sociales,
los que deben colaborar para construir la sociedad, organizarla y darle forma. Lo
deben hacer de una manera corresponsable, uniendo su libertad con la de todos los
otros. Una persona sola a veces puede parecer imponente, ser capaz de muchas
cosas, pero en realidad no serlo tanto. Sus solas fuerzas quedan muy limitadas a la
hora de acometer empresas de cierta importancia, mientras que una comunidad, un
grupo o un cuerpo social tiene mucha más capacidad de asumir retos y de
transformar la sociedad desde dentro. Retos que no se le pueden aplicar en
exclusiva a la persona o a la sociedad.
Hemos de seguir, pues, cultivando y potenciando la dimensión social y comunitaria
de la persona, lo cual comportará muchos cambios en la estructura familiar,
educativa, política, social, económica, cultural, etc. En definitiva, en la sociedad en
general.
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