A medida que la atención del mundo se enfoca en el nuevo Papa, Benedicto XVI, debemos estudiar su cargo puesto que su oficio pretende ocupar el lugar de Cristo. El Vaticano oficialmente enseña que el Papa es el sustituto de Cristo Jesús: las palabras del pronunciamiento oficial son: “El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles”. “El Pontífice Romano, en efecto, tiene en la iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad.”1 El mundo tiene de nuevo a un hombre en el cargo de “Vicario de Cristo” por lo que es imperativo que investiguemos el verdadero oficio del Vicario de Cristo. El Señor Jesucristo confió el cuidado universal de las almas a la custodia de la persona divina del Espíritu Santo. Con respecto a esta tercera persona de la Trinidad, que iba a ser su sustituto, el Señor prometió que “cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.”2 El Espíritu Santo convence de pecado cuando hace que el pecador se dé cuenta de su condición perdida y lo convence de su necesidad de la justicia de Cristo. Él es el que trae al alma muerta en pecado a la vida. La Sagrada Escritura habla de este milagro de la gracia como, “la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos.”3 La majestad, grandeza y poder indescriptibles del oficio de Vicario de Cristo son tales que un creyente se queda pasmado de su persona divina. Que cualquier ser humano pretendiera reclamar el oficio de Vicario de Cristo, sería algo totalmente absurdo y blasfemo. EL VERDADERO VICARIO DE CRISTO Debido a que hay una conexión directa entre la redención realizada por Cristo y el ministerio del Espíritu Santo, es un error que maldice al alma confundir la obra del Espíritu Santo como el Vicario de Cristo con el cargo o la obra de cualquier hombre. Debido a que Cristo Jesús había sido el Maestro, Consejero y Guía de los creyentes, Él prometió enviar al Espíritu Santo como su sustituto, de modo que él pudiera morar con ellos para siempre.”4 En la vida de los creyentes, el Espíritu Santo tiene influencia plena, inmediata y universal, según la Escritura lo enseña maravillosamente, “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”5 La obra del Espíritu es transformadora; somos cambiados de un grado de gracia gloriosa a otro, hasta que por esa misma gracia un día seamos perfectos con él en gloria para siempre. Por consiguiente, ¡cuánto más deberían los cristianos apreciar el ministerio pleno y completo del Espíritu Santo! A la luz de estas asombrosas verdades con respecto a la obra y ministerio del Espíritu Santo de Jesucristo, es horrendo enterarse de que el Vaticano proclama, “El Papa goza, por institución divina, de una potestad suprema, plena, inmediata y universal para cuidar las almas.”6 Persuadiendo a hombres y mujeres de que Cristo el Señor dejó a un hombre mortal para que fuera su vicario en la tierra contradice el propósito mismo de Cristo Jesús. LA HISTORIA DE LA PRETENSIÓN DE SER VICARIO DE CRISTO Esta descabellada aseveración vino relativamente tarde en la historia del Papado. Para empezar, el obispo de Roma pretendió ser el vicario del César y sus sucesores los herederos legítimos de los Césares. La ciudad que había sido la sede del poder para el Imperio Romano se volvió la ciudad para que el obispo de Roma ejerciera su autoridad. Gradualmente otros obispos y monarcas nacionales lo aceptaron como vicario y sucesor del César con el mismo título supremo de “Pontifex Maximus”. Después los obispos de Roma afirmaron ser “El vicario del príncipe de los apóstoles”7 es decir, el vicario de Pedro8 Por lo tanto, a principios del siglo quinto, el obispo Inocencio I (401-417 d.C.) insistió en que Cristo había delegado poder supremo a Pedro y lo había hecho obispo de Roma. Acto seguido, sostenía que el obispo de Roma, como sucesor de Pedro, tenía derecho a ejercer el poder y las prerrogativas de Pedro. Bonifacio III, que fue obispo de Roma en 607, se estableció a sí mismo como “Obispo Universal,” pretendiendo así que era el vicario y maestro de todos los otros obispos. No obstante, no fue hasta el siglo octavo, que el título particular de “Vicario del Hijo de Dios”9 se descubrió en el documento fraudulento llamado “La Donación de Constantino.”10 Aunque se demostró que este notorio documento era falso a principios de siglo dieciséis, los obispos de Roma han usado el título “Vicario de Cristo” desde el siglo octavo. Este título ha sido la pretensión suprema a la supremacía espiritual temporal. El gusto del poder divino, con el cual resuena el título, ha demostrado ser adictivo. El “Vicario de Cristo” no puede reconocer a ninguna autoridad excepto la suya propia. Se ve a sí mismo como maestro de todos, y proclama atrevidamente, “La primera sede no es juzgada por ninguno.”11 Es verdaderamente extraordinario que Joseph Ratzinger haya sido elegido como nuevo Papa con el nombre de Benedicto XVI. Antes de esto él dirigía la Congregación para la doctrina de la fe,12 puesto que era enfáticamente dictatorial. Aunque los ultraconservadores en la iglesia de Roma le darán una calurosa bienvenida, no obstante no va a ser aceptable a muchos católicos norteamericanos debido a su postura de línea dura. Esta rígida posición se manifestó claramente en el documento que él promulgó el 5 de septiembre de 2000, llamado, “Dominus Iesus”.13 En dicho documento él decretó que la Iglesia católico romana es el único “instrumento para la salvación de toda la humanidad.”14 Dogmáticamente, él también excluye a las iglesias evangélicas de ser consideradas como “Iglesias en el sentido apropiado” cuando proclamó, “… las comunidades eclesiásticas que no han preservado el episcopado válido y la sustancia genuina e integral del misterio de la eucaristía, no son iglesias en el sentido propiamente dicho.”15 EL VICARIO DE CRISTO FALSIFICADO El alegado oficio de Roma del Vicario de Cristo en la tierra es tan omni-abarcante y complicado que un hombre solo no puede ejercer “poder supremo, total, inmediato y universal.” Por consiguiente, el hombre que pretenda estar investido con ese cargo necesita disponer de una vasta jerarquía. La pirámide de poder que constituye su cargo de “Vicario de Cristo” consiste en cardenales, patriarcas, arzobispos mayores, metropolitanos, arzobispos auxiliares, obispos diocesanos, obispos auxiliares, vicarios episcopales, eparcas, vicarios apostólicos, prefectos apostólicos, administradores apostólicos y vicarios generales.16 La naturaleza falsa de la pretensión del Papa de ser “el Vicario de Cristo” se muestra por su doctrina y acciones. La misión clave del verdadero Vicario de Cristo es glorificar a Cristo, “Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.”17 El envío del Espíritu Santo fue la glorificación de Cristo. Dios el Padre glorifica a Cristo Jesús en el cielo, y el Espíritu lo glorifica en la tierra. Todos los dones y gracias del Espíritu Santo deben glorificar a Cristo. El Señor Jesucristo prometió a los apóstoles, “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad.”18 La verdad de Dios es un todo indisoluble, equilibrado y armonioso. En la Biblia tenemos “toda la verdad,” y en esto el Espíritu Santo verdaderamente glorifica a Jesucristo. En agudo contraste, el Papa afirma poseer “autoridad magisterial infalible.” Esto no glorifica a Cristo ni honra al Espíritu de verdad.19 Asimismo, el Papa, como “el Vicario de Cristo” enseña el “renacimiento” espiritual por el bautismo, lo cual menoscaba la gloria de Cristo.20 Por medio de crucifijos, rosarios y escapularios, el Vicario terrenal pretende fortalecer a hombres y mujeres contra los asaltos de Satanás. También declara que las indulgencias pueden acortar los sufrimientos del alma en el purgatorio. Mientras preside sobre la institución financiera substancialmente más adinerada del mundo, él mantiene y aboga por los votos de pobreza. Aun cuando miles de almas se han corrompido por la inmundicia desenfrenada, él defiende los votos del celibato para sus sacerdotes. Mediante proclamaciones autónomas libra a hombres y mujeres de los votos del matrimonio en anulaciones autodeclaradas.21 Ninguno de estos hechos glorifica a Cristo Jesús el Señor. No obstante, el mayor enemigo de Cristo y su evangelio, no es el materialismo ni la codicia, sino más bien el orgullo y la apostasía espiritual de la misma persona que pretende ser su “Vicario.” La primer mentira de Satanás, “seréis como dioses”22 logra su plena fruición en la pretensión Papal de ser el “Vicario de Cristo”. Mediante dicha pretensión, las palabras del apóstol Pablo se cumplen literalmente, “el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto… haciéndose pasar por Dios.”23 “HABEMUS PAPAM” [¡TENEMOS UN PAPA!] La espera ha concluido. El cardenal-diácono mayor apareció en un balcón que dominaba la plaza de San Pedro y anunció: “¡Habemus papam!”24 Por lo tanto, el clímax del drama y de todo el colorido que le acompañaba es el pronunciamiento: “¡Habemus papam!”; “¡Tenemos un Papa!” A los católicos y al mundo se les ha dicho que tienen un Papa espiritual que cuidará de ellos. Cristo Jesús constantemente habló acerca de su Padre. La palabra “Padre” estuvo setenta veces en sus labios para mostrarles a los verdaderos creyentes de que ellos tienen un Padre, es decir un Padre en el Cielo: “mi Padre, y vuestro Padre… mi Dios y vuestro Dios.”25 Los creyentes característicamente verdaderos tienen un Abba Padre, en las palabras del apóstol: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”26 Es precisamente debido a que los creyentes tienen un Abba Padre que a ellos se les manda no llamar a ningún hombre “padre” en el sentido espiritual. Por lo tanto el mandamiento del Señor dice: “Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.”27 El Señor Jesucristo oró al único “Padre Santo” que existe: “Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, , para que sean uno, así como nosotros.”28 El Señor usó su apelación usual “Padre” pero le agregó la palabra “Santo” Él quería enfatizar la perfección absoluta de la naturaleza del Padre. Esto es tan íntimo y excelentísimo que en el sentido espiritual un verdadero creyente sólo usará las palabras “El Padre Santo” ¡al referirse a Dios exclusivamente! El romano pontífice no sólo usurpa el cargo de “Vicario de Cristo” sino también el título mismo de la Divinidad, “Santo Padre”. Por consiguiente, debemos formular la pregunta que hace el apóstol Juan, “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.”29 Al asumir estos títulos para sí mismo, el Papa muestra de que él es “un vicario de Cristo” en el sentido bíblico del Anticristo. CONCLUSIÓN Actualmente algunos “evangélicos” transigentes y eclécticos se tapan los oídos y cierran sus ojos al verdadero Vicario de Cristo e inconscientemente concuerdan con las festividades que acompañan al humo blanco que sube del Vaticano. Una vez más ignoran las preguntas: ¿A quién honramos? ¿A quién tememos? ¿A Dios o al hombre? A medida que el mundo y los falsos evangélicos se inclinan en admiración y anticipación al nuevo pontífice, nosotros haríamos bien en dedicar un momento para hacer una pausa y considerar cuál es nuestra posición como creyentes en el único Señor Jesucristo y el único Espíritu Santo. El oficio del Papa ha sido presentado al mundo. El que está a cargo de ese oficio afirma mediar entre Dios y el hombre y dice tener las llaves del cielo y el infierno. Más pasmoso todavía, él usurpa el cargo de “Vicario de Cristo” añadiendo aun el atributo de infalibilidad a su cargo,30 demandando que “Un respeto religioso del intelecto y la voluntad sea expresado a su enseñanza.”31 La arrogancia papal combina bien con la predicción de la Escritura para dichas pretensiones. “Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.”32 Las palabras inscritas en la mitra oficial del Papa son “Vicarius Filii Dei”, o latín para “Vicario del Hijo de Dios”. Puesto que debe haber sólo un Vicario de Cristo quien es infinito, supremo, omnipotente, y todo suficiente, el pretendiente terrenal no puede ser otro que un sistema apóstata auto energizado que eventualmente será juzgado y totalmente condenado por el Señor.33 Los aliados ecuménicos del vicario terrenal se multiplican como hongos; sin embargo nosotros no tenemos temor, porque sabemos que, “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.”34 Nuestra victoria está asegurada “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.”35 El acuerdo “Evangélicos y Católicos juntos” (ECT) determinó su propia condenación, porque la luz no tiene comunión con las tinieblas. Por lo tanto, es hora de que nosotros, como “verdaderos evangélicos juntos en el Señor” ¡nos expresemos a nosotros mismos! La voluntad de Dios es que todo verdadero creyente siga la exhortación: “que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.”36 Los de nosotros que nos aferramos a Cristo y a su Palabra solamente y que somos salvos ante un Dios todo santo por gracia solamente, por la fe solamente, con toda gloria y alabanza a Dios solamente debemos expresar nuestra profesión de fe. En los días de Elías hubo una llamada al pueblo de Dios para que adoptara una actitud firme por el verdadero Dios o siguiera a Baal. En forma similar, Josué pidió al pueblo que decidiera entre los dioses de la tierra y el verdadero Dios de Israel. En nuestros días, mucho más que en el tiempo de Elías o Josué, es urgente que tomemos seriamente el mandamiento que nuestro Señor nos dio de dar testimonio personal respecto a cual es nuestra posición. El mundo ha visto los espectáculos por televisión y escuchado los boletines de noticias, en medio de la fanfarria, el espectáculo y la pompa. El impulso de los medios noticiosos ha realzado el poder y al gloria del llamado Vicario de Cristo terrenal. En medio de todos estos acontecimientos, yo les pido solemnemente que ustedes hagan claro donde están. Lo que pedimos es que en unas cuantas frases expresen su fe personal en el único Señor Jesucristo y su único vicario el divino Espíritu Santo, junto con una resolución personal de obedecer al mandamiento de nuestro Señor que “contendáis ardientemente por la fe que ha sido dada una vez a los santos.” (APORTE DEL QUERIDO HERMANO DANTE ROSSO DE “ISRAEL MI GLORIA”) Tomado de la revista “Momento de Decisión”, www.mdedecision.com.ar Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.