2. Criterios de clasificación de los actores internacionales.

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Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991
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intergubernamentales; pueblos o movimientos de liberación. No encontraremos
razones suficientes para valorar teóricamente el protagonismo internacional de otros
grupos, como las empresas multinacionales, las naciones o la opinión pública
internacional. Estos y otros muchos grupos sociales adquieren la categoría de actores
cuando introducimos como parte de la Sociedad Internacional otras relaciones de
naturaleza económica o cultural.
Resumiendo, podemos precisar el concepto de actor internacional afirmando
que es todo grupo social que, considerado como una unidad de decisión y actuación,
participa eficaz y significativamente en aquellas relaciones definidas previamente
como fundamentales para la estructuración y dinámica de una determinada sociedad
internacional.
2. Criterios de clasificación de los actores internacionales.
Tomando en consideración la necesaria relatividad del concepto de actor
internacional, podemos apuntar los criterios que comúnmente se han seguido por los
autores para clasificar los diversos tipos de actores internacionales.
a) Por la naturaleza de los actores
La primera y más elemental clasificación de los actores internacionales es la
que distingue entre los actores territoriales y los actores internacionales.
Los actores territoriales se caracterizan por el hecho de que su existencia y sus
actuaciones están directamente vinculadas con la delimitación, ocupación y dominio
efectivo de un espacio geográfico o territorial. El cambio sustancial en ese espacio
influye de forma decisiva en la capacidad de estos grupos para participar en la
dinámica internacional. Sin duda, el actor territorial más importante es el Estado.
Los actores funcionales alcanzan esta condición en virtud de su capacidad y
eficacia en el desempeño de ciertas tareas o funciones básicas para la supervivencia
de una sociedad internacional, con independencia del ámbito espacial en el que estas
funciones se desempeñen y sin que sus capacidades funcionales dependan de la
posición de un determinado territorio. Las dos categorías principales de actores
funcionales son las organizaciones internacionales (gubernamentales o no) y las
empresas multinacionales.
Esta distinción no desconoce que los actores territoriales desempeñan ciertas
funciones internacionales, y que los actores funcionales disponen necesariamente de
una mínima base espacial (sede) en la que ubicar los recursos humanos y materiales
necesarios para el desempeño de sus actividades internacionales. Lo que se pretende
resaltar con ella es el hecho de que en los actores territoriales el principal elemento
que cualifica su capacidad de actuación internacional es el espacio geográfico que
controlan; en cambio, en el caso de los actores funcionales ese elemento viene
definido por su capacidad, mayor o menor, de dar respuesta a los problemas
internacionales que se suscitan o de satisfacer las demandas planteadas por otros
miembros de la Sociedad Internacional.
Ciertamente no se puede negar la utilidad de este criterio distintivo, pues no en
vano la dimensión espacial condiciona sustantivamente las capacidades y actuaciones
de los estados. En sus planteamientos teóricos más radicales, esta concepción ha
llevado al entronamiento de doctrinas (geopolíticas, geoestratégicas) y conceptos
(espacio vital, fronteras naturales) de inequívoca influencia en la política exterior de
muchos países.
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Frente a esos excesos teórico-políticos, conviene dejar bien sentado que la
importancia del elemento territorial no es mayor, a la hora de explicar la importancia de
las actuaciones internacionales de los, estados, que la de otros elementos
estructurales (composición demográfica, organización económica, etc.) y funcionales,
que deben tenerse muy en cuenta para diferenciarlos de otros grupos no estatales.
b) Por la importancia internacional de los actores.
Un segundo criterio muy extendido en la doctrina es el que adopta como
referencia el grado de importancia que los distintos actores poseen en la Sociedad
Internacional. De acuerdo con este criterio, los actores internacionales se dividen en:
actores primarios o principales, y actores secundarios o menores. Entre los primeros
se incluyen a los estados y, ocasionalmente, ciertas organizaciones supranacionales.
El resto de grupos sociales con cierta capacidad de actuación internacional queda
relegada a la segunda categoría.
La consideración del carácter primario de los estados se debe a dos razones
fundamentales. En primer lugar, porque el estado ocupa una posición central,
privilegiada e insustituible en relación con los demás grupos sociales, al
institucionalizar el poder interior y dominar las relaciones de poder en el contexto
internacional.
En segundo término, y como consecuencia de lo anterior, los estados se
convierten en mediadores del protagonismo internacional de todos aquellos grupos
sociales que nacen y se desarrollan al amparo del marco jurídico, político, económico
y territorial de los estados. En otras palabras, si los estados son los grupos más
poderosos, interna e internacionalmente, las demás colectividades sólo podrán actuar
de modo significativo en el contexto internacional en la medida en que lo permitan los
actores estatales, y dentro de los cauces establecidos por ellos. De este modo se
convierten en actores dependientes de los estados y secundarios respecto de éstos.
Una reflexión crítica de ambas tipologías debe empezar por reconocer su
notable utilidad explicativa, lo que, en gran medida, explicaría la amplia difusión que ha
alcanzado en la doctrina. Sin embargo, también resulta oportuno reconocer algunas de
sus limitaciones.
Ante todo, ambos criterios de clasificación descansan sobre una primacía del
paradigma estatal. Ello conduce, con frecuencia, a identificar las relaciones
internacionales con las actuaciones estatales.
Por otra parte, y en la línea de la observación precedente, no se puede
prejuzgar la capacidad y actividad internacional de los grupos no estatales, ya que aun
siendo real la supremacía de los actores estatales en determinados perío dos históricos
o para ciertos tipos de relaciones, no se le puede atribuir una validez axiomática y
universal.
Claro está que ambos aspectos han propiciado el estudio e investigación
exhaustivos de los actores estatales y sus relaciones mutuas. Ello ha reforzado la
convicción de que unos y otras eran las más importantes porque eran más conocidos.
El círculo vicioso se cerraba considerando que las relaciones interestatales eran las
más explicativas por surgir de los actores fundamentales de la Sociedad Internacional,
es decir, de los estados.
Afortunadamente, este círculo vicioso, en el que durante cierto tiempo se vieron
atrapados los teóricos de las relaciones internacionales, ha comenzado a
resquebrajarse propiciando nuevos estudios e investigaciones sobre otros actores no
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estatales. Los resultados no han podido ser más revolucionarios y demoledores para
el paradigma del estado. Hoy en día sabemos lo suficiente para poder afirmar que, en
el contexto de las relaciones económicas internacionales, las empresas
multinacionales constituyen actores con un protagonismo equiparable a la mayoría de
los estados. Esta misma reflexión podríamos hacerla extensiva a otros actores y
relaciones internacionales.
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