Hacer el bien y evitar el mal Autor: Juanita Conejero | Fuente: CUBARTE | 11 de Mayo 2009 Confieso que estas palabras han sido motivadas, al leer una breve información del distinguido periodista Pedro de la Hoz, que se publicó en Granma el día 15 de abril de este año, con el título de ¡Inadmisible! Se refiere la misma, a unas imágenes captadas por un fotógrafo, en que aparecen actitudes incorrectas de algunas personas, en monumentos de nuestra Capital. Inmediatamente que las observé con detenimiento, vi que en una de ellas, dos sujetos habían decidido escoger la base del monumento al Apóstol, en el Parque Central, para de manera irreverente, pasar el rato, como si fuera aquel espacio propicio para una simple diversión. ¿Estos personas sabrán el valor que tiene un monumento y mucho más éste de Martí, que conserva tanta historia acumulada? No pude evitar el recuerdo de la terrible acción, perpetrada hace años a ese monumento, por aquellos despreciables marines norteamericanos. ¡Sencillamente, no lo pude evitar! Después, recordé tantas cosas de mi niñez, cuando con la banda de música de mi escuela, desfilábamos con emoción ante esa imagen o decíamos poemas y colocábamos en ese mismo lugar, ahí mismo, en la base de ese monumento en el Parque Central, aquellas flores blancas, que cada 28 de enero le ofrecíamos al Maestro. Si no lo saben, hay que lograr que lo sepan. En aquellos tiempos, a los que me refiero, estos jóvenes de la fotos, no habían nacido, pero el no haber nacido, o no tener conocimiento de algo, no justifica comportamientos de esta naturaleza. Pienso, que quizás muchas personas que realizan estas acciones, no conocen el significado cabal de la palabra monumento. Me remito al diccionario en primera instancia: monumento: (lat. monumentum) 1. Obra de arquitectura., escultura, o grabado, realizado para perpetuar el recuerdo de una persona o hecho memorable. 2. Construcción que posee valor artístico, arqueológico, histórico etc. 3. Túmulo o altar que en jueves santo se ponen en las iglesias. 4. Objeto, o documento de utilidad para la historia, 5. Obra científica, artística o literaria, que se hace memorable por su mérito excepcional. 6. Sepultura. Como muchas veces he dicho, el idioma nuestro es muy rico y el vocablo monumento, por extensión de significado y con carácter más popular, también se puede referir a un hombre o a una mujer, que tenga un cuerpo bien proporcionado y atractivo. Quizás, ésta sea la única acepción de esta palabra, que algunos indisciplinados conocen. Ahora bien, la palabra monumento, está muy relacionada con los vocablos ética, educación, disciplina, virtud y honra, por supuesto, entre otras. Un monumento exige respeto, y está muy distante de otros vocablos por ejemplo; indisciplina, profanación, vicio e inmoralidad. Algunos monumentos, por sus valores, pueden ser declarados por decreto Monumentos Nacionales y quedan bajo la protección del Estado. Hay otros, que pueden ser declarados Patrimonio de la Humanidad. La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) determina los que tienen condiciones para ello. Decía que la palabra monumento, está muy relacionada con la palabra ética. ¿Sabrán estas personas de la foto lo que significa la Ética? Pues bien, la Ética es la ciencia de la moral. ¿Y qué es la moral? La moral enseña las reglas que deben cumplirse para actuar debidamente. Es decir, se refiere a las costumbres correctas establecidas, que son los principios prácticos de la vida y que fueron introducidos en el campo de la Filosofía por un griego llamado Sócrates, hace muchos años, que por cierto, no dejó nada escrito. Estos principios, se conocen gracias a Platón, el autor de los famosos Diálogos, que admiraba al gran Sócrates, su maestro, sin embargo, fue Aristóteles, discípulo de Platón, el filósofo que se reconoce como el padre de la Ética, por haber creado un tratado sobre esta ciencia, el primero conocido en la humanidad. Para ser más explícita, la moral, establece los deberes del hombre. Había que formular principios, porque no era posible convivir en el planeta sin reglamentar las conductas. Esos principios son el basamento monolítico de la educación de los seres humanos. La Ética como ciencia es muy compleja, ha tenido un devenir histórico importante. Las épocas cambian y también las costumbres. Muchos pensadores han dejado su huella y han desarrollado diversas teorías. pero, en este trabajo, sólo pretendo situar el concepto fundamental y primario de esta disciplina; hacer el bien y evitar el mal. ¿Qué podemos hacer para que estas fotos no se repitan? En primer lugar, hay que decir, que en nuestro país y de acuerdo con la historia del pensamiento de importantes forjadores de nuestra nacionalidad, existe una Ética cubana, que recoge entre muchos valores, ideales patrióticos, de defensa de la independencia y soberanía nacional, de justicia y dignidad humana, que vienen desde Varela pasando por muchas importantes personalidades y que cristaliza con el triunfo de la Revolución cubana, inspirada en el ideario de nuestro Héroe Nacional José Martí. Los aportes de la filosofía marxista y de manera excepcional los de Fidel y el Che, constituyen los ejemplos más significativos que han enriquecido esta importante disciplina. Entre todos los valores que la educación debe sembrar en los niños, está el respeto a esos bienes patrimoniales y desde edades muy tempranas. Este concepto me hace recordar una vez más a Sócrates, que decía: “se debe enseñar conversando de aldea en aldea, de campo en campo, de casa en casa”. Hay que cultivar en la casa, en la escuela y en todas partes, la espiritualidad del ser humano y a cualquier edad. El hombre debe aprender a amar lo bello, lo hermoso, lo bueno, las grandes creaciones artísticas de toda la humanidad, los logros científicos y aprender a admirar a los hombres y mujeres extraordinarios, que han contribuido al bienestar de la humanidad y a la felicidad de todos y también, debe rechazar lo feo, la maldad, el odio, el ocio, el crimen, la envidia, el egoísmo y todo lo que pueda lacerar el alma y destruir el cuerpo. En fin, el hombre debe amar la vida por la vida misma, a toda voluntad y a plenitud y defender lo que se ha construido para bien de los habitantes del planeta. Solidaridad es convivir en armonía. Solidaridad es intercambiar creaciones y estimular la creación y amar y proteger la obra humana generosa y verdadera. No podemos cansarnos de decirlo y divulgarlo insistentemente, para que cada ciudadano lo interiorice bien y mucho más en estos momentos, en que el mundo marcha, con el Capitalismo en crisis, hacia posiciones globalizadoras que amenazan hasta destruir nuestro planeta. ¿Cuántas personas que no respetan un monumento saben lo que significa el mismo? A lo mejor, no tiene ni la menor idea de quién fue Albear, el ingeniero que construyó el Acueducto, ni tampoco qué representaba el Palacio de los Capitanes Generales antes de ser el Museo de la Ciudad? Estos desconocimientos, no se deben a no haber tenido la oportunidad de adquirirlos, porque ahí están los Museos y las Galerías, las visitas al Casco Histórico y “Andar la Habana”, como diría el Historiador de la Ciudad. Todo ello, forma parte de los esfuerzos que desde hace muchos años, viene haciendo la Revolución por preservar nuestra Historia para las futuras generaciones. ¿Pero, habremos hecho realmente una buena divulgación de esta rica historia nuestra? Pienso, que nunca será suficiente el esfuerzo que debemos hacer, para lograr esos propósitos. El concepto de monumento es realmente muy amplio. Nuestra Ciudad es un monumento. Tiene una historia importante que contar. Igual que debemos respetar el monumento a Martí en el Parque Central, o la fuente de la India, o el monumento a Allende y el de Benito Juárez, por mencionar algunos en la Calle G, tenemos y debemos respetar toda la Ciudad y sus plazas, parques, árboles, transportes, calles y aceras, para conservarla, limpia y bella, para disfrute de todos, felices, educados, inteligentes y sanos ciudadanos. ¿Sabrán, algunos de las personas irrespetuosas, la hermosa historia de esta Ciudad de la Habana y de su fundación allá por los años 1514 y 1515? ¿Sabrán que su puerto era uno de los más célebres del mundo y que era el punto de reunión de la Flota de Indias? Quizás no saben, que después del último ataque de los corsarios a la Habana, se le encargó a unos ingenieros italianos, nada menos que renacentistas, la familia Antonelli, la construcción del primer sistema defensivo de la ciudad, en el que se destaca el Castillo del Morro, esa emblemática fortaleza que señala con su faro, a los barcos, la llegada a nuestro puerto. ¡Cómo es posible, que alguien no sepa, que la construcción del Castillo de San Carlos de la Cabaña data de 1762, una edificación que ya se ha hecho tan cercana y familiar, por haber abierto sus espacios a la Feria Internacional del Libro y últimamente a ese gran evento de las artes plásticas, que es la Bienal de la Habana! ¿Y qué decir, del Castillo de la Fuerza?, que según los especialistas del Patrimonio Nacional, es la primera obra abaluartada en América, y que ahora se muestra más hermosa, al exhibir un buen número de reproducciones de pinturas del Museo del Louvre de París, que adornan sus alrededores. ¿Habrán visitado esas personas, que a veces no se comportan como es debido, la Basílica de San Francisco de Asís, hoy convertida en una estupenda Sala de Concierto, donde actúan y han actuado importantes músicos cubanos y extranjeros? En el año 1978, los cubanos nos sentimos muy honrados y orgullosos, cuando la Comisión Nacional de Monumentos declaró el Centro Histórico de nuestra Ciudad como Monumento Nacional y después de intensos trabajos de recuperación y restauración, la UNESCO en 1982, le otorgó a la Villa de San Cristóbal y a su Sistema de fortalezas, la condición de Patrimonio de la Humanidad. Eso representa para nuestro pueblo una gran responsabilidad. Y así debemos asumirlo. Pero volvamos a Sócrates, alguien, un día, le preguntó de dónde era. No contestó que era ateniense, sino del Mundo. Por supuesto, como señalara una vez el gran ensayista francés Miguel de Montaigne: “Sócrates abarcaba el Universo, igual que a su ciudad”. Buena enseñanza. Bien lo sabemos los cubanos. Martí dijo: “Patria es humanidad”. La Revolución hizo suyas estas palabras y nuestro pueblo, ha demostrado con su infinita solidaridad, que también sentimos como nuestro, el dolor o la alegría de cualquier pueblo de la tierra. Si así nos hemos sabido comportar, cómo vamos a permitir, impasibles, acciones como las señaladas por el periodista en días pasados. Si sabemos cuidar lo nuestro, sabremos cuidar lo que es de todos. No sólo debemos amar y cuidar la Capital, la de los cubanos, debemos apreciar la Patria en su conjunto, con todos sus emblemáticos sitios históricos y sus valores patrimoniales, admirados por el Mundo. Aprendamos también a amar las grandes creaciones del hombre de todos los tiempos, en cualquier parte de esta Tierra, este mundo convulso que hoy estamos obligados a salvar. Alejemos de nosotros, todo lo que pueda dañar la identidad de lo preservado y la hermosura de la bondad. Permítanme, terminar con una frase martiana, que todo maestro debe entregar a sus discípulos: “¡No sabe de la delicia del Mundo, el que desconoce la realidad de la idea y la fruición espiritual que viene del constante ejercicio del amor!”