Introducción a la vida Universitaria mayo 25 2015 Reflexiones a partir del texto "Prácticas comunicativas del ingresante y afiliación intelectual" de Miriam Casco y conceptualización de los principales tópicos del curso. Alberto Castillo La afiliación transitada fue realmente muy rápida ya que de algún modo las condicionantes particulares (edad, contexto familiar y laboral) hicieron que estuviera cerca del modo de aprender, de ese oficio de estudiante que requiere el nivel terciario, quien ya no concurre al centro de estudios meramente por orden de sus mayores sino por sus intereses, en mi caso culminando el bachillerato como medio para alcanzar una educación terciaria que amplíe las posibilidades de realización personal y estatus. Sin perjuicio de lo anterior reconocí el primer paso de la afiliación que menciona la autora en cuanto a la introducción en una institución en la que uno va a recibir una enseñanza pero que a su vez esta institución cumple fines y se basa en principios políticos más amplios e inclusive transcendentes a la propia enseñanza. Sorprende verse dentro de un colectivo, reconocerse y asumir quizás un nuevo rol que probablemente antes no se lo tiene, un rol político de compromiso social y cívico, en especial considerando los fines de la universidad, que no quedan en la difusión de la cultura sino que abracan la defensa del régimen democrático por ejemplo. Esto no quiere decir por, su puesto, que si el sujeto no forma parte de la universidad no afilia a esos principios morales, pero para un joven de 18años posiblemente sea un empuje hacia el ejercicio de su ciudadanía activa y su actitud de agente. En lo que respecta al heterocronismo de la alienación intelectual he podido constatarla y estoy convencido de que es algo muy habitual debido al carácter impersonal de la educación. Clases masivas en las que es posible pasar inadvertido “invisibles en lo pedagógico” (Casco p. 2). Esto es acentuado por el tipo de evaluación hegemónica que tradicionalmente opera en todos los ámbitos educativos y la universidad no es la excepción (salvo en casos muy puntuales), en los que el estudiante estudia para rendir, para salvar una prueba y no para sí mismo. De esta manera la alienación del conocimiento se resiste a dar paso al “aprender a aprender” para que sea significativo. De la misma manera se siguen manteniendo predominantemente las clases de tipo magistrales donde el docente es el poseedor del conocimiento y el mismo lo “transmite” a sus estudiantes, estudiantes ¡pasivos! Discentes. Disiento con el concepto de pasaje de un estatus a otro ya que la regla y no la excepción es la reproducción social en términos Bourdianos donde inclusive en el tema que nos convoca, el impacto de la entrada a la universidad, es considerablemente diferente para jóvenes de distintos clases sociales. Quienes ya están familiarizados en la lectura académica, con el lenguaje profesional y ni que decir de la expresión oral fluida y comprensible, me refiero a las competencias lingüísticas propias de un joven de contexto favorable, tienen muy probablemente un tránsito diferente frente a quienes son la primer generación familiar en acceder a la formación universitaria. En lo personal experimenté un cambio radical en la forma de relacionarme con el saber. Referido a las diferencias que encontramos en el cambio de paradigma propio de esta época de transformaciones en la manera de ver el mundo desde la complejidad, así como también la experimentación y la sapiencia explicita de saberse en una formación que busca la conciencia crítica la autonomía y la búsqueda y producción de saber. Esto acentuado a que he pasado de una formación científica a una formación que si bien tiene la característica peculiar y dificultosa desde el punto de vista epistemológico que es el estar nutrida de varias ciencias, tiene un fuerte componente humanístico, sociológico y político en donde ya no es deseable la reproducción del saber instrumental sino la deconstrucción, apropiación y re contextualización del mismo, así como su producción. Sin duda el rasgo mas fuerte por el que transite y he visto que muchos lo sentimos, fue lo que observa Casco el anhelo de aquellos conocimientos libres de dudas, completos, certeros que nos otorgaban estabilidad y completud como presunsores de poseer tal conocimiento y suponerlo agotado allí, al menos jugando esa ficción didáctica. De pronto nos encontramos en un sitio donde todo se cuestiona, donde se contrastan autores, donde nos vemos hetero y auto condicionados a tomar posición fundada y donde encontramos profesores quienes dicen “yo no sé qué es esto” debemos buscar, reflexionar e intentar ensayar que es para nosotros justificando por qué o analizar lo que nos dice un autor. Sin duda es una actividad mental que requiere mucho más que memorizar, es de esperar que todos los servicios universitarios procedan de esta manera al menos en los ámbitos donde la estructura interna del campo de saber lo permita. De la misma manera se reconoce una tensión en cuanto al ámbito de producción y destino de los textos que se estudian en la universidad, en su mayoría no son textos para estudiantes, por el contrario son obras creadas por integrantes del mundo profesional dirigidos hacia profesionales. Esto genera una descompensación de las competencias lectoras de quienes resultan ser los receptores del texto no así los destinatarios. A modo de cierre mencionamos, menciono, el problema de la escritura académica. Aunque no sea específicamente la consigna de este trabajo, no recuerdo haber tenido mayores dificultades a la hora de argumentar de una manera no personal una idea pero quiero destacar la dificultad actual de producir un texto en primera persona y darle “forma” académica. 2Encontramos el cogobierno como el principal tema tratado en el curso ya que es la característica distintiva de la forma organizativa que la hace diferente a los ámbitos previos. Esto supone una participación activa del sujeto en el curso de su tránsito por los ámbitos de formación, nos reconocemos como parte del sistema en el que no somos meros receptores de la instrucción que desde el aparato del estado se decide se nos imparta. Este reconocimiento como sujetos agentes activos en nuestra formación y en la toma de decisiones de corte político educativo, va desde la conformación de los propios planes de estudio hasta la elección de las autoridades, sin duda la organización administrativa de la universidad no podía ser de otra manera si se pretende ser fiel a los valores morales y democráticos que subyacen y son transversales a su constitución. Esto supone para el alumno una salida de su estado de confort al que se acostumbró, esto es a ser receptor de lo que otros piensan para mí y deciden por mí, para vernos en la posibilidad y casi la obligación de empoderarnos de nuestras condiciones, un lugar desde donde construir. El capítulo anterior nos conduce de forma directa al concepto de autonomía. En el mismo reconocemos que hace referencia dos aspectos, uno referido a la autonomía del tránsito académico del estudiante y otro de la institución frente al poder político gubernamental. El primero de ellos deriva de la movilidad vertical y horizontal promovida para que el estudiante transite de acuerdo a sus intereses personales formativos, dentro de la carrera elegida o bien realizando estudios interdisciplinar. El segundo aspecto quizás uno de los pilares fundamentales para que la universidad pueda cumplir con sus fines, especialmente en la promoción de un espíritu crítico en la población y en los propios profesionales. No se podría apuntar a tal fin si se respondiese, si se estuviese atado ideológicamente a poderes de turno. Sabido es que cuando el autoritarismo se ha impuesto lo primero que se ha deseado controlar es la educación, aspecto que ha provocado y provoca no pocas tenciones. Bibliografía: Casco, Miriam (2007) “Prácticas comunicativas del ingresante y afiliación intelectual. Ley Orgánica Nº 12.549, del 29 de octubre de 1958