Crismal Tomen esto es mi cuerpo…Beban esto es mi Sangre

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Crismal
Tomen esto es mi cuerpo…Beban
esto es mi Sangre, hagan esto en conmemoración mía…”(Lc- 19-20 y parl.)
Queridos hermanos sacerdotes, hermanos y hermanas en el Señor.
1.-Palabras de la consagración. Hemos escuchado las palabras de Jesus en
la última cena. El Señor, antes de su pasión y resurrección nos dejó en el
sacramento celebrado en la cena, el misterio que iba a realizarse en el
calvario y en su resurrección del sepulcro.
Fue su testamento fundamental, la entrega plena de su persona, que se
ofrece por amor al Padre y a la humanidad.
Realidad que debe llenarnos de asombro pues aquí se manifiesta el amor
profundo de Cristo que quiso quedarse con su misterio pascual en medio de
nosotros.
Por eso cada vez que celebramos estos misterios anunciamos su muerte y
resurrección hasta que el vuelva.
Se nos anuncia y adelanta en ella, el misterio de la Parusía del Señor
El tiempo de la Iglesia transcurre entre la Pascua y la Parusía del Señor, es
el tiempo del Espíritu.
2.- En el mandato de Jesús, la Iglesia movida por el Espíritu ha
contemplado siempre la institución del sacerdocio ministerial apostólico, y
la Eucaristía. Ambas realidades están indisolublemente unidas, por eso el
señor celebra la cena, con los doce apóstoles, y les entrega el mandato de
hacer, lo que el mismo estaba realizando “hagan esto en memoria mía”.
Nosotros sacerdotes ministeriales, debemos llenarnos de gozo ante este
amor gratuito de Jesús que nos regala semejante misterio.
Hemos sido elegidos por Jesús para continuar con nuestra acción
ministerial este misterio supremo.
Es la herencia que el Señor nos regala, inmerecida por supuesto y
absolutamente gratuita.Y este mandato permanece en nosotros como fruto
de nuestra ordenación sacerdotal, a pesar de nuestras miserias y
debilidades. Como nos dice el apóstol S. Pablo en la segunda carta a los
corintios “llevamos este tesoro en vasos de barro…” De esta forma en
nuestro ministerio se muestra en verdad el poder de Dios.
Nuestra primera actitud debe ser el gozo , la acción de gracias por el don
que hemos inmerecidamente recibido.
3.- Somos instrumentos y obramos en la persona de Cristo. Hablamos en
primera persona, no decimos este es el cuerpo y la sangre de Cristo sino
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que decimos este es mi cuerpo y esta es mi sangre. En virtud de nuestra
ordenación, nos identificamos con Cristo y somos sus instrumentos
personas.
Este don recibido, lo debemos desplegar a lo largo de toda nuestra vida. Se
trata como vemos de un don y al mismo tiempo de una tarea.
Es desde aquí, desde donde nace nuestra espiritualidad específica del
sacerdocio ministerial, y se profundiza y se hace existencial en el ejerció
diario de nuestro ministerio, especialmente en la celebración cotidiana de la
Eucaristía. Esto le hizo expresar al beato Juan Pablo II, que el sacerdote
aunque sea solo es necesario que celebre diariamente la Eucaristía, es el
sentido y la realidad más importante de nuestro sacerdocio.
Esta instrumentalidad ministerial la debemos afirmar con toda la libertad de
nuestra persona. Se trata de una transformación que nos lleva a buscar la
santidad en nuestra vida Tengámoslo presente en el momento en que
renovemos nuestras promesas sacerdotales.Ser santos para nosotros consiste en tener en nosotros, los mismos
sentimientos de Cristo, La identificación con Cristo constituye el sentido
profundo de nuestra vida, El debe ser nuestro camino-verdad y vidaPartiendo de lo que somos, sacerdotes habrá en nuestra vida coherencia con
nuestra fe y entonces seremos auténticos testigos, verdaderos discípulos de
Jesucristo que es lo que los fieles esperan de nosotros.
Seremos sacerdotes servidores de nuestras comunidades a ejemplo de
Cristo que no vino a ser servido sino a servir y dar su vida en rescata por
una multitud.
4.- Hacemos presente la Pascua de Jesús. Es el sentido de ser Sacramentos
personas en nombre de Cristo.
Es el sentido más profundo de nuestra vida, brindar la Pascua de Jesús,
hacer presente con la Palabra y el partir el pan, el kerigma que da origen a
la comunidad eclesial, como aparece claramente en pentecostés y a lo
largo de los orígenes de la Iglesia.
En cierta ocasión, el siervo de Dios Pablo VI, en su carta E.N. Dice con
toda claridad que hasta que en una comunidad no es celebrada la Eucaristía
no tenemos propiamente a la Iglesia.La palabra y la Eucaristía nos convocan y nos hacen Iglesia, de allí la
necesidad y lo irremplazable del sacerdote ministerial en la presidencia de
la Eucaristía.
Por eso hemos expresado en la oración por el año vocacional, que
tengamos sacerdotes para que no falte a nuestras comunidades el pan de la
Eucaristía.Hacer presente la Pascua de Cristo, es conectarnos con su Pascua histórica.
La celebración no repite lo que Cristo realizó, sino que lo hace
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sacramentalmente presente, resaltando que el único Sacerdocio y el único
sacrificio que la Iglesia celebre es el de Cristo5.- La Eucaristía es la fuente y la cumbre de la vida de la Iglesia. Es
consecuencia de lo que dijimos anteriormente, Cristo es el único sacerdote,
el Apóstol del Padre, el Evangelio completo y pleno. Solo el nos salva, y a
la comunidad eclesial solo la puede convocar El.Es con su vida y con su entrega, como Cristo nos congrega, por eso esta
tarde El nos está convocando con la presencia de su Palabra y de su
Eucaristía. El vino como nos dice Juan a unir en uno a los hijos de Dios que
estaban dispersos.Po eso El es la fuente que se nos ofrece en el sacramento eucarístico y su
presencia hace nacer a la comunidad eclesial. Podemos decir con toda
verdad que en la humanidad resucitada de Cristo presente en la Eucaristía
se encuentra la Iglesia toda, pues su humanidad, es la humanidad nueva, la
nueva creatura, y la fuente es Cristo muerto y resucitado.
Es decimos la cumbre de la vida de la Iglesia. Su presencia es el sentido
más profundo de esta celebración, en esa presencia sacramental se
encuentra presente toda la Iglesia y en ella encuentra su fin y su sentido
último.En cierta ocasión durante la realización del concilio Vat. II, el siervo de
Dios Pablo VI, se preguntaba:¿De donde vienes Iglesia, por donde caminas
y hacia donde te diriges…? Y se respondía, vienes de Cristo, caminas por
Cristo y tu meta es Cristo…”
Descubrimos de esta manera que Cristo lo es todo para nuestra vida y la
suficiencia de su redención. La Iglesia no hace otra cosa, a través de su
palabra y de sus sacramentos que hacernos presente en su integridad el
misterio pleno contenido en Cristo.
La Eucaristía pues, nos cristifica, nos configura con su persona y con su
vida y por eso como lo decía el beato Juan Pablo II, poseemos una vida
eucarística. La Iglesia es sacramento de Cristo Redentor, es el contenido
que da sentido a la vida eclesial. Iglesia y Cristo se identifican en la
Eucaristía.6.- La Iglesia crece en el misterio de la comunión eclesial. Pablo nos dice
en la primera carta a los corintios “porque comemos un mismo pan todos
somos el mismo cuerpo…..Por eso en el momento en que la asamblea
comulga con la persona eucarística de Cristo, toda la asamblea se vuelve
Cuerpo de Cristo.La vida de Jesús, se convierte en nuestra misma vida, nos hacemos por El
Hijos del Padre y templo del Espíritu Santo. De esta manera la comunidad
eclesial es un misterio profundo de comunión Trinitaria. Por eso el concilio
refiriéndose a la Eucaristía expresaba que en ella se contiene “todo el bien
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espiritual de la Iglesia”, porque contiene a Cristo mismo, muerto y
resucitado por nosotros. Santo Tomás de Aquino decía que la Eucaristía es
el sacramento principal porque contiene en ella al mismo autor de nuestra
salvación. Comulgar, es entrar en una relación plena y total con el mismo
Cristo Pascual. Por eso la Eucaristía es un sacramento Pascual.
7.-La misión evangelizadora de la Iglesia nace de la identificación con
Cristo eucarístico.
Cristo es el único apóstol del Padre. Porque la Iglesia en la Eucaristía posee
a Cristo, ella se convierte en testimonio de Dios entre los hombres. Y la
misión eclesial consiste precisamente, en ser testigos de Cristo- Lo que nos
relata el comienzo de la primera carta de San Juan “ Lo que existía desde el
principio lo que hemos oído visto con nuestros ojos, lo que hemos
contemplado y han palpado nuestras manos es lo que les anunciamos: la
Palabra de Vida… y continúa el texto de San Juan anunciando a Cristo.Es el fin fundamental de la Iglesia. Ella es sacramento de Cristo porque lo
posee y lo comunica. Es la misión de todos los carismas de la Iglesia, entre
ellos nuestro ministerio sacerdotal. Nosotros somos llamados a participar
de la misión de Cristo Pastor mediante la vivencia de su caridad pastoral.
Así descubrimos que la Iglesia existe para la misión, porque ella es
portadora del Evangelio del Padre que es Jesucristo.La acción evangelizadora de la Iglesia es la presencia de Cristo que está en
ella por la Palabra-los sacramentos particularmente la Eucaristía, la
comunión y desde allí la misión.8.- Desde allí sirve al mundo como sacramento universal de Salvación. Es
el contenido de la Pascua de Cristo, la que hace a la Iglesia su sacramento.
Y toda ella no tiene otro sentido en la historia que ser la portadora de Cristo
y ofrecerlo mediante la vivencia de su misión, a toda la humanidad.Por eso la vocación universal de la Iglesia es la santidad, y esto deben
realizarlo todos los carismas y nosotros como sacerdotes.
Santidad que consiste en identificarnos con Cristo y su misión. Por eso la
Iglesia necesita de una autoevangelización permanente. Ella es la primera
que debe vivir de los criterios del evangelio y ser signo del mismo en el
mundo.En este sentido la Iglesia debe vivir una constante reforma. La santidad es
para toda la Iglesia un don y al mismo tiempo una tarea.
La Iglesia debe estar en un permanente estado de conversión
La asimilación permanente a Cristo, hace a la Iglesia creíble en medio de
la sociedad. Es una tarea permanente.-
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9.-El mundo recibe desde esta Iglesia, la transformación de su vida. El
mundo ha sido creado y redimido por Cristo. Desde esta realidad, el mundo
no es solamente una entidad sociológica, sino teológica.La tarea fundamental de la Iglesia es ofrecerle al mundo el Evangelio
integralmente, porque en El se descubre el misterio más profundo de la
creación y del hombre.En Cristo se revela el misterio del hombre al hombre mismo y en El
descubre cada persona humana su vocación y su sentido. Decía Benedicto
XVI en cuba “cuando el mundo se aleja de Dios se convierte en un lugar
inhóspito para el hombre…”
La dimensión religiosa que ofrece la Iglesia en su misión, nos lleva a
descubrir cual es el proyecto de Dios en la creación y en la humanidad.La Iglesia posee todos los carismas necesarios para evangelizar a la
humanidad, el ministerio apostólico, la vocación laical con todos sus
carismas y la vida consagrada.
Cuando la Iglesia funciona en su unidad y pluriformidad, ofrece la riqueza
integral del Evangelio al mundo.Nosotros como pastores debemos conducir el discernimiento de los
carismas y procurar entre ellos la comunión. Somos como sacerdotes
servidores de esta comunión. Como Pablo nos dice en su primera carta a
los corintios en el capítulo XII es el mismo Espíritu el que nos da la unidad
y la diversidad. Nuestro sacerdocio ministerial está al servicio del
sacerdocio común de todos los bautizados.- (LG 10).Una Iglesia donde funcionan todos los carismas se da la misión
evangelizadora en su plenitud.
10.- Todo de esta forma contribuye a la gloria de Dios y a la salvación de la
humanidad.Como decía San Ireneo “ la gloria de Dios es la salvación del hombre, y la
salvación del hombre está en la visión de Dios.”
Dios ha establecido con la humanidad una alianza. Quiere que ella sea una
familia, por eso la tarea fundamental de la Iglesia es llevar a la familia
humana a la comunión con Dios.Todos somos hijos de Dios en el hijo y hermanos de todos los hombres. La
vivencia de la fraternidad, nos lleva a la vivencia de la justicia en la
caridad.Es el misterio central de la Eucaristía. Cristo mediante este sacramento
quiere unirnos profundamente a El, para que El sea el primogénito entre
muchos hermanos.El mundo necesita que los cristianos le mostremos que es posible hacer la
civilización del amor, que es posible una solidaridad concreta, que tenga
siempre un amor preferencial por los débiles-pobres y sufrientes.-
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En este triduo pascual que hoy comenzamos, abramos el corazón a Cristo
para que todos, sacerdotes y fieles, podamos dejarnos transformar por los
sentimientos del corazón de Cristo e influir con nuestro testimonio en estos
momentos que nos toca vivir en la patria y en el mundo.Nuestra sociedad nos demanda esta coherencia. Frente al pluralismo
cultural y religioso, los cristianos con esta actitud damos testimonio que la
plenitud de Dios se encuentra en la humanidad resucitada de Jesucristo.Este anuncio tiene que ir acompañado siempre con el testimonio de nuestra
vida.11.- Al final de esta celebración, queridos hermanos sacerdotes además de
la entrega de los santos oleos, quiero obsequiarles a cada uno de Uds. El
Misal diario que ha sido editado por la oficina del libro.Quisiera que este simple gesto les hiciera comprender lo que he dicho en
este mensaje. Los sacerdotes nos ordenamos principalmente para celebrar
el sacramento de la Eucaristía, considerada ésta como principio de totalidad
eclesial,.Los exhorto a que celebren la Eucaristía diaria, para que sea ella fuente y
cumbre de sus vidas sacerdotales y para que el servicio que debemos
prestar a nuestras comunidades parroquiales, encuentren en Uds el alimento
que lleva a plenitud su vida cristiana, en el matrimonio y en todos sus
compromisos temporales que los fieles tienen con el mundo.les entregaré también un pequeño folleto con la devolución de lo que
fueron mis visitas pastorales.Que el Señor les conceda a todos una fecunda pascua de resurrección.-
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