Jn 20: 24-29: ¡Felices los que creen sin haber visto! Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant LECTIO DIVINA “Hemos visto al Señor!” Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús a los discípulos la semana anterior. Ellos le dijeron: “Hemos visto al Señor”. Entonces Tomas pone en duda lo que le dicen, y luego le pone a ellos una condición: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Es la típica respuesta de ver para creer. Este relato nos muestra lo difícil que era creer en la resurrección y nos pregunta hoy, si nosotros creemos en la resurrección. “¡La paz esté con ustedes!” Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos. Igual nos sucede hoy día, estamos reunidos a puertas cerradas, pero nada detiene a Jesús que este entre nosotros. Luego Jesús dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos”. Jesús no solo viene en Paz, sino que además le muestra a Tomás una verdadera Paz, no critica ni califica la incredulidad de Tomas, y le pide: “Acerca tu mano: métela en mi costado”. En Dios, la paz tiene su origen, y nosotros tenemos que contribuir a ella. Nuestro Señor, es Dios de la paz, donde vayamos, llevemos Paz. ¡Bienaventurados los que creen sin haber visto!”. Jesús le dice a Tomas: “En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”. Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Bienaventurados los que creen sin haber visto!”. Jesús dice ¡Bienaventurados!, esto es felices. Podemos preguntarnos si estamos felices de sentir a Jesús en medio de nosotros, pero además debemos preguntarle a nuestro corazón si de verdad creemos que Jesús está medio de nosotros. El Ciego de Jericó gritaba “Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí". (Lc 18, 35 – 43). Cabe entonces una pregunta ¿Por qué llama a Jesús así? ¿Un ciego ve la luz del mundo?. La fe salvo al ciego, y la fe puede salvarnos a nosotros, siempre que nuestra fe sea como la del ciego, confiada, firme y perseverante. ¿Qué es necesario para no ser incrédulo, ver o se hombre de fe? Bendiciones Pedro Sergio Antonio Donoso Brant