Prieto Poesía

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GUILLERMO PRIETO
(sin título)
emponzoñada
¿Por qué no prolongaste el dulce
Yo te amo, sí, te adoro, aunque mi
sueño,
labio
aquel sueño de angélica ventura.
mil y mil veces te llamó perjura,
Yo respiré el placer, el aura pura
aunque la copa horrenda del
de otra vida feliz me circuía,
agravio
y a tu lado el torrente irresistible
me brindó los placeres tu
del porvenir fatal no me amagaba,
hermosura,
y cual tranquilo arroyo murmuraba.
te ama mi corazón; Cuando mi
mano
Cuando entusiasta te estreché en
destrozar quiso la feroz coyunda
mis brazos,
que a vil humillación me ató algún
cuando el placer entre tus lindos
día,
ojos
el débil corazón se resistía,
con el fuego de amor
Y aunque luché tenaz, luchaba en
resplandecía,
vano.
cuando tu boca grata sonreía
a mi enajenamiento, mi adorada:
Feliz viviera yo si siempre ufano,
el grito de escarnio me conturba,
al través de mentidas ilusiones,
te llamo ansioso, conocí mi
hubiera contemplado tu
engaño,
semblante;
y a mi rival, que irónico me indica
si mas cauto tu labio fementido,
con su dedo el adusto desengaño.
si mas hábil tu hipócrita mirada,
con el engaño mismo hubiera
¿Y qué, el copioso, el expresivo
envuelto
llanto
la perfidia de tu alma
que con mis manos trémulo
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GUILLERMO PRIETO
enjugaba
Pero es planta marchita que florea
y aquella agitación, aquel
en mi desierta y lúgubre
quebranto
esperanza,
que con anhelo tierno consolaba,
que resta a mi existir
otro amante dichoso lo causaba?
desesperado.
Me es estéril el canto de victoria,
Tú al verme recordabas otro
no quiero bendición, no quiero
amante
gloria,
que, con gozo 1o digo, no te
maldito criminal, pero tu amado.
amaba,
Si ahora tu mano ingenua me
otro mirabas tu a mi semblante
brindara
con dulzura los ojos dirigías;
las caricias de amor, si entre tu
y s otra ilusión feliz, viéndome
labio
ufana,
otra vez escuchara, vida mía,
beldad de maldición, me sonreías;
la grata, la dulcísima armonía
y yo entre tanto en lóbrega
de tu celeste voz, y si sincera
congoja
el aura de ilusiones hechicera
con tu dolor equívoco lloraba;
otra vez a tu vista me halagara,
o bien al alma con tu gozo infame
yo, idolatrado bien, te aborreciera;
en célico deleite se inundaba.
mi placer despertaran tus caricias,
¡Oh si !a espada del feroz
y el monstruo de la vil
tormento
desconfianza
en tu pecho con calma revolviera
envenenara siempre mis delicias.
la mano del tenaz
Pero al borrar tu nombre de mi
remordimiento!...
mente,
¡Indigno proceder! ¡atroz
cuando el recuerdo del dolor me
venganza!
oprime,
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GUILLERMO PRIETO
te odia mi orgullo, el labio te
engañosa
maldice;
de la felicidad la blanca nube
pero siempre te encuentro
que en el aura apacible se mecía
seductora,
resbalando en el azul del cielo?
y siempre el alma con fervor te
Gallarda con el sol resplandecía,
adora;
que ella con ansiedad me la
sí, te adoro, mi bien: huyo al
mostraba,
sosiego,
y que yo embebecido la miraba.
y beso de ignominia la cadena
¿Por qué con tal astucia del
cuando s tu encanto celestial me
abismo,
entrego.
a que riendo ufana me llevaba,
¡Oh fatal ilusión! ¿por qué te
mi vista se paró? No la maldigo.
adoro?
Cuando la vi en el fondo, clamé en
¿por qué, si la conozco fementida,
vano;
tributo a su memoria triste lloro?
la vi en la orilla, le tendí la mano,
¿por qué de mi pasión en el
y ella volvió a tenderla, y la
delirio,
apartaba,
cuando miro su imagen
y al irla yo a tocar la separaba,
bienhechora,
mostrando regocijo en mi agonía.
su esbelto talle, su modesta
¡Oh exceso de maldad! Mujer
frente,
impía,
sus lindos ojos y su blanda risa,
¿cuándo mi amor sincero fue
no puedo recordarla engañadora?
inconstante?
¿Y bastará oponer el frágil dique
¿qué vez, responde, hubiste
de reflexión al bárbaro torrente
descubierto
del destino fatal, fácil olvido
a la negra traición en mi
que en otro tiempo me mostró
semblante?
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GUILLERMO PRIETO
Dime ¿cuál es la senda
Revolcándose en su sangre. . .
bienhechora
Sus largas trenzas en tierra,
que me aparta de ti? Siempre te
Con la muerte al abrazarse,
miro;
Las miramos de rodillas
la atmósfera inefable de tu
Ante el hombre, suplicante;
encanto,
Pero él le dio tres metidas
peligrosa beldad, siempre respiro.
Y una al sesgo de remache.
De sus labios de claveles
La lira del amor, sin armonía
Salen dolientes los ayes,
yace sorda en mis manos; a sus
Se ven entre sus pestañas,
cuerdas
Los ojos al apagarse. . .
mi inútil llanto le robó el sonido:
Y el Ronco está como piedra
mi bien, te adoraré; pero a lo
En medio de los sacrifantes,
menos
Que lo atan codo con codo
hónreme tu odio, y líbreme
Para llevarlo a la cárcel.
siquiera
de volver a tu seno envilecido.
Romance de la Migajita
"Ve al hespital, Migajita,
vete con los palticantes,
y atente a la Virgen pura
"¡Détente! Que está rendida,
¡eh, contente, no la mates!"
Y aunque la gente gritaba
Corraía como el aire,
Cuando quiso ya no pudo,
Aunque quiso llegó tarde,
Que estaba la Migajita
para que tu alma se salve.
¡Probrecita casa sin tus brazos!
¡Pobrecita de tu madre!
¿Y quién te lo hubiera dicho,
tan preciosa cono un ángel,
con tu rebozo de seda,
con tus sartas de corales,
con tus zapatos de raso
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que ibas llenando la calle,
y vio que llevan difunto,
como guardando tus gracias,
por otra mano alevosa,
porque no se redamasen.
a su Ronco que idolatra,
que fue su amor y su gloria.
El celo es punta de rabia,
El celo alcanzó matarte,
Olvida que está baldada
Que es veneno que hace furias
Y de sus penas se olvida,
Las más finas voluntades.
Y corre como una loca,
Y al muerto se precipita,
Esto dijo con conciencia
Y aulla de dolor la triste
Una siñora ya grande
Llenándolo de caricias.
Que vido del papa al pepe
Cómo pasó todo el lance.
"Madre, mi madre (le dice)
-que su madre la seguía -,
Y yendo y viniendo días
vendan mis aretes de oro,
La Migajita preciosa
mis trasts de loza fina,
Fue retoñando en San Pablo;
mis dos rebozos de seda,
Pero la infeliz era otra;
Está como pan de cera,
y el rebozo de bolita;
El aigre la desmorona,
vendan mis tumbagas de oro,
Se le pintan las costillas,
y de coral la soguilla,
Se alevanta con congoja;
y mis arracadas grandes,
Sólo de sus lindos ojos
guarnecidas con perlitas;
Llamas de repente brotan.
vendan la cama de fierro,
y el ropero y las camisas,
"¡Muerto!. . .¡dése!" A la ventana
y entierren con lujo a ese hombre
la pobre herida se asoma,
porque era el bien de mi vida;
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que lo entierren con mi almohjada
Y el silencio se destiende
con su funda de estopilla,
Convirtiendo en noche el día.
que pienso que su cabeza
con el palo se lastima.
En el panteón de Dolores,
Lejos, en la última fila,
Que le ardan cirios de cera,
Entre unas cruces de palo
Cuatro, todos de a seis libras;
Nuevas o medio podridas,
que le pongan muchas flores,
Hay una cruz levantada
Que le digan muchas misas
De pulida cantería,
Mientras que me arranco el alma
Y en ella el nombre del Ronco,
Para hacerle compañía.
"Arizpe José Marías",
y el pie, en un montón de tierra,
Tú, ampáralo con tu sombra,
medio cubierto de ortigas,
Sálvalo, Virgen María:
sin que lo sospeche nadie
Que si en esta positura
reposa la Migajita,
Me puso, lo merecía;
flor del barrio de la Palma
No porque le diera causa,
y envidia de las catrinas.
Pues era suya mi vida". . .
Y dando mil alaridos
La infelice Migajita,
Se arrancaba los cabellos,
Y aullando se retorcía.
De pronto los gritos cesan,
Décimas Glosadas
Pajarito corpulento,
Préstame tu medecina
Para curarme una espina
Que tengo en el pensamiento,
Que es traidora y me lastima.
De pronto se quedó fija:
Se acercan los platicantes,
Es de muerte la aparencia
La encuentran sin vida y fría,
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Al dicir del hado esquivo;
Que no puedo estar ansina.
Pero está enterrado vivo
Aigre, tierra, mar y cielo,
Quien sufre males de ausencia.
¿quién quire darme un consuelo
¿cómo hacerle resistencia
para curarme una espina?
a la juerza del tormento?
Voy a remontarme al viento
Es la deidad que yo adoro,
Para que tú con decoro
Es mi calandria amorosa,
Digas a mi bien que lloro,
Mi lluvia de hojas de rosa
Pajarito corpulento.
Y mi campanita de oro.
Hoy su perdido tesoro
Dile que voy tentalenando
Me tiene como en el viento,
En lo oscuro de mi vida,
Sin abrigo, sin asiento:
Porque es como luz perdida
Su recuerdo de ternura
El bien por que estoy penando.
Es como una sepultura
Di que me estoy redibando
Que tengo en el pensamiento.
Por su hermosura devina,
Y, si la mirares fina,
Es mirar la que era fuente
Pon mi ruego de por medio,
Hoyo espantable y vacío;
Y dí: "Tú eres su remedio;
Es ver cómo mató el frío
Préstame tu medecina."
La mata airosa y potente;
Es un sentir redepente
El presil tiene sus flores
A la muerte que se arrima,
Y el manantial sus frescuras,
Es que tiene mi alma encima
Y yo todas mis venturas y sus
Una fantasma hechicera
alegres amores
Que me sigue adonde quiera,
Hoy me punzan los dolores
Que es traidora y me lastima.
Con terquedá tan indiana,
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