“Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para

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LECTURA: Mc. 2:13 al 17 – Mt. 9:9 al 13 y Lc. 5:27 al 32.
VERSÍCULO CLAVE:
“Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para
servir y para dar su vida en rescate por muchos”. Mc. 10:45 (NVI).
INTRO DUCCIÓ N: Como ejemplo de la O bra en el Ministerio de nuestro Salvador y Señor Jesucristo podemos
analizar la vida de Mateo, unos de sus discípulos, quien era cobrador de impuestos para Roma, según hemos leído ...
Que un publicano sean un discípulo o aún un Apóstol de Jesucristo, sería un escándalo para
los prejuicios de los judíos. Pero aquí podemos ver una muestra de lo que el Maestro mostraba en
su misericordia...
Él podía usar grandemente a cualquiera de las personas que se le acercaban, ejerciendo el
principio de Dios en su Palabra que dice que “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú,
Oh Dios” (Sal 51:17b).
Mateo era un hombre con una posición social y logros profesionales que a más
de un maestro religioso de aquellos tiempos (aunque hoy lamentablemente también
existen) lo hubiera visto como una deseable y atractiva adquisición entre sus acólitos...
Pero a diferencia de todo maestro inescrupulosamente interesado en traer al rebaño
personajes importantes, Jesucristo desalentaba el ingreso de los tales de manera deliberada
mostrándoles un futuro poco prometedor
Les decía: “Las zorras tiene guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre
no tiene dónde recostar su cabeza” (Mt. 8:20)
Jesucristo no creía en ningún discipulado que estuviera basado en confusiones y en fines
corruptos. No le temía al pasado de la persona si estaba realmente arrepentido ni a los obstáculos
futuros que pudieran surgir como consecuencia de aceptarlo entre sus seguidores.
En este pasaje aparecen en los tres Evangelios dos nombres de este cobrador de
impuestos. Uno como Mateo y otro como Leví. Es probable que su nombre antes de su conversión
en hijo de Dios fuera este último y el de Mateo en adoptado como cristiano...
Situaciones similares se daban en aquellos tiempos del comienzo del Evangelio. Así Saulo
fue conocido como Pablo y José el chipriota recibió de los Apóstoles el agraciado y bello nombre de
Bernabé (hijo de consolación) por su filantropía, magna nimidad y sabiduría espiritual...
Si bien no hay mención sobre contactos previos que podrían haber preparado a Mateo
para acceder a la invitación de Jesucristo, no debemos descartar esa posibilidad...
El llamado de los 4 pescadores se narra de manera sintética en los Evangelios sinópticos,
pero según el Evangelio de Juan sabemos que, por lo menos, tres de ellos ya conocían al Señor
Jesús
Sobre los llamados, los evangelistas registran el momento de crisis sin referirse a l as
etapas preparatorias... No consideraron necesario informar a los lectores inteligentes que ni el
publicano ni ningún otro discípulo siguieron ciegamente a alguien que conocían, solo porque él se
los mandó...
El hecho de que Mateo residía en C apernaum cuando era publicano, al igual que Jesús
(Mt. 9:1 al 9), nos da la seguridad de que conocía a Jesús antes de ser llamado. Precisamente en
esta ciudad se abrieron los cielos ante la vista de todos y los ángeles bajaron sobre el Hijo del
Hombre...
Los leprosos eran curados y los endemoniados liberados; los ciegos recibían la vista, los
paralíticos caminaban, la hija de un importante personaje de C apernaum (principal de la
Sinagoga) fue resucitada entre muchos milagros...
Los evangelios relatan que todos “se asombraron, de tal manera que discutían entre sí,
diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus
inmundos, y le obedecen?” (Mc. 1:27). Incluso, glorificaban a Dios, diciendo:”Nunca hemos visto
tal cosa” (Mc. 2:12), y también: “Hoy hemos visto maravillas” (Lc. 5:26)
CAMBIO IMPRESCINDIBLE PARA LA TRANSFORMACIÓN:
Los milagros de por sí no pueden hacer que las personas sean transformadas en hijos de
Dios y discípulos de Jesucristo creyendo en él como su Salvador y Señor; de otro modo, todo el
pueblo de C apernaum hubiera creído...
Sabemos que Jesús dijo amargamente sobre esta ciudad: “Y tú, Capernaum, que eres
levantada hasta el cielo, hasta el Hades será s abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los
milagros que han sido hecho en ti, habría permanecido hasta el día de hoy” (Mt. 11:23)
Jesús se quejó contra los habitantes de esta ciudad como de otras (C orazim, Betsaida, Lc.
10:13) porque NO SE ARREPINTIERON de corazón. Es decir, NO AC EPTARON EL REINO DE DIOS
SOBRE SUS VIDAS C OMO SU BIEN Y FIN SUPREMOS ..
Estos habitantes se maravillaban de los milagros de Jesucristo hablando y comentando
sobre ellos. C orrían detrás de Jesús para ver más y más maravillas y milagros para volver a
asombrarse...
Sin embargo, después de un tiempo recaían en su habitual languidez espiritual y
apatía por las cosas del Reino de Dios, permaneciendo en la misma condición moral en
que se encontraban antes de que Jesucristo entrara en sus vidas...
Pero no ocurrió lo mismo con este cobrador de impuesto, Mateo. No sólo se maravilló y
habló del ministerio de Jesucristo, sino que se ARREPINTIÓ.
Mateo, al ser conmovido por el llamado del Maestro, cambió radicalmente... Si alguna vez
había sido culpable de oprimir a los pobres, ahora lo aborrecía. Se había hartado de cobrarle
impuestos a una población renuente, y estaba feliz de seguir a aquel que había venido a quitar
cargas en lugar de imponerlas... A condonar deudas en vez de exigir su pago con rigor...
Sus cambios no fueron cambios superficiales, cosméticos, sin valor delante de Dios.
Fueron cambios profundos, radicales, de transformación.
De modo que la voz de Jesucristo actuó en su corazón como una espada que lo atravesó.
Así, “Dejándolo todo, se levantó y le siguió” (Lc. 5:28)... Dejó todo en su vida, su trabajo que
ofendía al Señor, su estilo de vida fastuoso para seguir a un Maestro con escasos recur sos y que
sería traicionado...
A esta gran decisión, según indican los cuatro evangelistas, le siguió al poco tiempo una
celebración en la casa de Mateo en la que Jesucristo estuvo presente (Mt. 9:10) Lucas nos dice
que fue una gran fiesta en honor de su Maestro, de Aquel que lo había traído de muerte a vida
eterna...
Era tal el gozo de este discípulo que no podía dejar de exteriorizarlo. Invitó a todos sus
conocidos y armó una gran celebración, motivando la repulsión de sus compatri otas “religiosos”
(Mt. 9:11)...
Parece haber sido una fiesta de despedida de sus compañeros de oficio. En lo sucesivo él
y sus compañeros de su antiguo trabajo, tomarían rumbos distintos, y él se alejaría de sus
antiguos camaradas en paz...
Mateo hizo esta espléndida fiesta en
honor de su Maestro, así como María de
Bethania derramó su perfume de nardo
precioso sobre los pies de su Maestro y
derramaba lágrimas de gozo por lo que Él
había hecho en ella (Jn 12:1 al 8)
Esta María de Bethania gemía de
dolor pero también de gozo, al lavar los
pies de su Salvador con sus lágrimas...
Esas lágrimas son un refrigerio para el
corazón de todos los hijos de Dios, como
un manantial de agua en el árido desierto
de la frialdad y formalismo religioso...
Este es el modo manifiestan su
amor agradecido quienes han sido favorecidos con mucha gracia, y lo hace con hechos de mucha
magnificencia, y que los incultos consideran extravagancia... Jesús siempre aceptó tales actos de
devoción con placer, sin importar las críticas prejuiciosas...
CONCLUSIÓN:
Jesús vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido (Lc. 19:10)...
El ser humano busca agradar a Dios con actos religiosos, pero de nada valen si son puro
formalismo para justificarnos delante de Dios como fue la parábola enseñada por Jesucristo
sobre el Fariseo y el cobrador de impuesto (Lc. 18:9 al 14)
El Arrepentimiento fue la condición para acercarse al Reino de los C ielos anunciada por
Juan el Bautista (Mt 3:2; 4:17), por el Apóstol Pedro en su primera predicación (Hch. 2:38) y por
el Apóstol Pablo ante los atenienses (Hch. 18:30)
Fue imprescindible que el profeta Natán le hiciera ver a David desde afuera su propia
miseria a David, pues cuando el ser humano se ve a sí
mismo, siempre se justifica como Adán y Eva (Gen. 3:11
al 13) o Saúl (1ra. S. 15:15)...
No fueron muchas las palabras que dijo David – y
tal vez es muestra de su autenticidad de no querer
justificarse – Él dijo: “Pequé contra Jehová” (2ª S.
12:13a). Reconoció que había cometido un pecado y que
lo había hecho contra Dios mismo...
A diferencia de Saúl, a David no le importó lo que
pensarían todos los que estaban en su corte. Lo único que
le importó fue reconciliarse con Dios...
Aunque el relato de este acontecimiento es breve,
no debemos pensar que todo esto sucedió en un corto
tiempo y allí terminó todo... El quebranto de corazón de David duró mucho tiempo. Hizo frutos
dignos de arrepentimiento (Lc. 3:8) para no tan solamente ser restaurado delante de Dios, quien
ya conocía su corazón, sino también delante del pueblo ...
Fueron noches de dolor y quebranto los que llevar on a David a escribir los Salmos, en
especial el 51, pero tal vez otros como el 32, el 38, el 102, 130 y 143.
Muchos de nuestros fracasos como cristianos se deben a que afligimos el Espíritu Santo de
Dios con el que fuimos sellados, al mantener un corazón entenebrecido con el pecado no
confesado (Ef. 4:25 al 30), rebelde contra Dios y manteniendo un espíritu contradictor (Ro. 10:21)
El problema subyace en que en realidad no tenemos la intención de cambiar y mucho
menos dar lugar a que el Espíritu Santo nos transforma. No hacemos caso a su Voz que en
nuestro corazón va languideciendo por no ser escuchada ...
Nuestras intenciones es realizar cambios superficiales, pero no de fondo, estructurales,
que vayan a la causa del pecado y no a los síntomas del mismo,
Humillémonos bajo la poderosa mano de Dios, para que Él nos levante cuando sea tiempo
(2ª P. 5:6)
¡S.D.G!
Rubén Salcedo
BIBLIOGRAFÍA:
1.- TRES AÑOS C ON JESÚS. C apacitando a los doce. A.B. Bruce. Volumen I. E dit. Desarrollo
C ristiano Internacional.
2.- C OMENTARIO BÍBLIC O HISTÓRIC O. Alfred Edersheim. Edit. C líe.
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